Desde donde estaba podía ver a los tres prisioneros de Coshitos, por alguna extraña razón no podía evitar mirar a uno de ellos me recordaba a alguien que hace mucho tiempo atrás había visto en años al igual que recorde alguien pero tenía cierta curiosidad respecto a ese caballero dorado; fui silencioso y cauteloso también hasta que llegue dónde estaban los tres santos dorados inconcientes atrapados en el frío Coshitos. Mire a los tres pero solo uno me llamo más mi atención, me acerque más para verlo y me sorprendió mucho el ver lo parecido que era con aquel joven que cautivo mi corazón; lo recuerdo bien y podía sentir como su chispa seguía intacta al igual que podía sentir que aún estaba vivo.

Sin pensarlo dos veces use mi poder para sacarlo de esa prisión de hielo y el tenerlo en mis brazos pude sentir que estaba perdiendo su calidez al igual que se extiguia su brillo a lo que decidí llevármelo conmigo, antes de que Athena o mi contenedor vengan a mí me divertiría un poco con este hermoso e inocente ser, pero ahora que lo pienso esto también le daría a los dioses gemelos algo o mejor dicho alguien con quién entretenerse un rato. A lo que saque a los otros dos santos dorados de la prisión de hielo y de un solo chasquido los envié con los dioses gemelos, les había dicho por medio del cosmos que esos dos santos dorados inconcientes serían suyos al parecer les gustó la idea de tenerlos al igual que me ellos me dieron un idea por su parte que también me gustó y sin dudarlo lo haría a lo que les di mi permiso para que también hicieran aquello.

¿?:*mira fijamente al contrario y sonríe de manera maliciosa*no sabes cuánto me divertire contigo joven caballero...

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