Capítulo 51
•KENDALL PÁEZ•
Nado a una velocidad de vértigo. Pierdo completamente la noción del tiempo y no sé ni dónde estoy. He nadado tanto que me he perdido. Inspecciono mi alrededor y me siento perdida, completamente sola.
Ahogo un grito de desesperación y suspiro profundamente. Salgo a la superficie y no consigo ver tierra firme. ¿Qué demonios he hecho? ¿Dónde estoy?
-Y sí, hoy no es mi mejor día -musito
Vuelvo a sumergirme en el agua e intento buscar alguna isla donde poder refugiarme antes de que amanezca. Entro por un orificio y llego a una cueva completamente distinta a la que habitaba mi madre. La inspecciono por completo y suspiro.
«Ojalá no haya algún ser extraño aquí que pueda espantarme».
El cansancio se apodera de mí después de haber nadado durante horas y caigo profundamente dormida apoyada en la roca.
Cuando abro los ojos de nuevo, amanezco en la orilla de la playa nuevamente.
«¿La corriente me trajo de vuelta?».
Escucho voces alteradas a mi alrededor. Alzo la vista y infinidad de personas están sacando fotos a mi cuerpo, concretamente a mis escamosas piernas, puesto que aún no ha finalizado la transformación.
«Por lo menos no es la cola».
-¿Se encuentra bien joven? ¿Quiere que llame a un médico? -pregunta un hombre robusto
-No se preocupe, estoy bien -contesto tosiendo
-Ha tragado muchísima agua, por suerte pude salvarla antes de que la corriente se la llevase -explica
-¿Me ha salvado usted? -le pregunto confusa
-Sí joven, estaba paseando cuando vi su figura flotar a punto de hundirse
-Muchísimas gracias -agradezco
Me extiende la mano para ayudarme a ponerme en pie y la acepto. Doy las gracias de nuevo y comienzo a caminar en dirección a la casa de Daniel.
«Debe de estar preocupado».
Toco la puerta y cuando se abre, Daniel me abraza con muchísima fuerza.
-¿Estás bien mi vida? ¿Estás herida? ¿Por qué estás empapada? Entra para que te des una ducha de agua caliente -articula sin dejarme hablar
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