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Capítulo 3: Divorcio



Alisa le vio aterrada, casi no podía reconocer en ese hombre a su marido, su expresión había cambiado por completo, su sonrisa era cruel al igual que su tono, pero su mirada mostraba absoluta tristeza, era evidente que sufría y lo ocultaba tras esa máscara de frialdad, tiro de ella y la llevo a la cama, una vez allí comenzó a desnudarla rápidamente.

 Alisa intentaba detenerlo, pero por primera vez en su vida actúo con debilidad. Él la tumbo en la cama, se quitó la ropa y se recostó encima de ella, se apodero de su boca introduciendo su lengua en su interior saboreándola, pero haciéndolo de una manera tan mecánica que le dolía, comenzó a tocarla de manera frenética y desesperada, podía escuchar sus gemidos y su respiración agitada, se movió como todo un profesional, pero sin amor, sólo por inercia, como haciendo un viejo acto al que estaba acostumbrado, al que fuera obligado, pero no era obligado, la necesitaba, finalmente abrió sus piernas y la penetro, ya en su interior sus movimientos fueron pausados y planeados uno a uno, rutinarios ,no podía negar que estar entre sus brazos era delicioso, pero no era tan placentero como antes, sería que él quería demostrarle que podía vivir sin él , sin sus caricias mostrándose deficiente no, no era eso, él nunca podría ser deficiente, era todo un seductor, un maestro en las artes del amor físico, no podía evitar preguntarse ¿por qué? sería la experiencia o un talento natural, había sido un buen marido, un esposo fiel y ella lo había herido con sus dudas, con sus miedos y recordándole su triste infancia, su dolor, esa espina que seguía en su corazón, que no había podido superar ¿cómo había sido capaz de restregarle la herida? merecido castigo tenia, él levanto la vista.

─ ¿Es esto lo que querías Ali? Sexo ¿no?

─No, Duncan, sabes que no lo quería así.

─No conozca otra forma Ali.

─Claro que sí.

─ ¡No!

Vio las lágrimas en sus ojos y se sintió fatal, lo abrazo con fuerza y lo beso en la frente.

─No, Duncan, no era así, así sólo te haces daño, lo siento yo quería lo que me dabas a diario, lo que me hacías sentir, lo disfrutabas, eras feliz, así yo lo era. pero ahora solo te estás haciendo daño.

─ ¡No!, eres tú quien me lo hace, fingías ser feliz, fingías amarme.

─No fingía, yo lo creía, estaba confundida.

─ ¿Es un error amarme?

─No cariño no lo es, lo siento, Duncan hazme el amor, libérate y dejare sentirte, ámame como solo tú sabes hacerlo.

Observo su cuerpo tan musculoso, tan bello, de piel hermosa pero aun así con varias cicatrices, recordó que él le había confesado haber tenido relaciones con clientes que actuaron con sadismo, que lo habían herido al tener sexo, había sido vendido tantas veces por quienes debían amarlo, había sido herido por quienes deberían amarlo, además ocurrió cuando era un chic indefenso. Y sabiendo eso ella lo había herido también, se sintió mal por él, no quería verlo sufrir más.

─Eres tan bello.

─Ese fue un problema para mí.

Lo sabía, quien diría que la belleza podría ser realmente el factor para que un ser humano sufriera, siempre estaba sobrevalorada la belleza y se creía que las personas hermosas tenían más privilegios y el mundo comprado ya que este era superficial, pero no era así, había personas como su marido cuya belleza era en realidad su desgracia.

─Te deseo Duncan. Por favor dámelo.

─También te deseo ¿por qué sólo me deseas? ¿Por qué no me amas?

─Yo no sé, Duncan, no sé, no eres tú, soy yo, sé que suena trillado, pero así es, te deseo porque eres precioso, eres tan bello, en cuanto a amarte no sé, tengo una especie de trauma emocional, no se trata de ti cariño, yo no podría amar a nadie, tú eres mi hombre, yo sólo podría tener relaciones contigo, con nadie más, por eso eres especial, no lo haría con nadie más, debes creerme, hay algo que no funciona en mí, mi válvula del amor está rota.

─ ¿Es por mi pasado?

─No, eso no fue tu culpa y yo te acepte así.


Él se suavizo y volvió a penetrarla con ternura, dándole, lo quería sin inhibiciones y con un gran afecto y cuidado ,con ese trato especial que ella merecía por ser su esposa y la mujer que amaba , ella empezó a gemir de placer y eso le provoco a él una sensación de control y deseo, poder darle mucho más placer, realmente lo disfrutaba con ella, había odiado el sexo desde los once años, cuando perdió su virginidad, lo odiaba, cada toque le producía repulsión, asco, vergüenza y dolor, pero lo hacía por dinero, por ser obligado, por necesidad, pero cuando la conoció a ella la deseo con todas las fibras de su cuerpo y cuando la obtuvo por primera vez sintió verdadero placer de estar a su merced, de que ella lo dominara, ella era diferente, se mostró tímida al principio, pero luego fue apasionada, ávida, pero no lasciva ,ni lujuriosa, como otras, era dulce y quería que él disfrutara , no le exigía, se entregaba, por eso lo confundió con amor. 

Solo fue confusión, nunca había tenido un trato amable, un roce cálido, nunca fue tocado con ternura antes, con suavidad, ahora entendía que nunca fue amado, ella simplemente era una mujer normal teniendo sexo normal, no una mujer como aquellas clientas que eran enfermas que no tenían reparos en abusar de un menor de usarlo y lastimarlo, y ni mencionar a los hombres que le habían tocado, confundió un sexo sano y normal con hacer el amor, pero a fin de cuentas ahora el sexo con Alisa tampoco era sano ni normal, solo que menos perturbador de  lo que conocía, era distinto un escape para él, una forma de mentirse a sí mismo.

Él si la amaba y desde eso a él le gustaba mucho dormir con ella, disfrutaba tanto que se lo pedía o se ofrecía para tenerla siempre y se complacía de que ella lo aceptase o se lo pidiese, hacerla suya era su diversión, su sabor, su amor, su todo, hacerla suya era lo mejor del mundo para él. Pero estaba demasiado roto lo comprendía, no podía ser una carga para ella, una mujer fuerte pero que en realidad también estaba rota, aunque de manera distinta.

A la mañana siguiente él abrió los ojos y la vio dormida a su lado, la despertó deseando que lo tocara y con cierto temor a ser rechazado de nuevo.

─ Por favor no me rechaces ahora, sólo bésame, por favor.

Sabía que era vulnerable y patético, que necesitaba ayuda, que sus amigos tenían razón sobre todo Russel quien le había sugerido repetidas veces tratarse con un terapeuta y que le decía que el sexo para él era algo enfermo y por supuesto Russel sabia de lo que hablaba por que era un terapeuta también, un psicólogo que a su vez también tomaba terapia porque él también usaba el sexo de manera irracional de forma distinta a él, pero al mismo tiempo similar. 

Mientras él era adicto a una mujer que no lo amaba y con otras personas sentía asco, Russel iba de cama en cama buscando simplemente sentir algo. y Aquel era el único que conocía y convivía hasta cierto punto con su esposa, tanto Armand como Daniel pensaban que debía mandarla lejos y buscar otra, pensaban que ella era una bruja que lo tenía hechizado. Quizá tuvieran razón, ella era una hechicera que lo tenía en sus manos. 

Ella lo miro con infinita ternura e incapaz de hacerle más daño, lo tomo entre sus brazos y lo beso, él le sonrió y le devolvió el beso.

─ ¿Qué quieres hacer ahora?

─Quedarme aquí en la cama contigo y....

─ ¿Estás seguro?

─Sí, anoche fui muy...

─Olvida anoche, piensa en hoy.

─ ¿Qué hay del divorcio?

─Yo no sé, creo que debiéramos...

─No ha cambiado nada lo sé.

─Es lo mejor.

─ ¿Para quién?

─Para ambos.

Él no lo sentía así, racionalmente era lo mejor, pero emocionalmente en definitiva se sentía como un error. Suspiro con pesar.

─Voy a extrañarte en mi cama.

─Y yo a ti.

─Quizá pudiéramos de vez en cuando....

─Sí, no estaría mal...

─Sí que lo estaría.

Afirmo pues definitivamente ese sería un error, un error en el que estaba casi seguro terminarían cayendo.

─Tienes razón.

─ ¿Piensas volverte a casar?

Pregunto con temor, sabía que ella era una mujer joven y hermosa, podía rehacer su vida cuando quisiera.

─No, te lo dije ayer, tú eres el único, si no puedo amarte a ti, no amare a nadie, tú serás mi único amante, mi único hombre ¿y tú?

─No, yo no me volveré a entregar.

Afirmo con total seguridad, no podía arriesgarse a ser herido otra vez.

─ ¿Qué hay de Kristen?

─Quizá tenga una aventura con ella.

─ ¿Sexo?

─Quizá, por ahora no me apetece, nunca me gustó mucho.

─ ¿Conmigo es diferente?

─Sí y lo sabes a ti te amo, contigo sí me gusta.

─Perdóname por no ser lo que necesitas.

─Por un tiempo lo fuiste.



Los papeles del divorcio ya estaban en las manos de Duncan, tenía la pluma agarrada sin atreverse a firmarlos, veía en ellos la firma de Alisa estampada, por lo visto ella sí que había cumplido su palabra , sí que se quería deshacer de él , después de aquella mañana en que todo parecía ir bien y en la que hicieron el amor hasta saciarse, ella había vuelto a ser fría con él, muy respetuosa , noble, atenta, pero fría y le había hablado del divorcio en varias ocasiones, diciéndole que no era su culpa, si no sólo de ella que buscaba saciarse de sexo con él, usándolo y haciéndole daño, de ella que no deseaba una familia, sino su independencia, de ella que era muy racional y seria , que era una amargada.

Por las noches hacían el amor apasionadamente, pero al amanecer de nuevo las distancias, con su hija eran buenos padres y le dijeron que todo iría bien a pesar de su inminente divorcio, ahora papel y pluma en mano, no se atrevía a cortar con su vida de esposo, la vida que lo había hecho feliz durante diez años, pero sabía que tenía que, de no hacerlo daría lugar a nuevas peleas. 

Sí Alisa quería deshacerse de él encontraría el modo legal de lograrlo y si él quería evitar peleas que pudieran dañar a la niña que amaba, lo mejor era terminar la relación de forma sana, sin hacerse daño, en un plan amistoso, sin confrontaciones, ni audiencias, ni juntas de avenencia, ni nada de eso, sino cortar por lo sano.

 Él y Alisa seguirían siendo amigos y tal vez de vez en cuando tuvieran sexo, ok eso no era sano, pero no sabía cómo controlarlo, en cuanto a Luna se quedaría con Alisa y con Duncan pasaría los fines de semana cada dos meses y viceversa así lo habían acordado ellos, así que se armó de valor y con lágrimas en los ojos, firmo el papel que lo separaría definitivamente de la mujer que amaba e iniciaba una nueva vida sin ella.

En la gran mansión Alisa lloraba, estaba sola en su cama, llevaba dos semanas separada de Duncan, de no verlo, él se había mudado a otro departamento que le quedaba más cerca de la oficina , había firmado el divorcio y lloro sobre el papel, veía aquello como un fracaso, como una mentira que al fin terminaba, dos semanas sin su marido, sin hacerle el amor, sin siquiera verlo, era demasiado para ella, estaba muy frustrada, él debía ya estar firmando el divorcio y que mal la hacía sentirse, débil y triste. 

 Lo extrañaba, pero había hecho lo correcto y sí había hecho lo correcto ¿porque se sentía tan mal?, porque se sentía morir, se sentía fatal, se odiaba a sí misma, pero en fin ya que, nada podía hacer sólo tratar de olvidarlo.

─Mamá ¿estas llorando?

─Sí cariño, ven ¿qué pasa?

─No puedo dormir, extraño a papá.

─Yo también.

─ ¿Por qué se divorciaron?

─Eso era lo mejor cariño, no éramos muy buenos juntos, no éramos fuertes para mantener la relación, al menos yo no lo era.

─ ¿Y él sí?

─Él lo intentaba, pero necesitaba un pilar fuerte en el cual apoyarse y yo no lo era.

─No entendí.

En efecto ella no había entendido la analogía, pero si había entendido algo, sus padres se amaban y ambos eran unos idiotas por separarse y ambos se echaban la culpa a sí mismos por su divorcio.

─No importa cariño, ahora a dormir, acuéstate a mi lado.

─Pero...

─Nada chica a dormir.

─Buenas noches mami, te quiero.

─Buenas noches Luna, yo también te quiero.

Se quedó pensando en que ya mañana sería otro día, sí otro día sin él, sin Duncan, sería como no vivirlo, deseaba ir a verlo, suplicarle que la besara, que la tuviera en sus brazos pero era muy orgullosa para eso, él le había dicho que lo harían de vez en cuando , ¿pero cuando se lo pediría? , ella lo dudaba, era un hombre orgulloso y ella también lo era, se preguntó si al igual que ella, él también se encontraría pensándole y si también la extrañaría y desearía, entonces con claridad, pudo ver el desatino de su tonta elección.

En el juzgado Alisa se portaba intransigente, y fría, acusadora e inquisitiva, de hecho bastante cruel, no era objetiva, pero fuera como fuera hundía en la cárcel a todos rebotando cualquier defensa, nunca una fiscalía estuvo tan firme como la de Alisa Benet, la dama de hierro, la estatua de mármol, el implacable iceberg, sobrenombres con los cuales se le conocía por su insensible carácter, a pesar de todo, siempre había sido justa, pero desde su separación de Duncan se había vuelto cruel y condenaba a todos por igual con total frialdad, tanto que la gente murmuraba que sí ella fuera el juez, les enviaría a galeras como en siglo pasado, o bueno hablando de la actualidad, seguro que los enviaba a la silla eléctrica y a los pocos días, ella se dio cuenta de que ya no hacía bien su trabajo y de que ya no le gustaba en lo absoluto.

Por su parte en sus oficinas Duncan trabajaba en un nuevo Sotfwere de pronto fue interrumpido por su empleada Kristen.

─Señor Vandervick

─ No interrumpas Kristen.

─Lo siento señor, pero los compradores están aquí

─ ¿Quiénes los del Orange Cit.?

─Sí señor, vienen por el programa ¿ya lo termino?

─Sí claro, dígales que en un momento voy, es que es un programa complicadísimo y me faltan datos.

─ ¿No que ya termino?

─Sólo trata de que esperen un poco.

─De acuerdo.

─ Y sólo estoy ultimando detalles.

─Claro.

La hermosa pelirroja salió del despacho de su jefe y se dirigió a la sala de espera, dónde les dijo a los compradores que su jefe les atendería pronto y que mientras tanto les instalaría en la sala de juntas y les serviría café y galletas, si lo deseaban, ellos amablemente aceptaron el ofrecimiento y minutos más tarde entraba Duncan.

─Buenas tardes, señores, disculpen la espera.

─No hay problema, ¿Vandervick está listo el programa?

─Por su puesto Rivera, no te preocupes.

─Entonces ven a enseñarnos cómo funciona.

─Claro, aquí tienen los discos del programa y este extra, dónde está el tutorial, en él se enseña paso a paso el procedimiento, sin embrago ahora mismo les pondré una proyección para que aprecien las herramientas básicas de forma interactiva, el programa es manejado con las siguientes teclas, F1 para la ayuda, F2 para abrir un nuevo folio, F3 para guardarlo, F4 te lleva al tutorial. F5 ejecuta funciones de búsqueda, F6 compila, F7 actualiza, F8 resetea, F9 introduce información, F10 borra la información, F11detecta claves y la F12 salta a la base de datos, también se puede usar la tecla power para crear una copia del sistema y...

Por largo rato Duncan estuvo exponiendo su producto a los compradores y seguidamente firmo un contrato con ellos, para el desarrollo de una nueva aplicación. Al terminar su día laboral se fue a la mansión por su hija, pues era viernes y la extrañaba muchísimo, ya que para su mala suerte la niña había ido de campamento, la semana anterior y no había podido verla, aunque lo que le inquietaba era el cómo se sentiría al volver a ver a su ex mujer, al llegar toco el timbre y espero, una doncella le abrió la puerta y le saludo.

─Buenas noches, señor Vandervick

─Hola Stacy, ¿está la señora?

─Sí está, pase señor, ahora la llamo.

─Dígale a Alisa que la veo en la biblioteca y tráigame una botella de Chateau.

─Sí señor en un momento.

La joven se fue a avisar a Alisa y Duncan, subió las escaleras hasta la biblioteca, había elegido ver a su ex mujer allí, porque era un sitio que le mantenía en calma, siempre había sido su refugio cuando sus pensamientos del pasado le atormentaban, por su parte Alisa sintió un vuelco en el corazón cuando se enteró de que él estaba allí, subió de prisa y le vio, tan hermoso, elegante y bien plantado como siempre, de inmediato su cuerpo reacciono ante él.

─Hola...

─Hola Alisa ¿Cómo estás?

─Bien y ¿tu?

─Excelente, vine por la niña.

─Sí, Le dije a Stacy, que preparara sus cosas.

─La traigo el domingo como a esta hora.

─ ¿No podrías traerla más temprano?

Ella estaba nerviosa, en eso habían terminado, un frio y cordial intercambio de comentarios, dos extraños con una hija en común.

─Ya veré, ¿Qué tal el trabajo?

─No sé, creo que ya no me gusta mucho lo que hago, soy mala.

─Nunca has pensado en pasarte a la defensa y ser la buena.

─ No sé, liberar criminales no me agrada nada.

─ ¿Condenar a inocentes sí?

Le disparo, pues en ocasiones pensaba que ella era implacable y que algunos de los acusados a los cuales condeno podían haber sido inocentes, al menos dos o tres estaba seguro lo eran. Solía seguir los casos de su esposa por el amor que le tenía y por apoyarla en su carrera, aunque a veces la sintiera una mujer distinta a la que tenía en casa, en los juzgados le parecía otra. Además, también solía seguir los casos de su amigo Armand quien contrario a su esposa estaba en el área de defensa.

─No, es sólo que el ámbito legal ya no me interesa mucho que digamos.

─Te ha dejado buen dinero.

─Sí lo sé, pero el dinero no lo es todo.

─Ayuda

─Lo mismo dijiste del sexo.

─ ¿Lo extrañas?

─ ¿Sí y tú?

─Contigo sí.

─Dos semanas han sido mucho.

Admitió ella haciendo un mohín, de verdad que le era difícil no saltarle encima y tomarlo sobre el escritorio o el diván, pero de igual forma le molestaba lo calmado que él se veía. Como si ella no le afectase en lo absoluto.

─No, dos años sería mucho, y dado que ya estamos divorciados, debemos acostumbrarnos.

─No sé si podamos, si yo pueda.

─Tú, seguro que sí, eres sana sexualmente, no tienes traumas de ese tipo, yo soy un sátiro contigo y un impotente con otras, he pensado en tener ayuda psicológica, me recomendaron una psicóloga muy buena y guapa.

─Sí, no estaría mal que tomaras terapia que te ayudara a superarlo, y yo soy una ninfo sólo contigo.

─Así que somos un par de adictos sexuales con exclusividad.

─ ¿Eso te molesta?

─No está bien.

─ ¿Te molesta?

Afirmo pues lo conocía muy bien.

─Sí, me molesta, porque así nunca podré olvidarte, ahora mismo yo te necesito, no sabes cuando estoy conteniéndome para no tumbarte sobre el sillón y poseerte y...

─Entonces no te contengas hazlo.

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