Noche bajo la Luna
Corriendo como dos almas en luto iban los dos amantes.
Sus corazones palpitaba fugazmente bajo la mirada de las estrellas, las vistas iban de un lado a otro, el nerviosismo se sentía en el ambiente, las lágrimas se confundían con lluvia.
Iban fuertemente agarrados de la mano.
El suave tacto los estremecía por dentro. La lluvia caía pesadamente bajo sus cansados cuerpos. Un hermosa melodía, cual ángel en cautiverio, sonaba en el ambiente.
Era ella, con su armoniosa voz la portadora de tan bello sonido.
Los truenos iluminaba la noche cada cierto tiempo. Las nubes de tormenta oscurecían el cielo dando la imagen de algo oscuro y tétrico.
Los autos pasaban y chapoteaban el asfalto recubierto con adoquines. Las avionetas reventaban el cielo con sus ensordecedores motores, los carros de bomberos y las patrullas le daban el toque final al momento. Parecía la primera guerra mundial, pero en realidad era la madrugada del 31 de diciembre del año 1899.
Con gran apuro los dos jóvenes caminaban bajo ese torrencial. El miedo invadía cada sensación y movimiento. El terror se esparcía por cada poro. Una alerta de peligro resonaba en sus cabezas.
Mucho esfuerzo costó que se encontrasen otra vez. Parecía que el destino aborrecía su bella unión.
Las tiendas con sus colores llamativos atraían la atención de todo el mundo,desde niños hasta viejos, desde perros hasta gatos molestos por el "baño" obligado, por eso se les hacia tan difícil caminar por esa antigua calle.
Casi —decia una voz varonil bastante joven. Falta poco, amor —volvió a repetir esta vez para su acompañante
—Si amor, ya lo siento cerca. Esta buscándonos de la misma manera que un sabueso busca su presa —le decía ella con una nota de miedo en su voz
—Amor, mientras estés conmigo nada te pasará, te protegeré de la misma manera que el sol ama a la luna, te amo tanto, tanto como la luna a las estrellas —le decía mientras le daba un abrazo, como creyendo que todo el frío de la añoranza podría desvanecerse con tan sólo ese gesto
Dos instantes dura el momento, acompañado de un cálido beso, duele mucho separarse, es tan bella esa escena que una cruel figura, nacida de las entrañas decide aparecer y poner fin a tan cálido acto de amor
Mientras tanto un rayo surcó el cielo alumbrando a una sombra con varias bocas y varios brazos.
Era horrible verlo. Desde su piel leprosa hasta su cara quemada. Todo en el trasmitía horror y miedo. Era horrible, esa mirada indiferente pero malévola daba pavor hasta los huesos. Daba asco verlo así, tan campante, tan tranquilo como si fuese un ángel, aunque nada mas ajeno a la realidad
!Vete, déjanos ir tranquilos, cuesta tanto que nos amemos?!
¡Déjanos en paz!—gritaba él con la poca valentía que sentía
Una voz, de quien carga todo los males del mundo retumbó en sus cabezas
"Sabéis que no puedo. Sobre vosotros pesa el mal de hace mil años. Os he visto y os he dado tiempo, lastima que mi amo los quiere ya.
Hasta dentro de poco señores" dijo aquella sombra repugnante
Y con una guadaña fue caminando tras de ellos. Con paso ligero y sin apuro, sin levantar los pies del suelo, sin hacer el menor esfuerzo
Sin pensarlo dos veces, y aún sabiendo el destino inevitable que les tocaba, decidieron salir corriendo.
Y giraron y corrieron por muchos lugares, pasaron por callejones y callejuelas, pisaron colas de gatos y empaparon a muchos, doblaron por extraños recovecos, por casas viejas y de tejas altas y demás lugares inimaginables; pero la sombra no se despegaba.
Tal parecía que le gustaba ese juego del gato y el ratón con aquellas dos vidas. Las horas parecían segundos, los instantes suspiros, todo ese esfuerzo por huir terminó hasta que llegaron a un callejón obscuro.
Juntos se miraron. Un brillo aún persistía en sus ojos pese a la tristeza de su nueva pérdida. Juntos se tomaron las manos, juntos rieron una última vez, juntos sintieron el cálido tacto de sus pieles.
Tomaron una bocanada de aire y se besaron. Fue un momento sin igual, juntos se besaron hasta que se susurraron
—Te esperaré, no importa el tiempo, te encontraré.
Luego llego el monstruo y con su guadaña les arrebató el alma. Sin dolor, sin sufrimiento.
Cayeron al suelo en un golpe seco. Cayeron al frío piso entre charcos de pestilente agua, pero, lo mas importante de todo, cayeron al suelo con una sonrisa, con un sentimiento de esperanza reflejado en sus rostros
La sombra se fue con una lágrima en sus ojos. Odiaba este trabajo. Arrojo una flor marchita al cuerpo de sus víctimas mientras la lluvia seguía implacable. Y con la misma se retiró antes del amanecer no sin antes contemplar por ultima, vez aquella nueva obra.
Y cuando el amanecer del año 1900 se asomo por el cielo, sus cuerpos estaban unidos no solo por sus manos, sino por algo mucho más fuerte, algo, que los poetas han denominado como: destino.
Al final del viaje, sus almas se fueron en una noche bajo la Luna
Fin
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