El regalo del Furia Nocturna
/Narra el autor/
Luego de lo ocurrido con la Muerte Roja, Astrid y todo Berk comenzaron a adaptarse a la nueva vida con dragones. Pasaron tan solo un par de semanas y comenzaron las nevadas. Y asi como comenzaron las nevadas, llegó la fiesta anual más esperada. Llegó la Snoggletog en Berk. Con los dragones y vikingos viviendo en paz, esas fiestas de alegrías y recuerdos iban a ser muy memorables.
En la cima de una pequeña colina, había una cabaña y en ella dormía una joven llamada Astrid. Esta comenzó a despertar por el sonido de los rugidos de sus dragón, que le pedía salir.
La chica comenzó a salir y allí vio a su compañera. Esta le pedía salir para jugar y bajo para que la montara. La chica avanzó y casi de inmediato resbaló con el hielo por culpa de su protesis. La dragona, logró ayudarla a tiempo antes de que cayera por completo.
Aster: Gracias chica. *Mirando su protesis* Maldita pierna. *Viendo a la dragona* ¿Vamos?
Astrid y Tormenta recorrieron todo Berk, como era habitual, para poder cuidar de Berk. Ella fue a la plaza del pueblo para ayudar a su padre con los quehaceres y al pueblo en los preparativos. Todo iba de lo mas "normal". Todo era armonioso y pacífico... hasta que...
Un rebaño gigantesco de dragones comenzo a salir volando de Thor sabe donde. Este rebaño voló por encima de los cielos de Berk, causando temor a la gente, pese a no hacerles nada. La cosa no termino ahí, ya que luego vino la peor parte. Todos los dragones de Berk, incluyendo a Tormenta, alzaron vuelo y comenzaron a volar. Los dragones se unieron al gran rebaño y se fueron, desapareciendo en el vasto cielo.
Al poco rato, Hipo y Chimuelo habían vuelto, luego de un paseo matutino. Cuando aterrizó, se lo vio un poco preocupado. Apenas toco tierra, vio a Astrid correr mientras una multitud la seguía. Ambos chicos fueron rodeados por los aldeanos y estos los bombardeaban a preguntas los cuales no pudieron responder.
Estoico hizo una junta con todo el pueblo para hablar acerca de lo sucedido. Todo el mundo comenzó a hablar y era todo un caos. Nadie entendía lo que sucedía. Algunos estaban asustados, otros estaban tristes y otros preocupados.
Estoico: ¡Snoggletog no esta arruinada! Hemos pasado las fiestas miles de veces sin dragones, y no hay razón para no hacerlo otra vez. Pero se que volveran, tenemos que tener fe en que lo harán.
Bocon: Es cierto. Somos vikingos, somos rudos... bueno, casi siempre.
Los chicos salieron del lugar mientras caminaban cabizbajo. Ellos caminaban bajo la oscura noche nevada mientras hablaban con una tristeza en su voz.
Brutilda: Esto apesta.
Astrid: Es verdad. Y yo que tenía muchas ganas de pasarla con Tormenta - En eso, Patapez comenzaba a silbar hasta que todo el mundo lo notó. El salió huyendo para que no pareciera aún más sospechoso - *Tratando de animarse* Hey. Por que no hacemos una nuevas tradiciones de Snoggletog, para olvidar la tristeza.
Hipo: Me parece una buena idea.
Brutacio: Claro que te parece buena idea. Tu dragón no puede irse a ninguna parte sin ti. Suertudo.
Hipo vio a su dragon y notó que su compañero tenía razón en lo que decía.
Al final, todos se separaron y volvieron a sus respectivas casas a descansar.
Esa mañana, Astrid se levantó un poco deprimida por lo de Tormenta. No quería salir de su cama, pero ella era la futura jefa. Ella debía dar el ejemplo y animar a su pueblo. Se levantó y comenzó a improvisar en la cocina hasta que obtuvo un resultado. Su padre, al escuchar mucho ruido, fue a ver y se encontro con algo inesperado.
Astrid: Hola papá.
Estoico: Hola hija ¿Qué estás haciendo?
Astrid: Creando nuevas tradiciones para la Snoggletog. Es para animar al pueblo ahora que los dragones se fueron. Decidí iniciar con algo chico y preparé varias recetas caseras. Al fin encontré algo que podría gustarle a todo el pueblo. Lo llamé Ponche de Yak.
La hereda sirvió su nuevo "Ponche" en un tarro, y el jefe lo tomó sin pensar en las consecuencias.
Estoico: *Traga* Esta bien. Se nota que sacaste tu talento para la cocina de tu madre.
Astrid: Gracias papá. Voy a compartirlo con todos.
Estoico: *Nervioso* No es necesario que lo hagas.
Astrid: Pero lo haré. Quiero animar a todos.
Estoico: En serio, no te molestes - Fue lo que dijo, pero ella no escuchó. Agarré un escudo y lo uso para transportar varios tarros y una jarra con su "ponche" - En serio no era necesario.
Astrid corrió por todo Berk tratando de compartir su tarro de alegría. Gritaba a los cuatro vientos su creación para que la gente lo probara pero casi nadie lo hizo. Asi fue casi toda la mañana hasta que se encontró con sus amigos.
Astrid: Chicos ¿Quieren probar lo que hice?
Brutacio: *Asqueado* Rayos ¿A qué huele? *Empuja a su hermana* Eres tú.
Astrid: Es ponche de Yak.
Brutacio: Con solo olerlo ya quiero vomitar.
Patan: ¿Saben qué? Lo probaré - El joven Jorgenson le dio una probada a aquella cosa viscosa. Al no poder escupirlo, lo trago en contra de su voluntad - *Asqueado* De verdad sabe a yak.
En eso llega Patapez para preguntar que sucedía y entendió la situación rápidamente. El rellenito salió corriendo y dejó a los demás un poco más sorprendido que antes.
Astrid, sin demora, fue a buscar a Hipo para enseñarle su creación. Lo terminó encontrando en la herrería, construyendo algo completamente nuevo.
Astrid: ¿Hipo?
Hipo: Estoy por aca, Astrid.
Astrid: *Dandoles ponche de Yak* Toma. De mi para ti.
Hipo: Gracias mi lady.
Luego de una breve explicación, ella lo entendió todo.
Astrid: Le estas haciendo una cola para que pueda volar sin ti. Él podrá ir con los otros dragones - Dijo mientras el tomaba un poco de esa cosa viscosa - Pero ¿Y si jamas vuelve? - Esas palabras lo llenaron de dudas, pero la decisión ya estaba tomada - Pero que boba, claro que volverá. Eres el mejor, Hipo.
El chico escupió el "ponche" una vez que ella se fue. Fue hacia su casa para mostrarle la cola a su amigo, y luego de que se demostrara que funcionaba, este salio volando lejos.
Tres días después, la aldea seguía deprimida por las despedida de los dragones, pero ahora había uno más afectado. Hipo salió de su casa deprimido pero sus padres hablaron con él y trataron de animarlo. Una vez que él se fue de la casa, comenzó a hacer sus respectivas tareas hasta que vio a Patapez actuando de manera sospechosa. Iba a seguirlo pero en eso Astrid lo detiene.
Astrid: ¿Qué sucede?
Hipo: Patapez ha esado actuando de manera sospechosa desde hace un tiempo. Hay que ver que trama.
Astrid: Yo me encargo.
La heredera de Berk fue a investigar lo que tramaba su amigo y notó que tenía algo oculto en su casa. Cuando abrio las puertas de estas, un Gronckel salió volando con ella. Hipo la vio de casualidad y trató de seguirla pero fue inútil.
Hipo: ¡Astrid! ¡¿A donde crees que vas?!
Astrid: ¡No tengo ni la menor idea!
Los chicos fueron a hablar y a regañar a Patapez por sus actos. En medio de la conversación, los gemelos descubrieron algo.
Patapez: Wow. Albondiga escupió muchas rocas.
Brutilda: Que inocente eres. Esas no son rocas, son huevos.
Hipo: Es por eso que los dragones se fueron. Fue para poner huevos.
Patapez: Pero los dragones niños no ponen huevos.
Brutilda: Claro. Es porque tu dragón niño, es un dragón niña.
Patapez: Eso explica muchas cosas.
Brutacio: Oigan chicos. Tengo una idea. ¿Por qué no hacemos lo que dijo Astrid? Todo extrañan a sus dragones ¿Por que no repartimos estos huevos?
Hipo: *Nervioso* Chicos, no creo que eso sea...
Todos: ¡Que buena idea!
Hipo: ... Una buena idea.
Los chicos comenzaron a repartir los huevos de Gronckel en todas las casas que podían.
Mientras esto ocurría, Astrid montaba a Albóndiga y trataba de averiguar a donde iba y para que. Viajó durante horas hasta que por fin llego a una isla remota. En ella se encontraban todos los dragones reunidos con un montón de crías.
Astrid no sabía lo que sucedía y comenzó a averiguar el porque todos se reunian allí. Comenzó a explorar el lugar hasta que vio que un dragón ponía unas rocas en un pozo lleno de agua. De este salieron una pequeñas y tiernas crías recien nacidas. Astrid quedo maravillada al ver esto y todo a su alrededor. Era un paraíso. De repente vio un huevo por ahí y trató de agarrarlo, pero los dragones salieron huyendo. El huevo explotó y ella volo unos pocos metros. Del cielo, cayó un bebé que recién despertaba.
Astrid: Que bueno que los dragones no nacen en Berk.
En Berk, los chicos seguían repartiendo huevos hasta que por fin terminaron. Todos se reunieron para hablar. En eso, una casa explota y de esta sale disparada algo. El objeto golpea a Patapez, vuela para arriba un poco y cae sobre este, nuevamente. Lo que había caído era una cría de Gronckel.
Hipo: ¿Los huevos explotan? - Varias casas comenzaron a explotar mientras volaban bebes dragones - ¡¡¡LOS HUEVOS EXPLOTAN!!!
Hipo trato de calmar la situación mientras todo volaba por los aires, las casas se destrozaban y vikingos salían heridos. Estoico tuvo que llegar para calmar a todos y averiguar lo que había sucedido.
De vuelta en la isla, Astrid encontró a los otros dragones. Habló con ellos y luego recordó su propia fiesta. Intentó volver en Tormenta a su hogar, pero eso provocó que los demás dragones iniciaran una inmigración de vuelta. No solo los adultos querían volver, sino tambien las crías. Lamentablemente, ellas no podían volar todavía. Astrid no sabía que hacer, hasta que se le ocurrió una idea.
En Berk, los chicos y los demas vikingos arreglaban el desastre que se habia formado. Estoico comenzaba a quejarse hasta que vio a todo el mundo sorprendido viendo al cielo. En él, un montón de dragones cargaban un barco vikingo bajo el manto de la noche. Todo el mundo comenzó a celebrar el regreso de los dragones y de la hija del jefe.
Los dragones lograron aterrizar el barco con la mayor delicadeza posible. Una vez que se detuvo, de este comenzaron a salir bebes dragones. Astrid aterrizó con Tormenta cerca de su padre y este la abrazó. Todos los Berkianos recibieron a sus dragones y a sus crías con alegría.
Estoico: ¡¡¡Amigos!!! ¡¡¡Lleven a sus dragones al gran salón!!! ¡¡¡Por fin hay algo porque celebrar!!!
Todos se reunieron y alli se generó una atmosfera de alegría, familiaridad y de celebración. Familias reunidas, nuevos integrantes, etc. Todos comenzaron a festejar las fiesta y esta se volvía cada vez más animada a cada segundo.
Astrid se reunió con Hipo y lo abrazó.
Astrid: Lo lamento. No vi a Chimuelo. Pero mira esto, deberías estar feliz. Se que va volver.
Hipo: Yo se que si. Confío en él. Aunque me gustaría pasar las fiestas con él.
Astrid besó a Hipo y este último quedó sorprendio. Al parecer ella vio algo que él no y lo estaba distrayendo.
Astrid: Es mi regalo y recompensa por esforzarme mucho en esta Snoggletog.
Hipo: Entoces ¿Ese debe ser mi regalo anual para ti?
Astrid: Si. Y yo te tengo uno.
Ella lo volteó y él vio a su dragón a pocos pasos. Hipo corrió hacia Chimuelo y lo abrazó. El dragón le vomitó a su jinete un casco vikingo, y él al darse cuenta, lo volvió a abrazar y le agradeció. Esa fue la mejor Snoggletog de todas.
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