Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo Uno: Sueños.

Comenzó a reír, había sangre en lo que era su rostro, el cuerpo inerte de un ser parecido a el yacía bajo su cuerpo. No podía dejar de apuñalar, una y otra y otra vez. Cumplía órdenes, órdenes de la niña que estaba frente a él.

Sudaba y hacía calor, era raro pues la noche era fría, su cuerpo helado y sus mejillas rojas, había una sonrisa en su rostro, pronto su amiga más cercana estaría orgullosa de él... eso solía pensar, adoraba hacerla feliz.

— ¡Atsumu! —Ese gritó lo despertó de lo que era un sueño aterrador, hacía mucho tiempo que no tenía ese tipo de sueños tan brutales, donde la sangre caía sobre él cual gotas de agua un día de lluvia.

Ladeó así su cabeza, confundido. Su expresión más calmada cuando pudo notar que el hombre que lo había arrancado de ese sueño no era nadie más que su amado, Sakusa Kiyoomi. Expresaba así sus nervios y miedos.

— Dios... Mierda, es tarde... ¡Ya me voy! —Ese fue el pequeño encuentro mañanero, Sakusa últimamente tenía mucho trabajo en la clínica, ser enfermero era complicado...— Oh, toma tus pastillas, Tsumu, ahora si me voy, ¡Te amo!

Nuevo día, se levantó de la cama cansado; algo ilógico ya que había dormido para descansar y aquello no parecía ayudar en nada.

Se duchó y vistió tan lento como podía, trataba de hacer que el día pasara más rápido para la llegada de Sakusa. Su cabeza dolía demasiado y tenía mucho sueño, era como si de pronto no estuviese en su propio cuerpo.

Algo pasó por su lado tan rápido como cuando enciendes la luz, giró así su cabeza asustado, ¿Qué mierda había sido eso?

Miró hacía al frente, una vez más había algo parado justo a su lado, quería verlo mas el miedo lo tenía paralizado. Esa repentina sombra volvía con una aparición a su lado cada vez que estaba solo, no podía describirlo, es más... jamás había podido verlo de frente, emitía chillidos insoportables y Atsumu entendía que aquello era su constante dolor de cabeza.

— ¿Atsumu? —Alzó una ceja, ladeando así su cabeza, del lado contrario donde esa cosa hacía su aparición constantemente. No había nadie...

Se levantó de su cama, ese dolor físico persistía, además de eso moría de hambre. Sus manos juntas frente a su cuerpo, caminó entonces hacía ese horrible pasillo de la muerte, podía ser de día y que el sol hiciera su función de iluminar hasta los lugares más oscuros en el mundo, más para Atsumu era increíble lo oscuro que podía verse ese lugar.

Cada paso era una tortura, la ansiedad que sentía la vivía diariamente, lo aborrecía como nunca.

Extrañaba profundamente a Sakusa, la razón de su vivir.

Su mano quedó en el pomo de la puerta, oía susurros en la cocina, ¿Y cómo si se supone que solo él estaba en casa?

Pasó saliva, los susurros se deterioraron a medida que el giraba ese pomo, abrió rápido la puerta. Nadie estaba ahí. Entonces Atsumu entró, con el corazón en la boca y sus ojos aguados; el temor se hacía presente en su ser...

¿Por qué solo él desde que era un niño vivía con alucinaciones que no podía controlar?

La persona que solía cuidarlo era su madre, pero ella un día desapareció al igual que su querido hermano, cuanto los extrañaba.

Seguramente fue por aquello que solía ver u oír que sus familiares no lo soportaban.

Se sentó entonces a desayunar, bebía su café mientras que esa cosa chillaba en su oído, hacía como si nada pasara... Necesitaba que Sakusa saliera del trabajo cuanto antes, quitó la mirada del teléfono cuando una sombra pasó frente a él, había algo... había alguien.

— ¿Hm? —El pequeño niño que portaba un cuchillo en la mano lo veía con atención, claro que conocía a ese niño. Era él de pequeño...

Un escalofrió recorrió su cuerpo, no podía soportarlo más. Tapó sus ojos y se levantó para ir casi corriendo fuera de ese oscuro lugar.

Sus ojos entrecerrados por culpa del sol, no pertenecía fuera de casa, casi nunca salía pero ya no podía soportarlo más. Vivir en ese lugar y sin Sakusa era una tortura.

Siempre había un nuevo sueño, siempre había una nueva aparición, lo peor es que era consciente de que todo era creado por su mente.

No quería hacer nada, quería dormir, sus ojos dolían con el sol, sus sueños eran una basura y ni siquiera tenía amigos, los había perdido a todos... Tal cual perdió a su familia... solo tenía a Sakusa.

Sakusa, Sakusa, Sakusa. Jamás podría cansarse de repetir dicho apellido, el amor de su vida era bello... Un hombre alto de cabellos negro, ondulados y claro que tenía unos ojos llamativos, capaces de cambiar el infierno a un paraíso.

Sakusa era claramente un humano perfecto, como si el mismo Adam, padre de la humanidad; no fuese el ser perfecto que decían, más bien era Sakusa Kiyoomi el que seguramente era más cercano a tener la semejanza de un Dios.

Sus manos se mantenían dentro de sus bolsillos del pantalón, su vista divagaba entre todas las personas que solía ver en su camino hacia el parque más cercano. Rostros en blanco, expresiones vacías y la muerte que lo seguía por el sendero al más allá donde perdería parte de su ser.

El hambre lo estaba matando y... no recordaba haber comido algo, no estaba seguro de nada en ese punto, la mente del rubio se movía a una velocidad increíble entre lo real y las fantasías.

De pronto todo lo que podía pensar era en que no sabía como había llegado a ese punto, tenía familia, era feliz, sus padres lo amaban, compartía todo con Osamu y ellos un día solo desaparecieron...

¿Qué fue de las personas que ama? ¿Por qué lo dejaron?

Tenía un nudo en la garganta, era repetitivo el hecho de que Atsumu no sabía nada, nada de la vida... era como volver a su cuerpo solo cuando estaba con su Sakusa.

Debía aprender a dejar ir todo si quería avanzar, no podía si el pasado lo tomaba de sus pies y lo arrastraba con fuerza por el piso lleno de espinas que dejaban graves heridas en su cuerpo.

Pero estaba cansado de luchar contra él mismo, contra lo que su mente le hacía ver... Solo quería ser normal... alguien-

— ¿Atsumu? —Alzó su cabeza, notando unos cabellos grisáceos que desde niño conocía.

— Oh... Kita San...

— ¿Qué haces aquí? Supe por Suna que estabas encerrado en la casa que compartes con tu novio. —Su tono de voz tan serio como siempre, en esos momentos Atsumu no escuchaba ese chillido insoportable en su oído, solo era capaz de percibir el silencio absoluto en su mente.

— ¿Cómo es que Suna sabe eso?

— Bueno... Suna es el novio de Osamu, tú sabes, desde que eran unos niños siempre tuvieron esa cercanía... amor de niños. —Se encogió de hombros, la mirada de Atsumu fue entonces perdida a la persona que estaba detrás de Kita, fue tanto el tiempo que miró que el mismo kita se giró a ver qué pasaba. — ¿Atsumu?

— Hm... lo entiendo, así es, hoy quería salir, el aire fresco no hace mal. —Comentó, tratando de ignorar a la persona que claramente Kita no podía ver.

Hacía señas... no, más bien eran morisquetas, morisquetas obscenas contra su ex compañero de clases. Esa persona no tenía rostro, más su forma de vestir era común. Sus morisquetas eran repetitivas, intentaba romper el cuello de Kita, sus asquerosas manos estaban en el mentón del antes mencionado y las giraba sin obtener resultado.

— Vuelve pronto a casa, Atsumu, pareces cansado...

— Lo haré...

Y sin más preámbulo salió de esa horrible situación, quería dormir...

Dormir y soñar para siempre.  

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro