•DANIEL OVIEDO•
Aparco la moto y nos dirigimos a la entrada del KFC. Sujeto su mano delicadamente y sonríe observando nuestras manos. La conozco desde hace poco y ya siento que nos conocemos de toda la vida.

-No quise llevarte a un restaurante de lujo en la primera cita, no me mates por eso -digo en modo de súplica

-Tranquilo, por un día no pasa nada -dice sincera

Le sonrío sutilmente y nos sentamos en la mesa tras pedir en barra. Me siento frente a ella y acaricio su mano dulcemente mientras sus mejillas se tiñen de rojo.

-Eres tan hermosa -suelto de repente

Ella sonríe tímida y me doy cuenta de que esa sonrisa tan cálida podría significar el principio de algo tremendamente especial.

Comenzamos a comer cuando nos sirven la comida entre risas mutuas y sonrisas dedicadas.

-¿Tienes plan para esta noche? -pregunto curioso

-Sí, el mar me espera -dice susurrando

-¿Puedo ir contigo? Si no es mucha molestia -digo nervioso

Agarra mi mano por encima de la mesa y me dedica una amplia sonrisa verdaderamente hermosa.

-A las siete en la playa junto al embarcadero -dice sonriendo

Asiento tras incorporar mi nuevo plan al día de hoy y la llevo a casa. Beso sus labios sutilmente y se aleja cuando gritan su nombre.

-¡Kendall Páez! ¿Esas son formas de llegar a casa subida a la moto de un macarra y para colmo comiéndole los morros como una vulgar prostituta? -grita el que creo que es su padre

-Papá por favor -suplica

Su padre alza la mano para golpear su mejilla y me interpongo entre ambos evitando el golpe.

-No creo que esa sea una buena manera de educar a su hija -digo totalmente serio

-La educaré como crea conveniente, usted no es nadie para interponerse en el buen camino de mi hija -dice desafiante- estás castigada, como pongas un pie fuera de esta casa sufrirás las consecuencias -amenaza

La agarra del brazo apartándola de mí con una fuerza descomunal y ella solloza mientras susurra un 'te quiero' que me cuesta comprender.