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Capítulo 9

Había evaluado el tamaño deseado para el invernadero, teniendo en cuenta aspectos como la altura, la forma y los materiales. La estructura antigua no presentaba tanto deterioro como inicialmente pensé; únicamente requería la sustitución de algunas secciones, especialmente aquellas que involucraban madera debido a su estado de descomposición. Realicé algunos cambios estéticos, como aplicar pintura, reemplazar vidrios agrietados y reorganizar el diseño para maximizar la exposición solar. Además, implementé una nueva estructura para mejorar el sistema de drenaje. La parte superior del techo constaba de una sección de vidrio, mientras que la otra parte estaba compuesta por materiales tradicionales y ambas secciones estaban cuidadosamente selladas.

—Se ve espectacular —escuché a Yakov.

—¡Gracias! —Me saqué los guantes que tenía puesto y los dejé en una silla—. Trabajamos mucho para que volviera a la vida.

—Es más grande de lo que recuerdo. —Se acercó a una de las estanterías para observar un pequeño cartel que indicaba la hierba que fue plantada.

—Especifiqué a Lukyan esa solicitud en particular, mi objetivo era lograr una diferenciación entre las diversas secciones: frutas, verduras, hierbas y flores. Necesitaba un espacio más grande.

—Él mencionó que tenías una propuesta para incrementar las exportaciones —dejó entrever de golpe, cambiando radicalmente el tema.

—Es un proyecto en el que estoy trabajando. —La propuesta estaba elaborada, aunque sentía que aún podía mejorarse, razón por la cual había transcurrido un mes.

—Permíteme confiarte un secreto —se aproximó a mí—, Lukyan ya ha compartido esa idea con los otros Alfas. Espero que esté a la altura, no quisiera que se viera en una situación incómoda.

Reconocí ese tono de superioridad. Siempre hacía comentarios de ese tipo cuando Lukyan no estaba presente, como si creyera que me afectarían de alguna manera. Sin embargo, había enfrentado actitudes así a lo largo de mi vida y estaba dispuesta a seguir haciéndolo. No decepcionaría al Alfa de esta manada; tenía los conocimientos necesarios para presentar una propuesta sólida.

—Puedes estar tranquilo —afirmé con una sonrisa en mi rostro—, te llevarás una sorpresa.

—Espero que sea una sorpresa realmente buena.

No pronunció más palabras, limitándose a explorar minuciosamente cada rincón del invernadero. Su presencia era una medida de seguridad, ya que Lukyan se encontraba en la capital para una reunión y no le agradaba la idea de dejarme sola. Suspiré mientras volvía a enfundarme los guantes; anhelaba estar a solas en este momento.

Me dirigí a un lugar concreto y me aseguré de que el sistema de riego estuviera operando adecuadamente. Satisfecha con su funcionamiento, continué cultivando las cebollas y los tomates. No había placer más gratificante que disponer de productos frescos para el consumo. La mera idea de las deliciosas sopas de tomate que podría preparar me llenaba de alegría.

—Lukyan ha dado su aprobación para que tu amiga venga a la casa —informó Yakov.

—¡En serio! —exclamé con entusiasmo ante la noticia.

—Este sábado planea organizar un almuerzo.

—Genial —respondí con una sonrisa.

A pesar de que no veía a Cloe tan frecuentemente como antes, mis clases iban por buen camino. Con solo dos semanas restantes para que finalizara el semestre, todo se estaba tranquilizando. Solo me quedaban las materias prácticas y las evaluaciones que había estado enfrentando durante meses. Según mis profesores, mi desempeño era muy satisfactorio. Solo me aguardaba un examen final, pero ya tenía todo bajo control en cuanto a la información. Me había preparado con suficiente antelación, y Lukyan podía dar fe de ello, había repasado enfrente de él los contenidos tantas veces que prácticamente él los sabía de memoria.

Hoy se conmemoran dos meses desde que estábamos en esta rara relación, y él ha demostrado una paciencia y atención extraordinarias, siempre respetando mi espacio personal. Reconocía que nuestra relación se desmarcaba de la convencional pareja predestinada, principalmente porque como humana no experimenté una conexión instantánea tan profunda. No obstante, esto no implicaba que la conexión no estuviera presente.

Nuestro vínculo experimentó un cambio de dirección hace algunas semanas, cuando compartimos la sopa de tomate. Cocinamos juntos en armonía, y aunque el pan de ajo podría haber sido mejor, cuatro días después, al repetir la receta en compañía, logramos un resultado considerablemente superior al anterior. Ahora, cada noche cocinamos juntos y disfrutamos de ese momento especial. Durante el día, resulta más complicado encontrar coincidencias debido a nuestras respectivas actividades.

—Le propuse a Lukyan entrenarte —dijo Yakov se encontraba en la entrada del invernadero, apoyado en el marco de la puerta.

—¿Por qué? —Lo miré interesada.

—Estuviste a punto de morir por ese infectado, demuestras debilidad. Es necesario que, si vuelves a enfrentar esa situación, puedas defenderte, o en cualquier otra ocasión en la que te encuentres en peligro.

—Me gustaría que Lukyan me entrenara.

Esa afirmación claramente no le agradó, algo evidente en su mirada. Parecía intentar intimidarme una vez más. No tenía el deseo de entrenar con Yakov, simplemente no estábamos en la misma sintonía. Si realmente necesitaba mejorar en mi entrenamiento, prefería que las lecciones fueran verdaderamente productivas.

—Lukyan se encuentra muy ocupado en estos momentos, dedicando su tiempo a asuntos importantes de la manada. Además, Eclipse ha estado experimentando un aumento en los ataques de infectados últimamente, lo que significa que ya están enfrentando suficiente trabajo.

No respondí de inmediato a su declaración, y noté que Yakov alzó una ceja en espera de mi respuesta. A pesar de que me resultaba difícil admitirlo, en cierta medida él tenía razón. Lukyan tenía una carga pesada de responsabilidades durante el día y añadir más tareas no parecía lo adecuado. Mi mirada volvió a Yakov y en ese momento acepté mi derrota en silencio.

—Tú eres el encargado de la seguridad, supongo que estás en lo correcto.

Mi computadora se encontraba en la esquina más distante del mostrador en la cocina, donde sonaba una canción pop actual. Tomé las rodajas de papas que ya estaban cortadas y ligeramente fritas, las dispuse en una fuente como base. Luego, agregué una capa de berenjenas finamente cortadas y, a continuación, distribuí una capa de carne molida de cordero. Sobre la capa de carne molida, procedí a poner otra capa de berenjenas y, una vez más, agregué otra capa de carne molida. Repetí el proceso hasta que ya no tenía más ingredientes disponibles. Como toque final, rocié una salsa de tomate para añadir humedad.

—Queso rallado —oí a Lukyan pronunciar mientras entraba a la cocina.

Le dirigí una sonrisa y tomé el paquete de queso rallado, esparciendo una generosa cantidad sobre la preparación para que pudiera gratinarse en el horno. La vista era impresionante y tenía la esperanza de que el sabor estuviera a la altura.

—¿Cuánto tiempo necesita estar en el horno?

—Seis minutos.

Él buscó un lugar para sentarse en la isla de la cocina, justo frente a mi computadora. Acomodé todo lo que había utilizado en el fregadero y comencé a lavar mientras otra canción pop sonaba de fondo, proveniente de mi lista de reproducción. Luego me sequé las manos, saqué dos platos y cubiertos de la alacena, colocándolos en la isla. Siempre preferíamos comer allí en lugar del comedor.

Me acomodé frente a él, aguardando a que sonara la alarma que me indicaría que debía retirar la comida del horno.

—Tu cocina es realmente increíble, está equipada con todas las comodidades posibles. —Intenté entablar una conversación.

—No me hagas alardear —respondió con una sonrisa—, ¿Qué tenemos para comer?

—Hice una lasaña de berenjenas, es algo que se prepara rápido y no es muy complicado.

—Seguro será un placer para mi paladar.

—No empieces con tus elogios.

Siempre había momentos como ese en los que, de alguna manera, conseguía que me sonrojara. No estaba acostumbrada a los cumplidos o palabras amables con la misma frecuencia que Lukyan las expresaba.

—Hay algo de lo que necesitamos hablar —dijo de repente.

Antes de que tuviera la oportunidad de responder, la alarma sonó y apagué mi celular. Me puse un guante de cocina y percibí cómo Lukyan me ayudaba a sacar la comida del horno. No sabía cómo, pero parecía moverse con una velocidad sorprendente. Corté dos porciones y las dispuse en los platos, luego me senté en mi lugar. Lukyan ya había colocado los vasos junto a la jarra con agua fría.

—Ahora cuéntame de qué deseas hablar.

—Quiero hablarte sobre Lev.

—¿Lev?

—Mi lobo. —Cortó un pedazo de lasaña y pareció disfrutarlo por el suave sonido de satisfacción que emitió.

—¿El lobo negro con la mancha? —deduje.

—Sí, solo aparece cuando estoy transformado o en luna llena. El resto del tiempo es como si fuera mi conciencia.

—¿Cómo funciona durante la luna llena?

—Principalmente, Lev toma el control de mi cuerpo en esos días.

—¿Y tú eres la conciencia?

—Sí, en la luna llena es cuando las parejas de lobos son más fértiles —me tensé al escuchar sus palabras—. Cuando el lobo toma el control y se consuma el acto en esos momentos, es más probable que los cachorros resultantes sean más fuertes. Por eso, generalmente, es el momento perfecto para tener cachorros.

—Bueno, creo que lo más importante en una relación es primero conocerse bien antes de dar ese gran paso.

—Lo entiendo, lo menciono porque mañana es luna llena. Lev probablemente estará cariñoso o sobreprotector, es probable que quiera estar contigo durante un buen rato. No suele controlarse mucho en ese aspecto, es bastante inmaduro.

Solté una pequeña risa ante ese comentario.

—No soy inmaduro —la voz de Lukyan se volvió más firme y sus ojos se tornaron brevemente dorados.

Después de esas palabras Lukyan perdió momentáneamente el equilibrio, lo que me llevó a acercarme rápidamente al darme cuenta de que estaba a punto de caerse de la silla. Su rostro había palidecido de repente y se notaba un ligero rastro de sudor en su frente. Mantenía los ojos cerrados y parecía murmurar palabras incomprensibles, posiblemente entablando una conversación interna con Lev.

—Voy a llevarte al sofá de la sala —anuncié decidida.

Con cuidado, soporté su peso, sintiéndome casi tambalear. Era evidente que era mucho más pesado de lo que había anticipado. Mis piernas protestaban silenciosamente por el esfuerzo extra mientras luchaba por mantener el equilibrio, pero finalmente logré colocarlo en el amplio sillón gris.

—¿Te encuentras bien? —pregunté preocupada—, creo que llamaré a Yakov, él sabrá cómo actuar.

—Estaré bien, Lev ha agotado mi energía.

—¿Cómo?

—Gastó mucha energía en intentar tomar el control de mi cuerpo, excediendo los límites.

—Bueno, dile que no vuelva a hacerlo —coloqué una almohada debajo de su cabeza.

—Te dije que diría eso —Lukyan habló, pero sus palabras parecían no estar dirigidas hacia mí.

Su imponente figura ocupaba la mayor parte del sofá gris. Coloqué mi mano en su frente para comprobar su temperatura y parecía estar un poco alta, estaba caliente. Fui a la cocina, tomé un trapo limpio, lo humedecí y escurrí ligeramente. Pensé que podría ayudarle a sentir algo de frío.

—Ha habido lunas llenas antes —coloqué el trapo húmedo en su frente—, pero no conocí a Lev en ese tiempo.

—Decidimos que no era el momento adecuado —carraspeó—, decidí que no era lo correcto. Por eso me apartaba en esos días, fui hasta la capital para evitar verte. Ahora Lev quiere presentarse, está ansioso por hacerlo.

La declaración resultaba extraña, ya que no sabía qué esperar al respecto: cómo sería Lev, cómo funcionaría esa dinámica. No podía imaginarme otra personalidad dentro del cuerpo de Lukyan, aunque parecía que siempre estaba presente, aunque no pudiera verlo.

—¿Cómo es él? —me atreví a preguntar.

—Intenso —Lukyan cerró los ojos—, como un cachorro, pero aún no ha comprendido que ya no lo es.

—Dile que me encantaría conocerlo, pero que no vuelva a hacer esto. Es peligroso y no quiero que se repita con mayor gravedad si hay una próxima vez.

—Gracias por concederme la victoria, Ady. Parece que gané esa batalla —dijo con una sonrisa en su rostro—. Te compraré esa planta exótica de la que has estado hablando todas estas semanas.

—No es necesario, y menos si la traes de Mondo —negué con la cabeza mientras me acomodaba en el sofá—, sería demasiado complicado.

—Soy amigo del Alfa de Mondo, además ofrecerla como regalo para la Luna de Inmarcesible sería un honor para él.

No respondí, ya que esa declaración me dejó impactada. No había querido aceptar ni pensar en ello. Pero ser su pareja predestinada conllevaba muchas más implicaciones de lo que habría imaginado, y las responsabilidades eran de gran importancia. Era la Luna de la manada de Inmarcesible, la segunda al mando y la pareja predestinada de Lukyan. Me recosté en el respaldo del sillón y cerré los ojos ante ese pensamiento abrumador.

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