Espuma de Mar
Aspiro el delicioso olor del mar. Sal y Espuma. Dejo que las suaves olas de la tarde mojen mis pies mientras termino mi labor de cada día.
Me encanta disfrutar de estos momentos. En especial de esta hora del día. El atardecer. El aire despeina y alborota mi cabello rubio «y algo maltratado por tantas horas al sol» que se pega a mi rostro.
El olor del mar, ya forma parte de mí. Lo llevo impregnado en la piel de forma natural. Vivir junto al mar se convirtió en una necesidad cuando era pequeña. Ahora, me es imposible abandonarlo, no puedo vivir lejos de él.
Tallo una y otra vez con la cera sobre la tabla. He dejado la mía para el final. Trabajo como instructora de surf en la playa. Y no, no trabajo para nadie, soy dueña de mi misma. A pesar de que varios hoteles han querido contratarme «para su beneficio desde luego», me he negado.
—¿Necesitas ayuda con eso? —escucho su voz a unos metros de mí, pero sé que no es conmigo.
Dejé de frotar la cera y me giré un instante hacia donde escuché su voz.
Allí está él, tan ardiente como siempre. El sueño húmedo de toda la playa desde hace dos meses. Jason, es el nuevo salvavidas por el cual todas las mujeres suspiran. Debo admitirlo está muy bueno; su cuerpo está esculpido por los mismos dioses, tiene el cabello tan negro que parece azabache, la piel bronceada de tantas horas al sol y «el punto débil de todas las mujeres» unos ojos verdes para quitar el aliento. Todo un adonis andante.
—Estás babeando otra vez sobre la tabla—aparté la mirada de Jason al escuchar ese comentario—. ¿Piensas hablarle nuevamente?
Me quedé mirando a Ana que se agachó en ese instante a mi lado. Le sonreí con cariño. Es mi mejor amiga desde que llegué a la isla. Desde hace unos años juntas administramos una tienda de Surf y nos hemos vuelto inseparables.
—Ya lo hice una vez y no volveré a repetir la misma experiencia—le respondí antes de ella marcharse cargando una de las tablas que ya he pulido hacia la tienda.
Intenté hablar con él en una ocasión y fue un desastre total. No se me da muy bien iniciar una conversación con los hombres, prefiero que sean ellos los que comiencen la charla.
—Deberías confesarle tus sentimientos—regresó y se agachó una vez más a mi lado.
—¡¿Mis sentimientos?! —exclamo impactada.
—No te hagas la tonta Adri, sé que suspiras por ese hombre al igual que el resto de féminas que pasean por la playa.
—No me hago la tonta. Es solo que no pienso cometer otra estupidez. Así que dejaré que el destino, si está de mi parte, juegue su papel.—ella se pone de pie cargando otra tabla.
Terminé de encerar, recogí la otra tabla que quedaba, además de la mía y me levanté de la arena. Caminé junto a Ana hacia la tienda y guardé las tablas en el lugar de siempre.
—¿Vas a la fiesta del hotel esta noche? Todos irán. —preguntó mientras busco el bolso con mi ropa para cambiarme.
—Cuándo dices todos, ¿a quienes te refieres con exactitud? —inquiero curiosa, aunque creo saber la respuesta.
—Ya sabes, todos nuestros amigos. Todos los que trabajamos en la playa, los salvavidas, los de los carritos de comida.
—Ah.—respondí vagamente mientras entré en un vestidor. Ya imaginé quienes estaban invitados.
—Vamos, hace tiempo que no sales. Solo surfeas, das clases hasta tarde y te vas a casa. Nada más. Necesitas vivir y distraerte.—me dijo mientras me deshacía del traje de neopreno.
—Estoy viva, y ya eso para mí, es una distracción. —respondí mientras me metía en los jeans ajustados de color oscuro.
—No quise decir eso, lo siento. —me dice disculpándose. Salí del vestidor, Ana estaba afuera parada.
—Sé que no—le respondo palmeando su hombro—. ¿Quieres que te adelante?
—Aún debo terminar unas cuentas, además, ya he venido con todo preparado para ir desde aquí hacia la fiesta.
—Nos vemos mañana entonces. —me despedí de ella con un abrazo, colgué el bolso en mi hombro y salí hacia al estacionamiento.
Cuando has vivido la mayor parte de tu vida entre la vida y la muerte y un milagro te salva. Aprendes a vivir tu vida al límite como si cada día fuese el último. Así comenzó mi pasión por el surf y las motocicletas.
Me subo a mi Aprilia roja y negra. Me cerré la chaqueta y me coloqué el casco antes de poner la llave en el contacto. Arranqué y dejé que el zumbido de la moto vibrara dentro de mi unos segundos antes de dirigirme a casa.
Alguien toca insistente a la puerta. Miré el reloj. Son casi las 11:00 pm. ¿Quién es a esta hora? Apagué la tele y me dirigí hacia la puerta. Quizás es algún borracho perdido. Pero solo para corroborar, espié por la mirilla. ¡Que mierda hace él aquí! Me ajusté el sencillo «y algo gastado» vestido corto color cereza que llevo puesto y abrí a toda velocidad la puerta.
—¡Jason! —exclamé. De todas las personas que podía esperar que tocaran a mi puerta a esta hora, jamás imaginé que Jason lo hiciera. No es como si conociera mi nombre siquiera, o como si fuésemos amigos. Ni siquiera conocidos—. ¿Cómo supiste donde vivo? —miré en todas direcciones para comprobar que está solo.
—Ana me dio tu dirección. —respondió con voz seductora.
—¿Porque Ana te daría mi dirección? —pregunté entrecerrando los ojos.
—Se la pedí al no verte en la fiesta y he venido a buscarte. —contestó sonriendo apenas.
Ahora sé, que Ana está mal. ¿Como se le puede ocurrir darle mi dirección a alguien que no conozco?
—Siento decirte que has perdido tu tiempo, no iré a ninguna parte, mucho menos contigo. Buenas noches. —intenté cerrar la puerta, pero él me detuvo.
—Por favor Adriana, no me cierres la puerta.
¡Se sabe mi nombre completo! Eso no lo conocen muchas personas, solo mis amigos más cercanos.
—¿Cómo lo sabes? —entreabrí la puerta un poco más mientras le pregunté con curiosidad.
—Sé muchas más cosas de ti, de las que te imaginas. —me dijo dando un paso en mi dirección.
—No sé como podrías saber de mí, cuando nunca me has prestado atención. —le recriminé cruzándome de brazos y soltando la puerta.
—Sí, he prestado atención, solo que me he tomado mi tiempo. —yo diría que se ha tomado mucho tiempo.
—¿Qué quieres Jason? Estoy cansada y ya me voy a descansar.
—Quiero que vengas conmigo a la fiesta.
—¡Ahora si te has vuelto loco!
—Te puedo asegurar que no estoy loco.
—Solo una persona demente, se le ocurriría invitar a alguien a quien ni siquiera le ha dirigido la palabra, hasta esta noche, a una fiesta.
—No, tampoco tengo problemas mentales. Solo tengo un problema en estos momentos y no tiene nada que ver con mi mente, más bien, con mi cuerpo.
—¡Que! —exclamé sin entender nada.
—Déjame explicártelo con más claridad—da otro paso en mi dirección, pero no me aparté de la puerta, me quedé de pie allí evitando que accediera al espacio personal y privado que es mi hogar. Se detuvo a escasos centímetros de mi cuerpo—. Vienes conmigo o te hago venirte conmigo.
—Ya te dije que no voy a ningún lugar contigo. —le respondí nuevamente. Creo que no me está escuchando.
—¿Esa es tu decisión final?
—¡Sí! —grité exasperada.
—Bueno, entonces te haré venirte.
Y no tengo tiempo de reaccionar. Rápidamente tengo una de sus manos sosteniéndome por el cuello y la otra por mi cintura. Tira de mi cuerpo contra el suyo y su boca toma la mía con euforia.
El contacto de sus labios contra los míos barre con todos mis pensamientos racionales. No debía estar devolviéndole el beso, y, sin embargo, enredé mis manos en su cuello y lo intensifiqué.
Jason, empujó mi cuerpo dentro de la casa y apenas fui consciente de la puerta del frente cerrarse. Sus manos no abandonan mi cuerpo en ningún instante y sus labios tampoco.
—Habitación. —murmura jadeante contra mis labios mientras sus manos bajan hacia mis nalgas.
Y yo aproveché para saltar sobre él enredando mis piernas en sus caderas. Pienso aprovechar este momento, lo he ansiado durante mucho tiempo. Aunque no pienso confesárselo.
—Pasillo, puerta izquierda.—respondí, con la respiración acelerada mientras dejé de besarlo por un instante.
—Voy a tener que dejar de besarte para poder llevarte a la habitación.
Por suerte, yo no tengo que dejar de hacerlo. Así que mientras el caminó rumbo a la habitación, dejé besos por su cuello y acaricié su cabello. Jason, abrió la puerta de una patada y se me escapó una risita.
—Si la rompes, la vas a pagar.
—Pagaré todo lo que resulte dañado esta noche—me dejó sentada en el borde de la cama—. Me gusta este vestido.
—¿De veras? —inquiero mientras miro el vestido que tantas veces he pensado en deshacerme de él—. Está algo pasado ya.
—Sí. Espero no te moleste que me deshaga de él.
—Para nada.—respondí mientras alcé mi mirada y me perdí en sus ojos esmeralda.
Jason bajó sus manos hacia mis hombros y masajeó un poco esa zona, lo cual hizo que cerrara los ojos y se me escapó un gemido. Sus manos giran y bajan hacia mis senos, los masajea y los aprieta enviando deliciosas sensaciones hacia mi bajo vientre. Me pierdo brevemente en esas sensaciones placenteras, hasta que el sonido de una tela rasgándose hizo que abriera mis ojos de repente.
Lo primero que veo, es su sonrisa pícara, de chico malo que acaba de hacer una travesura, mientras mira fijamente mi cuerpo desnudo para arriba. Y lo segundo que veo, al bajar la mirada, es mi vestido rasgado por la mitad y colgando de mi cuerpo.
—¡¿Acabas de romper mi vestido?! —alcé la vista para verlo sonreír.
—En unos segundos lo vas a olvidar. —se agachó frente a mi quedando su rostro a la misma altura que el mío.
—No creo que se me olvide lo que acabas de hacerle a mi vestido preferido, Jason. —y entonces acercó su rostro al mío y tomo mis labios nuevamente.
Gemí contra ellos mientras enredé una vez más las manos en su cuello para atraerlo más cerca. Cuando nuestras lenguas se unieron, un escalofrío recorrió todo mi cuerpo. Y junto a ese contacto, me empujó para acostarme en el colchón. Sus manos recorren mi cuerpo y sus labios abandonan los míos para comenzar a besar mi piel.
Sus labios son calientes, su contacto quema en mi cuerpo. Es un calor abrazador que me va llenando por dentro y acelerando mis latidos. No soy consciente de mucho de lo que sucede a mi alrededor. Solo me percato de sus labios besando mi piel, del toque de sus manos que envían un delicioso hormigueo por todo mi cuerpo y de mi respiración acelerada.
Cuando siento su boca en mi vientre, cierro los ojos y dejo escapar un jadeo. Sé hacia donde se dirigen su boca tentadora y sus manos perversas que recorren mis caderas y justo ahora se deslizan por mi ropa interior.
—¡Ah! —grité en cuanto sentí rasgarse mi ropa interior—. Vas a pagar por todo esto Jason.
—Nunca dije lo contrario.
Sus manos apartan la tela rasgada a un lado. Mi sexo a quedado expuesto ante él. Desliza las manos por mis piernas y mientras levanta una de ellas sobre su hombro comienza a devorarme.
¡Dios ayúdame!
Aferro mis manos a la sábana de la cama mientras muerdo mi labio inferior conteniendo el gemido de delicioso placer que quiere escaparse.
Jason desliza la lengua hábilmente por mi sexo haciendo que yo jadee deseosa de más. Me es imposible contener por más tiempo los gemidos y lo dejo escapar. Puedo sentir como los músculos de mi vientre bajo comienzan a tensarse en anticipación de lo que está por venir.
Los gemidos continúan escapando de mis labios, ahora con mayor intensidad.
—¡No te detengas! —grito extasiada al borde del inminente orgasmo.
Su respuesta me llega de forma no verbal cuando introduce un dedo en mi interior y desliza su lengua por mi clítoris. Eso es todo lo que necesité para estallar en un delicioso orgasmo que me hace convulsionar completamente.
Aun puedo sentir mi sexo palpitar cuando separa su boca y sus manos de mi cuerpo. Apenas puedo articular palabra mientras dejo que mi respiración se acompase. Eso ha sido intenso y para nada lo que esperaba que sucediera esta noche.
Siento el sonido de zapatos caer al suelo. Abro los ojos cerrados y me siento en la cama para observarlo. Se saca los jeans y después la camisa azul de flores blancas que trae puesta. Su cuerpo luce impresionante, mucho más ahora que lo tengo tan cerca y que puedo tocarlo si lo deseo. Puedo ver su enorme erección prisionera dentro de sus bóxers negros. Se agachó un momento, y me tendió un preservativo que sacó de los jeans.
—Vamos, se que mueres por tocarme.—será engreído. Pero no lo voy a contradecir, muero de verdad por hacerlo.
Le quité el preservativo de la mano y me senté en el borde de la cama. Su miembro, atrapado, quedó a la altura de mi vista. Extendí las manos sin perder tiempo y deslicé el bóxer por sus piernas musculosas y bronceadas. Al instante tuve su miembro frente a mí, saludándome. Abrí el preservativo rápidamente y se lo coloqué con manos temblorosas. Su miembro palpita ante el contacto de mi mano y a Jason se le escapó un gemido. Alcé la vista mientras terminaba de colocárselo hasta la base. Jason tenía los ojos cerrados y una expresión de placer en el rostro.
—¡Listo! —exclamé en cuanto terminé de colocárselo.
Lo puedo ver abrir los ojos y sonreírme mientras su cuerpo poderoso cubre el mío obligándome a acostarme en la cama. Se coloca entre mis piernas mientras con sus manos me mueve hacia arriba en la cama. Abro mis piernas para darle mejor acceso a mi cuerpo. Y sin dejar de sonreírme, se entierra en mi interior arrancándonos un gemido a ambos.
—¡Estás muy apretada!
—Hum. —no creo que pueda articular palabras en este instante.
—Voy hasta el fondo. —y sin decir nada más se hunde completamente en mí.
Gimo y el también. Su rostro queda a escasos centímetros del mío. Y el no duda ni un segundo en tomar mis labios y devorarlos con intensa pasión. A partir de ahí todo se descontrola. Enredé mis piernas en sus caderas para intensificar las sensaciones y me sostengo de sus hombros. Jason tiene sus manos apoyadas a ambos lados de mi cuerpo y se mueve con una ferocidad que nunca antes he visto. No vamos a durar mucho ninguno de los dos. Lo sé cuándo detiene sus movimientos y se incorpora haciendo que desenrede mis piernas de su cintura. Bajo mis manos y las dejo caer en la sábana. Sus manos se aferran ahora a mi cintura y entonces sé exactamente que es lo que va a hacer.
Y comienza a embestirme una vez más, rudo y con fuerza. Acercándome a cada segundo al borde de un orgasmo arrasador.
Después de tanto tiempo ansiando este encuentro y de imaginar otras tantas como sería, creo que la realidad no ha estado tan lejos de la ficción. Jason toma mi cuerpo exactamente como imaginé que lo haría.
Grito extasiada, mientras aferro las manos a la sábana en busca de algún soporte.
—¡¿Estás cerca?! —como es posible que el pueda articular palabras en este instante, yo no puedo hacer otra cosa que dejar escapar un aullido de placer.
—¡Ahhh!
—¿Eso quiere decir que sí? —pregunta con la respiración tan acelerada como la mía.
De verdad va a hacerme hablar.
—¡Sí! —logro gritar mientras siento mi cuerpo comenzar a convulsionar ante la inminente liberación.
—¡Pues vente conmigo! —me pide mientras vuelve a acomodarse sobre mi cuerpo.
Apoya una mano en el colchón, con la otra se sostiene de mi seno y baja su boca para devorarlo. Y no necesito nada más. Grito, me convulsiono y exploto a su alrededor mientras grito extasiada. Su boca me devora mientras los espasmos continúan sacudiendo mi cuerpo. Jason jadea contra mi pecho, grita mi nombre y unos segundos después comienza a detener sus embestidas. Sale de mi interior y se deja caer a mi lado en el colchón con la respiración aún acelerada y su torso ligeramente perlado de sudor.
Mientras miro fijamente el techo de mi habitación, no tengo idea de lo que acaba de suceder. No sé porqué me he dejado llevar por mis instintos primarios, nunca lo hago.
Se mueve en la cama y siento su aliento en mi cuello mientras deja algunos besos y desliza la lengua por mi piel.
—Tu piel es suave y salada—susurra contra ella—, eres como espuma de mar—cierro los ojos mientras me dejo envolver nuevamente por sus caricias. Es la primera vez que alguien me hace un cumplido de este tipo—. Solo espero que no seas como ella.
—¿Disculpa?
—Espero que no desaparezcas cuando sepas quien soy.
—Porque lo haría cuando estoy—pero cierro la boca. No creo que sea el momento de confesarle mis sentimientos —... ¿por qué desaparecería? —pregunto mientras me giro hacia él y nos miramos a los ojos por un instante.
Jason me dice mucho con su mirada sin saberlo. Lo próximo que me va a decir, sé que no me va a gustar.
—Porque somos de mundos diferentes Adri, no somos compatibles.
—Eso no parecía hace unos minutos cuando gritaste mi nombre.—le digo furiosa mientras me siento en la cama.
—No te enojes— coloca una mano en mi pierna—. Lo que buscas, yo no te lo puedo ofrecer. —me aparto del contacto de su mano.
—Ibas bien con lo de la espuma de mar—le contesto mientras me pongo de pie—. Ya lo has arruinado.
Los restos de mi vestido cuelgan de mi cuerpo. Me los quito y los dejo caer al suelo mientras me dirijo al baño donde me aclaro el rostro con agua.
—No quise decir en ese sentido. —me dice devolviéndome la mirada en el espejo del baño.
—A que te refieres entonces, porque no lo entiendo. —le digo cruzándome de brazos y girándome hacia él.
Sí. Soy consciente de que estoy tenido esta conversación desnuda. Y que él está gloriosamente desnudo también.
—No puedo renunciar a lo que soy.
—¿Salvavidas? ¿El que seas salvavidas impide que estemos juntos?
—En realidad eso es solo un hobby, técnicamente soy el dueño del hotel. Bueno, casi.
—¡Técnicamente! —exclamo impactada por lo que me está contando, esto sinceramente no me lo esperaba.
—Soy el heredero de la cadena hotelera que celebró la fiesta esta noche y por tradición desde hace varias generaciones, debo casarme con una heredera también. El hotel pasará a ser mío en cuanto estemos casados.
—¿Debes casarte con alguien solo para mantener el Imperio?
—Es la tradición que se ha mantenido por años.
—Entonces te debes casar con una heredera. —Jason me mira fijamente a los ojos antes de responderme.
—Me caso dentro de tres días.
Sus palabras calan hondo en mi cerebro aún entumecido por los dos recientes orgasmos que me ha proporcionado. Me acabo de acostar con un hombre comprometido y apunto de casarse. ¡Que he hecho!
—¡Y me lo dices así! —le grito mientras camino en su dirección y el retrocede— ¡Serás imbécil!
—Adriana, por favor.
—¡Ningún Adriana! —le grito nuevamente mientras avanzo por la habitación y recojo su ropa del suelo. —¡Márchate inmediatamente de mi casa! —le lanzo la ropa mientras cojo la sábana de la cama y me cubro con ella.
—Entiéndeme, es un matrimonio arreglado—me dice mientras se pone los pantalones—, no hay amor de por medio—se coloca la camisa si abotonar y recoge sus zapatos del suelo—. Es mi deber como único heredero. —todo lo va diciendo mientras se va vistiendo y persiguiéndome por la habitación.
—¡A la mierda el deber! O te largas de mi casa o llamaré a la policía y diré que me agrediste sexualmente. —camino hasta la sala y abro la puerta.
—Pensé que lo que sucedió hace un rato había significado algo para ti. Pero veo que no entiendes mi situación.
—No. Eres tú quien no entiende la mía. Estás comprometido Jason, y a punto de casarte y vienes aquí a seducirme con tus encantos y para qué. Para engañar a mi corazón y crearme falsas ilusiones.
—Lo que sucedió no fue fingido, ni mis gemidos ni los tuyos y lo sabes muy bien.
—¡Largo! —lo empujo fuera de mi casa y cierro de un portazo.
Me recuesto contra la puerta. Dejo que mis emociones me ganen y las lágrimas bajen por mis mejillas mientras me siento en el suelo.
—¿Te encuentras bien?
Sé porque lo pregunta. Nunca llego tan temprano a la tienda. De hecho, nunca soy yo quien la abre. Y aquí estoy, desde antes que amaneciera, frotando cera en las tablas de surf. Como si no lo hubiese hecho ayer.
Alzo la mirada mientras dejo de frotar en la tabla. Ana se queda mirándome fijo y examina mi rostro con detenimiento. Solo espero que no note que he estado toda la noche llorando.
—¿Qué tal la fiesta anoche? —le pregunto mientras intento no pensar en lo sucedido anoche.
—La fiesta estuvo increíble. Deberías habernos acompañado. Jason estuvo preguntando por ti. —me dice mientras golpea mi hombro y alza las cejas sugerentemente.
—¡No me digas! —exclamo impresionada—. No le habrás dado mi dirección de casualidad, ¿verdad?
—Lo siento. El insistió mucho, dijo que era urgente. —me responde arrepentida mientras se sienta a mi lado en el suelo.
—Oh si, era muy urgente. Lo único que quería era follarme para satisfacer sus deseos. —aunque debo admitir que también se hicieron realidad los míos.
—¡Que! ¡No jodas conmigo! —me grita impactada— ¡¿Te has acostado con Jason?! —grita nuevamente mientras se cubre la boca de la impresión.
—Baja la voz, que no se tiene que enterar todo el mundo.
—Pero ¿qué sucedió?
—Sucedió que es un imbécil, y yo fui una tonta al dejarme llevar por mis deseos ocultos.
—No entiendo. Tú estás enamorada de él y él fue a buscarte. Y ambos dieron rienda suelta a la pasión contenida. Es más que obvio que siente algo por ti.
—Sí, pero todo eso sucedió antes de que me confesara quien es y que no podíamos estar juntos porque se casaba en tres días.
—¡Que me estás contando!
—¡Se casa Ana! Y eso no es todo. ¿Sabías que la fiesta de anoche, la organizó el hotel del cual próximamente será dueño?
—No tenía idea. Siempre pensé que era salvavidas.
—Yo también. Pero al final resultó que rompió mi corazón. —vuelvo a frotar la cera en la tabla intentando que ella no vuelva a curiosear. Y da resultado.
Ana entiende inmediatamente y no vuelve a preguntar nada más. Y se lo agradezco. Si continúa preguntando, sé que terminaré contándole que anoche estuve llorando por un hombre que no vale la pena en lo absoluto. Por un hombre al que amo y que no es capaz de luchar por lo que desea. Y sus palabras de anoche regresan a mi mente nuevamente.
«Pensé que lo que sucedió hace un rato había significado algo para ti.»
Eso solo me confirma mis sospechas y mis temores realizados. Jason tiene sentimientos por mí, y no va a hacer nada al respecto.
Llega el día de la boda de Jason. Y no es que lo esté contando. El hotel se ha encargado de promocionar la tan esperada boda por todo lo alto y de invitar a todos sus "compañeros de la playa" a ella.
Sostengo la invitación mientras la golpeo en mi mano. Ni siquiera sé porque lo estoy pensando. No pienso ir a ver como el hombre que amo se casa con otra. Así que camino enérgicamente hacia el baño, rompo la invitación en pedazos y la echo en la papelera.
Faltan apenas dos horas para la boda. No creo que estar aquí en la casa sea lo mejor. Me coloco unos jeans y cojo la chaqueta de cuero y el casco. El aire de la carretera, seguro me ayuda a olvidarlo.
Conduzco hacia la ciudad sin rumbo específico y regreso solamente cuando el sol ha caído. Han pasado más de cuatro horas. La boda debe de haber terminado pues no se escucha mucha algarabía en el hotel. Ana no está en la tienda.
Miro fijamente el mar y no lo pienso dos veces. Me cambio la ropa por un traje de neopreno, cojo mi tabla y me encamino hacia el mar. No hay nada mejor que estar sentada en la tabla, mientras el mar la mueve suavemente, y contemplar un hermoso atardecer. Es sencillamente, el mejor momento del día. Cuando el sol está terminando de ponerse, me acuesto en la tabla y comienzo a nadar nuevamente hacia la orilla.
Dejo la tabla en el lugar de siempre en la tienda. Me dispongo a darme una ducha para quitarme el agua del mar cuando siento la campanilla de la puerta sonar al ser abierta. Olvidé cerrarla cuando entré.
—Disculpe, estamos cerrados ya. —respondo mientras me giro.
Y mis pies tiemblan ligeramente ante el rostro que me encuentro a unos metros de mí.
—¿Qué haces aquí?
—Estaba buscándote.
—Tu y yo no tenemos nada de qué hablar.
—Tu y yo tenemos mucho de que hablar. —responde dando un paso en mi dirección.
Retrocedo varios pasos a medida que el avanza. Y me veo arrinconada contra el mostrador cuando se me acaban los pasos. Jason, se detiene frente a mí a solo un metro de distancia. Tengo la respiración acelerada. Lo que provoca su cercanía en mi cuerpo, no ha cambiado. Continúa haciendo estragos en mi cuerpo, en mi corazón y en mi mente.
—No debes estás aquí. —le digo con la cabeza en alto mientras me pierdo por un segundo en su mirada intensa.
—Estoy exactamente donde debo estar.
—Jason, márchate por favor. —da otro paso en mi dirección y queda con su cuerpo a escasos centímetros del mío.
—Primero, necesito decirte ciertas cosas importantes que necesitas saber.
—Tu dirás.
—Te amo. —creo que mi corazón se ha saltado un latido. O quizás no escuché bien.
—Jason, que estás...
—No me interrumpas, déjame terminar.
—De acuerdo.
—No sabes lo difícil que ha sido para mí hacer lo que he hecho. Creo que ha sido la decisión más difícil que he tomado en mi vida. Mi padre se ha puesto furioso, más que cuando le destrocé su preciado Aston Martin—sonrío ante su comentario—. Juró desheredarme— abro los ojos como un plato—. La futura novia se lo tomó mucho mejor. Ella, al igual que yo, solamente estaba casándose por obligación, no por amor. Ya sus padres fueron otra historia. Acabamos de perder más de cincuenta millones de dólares que ganaríamos al unir las familias. Pero ninguna inversión vale tanto el sacrifico que estuve a punto de hacer. Espero que mi padre logre perdonarme algún día. El amor conlleva sacrificios y solo una persona que ama a otra tan profundamente, está dispuesta a hacer hasta lo imposible porque ese amor perdure —dios Jason se está declarando, o son ideas mías. Toma mis manos entre las suyas—. Te estoy entregando mi vida, mi corazón y mi alma Adriana, has conmigo lo que desees.
Lágrimas comienzan a caer de mis ojos, no lo puedo evitar.
—Hey, que sucede. —me dice mientras me estrecha entre sus brazos. —¿Acaso no es lo que querías? ¿No querías que estuviésemos juntos?
—No quería que pelearas con tu padre por mí. Que abandonaras tu vida por mí. —le digo entre sollozos—. Te amo Jason, te amo con locura, pero no como para que te pelees con tu familia por mi causa. —me acurruco contra su pecho nuevamente y siento su corazón latir desbocado ante mi confesión de amor.
—Bueno, si te consuela, mi padre me ha perdonado cuando le he dicho quien robó mi corazón. —saco mi cabeza de su pecho y me limpio las lágrimas con el dorso de la mano.
—¿Has hablado con tu padre de mí?
—Desde luego. Dice que lleva varios años tratando de que trabajes de instructora en el hotel y que no lo ha conseguido. Que espera que yo logre hacerlo si deseo mantener mi herencia.
—Ah sí. ¿Y qué le has respondido? —inquiero mientras el me sonríe de lado.
—Que aún era muy pronto para casarme contigo. —lo golpeo por el hombro mientras el se ríe a carcajadas. —Lo he dicho en serio Adri. Quiero casarme contigo.
—Tienes un serio problema con las bodas. No creo que necesites una boda para asegurarte a alguien a tu lado.
—Lo sé— me estrecha por la cintura—. Te volveré a preguntar en unos meses. —me dice rozando levemente sus labios con los míos.
—Crees que puedas aguantarme unos meses.
—La pregunta sería, ¿crees que puedas aguantarme tu?
—Te diré dentro de unos meses.
Y no hablamos más. Jason unió sus labios con los míos y pegó mi cuerpo al suyo mientras nos convertíamos en un reguero de brazos, bocas y piernas que se desnudaban y se adoraban en un intento de reconciliación, por llamarlo de alguna forma.
Lo que está destinado para ti, solo es cuestión de tiempo que llegue. Puede tardarse años, meses o incluso unas horas. Puede que sea alguien a quien acabas de conocer, o quizás alguien que conociste muchos años atrás. Solo debes ser fiel a tu corazón, ser honesta con tus sentimientos y confesarlos. Nunca ocultarlos. No debes perder tiempo, porque el tiempo perdido, jamás se puede recuperar. Nunca dejen algo importante para otro día, puede que ese día jamás llegue y esa persona nunca se entere de lo que sientes en realidad.
Carpe diem, quam mínimum crédula postera.
Fin
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¿Que les ha parecido la historia?
Espero les haya gustado. No olviden dejar su voto y comentarios.
Los que me conocen saben que no suelo hacer One Shot...no me salen, terminan siendo sagas🤭😂.
Pero esta historia tenía que sacarla de mi mente y desde el comienzo supe que sería corta.
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Gracias por leer.
Xoxo
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