
20
Julio llevaba un par de semanas pasando cada segundo libre de su tiempo en casa de Tom.
Por regla general, Julio era un holgazán y aquello habría vuelto loco a Tom, de no ser porque el muchacho en los últimos tiempos había cambiado un poco su estilo de vida. Su madre le obligó a conseguirse un trabajo de medio tiempo como recepcionista en una veterinaria y los últimos exámenes de su carrera transcurrieron en ese mes, de modo que, aunque Julio se esforzaba por hacer un hueco para Tom, en realidad pasaba menos tiempo ahí que a principios de año.
Tom, consciente de que Julio debía estar muy ocupado con sus cosas, trataba continuamente de convencerle de que se fuera a descansar a su casa, pero el muchacho se negaba rotundamente a hacerlo sin haber estado al menos media hora en su compañía.
Aquello era un incordio en ocasiones, pero Tom lo agradecía, sobre todo después de que Dominik comenzó a salir de viaje cada dos por tres, dejándolo solo y aburrido en casa.
El pobre Tom llevaba medio año de carrera en línea, sumados al año y medio presenciales que ya había estudiado antes del accidente (cambiar su plan de estudios fue una mierda, pero se las arreglaron), sin embargo, cubrir sus materias no le estaba tomando ni la mitad del día; la web le ofrecía todo lo aburrido de la escuela, quitándole la parte en la que conocía gente, hacía amigos y pasaba un buen rato.
Horrible.
De modo que, tener a Julio diciéndole todas las tonterías que se le venían a la cabeza era una buena manera de entretenerse, además, a quien quería engañar, Tom estaba nadando en arcoíris ante la atención recibida, era como si de repente lo unilateral de la relación estuviese cambiando por fin.
Eso era bueno, placentero y probablemente la única razón por la que aun sonreía en las mañanas.
Julio seguía siendo el mismo, coqueteándole cuando tenía la oportunidad, disfrutando de hacerle sentir nervioso, pero en los últimos tiempos, Tom comenzaba a acostumbrarse a su presencia, por lo que hacerle tartamudear no era tan fácil como antes.
Eso era algo de lo que Tom estaba muy orgulloso, aunque, cuando Julio quería, podía volverlo una masa gelatinosa en un toque.
—Dom llega esta noche a su casa —dijo Julio frunciendo el ceño mientras miraba la pantalla de su celular.
Era viernes, lo que quería decir que Julio tendría los siguientes dos días para holgazanear, sus exámenes habían terminado, así que podía tomarse un respiro. Tom sonrió, él estuvo hablando con Dominik esa mañana sobre su regreso.
—Eso me ha dicho, viene en la madrugada —comentó pensando en pedirle a su madre que le llevase al día siguiente a una visita. Sin embargo, Julio, tan adicto a las aventuras nocturnas como solo él podía serlo, se le quedó mirando y lanzó una propuesta.
—¿Por qué no vamos a recibirlo? —Preguntó sacando las llaves de la camioneta de su bolsillo—. Pregúntale a qué hora llega y pasamos por él.
Tom se le quedó viendo contrariado, era muy extraño que Julio se estuviese ofreciéndose de manera voluntaria a prestarle ayuda a Dominik, sin embargo, en ese momento no le pareció mala idea, de modo que habló con su madre y esta, un poco reacia, le permitió salir si le mantenía informada todo el tiempo de lo que estaba haciendo.
Aquellas prevenciones le parecieron muy tontas, Tom ya se había mudado a vivir en su propio piso cuando tuvo el accidente, desde los dieciocho hizo su vida independiente de la de su madre y salía o regresaba cuando se le pegaba en gana; sin embargo, después del accidente, Lucía se había vuelto extremadamente protectora. Tom no dijo nada al respecto porque sabía que las preocupaciones de la mujer no eran infundadas, sin embargo, por dentro se sintió un poco ofendido de saber que ella esperaba reportes cada hora para saber dónde estaba.
A las dos de la mañana salieron de la casa rumbo a la terminal de autobuses.
El trayecto fue relativamente corto, de modo que llegaron quince minutos antes de la hora en que el autobús de Dominik arribaría. Mientras esperaban, Julio bajó a comprar algunas cosas, llevándole a Tom un vaso de café humeante y una bolsa de frituras. La verdad, Tom aceptó el café, pero no tenía ganas de comer a esas horas.
Julio, por su parte pasó los siguientes minutos mirando a Tom.
—¿Qué pasa? —preguntó—. ¿Tengo algo en la cara? —gruñó haciendo una mueca de malestar.
—No —respondió Julio—. Está muy bonita, como siempre.
Aquella simple respuesta, desprovista de la coquetería usual, sin el tono travieso o las insinuaciones sexuales hicieron que la cara de Tom se pusiera más roja que de costumbre. El ambiente se tensó dentro del auto y su estómago se contrajo por la sorpresa.
Durante un largo segundo quiso decirle algo ingenioso, responder con ironía o darle un tortazo en la cara, pero nada le salió. El guardó silencio y miró por la ventana, tratando de ignorar la presencia de Julio en el auto, pero era como tener un elefante en una tienda de cristalería.
—Si te pidiera salir conmigo —Julio insistió, rompiendo el silencio que se había instaurado a su alrededor—. ¿Aceptarías? —le preguntó, y por su tono era obvio que hablaba muy en serio.
Tom resopló avergonzado.
—No —le dijo—. No eres un tipo confiable—agregó sin mirarle.
Julio soltó una risita divertida.
—Bueno, si no quieres voy a tener que secuestrarte cada vez que pueda —comentó encogiéndose de hombros, luego sonrió estirando la mano, acariciando su cabello, Tom tembló ante el toque—. Hasta que aceptes —agregó recuperando la mueca de diablo en el rostro.
Tom apretó los labios, bajando la cabeza, no es que Julio necesitase demasiado para obtener algo de él, pero, por ahora no quería hacer más evidente la manera en que el chico le afectaba, así que no dijo nada y Julio tampoco siguió insistiendo con el tema.
Cinco minutos después Dominik apareció entre la gente y se subió a la camioneta, aligerando la tensión que se había extendido entre los dos.
—¡Traje recuerdos! —exclamó nada más llegar—. Para ti una camisa—Dom le pasó una bolsa a Tom y este le agradeció entre risas—. Y a ti un amuleto para el mal de ojo —dijo pasándole a Julio un curioso colgante con plumas y la forma de un ave—. Con tu carácter igual y evitas muchas maldiciones.
Julio soltó una carcajada, colocando el amuleto en el espejo del auto.
—¿Trajiste algo para Mati? —preguntó agitando las pestañas de manera exagerada y Dominik soltó una risita cabreada.
—Cállate Julio, ese no es tu problema.
Luego de eso los tres se quedaron en casa de Dom y ninguno durmió en toda la noche.
¡Hola a todos! Hoy tocó un capítulo sencillito y carismático (¿) pero yo estoy aquí para contarles que es un día muy especial para "Espérame al otro lado del abismo" ¿Por qué? ¡Fácil!
¡Hoy EALDA cumple un mes de vida! ¡Hoy EALDA llegó a su capítulo 20! ¡Y por último, hoy EALDA llegó a los 2k de votos!
Muchas cosas bonitas como pueden ver, así que les hice este dibujito exprés para celebrar *-*
Ahora sí, la duda razonable que me surge cada tanto ¿Cuál es su personaje favorito de EALDA? :D ¡Cuéntenme! ¡Quiero saber!
PD: adivinen quien es quien xD
PD: Como podrán notar, esta nota es vieja y me da nostalgia T-T
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