Único
La euforia en el vestuario es palpable. El Barcelona acaba de ganar el Clásico 4 a 0, y la adrenalina está en cada rincón, en cada grito, en cada sonrisa.
Gavi, con la energía explosiva que le caracteriza, va de un lado a otro, abrazando y repartiendo besos a todos como si el cariño fuera ilimitado y él pudiera dárselo al mundo entero.
Y Raphinha... bueno, Raphinha espera. Se apoya contra la pared, observando a su compañero como si fuera la única persona en la habitación.
—¿No piensas ir a celebrarlo?—Le pregunta Marc, dándole un codazo suave mientras se pone su chaqueta.
Raphinha sonríe y sacude la cabeza.
—Nah, esperaré a que termine de repartir su dosis de amor.
Marc se ríe y le da una palmada en la espalda antes de salir.
Raphinha vuelve su atención a Gavi, quien en ese momento está colgado del cuello de Pedri, riendo como si acabaran de contarle el chiste más gracioso del mundo.
Y aunque siente un pequeño pellizco en el pecho al verlo así, sonríe.
Lo que siente por Gavi es algo que ha intentado negar, pero que le consume cada vez más.
Hace tiempo que se dio cuenta de que lo que siente no es solo aprecio. Es más fuerte, más profundo.
Pero, ¿Decírselo? Jamás. No soportaría perder esos momentos con él, ni siquiera quiere imaginar que Gavi se aleje de él.
Por fin, después de una eternidad, o al menos, así lo siente Raphinha, Gavi se da cuenta de que él aún está allí.
—¡Raphiiii!—Exclama Gavi, con los ojos brillantes y las mejillas enrojecidas de la emoción.
Corre hacia él y lo envuelve en un abrazo tan fuerte que Raphinha casi pierde el equilibrio.
—Estaba esperando mi turno.—Dice Raphinha en tono de broma, abrazándolo de vuelta, aunque el toque de sus manos en la espalda de Gavi es más suave de lo que le gustaría admitir.
No sabe si es su mente jugando con él, pero siente que Gavi tarda un segundo más de lo necesario antes de separarse.
—¿Tu turno? ¿Me estás diciendo que querías que te diera un abrazo desde el principio y me estabas viendo como un tonto?—Gavi se burla, y su tono es juguetón, pero hay algo en su mirada que parece diferente, más… intenso.
Raphinha se rasca la nuca, riendo.
—Supongo que sí.—Murmura, tratando de sonar despreocupado, aunque siente el calor en su rostro.
—Es que vi que estabas muy ocupado con los demás, no quería interrumpir.
—¿Interrumpir?—Gavi hace una mueca y le da un suave golpe en el pecho.
—Eres un tonto, Raphinha. Tú nunca interrumpes.
Ese comentario parece tan inocente, pero algo en cómo lo dice hace que Raphinha se quede mirándolo, como si tratara de descifrar algo en su expresión.
—Entonces.—Gavi levanta las cejas con una sonrisa desafiante.
—¿Te basta con el abrazo o también quieres un beso de celebración?
Raphinha siente que su corazón se acelera al escuchar eso, y disimula la reacción con una risa nerviosa.
—¡Ja! ¿A mí? ¿Un beso tuyo? No creo que lo soporte.—Bromea, aunque su tono es una mezcla de sarcasmo y verdad.
Gavi se acerca un paso, mirándolo directamente a los ojos.
—No hables tan rápido. Es un día especial, ¿no? Puede que hoy te deje.
Raphinha se queda en silencio. Gavi sigue mirándolo, expectante, y él siente cómo la distancia entre ellos parece disminuir, aunque no se han movido un centímetro.
En ese instante, el ruido del vestuario desaparece, y solo están ellos dos, en un espacio donde el tiempo parece detenerse.
—¿Quieres o no?—Insiste Gavi, pero su tono es suave, casi susurrante.
—Claro.—Responde Raphinha antes de poder detenerse.
—Quiero decir, ¿Por qué no?
Gavi sonríe y se inclina ligeramente, dejando un beso rápido en su mejilla.
Es un gesto sencillo, algo que Gavi hace todo el tiempo con otros, pero en ese momento, para Raphinha, es como si hubiera recibido el mundo.
Apenas se atreve a respirar, temiendo que Gavi note lo nervioso que está.
Pero Gavi se queda ahí, observándolo con esa expresión que mezcla curiosidad y algo más que Raphinha no logra identificar.
—¿Sabes, Raphinha?—Empieza Gavi de repente, cruzando los brazos y sonriendo como si estuviera por decir una travesura.
—Siempre pensé que eras el tipo de persona que solo celebra a lo grande, no te imaginaba tan... tímido.
—¿Tímido? Yo no soy tímido.—Protesta Raphinha, tratando de sonar confiado, aunque su tono no ayuda en nada a su causa.
—Claro que lo eres.—Se burla Gavi, dándole otro suave golpe en el hombro.
—Y es raro, porque contigo siempre me siento cómodo. Como si pudiera hacer cualquier cosa y tú… no sé, siempre estás ahí, apoyándome, esperando pacientemente.
Gavi hace una pausa y luego añade en un tono más bajo.
—Es como si me entendieras sin que yo diga nada.
Raphinha se queda sin palabras, y por un segundo, la impulsiva idea de confesarle sus sentimientos cruza su mente.
Decirle que no espera solo porque son amigos, sino porque verlo feliz es suficiente para él, aunque sea desde lejos.
Pero no se atreve, no quiere arruinar ese momento.
—Lo hago porque eres especial, Gavi.—Murmura finalmente, sin atreverse a decir más.
Gavi lo observa en silencio y, por un momento, parece que va a decir algo, pero en lugar de eso, lo abraza otra vez, como si el simple contacto pudiera decirle todo lo que las palabras no pueden expresar.
—¿Sabes?—Dice Gavi con una sonrisa.
—Es un poco extraño, pero me alegra que seas tú el que siempre está ahí, esperando.
Y así, en el silencio de ese abrazo, Raphinha entiende que, aunque no pueda confesar lo que siente, esos momentos con Gavi son suficientes para él.
Porque, al final, no importa cuánto duela guardar sus sentimientos, vale la pena mientras tenga un lugar en su vida, aunque sea en silencio, aunque sea como amigo.
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