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Madrugada del 24 de Junio de 1995.

Dormitorio de hombres, 4to año.

Torre de Gryffindor.

Harry seguía sollozando, acurrucado en medio de su cama, las sábanas tapaban su rostro pero el sonido del llanto era obvio, y no hacía nada para silenciar su dolor, había vivido incontables traiciones durante su corta vida, pero jamás, jamás creyó que su padrino le daría la espalda de ésa manera, de Ron y Hermione ya lo esperaba, durante todo su cuarto año el último varón Weasley había sido un petulante inmaduro y celoso, Hermione estaba demasiado temerosa de perder a uno y al otro que al final no hizo nada, y éso fue mucho peor en los libros de Harry, así que, desde luego, una traición como aquella no era una sorpresa para él, sin embargo Sirius... aquello fue como una bofetada en la cara.



Y entonces entendió, ése hombre jamás lo vio como Harry, no, era sólo el hijo de James, el niño que se parecía demasiado a su padre y que llenaba el vacío de su muerte, el niño que era una responsabilidad y al que ofreció un hogar sólo por que era lo que se esperaba de él, Sirius no lo amaba por ser sólo Harry y, cuando estuvo de acuerdo en que debía casarse mágicamente con Snape, se dio cuenta de lo poco que realmente le importaba.





Un día antes que las clases hubieran terminado para el cuarto año de Harry, había sido llamado para hablar con el director. Harry lo odiaba, por primera vez sólo quería ir a Prived Drive para estar sólo y llorar a Cedric y Dumbledore nuevamente hizo lo que le daba la gana con él. Tres años de rogarle al hombre que lo dejara en Hogwarts en las vacaciones y justo el año que desea volver con los muggles es cuando finalmente cumple su deseo, pero Harry ya no lo quiere. El viejo mago sólo habla y habla sobre la protección de un enlace mágico de matrimonio pero el chico no entendía absolutamente nada.



¿Casarse con el único maestro que es mortífago lo protegerá de Voldemort?



Snape, quien odia las entrañas de Harry más que el propio Señor Oscuro ¿Lo protegerá?




No lo creía, por el rostro de Snape en aquella reunión, el hombre tampoco lo creía, pero se veía resignado cuando aceptó, desde luego que Harry no lo hizo, gritó y luchó contra la idea de que lo obligaran a casarse con un hombre que podría ser su padre, expuso cada una de las razones del por qué no debería casarse con el Maestro de Pociones, pero cayó en oídos sordos, sus supuestos amigos sólo le pidieron que aceptara las cosas, que si Dumbledore lo decía, entonces debía ser la mejor opción y Harry ni siquiera intentó gastar saliva con los traidores.





Una vez traidores siempre traidores, se dijo.





Pero en cambio, se giró hacia su padrino en busca de ayuda.






Entonces no lo entendió, pero en retrospectiva, debió haberlo visto venir, porque Sirius se veía extremadamente calmado, sus ojos grises se veían lejanos pero al final, sólo dijo que era una buena idea, los siguientes sucesos aún estaban tan claros y frescos en su memoria que un pensamiento fugaz de ello desencadenaría todo lo que vivió en aquél despacho.







"-Entonces me abandonarás nuevamente- le gritó a Sirius con lágrimas cayendo por sus mejillas -Me entregarás al hombre que dices odiar simplemente por que es más fácil para ti, ¿No?- el ex convicto frunció el ceño mientras Harry aún continuaba -Siempre debe ser lo más conveniente para ti, verdad, mis padres murieron porque era más conveniente que Peter sea el guardián secreto, y ahora vas a venderme a los propósitos de Dumbledore porque también es lo más conveniente para ti- Sirius retrocedió como si lo hubieran golpeado -Merlín no quiera que Sirius Black haga algo responsable y decente en su vida, maldito cobarde es lo que eres, una desgracia, arruinaste la vida de mis padres y ahora quieres arruinar la mía...- no pudo continuar pues el hombre de ojos grises lo había abofeteado, y el silencio pesado se instaló en la sala.



Absolutamente todos miraban sorprendidos tanto al chico que vivió como a su padrino, una vez que Sirius reaccionó, intentó acercarse nuevamente a Harry para pedir disculpas pero todo lo que recibió fue un fuerte flujo de magia proveniente de Harry que lo empujó hacia atrás.


-Harry, yo...- intentó Sirius.


-No me toques- siseó con rabia el adolecente -Ni siquiera te acerques a mí-


-Harry, muchacho- comenzó Dumbledore, pero el chico ni siquiera lo dejó continuar.


-Ahórrese la mierda, director- dijo contundentemente, escuchando un jadeo sorprendido detrás suyo, probablemente Hermione y McGonagall -Quiero una semana- exigió.


-¿Disculpe?- el director miró confundido a Harry.


-Quiero una semana para mí antes de que la mierda se desate- dijo con el mismo tono exigente.


-Harry no puedes hablarle así al..-



-Cállate traidora- siseó hacia Hermione, logrando descolocar a la chica quien se sintió profundamente herida y se lo hizo saber con su expresión de dolor, Harry la ignoró.


-Mi muchacho, no creo que sea posible de hacer-


-Entonces hazlo posible, jugaré por mi magia no escapar de éste matrimonio, si tu juras darme la semana que pido- exigió con vehemencia -Sino, sería demasiado fácil saltar de la Torre de astronomía o de las escaleras, no me tientes Dumbledore, por que como van las cosas no tengo nada que perder y tú sí- la mayoría de los presentes observaban alarmados por como Harry parecía hablar tan fácilmente sobre su posible suicidio, otros no le creían, como Severus, pero el director sabía que era mejor no tentar a la suerte.




-Después de ti, muchacho- murmuró con voz cansada, y Harry sacó entonces su varita y apuntó hacia el cielo.


-Yo, Harry James Potter, Juro por mi magia y por mi vida, presentarme aquí en este despacho, para mi matrimonio con Severus Snape, si el director de Hogwarts, Albus Percival Wulfric Brian Dumbledore, también jura por su magia, darme el margen de tiempo de una semana para mí mismo- un suave resplandor recorrió a Harry mientras miraba atento al director que también apuntaba con su varita hacia el cielo.




-Yo, Albus Percival Wulfric Brian Dumbledore, juro por mi magia otorgarle un margen de tiempo de una semana a Harry James Potter para sí mismo- la luz lo rodeó también a él y tras un lumos de ambos magos, Harry se acercó a la puerta del despacho del Director para marcharse.



-No deseo que ninguno de ustedes se me acerque en ésta semana, permaneceré dentro del castillo, pero no me molesten- y sin más, se marchó del lugar."









El sol comenzaba a asomarse por el horizonte y Harry sólo tenía una cosa en mente, encontrar una forma de escapar del cruel destino que se le estaba imponiendo, después de todo, el había jurado presentarse al final de la semana para su matrimonio, no que no haría nada para tratar de impedirlo.






Fue así como, bajo la capa de invisibilidad salió de la Torre de Gryffindor en busca un lugar para planear una fuga, suicidio u homicidio.





Durante demasiado tiempo Dumbledore se creyó amo y señor de la vida de Harry, el viejo director parecía no darse cuenta que, cuanto más lo forzaba, más lo iba rompiendo, parecía un ciego ante las obvias señales, pero el hecho era que, lo viera o no, la cordura de Harry poco a poco iba resquebrajándose y no ofrecía ayuda, o al menos una verdadera, sólo más y más presión y estaba cansado, tan cansado que simplemente lo superó.






El mundo mágico le había arrebatado demasiado, las brujas y magos le habían traicionado demasiado, entonces él no pelearía por ellos, los abandonaría como ellos lo hicieron primero con él, los traicionaría como lo hicieron con él, y así, frente a sus ojos, una puerta de madera iba materializándose frente suyo en medio de un pasillo del séptimo piso.

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