Cap 13.
Antes de empezar este capitulo, quiero hacer una pequeña nota:
En algunas de mis historias, aunque nunca como un personaje tan relevante, he agregado a F0rever, ya sea como mención o como amigo de Cellb!t, "Espectral" incluido. En vista de lo que ha estado saliendo a la luz estos últimos días, y peor aun, la reacción del cc ante las acusaciones, he decidido que a partir de ahora no volvere a usar su personaje.
No voy a regresar a borrarlo de sus apariciones o dialogos antes de este día en esta o mis otras historias, porque como dije, no es un personaje demasiado relevante. Pero hasta el final de "Espectral" si que cuidare al menos no decir su nombre. Son acciones pequeñas quizás, pero me dan algo de paz mental.
Mi corazón y apoyo a las victimas y a todos los que se hayan sentido decepcionados por la noticia.
Y sin más, les dejo el capitulo. Muchas gracias!
°•○●○•°•○●○•°•○●○•°•○●○•°•○●○•°
—¿Gran sabio?
Cellbit alzó ambas cejas en el carruaje camino a la casa de los padres de Spreen, hacía apenas pocos días era completamente ajeno a estas cosas, ¿quién le diría que ahora creía en la magia, otros mundos y muertos vivientes?
—Y uno de los mejores —Juan respondió con una sonrisa decidida—, no por nada iba a casarme con su hijo —bromeó, mirando por la ventana—, claro, al final lo de la boda no salió como nadie esperaba, pero sé que podemos contar con Vegetta para que nos ayude.
Cellbit carraspeó un poco, tomándole más importancia de la estrictamente necesaria a las palabras del menor sentado frente suyo.
—Perdón —de nuevo la voz del menor rompió el silencio, haciendo que el brasileño mirara a su dirección, lo encontró mirando por la ventana—, todo esto es muy raro, ¿sabes? Pero me alegra no estar solo, aunque quizás sea difícil para ti ahora sabiendo que--
—También me alegra, Juan —interrumpió, poniendo una mano sobre su rodilla con una ligera sonrisa—, no te mentiré... es raro, pero lo importante ahora es encontrar las respuestas necesarias.
—Tienes razón —le sonrió Juan, poniendo su mano sobre la ajena y sonriéndole de nuevo con decisión.
Varios minutos más tarde, el carruaje se detuvo frente a una sencilla pero bonita casa de dos pisos, Juan jadeó ilusionado, la apariencia tan hogareña y los rastros de magia aquí y allá le daban a la morada un ambiente realmente acogedor, mucho más del de su propio y gigantesco hogar.
Su templo sería así algún día, se prometió en silencio.
Tan ocupado estaba absorbiendo todos los detalles que no se percató de que Cellbit no solo había despachado al carruaje ya, sino que ya estaba varios pasos delante suyo, tocando el timbre, algo avergonzado por su pérdida de concentración, se acercó al mayor a paso apresurado. Llegó a su lado justo cuando la puerta se abrió y eran recibidos por un alto castaño de ojos verdes.
—Pues ya era hora —resopló divertido, dándoles espacio para pasar. Cellbit le dio el paso al menor primero para luego seguir tras suyo.
—¿Disculpe? ¿Nos esperaban ya? —Juan preguntó mientras eran guiados por Rubius hacia lo que supuso era la sala.
—Vegetta lleva ya un rato diciendo que venías, chaval —le respondió divertido mirando sobre su hombro—, sintió tu energía o que se yo, cosas de magos, supongo... soy Rubius, por cierto —añadió esta vez dirigiéndose al brasileño.
—Cellbit Lange, señor —respondió con una pequeña reverencia.
—¿Llegó Juan?
El par miró hacia las escaleras, por donde venía bajando un hombre pelinegro de ojos púrpura, no le costó mucho a Cellbit deducir que mientras de Rubius sacó la complexión, Spreen sacó el cabello y los característicos ojos amatista del tal Vegetta.
—¡Ah! ¿Y trae un invitado más? Pasen, pasen —saltó sonriendo los últimos escalones para reunirse con el pequeño grupo— Pero Juan, ¿qué modales son estos? Preséntanos a tu amigo, mucho gusto, soy Vegetta De Luque.
—Cellbit... Lange —repitió, tomando la mano que el contrario le ofrecía.
—¡Pero siéntense! ¡Están en su casa! ¡Doblas! ¿Cómo es que no les has ofrecido nada para beber? ¡¿Qué clase de anfitriones somos?! ¿Qué tomas Cellbit? No me lo tomes a mal, pero pareces el tipo que disfruta una buena copa de vino, ¿tinto? ¿blanco? ¿Y tú Juan? Se que eres mayor también, pero no sé qué digan tus padres, así que mejor otra cosa, ¿un jugo? ¿o una gaseosa tal ve--
—¡Hola! ¡¿Podemos dejar de fingir que todo está bien y enfrentar el problema?!
La inusual fuerte voz de Juan detuvo a Vegetta quien ya estaba corriendo rumbo a la cocina y a Rubius quien hacía espacio en la sala para sentar al par, tres pares de ojos se posaron inmediatamente sobre el hechicero.
—Perdón por gritar, pero es que en verdad necesitamos hablar con ustedes, es importante.
—Es cierto —Cellbit se le unió, acomodando su ropa para una introducción más formal—, sé que ya conocían a Juan, yo soy su amigo, un investigador. Le ayudaba a seguir el rastro de Spreen De Luque.
—Oh, nuestro niño —Rubius sonrió, dejando de lado la hospitalidad y sentándose frente al par—, deben perdonarlo, desde chico fue bastante revoltoso, mira que hasta tener a un investigador buscándolo.
—¿Y? ¿Lo encontraron? —completó Vegetta, sentado justo al lado del castaño, ambos sonriendo cómplices.
Juan no creyó que fuera posible que algo le sorprendiera más que la inusual desaparición de Spreen en el mundo de los muertos, pero vaya que no se esperaba ver a sus padres bastante tranquilos con todo esto.
Cellbit y él intercambiaron miradas confundidas, y de nuevo el de gafas se dirigió a ambos.
—Con todo respeto... pero no parece que estén preocupados por el hecho de que Spreen haya desaparecido.
Rubius rio sonoramente —Debiste ver a Vegetta, hasta hace poco era un manojo de nervios. Iba y venía por todo el pueblo colgando y entregando volantes con el rostro de Spreen.
Vegetta giró los ojos y golpeó su brazo afectuosamente.
—Al principio, sí, aunque ahora al menos tengo una idea de donde esta —agregó, mirando con nostalgia una de las fotos del pequeño Spreen colgada en las paredes—, aunque no puedo estar seguro aun, sabía de otras dimensiones, pero la posibilidad de un mundo donde los muertos siguen existiendo es algo que me sorprendió en verdad.
Juan soltó el aire que estaba sujetando, bueno, eso al menos hace las explicaciones más sencillas.
Pero ¿por qué sabía Vegetta sobre esto?
Cellbit se le adelantó —Por cómo habla parece que algo le hizo empezar a creer.
La mirada del pelinegro se suavizó —Vino un chico, muy buen chaval.
—¿Cómo que "vino"? Más bien tú lo arrastraste hasta la casa, Vegettita —Rubius rio por lo bajo, cruzándose de brazos—, mira que me sorprendí cuando me contaste que Roier podría ser el famoso cadáver que Juan había visto.
—¡¿Conocen a Roier?! —Cellbit puso ambas manos contra la pequeña mesa frente ellos, sorprendiendo al par.
—Oh si, un encanto—continuó Vegetta—, bastante atractivo, si obviamos el hecho de que está muerto, claro, castaño, grandes ojos avellana... aunque ahora que lo pienso, nunca le pregunté sobre el traje de novio —con un movimiento de manos conjuró algo en la mesa frente ellos—, cuando él y su amigo se fueron dejó esto, supongo que lo traería entre su ropa o su cabello.
Cellbit dejó de respirar un segundo, mirando fijamente la pequeña ramita de amaranto sobre la mesa.
—Es él... —el brasileño se dejó caer de nuevo sobre el sofá tras suyo, necesitando un momento para recomponerse—, él en verdad... existe todavía...
—Sí, y también conocía a Spreen —continuó Vegetta—, desconozco los detalles, pero al parecer sus caminos se cruzaron de una u otra forma.
—¡Justo sobre eso veníamos a hablar! —intervino Juan—, Spreen estuvo aquí, y por la forma en que habló, parecía que estaba dispuesto a no volver.
La mirada de Vegetta se ensombreció un poco, Rubius al notarlo puso una mano sobre su espalda, tratando de reconfortarlo.
—No quiero intervenir en lo que sea que elija Spreen, es su vida después de todo —completó Juan—, es solo que se fue muy precipitadamente... creo que sería conveniente hablar con él una última vez, ¿saben? Además —se giró un poco hacía Cellbit, quién aun parecía bastante sumido en sus propios pensamientos—, Cellbit y Roier también tienen... algo pendiente. Y es justo eso lo que nos trae aquí.
Juan se puso de pie, mirando fijamente al mago frente suyo.
—Con lo que hemos aprendido, y con su sabiduría y poder, sé que podemos encontrar la forma de hablar con ambos, seguro ustedes también tienen algo que decirle a su hijo, ¿no es así?
Le siguió el silencio. Cellbit seguía con la mirada perdida, tratando de asimilar todo, Vegetta miraba hacía el suelo y Rubius solo se dedicaba a acariciar su espalda.
El menor al sentir la tensión en el ambiente estuvo a punto de sentarse de nuevo, cuando la voz del pelinegro lo interrumpió.
—En eso tienes razón. Hay algo importante que tenemos que decirle a Spreen.
La mirada de todos, incluido Cellbit, se posaron en el serio semblante del gran sabio.
—Ya cometimos un error garrafal al intentar casarlo en contra de su voluntad —murmuró, mientras Rubius apartaba la mirada, avergonzado—. No me malentiendas, muchacho —resopló divertido, mirando al de gafas con cariño—, no es que tú tengas algo mal, de hecho, creo que eres demasiado bueno para nuestro Spreen. Es cosa nuestra.
—Spreen ya es adulto —completó Rubius—, y creo que a lo que Vegetta se refiere es que estos dos viejos solo quieren disculparse, por querer imponer lo que creemos que es lo mejor para él.
Algo en el profundo amor de Rubius y Vegetta hacia su hijo hizo eco en el par.
Las lágrimas amenazaban por formarse en los ojos de Juan, con sentimientos encontrados ante el amor fraternal de Vegetta y Rubius por su hijo. Si bien los dos hombres frente suyo cometieron un gran error, ahora buscaban enmendarlo, y como bien dicen: Errar es de humanos, perdonar es divino, rectificar es de sabios. Sabía que ni en cientos de vidas sus propios padres serían la mitad de lo que eran ellos, pero le alegraba de sobremanera saber que existían y que una persona buena como Spreen no tuviera que pasar nunca lo que él.
Para Cellbit el golpe fue... diferente.
Las palabras de su amigo de la infancia y la de Spreen se mezclaron de nuevo en su cabeza, aunque bastante menos invasivo que la última vez. Una boda apresurada con la excusa de "no dejar pasar más tiempo", sin pensar que ese tiempo que tanto se preocupó por acortar era necesario para conocer más sobre Roier. Quizás solo uno o dos años más...
No dudaba que hubiera funcionado de todos modos. Roier se habría enamorado más y más de él y habrían seguido adelante con la boda. Incluso si tenían algunos gustos diferentes, incluso si discutían el uno con el otro...
...
Incluso si por casualidades de la vida y el destino, Roier y Spreen se conocieran en vida durante ese tiempo... incluso así, Roier lo habría elegido a él...
... ¿cierto?
Suspiró pesadamente. Solo tenía una forma de averiguarlo y aunque el pensarlo lo confundía de sobremanera, sabía que debía hacerlo, por el bien de los dos...
—Ayudémonos mutuamente —la grave voz de Cellbit, cargada en seriedad y decisión rompió por primera vez en mucho tiempo el silencio de la sala—, tenemos algunos datos, al parecer sus viajes involucran un conjuro, Juan cree que con lo que sabemos y sus habilidades podríamos abrir una especie de portal.
Vegetta resopló divertido. Aquí estaban dos chicos mucho menores que él siendo fuertes y maduros mientras él solo estaba triste. Suficientes lloros, tenían trabajo por hacer.
—Excelente, cuéntamelo todo, muchacho —el mayor se puso de pie y llevó una mano a su barbilla, pensativo—, Mmm con que un portal para el mundo de los muertos... ¿por dónde podríamos empezar?
Casi como si fuera cronometrado, el cielo se oscureció por completo, seguido por truenos, relámpagos y un destello entre azulado y verdoso iluminó todo a su alrededor.
Bastaron solo segundos para que los gritos en el exterior alcanzaran sus oídos.
—¡MUERTOS! ¡MUERTOS VIVIENTES!
—¡NOS INVADEN LOS MUERTOS!
—Bueno —Rubius resopló divertido—, eso fue rápido, ¿eh?
Mirándose alternadamente, los cuatro pronto salieron de casa, corriendo lo más rápido que sus piernas les permitían hacia el centro del pueblo.
::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::
Varios minutos antes.
Cuando Molly le dijo que invitaría a unos cuantos amigos a acompañarlos en la boda, Spreen imaginaba a dos o tres más, aunque él mismo debió presentir que algo así pasaría cuando le dijo que "tendrían que verse afuera del bar o no habría espacio suficiente"
Ahora, de pie sobre una improvisada tarima, tenía frente suyo a lo que estaba seguro debía ser toda la maldita población del mundo de los muertos. O los del pequeño pueblo donde ahora estaba, al menos.
Sería más fácil con la presencia de Roier a su lado, pero Quackity, aun bastante molesto con él por su mentira respecto a Wilbur yéndose con otro chico, se lo había llevado alegando que al menos no lo viera hasta que caminara hacia el altar.
De pronto se sintió cohibido. Nunca fue del tipo de hablar en público realmente y los nervios lo estaban volviendo loco. En el fondo de su cabeza pronto recordó el famoso truco de imaginar a la multitud en ropa interior para perder la vergüenza.
...
...nunca traten de imaginar a cadáveres desmembrados y decapitados en ropa interior.
Sacudiendo la tétrica y horripilante imagen de su cabeza, aclaró su garganta.
—Hoy es el gran día, vamos a hacer la ceremonia allá arriba, así que traigan lo necesario y nos vemos allá.
El bullicio en la multitud no se hizo esperar, y Spreen sonrió de lado
—Tendremos una boda.
Miro con diversión mientras todos empezaban a movilizarse mientras cantaban al unisonó "Boda, la boda, tendremos una boda"
Mientras bajaba no pudo evitar mirar nuevamente su reflejo en los algo empolvados cristales de las ventanas del bar de Molly, llevaba un sencillo traje entre negro y gris, no es que pudieran hacer mucho con los recursos del mundo de los muertos, pero al menos sentía que se veía bien para el gran día que le esperaba.
—¡Spreen, cariño! —la voz de Molly lo sacó de sus pensamientos, se giró para verla en los brazos de Mariana, con Aldo y Wilbur uno a cada lado del más alto, Pelusa a sus pies, llevando sobre su cabecita al pequeño Bobby — Es hora, ¿estas listo?
—Obvio —resopló divertido—, vamos.
::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::
El pueblo era un caos.
Tras el misterioso resplandor, el cielo permaneció oscuro como si fuera media noche, la temperatura había bajado unos pocos grados...
Oh si, y había varios muertos deambulando por las calles. Definitivamente no tu típico día.
Juan y el resto estaban ahora justo en el centro de una de las calles principales, sorteando a la gente que corría aterrorizada.
—Bien —Rubius sonrió decidido, tronando los huesos de su cuello—, yo voy por la derecha y luego tú los sorprendes por la izquierda con uno de tus hechizos, ¿vale?
—No —Vegetta le respondió tan rápida y secamente que Rubius por poco grita de indignación—, no vamos a hacer de esto un campo de guerra, chiqui.
—Pero Vegettaaaaa —respondió el contrario con un puchero—, hace mucho que no peleo, déjame peleaaaar.
—Qué no, Doblas, que no —le contestó girando los ojos—, no sabemos cómo puedan reaccionar o si tienen algún poder ¿y si no somos rivales para ellos? No, lo mejor es ocultarnos hasta ver lo que planean y con suerte encontrar a Spreen o a Roier.
—¡Viene un grupo! —Juan interrumpió la cómica discusión familiar para alertar de al menos cinco cuerpos acercándose por el otro lado de la calle.
Cellbit miró frenéticamente a ambos lados, finalmente encontrando un carruaje descartado junto al camino —¡Por aquí! ¡Ocúltense!
Con los cuatro ocultos, pudieron ver de más cerca al pequeño grupo de cadáveres que se aproximaba los pasó de largo.
—¡Fiuu! Estuvo cerca —Rubius contuvo una risa mientras se giraba a los tres—, por poco y me matan del susto.
—...
—...
—...acaba... —Juan arqueó una ceja— ¿Acaba de hacer un chiste de muertos? ¿En serio?
—¿Qué? —se encogió de hombros— Fue bueno, ¿no?
—Como sea... necesitamos averiguar a donde se dirigen —Vegetta de nuevo habló, captando la atención del resto—, vamos, con cuidado, y no se separen.
::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::
Missa tenía muy bien guardado el secreto sobre el portal que conectaba el mundo de los muertos con el de los vivos, cuando Spreen le cuestionó por qué no simplemente usaron eso cuando tuvieron que regresar, el esqueleto se disculpó repetidamente antes de revelarle el motivo.
—Fue Philza quien lo hizo —le dijo mientras mantenía abierto el portal y poco a poco los muertos pasaban por el—, no deberíamos usarlo en primer lugar, pero tampoco puedo conjurar tantos hechizos en todo el pueblo, ¿o sí?
Tenía sentido. Y Spreen tenía mucho que agradecerle a Missa por tantos esfuerzos y, al parecer, reglas rotas con tal de ayudarlo en su plan.
Para cuando Spreen finalmente cruzó el portal y se encontró a sí mismo en uno de los callejones del pueblo, el panorama que lo recibió era bastante poco encantador: Muertos por las calles, vivos corriendo y huyendo despavoridos, sin mencionar el ambiente lúgubre y algo frio que se sentía.
—Vaya gran día para una boda —murmuró para sí mismo, girando los ojos con diversión.
Miro a ambos lados antes de adentrarse en la calle principal y seguir al pequeño grupo que ya estaba dirigiéndose hacia la pequeña iglesia a las afueras del pueblo, mezclándose entre ellos.
::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::
Quackity miró sobre su hombro al darse cuenta de que el castaño había dejado de seguirlo, él y su amigo fueron los últimos en cruzar el portal junto con Missa. Una vez en el mundo de los vivos, Missa se apresuró, hablando de algunos preparativos y sobre cómo lidiarían con el cura del pueblo.
Él y Roier se quedaron atrás, después de todo, el castaño haría su entrada hasta que ya estuvieran todos sentados en sus sitios, así que debían hacer tiempo.
Miró un poco a su alrededor, y finalmente lo encontró a pocos metros, de pie en medio del puente del pueblo, mirando en silencio a la pequeña iglesia en medio del desierto y marchito campo.
—¿Qué ocurre? ¿Tienes miedo? —el de beanie se colocó a su lado, mirando su perfil con cuidado.
—¿Miedo? —le contestó contemplando varios segundos la pregunta.
—Porque si es así nos vamos, ¿eh? Que chingue a su madre el Spreen y a la verga el amor y esas mamadas, seremos solo tú y yo, los solteros más codiciados del mundo.
Roier sonrió débilmente ante las palabras de su amigo. Si debía ser honesto, sí, tenía miedo. Pero contrario a lo que Quackity, o cualquiera podría pensar, no era miedo a casarse con Spreen, era miedo a lo que le deparaba a él después.
Confiaba en que Missa o Philza, en su infinita sabiduría, invalidarían su matrimonio tan pronto él desapareciera, y de esa forma Spreen pudiera quedarse en el mundo de los vivos y con suerte dejar atrás este episodio de su, esperaba, larga y prospera vida.
—¿En serio? —le respondió mirándolo con diversión— ¿Y dejar a Wilbur?
—¡Yo no voy a andar esperando a un inglés guapo de ojos bonitos toda la pinche muerte! —alegó el contrario, cruzándose de brazos y Roier podría jurar que, si fuera físicamente posible, con un adorable sonrojo en sus mejillas.
Sentía algo de envidia por sus amigos, a pesar de la terquedad de Quackity, y la indecisión de Wilbur, ambos indudablemente se amaban y se tendrían el uno al otro por toda la eternidad.
O al menos hasta que su misión los separara...
—Por cierto, Quackity... ¿elegiste ya tu misión?
—¿Mmm? ¡Ah! Esa cosa que dijo Missa, todavía no, pero ¿qué crees? Wilbur "soy perfecto" Soot ya tiene una —contestó girando los ojos y haciendo comillas con sus manos.
—Es importante —continuó Roier girándose para mirar a su amigo—, no vayas a desear algo tonto ni tan fácil de cumplir, ¿eh?
—¡Ni que fuera pendejo! ...Es solo que...
La inusual voz suave de Quackity lo tomó por sorpresa, Roier esperó pacientemente a que continuara.
—Me molesta un poco, ¿sabes? —continuó— Wilbur escogió una bien rápido, casi como si no pudiera esperar para ir al más allá y dejarme solo, yo por otro lado no quiero elegir una porque quiero... seguir con él, incluso así, muertos.
—No creo que lo hiciera pensando eso —Roier le sonrió, poniendo una mano sobre su hombro—, Wilbur es bastante inteligente, y aparte te quiere mucho.
—Sí, claro —puso los ojos en blanco entre risas—, pero no hay que pensar en eso ahorita, es tu boda, igual ya luego con más calma pienso algo y te consulto antes a ver qué opinas y así.
Le tomó mucho al castaño no dejar de sonreír, sabiendo que no estaría ahí para cuando Quackity eligiera su misión. Su consuelo al menos era saber que Wilbur, Mariana y los demás lo cuidarían.
—Pero bueno —Quackity volvió a hablar, viendo la multitud amontonada en la entrada de la iglesia a la lejanía—, a ver a que horas empiezan para que hagas tu entrada triunfal y así.
::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::
—¡Largo de aquí, demonios! ¡No voy a permitir que entren aquí!
Las orejas de Spreen respingaron al escuchar a sus espaldas una voz que, para su desgracia, conocía ya bastante bien, sonrió maliciosamente.
Mirando a la pequeña multitud frente a la iglesia, pronto localizó a Mariana por su altura, su sonrisa solo se ensanchó más mientras se hacía paso hacia ellos.
—Eu, Mariana, Aldo, ¿recuerdan sobre aquel cura pelotudo del que les hablé? —esperó a que ambos asintieran para señalar con su pulgar sobre su hombro— Ahí lo tienen, ¿creen poder hacer algo para que no arruine todo?
Spreen contagió al par de su sonrisa malévola, por fin algo de acción.
—Tranquilo papu —Aldo tronó los huesos de sus nudillos—, nosotros nos encargamos.
El par se escabulló entre el resto de la multitud hasta llegar cada uno al lado del hombre mayor, cuyos ojos se abrieron de par en par.
—Con qué te gusta gritarle a la gente, ¿eh? Qué poco digno de un padre, ¿no? —dijo Mariana, deslizando un brazo por debajo del contrario.
—Y guarda silencio, estamos en una iglesia, más respeto, papu —Aldo le siguió, tomándolo del otro lado, logrando así levantarlo algunos centímetros del suelo.
—¡B-Bájenme! ¡Monstruos! ¡Adefesios! —el hombre se removió inútilmente en el fuerte agarre del par.
—¡Uy! ¡Pero qué halagador! Lástima, no eres mi tipo —el más bajo rio divertido, mientras junto al más alto se alejaban de la puerta de la iglesia—, tenemos una boda que celebrar y tus servicios no van a ser requeridos, ¿qué dices si te quedas encerrado un rato?
Spreen miró con satisfacción cómo el par llevaba a rastras al hombre hacía un pequeño cobertizo en los terrenos de la iglesia, mientras el gran número de cadáveres entraban al edificio principal y poco a poco iban tomando asiento.
Él mismo estuvo por seguirlos adentro y ponerse en su posición, cuando una mano esquelética lo tomó del hombro.
—Spreen —murmuró Missa, con un gran libro bajo el brazo, botella y copa en su otra mano y voz temblorosa— ¿e-estas seguro? Aun podemos--
—Estoy seguro, Missa —le sonrió, mirando sobre su hombro—, y tranquilo, sé que va a funcionar.
Con seguridad y sacudiendo un poco la mano de Missa en su hombro, Spreen entró finalmente en la iglesia, sus pasos haciendo eco en las paredes mientras caminaba con decisión hasta el altar.
::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::
—¡Estoy rodeada de incompetentes!
Una voz femenina algo molesta llegó a oídos de Cellbit, el brasileño se giró de inmediato buscando la fuente, para encontrarse con un par de esqueletos mirando confundidos a todos lados, uno de ellos cargando en sus brazos una cabeza.
Hasta ahora no habían conseguido nada de información por mantenerse al margen y evitar cualquier posible confrontación, pero el escucharla le dio a Cellbit la certeza de que al menos hablaban su idioma, se acercó a paso lento, bajo la mirada seria de Vegetta y Rubius, preparados a atacar si era necesario.
—Disculpe...
Molly suspiró pesadamente, primero los inútiles esqueletos con los que Mariana la dejó se perdieron en el pueblo, definitivamente llegaría tarde a la ceremonia, y ahora encima un extraño le hablaba, seguramente para algo estúpido.
—Ay mira, con todo respeto, no es un buen momento para--
Las palabras murieron en su boca tan pronto vio al increíblemente atractivo hombre frente suyo, rápidamente aclaró su garganta y cambió su tono de voz.
—¡Oh! ¿Sí? ¿Necesitas algo, corazón? Soy Molly, por cierto—batió sus pestañas coquetamente y Cellbit solo pudo sonreír algo nervioso.
—Cellbit Lange, madam —hizo una pequeña reverencia y Molly agradeció no tener cuerpo o se hubiera desmayado ante hombre tan galante.
—¡Oh, Cellbit! De haber sabido que aún había hombres tan guapos en vida, hubiera tenido más cuidado en no morirme —bromeó, mirándolo de arriba a abajo—, pero dime, ¿en qué te puedo ayudar?
Bien, al parecer no eran hostiles, incluso parecía amigable. Al ver que el intercambio de palabras salió bien, el resto del grupo se acercó, Cellbit entonces continuó.
—Esperaba que nos pudieran explicar sobre su presencia aquí, ¿pasó algo importante?
—¡Tenemos una boda, cielo! Oh, pero tranquilo, no es la mía —le guiñó un ojo—, yo sigo disponible.
—Una boda de muertos... ¿en el mundo de los vivos? —Juan preguntó algo extrañado— ¿Es algo común?
—No en realidad —continuó Molly esta vez dirigiéndose al menor—, digamos que fue una petición algo peculiar del novio, quería casarse aquí arriba... y hablando de eso —giró los ojos—, mis amigos aquí parece que se perdieron. Sí, sé que murieron hace cien o doscientos años, pero ¿cómo no vas a recordar donde queda la iglesia de tu pueblo? ¿Alguna idea de cómo llegar?
Cellbit sonrió con nostalgia. Por supuesto que conocía la pequeña iglesia del pueblo y cómo llegar, originalmente era donde él y Roier iban a casarse años atrás.
—Supongo que muchas cosas habrán cambiado por acá en cien o doscientos años —Cellbit sonrió de lado, ya sin una pizca de miedo y más bien divertido con la situación—, a cambio de esa información, ¿cree poder ayudarme con otra cosa? A decir verdad, estoy buscando a dos personas de... bueno, de su mundo.
—Cariño, ¿tienes idea de cuantos somos? —Molly resopló divertida— Sería como buscar una aguja en un pajar, aunque si de algo sirve, todos, absolutamente todos vamos a la iglesia, seguro puedes encontrarlos ahí.
—Suficiente para mi —sonrió satisfecho, era en efecto información muy valiosa y él nunca le diría que no a otra oportunidad de mostrar sus dotes de detective, pronto señaló un punto a su izquierda—, vayan recto por ahí un par de calles y encontrarán un puente a las afueras, ya desde ahí podrán ver la iglesia.
—Bueno, pero si eres un encanto, gracias, amor —los esqueletos se empezaron a hacerse camino por donde había señalado el contrario mientras Molly le lanzaba un beso—, si sigues así de guapo, búscame cuando mueras.
El brasileño soltó una carcajada —No está en mis planes morir tan pronto, pero lo tendré en cuenta, madam. Suerte.
El grupo esperó varios minutos a que se alejaran lo suficiente para volver a hablar entre ellos.
—¿Una boda? Vale, eso sí que es raro —Vegetta se llevó una mano al mentón, pensativo— Digo, desconozco de sus costumbres, pero supongo que todos tienen el derecho de casarse...
—Igual eso resolvería el misterio de porqué están los muertos aquí, no querrían perderse un gran evento —completó Rubius, encogiendo los hombros.
—Spreen y Roier deben estar ahí también —dedujo Juan, algo de esperanza en sus ojos al ver cómo todo iba acomodándose poco a poco— ¿Deberíamos ir?
Los padres de Spreen se miraron entre sí y asintieron, hablando de alguna estrategia de como podían buscar al par una vez llegaran ahí.
Juan miró hacia Cellbit quien no había dicho nada desde que los muertos se habían alejado y lo encontró sumido en sus pensamientos.
—¿Todo bien? —preguntó mirando su rostro con cuidado.
—Pensaba en lo que dijo Molly sobre la boda... ¿no te parece extraño que vinieran hasta aquí para casarse?
—Dijo que fue una petición del novio, ¿quizás quería recordar su tiempo en vida?
—Podría ser, o quizás haya otra razón.
—¿Cómo cuál?
El brasileño miro a Juan a los ojos y de pronto las voces de Rubius y Vegetta fueron poco a poco desvaneciéndose, una conversación repitiéndose en su mente.
—¿Qué sabes tú? ¿Has estado enamorado alguna vez?
—Sí. Lo estoy.
—Quizás...
—Che Juan, perdón, no voy a poder casarme con vos...
Los ojos de Cellbit se abrieron de par en par al atar cabos.
—Quizás la boda sea... entre un vivo y un muerto...
::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::
El inconfundible sonido de la marcha nupcial, aunque algo lúgubre y de la mano de Wilbur en una guitarra vieja de la iglesia, llenó el lugar, y Spreen supo que ya no había vuelta atrás.
Si le hubieran dicho días atrás que estaría ahora de pie esperando en el altar, frente a un esqueleto haciendo de cura y con una multitud de cadáveres a su espalda, les diría que estaban dementes.
Con un demonio, incluso en este momento parecía un circo.
¿Muertos? ¿Bodas? ¿Misiones? Era demasiada información en tan poco tiempo, debía estar realmente loco para siquiera considerar seguir con esto.
Pero todas sus dudas se disiparon cuando, escuchando el bullicio tras suyo, se giró para encontrarse con Roier caminando hacia él, cargando un sencillo ramo de flores marchitas, frente suyo Pelusa con Bobby encima sirviendo como guías hacia el altar.
Spreen no tuvo casi tiempo de burlarse de lo gracioso que se veía Bobby intentando arrojar pequeños pétalos de margaritas que terminaban cayendo sobre la nariz de Pelusa o atorándose entre los huesos de su cuerpo, su mirada estaba clavada en el hombre a pocos metros suyo.
El rostro del castaño era todo un poema, una mezcla de alegría, tristeza, culpa, miedo y amor, sobre todo amor.
Sabía lo que planeaba, y honestamente era lo más increíble y desinteresado que estaba seguro alguien haría alguna vez por él. El castaño estaba dispuesto a dejarlo ser libre, sin saber que justamente en él había encontrado su libertad. Pero Roier era terco, y sabía que de enfrentarlo lo negaría todo, con una de sus bonitas sonrisas.
"¿Hasta dónde estaba dispuesto a llegar por la persona que amaba?"
Spreen sonrió melancólicamente recordando plantearse esa misma pregunta cuando escuchó la historia de Wilbur. En ese momento creía que la dirigía al inglés, pero ahora, aquí de pie esperando a Roier sabía que era una pregunta para sí mismo.
Y tenía claro que, tratándose de Roier, no había límites.
Extendió su mano hacía el castaño, quien después de mirarla un segundo decidió tomarla con firmeza y subir los escalones hasta el altar.
Missa carraspeó —Queridos difuntos y... ¿mortal? Sí, mortal —Spreen giró los ojos, divertido por lo bizarro de la situación—, estamos reunido aquí hoy para unir a este hombre y a este cadáver en matrimonio.
La ceremonia avanzó entonces sin grandes imprevistos, salvo Molly entrando apresuradamente gritando en alivio de no haberse perdido de tanto.
Mientras Missa continuaba con la larga lectura, en los bancos el grupo de amigos hablaba en susurros para no interrumpir.
—Pinche Molly ¿Ya para que llegas? Ya se acabó —bromeó Aldo en voz baja.
—¡Ay, cállate! Y tú —se giró hacia Mariana, quien aun parecía tener malos recuerdos de su reciente ataque— ¡A ver si a la próxima me dejas con alguien más competente! De no ser por ese guapo capaz y ni llegamos.
—¿Apoco sí, Molly? ¿Un galán así bien guapote? ¿Y te lo ligaste? —Quackity se unió, habiendo escuchado la conversación.
—¡Ojalá! Seguro cayó ante mis encantos —guiñó un ojo.
—¿Y le pediste su número o su nombre o algo de perdido?
—¡Oh claro! Su nombre era--
—Chicos —Wilbur se acercó al grupo, interrumpiendo a Molly en ese momento—, guarden silencio, ya van a la parte más importante.
Decidiendo dejar las historias de conquista de Molly para después, el grupo de amigos regresó su atención hacia el altar.
—Bien —Missa suspiró algo nervioso por lo que venía—, ahora pueden decir los votos.
Ambos giraron para quedar mirándose el uno al otro, Spreen, alzando su mano derecha empezó:
—"Con esta mano yo sostendré tus anhelos"
Bajando su mano lentamente y sin apartar la mirada de los ojos del contrario, tomó la copa extendiéndola entre ambos.
—"Tu copa nunca estará vacía porque yo seré tu vino"
—Y ahora tú, Roier —susurró Missa, abriendo el corcho de la botella sobre el altar y acercándola al castaño.
Roier conocía los votos de pies a cabeza. Habiendo soñado con encontrar el amor verdadero desde niño, los recitaba frecuentemente mientras imaginaba como sería casarse con esa persona.
Soñaba con su príncipe azul, y por un momento creyó que era Cellbit, pero sus propias inseguridades y temores le arrebataron esa oportunidad.
Estuvo en la oscuridad mucho tiempo, sonriendo con sus amigos en el mundo de los muertos, pero con pensamientos intrusivos en su soledad, recordándole como nunca logró escuchar a alguien recitar los votos hacia él.
Por eso, aquella noche que descansando en el bosque escuchó a alguien dirigirle aquellas palabras llenas de devoción y amor acompañadas de un anillo, Roier estaba inmensamente feliz.
Le habían dado una oportunidad más, y no iba a desaprovecharla. O al menos eso es lo que pensó al principio. En el camino, descubrió muchas cosas.
Descubrió que un príncipe azul también puede ser gruñón, que incluso en el amor puede haber discusiones, entre varias cosas más.
Luego de descubrir que su matrimonio era falso, primero se sintió devastado, Spreen ya era parte de su ser y saber que ya nada los ataba lo llenó de terror al principio.
Pero entonces el propio Spreen fue quien propuso que se casaran en verdad, a pesar de que eso implicaba dejar atrás su vida normal, y Roier se hizo una sola pregunta en su mente:
"¿Hasta dónde estaba dispuesto a llegar por la persona que amaba?"
En ese corto tiempo Roier siguió aprendiendo más cosas de su peculiar relación, pero destacaban dos en particular.
La primera, descubrió lo que era el amor verdadero...
Rodeados de la luz de las velas y la calma de la noche, mirando directamente a los ojos de Spreen, Roier se permitió soñar una vez más.
—"Con esta mano" —empezó en voz calmada y lenta— "Yo sostendré tus anhelos"
De igual forma que el pelinegro, tomó sin mirar la botella de vino del altar, poco a poco vertiendo el contenido en la copa sostenida por Spreen.
—"Tu copa nunca estará vacía porque yo seré..."
Silencio.
A los ojos de cualquiera, podría parecer que Roier, presa de los nervios, había olvidado los votos, pero no a los ojos de Spreen justo frente suyo. Parecía que el castaño en cualquier momento se pondría a llorar.
Algo asustado, parpadeó varias veces antes de volver a colocar la copa sobre el altar y con ambas manos acunar el rostro contrario.
—¿Qué pasa? ¿Estas bien?
¿Bien? pensó Roier divertido en su cabeza, estaba más que bien. Suspiró en total dicha mientras sentía la calidez de las manos del pelinegro en su rostro.
—Todo bien, solo... —jadeó entrecortadamente mientras sonreía—, solo quería disfrutar más de este momento... Gracias.
—¿Gracias? —repitió el pelinegro, imitando la pequeña sonrisa del contrario— ¿Qué me agradeces, boludo?
—Por aparecer. Por estar aquí. Por amarme y dejarme amarte también —respondió, poniendo sus propias manos sobre las de Spreen aun en sus propias mejillas.
La segunda cosa que aprendió Roier, aunque dolorosa y aterradora, fue a amar desinteresadamente.
Spreen le dio tanto, mucho más de lo que él esperaba recibir después de haber muerto, tenía un futuro brillante por delante, con Juan, o con quien quiera que él eligiera. Y si el asegurarse de que eso se llevara a cabo era solamente su mera existencia, estaba dispuesto a sacrificarse.
Con una sonrisa brillante y apartando la mirada continuó —Soy tan feliz ahora que podría morir sin arrepentimientos...
—En sentido figurado —completó Spreen mientras dejaba de sonreír y conteniendo un gruñido molesto, era la primera vez que un chiste de muertos lo hacía enojar
Retiró sus manos de la cara del contrario a la vez que continuaba.
—Escucha, Roier.
Los ojos de Roier, se elevaron para encontrarse con la mirada de Spreen, quien, sin apartar los ojos de los suyos, tomó nuevamente la copa.
—Vos vas a tener muchos más momentos para ser feliz.
La respuesta de Roier fue inmediata.
—Lo mismo digo, Spreen.
Varios segundos después, Roier soltó el aire que estaba sosteniendo. Fue tan lindo mientras duró, pero tenían que acabar con esto, habiendo ya vertido el vino en la copa contraria, dejó la botella nuevamente en el altar y repitió los votos.
—"Tu copa nunca estará vacía porque yo seré tu vino"
Ambos tomaron una vela del altar y la acercaron al cirio, encendiéndolas al instante, sus pequeñas flamas danzando e iluminando sus rostros.
—"Con esta vela alumbraré tu camino en la oscuridad"
Y eso era todo.
Roier cerró los ojos con una pequeña sonrisa, una vez Spreen recitara la parte final de los votos, estarían casados oficialmente, su misión se habría cumplido y él desaparecería.
Fue una vida linda, y una muerte, aunque corta, bastante hermosa.
Repitió la última frase de los votos en su mente antes de que Spreen la dijera, absorbiendo las palabras y su significado: "Con este anillo te pido que seas mío"
Anillo.
...
Espera...
Roier abrió los ojos de golpe, recordando un detalle muy importante.
¿Y el anillo?
En ese momento las puertas de la iglesia se abrieron de par en par y fue como si el tiempo se hubiera detenido.
Spreen no sabía que era peor.
Juan, a quien prácticamente había abandonado sin más explicaciones.
Sus padres, mirando con sorpresa y algo de tristeza la ceremonia.
O Cellbit, quien miraba a Roier con ojos que no podía descifrar... los mismos ojos con los que el castaño a su lado lo miraba de vuelta.
—Cellbit...
°•○●○•°•○●○•°•○●○•°•○●○•°•○●○•°
FIN (?
No, claro que no es el fin sagsksas 😂 pero ya muy cerca!
Muchas gracias por la espera y por leer! 🫶💕
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro