CAPITULO TRES
ESPERANZA
"Mudanza"
Actualidad.
La mañana había pasado demasiado rápido, el día por completo a decir verdad con lo que a la muchacha de ojos castaños concierne. Chay recogía cajas y muchos escombros de su habitación, así como también envolvía y echaba algunas otras a la basura. Pues, necesitaba tener todo guardado antes que Óbito y Sasuke llegaran en símbolo de ayuda. Ella no lo negaba, le jodía en parte que él tuviese que ir pero y si no fuese él ¿Quién?
Adler Namikaze, su padre. Él prefería todo gratis siempre y si el azabache se ofrecía pedir dinero, no se negaría ni de joda.
La morena, tras limpiar una gota de sudor que caía por su frente dejó una última caja en la entrada y volvió a pasos flojos hacia su habitación, hacia aquel mueble que dudaba en sí llevarlo o no. Pues, había sido el primero y último que tuvo en sus cortos veintiún años pero ya tenía que cambiar. Un closet no estaría mal ¿Verdad?
Sin dudar demasiado abrió uno de sus cajones y comenzó a desempacar muchos papeles y cosas inservibles que tenía dentro. Entonces, un mal movimiento logró que una bolsa negra cayera al suelo y se abriera de golpe. Chay enrodó sus ojos y escuchó como su padre seguía parchando las cajas que faltaban.
─Ugh. ─se quejó, finalmente agachando su cuerpo para recoger tales basuras. Al menos ya quedaba poco, puesto que, su habitación estaba ya casi vacía.
No obstante, antes de tirarlos al gran tarro de basura que tenía a su costado, se sorprendió al ver de qué se trataba el interior de aquella bolsa negra y tragó saliva con nerviosismo en cuanto leyó la tapa de un papel que conocía bastante. Un papel de años.
"Para: la niña de las trenzas.
De: Óbito 💜 (amigo de Shisui, el bonito)"
Chay suspiró sonoramente al releer aquella tapa, sin saber si abrir o no la carta que hace miles de años el padre de su hijo había escrito para ella. La pelinegro casi por inercia abrió la bolsa un poco más, notando como en ella habían unas treinta o quizás más, todas con diferentes formas y la misma letra horrible que el azabache tenía desde que le conoció. No pudo evitar el sentir nostalgia por ello, sin embargo, no se atrevería a botarlos ni a amargarse la vida por ello. Después de todo, eran buenos recuerdos y se los podría mostrar a Zoro cuando fuese más grande, o eso quería creer.
─Qué hay, tío Adler. ─escuchó en cuanto la puerta principal de su hogar se abría y un gritito fino de emoción inundaba el silencio─ ¿Dónde está Chay?
─¡Mamá! ¡Mamá!
Enseguida, al sentir los pequeños pasos rápidos de su hijo, la mujer escondió nuevamente aquella bolsa en su mueble con mucha rapidez y escuchó de cerca aquella pistola de juguete que Zoro utilizaba tan a menudo y así también, los pasos del azabache dentro de la vivienda.
─¡Mamá, te he pillado! ─exclamó con mucho entusiasmo, apuntando con aquella pistola en su dirección y ella alzó sus brazos como reo enseguida. No pudo evitar el soltar una risa y Zoro arrugó su nariz.
─¿Qué? ¿No vas a dispararme? ─dijo ella, alzando una de sus cejas y el pequeñin tan solo se llevó la mano a la frente.
Obito sonrió de lado al verles de esa manera y simplemente mantuvo silencio mientras se afirmaba en el marco de la puerta. Chay parecía muy confundida frente a las palabras del pequeño azabache.
Hace mucho no le veía así, feliz.
─Mamá, que es de mentira ¿Cómo quieres que te dispare? ugh no sabes nada.
─Bueh, no sabía Zoro. No me culpes. ─se sonrió la pelinegro y el pequeño soltó un bufido frustrado, como si su madre fuese tonta.
─Tu mamá es media lenta Zoro, yo te entiendo. ─Chay enrodó los ojos con notable fastidio y simplemente se cruzó de brazos al oír la voz de Obito─ Ahora ve con tu abuelo, y pregúntale a quién trajo esta semana. Seguro le sangra la nariz como el otro día, anda.
─¡Obito! ─reprochó la mujer, causando la risa algo frenética del padre de su hijo.
─Ayer le vi unas revistas y hay muchas niñas, seguro esas le hacen qu...
─¡Zoro!
El pequeño dio un gran brinco al oír la voz muy enfadada de su madre, y cuando ella pretendía reprocharle aún más, el pequeño simplemente echó a correr lejos de la habitación en ayuda a su abuelo. Aunque más, era por el escape de su alocada madre. Óbito se acercó aún carcajeando y entonces observó a los alrededores, viendo como solo la cama se posaba dentro de la habitación junto al mueble.
—Que vacío. —dijo él, finalmente saludando a la morena de beso en la mejilla— ¿Cuánto te ha tardado?
─Obito, ¿Por qué le enseñas esas cosas...? ─gruñó ella por lo bajo, ignorando su pregunta y él negó con su cabeza.
─Yo no le enseño nada, ─se excusó, contorneando aquel mueble con sus dedos sin mucha importancia─ todo lo sexual lo aprende aquí, porque entre Hidan y tu padre, uf... mejor ni te digo.
─Pero le abonas, —insistió— ¿sabías que a Amara le ha metido un dedo en el culo el otro día?
El moreno no demoró en soltar grandes carcajadas por ello. Chay le golpeó el brazo con su seño fruncido y este soltó un quejido.
¿Por qué tenía que ser tan gruñona?
─Oye, que no da gracia. Tú no eres quien va a las reuniones de la escuela a pasar vergüenza porque su hijo de cinco años le ha metido el dedo en el culo a una de sus compañeras.
─¡Oh vamos! Amara es la que le roba besos siempre y se le insinúa, a mi no me jodas. Marina y Shisui tienen muy malcriada a su niña eh...
Chay suspiró, pues hablar con el azabache seriamente era como intentar convencer a Hidan de conseguir un trabajo estable y que dejase las drogas. Algo meramente imposible a este punto de sus vidas y no quería discutir más, al menos no por hoy. Solo por esa razón no dijo algo más sobre el tema. Pero sí, siempre era ella quien se pasaba las verguenzas por las cosas que el niño aprendía de todos sus alrededores y eso incluía a Obito, junto a sus hermanos.
Al parecer, solo Kira era confiable para la criatura que cuidaba y cuidaría hasta el último de sus días.
─A todo esto, ¿qué más falta? ─preguntó el azabache, también queriendo cambiar de tema al ver el leve enfado de Chay, metiendo así sus manos encima de aquel mueble para recoger un peluche que conocía muy bien.
Chay se tomó la frente y soltó un bufido. Ya sabía que se burlaría de ella y también, que debería haberlo botado cuando pudo.
O quemarlo.
─¿Aún lo tienes? Más te vale no tirarlo a la basura que me costó un dineral... ─comentó con gracia, y enseguida la pelinegro alzó sus hombros.
─Mejor debería devolvértelo, a ver si lo lavo uno de estos días y se lo das a la otra. ─dijo ella con tono burlón y Óbito rió, negando con la cabeza— Ahorrarías bastante.
─Ella no es de estas cosas, no le gustaría.
─Prefiere cosas aún más caras o restaurantes, cosas de lujo. ¿O me equivoco?
Óbito volvió a negar con su cabeza y dejó aquel oso de peluche en dónde estaba, sin querer seguir aquel tema mientras recogía de inmediato varias cosas del suelo que la muchacha no había alcanzado a quitar. Chay notó que ya no había más cosas sobre el mueble y simplemente cerró aquel tarro de metal, siguiendo la limpieza que el azabache estaba haciendo.
─Oye, ¿Sasuke no vino? ─cuestionó Chay con total naturalidad, sin dejar de caminar hacia la entrada junto al tarro de basura.
Óbito la siguió con unas cuantas cajas en manos, mientras su hijo corría por todas partes con aquella pistola y molestaba a su abuelo de vez en cuando.
─No, creo que salió con su novia o yo que sé... ─respondió con una mueca leve─ quizás venga después. Por ahora seré solo yo pero no me costará, tu tranquila.
─No lo decía por es...
─Óbito, ¿me pasas la escoba?
Las palabras de Chay fueron interrumpidas enseguida por Adler, quien juntaba un gran tumulto de basura en el suelo. El azabache se volteó enseguida y como un perro faldero hizo caso a las palabras de su antiguo suegro, quien además parecía bastante amargado aquel día. Óbito no pudo evitar una risa en cuanto le entregó aquel implemento.
Ya sabía la razón, o casi.
─¿Hidan no ha venido?
─Ese idiota, no le preocupa nada. Siempre es lo mismo y si sigue con sus mierdas le dejaré acá viviendo solo con sus gatos, no pienso empacar sus porquerías.
Óbito mordió su labio para no reír y cruzó miradas con Chay, quien solo negó con su cabeza mientras salía con unas cuantas cajas para dejarlas sobre la parte trasera de la camioneta.
─Por él feliz se quedaría solo aquí, ¿no cree?
─Lo que sea, no empacaré sus mierdas ni me llevaré a sus gatos fétidos.
Chay gruñó por lo bajo en cuanto ingresó nuevamente a la casa a por más cajas y simplemente siguió en lo suyo. Pues le jodía ver al Uchiha junto a su padre como solían hacerlo antes. Óbito se suponía que no debería estar ahí ayudando con su mudanza. Pero de igual forma se preocupaba e incluso él mismo se había ofrecido a llevar las cosas en su camioneta hacia la nueva casa en donde viviría la chica con su familia.
Hidan, su padre, Zoro y ella.
¿Por qué lo hacía?
─Oye Óbito. ─habló Adler, luego de unas cuantas horas entrando y sacando cajas o muebles.
—¿Hmp?
El azabache alzó su mirada al oírle mientras seguía su paso hacia la camioneta con un sofá pequeño entre sus manos. No le gustaba esa mirada, detonaba burla.
─¿Extrañarás esta casa? ─cuestionó el Namikaze─Después de todo aquí formaste un milagro...
Óbito se atragantó un poco con su saliva y comenzó a toser, sin frenar el paso.
─¿Disculpe?
Adler rió con malicia, finalmente dejando una de las últimas cajas en la parte trasera del vehículo con cuidado. Entonces, sin dejar de sonreír fue en ayuda del azabache con aquel sofá mientras escuchaba a una molesta Chay regañando a Zoro por estar jugando con unos clavos cerca de la vereda.
─Digo, ─trató de murmurar el rubio, aunque eso se le daba muy mal─aquí hicieron a Zoro y pues, deberías estar nostálgi...
─¡Papá! ¡Te estoy escuchando!
El Namikaze soltó risas maliciosas, mientras que Óbito simplemente se enrojecía y dejaba por fin el sofá sobre la camioneta. A pesar de tener la confianza suficiente con el padre de la chica, aún se incomodaba con ciertas cosas. O comentarios. Él era impredecible.
Entonces, Chay se acercó a ellos con su rostro mostrando la molestia que sentía e iba a recriminar a su padre por el comentario, sin embargo, Óbito le frenó con su mano.
─Él solo bromea, tú déjalo.
─¡Obito, que no...
─¿Ves Chay? —Adler hizo un ademán al Uchiha— Por eso le quiero, siempre me defiende no como tú.
─Ugh, son unos... ¡Zoro, que te bajes de ahí!
Ambos hombres soltaron una risa y ella simplemente frunció más el seño al ver que su hijo no hacía caso a sus palabras. Miren que subirse al cerco luego de jugar con clavos ¿Acaso no podía jugar como los niños decentes?
─¡Zoro, no te lo voy a repetir! ─exclamó, aunque este siguió sin prestarle atención─ Ugh, ya vuelvo.
Así fue como entonces Chay desapareció de su vista junto a Zoro mientras los dos hombres reían. Esta sería una larga tarde.
─Kira, deberíamos ir en ayuda a Chay, ¿no crees?
La rubia alzó su vista del teléfono y movió sus hombros al oír las palabras de Marina, notando como su hermano menor jugaba a la playstation junto a Shisui, quien mantenía a su hija entre sus brazos mientras le hacía creer que ella también estaba jugando con ellos. Aunque obviamente, no lo estaba haciendo.
─Obito le llevará las cosas en la camioneta. —dijo él— ¿A qué irán? Solo quieren salir y dejarme a solas con Amara. ─se quejó también, al notar como su hermana Kira se ponía de pie─ Además, no piensan dejarme con Naruto también, ¿o si?
Marina soltó una risa y tras ponerse de pie se acercó al azabache para juntar sus labios en un beso algo suave pero apasionado. Shisui no desaprovechó aquella oportunidad y correspondió enseguida.
¿Cómo negarse ante la mujer que amaba?
─Solo será un rato, quiero molestar a Obito. Es un sin vergüenza. ─murmuró Marina con un toque de malicia en sus palabras y Shisui rió.
─Dile que me debe una partida del fifa, y no lo mosquees tanto. Ya sabes lo que opino del tema. ─ella dio un suspiro rendido y solo le besó de pico una vez más antes de separarse. Aunque al parecer, el juego de la ps4 ya se había frenado.
Una queja se oyó frente a ello.
─¡Hey! ¡Hemos perdido Shisui! ─exclamó el rubio de tan solo doce años con enfado mientras la pequeña azabache de ojos azules intentaba escapar de los brazos de su padre y pretendía ir junto a la rubia que estaba en la puerta.
Kira rascó su nuca sin mucha importancia, nuevamente volviendo la vista a su teléfono. Siempre era lo mismo con todos ellos y le agradaba, pero no podía dejar de contestar sus mensajes. Más si pronto tendría una de sus primeras citas.
─Lo siento, Naruto. ─se disculpó Shisui, esta vez quitando la vista de Marina para notar como su hija se había escabullido y pretendía seguir a su madre─ Amara ni se te ocurra escaparte o no seguirás jugando.
─Pero quiero jugar con Zoro.
─No, tú te quedas.
La pequeñita de solo cuatro años frenó sus movimientos ante las palabras de su padre y Marina soltó otra suave risa, esta vez dando un leve beso en su frente pequeñita como despedida. Ambas tenían que ayudar a la pelinegro con su mudanza y la de ojos claros sabía con certeza que aquellos niños estarían bien con Shisui, quien por muy ocioso fuese no era un mal padre y mucho menos un mal hermano.
─Wow, esto si es un desastre...
Las palabras de la jóven rubia se hicieron notar en cuanto llegaron a la vivienda de su prima, pues ya no quedaban muchas cosas y parecía una pocilga. De hecho, solo estaba el refrigerador y los gatos de Hidan corriendo por doquier, quien por fin había hecho acto de presencia en el hogar tras un par de horas. Kira tragó saliva al notar que también se encontraba Sasuke junto al albino loco de su primo, y no es que le gustase aquel Uchiha. Para nada, pero algo habían tenido ambos y ahora le daba vergüenza.
Hidan corrió hacia la cocina tras saludar a ambas chicas y por poco lanza a su hermana, quien solo gruñó. Estaba muy molesta con el alocado de su hermano menor.
─¡Chay! ─exclamó Marina en cuanto la vio en el pasillo, barriendo la cocina e intentando estabilizarse tras el empujón de Hidan. Kira venía tras de ella y sonrió, finalmente dejando su teléfono─ ¡Llegamos para ayudart... ugh, ¿Y tú que haces aquí, confianzudo?
Obito enrodó sus ojos al oírla y simplemente ignoró las palabras de quien era la mejor amiga de su antigua novia, esta vez abriendo el refrigerador junto a Hidan como un animal. Ambos morían de hambre y poco les importaba el desastre de la casa.
A Hidan al menos.
Marina no dudó en alzar una de sus cejas, incrédula ante las acciones del azabache mientras observaba con desaprobación a su amiga. Ella solo alzó sus hombros con cierta culpa y Kira dio un suspiro. Al parecer su tío Adler no estaba presente y Zoro tampoco.
─Kira, tegno ug nuegv juguevte. —habló Hidan entre mordidas de una manzana, ignorando también las palabras de Marina. Kira miró de re-ojo a Sasuke, quien estaba sentado en el suelo con su teléfono en manos.
─¿Qué?
Hidan notó aquella mirada y no dudó en correr hacia ella con una sonrisa maliciosa posicionándose en su rostro. Incluso si Kira no había entendido ni la mitad de sus palabras.
─Y encima, ¿le das de comer? ─comentó la de gafas, aun sin dar su brazo a torcer aunque tuviese la mirada agraciada de Chay sobre ella. Todo iba bien con Óbito por ahora─ Oye Obito, ¿por qué mejor no vas a comer dónde la otra? ¿O ella no te da de comer?
─Ugh, Chay... una mosca me está hablando, cállala.
Chay se tomó la frente con su mano derecha y dio un resoplido ¿Cuándo podrían llevarse bien esos dos? Al parecer, jamás.
─A mi me daría vergüenza venir después de todo, Chay dile que se vaya. ─insistió la castaña, el toque de burla sin irse de su tono de voz. Causando las risas de la pelinegro enseguida.
─No seas así Marina, nos está ayudando.
─Algo bien que haga. ─siguió Marina, por lo que, Obito tan solo dio un bufido fastidiado y salió de la cocina─ Por cierto, Shisui dijo que le debías una partida al fifa.
El azabache mordió la manzana que traía en su mano derecha y con la izquierda levantó su dedo medio hacia la castaña, segundos antes de salir por la puerta sin mucha importancia. Marina entreabrió su boca con asombro fingido y luego abrazó a su amiga.
En otra ocasión le hubiese mandado la bronca de su vida por ello, pero así se trataban ambos.
─¡Se ha ido! ─exclamó, a lo que Sasuke soltó una risa. Pues la puerta volvió a abrirse.
─Sigo sin saber como Shisui se quedó contigo, sinceramente. ─dijo con algo de fastidio, solo su cabeza siendo visible desde la puerta─ Yo no te aguantaría.
─Uf, el problema es que con él soy un amor. ─respondió ella, riendo suavemente al notar el fastidio en el azabache─ Contigo no.
Obito enrodó sus ojos y no dijo más, centrándose esta vez en su manzana y no en las palabras de Marina. Siempre fue así desde que comenzó a salir con Rin, pues, él seguía visitando a Chay constantemente y eso a la de gafas no le parecía bien ¿Por qué no solo iba, se llevaba a Zoro y luego volvía a dejarlo? Era lo que ella siempre decía.
Eso también era culpa de Chay, quien le aguantaba el seguir yendo como si la familia siguiera siendo suya. Marina siempre apoyaría a su amiga, al igual que Kira o siquiera, Lis. Pero no compartían esa relación que mantenían ambos, a Zoro no le hacía bien. O eso es lo que pensaba la actual novia de Shisui Uchiha.
¿Amigos? No, ellos no podrían serlo jamás.
─¡¿Qué?! ¡Hidan no, ni de joda!
Ambas se voltearon a ver a la rubia tras oír su grito, quien tenía ambas mejillas rojas mientras recriminaba al albino con su mirada. Este soltando unas cuantas risas maliciosas.
─Pero mírale el lado bueno, esta noche me quedo solo y a lo mejor Sasuke me acompaña, ¿verdad, Sasu?
El azabache menor alzó su mirada y medió sus ojos en blanco, negando con su cabeza.
─Te jodes, yo no dormiré aquí.
─Tengo de la 5, unos creepy que te mueres Sasuke. No te...
No alcanzó a terminar, pues la pelinegro ya le había lanzado la escoba encima. Estaba harta de él en realidad.
─¡¿Pero qué mierda, Chay?! ─se quejó el albino de veinte años, posando así ambas manos en su cabeza con cabreo.
─¡No incites a Kira ni a Sasuke con tus mierdas!
Hidan resopló en el aire y luego se cruzó de brazos, pues si tan solo su hermana supiera que esos dos eran peor que él no le recriminaría de esa forma. Sin embargo, él no podía delatarlos. Más si su tía Kushina se enteraba de que él era el causante. No quería imaginar aquello.
Marina soltó una risa, y Obito se puso en alerta enseguida creyendo que otra vez comenzaría con lo mismo. Ya estaba comenzando a cabrearse.
─Oye Hidan, ¿por qué no te has fumado a tus gatos? Todo te lo fumas ahora que lo pienso. —soltó ella— ¿Y te los llevarás?
Hidan gruñó por lo bajo, aunque sonrió levemente al ver como la rubia finalmente había perdido la vergüenza que sintió antes y ahora se encontraba sentada a un costado de Sasuke, ambos observando quién sabe qué en el teléfono del azabache. Mientras, Obito comía de su manzana tranquilamente y Chay comenzaba a barrer nuevamente.
Ambos se habían divertido bastante barriendo y ordenando, hace mucho no reía tanto con Óbito. Eso le agradaba.
─Mis gatos son parte de mi, Marina. ─respondió entre dientes─ No me los fumaría jamás, ni los dejaré aquí.
─Si claro, dile eso a papá.
─No te metas Chay, hablo con Marina no contigo.
─Eres un inmaduro, me cagas.
─Pues a la caga le cagas tú.
─¿Qué?
Todos en la habitación rieron o se confundieron por aquella ocurrencia, y ya luego siguieron limpiando lo último que les quedaba con respecto a barrer y el gran polvo que se generaba. Ahora, llegaba la parte de la despedida. Chay abrazó a su prima y a su mejor amiga con todas sus fuerzas en cuanto ya estaba todo listo, intentando no sollozar al recordar todas las vivencias en aquella casa que tuvo, incluyendo la creación del pequeño Zoro. Sin embargo, nunca está de más un cambio y aquello sería para mejor. Para ella y para Zoro.
Además, ahora podría llevar a Tobirama a casa cuando este volviera de su arduo trabajo en Luxemburgo como militar. Aún no se lo comentaba a Obito, pero si él podía estar con Rin junto a Zoro en su propia casa ¿Por qué ella no?
Obito tocó la bocina unas dos veces más al notar como Marina y la pelinegro parecían no querer soltarse de su abrazo de oso, aunque solo para cabrear a la castaña. No obstante, Marina le devolvió el juego y no la soltó en unos cuantos minutos más. Otra vez dando ciertos consejos acerca de las cosas que debía y no hacer con respecto al azabache. Él ya no era su novio, ni su amigo. Él solo era el padre de su hijo y ella tenía que recordarlo siempre. Pero al parecer a Chay siempre se le olvidaba.
Más con lo bien que lo habían pasado hoy, ambos.
De esa manera, la muchacha finalmente subió a la camioneta y ambos se fueron de ahí, dejando a Hidan junto a Sasuke y a la rubia en casa con las cosas que faltaban de la habitación del albino. Marina lo más probable es que se quedara en casa de los Namikaze junto a Shisui, así que no tuvo problemas en acompañarlos un rato. Ella tenía que cuidar a la menor, pues Hidan no era un buen ejemplo y mucho menos una buena influencia.
─¿Con quién hablas tanto?
Hace unos cuantos minutos el moreno había logrado observar un poco de su whatssapp, leyendo unos cuantos nombres además de Tobirama. Cosa que le causaba curiosidad y le cabreaba un poco.
─No te incumbe, tú solo maneja o nos estrellaremos.
Obito arrugó la nariz, doblegando el volante en cuanto se encontraron en una vuelta. Chay iba muy al pendiente de su teléfono, pues el Tobirama había comentado que se devolvía mañana y ella lucía demasiado ansiosa. Pocas veces se le veía de esa manera. El azabache lo había notado.
─Oye, ¿le has aclarado a Marina que no te engañé? —preguntó de pronto— Porque no lo parece.
Chay soltó un suspiro cansado y guardó el teléfono en su bolsillo derecho, observando el camino por la ventana. Le jodía cuando el azabache se ponía de esa forma con ella, queriendo saberlo todo aunque no le importara en lo absoluto.
Aunque se le hacía extraño, porque hace un rato ambos estaban bien.
─Negra, ¿podrías prestarme algo de atención? ─insistió el moreno, su semblante con un leve toque de cabreo─ Mínimo por haberte traído las cosas, no sabes la bronca que me voy a llevar por esto...
─Pues yo no te lo pedí, si a la otra mujer le molesta ya no es mi problema. Tú solito te ofreciste.
─Qué manera de darme las gracias... ─ironizó, dando un gran resoplido.
Chay contó hasta diez para no cabrearse, pero no le funcionó. En cosa de segundos ya estaba con su mirada enfadada hacia el azabache, mientras este no apartaba la vista del camino.
─¿Quieres discutir? —escupió ella— Porque si quieres, seguro termino ganando yo y lo sabes.
Obito quitó una mano del volante y la pasó por su rostro con frustración, ya quedaba menos para llegar al nuevo hogar de la Weber. Solo eso lo mantenía tranquilo.
─No, no quiero. Pero aclárale a Marina que no te engañé jamás, ─espetó él con firmeza─ siempre me río con sus idioteces pero te aseguro que algún día me puede encontrar con el pie izquierdo y no quiero tener problemas con Shisui. Solo eso.
─Lo mismo dijiste de Lis, y ella nunca te ha echado la bronca. Ambas saben que no me has engañado pero son mis amigas, es obvio que van a defenderme.
─Hasta Kira me mira mal, Chay. Y no me gusta.
─Tú solito te lo buscaste. —bufó— Díselo tú mismo, yo no las puedo obligar.
Obito resopló en el aire y aceleró un poco, entonces la pelinegro se agarró del asiento un poco. Siempre le había temido al exceso de velocidad, sin saber por qué.
─Yo no me busqué nada. Tú siempre eres la víctima, eso es lo que pasa.
─¿Disculpa?
─Nada, nada. Mejor dejemos el tema aquí y sigue hablando con tus hombres, no te molestaré más. ─gruñó, notando como poco a poco se acercaban a la casa, ya le faltaba aparcarse y habrían llegado.
─¿Y eso qué tiene que ver? Yo no hablo con muchos hombres.
─Siempre fue igual, a mi no me engañas.
─Espera, espera ¿Y eso a ti te afecta porque...?
─Porque eres madre, no puedes ir revolcándote con cualquiera.
Tarde para callar, o siquiera para prevenir la enorme cachetada de la pelinegro sobre el rostro de quien alguna vez quiso tanto. El azabache tensó su mandíbula y simplemente frenó la camioneta, esta vez quitando los seguros de las puertas. Enseguida, el grito de Zoro inundó los oídos de ambos.
Al parecer, el día de Chay ya se había amargado.
─¡Mamá, papá! ─exclamó, notando como ambos se habían bajado aunque a semblantes serios─ ¡El abuelo ha puesto la película de Dragon ball para que la veamos juntos y...
─Zoro, hoy te vas con tu padre.
El rostro del pequeño bajó dos metros y arrugó su frente con confusión, Obito rascó el tabique de su nariz mientras aguantaba el aire de sus pulmones para no decir algo más. Sí, le tocaba a él quedarse con Zoro pero le habían prometido una película juntos y el pequeño de todo se acordaba.
─¿Qué? ¿Por qué? ─preguntó, cruzándose de brazos un tanto molesto─ ¿No se va a quedar? Yo quiero que se quede.
─Pero mejor te vas con él, así no tiene que quedarse.
─No quiero.
Obito pateó la rueda de su camioneta de pronto. No fue un golpe muy fuerte pero si audible y sorpresivo para ambos, entonces Zoro gruñó en respuesta a su madre.
Adler se hizo presente a las afueras con rostro preocupado, pues la alarma de la camioneta se había activado por el golpe.
─Sube a tu habitación y sacas un pijama, pórtate bien. —insistió Chay— Lo pasarás genial.
Zoro negó con su cabeza.
─No quiero te dije.
─Zoro no lo voy a repetir, mañana voy a por ti otra vez. Hoy te tocaba con papá así que te tienes que ir con él.
─¡No!
Obito negó con su cabeza y mordió su labio para no decir otra cosa, pues siempre era lo mismo. Quiénes creían que por terminar la relación dejarían de discutir solo lo hacían aún más. Y Zoro cada vez quería quedarse menos con su persona.
// Espero hayan disfrutado la lectura, esto es un mundo alterno pero igualmente pueden haber spoilers.
—o—
¡Hola! aquí el tercer capítulo, este es mas largo pero algo aburrido jaja ¿Qué les pareció?🙀🙀
En fin, espero les haya gustado y que tengan un lindo día, muchas gracias por leer❤️😍
Adiosín💓
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro