Capítulo 12
— ¿Eso es todo?— dice Esperanza desanimada por la poca ración de arroz que le serví esta vez —Po.po.por ahora si Ma.mabel— afirmé sellando la bolsa, en mi caso me serví menos que ella, tan solo un puñado más tres sardinas fritas —Ahs...—asquea con la lengua la niña —No me gusta como huelen—se tapa la nariz coibida— ¿No hay otra cosa?
—No— meneo la cabeza mientras le servía cuatro —Es to.to.todo lo que.que.que hay —exhalo cogiendo de mi plato —Pero...—indaga muy poco complacida—Porque no comemos con mi tía, ella hizo pollo y patatas.
—Lo siento pe.pe.pero no podemos comer co.con ella— respondo en tono severo tratando de alejarme de ella para no prolonga la conversación —Pero ¿Por qué?— insiste con sus ojos lleno de confusión y tristeza —¡Po.po.porque no Mabel! y no qui.qui.quiero seguir hablando de esto— seguí adelante en dirección a la ventana hasta que escucho sus pequeños quejidos de aflicción, estaba temblando de la tristeza pero no cae en el llanto pues sabe que no funcionará como antes.
Quería ignorarla, tiene que aprender que no siempre se tiene lo que se desea, a veces uno debe apretarse el cinturón cuando las circunstancia lo amerite, eso le va ayudar a ser más fuerte, tolerante y sobre todo paciente (suspiro) pero mi estado de hermano débil complaciente se estaba apoderando de mí, ganando el asedio con mi yo de fuerte carácter, las ganas de comer se estaba hiendo con el pasar de la brisa diurna del exterior, no soportaba escuchar su pequeño dolor, me levando del suelo, aún tenía mi mirada ceñuda de joven con inquebrantable carácter, aun ese estado mío seguía forcejeando en mi conciencia pero mientras más la miraba más perdía la batalla, mi rostro comienza a ablandarse derrumbando su pisca de fuerza, fui derrotado, me acerco por fin y digo
—Ya herma.ma.manita—le acaricio la cabeza—No llores— le restriego sus lágrimas retenida de sus ojos—Mañana te.te.te compraré po.po.pollo y patatas ¿Si?— ella afirma con su carita roja y húmeda más aliviada, por fin sintió un poco de sensibilidad de la única persona que le queda en su vida.
—Pero pro.prométeme—dije— que te.te co.comerás la sardina de hoy ¿Si?
—Está bien— afirma sin mucho agrado, cumpliendo con su parte de manera rápida para no sentir su salado sabor.
Ya han pasado dos semanas desde que la señora Mauricia me advirtió con echarnos si nos convertimos en otro gasto. Mi padre todavía no da respuesta, era como si no existiera, dos veces por semana le escribo otra de mis cartas pero ni una de él me llega, era extraño sumamente extraño pero si sigo esperando, estaremos en peores condiciones, ahora el tiempo perdido nos puede jugar una mala baraja. Me puse a pensar en eso toda la noche hasta que por fin tomé la decisión al salir el sol, si, debo conseguir un trabajo.
Para un menor de edad no era fácil conseguir trabajo de medio tiempo en este pueblo y menos uno sin padre, las leyes eran tan exigentes y estrictas que si me ocurre aunque sea una pequeña raspadura en el lugar donde ocupo, pueden sufrir severas sanciones y costosas multas, en pocas palabras nadie se arriesgaba en contratar a un niño o adolescente al menos que el representante asuma los riesgo a través de una carta o trámites legales que los libere a ellos de ciertas responsabilidades o eso fue lo que le entendí al señor de la tienda cuando le pedí explicaciones de porque no me pueden contratar como barrendero o despachador pues solicitaban a uno.
Mas sin embargo seguí intentando, alguien se arriesgará en contratarme, no creo que todos los adultos sepan de los riesgos de emplear a un menor como yo, pero cada vez mi optimismo hacia la ignorarían de las persona se hundía en arenas movedizas de mi desistir. Todos o casi la mayoría me exigían que traiga a mi representante con la dichosa carta firmada, ¡que fastidio! entiendo que el gobierno quiera protegernos pero en vez de ayudarnos nos obstaculizan más el emprendimiento, pero es de comprender que a mi edad el trabajo es algo de otro mundo, pues debería ir al colegio y jugar pelota como todos los demás <<El trabajo es para los adultos>> escuché que alguien me aconsejó sin saber mi situación actual. Ahs... ¡Espero no quedarme sin dinero! Ya no sé qué hacer
Fui un gigantesco estúpido en dejar mis atesorados termos de café pensando que mi hospedaje en la casa de mi tía seria pasajero pues de alguna manera esperaba alguna especie de milagro, no sé... algo como que ella decida adoptarnos o que mi padre por fin de respuesta, mas sin embargo mi expectativa fue todo lo opuesto ¡¿Porque no me lo traje?! (Me golpeó la cabeza)
Ahs... a fin de cuenta si me lo hubiese traído estaría en las misma condiciones pues mi madre era la que preparaba el café y si lo intentara, la señora Mauricia no querría que jorungara mucho su cocina ¡Enserio no encuentro más salida!
Mientras seguía caminando en la calle sin ningún destino, solo la que me guiaba los pasos, veo a un grupo de niños mendigos pidiendo, sobreviviendo a costa de la caridad de las personas ¿A caso ese era mi futuro? Estaría a una esquina de la avenida recostado en la pared suplicándole a las personas un poco de dinero para comer en la fría noche ¿A caso mi pobre hermana estará preparada para esa nueva vida? ¿Acaso yo viviré tranquilo con mi dignidad hundida en el abismo? De tan solo pensarlo mi corazón se retuerce, ¡No! no permitiré que eso pase, de alguna manera debe existir alguna salida, mi hermanita no vivirá de la caridad de las personas, no lo permitiré pues le hice esa promesa a mi madre.
Entretanto, seguí discurriendo en la marcha y veo de forma casual un jardín hundido en la hierba alta y ahogada en cúmulos de hojas marchitas, en pocas palabras estaba abandonado, incluso la casa le hace falta unos arreglos pues parecía vieja y frágil, si no fuera por la luz prendida en su interior creería que estaba abandonada. Si le propongo al dueño podar su jardín tal vez aceptará sin pensarlo dos veces, con el ánimo volviendo a la vida fui a tocar su puerta...
Toc... toc...
Aguardo por unos minutos y nadie abre, volví a tocar Toc... Toc... pero al parecer no hay nadie, si regreso más tarde hablaré con él o puedo esperarlo en la acera. Cuando vuelvo a la calle escuché unos pasos lentos y suenan toqueteos metálicos, al parecer tiene más de una cerradura, cuando por fin abre la tosca puerta dice fijando solo un ojo de intensa mirada con una voz ronca diciendo — ¿Quién es?
—Hola—extiendo la mano con un hilo de nervio en mi mirada — ¿Qué quieres?— inquiere de forma tosca el habitante sin dar a conocer su rostro entre la sombra de la puerta y el marco —Que.que.quería decirles que.que a su jardín le hace fa.fa.falta unos a.a.arreglos— declaré con voz tímida —Y ¿Qué?—exclama con el ojo más airoso— ¡¿Acaso es tu problema?!— sigue aun manteniendo su furtiva distancia pero con voz severa.
—No se.se.señor— meneo la cabeza —Quería pro.pro.proponerle en arreglárselo a ca.ca.cambio de.de di.dinero.
— ¿Solo me tocaste para eso?
Asentí
— ¡No me interesa!—estaba a punto de cerrar la puerta—Pe.pero espere...—dije y se detuvo— ¡¿Qué?!
—No pi.pi.pido mucho ta.ta.tan solo unas diez monedas de plata, además mi.mi.mire—le señalé una esquina de su jardín—si no.no.no barres esas hojas y corta esas hierbas su.su.su casa pu.puede sufrir algunas invasiones de.de ratas, cucarachas o se.se.serpientes, su vida misma puede correr pe.peligro.
Por fin se descubre la persona y era un señor mayor de ropa gastada, de cabeza a punto de estar pelada, de mirada seria y fruncida con un aroma añejo de persona vieja que vive en el encierro — ¡Mira jovencito!—dijo—Tengo más de cinco años que no podo mi jardín y nunca eh visto una rata o serpiente transitando por mi sala o habitaciones así que no lo necesito.
—Pe.pe.pero señor yo...— ¡HA... HA!— me interrumpe extendiendo la mano —No quiero seguir escuchando a un ¡latoso mocoso como tú! los jovencitos de hoy en día no saben escuchar, además, no me agrandan los niños a veces se la pasan entrando en mi jardín trasero sin pedir permiso buscando las pelotas que llegan hacia mi ventana, lo único que saben hacer es destruir y faltarle el respeto a sus mayores, así que tú debes ser igual de alguna u otra forma, ¡así que larg...!— enseguida es interrumpido por otra voz pero era la de una mujer
—Julio que sucede—aparece una señora mayor de rostro más gentil y voz más tierna—No nada querida—ablanda la mirada aquel severo hombre al igual que su potente voz— este jovencito quería podar mi jardín.
— ¿Enserio?— observa el exterior con aire meditativo—Si le hace falta unos arreglos—murmura — ¿Cuándo comienza?
El señor se quedó sorprendido pero no se atrevió en contradecirla y yo con la emoción en alto respondí — ¡Hoy mi.mi.mismo señora!
—Bien—sonríe y se marcha llamando a su esposo —Julio ven un momento...
— ¡Ya voy querida!— advierte aquel severo hombre rendido a las órdenes de su señora. A punto de irse le digo —Oiga
— ¡Que!
—Eeehh... ne.ne.necesitaré algún rastrillo, ti.ti.tijeras y.y guantes pa.pa.para trabajar
Enseguida aquel hombre se rio de mi con aire de pura malicia y de forma sarcástica me dice — Vienes a podarme el jardín sin tener herramientas, Pfff... ¡Vaya negocio!— se marcha cerrándome la puerta en la cara.
—Ahora que.que hago—murmuré pensando, veo detenidamente el jardín, se notaba que sería toda una ardua labor con herramientas, ¡imagínate sin ellas! No me quedaba de otra, vi mis manos limpias y blandas, asintiendo como si le propusiera el reto.
Pasaban las horas y con un pequeño tronco acumulé en un enorme montículo todas las hojas marchitas y las que estaba lejos las recogía con las manos, ahora debía cortar la hierba. Con fuerza jale cada una de ellas hasta arrancarla desde la raíz, mi espalda se estaba calentando y sudaba a chorro pero no desistía, limpiándome la frente cada vez que el sudor me tocaba los parpados, seguía y seguía como si no conociera el descanso.
Poco a poco iba logrando, estaba muy sucio pero animoso en llegar a la meta. Jadeaba, mi cuerpo pedía reposar, mis brazos comenzaban a dolerme y mucha agua anhelaba pero mi mente se mantenía metida al trabajo con mi absoluta voluntad liderando mis acciones.
El sol se estaba ocultando, fue una ardua tarde, ya se me dificultada ver algunos recónditos rincones por las sombras que cada vez agarraban espesor pero eso no me detenía, seguía jalando de las hierbas hasta que se acabaran, lo único que pensaba era en mi madre, en mi abuelo y la promesa que le hice a mi hermana, ella necesita de mí, debo seguir luchado como me enseño mi abuelo.
Por fin no puede más, era como si mi cuerpo dijera: "Basta por favor BASTA" me echo a la tierra agitado con mis palmas extendidas, necesitaba aire pero todavía faltaba otro rincón, debo terminar el trabajo, reviso mis manos, estaban muy maltratadas y repleto de tierra, con varias cortaduras y picaduras de hormigas, temblando como si me suplicaran piedad pero no puedo darles todavía su anhelado descanso.
Cierro mi mano y sentía el picante ardor de mis heridas mezclándose con el sudor de mis huellas bañada de tierra pero estaba tan decidido en terminar que no le paré a eso, cuando por fin me levanto escucho — ¡Oye muchacho!— me volteo y era el señor con su típica mirada ceñuda como si anduviera furioso —Di.diga— exhalé con mi pecho subiendo y bajando — ¡Ya hiciste suficiente!— dice con una voz muy severa.
Mi corazón se detuvo ¿A caso lo hice mal y me estará despidiendo? Me adelanto y le digo —Di.di.disculpe si le dañe a.a.algo de.de.de su jardín, le pro.pro.prometo que se lo co.co.compensaré de alguna ma.manera.
Aquel hombre ablanda su duro rostro cansado y hace un suspiro gentil —No, no es eso. Ya es tardé y mi esposa dice que no sigas trabajando.
—Pe.pe.pero no eh te.te.terminado—señalé la esquina oscura—de.de.debo terminar esa pa.parte.
— ¡Ya déjalo así! Toma— me entrega quince moneda de plata más de lo que le había pedido—Me equivoqué contigo—dice—Eres diferente a los demás y me estas empezando a agradar un poco—estira levemente de sus comisuras.
— ¡Oh mu.mu.muchas gra.gracias se.señor! po.por darme la oportunidad— exclamé recogiendo las monedas.
—Dáselas a mi esposa quien fue la que aceptó—señala atrás con su pulgar
—Si—asentí. A punto de irme escuchó — ¡Oye!— volteo a verlo —Te daré veinticinco monedas de plata si me podas el jardín trasero ¿Te parece?
—Si— asentí más alegre — ¡Si.si se.señor!
— ¡Bien! nos vemos mañana, adiós.
—A.a.adiós.
Llegando a la casa le traje a Esperanza una bolsa de galletas de cocos, sus favoritos más una bolsa de caramelos, compensado en no haber traído lo que le prometí, cosa que a ella no le molestó en lo más mínimo, se hartó de golosinas hasta quedarse dormida, mientras que yo me compré unas cuantas banditas, algodones y un frasco de alcohol para atender mis heridas preparándome para el día de mañana, te prometo Mabel que voy a tratar de que comas pollo y patatas cada día de tu vida.
Te lo prometo mamá...
Continuará...
Buenas noches, días o tarde mis apreciados lectores, como siempre espero que se hayan deleitado con el capítulo de hoy. Cada vez la suerte de Cody va mejorando, pudo conseguir trabajo a pesar que su primer día fue toda una odisea pero como siempre hay un alma caritativa en medio de la indiferencia, a parte la perseverancia le ayudo al muchacho. Siguiente intriga: ¿Algún día responderá su padre? ¿Hasta cuándo la señora Mauricia tolerara el hospedaje de ellos? ¿A caso Cody ganara lo suficiente para cumplir con la promesa de su hermana? ¿Qué le espera más adelante al pobre Cody? Todo eso lo sabrán en los siguientes capítulos. Saludos!
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