•DANIEL OVIEDO•
Recojo mi habitación y organizo los papeles del trabajo en el que estoy a punto de ser contratado o quizás colocado en algún número alto de la lista.
Mi afición siempre ha sido la informática, pero me estoy preparando para las oposiciones de la guardia civil. Llevo cuatro años preparándome para este momento y sé que ya estoy completamente preparado.

«Pasaré las oposiciones y seré el mejor de la lista».

-¿Cuándo tienes las pruebas? -pregunta Jesús cuando deja de hacer flexiones

-Pasado mañana -digo serio

-¿Estás bien? -niego- la echas de menos ¿verdad? -asiento

El tono de llamada de mi teléfono resuena en toda la habitación. Lo busco por todas partes y lo encuentro bajo el cojín central de la cama.

-Dani, soy Scarlett, sé que me pediste que me alejase de ti para que pudieras conocer más a Kendall pero es un asunto de vida o muerte -dice con la voz agitada

-¿Qué ocurre? ¿Kendall está bien? -pregunto asustado

-De eso mismo quería hablarte -dice sollozando

-¿Qué le ha pasado? -pregunto con un hilo de voz

-Está ingresada Dani, está cedada y no hace más que pronunciar tu nombre. Su padre está histérico, te está buscando, cree que eres el culpable -explica

-Iré ahora mismo y ese señor tendrá que escucharme -respondo totalmente decidido

-No, mantente lejos

-¿Cómo pretendes que me mantenga lejos si Kendall está sufriendo? -grito alterado

-Relájate -susurra mi hermano

-Iré a verla le guste o no -cuelgo

Cojo las llaves de mi moto junto con el casco. Bajo rápidamente las escaleras y arranco mi vehículo. Jesús insiste en acompañarme y accedo.
Acelero llegando al hospital en menos de 5 minutos y aparco para, seguidamente, entrar por esa puerta principal y buscar su habitación, o más bien, a su padre.

-Volvemos a vernos las caras señor Páez -digo al observarlo sentado en la sala de espera