Capítulo 7
Al abrir mis ojos, los cerré inmediatamente debido a la intensa luz que me deslumbró, superando mis expectativas de lo molesto que sería. Cuando los abrí nuevamente, percibí un aroma peculiar en la habitación: olor a miel. Este dulce aroma contrastaba con el penetrante olor a desinfectante.
—Espero que desmayarte bajo presión no sea algo que te ocurra con frecuencia —la voz del Alfa resonó en la habitación mientras se encontraba cómodamente sentado, con las piernas estiradas y trabajando en una computadora.
—No sé de lo que hablas.
—Enterarte de que soy tu pareja predestinada, negarlo y luego desmayarte... Me asustó mucho. Por favor, no vuelvas a hacer algo así.
Aunque intentó que su última declaración sonara con un tono divertido, parecía afectado. No recordaba haberme desmayado, sino haber discutido sobre lo absurda que era esa afirmación. Sin embargo, al verlo allí, un poco desaliñado y fuera de su hogar, que era uno de sus lugares más seguros, comprendí que realmente estaba diciendo la verdad.
—¿Cómo eso puede ser posible?
Mis palabras reflejaban un tono de incredulidad, ya que la pregunta era demasiado obvia y sería absurdo no formularla. ¿Por qué el destino uniría a una humana con uno de los Alfas más poderosos?
—No lo sé —Esas palabras sonaron verdaderas, él no sabía.
Lukyan no parecía desilusionado; no me rechazó ni hizo un escándalo. Eso era algo positivo, ya que no tendría que llenarme la cabeza con más preguntas de las que ya tenía en este momento. Debía rescatar algo bueno de todo esto y al menos estaría a salvo de pasar una vergüenza mundial.
—¿Cómo seguimos? —Nos señalé tímidamente a ambos.
—Vendrás a vivir a mi casa; hice que acomodaran una de las habitaciones de invitados. Mantendremos una distancia segura para que puedas seguir con tu vida con normalidad. Podrás ir a la universidad, ya he hablado para arreglar todo, así que debes agradecerle a tu amiga por eso.
Me relamí los labios inconscientemente. Lukyan había organizado todo, asegurándose de que estuviera todo listo para cuando saliera del hospital y pudiera continuar con mi vida normalmente. Pero, ¿Cómo podía seguir con normalidad si ahora era considerada la pareja predestinada del Alfa? Agradecería a Cloe después de que lograra poner mi mente en orden.
—¿Cómo podremos mantener la normalidad? —pregunté—. Es complicado seguir adelante sabiendo que ahora soy tu pareja predestinada. Además, tengo un trabajo y los estudios, y temo que esos lugares se vean comprometidos.
—Se verán comprometidos, pero no al principio. Quiero que termines la universidad primero y luego lo haremos oficial. Solo los Alfas saben sobre nuestra condición. —Cerró la computadora dándome toda su atención.
—Bueno, eso me tranquiliza un poco. —Hice un pequeño movimiento con mi mano para enfatizar mis palabras, y él respondió con una sonrisa.
—No sabía sobre tu trabajo, me pondré ahora en contacto para resolver la situación, ¿Cómo se llama el lugar? —Sacó su celular esperando mi respuesta.
—Brillante esencia —respondí—, ese es el nombre. Es una pequeña joyería, espero que mi jefe no este molesto, no quiero lidiar quedándome hasta tarde.
—No lo harás, lo haré entrar en razón.
La respuesta de Lukyan parecía un poco amenazante, y sentí cierta compasión por Leopoldo, esperando que no hiciera enojar al Alfa. Al menos, tal vez no perdería mi trabajo al final.
Intenté levantarme para moverme un poco; sabía que había estado varios días encerrada, tratando de curarme, y me sentía mucho mejor, excepto por las costillas. Aunque ahora simplemente se sentía como una persistente molestia el dolor.
—¿Qué estás haciendo? —gritó— Estás herida, mujer, necesitas descansar.
—Estoy tratando de moverme un poco. Me molesta estar en la cama por mucho tiempo.
—Debes descansar. —Se acercó tratando que volviera a mi posición inicial—. Cuando nos cambien de habitación podrás caminar hasta ella, ¿eso es suficiente?
Sus palabras salieron conciliadoras; no se molestó, sino que parecía preocupado. Era raro porque hacía mucho tiempo desde que sentí que alguien mostraba interés por mí, y que viniera de parte de Lukyan era algo imposible de explicar.
—Está bien es un trato.
Volvió a sentarse, aumentando deliberadamente la distancia entre nosotros. No me había tocado antes para ayudarme a quedarme en la cama; en cambio, hizo movimientos que parecían animarme a quedarme quieta. Podía notar que él quería hacerlo, ya que se tensó cuando nuestras manos casi se rozaron.
—Gracias...por salvarme —llené el silencio con una confesión que se sentía correcta hacer, no sabía si era el momento, pero ya había salido con naturalidad de mis labios.
—No necesitas agradecerlo... cuidarte es mi responsabilidad. Eres mi pareja.
—Pero cuando respondiste a la señal, en ese momento no lo sabías, ¿cierto? —respondí.
—No sabía que existías, Ady. —Al decir mi nombre, parecía saborearlo—. Estoy agradecido por haberlo descubierto.
Sus palabras tuvieron un efecto tranquilizador en mí, como si fueran un bálsamo. No era muy hábil en mis relaciones con los demás, y a menudo me costaba entrar en sintonía con las personas. Saber que él me habría rescatado, incluso si no fuéramos pareja, me brindó una sensación de calma y seguridad.
Su celular sonó con un tono típico, y me ofreció una sonrisa como disculpa antes de salir de la habitación para contestar la llamada. Por la formalidad de su tono al hablar, pude deducir que era una llamada de trabajo. Suspiré, volví a cerrar los ojos y traté de tranquilizarme. Esta nueva realidad con Lukyan me generaba emociones encontradas, ya que por un lado sentía el deseo de vivirla plenamente, pero al mismo tiempo, también sentía la tentación de esconderme en mi casa. El hecho de estar en esta nueva etapa de una pareja predestinada era sumamente complicado, especialmente considerando que habían pasado muchos años desde la última vez que se había registrado una pareja de este tipo.
No podía evitar sentirme insegura acerca de cómo sería vivir con él. Por mucho que intentara negarlo, sabía que discutir sobre ese tema sería como adentrarse en un callejón sin salida, demasiado complicado para encontrar una solución clara. No quería regresar a ese diminuto departamento, ya que solo me recordaría el accidente y los momentos difíciles con los infectados.
Aunque vivir junto a Lukyan podría ser incómodo, sentía que podríamos lidiar con ello. Quizás cocinar mi famosa sopa de tomate podría ayudar a romper el hielo y hacer que todo fuera más llevadero. Estaba decidida a enfrentar esta nueva situación y ver cómo avanzábamos juntos.
—Gracias por llamar a Cloe —dije con cierta vacilación, pero me apoyé en Lukyan para caminar. Aunque el dolor había desaparecido, aún sentía una pequeña molestia en mis costillas. Él me ofreció su brazo y me enganché a él para poder caminar con mayor comodidad.
—Necesitabas ropa —dijo con simpleza.
Ella no se quedó, ni siquiera pude verla porque me habían administrado la última dosis de Avellazmín. Estaba completamente dormida y, según Lukyan, él quería asegurarse obteniendo información sobre Cloe, aunque yo ya le había explicado que era de confianza.
Salimos por la parte más segura del hospital, y el frío golpeó mi cara, haciéndome hacer una mueca ante la sensación. Dos camionetas estaban estacionadas cerca de donde nos encontrábamos, y de una de ellas descendió un hombre lobo que reconocí rápidamente como el Beta. Sonrió al acercarse, inclinándose levemente al dirigirse a Lukyan, y cuando nuestras miradas se cruzaron, hizo el mismo gesto de respeto hacia mí.
—Me complace ver que te encuentras en buen estado —sus palabras fluían con ligereza, acompañadas de una mezcla de alegría—. Es un verdadero placer conocerte.
—El placer es todo mío —respondí con una sonrisa.
Él extendió su mano en un gesto de saludo y yo respondí haciendo lo mismo. Sin embargo, un ligero gruñido proveniente de mi costado hizo que ambos nos retractáramos de esa acción.
—No debes extender la mano a alguien inferior, Ady. Debes ser tú quien inicie el contacto, no al revés —explicó con seriedad Lukyan.
—Lo lamento, fue mi error. Olvidé el protocolo, demasiado tiempo acumulando polvo en el cajón de mi escritorio. —Trató de sonar divertido para romper la tensión que se había creado.
Asentí como respuesta porque no lo sabía, Lukyan me guió hacia una de las camionetas, abriendo la puerta del copiloto para que pudiera entrar. Con su ayuda, pude lograr subir al vehículo. Aunque sentí la piel de gallina ante su tacto, decidí ignorar esa sensación y concentrarme en el momento.
Dentro de la camioneta, el calor me envolvía mi rostro y manos agradecían esa sensación reconfortante. De reojo, observé a Lukyan mientras con unos rápidos movimientos ponía el vehículo en marcha, saliendo del apartado estacionamiento. Había pasado una semana más en el hospital hasta que finalmente me dieron el alta, y ahora el siguiente paso era dirigirnos a su casa. Según él, mis pertenencias estaban cuidadosamente empacadas en cajas, esperándome en mi nueva habitación. Cloe y Lily habían ayudado a organizar todas mis pertenecías.
Mientras avanzábamos en el viaje, notaba que no sería demasiado largo, y me encontraba indecisa sobre si debería romper el silencio sacando algún tema trivial de conversación o simplemente callarme. Pensé en hablar sobre la temperatura y cómo el frío parecía empeorar cada día, o compartir mi disgusto por la tarta de calabaza, que en mi opinión era una abominación culinaria. Otra opción era preguntarle a Lukyan acerca de sus gustos en la comida, ¿también compartía mi odio a la tarta de calabaza?
Mientras avanzábamos por el camino, noté que el tiempo estimado coincidía con los cálculos que había hecho previamente, unos veinticinco minutos hasta llegar a su casa. Aunque no estaba demasiado lejos de la capital, se encontraba escondida en un frondoso bosque. El hecho de que nadie hubiera tomado una foto o contado detalles sobre la casa parecía envolverla en un aura de misterio dentro de la manada.
—Espero que te guste la habitación...
—Me resulta difícil entender cómo alguien puede disfrutar de la tarta de calabaza...
Ambos empezamos a hablar al mismo tiempo, y por suerte, él fue el primero en romper el hielo. Hice un esfuerzo por contener la risa ante la situación, especialmente por mi comentario sobre la tarta de calabaza. No sé si había sido una elección adecuada para iniciar la conversación. ¿Realmente debía haber hablado sobre algo tan peculiar?
—Nunca comí tarta de calabaza —respondió a mi comentario—, además parece una combinación extraña de sabores.
—Lo sé —él me había dado la razón.
—Tomaré eso para no comprar nunca tarta de calabaza, ¿no te gusta la calabaza o la calabaza en una tarta?
—En una tarta —expliqué—, es simplemente extraña la combinación.
A pesar de mis esfuerzos por contener la risa, al final no pude resistirme y solté una carcajada espontánea. Lukyan me miró brevemente, pero no dijo nada mientras continuábamos nuestro camino. Pronto, llegamos a una imponente puerta enorme que parecía proteger la entrada a su casa. Lukyan bajó el vidrio desde su lado, y en ese momento, un lobo se acercó y nos atendió. El lobo nos inspeccionó rápidamente antes de abrir la enorme puerta, permitiéndonos pasar.
Mientras cruzábamos la puerta, me sentía cada vez más intrigado por lo que encontraría dentro de esa enigmática casa en medio del bosque. Sin duda, sería una experiencia única y emocionante, estaba ansiosa por descubrir más sobre la vida de Lukyan.
A medida que nos adentrábamos en la propiedad, noté que los árboles disminuían en densidad, dando paso a un encantador jardín repleto de diversas plantas más pequeñas. Aunque se notaba que el lugar requería un poco más de cuidado en algunas zonas, el jardín que bordeaba la casa estaba bien mantenido y lucía espléndido. La fuente que adornaba uno de los costados manifestaba un ambiente relajante y sereno.
La casa en sí era impresionante. Su tamaño era colosal, y el estilo rústico le daba un encanto especial. Parte de la estructura estaba cubierta por enredaderas y plantas, lo que le otorgaba un aspecto misterioso y mágico. Sin embargo, la vegetación no invadía completamente la casa, permitiendo que aún se apreciaran los ladrillos a la vista y las enormes ventanas que daban un toque acogedor.
—Tu casa es hermosa —dije, desabrochándome el cinturón cuando él estacionó.
—Nuestra casa —lo escuché murmurar cuando bajó del auto.
Copié su movimiento y abrí la puerta para salir, él se encontraba a punto de abrir mi puerta y chocamos intentando decidir que hacer. Un poco incomoda bajé y el me dio el espacio para hacerlo, inocentemente había ayudado a que su intento de caballerosidad fracasara.
—Bienvenida a casa —Lukyan habló.
El gesto cálido de bienvenida de Lukyan fue reconfortante, y aprecié su amabilidad mientras caminábamos juntos hacia la entrada de la casa. Sentí la esperanza de que pudiéramos tener un buen comienzo en esta nueva etapa.
¡Hola tulipanes! Les comparto una imagen de cómo me he imaginado la casa de Lukyan, agregando algunos toques personales. Espero que disfruten y estaré encantada de conocer sus opiniones al respecto. ¡Háganme saber qué piensan!
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