•KENDALL PÁEZ•
Un nuevo día irradia entre las cortinas de mi habitación. La luz del sol penetra por la ventana y me deslumbra. Siento cómo abrazan mi cintura y sonrío al recordar que dormí a su lado.

-Buenos días señor gruñón -murmuro sobre sus labios

-Buenos días reina -susurra mordiendo mi labio- ojalá pudiera despertar así cada mañana -añade sonriendo

-Ojalá cariño, tú mismo lo has dicho -suspiro

-Algún día me aceptará pequeña, ya lo verás -asegura

-No creo, mi padre es muy tajante, si nota que estoy sintiendo algo por alguien, que cambio mi actitud o cualquier otra cosa, me aleja de los hombres como sea

-De mí no te ha alejado -frunce el ceño

-Por ahora -aclaro

-¿Por qué crees que no me acepta? -pregunta mostrando su curiosidad

-No lo sé, probablemente le haya dejado un gran vacío que mi madre se marchase y me dejase a su cargo

-Se fue porque quería meterla en un psiquiátrico, cualquiera huiría ante esa situación

-Me muero de hambre -cambio radicalmente de tema

Me levanto de la cama estirando mis brazos y me hago una trenza mal hecha para bajar a desayunar.

Cuando termino de bajar las escaleras la figura de mi padre aparece y retrocedo asustada.

-¡Prepárate para morir! -grita mi subconsciente

-P...papá, has vuelto -digo sonriendo falsamente

-Déjate de tonterías, sé que está contigo -dice seriamente

Daniel aparece con la camisa puesta y se asombra al verle.

-Déjame explicarte -me interrumpe

-No quiero que me expliques nada, solamente quiero que se largue de mi casa en este mismo momento -articula tajante

«Abróchate el cinturón Kendall, se aproximan las turbulencias».

Miro a Daniel y él asiente encogiéndose de hombros. No le apetece discutirle y a mí tampoco. Baja dándome un leve beso sobre mis labios y murmura un 'te amo pequeña' antes de marcharse.