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Capítulo 9: ¿Una invitación?

¡Hola a todos! Siento tanto la tardanza, he estado hasta arriba de trabajo y he acabado muy harto de todo. Apenas tenía tiempo para escribir, ni leer... iba a una palabra por día. Además, he tardado tanto que quería traeros un capítulo largo lleno de sorpresas, por llamarlo así. Antes que nada, muchísimas gracias a todos los que leéis y votáis por la historia, hemos llegado a ser muchos y todo gracias a vosotros. Incluso entró en un ranking, no tengo ni idea cómo, aunque ahora no soy capaz de verlo.

Querría agradecer también a todos aquellos que me comentaban y se hacían ver que estaban ahí leyendo, apoyándome y encima esperando. Menuda paciencia tenéis, sois lo mejor. Como siempre, los nombraré: yiyi004 quien fue la primera en comentarme, sigo queriendo que te vaya bien con el sueño de diseñadora claro. GoticaRoseuser80117230 que siempre tienen paciencia y me comentan, sois las mejores y me alegro de que el giro os intrigase, Kaiba dará más juego. DarkstarHalakti y amigas22, siempre me rio con vuestros comentarios pero este capítulo fue de los mejores para ese tema. También agradecer a isabeldelrubi por intentar aclararme la duda del nombre de los padres de Yugi, sigo sin saber así que supongo que me lo inventaré. PanGMMValondra-cha muchas gracias por comentar y animarme a seguir. Por último: LauritaDrowned099, quien no solo comentó a lo largo de toda la historia y me hizo reír mucho, sino que me he enterado según una publicación que dejará de escribir (si mal no he leído) y me apena que alguien tan buena y con talento deje de lado algo así. Quiero animarla a que nunca deje de perseguir sueños esté donde esté, y espero que pueda seguir alumbrándonos con su presencia por Wattpad.

Menuda chapa os he soltado, espero que la leáis aunque supongo que preferís el capítulo, ¿no? Ahí va entonces XD

~Yugi~

Mis dedos repiqueteaban contra la mesa de manera constante, llevaba tantas horas escuchando las mismas excusas que había generado automáticamente una melodía usando el contacto de los dedos contra la madera pulida que gozaba la mesa de caoba decorando el salón con suma majestuosidad. Era un mueble antiguo pero increíblemente robusto. Agradecía a mi madre, en parte al menos, su arrebato de drama pues me arranco de las fauces del rey del hielo, no obstante, para variar, había exagerado tanto que llegué sin aliento para saber el motivo de la llamada. No eran más que excusas para faltar a la cena navideña.

Como supuse, mi padre estaba hasta arriba de trabajo. Mientras el asesino siguiera ejecutando víctimas, sin conocerse siquiera el motivo o los lugares a acechar para cogerle, su trabajo sería siempre infinito. Por su parte, mi madre había tenido un problema con su anterior trabajo y tenía que ir a la ciudad pasada de la que tuvimos que huir como locos por el trabajo de mi padre en este sitio. Esa noche tuve mi fatídico encuentro con Cancerbero... como pasa el tiempo, ¿no?

─Vamos que... no hay navidades este año. ─respondí al fin para que dejasen el tema de conversación atrás de una vez.

─Lo siento Yugi, los casos aumentan y debo seguir investigando. Diferentes fuentes confirman la cercanía de las muertes en la ciudad... ─informó mi padre, su rostro mostraba una sombra de incertidumbre que poco me gustaba. Temía por nuestra familia, estaba claro─. Pronto estará aquí.

─Sé que podrás cazarlo, pero al menos podrías descansar un día.

─No puedo, perdona hijo. Además, creo que nuestros problemas con el abuelo debemos tratarlos en condiciones, no en una fecha donde supuestamente las familias se reúnen a pasarlo bien.

─Eso dices...

─Y yo debo volver allí. ─empezó a hablar mi madre─. ¿Recuerdas mi último trabajo? Me echaron por reducción de plantilla. Debo ir allí a recoger parte de mis cosas, el dinero que me debían y firmar todos los trámites que necesito para ello.

─Bueno, hablaré con el abuelo entonces y ya veremos qué hacer. ─me levantó del sofá, mi cuerpo mandó un alivio al resto de extremidades pues se me había dormido ya una pierna de estar sentado, y le trasero, ni lo sentía─. Si es todo será mejor que me vaya yendo antes de que se haga de noche.

─Espera Yugi, la casa ya está mucho mejor. ¿Por qué no duermes aquí un día? ─pude sentir el deseo de mi madre de estar conmigo, mas, ¿cómo podría abandonar al abuelo aún sabiendo que en navidad lo dejarán solo? No me veo capaz de hacer eso─. Estás... pensando en el abuelo, ¿verdad?

─Sí, no quiero que esté tantas veces solo.

─Lo siento, ha sido una petición egoísta. Estoy contenta de que hagas feliz al abuelo. ─asentí ante la perspectiva de la conversación, no sabía cómo continuar el tema pues juraba que no acabaría en buen puerto.

─Sí... espero al menos que puedas arreglar lo del trabajo. ─me dirigí a mi padre─. Y que puedas encontrar al culpable, se que el tema te trae por la calle de la amargura.

─Tal vez me conoces demasiado bien. ─se defendió él, con una sonrisa nerviosa.

─Quizás. Me marcharé ya, buenas noches. ─antes de salir me di la vuelta─. Y por si no nos vemos mañana, feliz navidad.

─Igualmente cariño.

Suspiré, no iba a verlos. Todas las navidades serían igual en esta familia... nada cambiaría pasase lo que pasase. Tal vez debería convivir con ello. Alcé la vista y agité la cabeza, debo desviar los malos pensamientos de mí, aún puedo hacer muchas cosas. Para empezar, iré de compras para la cena navideña, intentaré cocinar yo algo para el abuelo.

***

La marea de personas atraía diferentes olores y molestias desde diferentes partes del lugar. Al igual que una gran corriente desgarrando los riscos con su apabullante zarandeo, similar al viento constante en su afán incansable de arrancarle los recuerdos al árbol y despojarlo de sus hojas... las personas entraban en tromba, igualando a un ejército en medio de una conquista, para lanzarse a las ofertas navideñas y obtener los mejores productos.

Por suerte, mi baja estatura y mi parecido a un niño perdido me ayudaron a cazar las mejores cosas y poder salir de ahí ileso. Misión cumplida.

─Al fin... ─dejé las bolsas en el comedor, el asa de plástico por poco me separa los dedos de las palmas. ¿Por qué no harían nada más cómodo de transportar?

─Has vuelto Yugi, ¿por qué tanta bolsa?

─Algo tendremos que comer, ¿no?

─No pareces contento, ¿ha ido mal? ─observé a otro lado, en mi interior las ganas de gritar me corrompían las entrañas a puntos insospechados. La conversación fue tan frustrante como desesperada, ningún plan salía adelante y nada les servía para poder reunirse en un día tan señalado.

─Sí, no podremos celebrar la navidad juntos.

─Si te soy sincero lo prefiero. ─tosió como disimulo tras oír sus propias palabras, supongo─. Me refiero a la cena navideña, siempre se alarga mucho y yo ya estoy mayor para estos trotes...

─Ah, pues... podríamos celebrarlo en la comida. ¿Qué te parece?

─Lo veo mejor.

─Genial, entonces cocinaré algo para los dos.

─¿Qué? No, no. Cocino yo, soy el mayor.

─Abuelo, tu ya trabajas mucho y me estás dando un sitio donde dormir. Déjame a mí, se me da bien.

─Pero... ─chisté para acaparar la atención y sonreí. No me importaba nada hacer la comida, de hecho, había comprado pensando en el menú─. Que cabezota eres, me recuerdas a mí.

─¿Gracias? ─tras descansar las manos pude coger la bolsa con mayor holgura y llevarla hasta la cocina. Una vez allí guardé las cosas en sus respectivos apartados. Sentí mi oído vibrar al escuchar la campana de una puerta, muy reconocible, sonando en la planta baja. Dejé las cosas para poder ir a ver la tienda abierta, encima con clientes entrando sin parar─. Abuelo, ¿qué haces? ¡Es navidad!

─Aún no, es mañana. ─sonrió entre toses, cada vez parecía peor el hombre. ¿Sería cosa de la edad?─. Hoy tenemos que abrir Yugi, mucha gente viene buscando regalos de última hora.

─Está bien... ─¿para qué discutir? Mejor echar una mano.

Durante varias horas estuve ateniendo junto a él, el abuelo se encargaba de pegarse con la caja registradora y cobrar a los clientes mientras yo recomendaba multitud de juegos y los atendía. Al fin y al cabo, me había jugado todos los posibles de la tienda. Fruto de haber viajado tantísimas veces, pasar tiempo a solas y no tener tiempo de hacer amigos. Al menos, me sabía las reglas de muchos juegos pues algunos estaban pensados para más de una persona.

Todo marchaba fluido y constante hasta que, al finalizar la gran oleada de clientes, vi el rostro de mi madre acercándose hacia aquí. Entró con disimulo a la tienda y suspiró para armarse de valor, tanto el abuelo como ella es mantuvieron en silencio. Juraría que no se habían vuelto a ver desde el último encuentro en familia, el primer día vamos.

─Hola... ─habló ella al fin─. Siento decirte que no podremos reunirnos y venía a disculparme.

─¿Por? No pasa nada, está bien así.

─A Yugi le hacía ilusión, además, somos familia aunque no estemos cómodos entre nosotros.

─No te preocupes, no estoy cabreado. ─sonrió, hablando con educación para medir sus palabras─. Me siento agradecido de que hayas venido aquí para hablar conmigo.

La campana sonó de nuevo abriendo mis ojos a un desastre aún mayor si cabía, aquella puerta era como el sendero del mal, la salida del infierno, cada vez que se abría tenía un problema nuevo. Lo último que esperaba ver era a Lyra, curioseando con la mirada hasta verme. Sonrió con cariño y se acercó a mí.

─Hola Yugi, ¿esta es vuestra tienda? ¡Me encanta! Es adorable.

─Disculpe... ─habló mi madre tratando de llamar la atención de la mujer─. ¿Quién es usted? ¿Conoce a mi hijo de algo?

─¿Es tu madre? ─parecía emocionada ya que más de una vez comentó el tema de poder conocerla. Ignoraba el motivo, ciertamente─. Se parece un poco a ti sí, que mona. Encantada, soy Lyra.

─Un placer... ─sonreí al verla tan desconcertada como estuve yo la primera vez que vi a una mujer tan enérgica. Era divertida y llena de vigor, ya podría aprender su hijo.

─Tenía ganas de saber cómo eras, sabía que de un niño tan bueno como Yugi debía haber una gran madre. ─me callé, pues era un halago aunque me hubiese llamado niño, cosa que no soportaba para nada─. Conocí a Yugi un día que nos devolvió el carnet de mi marido, ese hombre tan despistado...

─Oh, no me contó nada.

─¡No te preocupes! El instituto absorbe mucho el tiempo. ─se acercó hacia el abuelo para preguntar por un posible juego para su hijo─. Siento mucho haber interrumpido, ¿hablabais algo importante?

─No, descuida. ─respondió mi madre algo sorprendida todavía, aun así se la veía feliz viendo a Lyra saltar de un sitio a otro─. Era un problema navideño.

─Que mal, esos temas siempre son espinosos. ─de repente, se dirigió a mí─. ¿Entonces te has quedado sin plan? Aún está en pie mi oferta.

─¿Eh? ─la fémina se adelantó, respondiendo por mí─. ¿Habíais quedado en algo?

─Invité a Yugi a mi casa, ya que me explicó su problema familiar y tal...

─Sí, pero yo me negué al instante─. aclaré antes de que se me fuera de las manos─. Es un día para reunirse con la familia no con un desconocido.

─No, no es eso bobo. ─la mueca de mi madre atravesó su cara durante unos segundos en un brillo de amabilidad y desconcierto─. Me parece bien que lo pases con tus amigos, así no estás solo. ¿Y el abuelo?

─Nosotros teníamos pensado comer. ─respondió el aludido ordenando unas cajas que guardaba bajo el escritorio donde atendía a los clientes.

─¿De veras? Qué bien, así la cena la tienes libre, ¿no? ─parpadeé sorprendido ante la pregunta de Lyra, ¿mi abuelo no decía que Yami era peligroso? ¿Entonces por qué dijo eso?

─Supongo que sí...

─¡Genial! ¿Entonces te apetecería venir mañana cerca de las ocho? ─miré a mi madre en busca de alguna mueca que me diese la esperanza de huir de esa encerrona. No encontré nada, ni siquiera rezando para que alguna estantería me lanzase el objeto que soportaba para dejarme inconsciente y evitar la respuesta.

─Sí... está bien. ─Lyra amplió la sonrisa de tal manera que cualquiera que la viese pensaría que estaba mal de la cabeza.

─¡Perfecto! ─se giró hacia mi abuelo para empezar a hablar de juegos que le gustarían a su hijo mientras hablaba de tanto en tanto con mi madre. Por mi parte, me vi tan superado por los acontecimientos que preferí subir al piso de arriba para descansar mi mente.

Un brillo rubí, que todas las noches atormentaba mi mente al simularse en la ventana, volvía a estar presente. Como llamas incandescentes, como dagas en sangre que buscaban un objetivo claro para perseguir por la eternidad. Sentí en mi piel un escalofrío ante la pequeña corriente de aire que se ejercía entre habitaciones al tener una de las ventanas abiertas.

¿Por qué me sentía así?

***

El día fue mejor que nunca, la comida que tenía provista adquirió un sabor notoriamente mejor al que tenía rondando por mi cabeza. La comida en la mesa lucía tan bien que no pude resistir la tentación de fotografiarla, no era para menos pues llevaba más de dos horas en la cocina vigilando el horno, haciendo los demás platos, limpiando la comida...

El abuelo se mostró contento y lleno al terminar, fue más divertido de los esperado pues me habló de mi padre y ciertas anécdotas infantiles. En sus palabras se mostraba el efecto de un recuerdo positivo tan lleno de amor, un clavo al que agarrarme sobre su relación, no todo parecía perdido. Los temas triviales aumentaron sin cesar hasta terminar la comida incluso tras recoger todo. Habló de multitud de cosas, ya que según él, llevaba muchos años aprendiendo de la vida. Hasta me habló de su juventud que la dedicaba a diferentes juegos, como yo.

Suspiré cansado al ver que todo eso había quedado atrás y ahora mismo me hallaba frente a las puertas de Cancerbero. ¿Cuándo pasó el día entero? Fue fugaz como un parpadeo. Agarré mi rompecabezas entre las dos manos para respirar hondo y tratar de relajarme. Tal vez me estaba volviendo loco mas sentirlo cerca me calmaba los nervios.

─Vamos allá. ─un suspiro se escapó de entre mis labios por última vez antes de tocar la verja del jardín. Ésta se abrió sola al estar mal cerrada, el chirrido que dio no lo recordaba de otras veces. Me acerqué lo suficiente a la puerta como para oír las voces de fuera.

─Cariño, ¿no son muchos platos? ─reconocí la voz del marido de Lyra, cuyo nombre todavía se me atravesaba.

─Claro que no, están exactos.

─¿Aprobaste matemáticas mamá? Somos siete. ─rodé los ojos al escuchar a Cancerbero, seriamente, su voz llegaba a enervarme de increíbles maneras.

─¡Deja de rechistarme jovencito! Pon los cubiertos ya.

─Que pesada te pones con la navidad, ¿eh? Solo es una cena.

─Nada, no se calla. Aknamkanon, ¡controla a tu hijo que se me va a quemar el bizcocho!

─Normal cariño, estás cocinando cinco platos a la vez. Déjame ayudarte anda... ─respondió el aludido con un tono de voz más apaciguado que el anterior.

─No hace falta, puedo con esto. ─suspiré, ya había esperado mucho disfrutando de la extraña escena que se personificaba en mi mente ante las respuestas de ellos. Mi mano tembló hasta llegar al timbre, el sonido fue estridente─. ¡Timbre! ¡Encárgate tú!

─¿No acabas de decir qué...? ─sus palabras se cortaron por un estruendo grave, algo se había caído. Sonreí feliz ante la actitud de Lyra, realmente era una mujer hilarante con mucha fuerza en el carácter.

─¡Estás aquí! ─gritó nada más abrir la puerta, su sonrisa era cálida y agradable. Compenetraba muy bien con los adornos desplegados por paredes y puertas. Una gama rojiza y verde se elevaba sobre mi cabeza describiendo hermosos círculos de colores─. Es un poco tarde, ¿estás bien?

─Claro, ¿qué iba a pasar?

─Cualquier cosa, ya está anocheciendo y hace mal tiempo. ─sonrió, al quitarle importancia al asunto me invitó a pasar dentro. Seguramente, lo mejor que pase en esta noche en las entradas del infierno sería recordar la mueca de desfiguración que representó la cara de Yami nada más verme─. Aquí está nuestro invitado, ¿tienes hambre?

─No te preocupes. ─hablé con la mayor educación que podía, tratando de evitar la mirada asesina de Yami. Sus dagas rubís se clavaban con fuerza en mí, llegando a sentir que no podía respirar siquiera.

─Siéntate aquí por favor. ─señaló la silla correspondiente, antes de hacerlo me ofrecí a ayudarle─. ¡No hace falta! Tú disfruta, ¿quieres unos entrantes? Tengo nuevos dulces.

─Agradezco la oferta pero no puedo estar comiendo dulces siempre...

─¡No pasa nada! Ya te dije en su momento que estabas delgado y lo repito.

─Mamá... ¿qué hace él aquí? ─habló Yami al final, tras dejar en la mesa cualquier cubierto punzante que pudiese lanzarme. De hecho hizo el amago varias veces.

─Un respeto a nuestros invitados. No tenía plan así que le he convencido para que viniera.

─Sabía que lo habías obligado... ─susurro Aknamkanon encargándose de evitar que la comida se pegase dando vueltas con una cuchara de madera.

─¿Has dicho algo amor?

─Nada, nada. ─sonrió con dulzura─. Feliz navidad, por cierto.

─Igualmente. ─le respondí con educación, mirando siempre a cualquier lado que no fuese ni Cancerbero ni sus intentos por mandarme gestos de estar muerto.

Al de unos segundos, el timbre volvió a sonar. La reacción de Lyra fue realmente extraña, pasó de estar exaltada a no querer ni abrir la puerta. El perro del diablo fue en su lugar, se escucharon gritos y ciertas celebraciones en la misma entrada de la casa haciendo burlar de las vestimentas de Mana o gracias similares. Todo eso murió de golpe, en un aura inquietante, cuando me vieron sentado en la mesa hablando animadamente con la madre del susodicho.

─Bienvenidos. ─el hombre, a pesar de estar agobiado con toda la comida, quiso ser educado y saludarles.

─¿Yugi? ─preguntó May sorprendida. De todo el grupo, era la más recatada en sus muecas y pensamientos─. ¿Cómo tú por aquí?

─Me invitó Lyra. ─antes de poder sonreír, capté de rebote la mueca alegre de Kaiba. Su sonrisa se tornó en siniestra y alegre a la vez, sentimientos tan contradictorios como extraños─. Un placer veros.

─Que guapo te has puesto, ¿no? ─comentó Mana sentándose a mi lado─. Parece que vayas a una reunión.

─Estoy como siempre. ─alcé una ceja, ¿de qué hablaba? Ni siquiera había pensado qué ponerme, esperaba al menos que la ropa combinase y no pareciera que busco trabajo para un circo como payaso.

─Estás haciéndote verdaderamente amigo de Lyra, ¿eh? No esperaba ver eso. ─siguió hablando mediante susurros para que, por si acaso, la mencionada no fuera capaz de escucharla.

─Es una mujer amable.

─Al contrario que su hijo. ─respondió Mahad tomando asiento de manera más considerada que la manera en la que atropelló Mana su silla.

─Te estoy oyendo aspirante a cadáver. ─respondió el mencionado, su mirada rubí seguía clavada en mí, su puño, en cambio, retaba con su paciencia para estampárselo al chico en la cara.

─Bueno, parece que será una cena divertida. ─Kaiba apartó el mechón que siempre le caía hacia la zona de los ojos, ¿por qué no se lo peinaba y listo?

─¿No sería mejor estar en casa? ─cuestionó Lyra con un toque de enfado en sus palabras. No parecía que sus amigos le cayeran bien... y tampoco que estuviesen todos ahí. Entonces, ¿por qué me invitó?

─En lo que a mí respecta, apenas había gente en casa para festejarla.

─Igualmente. ─le siguió May ayudándole con el resto de la vajilla.

Para cuando me di cuenta, estábamos cenando con normalidad en una mesa. La comida era copiosa y suculenta, no solo en olor, sabía a las mil maravillas también. Lyra era una cocinera excelente, aparte de una persona con grandes dotes para la educación. En serio, ¿de dónde salió Yami? Debía ser adoptado o algo. Vaya regalito de la vida...

La bebida tardó poco en correr, empezando a destapar ciertas personalidades ocultas en sus amigos. Mahad parecía más chistoso con unas cuantas copas, May algo menos tímida contando sus experiencias, Kaiba no parecía tan frío y Mana estaba más revoltosa que nunca. Cancerbero solo me miraba, seguramente, tachándome de raro por no beber nada de eso y comer en silencio. Solo hablaba cuando alguien se dirigía a mí, cosa que Lyra no paraba de hacer.

─¿Te ha gustado el segundo plato? Llevaba un montón de trabajo... ─suspiró tras mirarme, posteriormente, volvió a su actitud feliz. Parecía cansada.

─Ha estado muy bueno, gracias. ─respondí con sinceridad─. Hacía tiempo que no comía algo tan rico.

─¿De veras? Puedes venir entonces siempre que quieras.

─Lyra... deja de agobiar al pobre Yugi... ─Aknamkanon le dio una disimulada y suave patada debajo de la mesa para que la hiciese caso─. No vayamos a ponerlo incómodo.

─¡Él está bien! ¿A qué sí?

─Claro... ─sonreí, en esta ocasión, con una mueca más forzada que Yami detectó. Pude leerlo en sus ojos, por una vez, no vi ira ni rencor hacia el mundo─. ¿Podría ir al baño?

─Claro, es por allí. ─señaló el lugar con delicadeza, me ausenté con su permiso para poder encerrarme con tranquilidad ahí. Era muy desagradable ver como se hablaban entre sí y sin poder enterarme de nada, aparte de incómodo, me sentía algo tonto. También se notaba la confianza que los años habían generado, dejando a Yami de lado claro, pues en toda la cena solo hablaba con monosílabos.

Aproveché para hacer mis cosas, respirar tranquilo, lavarme la cara en busca de algo que me despeje de un vez... Agité la cabeza tratando de sacarme la imagen de Cancerbero de mi cabeza, imaginar el color de sus ojos me producía jaqueca. Si la magia existiera diría que ese ser me estaba echando una mala maldición que me consumía por dentro. Suspiré adecentándome un poco el pelo, estaba más despeinado que nunca. Sin embargo, un reflejo en el espejo me hizo dar un respingo del susto. La mirada opaca de Kaiba me recibió.

─Hola... ─saludé con disimulo─. ¿Necesitas usar el baño?

─Sí... sí. ─alcé una ceja, su mirada se clavaba en mí y bastante tenía con sentir la del demonio aquel.

─¿No había otro? Pensé que esta casa tenía dos.

─Quería verte. ─ahora sí, debía haber una cámara oculta. Aunque no era la primera vez que las palabras de Kaiba me hacían pensar en el fin del mundo.

─¿Para? ─de repente, dio un paso hacia delante y quedó cerca de mí. La peste a alcohol casi me marea─. Kaiba, estás borracho.

─Para nada, solo un poco contento.

─No creo que seas consciente de lo que haces, ¿por qué no te echas algo de agua en la cara?

─No sé... ─una de sus manos subió por el dorso de mi cuerpo, acarició mi ropa hasta llegar a uno de mis mechones que tanto quería salirse del resto del peinado. Tragué saliva nervioso al sentir que jugaba con él entre sus dedos. ¿¡Este quién era!? El rey del hielo no, definitivamente─. Prefiero hacer más cosas.

─¿Perdona? ¿Te estás quedando conmigo o solo quieres molestar?

─¿Molestar? No... ─la peste a alcohol aumentaba con la resta de nuestra distancia. La mirada azul de Kaiba se me clavaba en la cara, en un color bello y unos ojos armónicos si no fuera por la expresión de pirado que transportaban en esta ocasión. Sus labios acabaron contra mi oído, susurrándome con un tono... extraño─. Bueno, depende de qué entiendas por eso.

─Kaiba, déjate de bromas ya. ─lo aparté con los pies antes de que acabara haciendo más el tonto. Sabía que venir aquí era una mala idea pero no me llegué a imaginar esta escena que me perseguiría eternamente en mis peores pesadillas.

─Creo que tiene razón. ─jamás pensé que vería una mueca de terror en el rostro de Kaiba, aunque sea tan fugaz como para que la duración máxima sea de cinco segundos. Cancerbero estaba apoyado contra el marco de la puerta, con los brazos cruzados y la mirada pegada a nuestra escena. ¿¡Cuánto tiempo llevaba ahí!?─. Ya te habrás divertido fingiendo estar borracho, ¿qué querías?

─No lo tengo claro. ─alzó los hombros en señal de burla, tras mirarme con sarcasmo. Podría decir lo que quisiera mas el olor a alcohol seguía saliendo de su boca, mezclado al aliento. Debería regalarle por navidad una caja de chicles. O una fábrica entera─. ¿Tú qué haces aquí?

─Simplemente pude intuir tus intenciones, eres básico y predecible. ─sonrió con malicia─. No sé si le irá bien a tu empresa.

─Muy gracioso Cancerbero. ─alzó una ceja y me arrancó el alma en un suspiro mediante un vistazo de su afilada mirada.

─¿Se lo has dicho?

─Hace tiempo ya. Precisamente, mientras me preguntaba por ti como si me supiera tu vida.

─Acosador...que poca vergüenza Kaiba. ─antes de que respondiera, señaló con la cabeza el pasillo─. Fuera.

─¿Me estás dando órdenes?

─¿Te saco yo? ─gruñó con pesadez y salió fuera, de reojo, pude ver sus andares. Recto no caminaba, desde luego. ¿Qué se le pasaba por la cabeza a ese ser?─. Es la segunda vez que te salvo enano, puedes llamarme héroe.

─¿Cuál fue la primera?

─La del paso de cebra, ¿tan rápido te has olvidado?

─Ah, ¿dices esa vez que fui salvado solo porque tu cruzaba por ahí? Sí... la recuerdo. ─Yami se llevó una mano a la frente y suspiro.

─Eres demasiado rencoroso chihuahua, ladras demasiado.

─Mira quien fue a hablar. ─me mojé nuevamente la cara, tratando de encontrar la manera de quitarme la ligera peste a alcohol que Kaiba me había dejado paseando por mi rostro. Tras secarme con la toalla comprobé que Cancerbero no se había movido ni un solo milímetro. Si lo expusiera en un museo de esculturas de cera no se enterarían hasta verano─. ¿Esperas por algo?

─A ti, no quiero borrachos que acosen en mi casa.

─No he bebido nada.

─Pero los demás sí, lo suficiente para no entender que no se deben pasar ciertos límites.

─No sabía que eras tan caballero, ¿te ha mandado tu madre?

─Cállate. ─como hizo con Kaiba, señaló la salida con un movimiento suave de cabeza─. Anda enano, ¿o prefieres que te saque?

─Preferiría a estar como antes.

─Sí, se te notaba la felicidad en la cara. ─ironizó con sarna, mientras escrutaba cada mueca que ejecutaba con mirada curiosa y sonrisa de superación. La cara de este chico solía ser una ventana al mundo de las almas extrañas e inciertas.

Dejé atrás el baño, seguidamente, comenzó a andar Yami. Llevaba una distancia prudente de mí y, mientras andaba con las manos en los bolsillos, clavaba en mí sus ojos color fuego a la vez que vigilaba las esquinas. ¿Pensaba que estaría en un comando o algo? No he sido amenazado de muerte, solo ha entrado uno de sus amigos a hacer el tonto.

La mesa del comer soporto el despliegue de varios postres caseros que Lyra comía con emoción, al llegar yo y reencontrarme con el calor del lugar, me recibió con cariño invitándome a probar de todo. Desde unos pequeños pasteles hasta un bizcocho que ella misma horneó. A medida que probaba algo, tras preguntar qué tal estaba, comenzaba a enumerarme la receta con suma pulcritud. Tal vez demasiado.

Finalizó, al fin, la enorme comilona que sufrimos. En lo que a mí respecta, tendría que volver rodando o botando al paso que iba. Se conocían las cenas de navidad por grandes cantidades mas esta fue despampanante, sin duda había batido un record.

Nos colocamos todos en la mesa del salón, Yami parecía tenso mirando a Kaiba. Éste había recuperado su frialdad y seriedad que le caracterizaba, aunque las bromas con Mahad habían aumentado exponencialmente. Mientras Mana hablaba animadamente, una y otra vez, May propuso jugar a duelo de monstruos en equipo. ¿Qué podría ir peor en esa noche tras todo lo que he pasado ya? Efectivamente, hacer grupo con Yami. Contra Kaiba y la chica propuesta en el juego.

─Bueno enano, me debías la revancha pero ahora seremos compañeros. ¿Quieres ver mi mazo para poder hacer estrategias o harás trampas?

─Pásamelo. ─gruñí enfadado, tratando de no tirarle las cartas a la trituradora de documentos. El mazo era equilibrado y tenía fuerza, podría compensar las debilidades del mío y viceversa. Mientras miraba sus cartas él hecho un vistazo a las mías─. No está mal, aquí tienes.

─Lo mismo digo, ¿adelante? No estaría mal vencer a Kaiba otra vez.

─Ya veremos, esta vez tienes de compañero a alguien a quien no puedes ni hablar sin discutir. ─barajaron las cartas y se pusieron los turnos.

─No hace falta hablar.

El juego fue mejor de lo pensado, para cada acción que tenía Yami la respalda, por cada fallo suyo, yo podría contrarrestarlo y los ataques acababan siendo coordinados y certeros. Cada tipo de monstruo ejercía una gran combinación contra los suyos. Incluso frente a cartas poderosas como las que tenía Kaiba. Por cada turno que pasaba encontrábamos a Lyra animándonos, principalmente a mí, no sé por qué. Solo podía sonreír nervioso e intentar concentrarme.

─Mamá, tu hijo soy yo.

─Sí claro, tu también lo haces bien. ─respondió con una sonrisa.

─Vas a traumatizar a nuestro hijo haciéndole pensar que quieres más a otro. ─le susurró Aknamkanon a su mujer, quien dibujó una mala mueca.

─¿Traumatizarse? ¿Él? Te he dicho que dejes de beber.

─¡Solo llevo una copa!

Sonreí ante la conversación, era divertida. Se sentenció tan pronto acabó el juego, a Kaiba no le sentó nada bien por el rostro oculto que mostraba ante esa fría máscara de insensibilidad. May era más expresiva y se representó frustrada. Lyra se levantó para ayudar a recoger el tablero y demás antes de proponer el siguiente plan: ver una película.

─¿Qué? ─hablé con razón, se estaba haciendo muy tarde─. Yo no puedo quedarme más... es de noche y...

─¿Qué dices? ¿Cómo te vas a ir de noche? Te quedas aquí a dormir. ─abrí los ojos sorprendido, mi cuerpo se levantó como si de un resorte se tratase.

─¿¡Cómo!? ─prácticamente, fue un grito a coro de todos los presentes. Los protagonistas fuimos Yami y yo. Por lo menos, yo pude seguir hablando─. Lo siento Lyra pero eso me parece abusar, no voy a quedarme.

─¿Cómo que no? ¡No puedes ir ahora a casa! Irás tu solo.

─Es que... ─necesitaba una excusa ya─. Mi abuelo me está esperando todavía.

─No pasa nada, llámale y le dices. Tenemos teléfono fijo, ¿quieres usarlo?

─¿Entonces ellos también se quedan? ─preguntó Yami al darse cuenta que me había quedado sin reproches, por culpa de la sorpresa que había sufrido.

─Solo tengo una cama libre, además, ¿no vivían todos en el mismo barrio? Van juntos y encima en el coche de Kaiba que tiene más seguridad que toda esta casa junta.

─Eso es verdad... en corporaciones Kaiba nos movemos seguros. ─se pavoneó el aludido, Cancerbero rodó los ojos. Con eso acababa de darle el apoyo a Lyra para que se fueran de esta casa.

─Anda, llama a tu abuelo Yugi. No le preocupes tontamente. ─señaló el teléfono, durante unos segundos no supe qué hacer con él en la mano. Al final, no me quedó otra que marcar el número y llamarle.

─¿Yugi? ¿Pasa algo? ─su voz, al otro lado de la línea, sonaba temblorosa.

─No... verás... Es que me han invitado a dormir aquí.

─¿En casa de ese chico? No sé, no parece seguro.

─No pasa nada abuelo, no te preocupes.

─¿Lo saben tus padres?

─Mi madre sabía que iba a venir aquí...

─Bueno... pero en cuanto te despiertes vete, ¿vale? Por si acaso.

─No seas tan exagerado. Un beso abuelo, siento no estar ahí.

─Despreocúpate, espero que lo pases bien.

La llamada se cortó, el salón estaba lleno de bullicio hasta que llegó la hora de las despedidas. Uno a uno, se me acercó para desearme buena navidad a su manera. Mientras Mana era la feliz, aunque seguía intuyendo ciertos toques de ira en su mirada al dirigirla a mí, May y Mahad eran todo educación. Kaiba, en cambio, me miró con un sentimiento indescifrable para mí, susurrándome que tuviese dulces sueños.

Los padres de Yami subieron a arreglar el cuarto de invitados, al menos Lyra pues su marido recibió una última llamada importante, teniendo en cuenta que era navidad debería considerarse explotación en el trabajo. Suspiré cansado, ¿en qué momento me veía encerrado en las cuatro paredes del infierno donde Cancerbero custodiaba la salida? Realmente el apodo le iba que ni pintado. No lo entiendo... cuanto más intentaba alejarme de él más me acercaba. Maldigo mi destino y aquel que lo escriba si es que existe, seguramente se esté divirtiendo con esto.

─No pareces contento. ─habló al fin, recogiendo lo último que quedaba en la mesa.

─Que hábil eres. ─apoyé mi cabeza en la mano─. No lo estoy.

─¿Tanto te molesta mi presencia?

─Sí.

─Chihuahua, vaya boca tienes. ¿Has olvidado quién soy?

─El que dormirá en la misma casa que yo, supongo. ─de repente, sentí un tirón de mi mano. Gimoteé dolorido al chocar mi espalda contra la pared de manera brusca. Incluso llegué a retorcerme ligeramente ante la dolorosa sensación recorriendo mi columna vertebral. Al abrir los ojos que cerré en el impacto y recorrido, intercambiaron miradas con los intensos de Yami. Su cuerpo estaba a centímetros del mío mientras sus brazos subían y bajaban con lentitud por la pared─. ¿Qué haces?

─Tu actitud no me gusta nada, ¿debería darte alguna lección? ─la distancia se acortó al doblar los brazos y apoyar el dorso contra la pared. Su cara se había acercado tanto que incluso se duplicaba por culpa de la distancia, tuve que cerrar los ojos para evitar un mareo y tragar saliva tratando de no mostrarme nervioso.

─Tus bromas no tienen gracia.

─Porque no lo son. ─dio un golpe en la pared, como consecuencia, reaccioné con un respingo─. He molestado a mucha gente en mi vida y nadie me había sacado de mis casillas como tú. Me tienes harto...

─Lo mismo podría decir yo, no recuerdo haberte hecho nada para tener esa fijación por mí.

─¿Cómo que no? Ganarme, ridiculizarme, ponerme a tus amiguitos en contra, aparecer por mi casa para ganarte el favor de mi madre...

─¿¡Piensas que he hecho todo eso por ti!? Mira... mira... ─suspiré tratando de calmarme─. Ni soy tan retorcido ni tú eres el centro del mundo.

─Que carácter tienes cuanto te molestan, ¿eh enano? ─uno de sus dedos había bajado hasta mi mejilla y empezado a acariciarla con ternura.

─Como tú.

─Bueno, esta noche deberías dormir con un ojo abierto. ─su rostro se deformó en una sonrisa antes de alejarse de mí y dejarme tiritando en esa pared. ¿Por qué su cercanía era tan devastadora?─. Puede que sea... especial.

No podía imaginarme cuánto.

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Hasta aquí ha llegado, y traigo buenas noticias. ¡Pronto me darán vacaciones! Y podré escribir más, de hecho tras subir esto, en compensación por vuestra paciencia empezaré a escribir el siguiente. No debería tardar tanto de esta manera, además, tendré más tiempo.

Un beso para todos ♥ Gracias por esperar.

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