Capítulo 10 Desde que no estás
El tiempo se había evaporado entre mis manos, ni siquiera podía creerme que hubieran ocurrido tantas cosas en mi vida en cuestión de unos meses. Ojalá Rowan hubiera vuelto conmigo, que hubiera cumplido su promesa, pero ahora todos creen que simplemente dejó de existir y no dejan de decirme que debería de olvidarlo.
No puedo olvidarlo, Rowan había llegado a mí con una misión, tenía algo que enseñarme, siempre había creído que mi esposo era cruel, que tenía una visión del mundo un tanto cruda, que no todo a nuestro alrededor podía estar teñido de locura, que no podía ser un mundo de gente con máscaras.
Eso era lo que pensaba en ese lapso de tiempo tan efímero que logramos compartir juntos, pero desde que desapareció comencé a entender por qué Rowan era de ese modo, por qué jamás podía fiarse de nadie, incluso cuando le miraban a la cara suplicando un poco de confianza él se negaba.
No pasó más que un par de semanas para enterarme de que las contadas veces que habíamos estado juntos habían sido suficiente para cumplir con lo que su familia me había pedido, llevaba el futuro heredero de Rowan en mi vientre.
Me negaba creer en que la vida era una maldita caprichosa, yo ni siquiera me había dado cuenta de que una vida crecía dentro de mí, hasta que mi madre me lanzó esas palabras que fueron como un balde de agua fría.
“Polly, estás embarazada, no me queda duda, una mujer que ha sido madre puede darse cuenta con tan solo algunos malestares” me había dicho aquellas palabras con una enorme sonrisa en el rostro, pero yo, yo solo había sentido el miedo crecer en mi corazón.
No me imaginaba siendo una madre buena como lo había sido la mía, me sentía aún como una niña atrapada en el cuerpo de una adulta, sin embargo, lo que me causaba paz era saber que al fin tenía asegurada la protección de la familia Loughty.
No es que no creyera en las palabras de Rowan, en mi corazón existía la esperanza de que volvería conmigo, pero había visto como su padre se dirigía a mí, no era algo que protegería si sus negocios estaban de por medio.
Al saber de mi embarazo quise incluso con más razón aprender a utilizar un arma, Aldwin me lo había prometido y no le quedaba alternativa más que hacerlo, me explicó lo básico del funcionamiento, como se cargaba, en donde iban las balas, entre otras cosas.
Sin embargo, el día en que iba a comenzar, podría decir que fue el peor día de mi vida. Me levanté por el olor del desayuno, me sentía relajada, quizá había dormido demasiado bien, entonces salí para decirle a mi madre que caminaría un poco por el campo, me apetecía estar un rato entre las flores.
La encontré cortando las verduras para lo que parecía ser un caldo, con la mirada perdida, al punto que si no le hubiera tomado la mano a tiempo, era muy probable que se cortaría.
Soltó un enorme suspiro, se sentó en una de las sillas del comedor y entonces fue cuando me di cuenta de que todo no andaba del todo bien.
—Polly, tienes que marcharte, si puedes hacerlo ahora mismo hazlo —recordaba las palabras angustiantes de mi madre como si las acabara de pronunciar.
—¿Por qué? Sé que ha pasado el tiempo, que mi vientre se notará y que es muy probable que la gente en el pueblo comience a hablar sobre mí, sobre Rowan —me había sentido avergonzada al decir aquello, al tener que pedirle que me permitieran quedarme un poco más, pero lo hacía por mi bebé—. Permite que me quede aquí un poco más, además tenemos dinero, puedo comprar más despensa si ese es el problema.
—No es el problema Polly, quiero que te marches porque pronto vendrá tu suegro por ti, tu padre ayer envió un mensaje para él, quiere que venga a buscarte, evitar que hablen de nosotros, que hablen de ti y exige que se hagan cargo por los gastos que Rowan dejará con ese pequeño —musitó mirando un punto fijo, las lágrimas salieron de sus ojos.
Sabía que era preocupación, la verdad, incluso yo me sentía un poco preocupada, no confiaba en aquella familia, pero tenía el bebé en el vientre, era mi seguro, era lo que ellos habían pedido.
Ni siquiera habíamos terminado aquella conversación cuando golpearon la puerta, no fue una manera amable y mi madre fue la primera en acercarse a ver de quién se trataba, pero en el fondo de mi corazón yo lo sabía.
Lo vi entrar con otros dos hombres dentro de mi casa y detrás el hombre al que había llamado padre toda mi vida, no podía sentirme más decepcionada, es decir, ¿por qué no lo había hablado conmigo? ¿Por qué no me había dicho que quería que me marchara?
—Nos vamos Polly, no sé si mi hijo en algún momento vaya a regresar, ya eres parte de nuestra familia, ahora tienes un hijo que educar y no es correcto que vivas con tus padres, no es correcto que le causes esas molestias —había dicho el hombre con la mirada llena de frialdad—. Nos haremos cargo de todo, de todos los cuidados de tu bebé.
No me sentía segura de que las palabras de un hombre como él fueran ciertas, pero tampoco me estaban dando opciones, su mirada me lo había dicho.
—Es verdad que nos hubiera gustado que nos dieras la noticia personalmente, pero realmente no importa, nos sentimos muy felices al menos de saber que tendremos algo de nuestro hijo —había comentado el hombre tratando de suavizar su voz.
Entonces cuando ante mi falta de respuesta decidí caminar en dirección a la salida con Aldwin que me escoltaba, vi algo que me hizo comprenderlo todo, le entregó un maletín con dinero a mi padre y las lágrimas no tardaron en salir de mis ojos.
Desde un comienzo, a él no le importaba si estaba en peligro, aquello había sido una coincidencia, una excusa para poder cambiarme por dinero, para hacer crecer su negocio, para cambiar la vida que habíamos llevado hasta antes de mi matrimonio.
Siempre había creído que mi padre era incapaz de algo como eso, lo veía como un hombre honrado, trabajador, porque era la apariencia que tenía, tal vez toda mi vida él había estado esperando a que me transformara en una mujer para poder ser alguien de una clase más alta.
Ese día cuando me subí en aquel coche mi vida se transformó en una completa miseria, incluso antes de que el coche se pusiera en marcha en mi corazón estaba la sensación de que así sería.
—No sirves para ser la esposa de mi hijo, no supiste detenerlo para no cometer estupideces, no pudiste decirme lo que estaba tramando, esto también es tu culpa, en cuanto tengas a su hijo vas a salir de nuestras vidas —dijo el hombre sin siquiera verme a la cara.
No esperaba tener una vida de lujos en esa mansión después de lo ocurrido, pero sin dudas no esperaba que me mantuvieran como lo habían hecho este tiempo, mi vientre crecía en la oscuridad de aquellas cuatro paredes, teniendo únicamente la libertad de ver por la ventana de la mansión y tomar el aire fresco que entraba por la misma.
Tenían en mi puerta a un hombre parado vigilando que no saliera todo el día, de vez en cuando venía la madre de Rowan, esa mujer seguía siendo para mí un misterio por resolver, no sabía si era parte de los villanos o si tenía un enorme corazón, pero hacía un poco más amena mi estadía.
Vivir de ese modo no era una vida como la que esperaba, no había una sola noche en la que no deseara que volviera Rowan para que ese infierno terminara, preguntándome en donde estaría, que sería lo que podría haber ocurrido o que podría haber salido mal y por qué aún ni siquiera su propia familia sabía en donde estaba.
Las palabras del padre de Rowan cuando me metió dentro de la habitación habían sido claras, “esperaré a que el bebé nazca y cuando lo haga te entregaré al hombre que quería tenerte, si te hubieras entregado desde un comienzo, entonces esto no hubiera sucedido”.
Necesitaba escaparme antes de que eso ocurriera, si no podía irme a tiempo, caería en manos de un hombre que no dudaría en hacerme lo que quisiera y no podría vivir con el recuerdo de ese hombre poniendo sus manos sobre mi cuerpo.
Así que lo mejor que pude hacer fue fingir que estaba teniendo dolores, dolores poco normales y que ese hombre tuviera que ir a buscar ayuda, esa sería mi oportunidad para salir de allí o al menos hacer el intento, no podría salir todo peor de lo que estaba.
—¡Ayuda! —grité tirada encima de la cama.
Cuando el hombre abrió la puerta se quedó parado con un gesto de idiota, sin saber qué hacer o que decir, mientras yo tenía el rostro desfigurado en un gesto de dolor.
—Tiene que ir por ayuda, creo que algo no anda bien —dije en un hilo de voz.
Parecía dudoso sobre la decisión que tomaría, no me podía permitir la duda, así que decidí ser un poco más drástica.
—Si algo le pasa al bebé, será su culpa, usted se tendrá que hacer responsable de las consecuencias —levanté un poco más el tono de mi voz.
Ante aquellas palabras el hombre salió corriendo y esa fue la oportunidad que estaba necesitando, a pesar de haber estado encerrada en esa habitación todo ese tiempo, no había dejado de moverme, así que traté de ser lo más rápida posible.
Bajé por las escaleras, vi la puerta del armario que había en donde guardaban todas las cosas de la limpieza y me metí allí, necesitaba esperar a que subieran las escaleras para intentar salir al jardín, aunque no tenía la menor idea de hacia donde debía huir.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro