CAPITULO SEIS
ESPERANZA
"Minions {#2}"
Actualidad.
El cumpleaños estaba a solo una hora de comenzar, Minato había decorado su vivienda con muchas brillantinas y una enorme piñata. Mientras que Kushina Namikaze corría de un extremo hacia el otro con lo que a comida se refería, teniendo de ayuda a Shisui todo el tiempo.
A excepción de tres personas que solo habían estado comiendo y conversando durante aquel rato, incluso si una de ellas ya estaba preocupada por su amiga la azabache.
─Lis ¿Crees que Chay venga? ─cuestionó Marina, cortando la lamida que esta iba a proporcionar en su helado de vainilla─ No me responde los mensajes y ya se está haciendo tar-¡Amara bájate de ahí!
La pequeñita azabache de ojos azulados y dos coletas frenó en seco ante tal grito, observando con mucha culpa a su madre antes de bajarse del sofá en el que estaba husmeando el teléfono de Kira. Ella parecía preocupada y no pretendía soltar aquel móvil, incluso si su padre Minato le había dicho que lo dejase por el cumpleaños de su hermano y que ayudase aunque fuera un poco.
Ella estaba ida, algo no andaba bien con Kira y al parecer Marina lo estaba notando, solo por ello le pedía a su hija que la dejase en paz ¿Acaso estaría hablando con Chay?
─¿Ves Kakashi? ─musitó Elise, entre lamidas a su delicioso helado─Por eso no debemos tener hijos, no no y no.
El peligris arqueó una de sus cejas al oír el comentario de su novia, una morena de estatura baja en medio de ambos. Elise siempre era igual, pero él ya estaba acostumbrado.
Luego, soltó una risa leve. Repitiéndose que Lis siempre era igual pero así la quería de todas formas.
—¿Qué te hace pensar que yo si quiero hijos? —soltó, bebiendo un poco de jugo que había entre sus dedos. Observando de re-ojo como varios niños corrían por doquier. Muchos primos del pequeño Naruto.
Lis alzó sus hombros con satisfacción y luego estiró su cuerpo para alcanzar su mejilla, besándolo así sonoramente; manchando un poco de su barbilla con el helado. Él soltó una risa y Marina enrodó sus ojos ¿Siquiera por qué estaban invitados? El cumpleaños era para niños, y ellos claramente no lo eran.
—Ya veo porque están juntos ustedes dos, no entiendo por qué están aquí de todas formas ─expresó con gracia, a lo que Lis alzó sus hombros sin mucha importancia─aunque retomando el otro tema, yo creo que un hijo es de lo mejor ¿Saben? —comentó, observando de re-ojo a la rubia que tecleaba en su teléfono. Lis soltó un bufido.
—Sí, y yo mido dos metros. ─ ironizó, enrodando sus ojos y luego dio un suspiro, apuntando a la de gafas con su dedo libre─ Como te vengas a quejar conmigo luego de lo mucho que Amara te jode en las tardes, yo me largo eh.
Marina soltó un suspiro con una leve sonrisa, aunque algo agraciado mientras Kakashi dejaba aquel vaso sobre la mesa para luego pasar sus brazos alrededor de la cintura de su novia por detrás . Ella sujetando sus manos de inmediato con una de sus palmas libres y una leve sonrisa.
—Lis, ¿Has hablado con Chay? Estoy preocupándome, no llega y Kira no suelta su teléfono... —cambió bruscamente de tema la castaña de ojos azulados, Marina; a lo que Lis frunció el seño. Marina tenía razón.
—La verdad es que no... —respondió, confundida— ¡Kira!
La rubia dio un leve brinco en el sofá, solo para luego voltearse y observar a la morena con su semblante confundido.
—¿Qué ocurre?
—¿Estás hablando con Chay? Podrías decirle que se apresure, mira que tu padre, Marina y la tía Kushina están medios alterad...
—No, tengo cosas más importantes de las que preocuparme que estarle hablando a Chay para que se apresure. —cortó la rubia, bastante borde frente a la morena y volviendo su vista al teléfono.
Lis entreabrió su boca con asombro y estaba dispuesta a reclamar luego con su seño fruncido, sin embargo, fue frenada por los brazos fuertes de su novio y por las palabras de Marina;
—¿Ocurrió algo, Kira? No tienes por qué ser así de borde, es para que Zoro se entretenga y...
—Itachi es un maldito —gruñó la rubia, algo desesperada mientras lanzaba el teléfono en su costado del sofá. Kakashi también se sorprendió— ¿Por qué siempre tiene que joder a los demás? Le prometió a Sasuke que su padre no sabría nada sobre... ¡Ugh! pero ahora él lo descubrió y joder...
—Bueno, pero Sasuke sabía los riesgos ¿Estás segura que fue Itachi quien lo delató? —cuestionó Marina, sin quitar un ojo de su hija a lo lejos. Aunque pronto se despreocupó al ver como Shisui ingresaba a la vivienda tras ayudar y se encargaba de ella.
—¿Quién más si no?
Lis estuvo a punto de opinar, pues no le agradaba el hecho de que el pequeño Sasuke ─incluso si el Uchiha ya tuviese dieciocho años para ella era un bebé─estuviese en ese mundo como lo estuvo el Hatake alguna vez en su adolescencia. Él fumaba cigarrillos sí, pero no más allá de eso. Al menos ahora estando con Lis de novia y estaba bien controlado.
Pero fue la voz del mismísimo Kakashi quien impidió sus quejas y su opinión sobre el tema.
—Espera ¿Cómo lo sabes? ¿Óbito estaba ahí? —cuestionó, cierta seriedad y confusión en su rostro.
—No lo sé, dejó de hablarme cuando le pregunté si estaba bien. —respondió, algo cabreada— Pero él estaba más preocupado por Sarada, ella sí estaba ahí cuando sucedió.
Kakashi dio un suspiro, teniendo la mirada de Lis aún lamiendo aquel helado que tanto le encantaba. Marina medió una mueca.
—Bueno, al menos sabemos que Fugaku no cambiará sus métodos ni aunque envejezca o tenga una hija de tres años. ─dijo, un silencio sepulcral inundando toda la habitación en la que estaban.
Kira se puso de pie a regañadientes sin previo aviso y simplemente salió de ahí, no es como si ella y el menor de los Uchiha tuviesen algo formal o una especie de relación. Sin embargo, cariño había y eso era lo que más le jodía. Porque Sasuke jamás tendría algo serio con alguien, lo conocía demasiado bien para saberlo con certeza.
─¡Kira! ─se oyó la voz del Namikaze llamarle desde fuera, su tono algo molesto─ ¡¿A dónde vas?!
Ella no respondió y de esa manera comenzó a caminar lejos de su hogar. Minato dio un suspiro y tras entregar unas cuantas cosas a Kushina salió disparatado tras de ella. La pelirroja no entendía mucho, pero para el rubio era mejor así. Ella era monstruosa enfadada y no tenían por qué arruinar el cumpleaños de Naruto.
─¿Qué ocurrió con Kira?
La voz de Shisui se hizo presente dentro del hogar, quien tenía a su propia hija sobre sus hombros; ella jugando alegremente con sus cabellos desordenados como si su vida dependiese de ello. A Marina le hizo mucha alusión verles así.
─Encontraron a Sasuke, ya sabes que desde que Chay se fue esos dos hablan más y pues... se ha puesto mal. ─explicó la de ojos azulados, a lo que Shisui simplemente asintió.
─Yo no sé como le aguanta, ese humo es fatal. ─se quejó la morena─ Menos mal ustedes recapacitaron porque si no...
─Llamaré a Chay. ─interrumpió la castaña de gafas, Marina. Esta vez poniéndose de pie junto a su móvil─ Ya se está haciendo tarde.
Tras decir aquello, los restantes en la habitación siguieron conversando tranquilamente mientras Shisui observaba de re-ojo a su mujer. Ella intentó dos a cinco veces, pero nada. No había rastros de su amiga.
En ese momento sintió un poco de enfado, pues la mujer sabía que su amiga saldría con el militar de Tobirama y luego recibiría a Zoro en casa de su madre. Pero tenía el instinto de creer que quizás haya salido con el azabache y su hijo; los tres como una familia feliz cuando todo el mundo sabía que no era así.
Obito tenía novia, su amiga no tenía ni pedo en ese lugar. A no ser que fuese por Zoro, pero nada más. Él era un capullo que se aprovechaba de sus situaciones tomando al pequeño como excusa. No era justo.
No para su amiga.
─Chay, como hayas salido con Obito es mejor que ni me hables... ─murmuró, intentando llamarle una última vez.
Ella esperaba que no fuese así, porque si no... Todos se irían en su contra; otra vez.
Los minutos pasaban como una estrella fugaz, una hora transcurrió desde que ambos comenzaron a por la búsqueda de su hijo de cinco años. No obstante, no había rastros del pequeño Zoro por algún lugar de aquel centro comercial y al parecer, nadie lo había visto tampoco.
Todo parecía jugar en contra de ambos padres inexpertos, como si algún tipo de Dios intentase darles su merecido por aquellas preocupaciones banales que los dos tenían en vez de ocupar su tiempo en Zoro. En lo que realmente era importante.
¿El karma? No lo sabían, pero se arrepentían de haber estado discutiendo. Realmente se arrepentían.
El azabache mantuvo la calma todo el tiempo de búsqueda, pero aunque no quisiera admitirlo estaba demasiado desesperado en su interior mientras cuestionaba a todos los guardias o personas que se le cruzaran amablemente, dando de referencia su propio rostro por el gran parecido que ambos tenían.
En cambio, la pelinegro no podía mantener la calma aunque lo quisiera y poco a poco sus ojos se llenaban de lágrimas; necesitaba a Zoro. Más que nunca.
─Tranquila, Negra ─habló Obito a dientes rechinando, posando así una de sus manos sobre su hombro para intentar calmarla. Sin embargo, ella se zafó enseguida─ Lo vamos a encontrar, no puede estar tan lejos; solo fueron unos minu...
─¡Esto es tu culpa! ─bramó la Weber, dándole un gran empujón mientras ya no podía aguantar más la presión en su pecho. Ella quería a su hijo, lo necesitaba más que nunca y en este tipo de situaciones no podía controlar su lengua ni mucho menos sus emociones─ ¡Si no te hubieses puesto a discutir por mierdas inútiles esto no habría pasado! ¡¿Y si alguien se lo ha llevado?! ¡¿Y si no lo vuelvo a ver y le están haciendo daño?! ¡Meine Mutter, Obito haz algo!
Obito tragó saliva sonoramente al escuchar sus gritos, rascando su nuca con algo de incomodidad al notar como la mayoría de personas a su alrededor prestaba atención en lo alocada que se había puesto Chay. Sin embargo, eso no era lo que más le preocupaba ahora, sino, era el hecho de sí sentirse culpable de lo ocurrido. Él era un mal padre, vaya que lo sabía con mucha certeza.
Odiaba sentirse de esa manera, más si la vida de su hijo estuviese en peligro ahora mismo. Y por su culpa.
─Calma, Chay. ─insistió, nuevamente tomando el brazo de la azabache con fuerza para que no se zafase una vez más.─ Lo vamos a encontrar, lo prometo.
─¡No prometas mierdas que no puedes cumplir! ¡Siempre es lo mismo contigo! ¡¿Dónde están todas las promesas que hiciste alguna vez?! ¡Ah, claro, todas se fueron por la borda como Zoro ahora mismo! ─gritó, bastante exasperada frente al rostro tenso del Uchiha─ ¡Suéltame de una puñetera vez y mueve tu culo antes que algo le pase mientras no estamos con él!
─Chay...
─¡Suéltame! ─exclamó, nuevamente forcejeando con el azabache mientras lloraba desconsoladamente ¿Dónde estaba Zoro? ¿Quién lo tendría? No quería ni imaginarlo─ ¡Obito Uchiha suéltame o verás de lo que soy capaz!
─¡Qué te calmes, joder! ─gritó el azabache frente a su rostro, esta vez presionando aún más fuerte su brazo mientras intentaba no perder la cordura. Chay soltó un gemido─ ¡Llorar como una desquiciada no sirve de nada, mejor sécate esas putas lágrimas y vamos a buscar a Zoro como corresponde! ¡No como una puta desquiciada! ¡¿Quieres?!
Chay tragó saliva y con su seño fruncido presionó su mandíbula a la vez que se enfadaba. Ambos estaban demasiado juntos y cerca de sus rostros pero muy tensos a vista de cualquiera. Si uno de ellos decía una palabra más, aquella situación no terminaría bien. Para nada.
─No me pongas esa cara. ─gruñó el azabache, ahora bastante molesto mientras sus miradas conectaban entre sí.
Las personas a su alrededor poco a poco comenzaban a fruncir sus seños frente a la escena, unos con preocupación y otros cuchicheando por lo que estaba ocurriendo. Entonces, no fue hasta que Chay no resistió más aquella lucha interminable y con aquella impulsividad que la caracterizaba lanzó un escupo en el rostro del Uchiha. La rabia siendo demasiado notoria en contra de él.
Obito inhaló todo el aire que pudo mientras se contaba hasta diez en su mente, tenía que relajarse y buscar a Zoro; esta pelea idiota en medio del centro comercial no servía de nada. No, al azabache no le daba asco aquella acción de Chay, sobre todo porque él sabía con certeza que ella no sabía lanzar tales cosas más solo saliva. Pero sí le hervía la sangre, como no tienen idea.
Era humillante y él no podía hacer nada.
─Suel.ta.me. ─espetó la azabache, forcejeando una vez más sin quitar su mirada sobre los ahora cerrados ojos del pelinegro por el reciente escupitajo.
─Negra, te estás pasando... ─gruñó, esta vez con su mano libre limpiando aquellas babas de su rostro.
─¡Que me sueltes te digo!
Entonces, el Uchiha no aguantó más aquellos gritos y humillaciones, por lo que, lo único que consiguió fue empujar levemente a la chica para que salieran de ese lugar y hablasen en privado. Sin embargo, un mal paso logró que Chay por poco cayera al suelo; aquello generando que varias personas se acercasen y comenzaran a quitar a Obito de donde estaba. Uno que otro amenazando con llamar a la policía.
Como si él estuviese agrediéndola.
─¿Eres idiota? ¿Que no te han enseñado valores para que no agredas a las mujeres? ─habló una de ellas, en cuanto notó como no pretendía soltarla porque sino caería.
Ellos tenían que buscar a Zoro, no estar en esa puñetera situación ridícula.
─¡No la estoy golpeando! ─exclamó el azabache con exasperación, finalmente rindiéndose y soltando a la azabache por completo mientras alzaba las manos al ver como la mayoría se le lanzaba encima.
Uno de los hombres robustos y grandes que se había colado entre la pareja junto a la montonera de gente le tomó del cuello de su playera sin previo aviso, Obito sin doblegar su postura un segundo. Incluso si muriese por propinar un golpe a toda esa gente metiche que confundía todo lo que estaba ocurriendo. Él quería ir a por Zoro.
Su hijo era mucho más importante.
─¡¿Te crees que eres más hombre porque ella es más débil, no?! ─gruñó aquel hombre, acercando el rostro de Obito demasiado como para querer golpearlo.─ ¡Vamos, hazte el hombre conmigo si es que eres tan macho como dices!
Óbito permaneció en silencio.
Entonces, justo en el momento en que aquel hombre iba a arremeter su puño en contra de Obito junto a varios más, fue la misma voz de la azabache quien pidió que frenase. Chay lloraba mares. Por ella, por la situación y por Zoro ¿Por qué seguían discutiendo incluso cuando su hijo podría estar en cualquier lugar? ¿Hasta cuándo seguirían con lo mismo?
─¿Qué dices, niña? ─soltó aquel robusto hombre, sin soltar la playera del azabache; quien permanecía en silencio─ Él ha intentado golpearte y tú lo defiendes ¿Acaso eres tonta?
─No, no no─dijo, bastante desesperada y algo agitada por los sollozos que no podía evitar─ fue todo un mal entendido. Yo me caí, solo estamos buscando a nuestro hijo que se nos escapó y joder, no sé dónde está y y... ─otro sollozo se escapó de su garganta, sin importar la vergüenza que comenzaba a sentir al tener tantas miradas sobre ella─ no le hagas daño, por favor.
El hombre titubeó un poco antes de soltar por completo al chico de veinticinco años, esta vez dando un suspiro mientras observaba como varios guardias venían en dirección a la gentuza. Obito se tomó la frente, inhalando y exhalando con mucha fuerza antes de perder el control frente a todo lo que estaba ocurriendo.
Él ya no sabía qué era peor, su hogar o estar fuera. Él solo quería a Zoro sano y salvo.
─¿Cómo es tu hijo, niña? ─cuestionó una mujer, ignorando el hecho de los guardias que caminaban hacia ese sector.
─É-él... es como él ─Chay apuntó a Obito y este solo mantuvo su vista fija en un solo punto mientras inhalaba y exhalaba el aire de sus pulmones─ tiene cinco años, se nos perdió en la tienda de zapatos que está al inicio. Por favor si lo ven yo...
De pronto, el pie derecho del azabache comenzó a moverse con mucha rapidez sin previo aviso, zapateando. Solo por ello, Obito tomó la mano de Chay para salir luego de ahí. Ellos tenían que encontrar a Zoro de otra manera, si los guardias llegaban lo más probable es que terminasen agarrándola con él y el Uchiha no quería eso.
Él solo quería a Zoro.
─Obito... ¿Qué...?
─Siento haberte jodido el cumpleaños, ─espetó, sin querer observarla mientras caminaba con rapidez junto a ella y a manos entrelazadas. Su respiración algo agitada.─ no quería que fueras. Ellos solo te lavan el cerebro sobre mi o mis acciones; no me gusta y... mierda, de verdad lo siento.
Chay le observó detenidamente, sin dejar de caminar mientras varias personas los miraban y cuchicheaban sobre ellos. No se esperaba una disculpa. Obito Uchiha jamás se disculpaba, o quizás sí. Pero nunca admitía las verdaderas razones de sus acciones. Al parecer... le habían servido esos dos años internado.
Chay lo podía apostar.
─Descuida, ─balbuceó ella, aún sin poder creerlo y con muchas lágrimas corriendo por sus mejillas. Zoro...─ siento el haberte... escupido. No es digno de una madre y mucho menos de una dama. Por mucho que te lo merezcas no debí hacerlo.
Obito tragó saliva una vez más, intentando calmarse mientras su pierna temblaba suavemente una vez frenaban delante de una tienda de videojuegos. Zoro amaba los videojuegos y sobre todo los que eran de Dragon Ball Z. Chay le observó unos segundos y presionó un poco más su mano sobre la de él.
Como en los viejos tiempos...
─Lo encontraremos, Chay. ─dijo, observando fijamente aquella tienda mientras intentaba ingresar en caso de cualquier cosa o rastros de su hijo─ esta vez hablo enserio; cueste lo que cueste.
─Pero ¿Y si...?
─Confía en mi, lo vamos a encontrar.
Asímismo, la pelinegro intentó limpiar sus lágrimas mientras proseguían con su búsqueda insaciable; ambos a manos entrelazadas y corazones presionados, destrozados. Si algo le sucedía al pequeño, no se lo perdonarían jamás. Todo esto era culpa de ambos. Aunque doliese decirlo así era, ellos eran demasiado inmaduros para ponerse de acuerdo entre sí.
¿Cómo es que llegaron a congeniar algo en el pasado si no coincidían en nada? A veces, los opuestos se atraen. O pueden fácilmente destruirse, depende del camino que se escoja.
Mientras tanto, a un costado de los estacionamientos en una gran muralla de cemento, un pequeño azabache de zapatillas blancas y polerón azulado corría de un costado a otro en unos tablones, intentando coger una especie de globo que pretendía volar lejos de aquel lugar. Pero al estar estancado era prácticamente imposible que pudiese hacerlo.
Probablemente se le haya quedado a alguien. Pensó, frunciendo levemente su seño y formando una mueca antes de subir un escalón de cemento que había a las afueras─ uno de los tablones─. Aunque luego sonrió con ambición y mucha inocencia; Lástima, ahora es mío. Se dijo, con aquella sonrisa que le caracterizaba y le hacía ser tan parecido a su padre.
Le emocionaba el tener un globo solo para él y gratis. Pues, según su padre todo lo gratis era mejor.
Horas antes, el pequeño tras oír las constantes peleas de ambos, con mucha pereza y acostumbrado a lo mismo; había decidido en ir a una tienda de videojuegos para no tener que escucharlos diciendo lo mismo de siempre. Sin embargo, al volver a la tienda de zapatos para ir a la película de Los Minions, ninguno de ellos estaba en aquel lugar. Por ende, sin mucha importancia y con algo de temor decidió en seguir su propio recorrido por aquel enorme centro comercial; llegando así a aquel globo enorme de un color rojizo.
Después de todo, a sus padres no les importaría si él no estaba presente.
─¡Vamos globito, ven conmigo! ─exclamó mientras estiraba su brazo, su seño frunciéndose nuevamente al notar lo lejos que estaba del globo y del suelo.─ Uh, seguro el tío Hidan ya me lo hubiese sacado de ahí.
Zoro suspiró, subiendo un poco más en aquellos escalones de cemento mientras estiraba su brazito de tan pocos centímetros de longitud. Un mal paso hizo que por poco cayera en el trayecto, pero alcanzó a sujetarse. Las maniobras de kickboxing de su tío Hidan siempre le ayudaban en todo, incluso si era un niño de cinco años él no le veía el problema a nada. Ni siquiera a su casi caída o a su tío Hidan.
Zoro solo quería divertirse, luchar como Goku o simplemente ver monitos con su mamá.
Entonces abrió sus ojos de par en par al recordar a sus padres y observar el cielo que parecía oscurecer, temiendo enseguida sus reacciones al no saber dónde estaba o simplemente el hecho de temerle a la oscuridad. Probablemente cuando su padre supiese no dudaría en estampar su mano sobre él o su madre. Solo por ello, unas vagas lágrimas comenzaron a correr por sus mejillas mientras se afirmaba de aquel palo de madera que había junto a los escalones de cemento.
Ahora sentía miedo, mucho miedo de estar en un lugar demasiado solo.
─Quie-ro a mi mamá. ─murmuró, esta vez mostrando demasiado pánico al darse cuenta lo lejos que estaba del suelo. Su labio inferior temblando suavemente a la vez que luego cerraba sus ojos con fuerza para no mirar.
¿Cómo bajaría ahora?
De esa misma manera, Zoro estuvo mucho tiempo en ese lugar. El frío inundando cada parte de su cuerpo mientras sollozaba y se ocultaba en sus propios brazos. Al parecer, aquel día pocos autos se habían estacionado en tal lugar y las personas que pasaban no demostraban importancia por el bulto que había en la pared. Nadie.
Excepto una persona.
─¡Hey, amiguito! ─esa voz...─ ¿Estás bien? ¿Qué haces ahí?
El pequeño azabache levantó su cabeza brúscamente con algo de esperanza, soltando más lágrimas y sollozos mientras su labio inferior temblaba con mucha fuerza al ver el rostro ahora confundido y muy preocupado de su tío junto a una chica de cabellos castaños, gafas en sus ojos y sus labios siendo entreabiertos enseguida al ver al pequeño en ese lugar.
─¡Zoro! ─exclamó aquel hombre que el pequeño tanto conocía, esta vez acercándose a la pared para intentar sacarlo de ahí─ ¿Por qué estás aquí?
─¡Tío Tachi, quie-ro bajar! ─respondió el pequeño, entre sollozos mientras sentía una picazón en su garganta. Él tenía mucho frío.
Itachi observó los escalones, notando que él solo no podría subirlos por lo angostos que eran. Solo Zoro sería capaz de caer en un lugar tan estrecho y enseguida se preguntó si Obito sabía de aquello. Pues, no era justo para el niño tener que estar en esas situaciones mientras el otro hacía de las suyas.
¿Dónde estaba?
─Andrea, tú eres más delgada ¿Podrías...?
La chica de unos veinte años, cabello castaño y gafas medió una leve mueca al observar el lugar estrecho. Sin embargo, el rostro asustadizo y lleno de pánici del pequeño fue lo que convenció por completo sus sentidos.
Itachi sonrió de lado ante ello, después de todo su novia siempre le apoyaba en todo. Todo.
Por consiguiente, Andrea subió a uno de los escalones de inmediato con un solo pie, mientras que el otro era sujetado por las manos del Uchiha de coleta. Este demasiado preocupado por su único sobrino que lloraba sin cesar y pedía a gritos a su madre.
─A ver, Zoro ¿Verdad? ─habló la muchacha, Andrea. Su voz teniendo un extraño acento al no ser de aquel país donde alguna vez reinó Hitler. El pequeño asintió, sin mediar palabra alguna─ ¿Puedes mover un poco tus piernas? Yo te atraparé, no te preocupes.
Zoro le observó con desconfianza, si bien varias veces le había visto en casa de su padre jamás se habían dirigido tanto la palabra. Pues, Itachi cuando la llevaba solo eran unos cuantos ratos vagos porque su madre y abuela de Zoro era extraña y eso valía para todos los Uchiha que eran hermanos;
Izuna, el mayor. Obito, Itachi, luego Sasuke y finalmente Sarada. La cual había llegado solo apenas hace tres años.
Todos ellos tomaban precauciones cuidadosas antes de llevar a una chica a casa, o se armaba la tercera guerra mundial. Si no era eso, las constantes burlas de otros hermanos se hacían presente o los sermones de Fugaku que siempre eran fuera de lugar. Itachi era el único que no se arriesgaba tanto como los demás.
Más si Andrea era dos años mayor que él.
─Vamos Zoro, no voy a hacerte daño. ─insistió la muchacha, bastante amable mientras estiraba su brazo y notaba como Itachi aguantaba su peso en ambas manos.
Entonces, el pequeño de apellido Uchiha cerró sus ojos nuevamente y finalmente se soltó de dónde estaba; siendo capturado enseguida por los brazos de Andrea, quien fue sujetada de igual manera por Itachi. Ambos a salvo, a excepción de aquel globo rojo que aún estaba estancado en el mismo lugar.
─Zoro ¿Por qué estás aquí? ¿Y tu papá? ─cuestionó el Uchiha de coleta, su semblante algo serio para luego toser despacio en su mano.
Andrea bajó al pequeño de sus brazos enseguida, este sorbiendo el moco mientras rascaba uno de sus párpados. Luego posó su vista en Itachi.
─No sé, se olvidaron de mi ─respondió, en un hilo de voz para no llorar de nuevo. Itachi se agachó para estar a su altura y Andrea simplemente medió una mueca apenada─ ellos se gritaron y yo me fui a ver los juegos de Gokú, cuando volví ya no estaban.
─¿Ellos?
─Ajá, mamá y papá. ─dijo el pequeño Zoro, sorbiendo nuevamente los mocos que comenzaban a correr por su nariz. Sin saber que estaba cometiendo un error al hacerle saber de eso a su tío.
Pero ¿Qué sabía él de algo así?
─Itachi, ¿No deberías llamarlo? ─sugirió la mujer, acariciando suavemente el cabello azabache del pequeño sin quejas─ dudo que se hayan ido para dejarlo aquí.
El Uchiha suspiró, claro que lo haría.
Y así, es como sacó el móvil de su bolsillo; marcando el número de su hermano enseguida. Si no contestaba es porque era un idiota.
─Obito, estoy pensando seriamente en llamar a la policia ─habló la azabache mientras temblaba suavemente y su voz se quebraba, una vez recorrieron todo el lugar que estuvo a su alcance─ o a Shisui para que sea todo más rápido. No puedo creer que él...
Un teléfono vibró, cortando así las palabras a punto de sollozar que Chay pretendía soltar con desenfreno. Obito soltó su mano un momento y se alejó un poco para contestar al ver de quien se trataba. Pocas veces su hermano le marcaba a su teléfono, menos ahora por su última discusión hace unos días por algo demasiado estúpido.
Itachi era demasiado misterioso.
─¿Itachi? ¿Qué ocurre? ─dijo, frunciendo levemente su seño mientras seguía moviendo su pierna derecha desesperadamente.
Chay le observó, mordiendo suavemente su labio para no llorar otra vez como lo hizo en todo el camino. Ella no era una llorona, al contrario. Pero realmente quería a su Zoro de vuelta, lo necesitaba más que nunca. Sin Zoro... su vida estaba arruinada.
No podría vivir sin su pequeño. Además que aquella manía de su pie la conocía bastante. Pero no diría nada al respecto.
─¡¿Qué?! ─exclamó el azabache luego de unos segundos, sus orbes abriéndose de par en par mientras se volteaba hacia Chay para tomar su mano. Otra vez─ No te preocupes Itachi, hacia allá vamos. Adiós.
La pelinergo no lo comprendió y mucho menos porque había hablado demasiado rápido. Sin embargo, sintió su corazón latir con demasiada fuerza al ver el rostro algo más tranquilo de Obito mientras guardaba el móvil en uno de sus bolsillos. Su mano siendo algo torpe por la emoción que demostraba tras la llamada, más si tenía a Chay casi a la rastra a su costado.
Pero eso no importaba para él, porque Zoro estaba bien y a salvo. Su hijo estaba con su hermano y eso le bastaba para tranquilizarse de una buena vez. Incluso si no supiera la razón de este mismo estando en Stuttgart, pues se suponía que nadie sabía que él iría a ese lugar y mucho menos de que saldría con Chay. Solo Sasuke.
Pero Sasuke no era un bocón como los demás.
─Obito... ¿Qué...?
─Itachi encontró a Zoro ─cortó su frase con entusiasmo, logrando que la chica soltase unas lágrimas de alegría y un gran suspiro de alivio─ apresúrate.
Chay sonrió, después de todo irónicamente él había cumplido su promesa. Porque habían sido capaces de encontrar a Zoro, o todo llegó a por su cuenta. No lo sabía, pero se sentía feliz. Muy aliviada, un sentimiento que seguramente todas las madres han de sentir cuando no ves a tu hijo después de mucho tiempo. Para ella esas horas fueron días o años, lo extrañaba.
Y ya no pelearía más con Obito, no si terminaría en tragedias como la que pudo ser hoy. Ya no más. Chay estaba decidida.
Entonces, de esa misma manera, ambos corriendo con desenfreno hacia el estacionamiento lograron llegar en una pasada. Itachi mantenía ambos brazos cruzados mientras Andrea conversaba con el pequeño azabache, el cual al oír el enorme grito de su madre no dudó en correr hacia ella como si no hubiese un mañana a brazos abiertos.
─¡Zoro! ¡Joder, Zoro no sabes lo mucho que me has asustado! ¡Y-yo... mierda! ─exclamó la azabache, abrazando fuertemente al pequeño mientras se ponía a su altura y daba varios besos por su cabeza. Sollozando como nunca del alivio.
Obito rascó su nuca con algo de incomodidad, intentando evitar la mirada nula que tenía su hermano sobre él. No obstante, se sentía demasiado aliviado y feliz al ver a su hijo en los brazos de Chay sin algún rasguño más que la suciedad de sus ropas. Pero era lo de menos, él estaba bien.
Eso era lo importante.
─Ma-má... ─murmuró el pequeño, también sollozando en los brazos calentitos de su madre. Mientras observaba de re-ojo a su padre─ pe-perdón, nunca más me escapo. Lo-lo lo juro.
Chay soltó una pequeña risa y propino un beso de pico en sus diminutos labios, limpiando así las lágrimas que no cesaban del pequeño. El azabache se sonrió ante la escena ¿En qué momento Zoro había crecido tanto? ¿Tanto tiempo había transcurrido desde entonces? Él no quería pensarlo, o seguramente se pondría como un llorón cualquiera. Pero sí, Zoro cada día estaba más grande de lo normal.
Y se expresaba mejor, su conciencia era impecable. A pesar de todo lo que había en sus alrededores pero... ¿Cuánto le duraría?
─Gracias Itachi, no sabes lo asustados que estábamos y...
─Nada de gracias. ─cortó el Uchiha de coleta, siendo observado por Andrea mientras Chay seguía mimando al pequeño─ No tendría que haberse perdido en primer lugar.
Obito soltó un bufido, rascando su cabellera con algo de desesperación. Aquí vamos de nuevo...
─Son cosas que suceden, Itachi ─explicó, sin tomarle mucha importancia a lo que su hermano decía─ A todo esto ¿Y tú que haces aquí en Stuttgart? ¡Ah! y Hola, Andrea.
─Hola. ─respondió ella, alzando su mano con algo de incomodidad y una leve sonrisa. Sin saber exactamente el por qué.
Itachi alzó sus hombros, señalando la bolsa que se traía en mano con un montón de papeles y medicamentos. Era enorme.
─Ah, cierto. ─comentó Obito con cierto fastidio, esta vez observando como Zoro ya no lloraba y al parecer la madre de su hijo tampoco.─ tienes que venir a tratarte dependiendo de dónde esté el médico ¿No es así?
─Ajá... ─respondió, algo de fastidio en su voz al notar lo despreocupado que lucía Obito─ ¿No lo vas a abrazar?
─¿Disculpa?
Itachi estaba desconcertado, y Obito aún más.
─Estuvo más de dos horas colgado en ese palo, solo. ─espetó el de coleta, mientras Andrea jugaba con sus dedos. Itachi tenía razón en parte, al menos a su visión─ ¿Y no le darás ni un solo abrazo? ¿Qué clase de padre eres, Obito?
El azabache tensó su mandíbula una vez más, observando como finalmente Chay se ponía de pie y tomaba la mano de Zoro para acercarse a ellos. Era algo difícil, pero Itachi no lo entendería.
No entenderían su manera de querer.
─¿Por qué no te callas? Callado me caes mejor. ─soltó el azabache, enrodando sus ojos para evitar el tema.─ Suficiente tengo contigo en casa.
Chay les observó confundida, ya luego saludó de beso en la mejilla a la pareja y sonrió de lado. Se sentía avergonzada ¿Hace cuánto no veía a la familia de Obito? Probablemente desde que comenzó a salir con Rin, pero no lo sabía con certeza. Simplemente un día dejó de ir porque sentía que no era su lugar al no estar con Obito.
Razón por la cual Mikoto Uchiha ya no la quería ver nunca más en su vivienda, entre otras cosas. Esa mujer era mucho peor que su madre despreciando a Óbito y Chay no se arriesgaría a verla de nuevo. No, ella tenía dignidad.
─Papá...
Obito salió de su pequeña lucha de miradas con su hermano y la bajó para observar a Zoro con un rostro algo asustado, aunque más apenado mientras se soltaba de su madre para sujetar el pantalón de este mismo.
Itachi le analizó con la mirada, entrecerrando sus ojos mientras Chay simplemente se quedaba en silencio. Hace mucho no veía a Andrea tampoco, ella era una chica simpática y demasiado bella... aunque influenciable. Primero por Izuna, y luego por Itachi.
Pero no la culpaba.
Le daba pena el recordar todo lo que hicieron juntas antes de terminar lo suyo con Obito. Sobre todo las salidas, lo pasaban increíble.
─¿Qué ocurre, Zoro?
─Lo siento... ─balbuceó el azabache menor, a lo que Obito a sabiendas de la mirada que proporcionaba su hermano hizo el amago de intentar abrazarlo. Más solo logró tomarle en brazos.
─No te preocupes, Zoro ─dijo, bastante nervioso por aún tener la vista de Itachi sobre él─ lo importante es que estás bien.
─Es verdad, pero no lo hagas más ¿Vale? Nos pegaste el susto de nuestras vidas ─agregó Chay, estirando nuevamente sus labios para besar la mejilla del pequeño; quien simplemente se sonrojó ante el tacto de su madre.
Luego bostezó, al parecer se había cansado más de la cuenta.
─Se nota ¿Verdad, Obito?
El azabache inhaló todo el aire que pudo y luego lo exhaló como si no hubiese un mañana, Chay medió una leve mueca. No es como si el de coleta fuese un hincha pelotas como lo era Obito, sin embargo, tenía ese no-se-qué de Fugaku que al azabache mucho le repugnaba. Solo por eso, ellos se llevaban bastante mal a veces.
Sus personalidades chocaban la mayoría de veces.
─¿Quieres frenar con eso? Por favor─gruñó el pelinegro, causando que Itachi alzara los hombros con inocencia. Entonces Zoro se acurrucó en los brazos de su padre sin previo aviso, enrollado así ambos brazitos en su cuello.
Obito se sorprendió, era primera vez que él tenía ese grado de afecto con él. Él no sabía si sentirse feliz o mal por ello, solo por el simple hecho de no ser capaz de dar lo que un padre normal daría. Y no, él no pensaba en el dinero.
Se trataba de otra cosa. Otro tipo de entrega que debería tener un padre.
─En fin, nosotros nos vamos ─cortó el silencio una vez más el de coleta, tomando suavemente la mano de su novia mientras que con la otra se despedía y ella imitaba su acción─ Por cierto, Izuna me ha dicho que Madara depositó... por si te interesa.
Este cabrón lo sabe todo. Se dijo internamente el pelinegro con mucho fastidio, aguantando ssí las ganas de enrodar sus ojos o simplemente ponerlos en blanco. Sin embargo, medió una sonrisa antes de agradecerle por lo de Zoro y despedirse.
Su humor había cambiado desde que tenía a Zoro entre sus brazos.
─¿Quieres que lo lleve? Sé que pesa... ─habló Chay, en cuanto caminaban dentro del centro comercial una vez más. Obito con un Zoro adormilado en sus brazos.
─Nah, si hablas por el peso eso me da igual ─respondió, soltando una pequeña risa.─ no subestimes mi fuerza y capacidad.
─No lo dudo...
Chay lo comprendió, sonriendo de igual manera. Él estaba feliz, después de mucho tiempo veía ese brillo que lo caracterizó en varias ocasiones. Solo por el hecho de Zoro quedarse en sus brazos, no pudo evitarlo pero le resultó adorable.
Zoro como pudieron darse cuenta, era más de madre.
─¿Quieres ir a comer algo? Porque creo que la película ya terminó y el cumpleaños también, yo invito... Debes tener hambre ─sugirió el azabache, sonriendo ampliamente mientras le observaba hacia abajo por la diferencia de estatura.
La Weber medio una mueca ante ello y posó uno de sus dedos en su barbilla, antes de observar la hora en su teléfono y sentir un grado de culpa por haberse perdido el cumpleaños de Naruto. Más si tenía más de 30 llamadas perdidas de su amiga, Kakashi, su tío y Shisui. Todos parecían desesperados porque llegara y no lo hizo.
Naruto estaría triste por ello, y Zoro lo más probable que también.
Entonces, antes que la azabache pudiese decir algo en negativa o triste, Obito con una de sus palmas quitó el móvil de sus manos y lo guardó en su bolsillo trasero. Ella le dio un leve empujón con desconcierto y el pelinegro rió.
─Cuidado, Zoro está dormido ─se excusó entre risas y ella gruñó por lo bajo─ ¿Y? ¿Qué dices? ¿Tregua?
En ese momento, con aquella mirada de gato con botas que solía poner el azabache para conseguir lo que quería ella suspiró y luego asintió en afirmativo. Luego se arrepentiría de esto, lo sabía con mucha certeza, sobre todo por la bronca que se ganaría de parte de todos.
Pero ellos no la entendían, ni al azabache.
Y no lo harían jamás.
El motor frenó de golpe, así como también lo hizo el vehículo a las afueras de la casa Namikaze. Zoro dormía plácidamente en los brazos de la Weber mientras Obito daba un bostezo al volante.
Las 00:30 pm.
Había sido una tarde cansadora y un viaje demasiado largo.
─Obito, la puerta está con seguro ¿Podrías...?
El azabache asintió, esta vez quitando los seguros que había en todas las puertas de aquella enorme camioneta y Chay abrió enseguida la del copiloto para bajar de ahí junto a Zoro cubierto de mantas como si fuese un completo bebé. A pesar de tener cinco años.
Pero ella no iba a arriesgarse, pues si por algo conocían al pequeño era por lo maravilloso que era al enfermarse de los bronquios cada mes. Que se note la ironía.
─¿No vas a despedirte? ¿Qué clase de modales son esos? ─habló el pelinegro en tono de burla y quejas, haciendo que Chay se volteara nuevamente con cierto toque de irritación y subiese un poco en el asiento para despedirse teniendo aún a Zoro en brazos.
Entonces, en el preciso momento en que ella iba a besar su mejilla para decir adiós, un mal movimiento de parte del azabache logró que ambos labios se juntaran en un beso de pico accidental.
Chay se sorprendió enseguida, abriendo sus orbes de par en par mientras se alejaba rápidamente e intentaba no despertar a Zoro. Sin embargo, Obito tomó su brazo sin previo aviso y la acercó a él; ambos rozando sus labios suavemente mientras sentían ambas respiraciones chocar entre sí. Óbito sonrió levemente ante ello
No fue hasta que Chay reaccionó a lo que estaba ocurriendo que se separó brúscamente y tras dar un beso suave en su mejilla bajó finalmente de la camioneta con Zoro en brazos. Bastante nerviosa mientras cerraba la puerta de esta misma de un solo golpe, antes de caminar hacia el humilde hogar de su prima Kira y el cumpleañero, Naruto.
La pelinegro suspiró, esto no sería fácil.
Esperó unos segundos en la puerta luego de haber golpeado, meciendo a Zoro de vez en cuando como si fuese un bebé. Él lucía demasiado adorable y Chay lo amaba.
Volviendo al tema, aunque tratase de ignorar sus pensamientos, de igual forma le daba nervios saber que la camioneta de Obito aún no se iba. Él los observaba, pero hasta que logró entrar a la vivienda, el azabache ya no tenía más que hacer. Solo volver a casa y acatar las consecuencias, o checkear el estado de Sasuke.
Había sido un día no tan terrible después de todo. Han habido peores. Se dijo, segundos antes de arrancar la camioneta azulada e irse de ahí.
─¡Vaya, vaya! ¡Pero si es doña retrasos y nocontestomisllamadas quien viene llegando!
Chay tragó saliva sonoramente, demasiado nerviosa ante el rostro enfadado de Marina frente a ella. Shisui observando la escena desde una esquina mientras checkeaba de vez en cuando a Amara, quien dibujaba sobre unos cuadernos tranquilamente.
¿Cómo ed que aún seguía despierta?
─Ich fühle es ─soltó la azabache con una sonrisa inocente, sonrisa que se esfumó en cuanto vio el rostro enfadado y decepcionado de Kushina.─ Tía, yo...
─Naruto está durmiendo también, acuesta a Zoro con él antes que se pegue un resfriado. ─cortó las palabras de la muchacha en dos segundos, por lo que, ignorando el rostro molesto de su amiga se dirigió al cuarto de su primo con los nervios de punta.
Allí recostó a su hijo, quien babeaba un poco mientras dormía pero no causaba mayores dramas, más si ella lo habia limpiado para que no manchase a Naruto y cuando quiso hablar hacia Kushina, no pudo hacerlo. Pues, ella alzó su mano detonando el silencio absoluto.
─¿Dónde estabas? ─cuestionó la de ojos azulados en cuanto Chay volvía al salón principal, notando una gran bolsa que se traía en manos.
Chay observó a Shisui de re-ojo, pidiendo un poco de ayuda con la mirads. No obstante, mucho no podía hacer él. Pues también estaba molesto. Sobre todo porque Naruto estuvo toda la tarde preguntando por Zoro.
El rubio lo había querido en su cumpleaños.
─Pues...
─Si me dices que saliste con el capullo de Obito y esa bolsa que tienes ahí es algo que él te ha comprado es que eres estúpida. ─bramó Marina sin tacto alguno, mientras Kushina se alejaba del salón principal para ir a su habitación y ni escuchar lo obvio.
Su sobrina sí que era estúpida.
Aunque, la pelirroja más que molesta; estaba dolida. Nunca creyó que su sobrina preferida sería capaz de faltar a algo así.
Mucho menos por Óbito.
─Marina, es que tú no sabes lo que pasó y... quiso compensarlo y yo...
─Que lo sepas, esta no te será fácil. Y sí, estoy demasiado enfadada contigo.
Tras decir aquello, la mujer de gafas y ojos azulados cruzó el salón principal para ir junto a su hija y al azabache de cabellos alborotados. Chay dio un suspiro, observando aquella bolsa entre sus dedos que contenía las zapatillas que se había probado antes y quiso sonreír; más no pudo hacerlo porque la había cagado.
Y esta vez en grande. Como siempre.
// Espero les haya gustado la lectura, esto es un mundo alterno pero igualmente pueden haber spoilers.
¡Hola! Por fin me doy el tiempo de subir la parte dos del capítulo anterior, ¿Qué les pareció el capítulo? si bien es cierto este no está tannn... mm no sabría explicarlo pero que sepan, esto es solo el comienzo. Aunque tampoco se armen muchas expectativas jaja😭
En fin, espero les haya gustado el capítulo y muchas gracias por leer, que tengan un muy lindo día porque se lo merecen❤💓
Por cierto, la canción Broken Home de 5sos será el soundtrack de Zoro😭 Me inspiro mucho con ella y el bebé😭 y eso jaja.
Adiosín💓
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro