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Smell like Cake.

Huele a pastel.

El verano ya había acabado y eso significaba una cosa, los Pines estaban de cumpleaños, sus 18 para ser exactos.

Dipper se sentía bastante inseguro, este año entraría por fin a la universidad y aunque iría a la misma universidad que los Cipher, todos tomarían facultades diferentes por lo que los 4 se separarían un poco.

Y tenía miedo de que al estar en una facultad distinta a la de Bill, con diferentes temas cada una, una distancia se construyera entre ellos.

—¡Dipper! —Mabel recriminó mientras hacia un puchero—, no apagaste tu vela a tiempo.

—Ah —Dipper despertó de su ensoñación—. Lo lamento, Mabel.

—Ya no importa. ¿Puedo saber en qué pensabas? —Preguntó alejándose del pastel con su hermano.

Dipper se encogió de hombros, si le decía su problema, Mabel le daría una de esas típicas pláticas sobre el "porque debía deshacerse de esas inseguridades" y no tenía mucho ánimo de escucharla en ese momento, prefería mil veces estar un rato con Bill.

Su hermano había estado así toda la semana y tal vez pasar un rato con Bill le alegraría el cumpleaños, eso era lo que pensaba la mayor de los mellizos Pines.

—Iré con Grenda y Candy a hablar un rato con ellas, ¿va?

Mabel dejó a su hermano viendo como este se dirigía al rubio que estaba sentado en un sofá, se veía bastante distraído con la vista dirigida a la ventana.

—Hola Bill —Dipper lo saludó con una sonrisa mientras se sentaba a su lado.

Bill se giró para mirarlo.

—Hola Dipper —Bill le respondió sonriendo un poco.

—¿D-Dipper? —El castaño preguntó sorprendido atragantándose un poco con su propia saliva.

—Sí —contestó—, sé que no te gusta que te llamé Pino, por lo que hoy al ser tu cumpleaños decidí llamarte Dipper.

Dipper se sintió incomodo ante esta acción.

—Por favor no, no hagas eso —el festejado pidió ganándose una mirada curiosa por parte del rubio—, llevas años llamándome así, se escucha demasiado raro escucharte decir mi nombre ahora. Ni siquiera cuando peleábamos de niños lo hacías.

Bill sonrió un poco mirando al adorable castaño.

—Me alegra oír eso —Bill suspiró—, es difícil no llamarte Pino.

El castaño rió.

—Tengo algo para ti —Bill extendió una caja hacía Dipper—, también tengo uno para Mabel, pero están en el coche de Will junto a los de su parte, pero ya sabes, está en un torneo con Gleeful.

El castaño asintió, Bill odiaba a ese tal Gleeful, el novio de Will, pero Dipper jamás pudo entender por qué.
Dipper miró la caja que el rubio extendía mientras la tomaba, sintiendo esa extraña sensación de dèjá vu.

—¿No hay un corazón de algún animal esta vez? —Dipper preguntó riendo ante la expresión sonrojada de Bill.

—¿Podrías superar eso? Fue hace tanto —Bill alargó las palabras mientras desviaba la mirada frunciendo el ceño mientras Dipper reía más fuerte.

—No es divertido, Pino —Bill hizo un pequeño puchero logrando hacer sentir al castaño una inmensa ternura por él—, era muy pequeño en ese entonces, ¿lo superarás algún día?

—Jamás —respondió divertido.

—Sólo ábrelo, ¿quieres?

—Con esa desesperación empiezo a creer que sí hay un animal pequeño dentro.

—¡Demonios! No hay un maldito animal pequeño dentro —contestó un tanto irritado, pero, cuando Dipper le sonrió, logró que todo sentimiento negativo se marchara de él.

—¿De otro animal más grande quizás? ¿Un venado esta vez? —Dipper le preguntó esperando ver su reacción molesta.

—Sí Pino, cacé un venado por ti y sólo para ti —respondió algo sarcástico—, no hay ningún corazón de algún animal ahí.

—Te veo capaz —le contestó divertido.

—No soy un psicópata, sólo abre el regalo, ¿quieres? La próxima vez no me esforzare tanto para que tardes años en abrirlo.

Dipper le sonrió y decidió dejarlo en paz con el tema, y mirando la envoltura notó que esta estaba llena de Pinos navideños.

—¿Es en serio? —Dipper preguntó levantando una ceja.

—¿Tu puedes hacer bromas, pero yo no? Eso es muy injusto —Bill se cruzó de brazos.

Dipper rodó los ojos mientras intentaba abrir el regalo sin armar un basurero con la envoltura.

Para cuando lo logró una caja de cartón se dejó ver, la abrió lentamente mirando dentro para luego mirar al rubio con molestia quien le sonreía ampliamente.

Había un corazón tallado dentro.

—Ja, ja —Dipper dejo la caja en una mesa de al lado—, déjame adivinar ¿es de un pino?

—Así es, mi pequeño Pino —Dipper rodó los ojos, una suave risita se escapó de los labios del rubio.

—Te odio —el castaño le contestó frunciendo el ceño disimulando el nudo que se formaba en su estómago causado por la hermosa risa del rubio—, dijiste que nada de corazones.

—Ah, ah —Bill negó—, dije que nada de corazones de animales, los pinos no cuentan como animales.

—Eres pésimo, ¿sabías? —Dipper le preguntó.

—Es broma —Bill le sonrió dulcemente—, tu verdadero regalo no me llego a tiempo, parece que llegará mañana o algo así, por lo que tuve que improvisar hoy en la mañana.

El rubio se encogió de hombros y Dipper se sorprendió.

—Pues... ¿qué me regalarás?

—Es sorpresa —Dipper hizo un puchero—, aunque creo que podría decirte si eso logra animarte.

Dipper frunció el ceño.

—¿Animarme?

—Sí —el rubio lo miró fijamente—, has estado decaído últimamente y todos lo hemos notado, incluso el distraído de mi hermano.

—Oh... —Dipper bajó la mirada.

—Entonces... —Bill dijo esperando.

—¿Entonces qué? —Dipper le preguntó.

—¿Me dirás por qué has estado así? —Bill le pregunto bastante serio.

—Y-yo —el castaño bajó la mirada—, es sólo que tengo algo de miedo.

—¿Miedo? —Bill preguntó confundido.

—Sí —Dipper suspiró—, toda la vida he sido malo haciendo amigos, mis únicos amigos son tú, Will y mi hermana.

—Lo dices como si fuera algo malo, ¿debería ofenderme? —El rubio murmuro frunciendo el ceño.

Dipper rió.

—No, eres increíble —Dipper contestó con rapidez antes de sonrojarse un poco por lo que había salido de sus labios —, pero...

—Pero... —incitó con una sonrisa.

El festejado mordió el interior de su mejilla mientras desviaba la mirada.

—Cuando entremos a la universidad... ¿seguiremos llevándonos bien? —Dipper lo miro fijamente esperando su respuesta con algo de pánico.

Después es unos segundos de silencio -que fueron eternos para el castaño-,  Bill rió.

—¿Crees que te cambiaría cuando entremos a la universidad? —Dipper bajo la mirada avergonzado.

—¿Un poco? —Preguntó dejando salir una risa nerviosa mientras jugaba con sus dedos.

Sintió unas cálidas manos tomar su mentón, obligando a mirarlo a los ojos, el castaño sintió sus mejillas arder.

—Jamás encontraré alguien que pueda remplazarte a ti o a tu hermoso olor a Pino —Bill le sonrió mientras lo soltaba.

Sus mejillas ardieron más, pero el rubio desvió la mirada.

—Al menos por mi parte.

—¿De qué hablas?

—Es decir, digas lo que digas harás nuevos amigos, dudo que alguien se resista a tu ternura, aparte de que eres muy agradable, pero yo... —se quedó en silencio unos segundos.

El castaño se sonrojo fuertemente antes de sentir una gran molestia.

Dipper conocía ese lado de Bill desde hace un par de años, cuando Will le contó a Mabel y a él lo que Phil le hacía a Bill cuando se emborrachaba, gracias a eso había desarrollado esa gran inseguridad, una de la que hasta la señora Pines llegó a notar, y eso molestaba a los Pines demasiado, los hacía odiar a Phil Cipher.

¿Qué clase de monstruo se atrevía a hacerle eso a alguien como Bill?

Según los Pines, no había nadie más detestable que el borracho padre de los mellizos Cipher.

—¿Tú? ¿Eh?  —Dipper preguntó fingiendo duda—, ah sí, ¿hablas del asombroso e increíble Bill Cipher? ¿El rubio divertido que ama los chistes de pinos? ¿Del inteligente y amable Bill?

El rubio miro al castaño sorprendido, pero al ver a Dipper sonriéndole con esa dulzura en sus ojos chocolates no pudo hacer más que sonrojarse.

—Sí, creo saber de quién hablas —Dipper empezó, mirando fijamente al rubio a su lado —, e-estoy...

Se detuvo por un segundo, dándose cuenta de que estaba a punto de confesársele en media divagación, ese pudo haber sido el momento perfecto para hacerlo, se sonrojó un poco desviando la mirada, conteniendo las ganas de esconder su cabeza bajo la tierra, malditos ojos ámbar que el rubio tenía.

—¿Estas? —Bill preguntó levantando una ceja confundido.

—¡Nada! —Dipper rió nervioso—, me salí del tema.

—Sí tú lo dices —Bill le sonrió, el castaño correspondió esa sonrisa tímidamente.

—Entonces... ¿nada cambiará, aunque estemos en distintas facultades? —Dipper preguntó.

Bill rió mientras negaba con la cabeza y se recostaba en el hombro de Dipper, después de aquella tarde en la que se besaron por primera vez hacía años, Bill había desarrollado una especie de adicción con Dipper al acostar su cabeza en su hombro.

—Quiero pastel, huele delicioso —murmuró Bill por lo bajo.

—Sí, yo igual —Dipper acomodó su cabeza, apoyándola en la de Bill—, pero estoy demasiado cómodo así.

Dipper, por su parte, jamás puso queja alguna... incluso muchas veces se sentaba a su lado conscientemente y con el propósito de que en algún punto el rubio terminara por acostar su cabeza en su hombro, ambos amaban eso.

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