Capítulo 1: Ruptura, el quiebre de una relación
Cuando Alisa despertó, observo que su marido aun dormía, pensó que se veía tan hermoso como siempre, su cabello castaño, lacio y delgado le caía por los ojos, miro su bello rostro fijándose en las larguísimas pestañas y la curva sensual de sus labios, luego observo atentamente su cuerpo desnudo tan viril, tan perfectamente formado, se sintió feliz de que fuera suyo, con algo de pereza se levantó de la cama y se puso el camisón.
Decidió no despertar a su marido, se puso un bata y se dirigió al cuarto de su hija, levanto a la pequeña Luna, la vistió, le sirvió el desayuno.
─Venga chica, es hora de ir a la escuela sube al auto.
─ ¿Y papá?
─Él sigue dormido, tuvo una noche cansada. ─Dijo sonriendo. Lo cual era cierto, ella lo había cansado mucho la noche anterior, él era todo un profesional en la cama, un amante perfecto. ─Está cansado cariño después de llevarte, tendré que despertarlo porque tiene trabajo.
─Sí, yo quisiera entrar a las nueve como papá o como tú hasta más tarde. No es justo que yo deba entrar a las 7, es inhumano.
Protesto la chiquilla haciéndola reír, de hecho, ella pensaba lo mismo, dos o tres días a la semana según le tocara, debía madrugar para llevarla a la escuela. Los demás la llevaba su ahora dormido esposo. De hecho, ese era el turno de Duncan, pero había decidido dejarlo dormir, por eso la pequeña le pregunto por su padre al notar que ella le llevaría.
─Bueno tu padre elige su horario porque es dueño de la empresa.
─Ah sí, pues yo quiero ser dueña de la escuela.
─ La escuela es de gobierno cariño. Aunque en un futuro puede que tengas una escuela privada que sea tuya, si aún lo quieres.
─ ¿Y tú eres dueña del juzgado?
─No, pero sí de mi bufete y mis horarios varían de acuerdo al caso, al cliente, a la corte, etc.
─Entiendo, vámonos ya.
Alisa llevo a su hija al colegio y se dirigió de nuevo a su casa, mientras conducía pesaba en su marido y en la niña <Que linda niña me diste, con tus ojos, con tu naturalidad, con tu inocencia, mi amor> se preguntaba si su hija también heredaría de él su fuego, su pasión, su entrega y su ilusión por la vida.
A pesar de querer mucho a su marido sabía que su relación andaba mal y tarde o temprano iba a terminar, no podía evitar sentir dolor al pensar en ello, finalmente llego a su casa al entrar a la habitación noto que Duncan, ya no estaba en ella, le atrajo el sonido del agua y abrió la puerta del baño.
─Hola ¿llevaste a la niña al colegio?
─Sí así es, te vez tan sexy cuando las gotas resbalan por tu cuerpo, te me antojas.
─Gracias, ¿quieres que te haga el amor ahora?
─Me lo hiciste anoche, sabes a veces creo que la pasión es lo que nos une.
Dijo con una nota de tristeza, él también cambio la expresión de su mirada y las gotas de agua que caían de la regadera le dieron una apariencia como si llorase.
─Eso no es cierto, nos amamos y tenemos a Luna.
─Sí, tenemos a Luna, pero ¿amarnos? Duncan no estoy segura, a veces creo que es sólo pasión lo que sentimos y la usamos demasiado ¿qué pasara cuando no me desees más?
Él desvió la mirada, no quería que ella notase cuanto le habían afectado esas palabras.
─Alisa te amo, no es sólo deseo al menos por mi parte ¿qué hay de ti? ¿Sólo sientes por mi deseo? ─Le pregunto temeroso de la respuesta, Una parte suya imaginaba que así era. Y no sería la primera vez, las mujeres siempre caían atraídas por su físico y nada más.
─No, no es sólo deseo, pero no me ciego y sé que es lo más importante en nuestra relación y no podemos basar nuestro matrimonio en ello.
─Pero ayuda, nunca voy a fastidiarme de hacerte mía, te lo aseguro preciosa, ven conmigo.
Él abrió los brazos hacía ella. Esperando que cayera, sabía que el tema era serio, pero no quería enfrentarlo, si tenía que usar el sexo para evadirlo lo haría, después de todo el sexo solucionaba casi todos sus problemas o al menos los aplazaba.
─Estoy vestida, me mojare
─ ¿Y?
Él la introdujo en la regadera con él, la beso con ardor y comenzó a quitarle la ropa, los ojos cafés de Alisa, se clavaron con los azul violeta de él, y terminaron perdidos en sus miradas, ella se acurruco en sus brazos y se relajó con él bajo la regadera, amaba a ese hombre, se repitió una vez más, pero tenían serios problemas, negarlo no solucionaba nada, pero como lo deseaba en ese momento.
─Tranquila, relájate amor.
─Es tarde y...
─Soy el dueño, puedo llegar a la hora que quiera y tu cita es hasta las 11:30.
Le recordó mientras masajeaba sus hombros e iba depositando besos alternados entre estos y su cuello.
─Lo sé, pero...
─Hay tiempo para un entre ¿no?
─ ¿Entre? no me gusta llamarlo así, se oye vulgar.
─Bueno unas caricias, un orgasmo, como sea.
─Estás loco ¿aquí en el baño?
─ ¿Por qué no?
─Prefiero la cama, si no te importa.
Él sonrió divertido, que era eso, como si no lo hubieran hecho en el baño unas 50 veces.
─ ¿Eso es un sí?
─Pues, si vamos a la cama.
La tomo en brazos y la llevo a la habitación, una vez allí se colocó a su lado en el lecho, la miro y le dijo:
─Hace tanto que me robaste el corazón. Te amo.
Comenzó a besarla en los labios, introdujo su lengua en su boca y lo convirtió en una caricia llena de intensidad, sus manos comenzaron a recorrerla de forma experta, con suavidad y ternura, ella sintió que una calidez la embargaba, y después fue quien le tocaba ávidamente, se había acostado con él ya tantas veces , pero cada vez se sentía como si fuera la primera, lo único mejor que la primera vez, fue la ausencia de dolor, él la besaba mágicamente haciendo la necesidad de ella mayor , cada vez más urgente ...
─ ¿Estas lista?
─Sí, por favor ahora.
─Está bien.
Le dijo entregándose a ella por completo, dejando que lo sintiera en su interior, ella le acariciaba le espalda en círculos, luego dudando si acariciarle el trasero, deslizo una de sus manos en la zona y la retiro rápidamente, él se movió alzando las caderas en una silenciosa invitación. Ella más animada se decidió y lo toco allí deleitándose con su exquisita forma y suavidad, luego lo urgió a que profundizara la penetración.
─Eres mía.
Enteró la nariz en sus cabellos, olía a frescura a lavanda y fresia, era un suave y exótico perfume que lo excitaba, levanto un poco el rostro, segundos después ella se movió al sentir unas gotas cálidas en su piel, lo miro a los ojos asombrada.
─ ¿Estas llorando?
─Sí, eso creo
─ ¿Por qué? ¿Te hago daño o no te gusto?
Se paralizo un momento, no sabía que decirle, que pretexto, que inventar, balbuceo un poco atontado.
─Es la emoción, soy muy sensible, bien sabes que soy algo emocional en eso, te amo mucho, lo siento amor, soy complicado ¿no?
─Tal vez, pero para mí eres sencillo, eso me atrae de ti, eres el mejor amante que podría tener te lo aseguro.
Lo abrazo y se quedaron un rato más juntos besándose.
─Ven a mi amor, eres mío, todo mío y de nadie más.
Se sentía tan posesiva con él, se sentía su dueña, pero eso estaba mal, él era un hombre, no un objeto y no podía seguirlo usando así, él sí la amaba espiritualmente, sus lágrimas se lo habían revelado, pero ella, ella no estaba segura si era verdadero amor o simple deseo lo que sentía por él, de hecho, sabía bien que lo estaba usando para su placer, se levantó de la cama y comenzó a vestirse mecánicamente, perdida en sus pensamientos
─ ¿Ya te vas al trabajo Alí?
─Sí, tengo mucho que hacer en el juzgado.
─Hum ¿qué paso Ali?
─Nada
─No mientas ¿que fue?
─Hablaremos en la noche Duncan, ahora se me hace tarde.
Él seguía en la cama sobre las sábanas revueltas, por lo general después de hacerlo repetían o se quedaban platicando, pero esta vez había sido distinto, ella recalco su posesividad sobre él, pero después le había soltado y se hizo a un lado, la conocía lo suficiente como para entender lo que sucedía o al menos una parte y aunque sabía que se estaba condenando, prosiguió su camino al patíbulo, ya era hora.
No podía seguirlo aplazando eternamente por más que quisiera.
─ ¿Descubriste algo?
─Déjalo ya Duncan.
─ ¿Qué fue?
Insistió, sabía que eso rompería lo que le quedaba de corazón y confianza, pero era necesario, cerró los ojos con fuerza evitando que las lágrimas salieran cuando volvió a abrirlos estos se veían secos y vacíos.
─Duncan yo...
Su mirada se veía triste y confusa, lo miro a él y vio una expresión de dolor y resignación, como sí supiera cúal era la respuesta que pedía.
─ ¿Qué fue?
─Descubrí... Descubrí que no te amo. ─Soltó la bomba avergonzada y bajo la mirada, con tono bajo y culpable prosiguió. ─Que nunca te amé...Y nunca lo haré, yo... Creía que te amaba, pero estaba equivocada, sólo te deseo, por eso nuestro matrimonio falla, está basado en el deseo, no en el amor, me di cuenta de que sólo te uso para mi placer como un objeto y no es justo para nadie y menos para ti que...No importa, tú has sido mi amante, mi amigo, incluso mi ángel, pero nunca serás mi amado, lo nuestro es sólo sexo, lo siento.
─Ya lo sabía, tardaste en darte cuenta.
Ladeo la cabeza y la recargo en una mano sosteniendo su mejilla, como si esta le pesara demasiado y necesitara apoyo, su gesto parecía pensativo, pero respondido con un tono neutro, tratando de evitar mostrar sus emociones y lo roto que lo había dejado. Ella le miro asombrada y pregunto confusa.
─ ¿Lo sabías y no me dijiste? ¿Te quedaste para ser usado?
─Te amo demasiado.
Admitió, esta vez sí desvió la mirada incapaz de seguir ocultando sus ojos de ella.
─Por eso lloraste hace rato, te sentiste usado, no fue la emoción.
─Cierto, pero no iba a decírtelo nunca.
─ ¿Por qué?
─Sabes por qué.
─Duncan quiero el divorcio, lo nuestro es una mentira.
─Por eso no te iba decir, no quería perderte.
─ ¿Sabías como reaccionaria?
─Sí, te conozco bien, yo sí que te amo.
Respondido con dolor y un dejo de reproche en la voz, sabía que no debía culparla en el amor no se mandaba, pero dolía y enojaba haber sido el único tonto enamorado.
─Duncan no puedes perderme, porque nunca me tuviste, yo sólo te hago daño, no me di cuenta hasta hace rato.
─ ¡Maldita sea!
Él apretó los puños con furia, si no hubiera sido tan terco de proponerle sexo en la ducha, quizá...Pero no, él lo sabía tarde o temprano pasaría, además fue el quien le insistió en que se sincerase.
─No, bendito sea, al fin serás libre, yo soy una...Sólo te obligo a...
─No me obligas Alí, tú no, te amo y a nuestra hija.
─Sí creo que nos quieras, pero yo, yo ni siquiera estoy segura de querer a mi hija.
Confeso angustiada, y esta vez él la miro horrorizado, eso sí que no se lo había esperado, él siempre pensó que ella amaba la niña y que era una buena mamá, que ahora le saliera con eso era inaudito.
─ ¿Cómo puedes decir eso?
─ ¡No me grites!
Pero ya todo se había roto, sólo quedaban allí fragmentos de lo que fue su relación, de lo idealizada que la tenía, de lo tan estúpidamente enamorado que estaba. Veía su vida como un puzle desmoronándose, un puzle que tomo años armar dado su pasado, pero ahora no quedaban más que fragmentos difusos de aquel acartonado rompecabezas, con el retrato de una familia feliz.
─Mira Alisa, ya cállate, entiendo que no me ames, pero no admito eso, ¿cómo puedes no querer a tu hija?, me prometiste no ser como ella, me prometiste amarla, es tu sangre, es parte de ti, de los dos, como puedes rechazarla.
─No la rechazo, pero entiende, yo no te la pedí, no quería tener hijos, tú sí.
─ ¿Y por ello es mi culpa?, ¿qué debo decirle a mi hija?, no te quiere tu mamá, estas aquí por mi culpa, no ha lugar Alisa, a mi puedes negarme tu amor, incluso odiarme, pero no a ella. Ahora te desprecio por eso, sabes que deseaba intensamente un hijo y que juré darle el amor que yo no tuve, Alí ¿por qué? sé que no me quieres ¿y qué? Nadie nunca lo ha hecho ¿por qué habrías de amarme tú? Aunque sé que Luna, es la excepción, ella sí me quiere, despréciame a mi te lo ruego, pero no a ella ¿divorcio quieres? divorcio tendrás Ali, es una promesa. Adiós.
Salió de la habitación dando un portazo, hecho una furia y con las lágrimas tratando de escapársele de los ojos, la amaba tanto, pero ella era la dama de hierro, una mujer sin sentimientos, era una tortura amarla, pero si él se sentía morir ¿cómo se sentiría su hija con su rechazo?
─Tantos años y sigo siendo sólo un objeto sexual.
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