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CAPITULO CATORCE


ESPERANZA
"Éxtasis"

El tiempo pasó muy rápido, sin que alguno de los tres se diera cuenta. Para el jóven de cabellos carbón había sido una tortura y una eternidad sobrevivir ante esos días grises, al igual que para su familia. Kiba no quiso presentar cargos y eso los favorecía —o a decir verdad, su familia—. Porque él no estaba en sus cinco sentidos como para decidir.

Kiba permanecía en coma desde hacia un mes y medio, porque aparentemente al caer se había dañado parte de la médula espinal, lo cual lo mantenía con mucho cuidado dentro del hospital. Sin riesgo vital, claro, pero aún así corría el riesgo de no volver a caminar. Sin embargo, eso no era lo más inquietante para todos, sino que Tyler apareció tiempo después explicando una situación completamente distinta a lo que ocurrió.

Aquello fue beneficioso, pero no lo suficiente.

Uh... mierda, que bueno está esto. —gimió Shisui en el sofá, después de haber calado humo de la pipa que se tenía entre manos, mientras con una de ellas encendía el contenido.

Obito suspiró, tocando su frente un par de veces para luego observar su mano y notar como no sentía las piernas, al igual que la mayoría de su cuerpo. Kakashi a su costado en el sofá pareció notarlo y enarcó una ceja.

—Ni te atrevas a orinarte encima. —murmuró, esta vez posando su vista en Shisui— Epa imbécil, te la vas a acabar. No seas egoísta.

Shisui caló una vez más y tras esperar unos segundos, exhaló el humo sin toser una pizca, incluso si aquel hubiese secado y picado su garganta por la cantidad aspirada. En seguida, Kakashi aprovechó para tomar de la pipa y calar otra vez de la misma forma.

Aunque él sí tosió.

—Se siente bien. —murmuró Obito, medio sonriendo ante la repetición del tiempo en su cabeza— Ya casi no siento el dolor en mis costillas.

—Te lo dije. —espetó Kakashi, finalmente exhalando humo para ofrecer más al muchacho de en medio. Obito negó con su cabeza— Idiota, esto es medicinal.

—Idiota tú.

—Yo no dejo que me pisoteen como a un gallo. —gruñó el peligris, dejando aquella pipa sobre la mesa de centro— Si quieres hacerte respetar, no lo estás logrando. Idiota.

—Lo intento... —se excusó el de cicatrices, a lo que Shisui rió.

—Seh, en el suelo lo intentas. —dijo Kakashi, posando ambos brazos tras su nuca— Ese hijo de puta se aprovecha del poder que tiene y lo sabes, tienes que aprender a defenderte. Tú mamá ya no te va a defender, de hecho ya no lo hace.

—Lo sé...

—Idiota.

—Deja de llamarme idiota, pedazo de escoria. —gruñó Obito, alzando su brazo una vez más mientras Shisui reía y alzaba su mano para coger la pipa.

—Quita, drogadicto de mierda.

Kakashi apartó el aparato justo a tiempo para que Shisui no lo alcanzase, a lo que el pelinegro se quejó y lo insultó un par de veces. Obito tan solo suspiró un vez más y alzó su camiseta para ver el daño de Fugaku, incluso si ya no sentía dolor alguno.

En ese momento agradecía tener de amigos a dos drogadictos sin cura, porque sin ellos tal vez estaría en casa quejándose del dolor en sus costillas y peleando con Itachi. Lo único bueno —además de sus amigos— de la situación es que su relación con Chay cada vez iba mejor, se comprendían entre ellos y aunque fuese menor algo sentía por ella.

¿Gusto, atracción? Él no lo sabía, pero sin duda alguna... no era una simple amistad.

Añoraba su apoyo incondicional.

—¿Y si le pides ayuda a Anuel para que le enseñe a pelear a este cabrón? —sugirió Shisui después de un rato, balanceándose en el sillón con Obito a su costado.

—¿Acaso eres imbécil? Ni de joda. —gruñó Kakashi— Lo que hay que hacer por ahora es joder al homosexual de Tyler, por su culpa este idiota se mete en problemas.

—¿Es homosexual?

—No, digo, no sé... —se repitió, al sentir un hormigueo en sus pies— Pero ese no es el punto, hijoputa.

—Sería chistoso que fuese homosexual... podría hacer peleas de espadas y ¡Oh, mira! ¡Es un gatito!

Kakashi bufó, sobre todo al oír las risas de Obito a su costado con la actividad idiotesca del Uchiha. No, no habían gatos en casa del peligris.

—Como te vayas en pálida, te ahorco. —se quejó el peligris— Hablo enserio.

—Eres un aguafiestas, Kakashi... —gruñó, alzando la cabeza hacia atrás.

—Idiota.

No tenían remedio, y eso era lo que quizás hacía que los tres se pudiesen comprender de tal manera que solo ellos sabían el dolor y la felicidad del otro. Era oro puro, casi como en las películas.

No tenían la misma vida, ni la misma personalidad o carácter pero encajaban a la perfección. Incluso con droga de por medio —la cual ahora Kakashi tenía de sobra, sin ayuda de Tyler—, que era lo que hacían en ese momento al reír o conversar de idioteces para olvidar sus problemas.

Eran imparables, o... eso es lo que querían creer.

La tarde era apestosa, incluso para ella, quien apenas y terminaba su último trabajo para ciencias antes de salir de vacaciones de invierno. No estaba lloviendo —aún no era época—, sin embargo Chay sentía como si lo estuviera. Todas las tardes era lo mismo con ambos hombres en casa, incluso teniendo a aquella mujer viviendo con ellos. Adler no se contenía para nada cuando se trataba de su hijo, porque él no tenía vergüenzas.

Y bueno, Hidan tampoco.

—¡Hijoputa! ¡Hijoputa! ¡Hijoputa! —un grito, más un choque fueron audibles desde el fondo. Chay presionó el lápiz que tenía en su mano— ¡¿Cuántas veces debo decírtelo para que lo entiendas?! ¡Entrega ese puto dinero!

Chay quitó su gafas de descanso con un suspiro y dejó el lápiz sobre la mesa; abatida. El sonido de los golpes era simplemente desgarrador como para seguir con su proyecto, y al parecer a dicha mujer tampoco le importó mucho. A nadie en esa casa le importaba el ahora peligris de su hermano, al parecer solo a ella y aún así no había algo que pudiese hacer por él. No teniendo a aquella mujer observando el periódico como si nada.

No le agradaba, algo había en ella que hacía a ambos —Hidan y Chay— desconfiar hasta de sus palabras. Era jóven, ni siquiera guapa pero era lo que su padre había escogido.

Hidan no lo aprobó.

Y Chay tan solo cedió, no le importaba.

—¡Déjame en paz, joder! ¡Que me importa una mierda lo que tú digas! ¡Yo no lo tengo! —y otro golpe sonó en la habitación del muchacho.

—¡Soy tu padre y me debes respeto! —nuevamente, los gritos de su padre desde la habitación hacían estremecer a la morena— ¡¿Dónde mierdas escondiste el dinero de Jessica?!

—¡Yo no fui! —insistió el de ojos carmesí, a lo que Chay puso más oídos. Por más que le erizase los pelos aquellos golpes.

Algo andaba mal.

Generalmente, los golpes y regaños a Hidan eran por calificaciones, tabaco, o por peleas callejeras. Quizás también por robar, pero... jamás en su vida lo imaginó robando en su propia casa. Era algo insano e incluso impensable, ¿por quien lo tomaban? ¿Un delincuente?

Hidan podría serlo todo, menos lo que su padre estaba diciendo.

Ella tenía la culpa.

—¡Devuelve ese maldito dinero, hijoputa!

Chay se puso de pie, y caminó hacia la habitación de su hermano. Jessica ni se inmutó.

—¡Que yo no fui, por la mierda! —oyó esta vez de cerca, mientras por el rabillo de la puerta observaba el rostro enrabiado junto al labio roto de Hidan. Su pecho subía y bajaba como si le faltase el aliento y Adler le sujetaba de la playera manchada casi con el mismo rostro. Lucía como una pelea callejera, si no fuesen padre e hijo.

Pero él no tenía rasguño alguno, y claro, Hidan jamás levantaría un puño a su padre.

¿O si?

—¡Yo no tomé ese puto dinero! —insistió— ¡Si a ella le gusta ir de putas y gastar lo que tú le das no es mi maldito problema! ¡Esta casa es nuestra y ella ni siquiera debería vivir aquí!

—¡Cierra la maldita boca de una vez por todas!

Entonces, el puño de Adler cayó sobre el rostro del jóven Hidan, quien a sus trece años aprendía a como odiar a su propia familia. Chay tragó saliva y tocó la puerta, no podía seguir escuchando aquella disputa.

Ambos voltearon a verla.

—Chay, no es asunto tuyo. —fue lo primero que salió de los labios de su padre.

—Hidan no robaría a alguien de esta casa, deberías saberlo papá. —respondió ella, observando la mirada cabreada y machacada de su hermano menor— Ya déjalo, él no es un ladrón.

—Hija, insisto, —Adler suspiró— no es asunto tuyo.

—¡¿Que no es asunto mío?! —soltó de golpe, finalmente ignorando su calma al ver el cambio repentino en la mirada de su hermano— ¡Estás culpando a Hidan de algo que no ha hecho! ¡Mira como lo tienes, pareces un animal!

—Hija...

—¡Hija nada! —cortó de golpe— ¡Ya déjalo en paz!

Adler frunció aún más el seño y torció el gesto, finalmente soltando la playera de Hidan para que éste cayese al suelo como si fuese un saco. Luego, caminó a un costado de Chay y salió de la habitación sin decir algo al respecto.

Chay era su princesa, a las princesas no se les daña.

—Hidan... —murmuró ella, acercándose a su posición para cerciorarse de que todo estuviese bien. Aún sabiendo que no estaba del todo bien.

Él no levantó la vista —la cual se posaba sobre el suelo—, y tan solo tragó saliva a la vez que se oyó el cerrojo de la puerta principal. Seguramente su padre junto a la mujer habían salido, siempre era lo mismo.

Aquello lo cabeceaba aún más.

—Hidan, —el chico no quiso levantar el rostro, incluso al sentir la mano de su hermana sobre su mentón— oye... No es tu culpa, yo te creo y...

Chay frenó sus palabras de inmediato al ver como el chico lanzó un bulto a su costado. En un principio no pensó en lo que pudiese ser y se confundió, sin embargo, al voltear su rostro y tocar lo recién lanzado se sorprendió. Aunque más, sintió enojo y decepción tras ver el dineral que se tenía en su ropa interior —el cual acababa de lanzar a su costado—.

¿Por qué?

—¡Hidan! —reclamó la de ojos carbón— ¡Yo defendiéndote como una idiota y tú...! ¡Dios! ¿Por qué?

El peligris finalmente levantó el rostro y soltó una suave risa. Ni siquiera le importó la sangre que brotaba de su labio inferior.

—¿En serio no te das cuenta? —sarcasmeó— Esa mujer nos está quitando todo de a poco, ese dinero ni siquiera era suyo. Era de papá.

—Hidan, joder... no puedes llegar y tocar sus cosas solo por eso, aunque haya sido de papá. —suspiró la morena, tocando su tabique nasal para aguantar las ganas de gritarle.

—No puedo estar mucho tiempo en la ducha, no puedo salir cuando quiero y tampoco puedo comer lo que se me plazca porque esa hijaputa "ahorra"... ¿Donde estoy, Chay? ¿Acaso este es mi puto hogar? ¿Quién se cree?

Chay suspiró.

—Hidan, estás exagerando.

Entonces, el chico frunció el seño con molestia.

—¿Yo? ¿Exagerando? —por poco exclama, apuntándose a si mismo con el dedo índice— ¡Tú no lo entiendes porque tú eres la princesa, jamás te han tocado un pelo ni de tus cosas y ahora es lo mismo! ¡Mamá te envía cosas y joder... esa mujer está esperando el momento para joderte Chay, despierta!

—No me grites.

—¡Tú me obligas a hacerlo! —Hidan parecía enloquecido— ¡Se supone que debes entenderme! ¡Mierda! ¡Yo siempre pago los platos rotos!

—¡Te entiendo, créeme! ¡Pero robar no soluciona las cosas! ¡Maldición!

—¡¿Entonces qué se supone que debo hacer?! ¡¿Dejar a la puta limpia baños convivir como si esta fuera su casa?!

Chay rechinó los dientes y tomó el dinero que Hidan había tirado, solo para después refregárselo en la cara y luego dejarlo en su pecho con fuerza. Estaba cabreada, y mucho.

—No te estoy diciendo eso. —espetó, casi como si escupiera sus palabras— Solo te digo que no le robes porque robar está mal. Lo hagas afuera o dentro de casa, de la forma que lo mires está mal.

Hidan carraspeó.

—¿Acaso eso no es lo que hace tu amiguito? —murmuró, a lo que Chay suspiró una vez más. Hidan no la escuchaba— Porque yo no me creo eso de que Kakashi de un día para otro comenzara a tener dinero o cosas caras solo porque su "padre" se hizo responsable.

La pelinegro tragó saliva, pero no dijo palabra sobre aquello. Hidan se estaba yendo del tema y ella lo tenía más que claro.

Chay tampoco lo creía de todas formas.

—Haga lo que haga Kakashi eso a ti no te importa. —soltó— A mí me importas tú porque eres mi hermano, y no quiero que vayas por ahí robando o drogandote por la vida. Te quiero, Hidan. No te jodas por idioteces.

—Si claro...

—No hagas berrinches, ya tienes trece años por dios. —se quejó la de ojos carbón, al ver como éste arrugaba la frente.— Ahora, irás donde Jessica y le entregarás el dinero. No creo que ella sea tan mala como para contarle a papá.

—¿Tú crees? —Hidan alzó una ceja.

—¿Quien es la que me cubre cada vez que Obito y Kakashi vienen a casa? —ironizó la chica, con algo de gracia y poder en su voz— Anda, límpiate la cara y ve.

Hidan medió una leve sonrisa y la vio ponerse de pie para luego estirar su mano e imitar el gesto. Quizás Chay tenía razón, solo se había robado un poco de dinero y si lo devolvía todo estaría bien... ¿verdad?

Él no era un mal chico, ¿o si?

—Gracias, Chay... —murmuró, segundos antes de caminar por su costado para salir de aquella habitación.

La morena soltó un gran suspiro y se mantuvo en el piso un buen rato, aunque en cuanto sintió el cerrojo principal —por segunda vez— se lanzó sobre la cama de Hidan; exhausta.

Jessica llevaba tan solo tres semanas viviendo con ellos, y su hermano ya había metido la pata más de cinco veces. Si las cosas seguían así, tan solo sería un infierno.  Porque Chay en un principio no aprobó la estadía de Jessica, pero al final del día terminó cediendo y sabía de sobra que Hidan no era como ella. A Chay fácilmente se le podía comprar, al peligris no.

Pero, ¿cómo no ceder? Ella cubría sus salidas con Obito y Kakashi, al igual que las llegadas de tarde. Porque desde aquel día en que dejó solas a Marina y a Lis en casa de Kakashi eran pocas las veces en que podía verlas.

Marina por el castigo de su madre y Elise por su enojo.

Otras veces pudo salir con Andrea, pero cada vez que la invitaban, ella debía marchar para salir con Izuna o entrenar. Porque sí, aquellos golpes malinterpretados se debían a las clases exclusivas de boxeo que tomaba la chica tres días a la semana. No era su deporte favorito, pero era buena en ello.

Entonces, —quitando a Kiba— los únicos a quienes podía recurrir eran esos tres y ellos siempre salían de noche o terminaban volviendo a la madrugada. En el instituto ganó un mal nombre también por lo ocurrido con el Inuzuka, además de la junta con Kakashi, Shisui y Obito. Varias chicas buscaban pelea por nada y eso la irritaba. Jessica... cubría todos esos problemas.

Quizás era ingenua, pero tenía la esperanza de que Hidan y ella se llevasen bien. No siempre tenía que pensar en que las personas eran malas solo por entrometerse, y eso su hermano debería entenderlo tarde o temprano.

Su madre no volvería, y lo agradecía en parte.

Realmente lo agradecía.

Un sonido irritable fue lo que irrumpió sus pensamientos, por lo que al tomar su teléfono del bolsillo dudó en contestar —creyendo que se trataría de Hidan o su padre—, sin embargo, al ver que se trataba de Obito su humor cambió un poco. Era increíble como solo el leer su nombre ya le hacía feliz.

¿Que si le atraía? Ella moría por ese hombre.

—¿Hola? —soltó, una vez oyó unas cuantas risas tras el móvil.

—¿Aló, Chay?

Chay frunció el seño.

—¿Kakashi? —respondió, al notar que la voz del teléfono no era la del moreno— ¿Qué haces con el móvil de Obito?

Otra risa, y un quejido.

—A Obito le gustas, mucho. —soltó el peligris a voz lenta, siendo seguido por unas cuantas risas que supuso eran de Shisui y unas quejas, las cuales supuso que eran del azabache— Se muere por ti, Chay. Y yo sé que te mueres por él también y...

—¡Suelta mi móvil, imbécil!

—Ya calla, te hago un favor.

—¡Nadie pidió tus favores! ¡Suelta!

Y así, sucesivamente, la morena siguió escuchando sus disputas mientras no sabía si reír, reclamar o emocionarse por tales declaraciones. Aunque era más que obvio que Kakashi no estaba en sus cabales usuales y al parecer los otros dos tampoco, sin embargo, no pudo evitar el sonrojo de sus mejillas.

¿Obito gusta de mi?

¡Negra, no lo escuches! —rió al oír los gritos de Kakashi— ¡Se ha fumado hasta el árbol de frutillas que tiene afuera, no sabe lo que dice!

—¡No es de frutillas, es de uvas!

—¡¿Eso a quien le importa?! —gritó hacia el peligris y la risa de Shisui era notable— En fin, Negra... —suspiró— Solo no lo escuches, ¿vale?

—¡Te ama!

—¡Cierra el pico! —un golpe fuerte se oyó desde la otra línea y Chay no pudo evitar las risas nerviosas, más al sentir el suspiro de Obito tan cerca en la línea— Como decía... etto... ¿Quieres... mmm... salir uh... a caminar? Estos dos no dejan de molestarme y...

—Está bien. —soltó la morena, mientras se ponía de pie para ir a por sus zapatillas— ¿Donde nos juntamos?

Una ola de "uhhhh" se escuchó al otro lado del teléfono y nuevamente, los gritos exasperados de Obito.

—Plaza, la que está cerca de tu casa... —respondió el azabache— ya me iba.

—¡Usen condón!

—¡Shisui, nadie pidió tu opinión!

—¡Cuidarse es esencial, el sida está en todos lados!

—¡Ya lo sé! —Obito sonaba irritado— ¡Pero no iremos a eso!

—Te veo en diez. —cortó la morena, sin dar una oportunidad al azabache para responder antes de colgar la llamada.

Esperó unos segundos en silencio, estática, y cuando ya por fin cercioró el término de la llamada, dio varios brincos de felicidad como si fuese una niña —aunque lo era— y también soltó un gritito. No podía creer que irían nuevamente a la plaza en donde solían conversar de varias cosas. Problemas de Obito, o los de Kakashi... lo usual.

Pero esta vez irían a solas, eso cambiaba un poco las cosas.

Quizás era ingenuo creer que Obito gustaba de ella siendo menor, pero tenía un buen presentimiento sobre aquella salida. En especial si después de aquel beso nada más había ocurrido entre ambos. Chay se sintió en las nubes.

Por ello, no dudó ni demoró en ir a por sus zapatillas para luego arreglarse en el baño unos minutos y salir por la misma puerta que antes Adler, Jessica e Hidan habían utilizado.

Tenía fé, mucha fé.

Las risas fueron evidentes apenas la mujer cortó la llamada, pues Obito se lamentaba en un rincón mientras Shisui le daba ánimos inútiles. El hogar del Hatake se encontraba lleno de humo pero aún así el ambiente se sintió cálido.

Kakashi chasqueó la lengua.

—¿Ves? No era tan difícil invitarla a salir. —dijo, posando ambas manos tras su nuca mientras asimilaba la cantidad de marihuana que había ingerido antes.

No era la usual pero sí que le había pegado.

—¿Acaso eres idiota? Quedé como imbécil... —gruñó el moreno, mientras Shisui murmuraba incoherencias sobre el buen cuidado y quien sabe qué más.

—Pero dijo que si, ya, anda. —regañó el peligris— ¿Tienes la carta?

Obito corrió a Shisui de su costado y palmeó en su bolsillo trasero un par de veces para luego asentir con ambas mejillas enrojecidas. Kakashi le dio una mirada de aprobación.

—Bien. —dijo— ¿Te echaste perfume?

—¿No...? ¿Para qué querría usar perf...

—Shisui, arréglalo. —espetó hacia el mono parlanchín, quien ahora hizo ademán de militar al oír sus palabras— Que no parezca pordiosero.

—Sí, capitán.

—Mira quien habla. —se quejó Obito, una vez era llevado al baño por Shisui a regañadientes.

—Sé más que tú en estos asuntos, créeme. —habló en voz muy alta el de cabellos grises, para que Obito fuese capaz de oírle desde el baño en donde Shisui trataba de ahogarlo en perfume— Además, si tienes suerte quizás puedas dejar de ser el ave María del grupo.

—¡Que no iré a eso, imbécil sexópata! —exclamó desde el baño, mientras Shisui intentaba lavar su rostro— ¡Ya deja, Shisui! ¡Estoy bien así!

—¿Sexopata? —se dijo el Hatake, soltando una breve risa— Ni siquiera he tenido sexo esta semana. Shisui es quien más lo goza.

—¡Ese no es el punto!

—¿Ya? ¿Estás listo? —preguntó, esta vez estirando sus piernas para no dormirse ahí mismo— La hora avanza Obito, tic tac.

—¡Que ya sé!

Entonces, a regañadientes salió del baño mientras Shisui se quedó dentro haciendo quizás qué cosas, tal vez jugando con el shampoo. No sé, no le importaba en ese momento.

A ninguno de los dos.

—¿Y? ¿Así estoy bien, señor cupido? —ironizó, alzando ambos brazos con un gesto irritado.

—Mm... —Kakashi negó con su cabeza y se puso de pie— No, te ves muy soso con ese polerón. Seguramente ni siquiera es tuyo.

—Agh, disculpe señor Giorgio Armani. —gruñó, y Kakashi enrodó sus ojos para luego ir en busca de un polerón más decente a su cuarto— Y no, no es mío. Es de Izuna.

Segundos más tarde, apareció Shisui medio muerto en el sofá y Kakashi volvió con gesto aturdido de su cuarto. No obstante, al ver a Shisui no le quedó más remedio que quitar su polerón y entregárselo a Obito.

No lo dejaría ir con soserías.

—No usaré esa porquería, de seguro tiene sífilis. —se negó a mano alzada, a lo que Kakashi apuntó en su dirección con su mano como si fuese una pistola— ¿Es enserio? ¿De verdad te pones así de idiota?

—Solo póntelo, es mejor que esa mierda sosa de tu hermano.

—Ya ya.

Y sin reproches, Obito tuvo que quitarse el polerón café que su hermano le había prestado aquel día para ponerse el azulejo que llevaba Shisui. No tenía mal olor, pero aún así no era el suyo. En ese momento se sintió como Shisui, como si su hedor estuviese por todo su cuerpo.

Su rostro demostró el disgusto.

—Deja de observarte y empieza a correr, te has demorado. —espetó Kakashi, antes de sentarse a un costado de Shisui— Así como vas de seguro ya se fue...

—¡Pero si tú...!

—Chu chu, vete.

Entonces, Obito corrió hacia la puerta principal y salió por ahí como si fuese una bala. Inclusive, ni siquiera le importó el hambre que sentía por los efectos de aquella planta. Ese día, tenía que hacerle saber a Chay todo lo que sentía.

¿Y qué mejor que una carta?

—Shisui, ¿ya moriste? —musitó el peligris después de un tiempo, palmeando en su espalda.

El pelinegro respondió con un quejido, a lo que Kakashi tan solo lo dejó ser y se puso de pie para ir a la cocina. El peligris moría de hambre y agradecía el tener que comer por ahora.

Su trabajo no era el mejor, y tampoco estaba orgulloso. Pero si con eso podía reducir los mil y un dolores de su madre eso a él no le importaba. Anuel y Tenzō eran leales, eso lo tenía más que claro y trabajar para ellos era lo último que haría antes de cobrar venganza.

Primero tenía que hacer pagar a Tyler por las heridas de su amigo, y luego, a los idiotas que tenían inquieto a Shisui. Porque, que fuese prácticamente un huérfano con una buena familia no lo hacía menos vulnerable que ellos dos. Marina había ayudado un poco, pero sin duda alguna el que ella no supiera en lo que estaba metido solo complicaba las cosas.

Kakashi era una mala influencia a vista de todos, pero Shisui lo era de igual forma. La única y delicada diferencia era lo visibles que podían ser. Shisui prefería hacer las cosas en silencio y por eso estaba así tal vez.

Obito no estaba enterado.

El móvil del Hatake comenzó a sonar apenas vertió la lechuga en el sándwich. Aquello lo irritó un poco pero prefirió contestar, pues teniendo a Shisui en su living no alivianaba las cosas.

—¿Quien habla? —soltó, con aquel tono de voz que irritaba a cualquiera.

—Es Hidan, el hermano de Chay. —habló desde la otra línea, el muchacho sonaba desesperado— ¿Tienes mano?

Kakashi bufó.

—La mano soy yo, ¿de cuál quieres y cuánta?

—Necesito dos gramos de lo mejor que tengas. —ahora sonaba exasperado— Voy en camino, no le digas a Chay que te compré.

—Sí, si... lo que digas. —medio murmuró— Sí te encuentras con Anuel le dices que eres cliente mío, y no le temas. Ah, y tampoco muestres el collar... es algo sensible con ese grupo de matones.

—Entendido.

Dicho aquello, colgó la llamada y dio un suspiro, esta vez pasando la mano por todo su rostro. Era bueno que Hidan se llevase bien con ellos, pero integrarlo a sus miserias era algo que no podía dejar pasar. Sin duda alguna lo único beneficioso de esto era el que Hidan conocía a uno de los chicos con los que tendría que verse por Shisui.

Maldito seas, Shisui.
Si no es Obito... eres tú.

Y así solía ser siempre.

El viento flameó con fuerza, y si no fuese porque Obito llegó al destino es que quizás hubiese volado con aquel huracán que acababa de sentir. Chay estaba sentada en una de las bancas, moviendo ambas piernas mientras observaba hacia los lados.

Sí, Obito llegó tarde. Pero agradecía que la muchacha no se hubiese ido.

—¡Negra! —exclamó a mano alzada, algo avergonzado mientras se acercaba a la banca.

Chay volteó su vista hacia la suya y sonrió, finalmente besando su mejilla en cuanto le vio acercarse para saludarla. Era algo que usualmente hacían ambos cada vez que se veían, y bueno, con los otros dos también.

—Te has demorado, eh...

La piel de Obito se formó como si de una gallina fuese.

Maldito seas, Kakashi.

Eh... sí, Kakashi no dejaba de bromear y bueno... sí. —balbuceó, esta vez jugando con sus manos sin siquiera posar la vista en ella.

Chay tragó saliva, ¿qué le sucedía? Usualmente era ella quien estaba de esa forma. No, no tenía que gritar por más que quisiera hacerlo.

—¿Qué hacían? —preguntó la morena— Hueles a césped calcinado pero... con el perfume de Kakashi.

Nuevamente, Obito maldijo en su interior a su amigo mil veces. Solo le faltaba reconocer el polerón de Shisui y es que ya estaba frito.

—Ya sabes, lo de siempre. —dijo, intentando mantener la compostura habitual— No es que sea mi pasatiempo favorito pero me quita los dolores.

—¿Has peleado otra vez? —Chay alzó una ceja.

—Mm... algo así. —medio rió con nerviosismo— Itachi se pone bravo a veces, sabes.

—Es solo un niño, pero tiene fuerza de animal.

Ambos rieron al unísono y conversaron sobre cosas triviales, aún con el viento ninguno de los dos sintió frío. Aquello lo agradeció el azabache porque ni muerto le haría entrega de un polerón que no es suyo. Eso no era... romántico.

Y no es como si Obito fuera el ser más romántico, pero hacía el intento. El que viese One Piece le hizo ver en Sanji que a las mujeres se les debía tratar bien, o eso quería pensar. No obstante, a pesar de que el efecto de la droga ya se le hubiese ido aún sentía como que su escena romántica de shōjo estaba siendo arruinada por eso.

También por el rugido de su estómago.

—Obito, ¿y si vienes a mi casa a comer? —sugirió la morena, quien tenía su cabeza apoyada en el hombro del tenso azabache— No creo que papá me haga dramas.

—No, no te preocupes. —medio rió— Debo llegar temprano a casa hoy.

—Ya no es temprano...

—¿Ah, no? —Obito observó en su móvil y sus orbes se abrieron un poco más— Mierda.

Chay se sintió algo decepcionada, pues creyó que algo más iba a suceder entre ambos esa noche.

—¿Te acompaño? —preguntó, con un dejé triste en su voz mientras levantaba su cabeza del hombro del azabache.

Obito negó con su cabeza, algo nervioso para el gusto de Chay. Pocas veces solía ser así.

—Esto... oye, —medio murmuró él, captando la atención de la chica que se ponía de pie— he estado pensando mucho durante estos días y bueno, no soy muy bueno con las palabras pero pensé que esto te gustaría...

Chay alzó una ceja, ¿él? ¿Malo para hablar? ¿Acaso era una broma?

—¿Qué dices? —aún así, recibió él sobre que el muchacho le había hecho entrega a cabeza gacha— Esto... Obito...

—Léelo en tu casa y luego me das la respuesta, por favor.

—¿Qué...? Espera, no te vay...

Antes que la chica pudiese decir algo más, el pelinegro ya había salido corriendo de la banca en la que estaban, bastante lejos de la azabache y de la plaza en la que estaban.

Era una plaza bastante pequeña, pero de igual forma Obito tuvo que correr mucho.

Chay se quedó inquieta en su posición y sintió su corazón latir muy fuerte al leer la portada de aquella carta:

"Para: la niña de las trenzas.
De: Óbito 💜 (amigo de Shisui, el bonito)"

Ella ya sabía de sobra quien era él, pero por lo deteriorada que estaba dicha carta se notaba que aquella había sido escrita con mucho tiempo de referencia. En definitiva, Chay no podía estar más enamorada de aquel chico.

No podía.

"Hola, sé que quizás sólo me hayas visto un par de veces con mis amigos en los recesos pero puede que yo te vea más veces de lo que tú lo haces. No sé cómo sucedió pero hace mucho tiempo que no sentía lo que siento ahora mismo por ti Negra.

Nadie me ha apoyado tanto desde que te conocí, y quizás te dé muchos problemas porque soy un idiota problemático que ha robado casi todo tu dinero pero aún así siempre estás conmigo.  Por eso quiero decirte que me gustas mucho, muchísimo.  Y agradezco cada paso que das para mi, porque no te importan mis defectos ni mis locuras. Eres simplemente única, Negra.

No sé qué es, pero sé que no quiero estar con alguien más que no seas tú.
Esta carta anteriormente no era tan así y tenía un toque más poético jaja de ya te lo digo, porque cuando la escribí apenas y te conocía e imaginaba muchos escenarios posibles contigo (ya debes saberlo por la portada) pero Kakashi me ha insistido en que ponga esta parte en la carta actual de igual forma así que, solo espero que no te rías de mí poesía inútil.  La intención siempre es lo que vale, ¿no?

Cuando tengas un día gris te daré un pincel amarillo para que tú día brille, cuando sientas el corazón roto siempre tendré vendas para que nunca sufras, cuando necesites callar me sentaré contigo en silencio para que pienses, cuando tú cielo se nuble lo rociaré con rayos de sol para que vivas,
cuando la montaña parezca empinada te empujaré hacia arriba para que llegues a la meta,
cuando no puedas parar de llorar llevaré pañuelos extra y el maratón de las películas que te gustan,
y lo más importante...
cuando me necesites siempre estaré ahí para apoyarte y cuidarte como es debido. Como te lo mereces tú, Chay.

Por eso y más me gustaría preguntarte si... ¿quisieras ser mi novia?

SÍ |  NO

Te quiero muchísimo, Chay Weber y no imagino una vida con alguien que no seas tú.

Por favor responde con sinceridad, que no te dé pena porque lo entenderé si es muy apresurado. Y.. eso, nos vemos mañana o cuando puedas, gracias por llegar a mi vida y esperaré con ansias la respuesta.

Te quiere, Uchiha Obito."

Chay sabía que debía leerla en casa, pero no lo aguantó. Y mucho menos las lágrimas que se esparcieron por su rostro.

¿Qué se supone que debía responder ahora?

// Espero hayan disfrutado la lectura, esto es un mundo alterno pero igualmente pueden haber spoilers.

—o—

¡Hola! Finalmente después de mucho tiempo me digné en aparecer, ¿qué les ha parecido el capítulo? Si bien es algo de transición en el pasado de Obito y Chay siento que es necesario, sobre todo por lo que está por ocurrir en la actualidad de la historia (para que entiendan los sucesos que se vendrán) y eso... ):

Realmente espero que les haya gustado como a mí el escribirlo, y de ya decir que muchas gracias por leer y que las amo mucho❣️ gracias por la constancia y la paciencia.

¡Nos vemos en el próximo, que me da mucha ansia y miedo escribirlo!

Para las fans de Shisui Uchiha, el próximo capítulo será "Missbrauchen" y estará dedicado a su persona.

¡Estén atentas!

>Capítulo sin arreglo de detalles.

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