11
Dominik frunció el ceño observando a Julio con detenimiento, mientras este parloteaba, ajeno a su incomodidad.
—Mira, solo te digo que puedo llevarte a su casa y convencerlo de que hable contigo —dijo encogiéndose de hombros, para después tomar un sorbo de su malteada.
—Ajá —respondió sin creerle—. ¿Y cuál es la trampa en este trato? —cuestionó frunciendo el ceño en una mueca de recelo.
Julio sonrió, era la clase de sonrisa que no le daba buena espina a nadie. Obviamente buscaba un beneficio extra con aquel ofrecimiento, no parecía de las personas que hacían las cosas gratis y le compró una malteada antes de sentarse en su mesa; debía querer algo. De no ser así ¿Porque estaría proponiendo algo tan raro?
—Oh, vamos, no es para tanto, no necesitas hacer nada, solo ve y discúlpate con él, ha estado decaído desde que se pelearon —comentó el chico mientras abría la bolsita de cátsup para echarle sus papas fritas. Luego lo miró—. ¿Quieres que te compre una hamburguesa?
Raro.
—No, gracias, no como carne—murmuró contrariado, luego bajó la cabeza revisando sus contactos, tenía una idea de lo que estaba pasando, pero necesitaba confirmarlo.
Julio le miró con curiosidad, pero Dominik no le hizo demasiado caso, el muchacho no tenía manera de saber lo que estaba poniendo en aquellos mensajes. Sonrió cuando vio que Tom escribía, escribía y escribía para finalmente enviar una respuesta escueta.
Dominik suspiró avergonzado.
Ese día estuvo llamando a Tom hasta que este se sintió de humor para contestarle y pasó alrededor de una hora disculpándose por lo ocurrido. Dom también había recibido un escarmiento por parte de su hermana, quien se había puesto furiosa al escuchar del asunto; al parecer ella también odiaba la palabra "invalido" y le había sermoneado sin parar por el asunto hasta mucho después de que le entrara en la cabeza.
Claro, antes de aceptar su disculpa, Tom le recalcó que, si querían ser amigos, tenían que ser solamente amigos y le dijo que no estaba interesado en tener una relación amorosa con él. Nada de nada en plan romántico.
Dominik, pese a su reticencia, aceptó las condiciones porque Tom le agradaba independiente de las intenciones iniciales que tenía con él. Así que decidió que prefería eso a tener una pelea por una estupidez.
Sonrió sin poder evitarlo.
—¿Sabes? Ya me dio hambre y al final sí quiero esa hamburguesa —dijo con satisfacción—. Cuando termine de comer hablaremos del asunto.
Julio chasqueo la lengua, pero de inmediato llamó al mesero para que los atendiera. Aquello le hizo sentirse satisfecho, al menos iba a aprovecharse un poco del asunto antes de decirle la verdad y que Julio se pusiera hecho una furia. Aunque para cuando se enterase, Dominik esperaba estar tumbado en su cama durmiendo como un bebé.
Por su parte Julio pasó toda la tarde soportando las evasivas de Dominik, quien cambiaba de tema cada vez que hablaban de la disculpa; el chico le llevó a dar vueltas por la ciudad, le hizo comprar varias cosas y tuvo que acompañarle a llevar a su perro al veterinario.
La camioneta de Julio se quedó llena de pelo en los asientos nuevos y la cara con un montón de baba del "pequeño" Beethoven, un San Bernardo de nueve meses que pesaba más que la madre de Julio.
Aquello no le molestaba del todo, el animal era simpático, pero tenía la manía de asomarse a los asientos de enfrente y poner la pata sobre el brazo de Julio mientras este manejaba. Un asunto peligroso para un conductor de pie pesado como él.
Cuando llegaron a la consulta Dominik se la pasó con el teléfono en las manos todo el tiempo mientras Julio se peleaba con el ayudante del veterinario, un bruto que no sabía tratar con animales y lastimó al pobre Beethoven. El chico De La Vega reclamó hasta que él mismo terminó por aplicarle las vacunas al perro, al final se quedó hablando con los encargados del lugar e hizo muy buenas migas con ellos.
Al salir de la veterinaria fueron a pasear a Beethoven y, por una razón que Dominik no entendía, Julio se anotó a una carrera con causa, ganándose unos buenos premios en efectivo que sirvieron para comprar una nueva cama para el perro y snacks de premio.
Finalmente, Dom acabó con el asunto cuando se dio cuenta de que la relación con su can estaba en peligro; el muchacho empezaba a llevarse demasiado bien con el animal.
A media noche Julio lo arrastró a la casa de Tom ignorando sus protestas de cansancio y las horas inadecuadas en las que se encontraban. Estaba convencido de lograr algo de inmediato.
Tom flotaba en una nube de algodón cuando alguien tocó en su ventana.
Su primera reacción fue saltar en la cama mirando a todos lados, confundido por la situación. Había dos sombras asomándose, él había dejado todo sin seguro así que la ventaba se abrió con facilidad; Dom y Julio entraron apresurados, Dominik parecía abochornado y presuroso mientras que Julio sonreía ampliamente.
—Mira lo que te traje —canturreo el muchacho con aire divertido.
Tom le lanzó una mirada a Dominik y este se encogió de hombros enseguida.
—Traté de convencerlo de que era demasiado tarde, pero me secuestró —explicó tratando de no fijarse demasiado en Tom y su pijama. Dominik podía decir todo lo que quisiera, pero no podía evitar que sintiera algunas cosas cuando lo miraba; en ese momento, por ejemplo, estaba limitándose a sí mismo para que sus fantasías sexuales no se trasladaran a una acalorada noche en la alcoba del muchacho.
—Yo estoy aquí para que ustedes dos hablen, entiendo que hice mal al meterme en su amistad, así que doblegué mi orgullo por su bien ¿Ya vas a contestarme? —Julio no dejó de mirar a Tom en ningún momento, ajeno al apuro en el que había metido a Dominik.
Suspirando, Tom se dejó caer en la cama.
—Me acabas de pegar un buen susto —murmuró cansado—. Si no duermo el resto de la noche será tu culpa —Luego se llevó la mano al rostro, cubriéndose los ojos mientras trataba de calmarse.
—¿Estás hablándome? —preguntó en tono divertido—. ¿Él me habló cierto? —cuestionó una vez más, ahora dirigiéndose a Dominik, dándole un golpe en el brazo.
—Si—gruñó este sobándose el hombro con expresión fastidiada y luego se giró hacia Tom—. ¿Ya le decimos? —preguntó—. Quiero irme a dormir.
Tom soltó una risita mirando a Julio, cuya expresión se había quedado en blanco.
—Supongo que podemos hacerlo, no quiero torturarte con su presencia por más tiempo —dijo haciéndole una seña a Dom para que se sentara a su lado, este, encantado con la invitación, se acomodó junto a él en la cama.
—Nos contentamos desde hace varios días —aclaró Dominik encogiéndose de hombros.
—Pero ya sabes que no puedo evitar molestarte —agregó Tom sonriendo con suficiencia.
Julio se quedó en silencio, procesando lo que había pasado y mirando a aquellos dos siendo tan unidos; sonrió.
—Ustedes dos son perversos —comentó señalándolos con el dedo índice—. ¿Eso quiere decir que estamos bien? —dijo tratando de asegurarse del asunto.
—Tan bien como podemos estar—murmuró Tom encogiéndose de hombros y Julio se sacó los zapatos metiéndose a la cama del lado que estaba contra la pared, acomodándose rápidamente.
—¿Tan bien como para dormir juntos? —La cara de Tom se puso completamente roja y empezó a balbucear cosas sin sentido.
—Tranquilos ustedes dos, que hay público presente —gruñó Dominik, lanzando un suspiro.
Julio los miró, ya no estaba aburrido.
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