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Extra 10 - Esperando fuera del inframundo I

Este extra se desarrolla luego de que Yue ZhaoLin envía a Wen ShanShui y You YuMo hacia el Inframundo.

Gracias a que el tercer rey demonio y el cuarto rey del Inframundo se retiraron de la batalla, los muertos vivientes que quedaron solos en el cementerio cayeron desplomados, por lo tanto, este golpe de suerte fue utilizado para quemar todos los cadáveres presentes, era una oportunidad única de acabar con un gran número de enemigos.

Yi Hen había visto cómo You YuMo había ingresado por un portal para ir en busca de Wen ShanShui, no sospechaba que algo muy malo pudiera suceder, en realidad, esperaba que solo los hubieran llevado a algún lugar lejano, y que regresarían más pronto que tarde.

Yue ZhaoLin al parecer había vuelto al mundo demonio porque Yue Jin había hecho algo en su contra, si era el Yue Jin que él conocía, es decir, su hermano mayor, ya podía hacerse una idea de lo que había pasado, y probablemente, era que ese hombre consiguió liberar a Yue Hua, quien seguro estaba cautivo en el palacio del tercer reino demonio.

Si le debían dar las gracias a alguien, sin dudas era a esa persona.

Por otro lado, Yi Hen quiso aprovechar esta oportunidad para decirles a los reyes que de seguro algunos demonios los estaban ayudando. Pero grande fue la sorpresa, el maestro de lanzas solo mencionó que "quizás" y que "muy probablemente" algunos demonios estaban de su parte, y a cambio, la reacción de los reyes fue la siguiente: gritar, patalear, casi vomitar sangre, y un profundo y remarcado "JAMÁS".

Eso no podía ser, eso no iba a pasar, y si algún demonio llegaba a pisar el reino mortal, ese demonio, y quien lo estuviera acompañando, debía morir.

Por lo tanto, esa noche y charla fue demasiado acalorada, los reyes habían casi saltado a atacar a Yi Hen solo por dar una suposición, lo bueno era que también estaba Feng Baoshi para calmar las aguas de su padre y tíos. Aparte, gracias a que Tian LiuYun conocía al hombre, pudo comprender su punto de vista, no obstante, no iba a admitir, al igual que sus hermanos, que los demonios trabajaran con ellos, eso era una guerra entre los demonios y los humanos, ningún enemigo debía estar de su lado, por más confiables que se vieran.

Cuando por fin todo terminó y pudieron salir de esa "sala de torturas", Yi Hen fue derecho a darse un baño para quitar la sangre y el olor a cadáver que parecía haber quedado impregnado en él, para posteriormente regresar a descansar.

Cuando finalmente llegó a su habitación, su mente ya estaba más calmada, hasta que, de la nada, alguien tocó a su puerta, ¿quién era a esas horas?

Cuando abrió la puerta vio a Feng Baoshi, estaba parado allí, silencioso, con la cabeza gacha y unos ojos de gatito abandonado, Yi Hen giró un poco la cabeza, con duda.

—¿Baoshi? ¿Estás bien?

—¿Puedo entrar? Quiero decirte algo.

Yi Hen miró a ambos lados de los pasillos, no había nadie en el palacio a esas horas, por lo tanto, no había problemas en dejarlo entrar y cerró la puerta para preguntar de inmediato.

—¿Está todo bien?

Feng Baoshi se abalanzó y lo abrazó, luego besó su mejilla, era un acto tan tierno y dulce que los ojos del hombre mayor no pudieron evitar encogerse.

—Mis tíos y padre te tratan así porque no te conocen, no estés triste o enojado, tuvo que ser difícil para ti soportar todo eso. Solo no quiero que te afecten sus gritos e insultos, ellos son así con todos.

Yi Hen devolvió el abrazo con un rostro feliz.

—Yo ya sé cómo funcionan estas cosas, Tian Guang y Tian Feng me consideran un don nadie, un hombre sin ancestros a los que recordar, solo me mantienen cerca porque tengo algo más de poder y conocimiento que la mayoría. Tian LiuYun me ha conocido en la guerra y por eso confía en mí, lo sé a la perfección. No debes preocuparte porque me traten de esa manera, tengo más fuerza que eso, además te tengo a ti. —Terminó besando la coronilla de la cabeza del joven.

—Aun así, es molesto, es doloroso. Te amo, no quiero que te traten de esta forma, no quiero verte triste o enfadado, menos quiero ver que te griten así.

Los ojos de Yi Hen se iluminaron, pero solo pudo sonreír. ¿Qué tan preciado podía ser Feng Baoshi para él? Sentía que se enamoraba cada vez más, incluso cuando creía que no podía hacerlo más de lo que ya lo hacía. El sentimiento crecía, llevándolo al borde de la locura.

—Qué lindo... su majestad es siempre tan tierno... —contestó, besando nuevamente la cabeza del joven.

—No soy tierno... Seré así solo contigo.

—Está bien. —Sonrió—. De todos modos, sigues siendo lindo.

Ese abrazo comunicaba todo y parecía tranquilizar el corazón de ambos, pero por dentro, Yi Hen tenía muchos más problemas que los gritos de esos viejos. Su hermano había sido llevado quién sabe a donde, You YuMo igual, también estaba el problema de la incertidumbre, ¿cuándo atacarían de nuevo? El enemigo no solo tenía ese ataque planeado, ¿verdad?

Lo primero que debían hacer, era enviar una orden urgente a todos los pueblos para quemar cementerios en su totalidad, todo con el objetivo de evitar ceder "armas" al enemigo.

—Bueno, vamos a descansar —exhalo Yi Hen—. ¿Dormimos juntos? Quiero abrazarte toda la noche.

—Sí... Nadie debería buscarme en mi habitación, la he cerrado.

—Perfecto.

Esa noche fue calma, ambos durmieron juntos, pero, incluso si esa noche era tranquila, el día siguiente no lo sería.

Los reyes habían enviado a que todos los pueblos enviaran a los mejores discípulos y maestros hacia Songshu. Ese era mejor punto estratégico según Guang Jin, y claro, los reyes pensaron lo mismo.

Yi Hen no estuvo de acuerdo, tuvo que defender su punto de vista y entregar explicaciones de por qué esto no era buena idea. Como era de esperarse, otra vez, los reyes estaban sumidos en cólera con él, y esta vez Guang Jin se sumó al bando de los viejos gruñones para criticarlo.

Aunque hubiera sido difícil, gracias al buen carisma de Yi Hen y a su buena estrategia, en cada pueblo de Tian quedarían algunos discípulos y cultivadores para defenderlos, ¿qué pasaba si el demonio atacaba esos lugares y se hacía una masacre? No podían permitir algo así.

Entonces, fue Yi Hen el encargado de organizar todo, y también, tras dar tantos buenos argumentos, incluso quedó como director en Songshu.

Toda una hazaña.

Cuando por fin llegaron a Songshu, Feng Baoshi fue el encargado de ayudar a Yi Hen, tuvo que solicitárselo a su padre en persona, y gracias a que él ya era el discípulo del maestro de lanzas, se le fue permitido sin mucha insistencia. Tian Feng había visto grandes cambios en Feng Baoshi, tanto estratégicos, como en artes marciales y cultivo espiritual. Era de lo único por lo que estaba agradecido con Yi Hen, no obstante, por alguna razón, no le llegaba a caer del todo bien, lo que provocaba que siempre estuviera en su contra.

Ahora solo debían pasar sus días entrenando, dirigiendo la academia y resolviendo algunos problemas generales, mientras esperaban el próximo ataque de los demonios. Por esta razón, Yi Hen finalmente podría pasar más tiempo junto a Feng Baoshi sin levantar sospechas. Sin embargo, debía entrenar a los discípulos que lo necesitaban y encargarse de las tareas mencionadas anteriormente. Afortunadamente, la mayoría de los discípulos habían viajado junto a sus maestros.

Entonces, lo que más hacía era supervisar y también entrenar debidamente a Feng Baoshi, incluidas algunas cosas escondidas de más.

Yi Hen tenía una sala de director, en ella tenía su cama, su escritorio y todas sus cosas, e incluso más, por lo que obviamente no iban a faltar libros.

Una noche tranquila, de hecho, estaba leyendo uno de esos amados y entretenidos libros, mientras que Feng Baoshi estaba en la cama recostado, leyendo otro de los cien que aún le quedaban por leer.

El de ojos dorados observó al joven desparramado en su cama.

—¿Qué dijo Guang Jin hoy?

Resultaba que, por separado a los informes que ambos debían brindar a los reyes, Feng Baoshi debía conversar sesiones extras con sus tíos. A veces era solo para reportes extras sobre Yi Hen, a veces era para preguntar sobre su opinión de diferentes cuestiones, entre otros temas familiares. La mala suerte era que Guang Jin siempre estaba ahí, como un perro guardián que todo lo escuchaba, también solía estar Yun Reqing, pero ella realmente no era un inconveniente para nadie.

—Oh... Bueno, solo hablamos sobre algunas cosas sobre el grupo de Yun Reqing, ya sabes cómo es... están algo alejadas por ser chicas, pero Yun Reqing insiste en entrenar con todos.

—¿Y qué tal?

—Como debes suponer, el tío Tian LiuYun no la dejará, no le tiene nada de confianza a sus chicas, aunque tampoco las ha visto luchar ni una vez, por lo que no le tiene confianza a ella tampoco. Si no le da la oportunidad, nunca la reconocerá, o al menos, no a su poder.

—¿Tú qué piensas? ¿Son una carga para nosotros o pueden luchar?

—Ellas son buenas, son muy ágiles a decir verdad —negó con ambas manos—. Incluso son mejores que muchos de aquí. Una vez intenté decírselo al tío, sin embargo, solo quedó como una opinión que le entró por una oreja y le salió por la otra.

—Ya veo... Es una pena entonces.

Yi Hen dejó el libro que estaba leyendo dentro de un librero y se acercó a la cama, le quitó suavemente el libro a Feng Baoshi y se colocó justo encima de él.

—Tengo ganas de comer...

Feng Baoshi se prendió en color rojo de inmediato, era una proposición muy directa, pero de alguna manera, también parecía estarlo esperando.

—¿Qu-qué dices? Tan de repente, ¿no querías que terminara de leer eso?

—Estás acostado en mi cama, te has despeinado a propósito hace un momento, también desordenaste tu ropa y dejaste a la vista parte de tu pecho, y luego abriste las piernas, ¿en serio crees que no me daré cuenta de tus intenciones? ¿Esperas que no quiera venir a tocarte?

—Siempre me acuesto así...

—Aunque fuera cierto y me equivocara, todavía tengo hambre... —susurró, besando el pálido cuello.

—Nos van a escuchar.

Yi Hen inhaló aire y desvió su mirada.

—Está bien, está bien, sigue leyendo entonces. Tienes razón, no es momento para hacer estas cosas. Lo siento.

Lo hiciera a propósito o no, esa mirada de Yi Hen le llegó al corazón, no dejó que se pusiera de pie, sino que agarró su brazo, volviéndolo a colocar sobre él, para posteriormente depositar un pequeño beso de gatito en la punta de su nariz.

—No te vayas... Solo silencia la habitación con un hechizo, ¿no? Además... es verdad, te estuve provocando justo ahora.

Yi Hen sonrió, ya sabía que Feng Baoshi lo había estado buscando desde un inicio.

—Tú nunca te decides, pero tampoco me rechazas. Si de verdad te arrepentiste, no me enojaré, nunca lo haré.

Feng Baoshi dio otro beso, esta vez en los labios.

—Yo ya lo sé, no me arrepentí, me estaba haciendo el difícil contigo.

—Muy bien —sonrió maliciosamente.


Fin extra 10.

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Heyyy, ¿cómo están? :3

Por aquí otro extra, Yí Hén no la tuvo nada fácil mientras estuvo en Sōngshù, realmente se encargaba de muchos temas. Incluso los trabajos que no tenían demasiada relevancia, para él eran fundamentales, por ejemplo, originalmente fue su idea que la cocina estuviera abierta las 24 horas (esto devido a los diferentes tiempos de entrenamiento de los discípulos y Maestros, nunca se sabía cuándo alguien necesitaría recuperar energías), que cada tanto se hicieran limpiezas generales de las zonas de entrenamiento, que los discípulos no estuvieran sufriendo abusos o maltratos por parte de otros, en fin, muchas cosas que digamos están por detrás de su trabajo original, que es entrenar a todos los que lo requieran y ordenarles qué hacer y qué no.

Yí Hén mi señor, okno pero oksi jsjjsj xD

¡Nos vemos en el próximo extra!

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