Capítulo 25
•DANIEL OVIEDO•
-¿Entonces no viste nada? -pregunto alzando la ceja
-No, pero había alguien, estoy segura -dice asustada
Acaricio su mano dulcemente y consigo tranquilizar sus nervios, ya que ahora mismo están a flor de piel.
-Esta noche te acompañaré yo -digo serio
-No -niega rotundamente
-¿Por qué? -alzo la voz sin darme cuenta- no dejaré que regreses ahí sola, quién sabe lo que esté oculto en esa cueva -digo bajando el tono cuando me percato de que nos están observando
-Daniel, es peligroso, no quiero que estés en peligro por mi culpa -dice suspirando
-Más peligroso sería que fueras y no aparecieras nunca más -respondo tajante
Sus ojos cristalinos y azules como el agua del océano se encuentran con los míos color café. Nuestras manos vuelven a rozarse y suspiro profundamente.
«La quiero. No quiero perderla».
-¡Irás con ella, y sino lo haces, te arrepentirás el resto de tu vida! -grita mi subconsciente
-Tengo miedo Dani -susurra finalmente
-Todo estará bien pequeña -digo besando su frente
{19:00 PM}
Llego a la orilla y suspiro al no verla.
«¿Se habrá marchado ya?».
Tocan mi hombro y me giro con el rostro sumido en la tristeza.
-Ya estoy aquí -dice sin mirarme
Alza la mirada y la confusión de sus ojos aumenta. Me pierdo en el mar de sus ojos y la abrazo inconscientemente.
Sujeta mi mano y caminamos hasta que el agua baña nuestros tobillos. Se transforma en una bellísima sirena como cada noche y nos sumergimos en dirección a aquella cueva de la que salió despavorida.
«¿Qué será? ¿Nos hará daño?».
-Hemos llegado -dice con la respiración agitada
-Tranquila -susurro en su oído
-¿Quién anda ahí? -una voz ronca retumba en la rocosa cueva
-Déjese ver, sea quien sea -digo firme
Kendall se abraza a mí con fuerza y oculta su rostro en mi espalda. Una mujer aparece de las sombras y nos echamos para atrás cuando su rostro pálido y desgastado nos observa con furia.
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