Capítulo 33. Sembrando las bases previas al conflicto.
Las calles de Orario comenzaban a poblarse. Los carruajes cruzaban por ellas, a los laterales de las mismas se ponía uno a uno los puestos de ventas de comida, artilugios y cosas varias como ya era costumbre. Las personas sacaban su mercancía y la acomodaban en los mostradores para llamar la atención de potenciales vendedores.
Entre toda esta actividad, cierto muchacho de cabellera blanca muy famoso últimamente por las proezas que ha logrado y su propia historia que día a día ha escrito, caminaba tranquilamente, ignorando el saludo de los animados habitantes que conseguían reconocerlo.
Esto claramente no era intencional, Bell Cranel podrá ser muchas cosas, pero alguien con poca empatía y falta de amabilidad por supuesto que no.
Entonces ¿A qué se debía? La respuesta era más simple de lo que pudieran imaginar o suponer. La razón era que se encontraba tan sumergido en sus propios pensamientos, centrando cada gramo de atención en su debate interno y las mieles de pregunta que le sacaban del mundo real.
Avanzaba en medio del bullicio que representaba el inicio del día laboral de los habitantes, agachando la cabeza y mirando fijamente al suelo.
En su expresión se percibía preocupación, miedo y duda. Como ya era costumbre cada vez que planeaba cometer alguna clase de estupidez.
Se dirigía a una ubicación muy conocida por quienes presenciaron el juego de guerra contra la familia Apolo, o sea ¡Todo Orario!
Aquella mansión antes perteneciente a la familia del Dios del sol, ahora en manos de la diosa de la hoguera y sus hijos. Ese era su destino.
Teniendo esto en cuenta ¿Por qué estaría tan temeroso de ir a su propio hogar? ¿Qué peligros lo esperaban ahí?
"Eina me va a matar" Salió el detonante de ese miedo y solo fue necesario escuchar brevemente sus pensamientos más profundos.
Sí, este pobre diablo cometió el error de ir a cierto distrito rojo teniendo como novia a una elfo... ¡UNA ELFO! ¡LA RAZA MÁS PROBLEMÁTICA CON LA CUAL ENTABLAR UNA RELACIÓN AMOROSA! ¡TODO EL MUNDO LO SABE!
Pues... al parecer el conejo no estaba enterado de ello.
"¡¿Cómo se enteró que fui?! ¡¿Me siguió?! ¡¿Por qué entró?! Y más importante... ¿Cómo pudo lastimar a Aisha si a mí me costó trabajo soltarme de ella? ¿Mi novia es monstruosamente fuerte? ¡ESO SOLO SIGNIFICA MAYOR PELIGRO PARA MÍ!" Esas interrogantes no lo abandonaban y solamente aumentaban su miedo de llegar a casa.
Una supuesta asesora que jamás se ha visto envuelta en peleas hasta, bueno, conocer a su novio, lastimó a una aventurera de nivel 3 sin tener falna. Eso debería ser considerado una proeza merecedora de un apodo de los dioses.
"La hada berserker" o algo así, conociendo el humor tan raro que las deidades poseen a la hora de nombrar a los aventureros que subieron de nivel.
En fin, no estamos hablando de eso, sí no de la pena de nuestro protagonista.
-¿Cómo haré para explicarle que no hice nada de lo que seguramente se imagina en el distrito del placer? Eina es de las que primero golpean y luego preguntan. Sinceramente me cuestiono seriamente por qué elegí a una novia tan explosiva-Se cuestionó, con sudor bajándole de la frente.
De repente la imagen de una sonrisa tierna y dulce proveniente de la susodicha se manifestó en su imaginación, al igual que cierto atributo trasero y delantero que tanto le encantaba.
-Ah... fue por eso... ¡MALDITA SEA ABUELO!-Maldijo con todo su espíritu a su difunto abuelo por haberle inculcado esas costumbres pervertidas.
Obviamente no se enamoró de Eina por ello, aunque era un factor a tener n cuenta.
Él se enamoró de esa bella chica por el mero hecho de existir. Fue un flechazo al corazón que se produjo en el primer segundo en que sus miradas chocaron, imposibilitando considerar cualquier otra opción habida y por haber.
Así de curiosa es la historia de cómo nació ese amor, y, tras ese suceso, solo fue aumentando a niveles inimaginables entre más tiempo pasaban juntos y se conocían.
Se dibujó una pequeña sonrisa en los labios del mu seco.
Sin embargo... el aura lúgubre y pesimista se volvió a manifestar.
-¿Cómo le contaré todo lo ocurrido sin morir en el proceso de forma cruel e inhumana?-La pregunta se volvió a presentar.
Sacudió la cabeza y respiró hondo, si bien se preocupaba, eso no era lo único que tenía en mente en ese instante.
Había una cosa más que rondaba por esa cabeza hueca.
El recuerdo de una bella renard de cabellera dorada apareció brevemente como una imagen fugaz en su imaginación.
Ella poseía un rostro triste y sin esperanza.
"Salvar a Haruhime... me meteré en problemas por una chica teniendo a Eina como novia. A pesar de que no busco nada de índole romántico como ella, daré la impresión equivocada a todos, incluyéndola a ella. No cualquiera haría tal esfuerzo para salvar a una chica en peligro si no es por amor... pero al parecer rechazo todo lo establecido, rechazo a la naturaleza" Pensó, convenciéndose a sí mismo de que no lo hacía por el motivo que cualquier hombre o mujer supondría.
-Ponerme en riesgo y por consecuente atentar contra la seguridad de quienes quiero por un motivo egoísta... una decisión impulsiva a la hora de afrontar las cosas, una meta que solamente busca llenar mi propio sentir aun cuando la propia víctima me ha pedido no ser rescatada y haber perdido todo deseo de vivir...-Susurró.
Tenía razón, la misma Haruhime, quien vivía presa de los deseos de los demás, rogaba por no ser salvada, para que nadie sufra por culpa suya. ¿En qué sería diferente Bell al imponer su propio deseo de salvarla, ignorando el de la hermosa rubia. En nada, solo difería en aspectos morales o idealistas, pero en esencia era igual.
No obstante...
-No importa si no me lo pidió... yo la salvaré cueste lo que cueste-Declaró el peliblanco, inflando su pecho repleto de determinación.
Suspiró profundamente. El aire abandonó sus pulmones tras unos cuantos segundos.
-¿Cuál será el plan? Esta vez no es como antes, cualquiera de las hijas de Ishtar podría ganarme en un combate uno a uno. Si bien contra Bache y Argana en Melen pude mantenerme a raya solamente escapando, no podré huir por todo el distrito rojo con Haruhime sin pelear. Así que... ¿Qué demonios haré?-Se cuestionó. Una cosa es escapar de las amazonas de Melen sin ninguna reprimenda y otra muy diferente es meterte en el territorio de Ishtar, robarse a una de las protitutas de la misma y salir de ahí sin contratiempos en un escenario ideal. Pero no saldría bien librado en caso de lograrlo. Se metería en problemas con el gremio a consecuencia de ese hurto y podría perjudicar a su familia al ganarse una multa. Al final del día, Haruhime regresaría al distrito del placer y solo se habría ganado más problemas.
Pensó profundamente en la gama de posibilidades que tenía para lograr su cometido, sin embargo, entre más indagaba o visualizaba posibles futuros, menos margen de maniobra había.
¿Cómo burlar a una de las familias más numerosas de Orario? ¿Cómo rescatar a Haruhime sin las represalias que eso acarrearía? Y más importante... ¿Cómo deshacerse de ese collar maldito? Sí, Bell se percató de ello, ese artefacto negro alrededor del cuello del la renard desprendía una energía oscura que asqueaba a nuestro conejo protagonista.
"¿Por qué se tomaría tantas molestias Ishtar-Sama? Entiendo en parte cómo funciona el negocio en el distrito del placer, puedes comprar a una de las prostitutas, pero... ¿Por qué ella tiene eso? ¿No quiere que escape? Eso solo me confunde más ¿Qué tan importante es para esa familia?" Dudas y más dudas surgían minuto tras minuto.
-Podría intentar comprarla, pero... ¿Cuánto? Y más importante ¿Cómo? Debería esforzarme mucho en el calabozo, ademas, la mera idea de pagar por ella se prestaría a malas interpretaciones y lastimaría a Eina...-Se mordió la uña del pulgar y arrugó la nariz.
-Estoy seguro de que mi abuelo, solo con ver a las chicas, sabría cuánto costaría-Opinó, con sudor bajándole de la frente y soltando una risa nerviosa.
Y si bien él podría estimarlo, este ya no se encontraba aquí con nosotros, por lo que no se podría contar con ese individuo.
No obstante, a Bell se le encendió el foco.
-Por alguna razón... creo que Hermes-Sama podría saber...-Su expresión se relajó, abandonando lo tenso de antes y vociferando el nombre del dios.
Ante esa pequeña luz en esta precariedad, se dispuso a visitarlo después de llegar a su sede y afrontar el terrible destino que le esperaba a penas cruzará por la puerta principal de la mansión.
Aceleró el ritmo, corriendo a lo que sus piernas le permitían hacia su hogar.
Y, cuando cruzó por el centro de Orario, justo donde la gigantesca Torre de Babel se encuentra decorando la ciudad, imponiéndose y siendo inevitablemente objeto de miradas y atención, frenó en seco.
El polvo se levantó debido a la fricción entre sus botas y el suelo al detenerse abruptamente cuando mantenía una velocidad relativamente alta.
Tragó saliva y un escalofrío le recorrió la espalda. Incluso esta comenzó a arderle en demasía, como si se le prendiera fuego o metal al rojo vivo lo marcara.
¿A qué se debía? Sencillo...
Se sentía observado.
No era una mirada común como las que recibe normalmente.
No.
Esta era más intensa.
Como si... alguien lo deseará.
Y eso le daba mala espina.
-Otra vez...-Murmuró, formándosele un nudo en la garganta que le impedía hablar con claridad.
-Esa mirada... no ha habido día desde que llegué a Orario en el que "eso", sea lo que sea, me observe al menos 10 segundos-Declaró.
El cuerpo le temblaba al igual que la voz.
Lentamente dirigió inclinaba la cabeza hacia atrás, buscando el piso más alto de la gigantesca Torre de Babel justo enfrente de sus narices. Pero... no conseguía dar con el responsable de su incomodidad.
Las nubes cubrían los últimos pisos, imposibilitando mirar a través de ellas.
A pesar de ello...
Lo sentía...
Alguien hablaba...
Alguien lo miraba...
Alguien lo deseaba...
Y aunque no lo escuchara ni chocara miradas con aquel ser.
Era consciente de la amenaza que representaba.
-Algún día, espero que no pronto, deberé enfrentarme a "eso"...-Declaró, desistiendo en su intento de encontrar al responsable.
Sin saber de quién se trataba, cada célula de su cuerpo le gritaba "¡Peligro!", un peligro y amenaza para el cual... no estaba listo para enfrentar.
Retomó su camino, abandonando el centro de Orario lo antes posible para que esa desagradable sensación desaparezca.
"No hay odio... no hay rencor... es... deseo en su estado más puro..." Pensó, siendo lo único que lograba identificar tras el constante acoso recibido.
Una risa se escuchó desde alguna parte de la Torre de Babel, confirmando las sospechas del conejo.
Torre de Babel, último piso.
En una habitación completamente roja, cubierta desde el piso y paredes con terciopelo que la decoraba, se encontraba, justo en el centro de la misma, un enorme trono a escasos centímetros del gran mirador enfrente suyo que permitía tener una amplia visión de la ciudad laberinto de Orario. En ella se ubicaba una hermosa mujer de cabellera plateada, la cual sostenía una copa de vino con su mano izquierda mientras posaba la derecha encima de su mejilla. En su rostro se presentaba una expresión típica de una mujer enamorada, pero elevada a la millonésima potencia.
Ella vestía un atuendo que mostraba mucho de su sexy y candente cuerpo, limitándose solamente a tapar solo las partes importantes para no caer en la inmoralidad total.
-¡Ah~! ¡No me canso de verte~!-Como si de una melodía armoniosa se tratara, tarareo aquellas palabras.
Mejillas sonrojadas, sonrisa que se dibujaba al curvear la comisura de sus labios y unos redondos e hipnotizantes ojos de color violeta que brillaban intensamente eran provocados por la presencia de lo que sea que veía. En este caso...
-Fufufufu, no me aburro de espiar a esa hermosa alma transparente, es un espectáculo inigualable-Musitó, posando el dedo índice sobre su labio inferior, mordiendo pícaramente una parte del mismo en señal de deseo y ansiedad por poseer eso que tanto deleite le causaba.
Al lado de aquella mujer, se hallaba otra que, sí bien no al mismo nivel que ella, pero tampoco tenía mucho que envidiarle, se mantenía de pie al costado del trono.
Esta, contrario a la anterior, poseía una expresión imperturbable y casi en blanco que progresivamente cambiaba a una de molestia o desagrado conforme escuchaba lo que la otra decía.
Cabellera plateada, al igual que la anterior, que tapaba la mitad de su rostro.
Ojos grises faltos de emoción y brillo.
Una vestimenta que cubría casi por completo su cuerpo.
Eran los rasgos más destacables de esa fría, aunque realmente hermosa, mujer.
-¿Qué opinas, Helun? ¿No es hermoso?-Preguntó la primera.
-N-No me pregunte ese tipo de cosas, Freya-Sama-La frívola Helun contestó, mandando al carajo la descripción misteriosa y sin detalles que el autor describió al principio de su introducción a esta historia.
La deidad suelta una risita ante la reacción de su hija y asistente, Helun.
-Eres muy seria, te recomiendo sonreír más seguido. Vivírtela enojada puede causarte arrugas a temprana edad, lo cual arruinaría tu precioso rostro mi niña-Recomendó Freya, volteando a verla.
La asistente de la Diosa se sonrojó, desviando la mirada.
-L-Lo tendré en cuenta, Freya-Sama-Contestó.
Efectivamente, se trataba de la diosa Freya, la cual estaba al mando de la familia más grande y poderosa de la ciudad de Orario en la actualidad. Y quien estaba a su lado, como se comentó anteriormente, era ni más ni menos que una de sus hijas dentro de la familia, quien fungía como su asistente y vocera.
-Sé que compartimos nuestros sentimientos, sin embargo, no la forma en la que los expresamos, así que por más que lo niegues sé lo que en verdad piensas, no eres ni serás capaz de engañarme, fufufufu-A Freya le gustaba molestar a su dependiente.
-F-Freya-Sama, por favor no insista con el tema, se lo ruego-La peliplateada recibía los ataques sin oponer resistencia. Era realmente fácil de leer y de perturbar a pesar de su actitud serena del principio, la cual normalmente predominaba en ella durante el día.
La deidad desistió en su intento de continuar incomodándola y cambió de tema.
-Hai, Hai. Entonces cuéntame ¿Qué hizo el día de ayer mi conejito? No pude observarlo todo el día porque estuve muy ocupada, así que, ahora que estoy libre, deseo escucharlo. ¿Peleó contra otro minotauro? ¿Destruyó Rivira cuando un Goliath irregular apareció? ¿Se enfrentó a otro Dios idiota que me lo quiso robar? Cuéntame cada detalle-Pidió, repleta de curiosidad y emoción.
Helun tragó saliva, mentalmente maldijo a aquel muchacho de cabello blanco por ser el responsable del cambio en su Diosa, y habló, temerosa de la reacción que ella tendría.
-Por la información que pude recolectar hasta esta mañana, él fue...-El tono de su voz disminuía conforme las palabras avanzaban.
-¿Uh? No puedo oírte ¿Qué dijiste?-Freya insistió.
-Se le vio en el d.s..i.o d.. pl...r-Las ultimas tres palabras no eran pronunciadas, evitando que la respuesta cobrara sentido.
-Helun~-La peliplateada nombró a su asistente de manera armoniosa, cantando su nombre.
-Continúa...-Cambió drásticamente su tono e infundió un mayor grado de presión a su hija.
-¡Hii!-La asistente tembló de pies a cabeza.
Ella sabía que ya no sería capaz de fallar dado que eso era solamente el preámbulo del enojo de su "Reina", por lo que no quería hacerla enojar de verdad.
-Fufufu. No sé de qué te preocupas ¿Qué hizo? ¿Ir al distrito del placer?-Dijo a manera de burla.
Otro salto se produjo en la peliplateada con el rostro cubierto.
Un silencio aterrador se produjo en la sala y la sonrisa en Freya fue desapareciendo conforme los segundos avanzaban.
Se puso de pie de repente, abandonando su trono y preguntó.
-Helun... ¿Mi conejito fue al distrito del placer?-.
Ahora, deshaciéndose de cualquier pizca de alegría y no permitiendo errores, se posó enfrente de su dependiente, quien respiró profundamente para darse valor.
-Bell Cranel, f-fue visto esta mañana saliendo del distrito del placer, Freya-Sama...-Reveló, cerrando los ojos y preparándose para lo peor.
Esta noticia originó un shock en la Diosa, como si una descarga eléctrica recorriera cada parte de su cuerpo o un balde de agua fría le cayera encima.
-¿Es así?-Alcanzó a decir. La ceja le temblaba al contener toda esa rabia e ira que la consumía.
-S-Sí...-Helun lo confirmó, despejando las dudas en caso de que no se hubiese dado a entender claramente.
De repente sus manos fueron tomadas fuertemente, causando una pequeña punzada de dolor en estas.
-¿F-Freya-Sama?-La peliplateada nombró a su diosa, asustada por este acto tan fuera de lugar según lo que conoce sobre ella.
-Cuéntame absolutamente todo, no omitas ningún detalle. Quiero que me informes sobre cada minúscula parte de información sobre el cómo y por qué de su visita a ese lugar. Y más importante... ¡¿QUÉ FUE LO QUE HIZO AHÍ?! Y en caso de que sea lo que me imagino... ¡QUE ME DES EL NOMBRE DE ESA MALDITA PERRA PARA DESAPARECERLA DE LA FAZ DE LA TIERRA Y HACER QUE SE ARREPIENTA DE HABER NACIDO POR TOCAR A LO AUE POR LEY ES MIO, MI AMADO ODR!-Gritó vehementemente, expulsando el cólera que le causaba imaginarse a su amado "Odr", el nombre que usaba para referirse a Bell Cranel.
-¡S-Sí, Freya-Sama!-El apretón aumentó en fuerza, provocando que las blancas, frías y delgadas manos de Helun comenzaran a tronar por el choque de sus huesos y esta, al no querer ofenderla al quejarse del dolor, se limitaba a retorcerse a consecuencia de este mismo, soltando unas pequeñas lágrimas conforme sus huesos continuaban chocando.
De ese modo, el relato dio inicio.
-Según nos reportaron, hubo un escándalo a media noche en el distrito rojo, varias amazonas de la familia Ishtar corrían gritando "¡Bell Cranel!" Con cierta desesperación, como si lo estuviesen cazando-.
Mientras Helun hablaba, Freya se fijaba atentamente en dicho lugar, en especial la torre de mayor altura en aquel sitio.
-Algunos de los aventureros de nuestra familia que normalmente lo siguen para darle información sobre él, comentan que tres chicas preguntaban por él, pero, contrario a lo que hacían las hijas de Ishtar-Sama...-.
-Si vuelves a agregar "Sama" al nombre de esa mujer me voy a enojar mucho-Advirtió la peliplateada a su dependiente sin siquiera voltear a su dirección.
-Perdóneme, Freya-Sama-Se disculpó.
-C-Como iba diciendo, aquellas tres chicas al parecer se unieron a la familia Hestia recientemente, dos de ellas al menos, quienes pertenecían a la familia Apolo y lo traicionaron en el juego de guerra. La tercera, por su parte, es una asesora del gremio que es conocida por su mal carácter, por lo que he de suponer que solamente fue con ambas para reprender al aventurero a su cargo-Prosiguió la asistente, informando sobre los cambios en la familia Hestia y como las nuevas miembros, al igual que esa semi elfo sin importancia según Freya, también buscaban a Bell.
-Hmm... suena interesante, tal vez platique con esa asesora y me le una en la reprimenda-Comentó la diosa, sosteniendo su barbilla e indagando en las almas de todos los seres vivos en el distrito del placer hasta toparse a alguien que coincidiera con las almas teñidas por la lujuria que normalmente pertenecían a las hijas de la Diosa patrona de las prostitutas.
Brevemente, desistiendo de su búsqueda en los prostíbulos, fue rápidamente a encontrarse con esa alma transparente que tanto amaba, rogando que no haya ninguna mancha rosa que representara perversión y lujuria.
"Si tocaron a mi conejito... habrá una masacre..." Pensó, imaginándose la cara burlona de Ishtar, a quien odia por sus constantes intentos y ataques de derrocarla como la reina en Orario.
Hasta el día de hoy lo ignoraba y se limitaba a mofarse de la envidia que ella le guardaba.
Sin embargo... una acción en contra de su Odr era algo que no pasaría por alto.
Cuando dio con ella... su preocupación se desvaneció.
No había nada, ninguna mancha rosa.
Freya sintió un gran alivio, suspirando por la tranquilidad que eso le daba y desparramándose en su trono.
-¿Se encuentra bien, Freya-Sama?-Interrogó Helun al verla menos tensa.
-Sí... mi muchacho sigue igual de puro, no obstante...-Retomó su espionaje al distrito del placer para dar con las personas cercanas a Ishtar, debido a que los dioses no poseen un color de alma.
Miles de almas...
Colores que se repetían...
Tonalidades más oscuras...
Tonalidades más claras...
Ninguna igual al 100%...
Así era como veía Freya a los demás.
Simples colores en un arcoíris...
Solo se fijaba en los que le parecían especiales...
Únicos...
Y, para su sorpresa, entre toda esa gama e inmundicia...
Hubo una que captó especialmente su atención después de conocer a Bell Cranel.
Era un azul opaco, difuminado, en el cual, una partícula dorada se asomaba poco a poco.
-Esperanza...-Murmuró.
-¿Freya-Sama?-Helun la llamó.
-En esa llama sumida en la tristeza y pesimismo, emerge esperanza...-Agregó.
Se trataba de una curiosa Renard, la cual compartía desayuno con una amazona que en el color de su alma había cierta bondad y deseos de proteger a alguien, los cuales se manifestaban como un brillo semejante al de la rubia.
A pesar de ser hija de esa diosa a la que tanto odiaba... esta poseía algo que la diferenciaba de todas. Una aguja en un pajar.
"Interesante..." Pensó. Por fin pudo conocer a alguien que valía la pena dentro de la familia Ishtar.
Pero, retomando el asunto respecto a la chica zorro.
Esta era rubia, hermosa y en su rostro había cierta calma que fácilmente se podría confundir con tristeza... y la mayoría de las ocasiones es así.
No obstante, por alguna razón, hoy no...
Sonriendo casi imperceptiblemente, disfrutaba de su comida al lado de quien lucía como una grata compañía para ella.
-Es interesante, no obstante... no es lo que estoy buscando...-Declaró, ignorando a la rubia.
"Tal vez le eche un vistazo nuevamente en otro momento, quiero saciar mi curiosidad sobre qué le otorgó ese color dorado sumergido en tanta desesperanza y depresión" Pensó, indagando en el resto de civiles y aventureros.
Tras un breve sondeo, una llama oscura y repugnante se posó a sus ojos.
-Bingo...-Salió de su boca.
Dio con lo que quería encontrar.
Se trataba de ese horrible sapo perteneciente a la familia Ishtar, una aventurera de nivel 5 a la cual muchos aventureros de segunda y tercera clase prefieren evitar... y que no siempre lo logran.
-Si tu guardia personal está en tu sede, eso significa que tú también, maldita zorra... veamos qué es lo que planeas y así podré juzgar si te eliminare o no-Expresó.
Pasaba de habitación a habitación hasta que...
El ambiente se volvió muy pesado.
-¿Qué carajo hace ese idiota en la cama de Ishtar...?-Se cuestionó.
Perdiendo el brillo de sus ojos, apretó el reposabrazos de su trono.
-Hermes...-Lo nombró, con desprecio.
Si aquel Dios viajero estaba involucrado con Ishtar, eso solo significaría problemas.
Y ella se quiso asegurar de que dichos problemas no la involucraran.
-¿Qué planeas ahora?-Dijo para sí misma.
La deidad castaña lloraba en la cama, cubriéndose de cuerpo completo mientras Ishtar fumaba en el suelo, apoyándose en el colchón.
Y... vio fijamente a la posición de Freya, causando que esta última frunciera el ceño.
No existía manera de que ella consiguiera verla. No obstante, eso no evitaba que le causara cólera a la Diosa de la belleza.
Y, en un breve segundo, un nombre fue pronunciado.
Leyendo los labios carnosos y pintados de violeta de Ishtar, la peliplateada se enteró de lo que planeaba.
-Bell Cranel...-Dijo.
Una atmósfera pesada y aplastante surgió en la habitación de la reina de Orario.
Su enojo era mayúsculo.
Las venas en su frente se sobresaltaron.
-Juro que llegaré al fondo de esto... y masacraré a cualquiera que se interponga entre mi conejo y yo...-Declaró, prometiéndolo ante toda la ciudad laberinto.
Miles de maldiciones impropias de una diosa tan refinada y serena, según la impresión de Helun, fueron dichas ahí mismo, asustando a la asistente de la deidad.
Mansión de la chimenea, hogar de la familia Hestia.
-Henos aquí...-Dijo Bell, tragando saliva enfrente de la puerta de su hogar, el cual estaba terriblemente silencioso, como si ningún alma la hubiese habitado en años.
"Vamos Bell, repasemos nuestra respuesta" Se dijo a sí mismo en un intento de perder ese nerviosismo que le significaba encarar a su terrorífica novia que haría temblar al mismísimo Rey de Orario, Ottar.
-¡E-Eina! ¡Antes de que me golpees, por favor permíteme explicarte! ¡Por favor! ¡Por favor! ¡Por favor!-Mediante gritos en baja tonalidad, repitió esas palabras nuevamente, a lo mejor desde que huyó de ese acosador o acosadora estuvo practicándolo.
Decía una y otra vez aquello, preparándose.
Respiró hondo, posó la mano en la perilla de la puerta y la giró lentamente.
Las bisagras rechinaron cuando la empujó hacia adelante y...
-¡EINA! ¡Antes de que me golpes quiero pedirte...!-Gritó, presionando los párpados a sus ojos y tensando cada músculo de su cuerpo, hasta que, claro, cometió el error de abrirlos, topándose con una escena inquietante y extraña.
Por alguna razón que desconocemos, Welf, Lili, Mikoto y Chigusa yacían de rodillas amordazados en el suelo. Sus piernas y muñecas fueron amarradas, impidiéndoles un libre movimientos. Un trapo blanco fue amarrado alrededor de sus cabezas, tapando sus bocas.
De pie, enfrente de ellos, se hallaba Eina, quien sostenía una barra de metal con una expresión lúgubre al igual que aterradora.
Todos, incluyendo a la semi elfo, dirigieron su atención al conejo, quien permaneció estático ante tal escenario.
Las expresiones de sus compañeros cambiaron de miedo a alegría, al mismo tiempo que derramaban lágrimas originadas por dicho sentimiento y pegaban pequeños saltos desde su posición. Que estuviese ahí significaba que serían liberados de su tortura.
Eina, en cambio, no cambió ni un poco su seriedad.
Bell, percibiendo que su vida peligraba, actuó.
-P-Perdón, me equivoqué de casa...-Dijo, disculpándose por interrumpir lo que sea que transcurría ahí y cerrando de nuevo la puerta.
Antes de que la misma llegara a su tope, a una velocidad inhumana, algo la frenó.
Cuando quiso girar la perilla nuevamente, se le imposibilitó porque una fuerza extraordinaria la sostuvo, el peliblanco juraba que escuchó cómo incluso se doblaba.
Bell tragó saliva, levantó la cabeza, temiendo lo peor.
-¿A dónde crees que vas, amor? ¡Estás en tu hogar! Debes estar cansado, permíteme ¡Colgarte! Digo, colgar tu abrigo...-Dijo la asesora, fingiendo esa hospitalidad aunque lo hacía de pésima manera porque su furia se filtraba de esa actitud. Tampoco le beneficiaba que cada palabra salida de su boca fuese lúgubre y tétrica, casi como si le dijera "¡MUERETE MALDITO INFIEL!".
-¡E-Eina yo...!-Su excusa iba dar inicio, no obstante... nuestra hermosa semi elfo no la escucharía.
La chaqueta del conejo fue tomada desde el pecho, siendo jalado al interior de la mansión en contra de su voluntad.
-¡E-ESPERA!-Gritó, aterrado.
*¡PAM!*
Cayó boca abajo al suelo y, desde sus piernas, fue arrastrado a la oscuridad.
-¡AYUDA! ¡AYUDA! ¡MAMÁ!-Rogó por auxilio, claramente nadie vendría...
-No llores amor... es demasiado pronto para que desperdicies esas lágrimas, las necesitarás pronto...-Amenazó Eina.
-¡HIIIIIIIIIIIIIIIII!-.
*¡PAM!*
La puerta fue cerrada de golpe cuando el cuerpo y brazos del conejo dejaron de estorbarle.
Varios gritos, lloriqueos y súplicas provenientes dentro de la mansión de la chimenea fueron escuchados por los edificios y casas cerca de la misma, al igual que golpes secos con una varilla, como si un carnicero suavizara la carne con un mazo.
A partir de ese día nació la leyenda de "La hada sangrienta" que habitaba en la sede de la familia Hestia y castigaba a los hombres infieles que entraran a sus aposentos.
Una hora después.
-Recapitulemos, quieres que me crea que fuiste al distrito del placer para buscar a ¡UNA CHICA! Y que te perdiste porque el mar de gente te arrastró, después varias amazonas de la familia Ishtar te atraparon, queriendo tener relaciones contigo y que un horrible sapo apareció, distrayéndolas y permitiendo que escaparas, para luego entrar a una habitación de burdel donde querías esconderte porque te buscaban debido a que apostaron que quien te atrapara primero te exprimiría como una naranja para un jugo, en esa habitación había una chica rubia que te confundió con uno de sus clientes y cuando te tiró al futón se desmayó tan pronto vio tu clavícula. A raíz de esto, ambos conversaron y pasaron toda la noche charlando sobre cuentos de héroes hasta que te ayudó a escapar a la mañana de hoy, o sea, hace unas horas, sin que en tooooodo ese lapso de tiempo hicieran anda inmoral o pervertido que claramente haría una prostituta...-Eina resumió toda la travesía vivida por nuestro conejo protagonista, retirándose los lentes y frotando sus párpados con la yema de su dedo pulgar e índice mientras negaba con la cabeza.
-E-En resumen, fue así...-Respondió el conejo, confirmando que lo que su novia dijo era todo.
*¡PUM!*
-¡HIIIIII!-.
Eina azotó los puños al reposabrazos, asustando a su pareja.
-Bell... ¿Tu crees que soy idiota? ¡¿CÓMO DEMONIOS ME VOY A TRAGAR ESA MALDITA EXCUSA?! ¡NINGUNA MUJER QUE SE DEDIQUE A TRABAJAR EN EL DISTRITO DEL PLACER SE DESMAYARÍA AL VER UNA MALDITA CLAVÍCULA! ¡MUCHO MENOS PLATICARÍA CON SU CLIENTE TODA LA NOCHE SOBRE HÉROES!-Preguntó, sintiendo que su. Inteligencia era insultada por tan pobre excusa.
-¡No es mentira! ¡Te juro que es verdad! ¡Por favor confía más en mí! ¡Jamás haría algo con otra chica que no fueses tú! ¡Sé que eso te lastimaría y prometí no hacerte llorar!-Contestó el peliblanco.
Esto sonrojó las mejillas de la asesora.
-Yo... en verdad no hice nada, esa es toda la verdad, te amo mucho y no quiero que por un malentendido pienses que no eres suficiente para mí, al contrario, soy yo quien no se siente digno de ti-Adicionó, agachando la cabeza y lamentándose por la confusión.
La asesora se calmó, tomando rienda de sus sentimientos que se nublaron por la inseguridad.
-Tienes razón...-Expresó.
Tiró a un lado la vara de metal y caminó hacia su novio.
Posó ambas manos en cada lado de su rostro, levantándolo, y...
*Mua*
Lo besó. Pequeñas lágrimas caían desde sus ojos, desbordándose en sus párpados inferiores, deslizándose por pómulos y mejillas.
Pasaron unos cuantos segundos y se separó.
-Estaba... muy preocupada...-Confesó, limpiando su llano con la manga de su camisa.
-Perdón por no tomarme el tiempo para informártelo, fue muy repentino... no quise que mal pensaras todo-Contestó el peliblanco, posando su frente sobre la de ella.
-Eina... no hay otra chica para mí, tú eres la única a la que quiero a mi lado, la única a la que amo. Y eso no cambiará así pasen miles o millones de años-Agregó, sincerándose para apaciguar el miedo y la tristeza en el corazón de su pareja. A pesar de que tiene un lado aterrador, solamente es una pobre chica enamorada que no sabe cómo actuar porque vicie su primera historia de amor... su propia historia de amor que desea de todo corazón que sea la única...
Como cualquier mujer en ese estado, no quiere que su mundo teñido de colores al compartir su vida con su amado desaparezca en un abrir y cerrar de ojos.
-Te amo-Declaró el conejo, besándola nuevamente.
*Mua*
"Muy lindo y todo, pero... ¡¿CUÁNDO VAN A DESATARNOS?!" Fue el pensamiento de ambas chicas orientales, el herrero y la hobbit.
Tras esta reconciliación, el ruego de los aventureros fue escuchado, deshaciéndose de sus ataduras y recuperando el habla después de varias horas amordazados.
-¿Cuánto tiempo estuvieron así?-Preguntó el conejo, masajeándose las muñecas marcadas por el fuerte amarre que hizo la semi elfo.
-Casi 5 malditas horas, Bell. Mis manos están moradas por la falta de circulación sanguínea-Respondió Welf, completamente enojado y sobretodo cansado.
-Lili vio la luz al final del túnel-La hobbit yacía tirada boca arriba, respirando de forma irregular con dolos en la boca.
-Bell-Dono... su novia es aterradora-Opinó Mikoto.
-Y-Yo ni siquiera pertenezco a la familia Hestia y también recibí castigo...-Chigusa era auxiliada por su ex compañera de familia debido a que, por el tiempo tan prolongado de rodillas, sus piernas se durmieron, imposibilitándole caminar.
Una gota de sudor bajó de la frente del peliblanco.
-Lo lamento...-Se disculpó.
-P-Pero ¿Cómo los atrapó? ¿Qué tanto les hizo?-Cuestionó.
Los presentes se miraron entre ellos.
-Nos la topamos en el distrito del placer. Seguimos la trifulca que se desarrollaba en una de las calles principales, esperanzados de que se tratara de ti porque eres propenso a meterte en problemas, poco grata fue nuestra sorpresa cuando nos enteramos que la responsable era Eina, quien se metió en una riña en contra de una de las amazonas de la familia Ishtar, juro que vi por un momento una gota de sangre en su antebrazo-Explicó el herrero.
-M-Me enteré de esa parte antes de salir-Informó el muchacho, volteando a donde su novia se hallaba avergonzada, cubriéndose el rostro con las manos.
-Si Royman se entera me despide...-Dijo, roja hasta la punta de las orejas.
Bell le dio unas palmadas en la espalda y regresó la atención a sus compañeros.
-Luego de separarla de la hija de Ishtar, ella nos empezó a bombardear al tirarnos millones de preguntas sobre tu paradero que por obvias razones no pudimos contestar al desconocer dónde demonios te metiste-Prosiguió el pelirrojo, dando la cara por el resto ya que las tres chicas se escondieron detrás suyo.
-Y bueno... eso continuó hasta que apareciste...-Finalizó.
El peliblanco junto a su novia, se pusieron en dogeza.
-¡Me disculpo por los extremos a los que mi novia llegó! ¡Discúlpate Eina!-Dijo, pegando la frente al suelo y obligando a la arrepentida semi elfo a hacer lo mismo.
-¡Perdón! ¡No debí actuar así!-Ella hizo caso a la indicación de su pareja.
-No hay problema, Bell-Dono, Eina-Dono. Solo por favor eviten que se repita-Mikoto se acercó a ambos, indicándoles que no había ninguna clase de rencores.
Ambos se pusieron de pie ante esa respuesta.
Ya habiendo tranquilizado y apaciguado la llama de los celos, estaban en paz.
No obstante, un ruido provino desde la cocina, llamando la atención de los aventureros y la asesora.
-¿Ya es seguro salir?-Cierta Diosa de estatura baja y coletas se asomó desde ahí.
Arriba de ella también aparecieron Daphne y Cassandra, esta última tenía una olla en la cabeza y una espátula en mano, por protección, o al menos eso supusieron.
Todos asintieron.
-¡Ahhhhh! ¡Al fin! ¡Creí que viviría el resto de mi existencia en esa cocina!-Dijo Hestia, abandonando su ubicación y estirándose.
Detrás de ella la seguían las dos chicas nuevas de la familia Hestia.
-Esta vez exageraste. Cuando llegaron sin Bell admito que me preocupé, pero en ningún momento dudé de él. Debes confiar más en tu hombre. Además, toda su historia es verídica, no hubo ni rastro de mentira, te lo puedo confirmar-Expresó la diosa, quien se paró enfrente de la castaña.
-Si lo sabía ¿Por qué no...?-La interrogante de Eina fue detenida.
-Ni de loca me metía en una discusión en la que tú estuvieses involucrada con una actitud como la que adoptaste-Hestia resolvió la duda antes de siquiera ser expresada.
Después prosiguió con su sermón.
-La confianza es vital en una relación. Es la que cimienta las bases de un futuro repleto de dicha y felicidad junto a la persona que amas, si no hay confianza, no hay nada. Así que dale el beneficio de la duda a mi pobre Bell-La deidad de coletas señaló a su hijo.
-Y-Yo... lo siento-Nuevamente se disculpó la que hace algunos minutos no aceptaba réplicas.
-Sin embargo, debe aceptar que lo que Bell dijo sonaba ridículo...-Se justificó.
-No la sigas embarrando, así siente completamente fantasioso debes darle el beneficio de la duda a tu pareja-Fue el contrargumento dado por Hestia.
Ante el regaño y la sumisión de la asesora, a Bell no se le ocurrió mejor idea que soltar la bomba que guardaba.
-Yo... quiero salvar a la chica...-Informó.
Toda la mansión guardó silencio.
Daphne y Cassandra actuaron rápido y caminaron lentamente, sin hacer ruido, a la cocina.
Se desataría una guerra campal.
Hestia volteó hacia él erráticamente. Su color de piel palideció. Pero la seguridad en el conejo no vaciló.
-No seas idiota, tanto que costó calmarla... ¡Puah!-Le dijo hasta que su cabeza fue empujada, apartada a un lado por una manó que le aplastó la cara, para que la responsable se abriera camino. Sobra decir quién lo hizo.
Eina empezó a susurrar miles de cosas tenebrosas e inentendibles mientras el muchacho se limitaba a cerrar los ojos, fruncir cada maldito músculo de su cuerpo, aguardando por su destino.
Welf, Chigusa, Mikoto y Lili fueron al refugio de Daphne y Cassandra.
-¡Ella tenía una mirada triste! ¡Me dijo que toda su vida a sido decepción tras decepción sin que nadie la fuese a salvar! ¡Que perdió la esperanza de seguir en este mundo! ¡No puedo permitir que alguien así de bondadosa sufra!-Explicaba el por qué de su decisión sin que la semi elfo frenara su andar.
-Yo...-.
-¡YO NO QUIERO ABANDONAR A ESA RENARD COMO SUS PADRES LO HICIERON!-.
Finalizó.
De repente el aire fue empujado por dos cuerpos que corrieron apuntando la separación entre Eina y Bell.
Se trataba de Mikoto y Chigusa.
-Bell-Dono... ¿Dijo Renard?-Preguntó la chica, con sorpresa en su rostro.
-¿Uh? Sí, Mikoto, su nombre era Haruhime-Respondió Bell, pero de un momento a otro recordó algo importante.
-Mikoto... ella reconoció tu nombre...-Le informó el peliblanco a su compañera.
-Ella era la razón por la que Mikoto y yo fuimos al distrito del placer... Haruhime y nosotras éramos amigas pero no la hemos visto desde hace mucho después de lo sucedido con...-Contestaba Chigusa hasta que fue interrumpida.
-Con sus padres y la ofrenda ¿Cierto?-Fue Bell quien lo dijo.
-Sí... ¿Se lo dijo?-Preguntó la Mikoto, sorprendida
Durante este intercambio, Eina se sentía fuera de sintonía, incluso olvidó su enojo.
Al no querer cometer el mismo error que antes, evitó sacar conclusiones apresuradas y escuchó atentamente lo que las orientales, al igual que su novio, tenían que decir.
-Haruhime... fue vendida por su familia desde muy pequeña por algo que el,a no hizo, cuando nos enteramos que dio a parar aquí, inevitablemente quisimos ir por ella. No es justo lo mal que la vida la ha tratado, ella siempre fue una chica pura y amable, bondadosa y dulce con quien se le cruzara... no merece todo lo malo que le ha sucedido...-El llanto de Chigusa aumentaba a consecuencia de la frustración.
El resto de la familia, incluida Hestia y Eina, oían cada detalle de información. Si bien sabían sobre la situación, no esperaban que la encontraran tan pronto, esa suerte de conejo con la que cuenta Bell parece ser muy útil.
-Tenemos que rescatarla, ella no desea estar ahí, le prometí salvarla-Dijo el peliblanco, con gran decisión.
-¿Entonces nos ayudará a rescatarla Bell-Dono?-Pregunto Mikoto con un rostro esperanzado.
-Las ayudaremos, somos familia ahora al fin y al cabo-Respondieron tanto Lili como Welf.
Bell giró la cabeza e hizo contacto visual con su pareja, la cual lucía pensativa, sosteniendo su barbilla.
Esta suspiró, llegando a una conclusión.
-Entonces... ¿Cuál es el plan?-Interrogó.
Los ojos de Bell brillaron, prácticamente le daba rienda libre de cometer esa locura.
-¡¿EN SERIO ESTÁS DE ACUERDO?!-Dijo, sorprendido.
-¡No me malentiendas! ¡No es una invitación abierta a que metas a esa chica o a otras a nuestra relación! ¡Si planeas hacer eso te juro por todos los dioses en Orario y de fuera que te lo cortaré!-Amenazó la castaña.
-¡ESO NO CRUZÓ POR MI MENTE EN NINGÚN MOMENTO!-Respondió el conejo, cubriéndose la entrepierna.
El intercambio prosiguió brevemente. Sin embargo, Hestia, a pesar del griterío, comenzó a cuestionarse varias cosas.
-Una renard... ¿Qué diablos hace una chica como ella de esa raza en el distrito del placer? Y... ¿Vendida como esclava? ¿No se supone que los renard son famosos por su...?-Antes de concluir una de sus muchas dudas, cruzó por una de las ventanas de su hogar, donde cierto dios yacía de pie.
-Hola Hestia-Saludó.
-Ahora no molestes Hermes-Respondió y continuó en su mundo.
Hasta que...
-¡AHHHHHHHHH!-Gritaron todos dentro de la mansión con terror por oír a un extraño.
-¡MALDITA SEA HERMES! ¡¿QUÉ DEMONIOS HACES AQUÍ?!-Preguntó Hestia, apretando su pecho, sentía que se le salía el corazón por el susto.
-Lo lamento, pero tengo algo muy importante que decirles si planean salvar a esa chica-Informó Hermes, entrando por la ventana.
-¿Qué quieres decir con que hay algo que debemos saber Hermes-Sama? ¿Cómo sabe de Haruhime-Dono?-Preguntó Mikoto pasmada.
-Ishtar no planea nada bueno con ella, eso te lo aseguro-Dijo Hermes con un rostro serio, muy raro en él.
Flashback.
Nos encontramos en la sede de la familia Ishtar, en una habitación grande, al parecer pertenecía a la diosa.
-Lo traje, lo prometí-Dijo el dios viajero, entregando una pequeña caja color azabache a Ishtar.
-Seguro que lo sabes pero nadie puede enterarse de esto-Expresó la diosa mientras fumaba de su pipa.
-Lo sé, no traicionaré tu confianza, aunque he de admitir que me intriga el uso que le darás a esto, no cualquiera pide... una piedra asesina-Dijo el Dios con una sonrisa tétrica.
-¿Quién te dió derecho a observar?-Preguntó
-Tengo que revisar lo que meto a Orario ¿Sabes? Nunca sabes cuando uno de mis clientes me puede pedir algo peligroso... aunque claro, este es el caso igual-Respondió, relajándose un poco y reposando su espalda en el sillón.
Ishtar se levantó poco a poco y dirigió su mirada hacia la gran ventana de su habitación.
-Estás apunto de ver algo increíble. Algo con lo que esa que se cree reina se arrastrará-Contestó Ishtar, fijando sus ojos en lo alto de la Torre de Babel.
-Las diosas sí que dan miedo, no obstante, si quisieras hacer que Freya sufra, hay otras maneras-Informó el Dios, suspirando ligeramente.
"Muerde el anzuelo... Ishtar" Pensó.
-¿Acaso tienes alguna información que me complazca? ¿Tiene alguna debilidad?-Preguntó la diosa.
-Lo dije como un supuesto, no porque tenga idea de alguna otra manera de hacerlo, de ser así, ya te la habría dicho. No puedo mentir enfrente de una diosa de la belleza-Contestó Hermes.
De pronto y sin previo aviso, la pipa y el traje de Ishtar cayó al suelo.
"¿Eh? ¿Qué demonios está sucediendo aquí?" Se preguntó Hermes mientras un mal presentimiento nacía dentro de él.
Ella se empezó a acercar peligrosamente.
"Espera... esto no debía resultar así... se lo habría dicho, pero obtener una ganancia no sonaba mal ¿Qué planea hacerme?" Pensó nuevamente, sintiendo un terror naciente por lo que estaba apunto de ocurrir.
Un rapidín después.
Nos encontramos con Hermes acostado en una cama mientras lloraba a mares y se tapaba todo el cuerpo, mientras que Ishtar yacía sentada en el piso fumando y pensando.
-Bell Cranel ¿Eh? No tengo idea de porque esa mujer está obsesionada con ese niño... pero si lo quiere, se lo voy a robar-Finalizó su diálogo interno, mirando al último piso de Babel.
"Esto no tenía que resultar así... me va dar una infección" se decía Hermes llorando descontroladamente.
Fin del flashback.
-Y eso fue lo que sucedió, Ishtar quiere cazarte, Bell. También busca arrebatarle la vida a Haruhime-Finalizó la historia, sintiendo el trauma volver a sus recuerdos.
Claramente evitó mencionar el detalle sobre que Freya estaba interesado en él, solo haciendo mención en que Ishtar lo busca.
Todos en la sala estaban realmente sonrojados por lo último, no sabían qué decir o cómo continuar con la conversación.
-H-Hermes-Sama... c-creo que eso último estuvo de más-Expresó Welf, siendo el único con valor para hablar tras eso.
-¡Si no contaba exactamente lo que pasó pensarían que fui un bocón! ¡No tuve elección! ¡Soy una víctima en todo esto!-Reclamó la deidad, furioso e indignado, victimizándose.
-¡Dejemos eso de lado! ¿Qué tiene que ver todo esto con la renard?-Preguntó Hestia, tratando de desviar la atención de "aquel" asunto incómodo.
-Simple, no espero que sepan para qué sirve una piedra asesina, así que lo resumiré lo más que pueda-Comentó Hermes.
-Una piedra asesina puede albergar el alma de una persona tras ser asesinada y usarla como un poder bruto con tan solo tenerla, pero tiene un pequeñísimo detalle... sólo funciona con los renard...-Agregó Hermes, haciendo que un gran escalofrío recorriera las espaldas de los presentes.
-¿E-Entonces planean matar a Haruhime? ¿Por qué?-Preguntó a duras penas Mikoto mientras se hiperventilaba.
-Cada uno de los renard tienen una magia especial, si me preguntas, tiene sentido considerando lo que Ishtar planea. Debe ser una magia muy fuerte si tiene que recurrir a eso-Respondió a la duda de la oriental.
El terror dentro de todos no disminuía. Estaban realmente asustados por ese hecho, sobre todo Bell, Chigusa y Mikoto, quienes eran "más cercanos" a ella.
-¡Tenemos que salvarla ahora!-Decía Bell, tratando de ir en ese instante y siendo frenado por la asesora.
-¡Espera! ¿Estás consciente de lo que vas hacer? La familia Ishtar tiene varios miembros muy fuerte, niveles 4 y una nivel 5. Sé que se debe actuar rápido para salvar a esa chica, pero no olvides el peligro que conllevaría eso. Ya se vieron envueltos en un juego de guerra con la familia Apolo. No obstante, contra la familia Ishtar es otro asunto más grande-Explicó Eina, bajando los humos de su novio.
-Además, existe el rumor de que ocultan sus niveles verdaderos al gremio, por lo que es posible que sean más fuerte de lo que los registros dicen-Agregó.
-Hay una forma de inclinar la balanza a nuestro favor. Solo que deberé pedir un favor enorme a alguien que... tal vez no les agrade-Informó, al mismo tiempo que caminaba a donde Eina y Hestia yacían.
-Haré lo que esté en mis manos y aceptaré cualquier deuda con tal de salvarla-Expresó el conejo.
El dios se acercó a ambas chicas, ignorándolo. Quería consultarles sobre una duda.
-Oigan ¿Por qué se ven tan preocupadas? El Jacinto criatura era igual de fuerte que la capitana de la familia Ishtar, ese sapo horrible. Yo digo que Bell le ganaría en un uno contra uno si hace uso de sus habilidades-Interrogó, argumentando que el muchacho poseía la fuerza suficiente para tal proeza.
La asesora y la deidad rieron nerviosamente, rascándose la nuca.
-H-Hubieron algunos inconvenientes...-Comentó Eina.
Miles de signos de interrogación aparecieron encima de la cabeza del dios.
-Y... ya no está activa su habilidad que lo igualaba con sus rivales...-Agregó Hestia.
-Vaya... esto se acaba de complicar...-Opinó Hermes.
Su hombro fue tocado por Bell, quien lo llamaba.
-Hermes-Sama... ¿A quien le debo pedir el favor? ¿Qué nos dará una vez que lo haga? Y más importante... ¿Qué debo dar a cambio?-Preguntó.
El castaño tragó saliva y soltó una risita.
-Jeje... verás...-Este inicio despertó las sospechas de la novia del conejo y la diosa del mismo.
Gritos, regaños y golpes después.
-Henos aquí...-Habló Hermes, acompañado por Bell.
Ambos levantaban la cabeza, viendo la enorme Torre de Babel delante de sus narices.
"Sé que no le negarás la ayuda a tu "Odr", Freya. El detalle es... ¿Qué pedirás a cambio de dársela? Estamos tentando al diablo" Pensó Hermes.
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Bueno, hasta aquí el capítulo de hoy, espero que sea de su agrado y dejen su apoyo como ya es costumbre.
En fin, déjenme sus opiniones.
¿Cómo estuvo el capítulo? ¿Sí les gustó?
Buzón de sugerencias/opiniones/comentarios.
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Si desean leer más de mis fic pueden entrar a mi perfil y ahí encontrarán desde...
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Un One Shot en el que se nos relata lo que hubiera sucedido si Bell era cuidado por Alfia, Zald y Zeus ¿Será un futuro feliz? ¿Bell se convertirá en el último héroe como se lo prometió a su madre? ¡Averigüémoslo!
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Otro One Shot sobre una bella historia de amor entre una diosa y un mortal, que toma como punto de partida la película de "Danmachi: la flecha de Orión". Veamos la aventura en la que se embarca nuestro carismático protagonista después de haber perdido a esa diosa que tocó su corazón en muy poco tiempo, de la cual, se tuvo que despedir prematuramente.
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La hermosa Lefiya nos acompañará en este One Shot junto al conejo en una aventura que tendrá de todo. Amor, drama, todo lo que engloba a esta pareja tan dispareja.
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La historia de amor entra una hermosa hada y un conejo con dudas nacientes en su corazón tras un suceso inesperado.
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Un fic con un cuarteto amoroso muy raro, BellxTionaxFreyaxHelun.
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Una hermosa historia de amor entre una asesora y el aventurero a su cargo, BellxEina. ¿Su amor podrá superar el consejo que le dan a las asesoras sobre no enamorarse de los aventureros a su cargo? ¡Averigüémoslo!
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¡Una aventura de un héroe sin Falna le espera a nuestro protagonista! ¿Qué pruebas y dificultades habrán en su camino sin la bendición de un dios? ¡Descubrámoslo!
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Y mi primer y ya finalizado Fic, que va de la pareja de BellxSyr o Freya, el cual parte desde el rechazo de esta misma en el volumen 16 de la novela original, aunque claro... en este fic sabremos lo que hubiera pasado si Bell no la rechazaba, como el título indica.
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Sin más que agregar, yo me despido, espero que se echen una pasada a mi perfil y les agraden las demás historias en caso de no haberlas leído, eso es todo, hasta la próxima mis lectores.
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