CAPITULO NUEVE
ESPERANZA
"Primer beso"
Meses más tarde, año 2010. Residencia Hatake, Wurzburgo;
Eran las tantas de la noche, la luna iluminaba todo el sector desolado en una de las calles más peligrosas de Wurzburgo; calle en la cual un grupo de cuatro personas se encontraba y caminaba sin cesar en busca de algo.
Algo que ninguno a excepción de la guía sabía.
La chica observó su móvil con frustración, segundos antes de frenar su paso e intentar abrir un portón enorme algo deteriorado al finalmente haber dado con la dirección. Enseguida, comenzaron las sospechas.
—Insisto, ¿Estamos aquí por...?
—Shh, tú calla y camina.
Chay soltó un suspiro y luego golpeó su frente con algo de frustración, abriendo así definitivamente aquellas rejas para ingresar, demasiado nerviosa ante la idea de estar fuera de aquella casona algo vieja y deteriorada. Tenía miedos, demasiados. Y las preguntas de Elise no la ayudaban para nada.
Marina se asomó por la ventana apenas pisaron lo que era un anti jardín poco cuidado, aunque fue quitada enseguida por la misma pelinegro. Demasiado nerviosa ante el hecho de que pudiesen verlas o de estar en la casa equivocada. Pues, ella al revisar la dirección jamás pensó que el peligris pudiese vivir en esas condiciones y temía no estar en lo correcto.
Él siempre lucía tan... ¿Bien? No como para vivir en esas condiciones. Aunque igual comprendía entonces el por qué siempre pedía dinero.
—Chay, no lo entiendo ¿Por qué caminamos tanto para estar aquí y no podemos entrar? —murmuró la de ojos azules, algo resignada.— Y también ¿Para qué? Tú dijiste que iríamos a comer algo, no que estaríamos fuera de una pocilga... Esto por muy guay que luzca, asusta también eh.
La azabache iba a responder, mordiendo así su labio inferior por el frío que comenzaba a sentir. Sin embargo, otra voz fue la que impidió tal hecho;
—Óbito la ha invitado a pasar el rato y dijo que trajera amigas, esa es la razón de por qué estamos aquí. —explicó el único hombre del grupo, aquel castaño de dientes dolidos; Kiba.— Les ha tomado el pelo con la comida.
—Espera, espera, si dijo amigas ¿Por qué estás tú aquí? —regañó la morena, Lis— ¿Y qué es ese olor? Joder, ya quiero ir a casa.
Chay soltó otro suspiro ¿Por qué Kiba era siempre tan directo?
—Kiba es amiga también, que lo vayas sabiendo Lis. —respondió con algo de gracia y fastidio para molestarlo, a lo que Kiba frunció el seño— Es broma, corazón. Tú eres mi guardaespaldas.
—Tsk, lo que digas...
Estuvieron así por un rato, tratando de observar los mínimos detalles dentro y fuera de aquella casona. El olor no era algo agradable, al menos para alguna de las chicas que había fuera. Kiba sabía de sobra lo que ese hedor significaba y más por el ambiente desagradable que había, pero aún así, tampoco pretendió decir algo. Chay había estado muy ilusionada con la idea de salir con Obito después de no verlo durante unos dos meses, incluso si fuese en un lugar tan peligroso como en el que estaban.
Él no podía negarle tal hecho.
—¿Esta casa es de Obito? —cuestionó Marina en voz baja, sujetando así uno de los arbustos mientras ponía su oído en la pared de concreto con curiosidad. Chay negó con su cabeza, imitando la acción de su amiga.
—Es la casa de Kakashi, —respondió en su mismo tono— Obito jamás lleva personas a su casa, o algo así me dijo cuando quiso estudiar y lo tuve que llevar a la mía.
Marina asintió con la cabeza y medió una leve mueca, diciéndose que su amiga era una tonta por hacer aquel trabajo para él; porque aunque gracias le dio luego de una semana desaparecido, no le sirvió de nada. Porque Obito había reprobado de igual forma y ya no iba a clases.
No obstante, a pesar de todo ya solo le quedaba asentir y seguir las locuras de su amiga. En cambio, Lis aún seguía confundida con la idea de estar en ese lugar sin su consentimiento. A ella no le gustaban las fiestas, claro estaba. Pero ¡Esto ni siquiera parecía una! Y si sus padres supieran donde estaba metida seguramente le reñirían de por vida.
Odiaba ese olor, ese putrefacto y maldito hedor a plantas quemadas o ese ambiente a qué en cualquier momento irían a asaltarte, o raptarte. Era simplemente... yewk. Y no quitemos el hecho del lugar en donde estaban, un pueblo demasiado escondido en lo frío de Wurzburgo.
¿A quién llamarían si sucedía algo?
—Chay ¿Y ese Kakashi quien es? —cuestionó Lis, algo fastidiada y confundida— Nunca hablaste de un Kakashi, siempre eran Obito y Shisui ¿Es otra de tus conquistas o cómo?
Chay soltó una risita pequeña y un tanto maliciosa, a lo que Kiba aprovechó la instancia de distracción para poder posar su vista en la ventana y analizar todo. En donde solo vio unas zapatillas, pero parecían ser de una mujer y se le hizo extraño.
En el instituto jamás les vio con una mujer que no fuese Konan, y todos sabían de sobra que la chica de cabellos tinturados no utilizaba zapatillas. Ni salía con esos tres al estar con Yahiko.
—Kakashi es el mejor amigo de Obito, —contestó Chay— también va al Instituto. Es guapo, te puede gustar Lis.
—¿Qué? No, no, no ¿Acaso te has vuelto lo...?
Sus palabras quedaron a la mitad de pronto, en cuanto él mismo Kiba se dedicó a cubrir su boca con las manos, puesto que la puerta de tal casona se había abierto de golpe y unas risas se oyeron desde dentro. Incluyendo la risa de una mujer, aunque las otras pudo adivinar de quienes eran.
Habían pocas personas.
Shisui salió, una de sus manos parecía estar en su bolsillo mientras que la otra sostenía un cigarrillo un tanto peculiar. Y aunque era pequeño, dio una última gran calada y luego lo lanzó al piso como si nada, pisándolo después.
Lo retuvo unos segundos, para luego exhalar el humo sin problemas. Y se sintió aliviado. Sin quitar su vista algo ida del suelo.
A Lis casi se le salen los ojos en cuanto vio aquella escena, queriendo ir a casa de inmediato, o al menos antes que sus padres se diesen cuenta que no estaba en casa de Marina como habían dicho y andaba vagando entre fumadores diez veces mayor que ella. Marina en cambio, se sorprendió ante tal calumnia. Esto debido a que las veces que conversó con Shisui por SMS o hasta en persona, él parecía ser un marginado y no un tipo que estuviese en esos caminos.
A pesar de tener muchas chicas tras de él, lo era.
—¡Suéltame ya, joder!
Enseguida, todas las vistas se posaron sobre la morena que quitaba las manos de Kiba bruscamente, incluyendo al mismo Shisui que parecía observar el suelo unos segundos lejos de la puerta entreabierta. Chay entró en pánico, ellos no estaban en la casa equivocada pero si en la forma incorrecta.
¿Qué diría Obito al verlos de esa manera escondidos tras los arbustos? Ahí realmente parecerían niñas de trece y catorce años. Cosa que Chay no quería.
—¿Quién anda ahí?
Marina y Chay se repetían en voz baja una y otra vez el quedar calladas desesperadamente, mientras Lis se agarraba de los cabellos y luchaba contra Kiba para no salir corriendo de ese putrefacto lugar. No obstante, antes que pudiesen actuar o decir algo más...fue el mismo Kiba quien salió del arbusto para hacer frente a Shisui.
Quien estaba muy confundido con su presencia.
—Qué tal. —soltó el castaño con una sonrisa, logrando que Chay se maldijera una y mil veces por haberle traído. No, traído no. Dejar que viniera, porque él solo había querido envolverse en esa estúpida salida.— Está linda la noche ¿No?
Shisui frunció el seño, sus ojos algo achinados mientras analizaba al chico que tenía en frente y le apuntaba con su dedo.
—¿Tú qué haces aquí? —preguntó, aún con su seño fruncido y tosiendo un poco luego en su mano— Estos no son lugares para gente como tú, puede pasarte algo si andas solo.
Marina comenzó a abanicarse con sus manos, desesperada. Sobre todo en cuanto vio a Chay salir de los arbustos para tirar su mano y ponerla de pie de un solo golpe. Lis de inmediato las siguió a ambas con algo de pánico y solo se resignó en su posición. No le simpatizaba Kiba.
Para nada.
Chay mordió su labio, tragando saliva después. Sintió vergüenza.
Después de todo, la pelinegro no quería a su amigo el castaño en problemas por su culpa pero tampoco pretendía hacer presencia de esa forma. Era todo un lío.
—Lo siento, Shisui. —dijo, captando la atención del azabache un tanto más aliviado al ver que iba con ella— Obito me ha dicho que trajera amigas y pues...
Shisui sonrió, esta vez cambiando su semblante enseguida al divisar a las personas que se encontraban a los costados de la muchacha. A la morena no le conocía, pero a Marina sí.
Y le agradaba su presencia.
—Si me dijo, pero... ¿Qué hacen ahí? —soltó con algo de gracia, yendo enseguida a saludar a cada uno como corresponde.— Pasen, Obito y Andrea están jugando al resident evil en la play. De seguro les gustará que haya más gente para jugar, porque Kakashi es un tramposo y a todos les gana así que le hemos quitado del juego por ahora.
—¿Andrea? —preguntó la chica hacia el azabache sin escrúpulos en su voz, algo confundida y sintiendo su corazón agrietarse.
Shisui asintió, una leve mueca tintando su rostro.
—Obito la invitó, en su casa están pasando... bueno... cosas. —dijo, algo inquieto mientras caminaba hacia la puerta— ¡Pero no se preocupen! Ella es un encanto y tiene la misma edad que ustedes, creo, así que se llevarán bien.
Chay asintió, algo cabizbaja al simple hecho de oír que no había sido la única invitada por el otro azabache. Marina tocó su hombro en señal de pésame, cosa que la pelinegro quitó enseguida con enfado y tomó del brazo a Kiba para ingresar.
No pasa nada, no pasa nada. Puede ser su prima, puede ser su prima.
—¿Tía, pero tú sabías de esto? —murmuró Lis hacia su prima la de gafas y ojos azulados. Algo preocupada ante la reacción de la pelinegro.
Marina negó con su cabeza.
—Nunca oí nada de una tal Andrea, y mucho menos en su Facebook. —Lis le dio una mirada de sorpresa y confusión a la vez— Sí, si, Chay me hizo revisar todo y cuando digo todo... pues venga.
—Está loca...
Finalmente, ambas ingresaron a la casona con una alza de hombros. Las dos tras su amiga y el Inuzuka, sintiendo así de golpe el olor a plantas quemadas siendo más fuerte. Y peor, el humo estaba por todas partes dentro de la humilde casa.
¿Siquiera la madre del muchacho estaba consciente de ese tipo de cosas?
Elise intentó darse la media vuelta enseguida y marcharse, pero Marina le dio una mirada de "Vamos, es por Chay" para que no se fuese así. Cosa que la hizo tapar su nariz y al menos seguir a su costado. De seguro la pelinegro iba a pagar caro por esto.
Muy caro.
—¡Eh, chicos! —exclamó Shisui con entusiasmo, esto luego de haber cerrado la puerta tras de él y correr hacia el living— ¡Tenemos más compañía!
Chay tragó saliva una vez más y se apretó en Kiba, sobre todo al llegar al living y ver a la chica que con demasiada concentración intentaba no ser comida por zombies a un costado de Obito. Ella era guapa, demasiado guapa. Aquello la hizo estremecer. Aunque más, fue el color amoratado que cubría gran parte de su ojo y mejilla.
¿Se habrá peleado con alguien?
Dio un suspiro. Ella realmente deseaba que la muchacha no fuese más que familia, sino, moriría. Y también, que no haya sido tan grave su pelea.
Entonces, no pudo evitar el observarlos detenidamente. Ellos estaban sentados en el sofá con controles en mano y no prestaron atención alguna a lo que Shisui decía, mientras que el dueño de casa parecía estar algo ido a un costado del azabache. Y Tyler...él tan solo aspiraba una y otra vez de aquella pipa que tenía en manos.
No paraba un solo segundo.
—¡Oye, que estoy diciendo que han llegado las invi...!
—Shisui ¿Te quieres callar? Solo te has fumado dos, no es para que empieces a... —antes de que el peligris pudiese decir algo más, finalmente volteó la mirada y les observó a todos. Sonriendo de inmediato— Oh, hola.
—Hola, linda casa... —respondió Marina, al ver que los demás solo saludaban con la mano. Kakashi soltó una leve risa y achinó sus ojos.
—No mientas, esta pocilga es un asco.
—Tiene razón, es horrible. —habló Lis, sin escrúpulos en su voz al dar opinión sobre el tema y observar a su alrededor. Aunque sintió una breve brisa de vergüenza al hacerlo.
Chay echó una mirada a ambas, algo asustada por lo que Kakashi pudiese decir ante ello. No obstante, este solo se puso de pie y con una sonrisa deforme le apuntó con el dedo. Lis le observó hacia arriba, confundida y hasta algo intimidada.
—Sincera. —dijo— Me caes bien ¿Cuántos años tienes?
Lis frunció el seño, sus mejillas levemente sonrojadas al ver como éste parecía mofarse y se acercaba a ella. Incluso si no lo estaba haciendo a tan gran escala.
—¿No preguntarás mi nombre primero? —soltó ella, sintiendo la pregunta algo más lógica que su edad. Kakashi alzó sus hombros, tomando dos copas sucias que habían en el suelo.
—Eso no me importa, lo importante es saber si me iré preso.
—¿Qué? —por poco exclama Lis, sin comprender mucho mientras Shisui se aguantaba la risa. Al parecer, el peligris no estaba en sus mejores cabales— Mira, muy dueño de casa podrás ser pero yo...
—Tiene trece. —cortó Marina, al notar que ahora los ojos de Tyler se posaban en Lis.
Chay ya les había advertido sobre ese hombre. Y bueno, ya conocían la historia del cumpleaños de Lee. No era de fiar.
—Oh, pues... iré a buscar algo.—dijo, algo incómodo— Siéntanse como en casa.
Dicho aquello, el peligris de media sonrisa desapareció por una entrada a lo que parecía la cocina y Lis soltó un suspiro, realmente ese ambiente no le agradaba. Y bueno, a ninguna de las tres.
Incluso si el Hatake fuese guapo, eso no quitaba el hecho de las cosas que hacían. Eso estaba mal.
—¡¿Qué?! ¡¿Pero qué putada has hecho hombre?!
De inmediato, la mirada de todos los presentes se posó en la chica que estaba a un costado de Obito y gritaba, aunque esta vez ella había lanzado el control al suelo un tanto enfadada; por poco matando al azabache de su lado. Sin embargo, lo que más llamó la atención fue su idioma y acento. Ella era de habla hispana.
No como el resto de presentes.
Obito soltó una leve risita algo inocente, esto al haber asesinado a su compañera en el juego por inercia y sin saber exactamente la razón. No obstante, en cuanto quiso recoger el control para dárselo a Andrea y seguir jugando, Shisui fue quien quitó el enchufe y todo se fue al carajo.
Maldito Shisui.
Ahora, la televisión estaba en completa oscuridad mientras el azabache de cabellos alborotados moría de la risa junto a Tyler. Los demás observando la escena.
—¡¿Pero qué mierda has hecho tú?! —exclamó esta vez Obito hacia Shisui, algo desesperado mientras tomaba su cabeza— ¡Justo iba en la penúltima parte, joder! ¡Eres un maldito capullo!
—Llegó tú visita, no seas descortés. —murmuró en su oído, quitando un poco su risa y sin ser oído por las visitas, cosa por la cual Obito frunció el seño.— Chay, idiota. Tú la invitaste.
Entonces, fue en ese momento cuando el pelinegro se dio la vuelta para ver a quienes recién llegaban. Andrea hizo lo mismo con algo de entusiasmo al oír a Shisui, —Menos mal no era la única mujer en esa pocilga—, saludando con su mano y una leve sonrisa. Chay murió por dentro, realmente la chica era muy hermosa y sintió que ya no valía nada para el azabache.
Después de todo, Chay tan solo era una niña.
—¡Negra, llegaste! —exclamó el pelinegro, poniéndose de pie enseguida para saludar y apretarla en un fuerte abrazo. La azabache se sorprendió— Creí que no vendrías la verdad, como siempre te controlan y esas cosas... ¿Cómo estás?
Kiba rascó su nuca con incomodidad al ver la escena, segundos antes de ir y sentarse a un costado de Tyler con un bufido, mientras las otras chicas se ubicaban en el sofá siguiente. Odiaba hacer este tipo de cosas por Chay.
Ella medio sonrió y luego moduló una mueca. Sintiendo algo de vergüenza por las miradas que recibía de sus dos amigas.
—¿Desde cuando me niegan los permisos? —dijo, rascando levemente su nuca con confusión y Obito alzó sus hombros, parpadeando un par de veces— ¿Ella es tu novia? Disculpa que pregunte pero...
El azabache comenzó a reír en cuanto escuchó sus palabras, llamando la atención del resto y luego negó con su cabeza repetida veces. Sus ojos estaban algo pequeños y rojizos, sin quitar el hecho del gran magullón de su rostro. Lucía cansado.
—No, ella es la novia de mi hermano. —explicó, causando la vergüenza inmediata de la Weber por pensar cosas indebidas— Estaba en mi casa, pero Izuna tuvo unos problemas así que la dejó a mi cargo. Aunque parezca mayor tiene catorce como tú. Es un encanto ya verás.
—No lo dudo, es hermosa. —dijo, una leve risita escapando de su rostro— ¿Tú hermano el que viene después de ti? —preguntó, para evitar lo rojas que estaban sus mejillas.
Hace mucho que no le veía y se sentía nerviosa, a no ser que fuese por videochat.
—No, el mayor. —rió, esta vez tomando su brazo para que fuesen hacia el resto y se sentaran en la alfombra. Todos los sillones estaban ocupados— Le gustan menores, es raro.
—¿Y a ti no te gustan menores? —no pudo evitar cuestionar, sus mejillas levemente sonrojadas en cuanto se ubicó a un costado de Obito y sentía la mirada penetrante de Tyler tras de ella. Ese tipo le daba repulsión.
Obito alzó sus hombros, sin mucha importancia.
—No lo sé, nunca he tenido novia.
Chay abrió sus ojos de par en par, sorprendida ante sus palabras mientras el resto conversaba sobre cualquier cosa que Shisui dijese —sobre todo con Marina— y Kakashi finalmente llegaba con bebidas. No, el peligris no sería capaz de dar drogas a los niños y mucho menos alcohol.
Bajo el efecto o no, él tenía educación y moral.
—¿Hablas en serio? —Obito asintió, tomando una copa llena que había en la mesa de centro. Chay supuso que era de él— Pero... alguna vez tuvo que gustarte una chica ¿No?
El moreno tragó un poco del contenido y luego posó su vista en Chay, ladeando un poco la cabeza.
—Obvio si, pero no es como que me importe mucho. —dijo— No está en mis prioridades... ¿Y tú? ¿Has tenido novio alguna vez?
Uno. Chay mordió su lengua, intentando no responder con total sinceridad al sentirse algo zorra con tan solo catorce años. Y él apenas con diecisiete no había tenido novias, seguramente hasta era virgen. Aunque no lo pareciera.
Ella también lo era, claro está. Pero eso solo la hacía enfocarse aún más en él y quererlo. Era algo prohibido, algo poco usual en los hombres. Chay estaba obsesionada.
—No, tengo apenas catorce ¿Cómo crees? —soltó, dando una leve risa y el azabache se la siguió.
—Me agrada saberlo...
Dicho aquello, ambos quedaron en silencio un momento mientras oían las conversaciones de los demás. Obito tomando de vez en cuando de su copa, la cual ni siquiera era suya en primer lugar. Pues, solo la había tomado de ahí al sentir sed y Chay jugaba con sus dedos al ver como Kiba parecía llevarse bien con Tyler, algo poco usual en el castaño.
Estaría alerta, eso sin duda.
Mismo horario.
Residencia Uchiha, Wurzburgo.
—Izuna, te estoy hablando ¿Siquiera tendrás el descaro de responder o mirarme?
El azabache de cabellos largos movía la cuchara en círculos dentro de su taza vacía, sin siquiera ser capaz de subir la mirada hacia su madre. No quería discutir, odiaba tener que hacerlo porque suponía ser el hijo perfecto y lo odiaba. Más por idioteces como esas. Incluso si Fugaku no hubiese tocado un solo pelo en él y lo tuviese en un altar; Madara ya se había encargado de él en su niñez y quizás, solo quizás por esa razón era así.
Minucioso. Prolijo. Tranquilo.
—Izuna...
—¿Qué quieres que te responda? —soltó de golpe, presionando un poco su cuchara para no tener que subir la voz. Fugaku dormía plácidamente y pobre de quien fuese capaz de despertarlo— ¿Qué me arrepiento de estar con alguien seis años menor que yo? ¿Eso quieres oír? Además, ¿Por qué siquiera te importa el tema? Ni siquiera Fugaku ha hecho dramas por ello, mamá. Hay cosas más importantes que eso en esta casa y lo sabes.
Mikoto frunció el seño, notando como las cejas de su hijo se juntaban en una señal de enfado sin siquiera observarla. A ella no le gustó aquello.
—Ella no me agrada. —gruñó, sin siquiera responder a sus preguntas— No quiero que estés con ella, te pueden demandar si sus padres se enteran.
—Sus padres lo saben, no se hacen problemas como tú. —contraatacó, esta vez posando finalmente su mirada hacia la suya.— Ya llevamos dos meses, pero eso ya da igual.
Mikoto tensó su mandíbula, esta vez poniéndose de pie con demasiado enfado y aguantando el golpear la mesa. Sí, ella era sumisa con su esposo pero a la hora de poner orden con sus hijos también podía adquirir carácter.
Más al perder a su último legado, la única niña.
—No estarás con ella, ya lo he dicho. —gruñó, queriendo salir de la cocina para que Izuna no siguiese con el tema— No me agrada y punto.
Izuna inhaló todo el aire que pudo, solo para luego soltarlo de golpe y ponerse de pie para seguir a su madre. No tenía que dejarla despertar a Fugaku o las cosas se tornarían feas.
—Mamá, hay cosas más importantes que el saber con quien salgo y con quien no. —exclamó en un susurro, tomando así la muñeca de aquella mujer— ¿Siquiera te has preguntado dónde está Obito? ¿Cómo está con esto de nuestra hermana? O por lo menos ver si está asistiendo a clases ¿Acaso has notado sus moretones y lo brusco que ha sido Fugaku? Esas malditas heridas me dan asco, pero no... Tú estás aquí reprochándome porque estoy de noviazgo con una chica que no te agrada. Eres increíble.
Crack. La mano estirada de Mikoto se había estampado en el rostro de Izuna sorpresivamente, ella a rostro enfadado mientras rechinaba sus dientes. Como odiaba que su hijo mayor le reprochara cosas que no estaban en sus manos. El pelinegro tensó su mandíbula y tocó su mejilla enseguida, la cual aunque el golpe no fuese grande se sintió impotente.
Era primera vez que su madre le tocaba un pelo por algo así. Era estúpido.
—Respétame, soy tu madre. —gruñó, esta vez quitándolo bruscamente de la habitación de Fugaku para no despertarlo y poder hablar fuerte, a pesar de estar consciente que sus otros hijos dormían en la habitación siguiente— Muy buen hijo serás, Izuna. Pero a mí me respetas ¿Vale? Y si yo digo que no me gusta esa chica, es porque no saldrás con ella ¿Me comprendes?
1... 2... 3...
Izuna estaba conteniéndose, perdiendo la paciencia poco a poco ¿Hasta cuando su madre seguía preocupándose por cosas banales en vez de sus hijos?
—¿Siquiera escuchaste algo de lo que he dicho? —respondió, esta vez siendo él quien tomaba la muñeca de su madre para llevarlo a su habitación de golpe. Tenía algo que mostrar.
La mujer poco comprendió. Sin embargo, tan solo se resignó al fuerte agarre de su hijo hasta que le llevó al mueble de Obito en donde éste dejaba su ropa. Su rostro demasiado serio para estar bromeando.
—Izuna ¿Qué estás...?
—Abre el cajón y verás, no soy yo de quien tienes que preocuparte. —bramó, por poco empujando a la mujer para que viese lo que había dentro.— Habla con él, preocúpate y no lo descuides. A mí no me escucha.
Izuna no quería hacerlo de este modo, realmente no quería... pero estaba cabreado. No por él, si no por su madre. Pues, ella si veía algo mal en Itachi o en Sasuke, pronto se preocupaba. Incluyéndolo a él. Pero a Obito le dejaba a la deriva con el mundo como si nada, como si su hermano estuviese bien con todo.
Solo porque quería quedar bien con Madara, aunque fuese extraño. Obito era su bebé.
Mikoto tenía que frenar todo esto cuanto antes, sobre todo lo abusivo que se había vuelto Fugaku tras la pérdida de su única hija. Ella sufría en el fondo, por eso se molestaba al pensar en el tema. Pero poco se podía hacer contra ello.
—¿Qué? ¿Por qué Obito tiene esto? —soltó la mujer, sorprendida y algo asustada al ver una enorme cuchilla junto a una manopla de bolsillo. Ambas acopladas bajo varias playeras del azabache.— Izuna, tienes que decírmelo todo. Todo lo que sabes. Dios, a Fugaku no le gustará que...
—¡No, mamá! ¡¿Es que acaso no ves el problema?! —exclamó, finalmente perdiendo la cordura frente a ella— ¡Si se lo dices a Fugaku, lo único que hará es pegarle de nuevo y así no se solucionan las cosas! ¡Habla con él o algo, pregúntale qué es lo que le pasa! ¡Lo que sea!
Mikoto pegó un leve brinco, para por consiguiente observar aquellos implementos una vez más y luego cerró el cajón, soltando así un breve suspiro para volver su vista hacia Izuna. Él no entendería, su bebé estaba bien.
—Tú lo que quieres es que me olvide de Andrea, por eso estás acusando a tu hermano y quieres que le regañe. No me esperaba eso de ti, Izuna. —respondió, sin doblegar su postura terca sobre él— Esto no se lo diré a Fugaku, solo porque ya se le ha pasado la mano esta semana y no quiero que Obito siga yendo a clases en esas condiciones. Pero no te pienses que tu padre no lo sabrá... ¡Ah! Y lo olvidaba, no saldrás con esa chica por más que ruegues. Ustedes me lo deben, no quiero chicas en esta casa.
—¿Siquiera te estás oyend...
—Silencio, —espetó, inhibiendo las palabras que saldrían de la boca de su hijo mayor— y te vas a dormir. No se hablará más del tema, mucho menos en frente de Fugaku ¿Comprendes?
Izuna rechinó sus dientes y tan solo aguantó la respiración para no decir algo más. Su madre era demasiado dependiente, pero ahora estaba al máximo.
—Nunca lo olvides, —murmuró ella en cuanto se acercaba cada vez más a Izuna, propinando así un beso de pico en los labios del mismo estando de puntillas. Lo cual estremeció a sus entrañas, por mucho que su madre lo hiciera siempre— ustedes son míos. Buenas noches.
Dicho aquello, la mujer con su rostro serio y muy enfadado salió de aquella habitación. Izuna sintiendo su pantalón vibrar con mucha fiereza al recibir una llamada inesperada.
¿Tobirama?
—Hermano, ¿Qué quieres? Son las tres de la mañana —se quejó el azabache al descolgar su teléfono en un instante— no molestes, al menos no aho...
—Voy por ti en diez, ocurrió un incidente en casa del amigo de tu hermano. —soltó de golpe, su voz firme y decidida tras la línea telefónica.
Izuna entró en alerta, creyendo muchas cosas. Aunque estaba algo aliviado de saber que su hermano no estaba ahí como de costumbre.
—¡¿Qué?! ¡¿Qué ocurrió?! —exclamó, un tanto preocupado y de inmediato cogiendo una chaqueta de su closet— Por favor dime que no es algo grave.
—No lo sé, pero Tyler me llamó y no estaba en sus mejores cabales. —explicó, su tono de voz demandante como el de siempre— Tú hermano está ahí por cierto, en caso de que no lo supieras.
Maldito mentiroso. Se dijo en su cabeza el de cabellos ennegrecidos mientras presionaba sus puños, demasiado enfadado. Pues, su hermano había dicho que llevaría a su novia a casa y que luego pasaría a quedarse en casa de su abuela. Gran mentira había logrado a decir verdad.
Porque Izuna se lo había creído.
—Está bien, te espero. —dijo, sus dientes resonando de fondo suavemente— No demores.
Su corazón estaba latiendo con fuerza, y su cabeza explotaría ¿Qué era lo que había hecho Obito esta vez? Sin duda alguna, esperaba que no fuese tan grave. No quería más sufrimiento para su hermano, incluso si tuviese que teñirlo él mismo para que reaccionara.
Horas antes.
Residencia Hatake, Wurzburgo.
El tiempo había pasado volando, las conversaciones cada vez se volvían más profundas y los debates también. Lis no parecía muy contenta con tener a tanto drogadicto a su lado hablando estupideces, pero aún así una que otra risa se le había escapado junto a la cuñada de Obito. Al igual que con Marina, quien se encontraba en el sofá siendo abrazada por Shisui. La castaña de gafas queriendo llegar a algo más desde que habían comenzado a charlar sobre sus inquietudes.
Aunque, deseaba y prefería que aquello pasara en otro momento. No cuando él estuviese en ese estado.
Todos parecían estarlo pasando bien, a pesar de todo. Incluyendo a la pelinegro de ojos ennegrecidos, quien no había dejado de charlar con Obito un mísero segundo. Aquello era perfecto para ella.
—Obito ¿Qué te ha pasado en la cara o en tus brazos? —cuestionó Chay, finalmente queriendo solventar su duda al ver como éste tenía vendas en los brazos bajo su polerón. Sí, ella los había notado y no podía evitar el preocuparse.
Éste entreabrió sus ojos y alzó los hombros, sin mucha importancia.
—Me caí.
—¿Es enserio? No parece una caí...
—¿Y si jugamos a algo? —soltó Tyler de la nada, teniendo a Kiba abrazado y algo sonrojado a su costado. Aunque también, cortando la conversación de la azabache junto a Obito. Mejor para el pelinegro de todas formas, no quería dar explicaciones a las marcas de Fugaku— Me estoy aburriendo y la play no prende ¿Qué mierda has hecho, Shisui?
Shisui soltó una risa, acomodándose un poco más en el sofá junto a Marina. Kiba soltó un gruñido, al parecer Tyler lucía un tanto feliz.
—¿Recién te das cuenta? —cuestionó, haciendo gruñir al rubio con molestia. Luego, se puso de pie sorpresivamente y estiró su mano hacia Marina.— ¿Quieres dar una vuelta? Así nos quitamos un poco el olor...
—Pues... —balbuceó la ojiazul, sintiendo vergüenza al ser observada por Lis y Chay— por mí no hay problema.
Dicho aquello, Marina se puso de pie y ambos caminaron hacia las escaleras para subir y dar un recorrido a la planta alta. Esto mientras los demás quedaban allí haciendo nada, Lis los observó a todos y gruñó por lo bajo. No era justo que su prima la dejase sola por un hombre.
Y tampoco es como si pudiese hablar con Chay para distraer el hedor a plantas, porque había estado toda la noche junto a Obito y Kakashi unas cuantas veces. Solo quedaba la española, al menos ella comprendía algo de su pensar.
—¿Cómo aguantas esto? —cuestionó la morena, confundida.— El olor es fatal.
—No lo sé, yo cuando llegué creí que sólo jugarían a la play. —explicó— Pero luego Obito me pidió que guardara el secreto sobre esto a Izuna, porque tú sabes que eso es droga ¿Verdad?
Lis asintió, disgustada, pero lo hizo. Kakashi no le quitaba la mirada de encima, aquello le daba vergüenza. Creía tener algo en el rostro o parecido, pues no se pensaba otra razón para que pudiese mirar.
Incluso si fuese guapa como las demás.
—Y eso básicamente, es buen chico.—finalizó, con una breve alza de hombros mientras observaban a Obito.
—Lo noto...
Segundos más tarde, fue el mismo grito de Tyler lo que alertó a todos. Incluyendo al Hatake que no paraba de posar su vista en la morena, cosa por la cual creyó era el efecto de lo que consumía o solo le había gustado como cualquier otra.
El rubio colmaba su paciencia, por mucho que Kiba lo estuviese aguantando a todo momento. Si no fuese por las plantas, no lo habría invitado. Lo gratis siempre es mejor ¿No?
—¡Hagamos cosas, retos! ¡No lo sé!
Obito se tomó la frente, cansado de oír las estupideces de un volado Tyler. Además de no agradarle, ni siquiera sabía el por qué Kakashi le había invitado. O tal vez sí lo sabía pero ya lo quería fuera de casa, realmente colmaba su paciencia. Lo único bueno de ese momento es que su nueva amiga había ido a pesar de la corta edad que tenía.
A esa edad, Fugaku apenas y les dejaba salir a patinar.
Se sintió algo culpable por llevarla a ese mundo. Sin embargo, ella no había ingerido nada de lo que había en su mesa y eso al menos le reconfortaba, ella era sana. No como ellos.
Aunque de todas maneras, la marihuana en unos años sería legalizada y no había mucha diferencia con que lo hicieran ahora. Obito ya no sabía ni en qué pensar, todo su mundo se revolvía como una taza de café.
—Chay, creo que debemos irnos... —murmuró el Inuzuka un tanto avergonzado a un costado de Tyler, notándose algo débil de cuerpo. Obito encendió sus orejas para poder escuchar mejor, aunque la pelinegro no estaba muy feliz con esa idea.
Kiba parecía estar actuando extraño, como si la simple presencia de Tyler le atormentara o le diese... ¿Vergüenza? Chay no lo comprendía, pues el castaño no solía ser así.
—¿Por qué? Me estoy divirtiendo... —respondió, algo sonrojada al tener la mirada curiosa de Obito encima— Además, salir a estas horas es peligroso aquí. Nos puede pasar algo si nos vamos...
—Es cierto, Kiba. —apoyó el azabache. Kiba se sintió incómodo.— Es mejor que te quedes.
—Tengo un mal presentimiento... —dijo, aunque luego tuvo que salir de ese lugar al sentir las manos de Tyler tocar su abdomen y correrle hacia atrás. Obito soltó una risa.
—¿Es gay?
—No que yo sepa...
En ese momento quedaron en silencio, al menos hasta que Lis abrió su boca.
—¿Dónde está Marina y Shisui? —preguntó, un tanto inquieta pero más relajada al haber conversado con la castaña de Andrea.— Ya ha pasado mucho tiempo ¿No?
La pelinegro ladeó su cabeza, un tanto pensativa y luego asintió. Sí había pasado un rato, tal vez debía ir a checarla debido a que Shisui tampoco estaba en sus cabales y se preocupaba por su amiga. Esos dos conversaban mucho, y le agradaría la idea de que pasaran a algo más pero no de esa forma.
No con marihuana de por medio.
—¿Me acompañas? —cuestionó la Weber hacia el azabache, quien lucía algo ido en sus pensamientos. Aunque al oírla asintió.
Chay sintió nerviosismo, aquellas hormigas recorriendo cada parte de su cuerpo al sentir como finalmente con Obito hablaban cada vez más y más con ella, todo salía a la perfección y quería morir. Él lucía tranquilo tras de ella al subir las escaleras, sin embargo, en el último escalón estuvo a punto de caer.
Eso la preocupó un poco, cortando sus pensamientos fantasiosos junto al azabache.
—Oye ¿Estás bien? —cuestionó, retrocediendo unos pasos— No te me caigas ahora, soy una niña y no podría sujetar a un ebrio.
Obito soltó una risa, finalmente poniéndose de pie al oír la referencia de la chica. Había algo en ella, realmente había algo que no podía describir y quizás eran los hoyuelos de sus mejillas o lo tierna que lucía hasta intentando ser grande como ellos. No lo sabía. No tenía idea alguna de qué es lo que ocurría, pero sí estaba seguro que Chay no era una chica cualquiera.
Se sonrojó.
—No estoy ebrio, no soy de beber. —explicó con algo de gracia, volviendo al camino para disimular sus mejillas rojas— Si bebiera de seguro me ahorcan en casa.
—Estás usando marihuana, —se mofó la pequeña azabache— ¿Acaso eso no es peor?
—Sí, en parte sí.
—¿Y por qué lo haces? —la duda la carcomía, cada vez quería saber más y más del azabache.
Porque me calma.
—Porque Kakashi lo hace, entonces ya lo hago por inercia...
Chay suspiró, pues aquella fue la respuesta más estúpida que haya oído en su vida. Aunque al ser Obito, ella solo siguió escuchando sus habladurías, sin siquiera notar a los dos que subían las escaleras tras de ellos.
A Obito ella no le negaba nada.
—¿Has oído eso? —cuestionó la de catorce años, confundida y algo preocupada al oír cosas... contundentes. Todas al fondo de un pasillo.
Por un momento quiso gritar de la emoción, pero por otro se preocupó. El moreno negó con su cabeza, quitando sus pensamientos idos enseguida.
—¿Qué? —dijo— No te escuché, perdón.
—¿Que si has oído eso tras la puerta? —insistió ella, esta vez yendo de golpe a poner su oído en aquel trozo de madera con alusión. Obito le siguió, sintiéndose un niño otra vez.— Oh Dios mío, esto tiene que ser una broma.
Obito mordió su labio inferior en cuanto puso su oído en el mismo lugar, observando fijamente los labios de la chica en cuanto escuchó los gemidos que provenían de aquella habitación. Sí, él quería besar a Chay.
Sus labios lucían tan ligeros, húmedos y atrayentes. Todo exactamente perfecto para juntarlo a los suyos.
—No pierden el tiempo, —rió el azabache, agachándose un poco para quedar frente a la morena con su oído pegado a la puerta— ellos suelen hablar mucho y salieron hace poco ¿Lo sabías?
Chay parecía sorprendida.
—Si sabía que hablaban mucho, pero eso de que ya han salido juntos no. —dijo, demasiado sorprendida y hasta emocionada— Vaya, no pensé que Marina sería capaz de perde...
Chay abrió sus orbes de par en par y se sonrojó a más no poder, pues antes de haber terminado de hablar el azabache había capturado sus labios en un beso de pico suave y tierno; benevolente. Separándose casi al instante.
Ella no lo podía creer, se sintió en las nubes. Y él... él tampoco.
—O-Obito, ¿Por qué...?
Antes de que pudiese decir algo más, o que Obito quitase su sonrojo por hacer aquello sin pensar claramente, un grito enorme alarmó a los dos junto al sonido de un gran crack a las afueras de la casa. Como si un saco de papas hubiese sido lanzado por la ventana.
Esperen... ¿Por la ventana?
Enseguida, sin dudar un segundo el azabache no demoró en correr hacia el pasillo del fondo junto a Chay para verificar qué es lo que había ocurrido. Pues, se suponía que la madre de Kakashi a estas horas no estaba en casa por su trabajo y ¿Quién más habría de subir, más que alguno de los invitados?
Pronto se oyeron los pasos de las escaleras, pues al parecer todos se habían percatado de aquel grito y el golpe. Aunque al llegar al lugar de donde provino todo, ninguno podía creer lo que veía.
Puto y maldito Tyler.
—¡¿Pero qué mierda has hecho, Tyler?! —aquel fue el grito enfadado de Obito, quien apenas se asomó por la ventana tomó sus cabellos con desesperación. —¡¿Acaso estás loco?!
Hasta Tyler parecía asustado con lo que hacía unos minutos había ocurrido, incluso si no estaba demasiado consciente. Chay estaba atónita y asustada, tanto que quiso bajar de inmediato a verificar el estado de su amigo el castaño. Pero fue frenada por Kakashi; el cual venía junto a Lis y Andrea. Ambas demasiado asustadas con todo.
Esto era horrible.
—¡Yo no lo tiré! —se excusó el rubio, a la defensiva completamente en cuanto vio que Kakashi se acercaba a la ventana para ver qué ocurría— ¡Él solo quiso besarme y me defendí! ¡Yo no soy homosexual!
—¡Eso es lo mismo que lanzarlo por la ventana, maldito idiota! —gritó el azabache, dando un gran empujón hacia él. —¡¿Qué harás ahora si el cabrón se muere?!
—Yo c-creo que deberíamos ir a ver cómo está. —comentó Chay, nuevamente corriendo por las escaleras sin ser frenada pero teniendo la mirada de todos, en especial Obito. Pues, de pronto su cuerpo sudaba frío al solo pensar en su estado.
No sabía que le sorprendía más, el que estuviese en el piso... o que fuese homosexual. Aunque, esas palabras las había dicho Tyler. No necesariamente podrían ser ciertas.
—Dios, no, —habló Lis, siguiendo los pasos de su amiga— sabía que venir era una mala idea. Por dios.
—Calma, Lis. —sugirió la castaña, temblando un poco al seguirlas y tener a los hombres corriendo tras de ellas para ver el estado de Kiba.— De seguro está bien, sí, sí. Oh no, tal vez no. Joder, esto no es nada bueno ¿Sabes? Nos pueden meter a la cárcel y solo tengo trece años, mis padres van a matarme sabes. Joder no.
Lis medió una mueca, sin entender una mierda de sus últimas palabras al ser pronunciadas al español. Sin embargo, eso no le importó mucho al estar afuera ya junto a todos. Kiba convulsionando varias veces en el suelo al haber recibido el golpe en su cabeza con una de las rocas y estar sangrando demasiado. Su pierna derecha estaba un poco doblada y murmuraba cosas que no se podían entender, no era una buena escena a decir verdad.
Más por su brazo, el cual estaba hacia atrás.
—Demonios, voy a vomitar. —comentó la cuñada de Obito, entrando a la casa de inmediato al no soportar ver ese tipo de cosas. Kiba lucía muy mal y solo había sido del segundo piso.
En cambio, Chay se agachó de inmediato a tomar su pulso apenas le vio. Incluso si poco sabía de esas cosas, pues tomar el pulso era algo muy fácil. Kakashi soltó una leve risa y todos le fruncieron el seño.
—Pareciera que tiene párkinson.
A pesar de lo ofensivo que fue, su felicidad no duró mucho. Pues, recibió un golpe en el hombro al decir aquello. Lis lucía muy molesta con aquel comentario y Chay también. Pero era entendible en cierto punto al estar todos bien pasados, a excepción de las mujeres.
Kakashi no sabía lo que estaba diciendo a este punto del día.
—Está vivo, gracias a dios. —dijo la pelinegro para si misma, aunque muy temblorosa y asustada al no saber qué más hacer.
Tyler se tomó de los cabellos mientras Obito pensaba en mil maneras para arreglar ese desastre; desastre del cual no se libraría tan fácil. Y ninguno de ellos, en especial Chay.
Esto sacaba ella... por salir con Obito.
// Espero hayan disfrutado la lectura, esto es un mundo alterno pero igualmente puede tener spoilers.
¡Hola! ¿Qué les pareció el capítulo? La verdad es que lo había planeado terminar en otro punto pero se me alargó todo y tuve que cortarlo😭 jaja pero en fin, espero les guste de todo corazón 😭❤️.
Y eso, darles gracias por comentar, votar o simplemente leer. En serio muchas gracias y que tengan un muy lindo día💕
Adiosín💕
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