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3. tulips

TRES:
Matt, y su ramo de tulipanes

MELODY

desde el tercer semestre en la universidad era molestada por Alex, un compañero con quién compartía una sola materia, y en primer año se me había declarado en plena clase de contabilidad general. en realidad, no era malo ni nada de eso. solo que nunca me había animado a rechazarlo o hacerlo sentir mal, porque me costaba un montón, y era probablemente su única amiga del lugar. pero en momentos como este, su presencia hacía menos aburrida mi estadía en la biblioteca, mientras terminaba las tareas atrasadas que tenía. los finales estaban a la vuelta de la esquina y me tenía un poco nerviosa.

lo miré de reojo, observando como deslizaba su dedo en su pantalla, seguramente viendo tiktoks de frases motivacionales de personas que iban al gimnasio. frases como "no pain, no gain" abundaban su página de para ti. fruncí el ceño viéndolo, sus ojos celestes vagaban en la pantalla. su mandíbula bien definida y manzana de adán se movía cada que bebía de su botella de agua. sintió mi mirada, pues dejó de observar atentamente su móvil, para fijarse en mí.

—¿anotaste algo de la clase de hoy?— le pregunté.

anoche no pude conciliar mucho el sueño, pues recibí una horrible llamada antes de dormir y me dejó toda la madrugada mareándome en mis pensamientos. pero como si de una suave brisa se tratase, el recuerdo de la semana pasada borraba los malos juicios. Matthew estaba en cada rincón de mi cabeza y no lo podía evitar. lo había visto dos veces en mi vida, y yo ya estaba planeando como se llamarían nuestros hijos.

era horrible, ser una persona muy enamoradiza arruinaba mis sueños y expectativas. deseaba no ser así, dejar de ilusionarme por un chico que vi una vez estaba en mi lista de metas para el siguiente año. sabía que era malo para mí y mi salud mental, ser una esperanzada a que algún día llegue alguien. ¿lograré cumplirlo? lo veremos próximamente.

—un poco, sí. ¿necesitas mis apuntes?— ofreció y asentí. Alex después de todo, no era una mala compañía. —ten, sacales una foto.— dice entregándome su libreta. —¿vas al café hoy?

—sip, como todos los días.— dije un poco irónica, pero él no lo notó.

—bien, estaré por ahí hoy.

—no te voy a dar café gratis, ya te lo dije.— le devolví sus apuntes y él rió. tenía una bonita sonrisa, ¿por qué no me fijé en él? en vez de desconocidos que tenían una alta probabilidad de ser asesinos seriales que asistían al café ocasionalmente. sé que viene de una buena familia, es un buen chico y sus sentimientos son puros. es como un cachorro golden retriever. —y tampoco vas a intentar coquetear con Col para que te de cupones.

soltó un bufido y se recostó en su asiento. —¿por qué es el único chico gay que no cae en mis encantos? muchas personas homosexuales me han pedido mi número.— se queja y no puedo evitar soltar una risita. —no, de hecho... voy a tener una cita allí.— confiesa de forma tímida.

alzo las cejas con sorpresa, y una sonrisa se plasmó en mi rostro. —¡Alex, eso es genial!— admito, genuinamente feliz por él. de pronto todo el malhumor que traía se esfumó en cuestión de segundos.

me mira sonriente, aún con timidez. —ya era hora de que te superara, Castillo.— le pegué en el hombro. era consciente de sus sentimientos hacia mí, pero me tocaba rechazarlos, pues mis planes eran otros. juntarme con un compañero de universidad o trabajo, era lo último que haría. —estuvimos hablando hace un rato, y decidí la cafetería solamente como excusa para comer tartas de manzana.

—bien, su mesera seré yo.— dije con una sonrisa. —¿o será incómodo?— pregunté, solo para asegurarme y Alex rió.

—claro que no, tonta.— niega. —pero no te daré propina. después de todos los juegos nuevos que compré, solamente me queda mi herencia.— exagera y giro los ojos. hombres y su obsesión por los juegos y consolas. —te enviaré fotos de mis opciones de ropa, ser daltónico es de mis peores virtudes.

lo miré de arriba a abajo, juzgando su outfit. —es bueno que te des cuenta.— bromeé.

—¡Melody!— se quejó.

después de eso, tomamos caminos diferentes para nuestras últimas clases. media hora después, estaba entrando al café dispuesta a comenzar otra jornada de trabajo. gracias a mi sueldo, puedo ser capaz de alquilar un pequeño departamento y darme un par de gustos. ya que los estudios eran pagados por mi madrina, y mi bici fue mi último regalo de cumpleaños por parte de mi madre, el cual fue hace seis años. pero hey, servía para llevarme de un lugar a otro. no me quejaba para nada de Betty.

—¡mi empleada favorita!— el señor Lombardo anunció mi llegada con los brazos abiertos. los padres de Colin me adoptaron como una hija más, por lo cual podría llamar al café como mi segundo hogar. cuando llegué frente a él, me rodeó con sus enormes brazos, elevandome un poco en el proceso. detrás de él, podía ver la cara de disgusto de Colin y reí viéndolo. —¿cómo fue la universidad hoy, ciccina?

—aburrida, como siempre.— acorté mi respuesta.

—no te preocupes por eso, ya queda poco y vas a ser nombrada como gerente aquí.— bromea sacudiendo mi pelo como un cachorro, causando mi sonrisa.

—¡papà, me dijiste eso a mí el mes pasado!— se queja mi amigo y no puedo evitar reír.

—cuando te decidas una carrera universitaria, hablamos Col.— lo mira de reojo, y se va sacudiendo un trapo en su hombro. —los suministros ya llegaron hace un rato, los ayudo a acomodarlos y luego vamos a salir a caminar con tu madre.— anuncia.

después de ponerme mi delantal y atar mi cabello en una cola, nos ponemos a trabajar. como había contado, los lunes son los días más agotadores. los clientes iban y venían. tuve que limpiar un café derramado, y Colin tuvo que pelearse con una señora que prometía que había pedido descafeinado, pero en realidad no. cuando marcaron las cuatro y el lugar se vació, fue en ese momento que pudimos sentarnos y soltar un largo suspiro.

—odio los lunes.— me quejo, recostando mi cabeza por el hombro de mi amigo.

—yo odio todos los días de mi vida.— protesta Col, y río porque sé que no lo dice en serio. —¿crees que hoy va a venir?

—¿hm? ¿quién?

—tu príncipe azul, Melody— dice dramáticamente y escondo una sonrisa. —el chico que has visto dos veces y no te han dado las agallas para hablarle.

—no debo hacer relaciones sociales mientras estoy en el trabajo.— me defiendo, con las mejillas calientes.

—entonces pregúntale por su puto número y salgan en una cita.— regaña y giro los ojos. —es una condena verte así en este estado.— dice señalando mi libreta amarilla, donde una hoja con el nombre "Matt" y un corazón a su lado se escapaba. las mejillas se me enrojecen aún más y oculto rápidamente el libro en mi bolsillo.

aprieto los ojos por un momento. —lo haces ver todo muy fácil.— me quejo. —iré a tomar aire por un momento.— anuncio y comienzo a caminar hacia la puerta de entrada.

—¡porque lo es, Mel!— escuchó detrás mía.

toda mi vida fui una persona tímida, introvertida, nunca me animaría en preguntarle por su número. probablemente me desmayaría de los nervios antes. era la misma historia de siempre, algún cliente venía y yo tenía un flechazo. Colin me animaba a pedirle su nombre o número y yo me negaba rotundamente. nunca más los veía, y ahí se terminaba mi historia de amor. además, no lo admitía en voz alta, pero le tenía un poco de miedo al compromiso. tenía miedo de que llegara a estar en una relación de un largo tiempo, y la otra persona decidiese dejarlo todo de un día para el otro. ¿qué haría yo en ese caso? moriría en un pozo de depresión preguntándome porqué no soy lo suficiente para alguien.

en fin.

mis pensamientos se ven interrumpidos al ver a un auto de color negro estacionarse en la acera, y mi corazón se acelera rápidamente al ver a Matthew bajar de él. tenía el ceño fruncido, casi pareciese que estaba enojado, y lo pude confirmar cuando cerró la puerta del vehículo tras un portazo. en su mano, traía un ramo de tulipanes amarillos. le pone la alarma al vehículo y comienza a caminar hacia mi dirección, aún sin notarme. ¿cuál era el tema con los ramos de flores? ¿por qué siempre los traía? ¿luego dónde los llevaba? estoy plasmada en mi lugar, mientras él sube los pocos escalones.

finalmente, alza la mirada y me ve. su expresión se relaja un poco, deja de arrugar las cejas y suelta un suspiro. —hey, hola.— saluda.

—hey.— simplemente digo. un poco sin saber como reaccionar, con una sonrisa.

—¿están abiertos? me gustaría un espresso.— pide. sus ojos azules parecían notarse más ante la luz natural y estaba hipnotizada por ellos. —y también una cookie como la que me regalaste, pero esta vez prometo pagarla.— sacudo la cabeza mentalmente y asiento.

—claro, adelante.— digo y tengo la intención de abrirle la puerta de entrada, en cambio él se adelanta y lo hace por mí. observo el gesto sintiendo mis mejillas volver a encenderse y lo miro. —oh, gracias.— digo en voz baja.

—no hay problema.

al entrar, separamos nuestros caminos. él a su usual mesa al lado del ventanal y yo detrás del mostrador, donde Col miraba la escena con una sonrisa incluso más grande que la mía. —¡abrió la puerta por ti!— chilló/susurró emocionado. trato de esconder mi sonrisa y niego. —Mel, es todo un caballero. si no le tiras la onda, lo haré yo.— bromeó y no puedo evitar reír. me ayuda a preparar el pedido y voy a entregárselo a su mesa.

cuando estoy frente a él, me vuelvo a fijar en los tulipanes. eran tan bonitos, amaba las flores. nunca las había recibido, pero me parecían un gesto precioso. alza la mirada y me sonríe agradecido. —aquí tienes.

—gracias...— dice alargando su frase. quería saber mi nombre, ¡quería saber mi nombre!

reaccionó después de un segundo. —oh, Melody. mi nombre es Melody.

—es un placer, Melody.— dice. mi nombre saliendo de sus labios sonaba tan armonioso como una canción de Grover Washington. me ofrece su mano para sacudirla a modo de saludo y la observo sin poder creérmelo. cuando la toco, siento un choque eléctrico recorrer mi cuerpo en un instante.

—y tú eres Matthew, ¿no?— miento. claramente sabía su nombre, pero no quería mostrar mi obsesión. estuvo presente las últimas dos semanas en mi cabeza, pero él no tenía porqué saberlo.

hace una expresión horrorizada y luego sonríe abiertamente. por primera vez puedo ver su sonrisa completa, y probablemente quedaría tatuada en mis pensamientos un largo tiempo. ¿cómo alguien podía ser tan lindo? —el nombre completo no. dime Matt.

—está bien, Matt.— digo con una sonrisa y él asiente. —espero que disfrutes.

—gracias, Melody.— dice amablemente y procedo a retirarme. casi vuelvo a mi lugar dando saltitos y lanzando pétalos de rosas. mi cara probablemente está del mismo color que una manzana de lo nerviosa que me puse. intento tapar mis mejillas con mis manos bajo la atenta mirada de Colin.

—¡te llamó por tu nombre!— chilló/susurró una vez frente a él. escondí mi sonrisa mirando hacia mis zapatos. —Mel, algo me dice que Matthew no va a dejar de venir durante un largo rato.— insinúa, chocando su cadera con la mía amistosamente.

—Calla, Colin.— susurro avergonzada. en mi mente, deseaba que eso pasara. que no dejase de venir y verlo frecuentemente. ¿podríamos llegar a ser amigos? ¿o solamente será una buena atención de barista-cliente? estaba emocionada por verlo otra vez, y ni siquiera se había ido.

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