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Capítulo 24

Hijo —su madre al otro lado de la puerta hizo una pausa. La mujer suspiró, sintiendo en su pecho la fuerte preocupación. Se volvió a recargar en la puerta y continúo— ¿Es...está todo en orden? —prosiguió tartamudeando un poco.
Vegeta se levantó de su cama y le abrió de inmediato la puerta a su madre.
La mujer sintió su corazón oprimirse al ver el estado del muchacho. Vegeta era fuerte, era orgulloso, sabía disimular a la perfección sus emociones, pero en esa ocasión sus ojos levemente rojos e inflamados lo delataban contra su voluntad.
Estoy bien, yo estoy bien... —dijo el chico sin poder evitar que su voz flaqueara al último. Se dió la vuelta y caminó de regreso a la cama y se sentó.
Suna, caminó detrás de él y se sentó a su lado. Se quedaron durante varios segundos en silencio, hasta que ella se envalentono a preguntar.
¿Y Krishna...ella...? —decía la mujer interrumpiendo cuando su hijo la miró directo a los ojos.
Está de la única forma que podría estar. Triste, avergonzada, con...miedo... —Vegeta suspiró mirando al suelo— Yo no la pude ayudar. —de nuevo, la voz de Vegeta flaqueo. El chico se sintió tan estúpido y giró su rostro hacía otro lado.
Hiciste lo mejor que pudiste. —le dijo su madre acariciando su cabello— No te atormentes por esto Vegeta, no fue tu culpa. —trataba de consolarlo su madre.
¡Lo sé! Pero si tan solo hubiera llegado unos minutos antes... —dijo el joven apretando sus puños con frustración.
El “hubiera” ya no existe, cariño. Sólo apóyala, apóyala lo más que puedas. —le aconsejo la mujer peli-negra y luego lo abrazó con fuerza— ¿Ya fue a levantar su denuncia? —preguntó con su hijo en brazos.
El joven se recargo en el hombro de su madre y suspiró— No quiere hacerlo. Debió hacerse desde ese día...
¿No lo hizo?... —inquirió la mujer separándose del joven para mirarlo— Toda prueba que pudiera haber servido ya no está...
Vegeta miró hacía el suelo. Suna enarcó una ceja al ver que su hijo desviaba la mirada— Tenía que hacerlo aunque ella no quisiera —habló Vegeta jugando con sus manos.
¡¿Qué hiciste?! —preguntó la mujer con la alarma en su voz.
Hablé con papá ese... día... —comenzó el joven...
~Vegeta veía dormir a Krishna en su cama, tranquilamente. Se le revolvía el estómago al recordar todo lo ocurrido y le dolía, le dolía mucho, por Krishna, por Kaoru, por el mismo porque le dolía que fuera Kakarotto quien hubiera lastimado a la castaña.
Todo le daba vueltas en la cabeza y cada que recordaba la escena en el gimnasio la sangre le hervía en sus venas. Quería asesinar a Kakarotto.
Y entonces, las palabras de Krishna le rebotaron de nuevo en su mente.
«¡Yo tengo miedo! ¿Sí?... No quiero hablar de esto con un montón de hombres en la estación de policía que también te miran raro o te juzgan en silencio.»
Eso era lo que la castaña le había respondido a su insistencia de que fueran a levantar una denuncia. Vegeta le había dicho que él la acompañaría y todo, pero aún así se negó la joven.
El chico miraba como Krishna dormía tranquilamente, como si nada malo le hubiera pasado, como si todo estuviera normal.
Le dolió el pecho y se tuvo que levantar para ir al baño cuando sintió más náuseas.
Vegeta se recargó en el lavabo del baño y después de unos minutos abrió el grifo y se mojó la cara. Aspiró y exhaló varias veces y luego se miró al espejo.
No puedo dejar esto así. Kakarotto debe pagar —pensó en voz alta para sí mismo, a la vez que apretaba sus puños con dureza.
Entonces el chico sacó su teléfono y marcó el número de su padre.
Diga... —se oyó la voz gruesa del hombre.
Papá... —habló el chico en voz baja.
¿Vegeta?... —exclamó su padre— ¡Vegeta! ¿Dónde estás? Tu madre está muy preocupada. Se ha pasado toda la tarde marcando a la comisaría para preguntar si ya sabía algo de ti. Te marcábamos y no entraba la llamada ¿Estás bien hijo?
Su padre sonaba alterado. El gran Vegeta Ouji padre estaba preocupado por su hijo. Eso conmovió un poco a Vegeta ya que no estaba acostumbrado a esas muestras de cariño de parte de su padre, pero en esos momentos no había tiempo para sentimentalismos. Vegeta le había marcado a su progenitor por una razón.
El chico le aclaró en primer instancia que estaba bien y que estaba en casa de Krishna, luego procedió a contarle el por qué estaba ahí.
Cuando terminó tenía una sensación en la garganta amarga.
Ella no quiere ir a levantar una denuncia... ¿Que puedo hacer, padre? —preguntó el peli-flama con angustia.
Cuando hay un caso de violación, el error más común de las jovencitas es quedarse calladas. Se tienen las horas contadas para hallar pistas que puedan dar con el violador, o como en este caso, que señalen al sujeto que dice la chica fue su violador. —explicó el hombre tornando su voz sería y sombría. Así era el cuando se ponía en su rol de su trabajo.— No dudo de Krishna, pero si deja pasar el tiempo cuando quiera justicia solo será su palabra contra la de Gokú, y siéndote sincero, se me hace muy extraño esto, hijo. —dijo después. Ambos peli-flamas se quedaron callados por unos segundos— ¿Dónde está Krishna en estos momentos? —preguntó el mayor.
Está dormida —respondió Vegeta con rapidez.
¿Recuerdas los frascos que siempre te hago cargar? —habló su padre— Lo único que puedes hacer es buscar algo para comparar ADN. Busca cabellos, alguna prenda con fluidos o en dado caso de que Krishna se haya intentado defender con rasguños, busca piel muerta debajo de sus uñas —explicó el hombre~
Papá mandó lo que encontré al laboratorio para compararlo con un cabello que yo me las arreglé para conseguir de Kakarotto. —explicó después Vegeta a su madre.
Pero... —dijo su madre en shock— ¿Gokú?...pero él... —continuó la mujer sintiéndose abrumada.
¡Lo sé! Parecía un buen chico —habló el peli-flama entre dientes— ¡Era mi mejor amigo! ¡¡Joder!! —gritó después para a continuación golpear el buró de su recamara con una patada.
¡Vegeta! —lo reprendió su madre espantada.
Lo siento... —se disculpó el joven agachando la mirada— Es que... siento tanta impotencia, tanto coraje —dijo después apretando sus puños y cerrando sus ojos.
¿No había dicho Krishna que no sabía quién la había atacado? Que había sido alguien que había llegado por su espalda y que no le pudo ver el rostro... —interrogó su madre atónita por lo que le decía el muchacho.
Dijo eso porque no quería dar explicaciones de porque no había ido a levantar una denuncia. —le explicó el joven y luego suspiró— Ella parecía muy asustada de algo...lo vi. en sus ojos. Dijo que no quería lidiar con más hombres que solo la juzgarían sin saber.
La mujer se levantó de la cama y dio unos pasos hacía la puerta— Se me hace muy sospechoso esto. Hijo, no me mal entiendas, pero... —ella detuvo su andar y se giro de brazos cruzados hacía su hijo.
Regresó junto a él y se sentó— ¿Alguna vez te conté que mi padre...tu abuelo...era latino? —inquirió la peli-negra tomando las manos de Vegeta.
No tenía ni idea. No hablas mucho de tus padres —declaró el joven con seriedad.
Bueno...esa es otra historia pero...el punto es... —explicaba su progenitora haciendo leves pausas— Que mi padre luego decía ciertas frases que ni mi madre ni yo lo grabamos entender a veces. Les llaman dichos, aquí también tenemos algunos por cierto —Ella sacudió sus manos en el aire y negó con la cabeza— Deja de divagar Suna... —se reprendió a si misma y continúo— El caso es que, hay uno en especial que dice...No hagas cosas buenas que parezcan malas... —dijo y de inmediato se apresuró a continuar antes de que Vegeta dijera algo, quien con el ceño fruncido iba a protestar.
¡Claro que sólo es un decir porque lo que está haciendo Krishna no es bueno o algo parecido! Sólo...a lo que me refiero es que... —la mujer le estaba dando muchas vueltas al asunto y Vegeta comenzaba a desesperarse— Krishna sabe perfectamente que tu padre es el jefe de la policía. Ella sabe que tú padre, es un buen hombre que cumple su trabajo y que escucharía y ayudaría a cualquier mujer en un caso así, sea conocida de él o no. Ella sabe todo eso... ¿Por qué si miedo entonces? ¿Por qué escudarse en que no quiere que un montón de hombres la juzguen cuando sabe que el jefe de todos ellos es el padre de su mejor amigo?
Vegeta se quedó en shock al oír lo que su mente ya le había dicho, pero que no había querido pensar por el momento.
*

~
¿Cómo le pondremos a nuestro bebé? —preguntó la peli-azul acariciando su abultado vientre.
Pues...yo había pensado en que se llamara “Trunks” si es niño —habló Vegeta también colocando su mano sobre la de Bulma. La muchacha sonrió de acuerdo con esa idea
¿Y si es niña? —inquirió la suave voz de la azulada.
Si es niña entonces... —comenzó diciendo el peli-flama.
¡Bura! —exclamó Bulma con emoción
¡Esharotto! —dijo Vegeta a la par que la azulada. Ambos se miraron enarcando una ceja.
El nombre de “Bura” es bonito, pero... —decía Vegeta para verse interrumpido por su mujer.
¡Es más bonito que el que tú propones! —dijo con fiereza la oji-azul y se cruzó de brazos— ¡Yo la traigo en mi vientre y por eso se llamará Bura! —dijo después frunciendo el ceño.
¡Eso no es justo! —se quejo el hombre para comenzar a renegar. ~

Bulma despertó de la nada. Se sentó en su cama y llevó sus manos a su cabeza sintiéndose abrumada. Ya había pasado un tiempo desde su último sueño, y como en el anterior, ella estaba esperando un hijo de Vegeta.
Soltó un jadeo y se fregó la cara con las manos. Suspiró con fuerza y se dejó caer sobre su cama de nuevo. No sabía que pensar. Aquello era algo inaudito. Ella apretó con fuerza sus manos y cerró sus ojos. Lágrimas brotaron de sus mejillas sin ninguna razón aparente. Pensar en el bebé de la Bulma de sus sueños la llenaba de una profunda tristeza.
Después de un rato, volvió a quedarse dormida, con los ojos hinchados por el llanto.
*

Vegeta se levantó de golpe de su cama. Otra vez volvían sus extraños sueños.
El peli-flama agarró su almohada y tapó su rostro para luego gritar con fuerza. No estaba de humor en esos momentos, además, pensar en que Bulma estaba embarazada en su sueño le causaba cierta inquietud y hacía que por alguna extraña razón se le oprimiera el corazón.

*

Me alegra mucho que aceptarás que nos viéramos —dijo Vegeta para después darle un trago a su café. El joven suspiró después de pasarse el líquido y como no obtuvo respuesta alguna de la peli-azul, levantó su rostro. La miró muy pensativa, sus ojos perdidos mirando a la nada— ¿Estás bien Bulma? —interrogó el joven sintiéndose incómodo al recordar de la nada su sueño raro.
La muchacha se giró levemente, vio al chico y entonces fue cuando pareció reaccionar— Ah, sí. Todo en orden...lo siento. —respondió la oji-azul, y antes de que Vegeta dijera algo más ella continúo— Emm...y sí, a mi también me alegra vernos...
El peli-flama descubrió que no estaba tan distraída después de todo.
Ya necesitaba un respiro ¿Sabes...? —dijo Vegeta mirando directo a los ojos de la chica.
¿Y encuentras ese respiro conmigo? —le respondió Bulma para luego sonreír de lado— Con la niña que de pequeño te estresaba por ser con la que siempre soñaste? —Bulma soltó una sonrisita tapando su boca.
Bueno... Las cosas cambian...y —comenzó el peli-flama para después colocar su mano sobre la de Bulma. La joven brinco leve y sintió estremecerse— Me alegra que nos veamos porque ya no tuvimos oportunidad de hablar aquel día que fui a tu casa.
Bulma se quedó por un momento consternada. Sus mejillas se tornaron rojas por la pena al recordar ese día.
La chica desvío la mirada y apartó su mano— Siento que no es momento para hablar de eso... —dijo ella mirando al suelo.
¿Por qué no? —preguntó el chico confundido
Porque no quiero interponerme entre tu y Krishna... —respondió la azulada dirigiendo su mirada al rostro de él. Vegeta se quedó por unos instantes en shock con el ceño fruncido. Él estaba a punto de protestar pero Bulma lo hizo callar con un ademán— Se que no son nada, pero...eso no quita el hecho de que ella te necesita, y mucho —explicó la muchacha su punto— Me odiaría a mi misma si soy la que le quita su soporte a ella en estos momentos.
¿Qué? —inquirió Vegeta incrédulo— ¡Eso es estúpido Bulma! —gritó sintiéndose enojado— ¿Por qué no podría estar contigo y apoyar a Krishna?
Que tú y yo salgamos requiere de tiempo y esfuerzo de ambos. No quiero migajas, tal vez suene egoísta, y de verdad que soy comprensiva y se que lo que le sucedió a Krishna fue algo terrible. Sin embargo, no quiero llegar a un punto de tener que hacerte elegir. No sería justo para ninguno de los tres —dictaminó la azulada con voz firme— Aparte...no puedo ocultar mi nerviosismo en cuanto a esto... —dijo la muchacha después.
¿Nerviosismo? ¿A qué te refieres? —preguntó el chico más tosco de lo común.
Bulma suspiró con gran pesadez— No estoy segura de querer compartir esto contigo... —fue lo que brotó de sus labios en un titubeó.
Si no quieres decirlo no lo hubieras mencionado en primer lugar —le respondió Vegeta quien a ese punto ya estaba muy irritado y dolido, aunque no quisiera admitirlo. Ella lo seguía rechazando, y a él no se le hacía justo. Y a la vez que dijo aquello, el joven se levantó de su asiento.
La peli-azul se apresuró a colocar su mano sobre la del muchacho y lo detuvo con fuerza— Vegeta... —mencionó ella su nombre con mucha angustia en su voz— ¿Tan siquiera has hablado con Gokú?... —interrogó la chica con el entrecejo fruncido en preocupación.
La mirada del peli-flama se tornó oscura y la furia lo lleno— ¡No me menciones a ese hijo de...!
¡Vegeta! —casi gritó la azulada y se puso de pie— ¿Desde cuándo conoces a Gokú? ¿Desde niños?... ¿De verdad lo crees capaz de hacer algo así?... —siguió Bulma con sus preguntas sin soltar a Vegeta de su mano.
Ella sintió como el muchacho apretaba su mano y se quejó por el dolor mirando al muchacho sorprendida.
¿Entonces que sugieres? ¡¿Qué Krishna es una mentirosa?! —gritó Vegeta alertando a todos en el café.
No quiero pensar de esa forma, pero... ¿No te parece extraño todo esto? —dijo la oji-azul tratando de aminorar las cosas.
Vegeta apretó más la mano de Bulma.
Vegeta...me lastimas... —casi lloró la muchacha recordando de golpe muchas cosas que vivió la Bulma de sus sueños, y que de igual forma la aterraban a ella también.
El chico notó el miedo en los ojos de ella y la soltó sintiéndose un poco culpable.
Bulma suspiró cuando el muchacho la soltó y agarró su mano con la otra para sobarla. Ella miró como Vegeta tan solo desviaba la mirada.
No puedo creer que ella pueda estar mintiendo... —habló Vegeta después de lo que se sintió como una eternidad— También a ella la conozco desde niños... —dijo después en un tono levemente más afligido. Hasta Bulma creyó ver una lágrima traicionera resbalar por la mejilla del de cabellos parados— Es cierto que esto es extraño, mi madre también me lo dijo, y aunque trato, la idea ronda por mi cabeza una y otra, y otra vez... —explicó Vegeta apretando sus manos en puños. El peli-flama sacó un pedazo de hoja rota de su bolsillo. Lo dejó sobre la mesa junto con el dinero de los cafés que tomaron ambos y se dio la vuelta.
Por el momento no quiero hablar con... —comenzó diciendo entre dientes a la vez que su cuerpo se ponía más tenso— con Kakarotto... después... después veremos... —dijo por último para después irse.
Bulma consternada y en shock, tomo el papel que Vegeta había dejado sobre la mesa.
“¡Date prisa! Krishna está en grave peligro. Ve al gimnasio”
Decía aquella nota con una muy curiosa letra. Bulma frunció el ceño ¿Qué significaba ese papel? La respuesta llegó a ella tan pronto formuló la pregunta. Ese día en que todo esté desastre se formó, Vegeta ya iba de salida. Alguien le dejo esa nota, alguien lo hizo ir al gimnasio. Y lo más perturbador, es que Bulma recordaba de algún lado esa letra.
*

Bulma salió de su casa decidiéndose ese día a ir caminando a la escuela. Hacía frío, pero ella necesitaba organizar muchas de sus ideas. Se abrazo a si misma y comenzó a caminar con todo el revoltijo de su mente tratando de desenmarañarse.
La chica llegó a la altura del parque y desde donde estaba se alcanzaba a ver el árbol de cerezos, con sus hojas rosadas meneándose con la suave brisa fría de la mañana. Parecía que temblaba de frío como las personas.
La joven suspiró mirando al suelo, su mente volvió a su desastre. La azulada se sentía muy preocupada e inquieta por la nota que Vegeta le había mostrado. Había dedicado todo lo que restaba del día anterior y la noche para tratar de recordar de quién era aquella letra. De alguna manera, la situación le causaba terror, no solo por Vegeta, si no también por Krishna, y por Gokú ¿Acaso todo esto había sido un plan elaborado? Pero ¿Por quién? ¿Quién querría hacerle tal daño a Gokú?
La muchacha siguió su paso de nuevo, pero se detuvo de golpe al ver un rostro conocido entre la poca gente que caminaba a esas horas de la mañana. Iba junto con una chica peli-roja. Bulma se sintió algo decepcionada porque pensó que en tan poco tiempo el ya salía con alguien más.
El joven de cabellos alborotados también la divisó, y entonces una mirada de miedo surco sus ojos y se dio la vuelta dándose más prisa al caminar, jalando con él a la chica de cabello rubí.
Bulma avanzó con rapidez directo hacia el de cabello en forma de palmera. Ella quería desesperadamente alcanzarlo, necesitaba hablar con él.
¡Gokú! —gritó la peli-azul sin obtener respuesta.
El joven finalmente se dio por vencido al darse cuenta que la oji-azul no se rendiría. El chico le dijo algo a la muchacha con la que iba y después se dio la vuelta hacia Bulma.
Se bajó la bufanda que cubría su nariz y su boca, para luego hablarBul...Bulma... —dijo
entrecortado.
La jovencita llegó frente al muchacho, solo para darse cuenta que ahora no sabía que decir ¿Cómo podría empezar a hablar con él? Decidió que debía hacerse la desentendida.
¡Gokú! ¡Que sorpresa encontrarte! —dijo la azulada fingiendo sorpresa— Ya tenía tiempo que no te veía... ¿Por qué dejaste de ir a la escuela? —siguió con su farsa sonriendo con amplitud.
Gokú suspiró— Estoy seguro que a estás alturas Vegeta ya te habrá contado algo, no tienes porque mentir... —respondió Gokú para luego mirar el suelo— ¿Quieres saber si de verdad lo hice? ¡No, no lo hice! ¿Entonces por qué Krishna dice que fui yo? Es algo que a mí también me gustaría saber —habló después casi quebrándose le la voz— En fin, no me importa si me crees o no...yo solo... seguiré con mi vida... y...se que algún día lo superaré... Así que si me disculpas, tengo cosas que hacea.
tuviera mis dudas sobre todo este asunto?! —alzó la voz Bulma haciendo que Gokú se detuviera de golpe.
¿Qué quieres decir con eso...? ¿Tu... —comenzó a balbucear el de cabellos alborotados— ...tú me crees? —terminó su frase en un titubeó.
Quiero saber todas las versiones de la historia, así entonces, podré decidir que creer —fue la respuesta de Bulma.
Los ojos del chico brillaron conmovido y asintió— Permíteme un momento —dijo a continuación y sin esperar respuesta de Bulma se giró y caminó hacia su compañía.
Le dijo algo a la peli-roja, mirándose directo a los ojos, y con una sonrisa cálida en sus rostro, y luego que está asintió, volvió dónde Bulma.
¿Puedo preguntar algo que...se que no me incumbe pero me intriga? —habló la azulada cuando por fin Gokú estuvo frente a ella.
El joven enarcó una ceja y curioso le contestó— Adelante...
¿Por qué tan rápido sales con alguien más? Se veía que querías mucho a Kaoru —interrogó la muchacha cruzándose de brazos.
Los ojos de Gokú se cristalizaron al oír ese nombre. El chico agacho la cabeza— La quiero, todavía la quiero mucho... —respondió el joven con nostalgia.
Bulma se sintió un poco mal al oír su voz quebrada— ¿Entonces por qué sales con alguien más? No entiendo —inquirió la azulada frunciendo sus cejas en confusión.
No salgo con nadie. Esa chica es mi hermana mellizacontestó Gokú levantando su rostro y mirando a Bulma.
Los ojos de la peli-azul se entre cerraron. Ella miró hacía la peli-roja quien ya iba bastante lejos de ellos. En realidad, en ningún momento pudo apreciar su rostro de frente, solo la había visto de perfil y de lejos. No podía constatar lo que Gokú le decía.
Pero esa joven tiene... —comenzaba Bulma y Gokú la corto de tajo.
El cabello rojo, sí. Se pinto su cabello hace poco, la vi, rara cuando llegó hoy de visita —dijo el peli-palmera rascando su nuca.
Bulma aún tenía dudas pero se abstuvo de hacer más preguntas al respecto.
¿No pasa nada si faltas hoy? —preguntó Gokú de pronto— Es que...ya casi es hora de la entrada y...bueno...tu aún estás aquí, y si quieres oír mi versión de los hechos entonces...
Sí, está bien. Vamos a alguna cafetería —dijo Bulma cortando ahora ella de tajo al chico. Gokú asintió y comenzaron a caminar.
Llegaron a un lugar tranquilo y despejado, dónde no había mucha gente y podrían hablar sin preocupaciones.
Tomaron asiento en una de las mesas más alejadas de la entrada del café, ya que ambos sabían que no era buena idea que los vieran juntos, no en esas circunstancias.
La chica del café se les acercó con una libreta en mano y pidió su orden. Los jóvenes tan solo ordenaron un cappuccino y un café.
Entonces... —rompió Bulma el incómodo silencio luego de tomar de su cappuccino— ¿Qué fue exactamente lo que pasó ese día? —inquirió después de lo que pareció una eternidad.
Gokú sonrió nostálgico, había esperado mucho para que alguien le hiciera esa pregunta, para que alguien lo escuchará a él.
Vegeta y yo íbamos de salida —comenzó el chico— Llegamos a los casilleros y... —prosiguió relatando deteniendo sus palabras abruptamente al sentir un nudo en su garganta— Encontré una nota...en mi casillero. Desde que la leí supe que algo andaba mal, no debí ir al gimnasio... —la voz de Gokú se volvía cada vez más desesperada. Bulma ladeó su cabeza al oírlo hablar— Debí seguir mis instintos, pero... Hablaba sobre Kaoru. Jamás podría perdonarme que algo le hubiera pasado si yo ignoraba aquello, pero terminó siendo todo lo contrario, alguien me quería ahí —seguia hablando el joven sin parar. Bulma frunció su ceño sin comprender del todo— ¡¿Por qué Krishna se prestó para esto?! ¡¿Qué le he hecho yo para que arruine mi vida?! Siempre las trate bien a las dos, tanto a Kaoru como a Krishna... —las lágrimas ya comenzaban a asomarse en sus ojos.
¡Espera Gokú! ¡Para! —alzó la voz la muchacha levantando sus manos frente a ella.
El de cabellos alborotados, quien tan sólo apretaba la taza del café con fuerza mientras miraba a la nada, paró su parloteo en seco saliendo de su trance. Levantó la vista hacia Bulma con inquietud en sus ojos.
¿Quieres decir que recibiste una nota...una nota que te pedía ir al gimnasio? —indagó la azulada inclinándose más hacía enfrente demasiado interesada por el asunto.
Sí...eso...eso fue lo que dije —balbuceó Gokú.
Entonces la muchacha metió su mano al bolsillo de su chamarra y apretó el papel en su puño. Lo sacó y lo coloco en la mesa frente a Gokú.
Vegeta me dio esto ayer. A él también le dejaron una nota —explicó la joven oji-azul.
Gokú enarcó una ceja y leyó el papel. Tragó en seco y dijo— Esa letra es la misma de la nota que me dejaron en mi casillero ese día.
*

Vegeta trató durante todo el día de hablar con Krishna, pero la joven solo lo evitaba, el no entendía por qué. Su último intento sería en esos momentos, cuando la viera salir de la escuela la enfrentaría para preguntarle qué es lo que ocurría.
El peli-flama se sentía en verdad preocupado, no entendía por qué ella no lo quería ver. Incluso le había preguntado a Kaoru, pero la joven azabache le había dicho que no sabía que tenía su hermana, que también con ella se había estado portando distante en los últimos días.
Por fin la castaña salió de la escuela, con su mochila en la espalda y unos libros de
Química en sus brazos. Vegeta vio esto como una oportunidad para empezarle la conversación. Se acercó sin hablarle para no advertirla de su presencia, y solo hasta que estuvo lo suficiente cerca dijo— ¿No quieres que te ayude con tus libros?
La joven brinco sobresaltada. Ella se giró hacía Vegeta y negó con la cabeza enojada— ¡Me asustaste! —gruñó con una mirada furiosa dirigida para el chico.
Perdón, pero tal parece está era la única forma de acercarme a ti puesto que has estado evitando todo el día —le dijo Vegeta con cierto tono recriminatorio.
Krishna desvío la mirada y apretó más sus libros contra su pecho— No te he estado evitando...solo... —la muchacha suspiró profundamente.
Pasaron varios minutos en que los dos chicos permanecieron en silencio. La joven abrazó aún más sus libros y se armó de valor.
Pienso que deberíamos darnos un tiempo a solas —dijo por fin con voz baja.
Vegeta se quedó en shock, parpadeo varias veces y luego río— ¿No estás hablando en serio o sí? —inquirió el joven con los nervios de punta y una risita tonta brotando de sus labios.
Krishna se giró a mirar a Vegeta directo a los ojos— ¡Quiero estar sola! ¿De acuerdo? No hay nada de malo, sólo, necesito paz —explicó la castaña con voz ahogada— Te agradezco todo tu apoyo Vegeta, pero... simplemente no puedo más... Quiero estar lo más sola posible, ni a Kaoru la quiero conmigo, solo déjenme pensar... ¿Ok?...
¿Acaso te volviste loca? ¿Que tienes que pensar? ¡¿Si vas a levantar una denuncia o no?! —exclamó el peli-flama comenzando a alterarse.
Krishna frunció el ceño— ¡¿Te estás escuchando?! ¡Es precisamente por eso que quiero estar sola! ¡Detesto que me presionen a hacer algo que no quiero hacer! —casi gritó la joven dejando salir a flote toda la desesperación que había estado sintiendo en los últimos días— Al final de cuentas, la única perjudicada soy yo ¡¡Ustedes no entienden como me siento!! —Las lágrimas corrían por el rostro de la muchacha.
Vegeta solo la miraba como si le hubiera crecido otra cabeza— Pero... ¡¿Perjudicada por qué Krishna?! ¡Por Dios! ¡¿Acaso no quieres que ese desgraciado pague por lo que te hizo?! —comenzó el chico también a ra ustedes es demasiado fácil decirlo! —contraatacó Krishna dejando caer sus libros— ¡Vivimos en Japón, Vegeta! ¿Sabes cuántos sujetos han salido libres o han tenido una condena deplorable por violación en los últimos años? ¡285! —Krishna se estaba saliendo de sus canales. La joven comenzó a golpear a el peli-flama con sus puños cerrados en el pecho— ¡De 1678 personas juzgadas! Sólo 285... —más y más lágrimas brotaban de sus ojos negros— Y estamos hablando de solo un tercio de las violaciones que llegó a juicio. Aquí no es violación si consideran que la víctima no puso la resistencia suficiente... —poco a poco los golpes de la joven bajaron de intensidad al igual que su voz que cada vez se oía más quebrada.
Vegeta la tomó de las muñecas— Krishna...pero mi padre...
La joven enfureció de nuevo y se liberó bruscamente del agarre del chico para luego retroceder.
¡Así tú padre sea el presidente de Japón no cambiará el hecho de lo que tengo y no quiero enfrentar! ¡¿Ves como no entiendes?! ¡No quiero verte más Vegeta! ¡Yo sólo le hago daño a todos...! —dijo cómo comentario final la joven para después salir corriendo.
Vegeta no intento alcanzarla. Su última frase rebotaba en su mente ¿Qué ella solo le hacía daño a todos? Y ¿Qué quería decir con eso?

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