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Extra 11 - Esperando fuera del inframundo II (+18)

Atención: Este extra tiene contenido de sexo explícito.

Siempre era Feng Baoshi quien quitaba las ropas, quizás no quería demostrar ninguna clase de vergüenza, o quizás solo le gustaba hacerlo él mismo, pero Yi Hen todo el tiempo dejaba que jugara como quisiera, le encantaba mirar las caras que hacía a medida que iba quedando con menos y menos ropa, era demasiado divertido de ver.

Sin embargo, en algún momento ya no habría ropa que sacar, era cuando Yi Hen se encargaba de seguir adelante, puesto que sabía que Feng Baoshi, en realidad, aunque se mostrara serio y orgulloso al inicio, al final siempre caía casi inmóvil y tembloroso, lleno de vergüenza.

Esta vez fue así también, Feng Baoshi retiró las túnicas superiores y luego las interiores de ambos, luego, con las manos ya algo temblorosas, quitó el cinturón de Yi Hen, quien lo miraba con su sonrisa amistosa y sarcástica.

—¿Por qué mejor no me lo dejas esta vez?

—N-no, yo puedo, ¿quién crees que soy?

—Solo mira tu cara, estás muerto de vergüenza —advirtió tras besar las comisuras de los ojos algo llorosos.

—Yo puedo, no estoy muerto de vergüenza.

—Lo sé, es porque eres mi Baoshi amado y haces lo que quieres, ¿no?

—No es para tanto... no soy tan especial.

—Sí, lo eres.

Yi Hen empujó suavemente a Feng Baoshi para dejarlo acostado por debajo de él, realmente esta vez quería comenzar él.

—Hoy voy a ser yo el que haga el trabajo completo, ¿me dejará, su majestad?

Feng Baoshi asintió con la cabeza, le fue imposible responder con palabras.

Tras esta respuesta, el mayor comenzó a sacar el cinturón ajeno, que era el único que faltaba quitar, pero no pudo terminar porque recordó algo que lo hizo alarmarse, todo gracias a algunos pasos que se escucharon en la entrada. Tomó la cabeza de su pareja y el grueso edredón que había por debajo, para así rodar hacia el suelo, cayendo de la cama junto a Feng Baoshi, enredados dentro del edredón.

—¿Qué pasa? —preguntó en susurros el más joven, alterado.

—Vamos a tener un visitante un poco atrevido, va a entrar sin preguntar.

—¡¿No cerraste?! —exclamó en susurros.

—Iba a hacerlo con un sello justo ahora, me ha ganado la jugada, y si lo hago ahora será demasiado sospechoso.

Ambos fueron obligados a hacer silencio, de hecho, fue tal y como Yi Hen había dicho, alguien abrió la puerta sigilosamente, parecía querer ocultar su base de cultivo y presencia, pero claro, sus pasos eran audibles.

Para la suerte de los dos, desde la puerta no se lograba ver a simple vista si había alguien en la cama, esto debido a que tenía un techo y dosel que cubría por completo a quien estuviera durmiendo. Sin embargo, sin tener siquiera una pizca de respeto por el dueño de esa habitación, esta persona ingresó y abrió esas cortinas como si nada, al ver que no había nadie durmiendo, se dirigió al escritorio.

No decía palabra alguna y solo revisó algunos papeles sin tocar mucho los alrededores.

Feng Baoshi tenía los pelos de punta, estaba siendo abrazado debajo de Yi Hen, totalmente inmóvil y tenía escalofríos cada vez que el intruso se movía de lugar, ¿quién se atrevía a ingresar de esa manera? ¿Qué buscaba? Bueno, en realidad se hacía una idea de quien podía ser.

Si esa persona se dirigiera un poco más hacia delante, podría verlos. Sin embargo, el mayor lo tenía bien presionado, cubriendo su rostro y cuerpo, como si quisiera ocultarlo a cualquier costo. Si esta persona fuera hacia atrás de la cama y los viera, no era bueno que identificara al príncipe, no importaba tanto que viera a Yi Hen, él podía acostarse con quien quisiera, no iba a tener problemas mayores, pero Feng Baoshi era un tema diferente.

Por suerte, el intruso solo ojeó pocos papeles más y revolvió un estante, parecía no encontrar lo que buscaba, chasqueó la lengua, mas no habló. Transcurrió un corto rato para que esa persona se retirara silenciosamente, cerrando la puerta de manera rápida y un tanto ruidosa.

Solo en ese momento pudieron respirar de nuevo, Yi Hen besó al joven que aún temblaba en el piso.

—Creo que debo cerrar siempre esa puerta o podría morir —expresó con una sonrisa.

—Yi Hen... Pudo haber sido cualquiera, pero el único que se arriesgaría a entrar así es...

—Shh... No digas más —silenció con uno de sus dedos—. Ya lo sé, no digas ese nombre, estás conmigo ahora. No hables de otro hombre cuando estamos así.

—Está bien... No diré su nombre, de todos modos sabes a quién me refiero.

En efecto, Yi Hen ya sabía que el único capaz de entrar a la habitación de un superior, era Guang Jin, ese hombre no solo parecía odiarlo, sino que siempre quería estar al tanto de sus planes, no era de extrañar que entrara así como así.

El maestro no dejó pasar más tiempo y selló la puerta.

—Ahora prepárate —le susurró con un hilo de voz.

Cargó al joven príncipe en sus brazos y lo dejó tendido en la cama otra vez. Seguido, acarició las mejillas sonrojadas y presionó su dedo en el entrecejo todavía arrugado, como si quisiera que sacara esa expresión. Luego movió ese mismo dedo hacia los labios, para después desviarse hacia la cintura con un solo movimiento.

Claro que esas caricias hacían estremecer al otro, Yi Hen seguro lo hacía a propósito.

Después de algunas caricias más, el maestro terminó de quitar el pantalón y tomó prestado el miembro que estaba debajo con su mano.

—¿Uh...? Estabas así incluso con alguien dentro de la habitación, ¿no es un poco atrevido de tu parte?

—No es como si una reacción de este tipo pueda irse tan rápido.

Yi Hen se rio en voz baja, luego, mientras movía su mano y hacía que el joven se sintiera bien en su parte baja, mordió uno de sus pechos, balbuceó mientras lo hacía:

Muejor ashí, esh másh apuetitoso.

Gracias al mordisco, una corriente eléctrica pareció azotar la cabeza de Feng Baoshi, rápidamente levantó sus manos para detenerlo, quería reprimir los gemidos que se escapaban, y es que era hasta indignante no poder controlarse a sí mismo. Hasta algunas lágrimas provocadas por el placer cayeron por sus mejillas.

—Basta... no más allí, ya en el pecho no, no saldrá nada. No soy una chica.

—Mmm... Tienes razón, entonces buscaré más abajo —respondió con mucha seguridad, bajando hasta estar al mismo nivel que el miembro que estaba tocando con anterioridad.

—¡Yi Hen! —Se alarmó—. ¡No es necesario hacer eso!

—Tú mismo te ofreciste —sopló—, se ve muy exitado por aquí abajo.

—¡Yi Hen, dije que...! Mierda... no... ¿No es desagradable allí...?

Yi Hen no escuchó nada de lo que el joven decía y simplemente ingresó ese miembro en su boca. No era nada pequeño, pero él podía manejarlo perfectamente, ya conocía esa longitud, no era nada desagradable para él.

La estimulación estaba volviendo loco a Feng Baoshi, lentamente, su abdomen subía y bajaba por el placer, sufría espasmos y, además, una de sus manos se enterró de manera inconsciente en el cabello de Yi Hen para acercarlo más, mientras que la otra mano agarraba con fuerza las sabanas que estaban por debajo.

Luego de varios chupones más, Yi Hen retiró ese miembro de su boca y habló como si nada:

—Aún le falta para alcanzarme.

¿Qué demonios era esto? A Feng Baoshi se le pusieron los pelos de punta, ¿acaso esto era una competencia para ver quien tenía más tamaño? Ni siquiera era divertido, claro que ganaría Yi Hen, era más alto y fuerte que él, ¿cómo podrían compararse?

—No hables tonterías, ambos sabemos que... El de mi maestro es mucho mejor.

—Oh... ¿Te gusta el mío entonces?

—Y-yo... —Al no poder expresar semejante respuesta con su boca, solo asintió.

—Ya veo, entonces voy a dártelo luego de terminar de comer por aquí.

—¡Yi...! —gimió. Quería detenerlo, era extraño el calor de la boca y el rozar de los dientes, no sabía cómo sentirse al respecto, ¿realmente no era asqueroso hacer eso?

Esh caliemde —succionó.

—¡No hables cuando haces eso!

Gracias a la habilidad de Yi Hen con su boca, el joven pudo liberarse justo allí. Apretó su mano que estaba sujetando el cabello plateado y, de la misma manera involuntaria, su cadera subió.

Desde la boca de Yi Hen apenas se desbordó algo de ese líquido, el resto fue tragado.

—Estaba delicioso, gracias por la comida.

—No más... no más... —Feng Baoshi estaba en blanco, jadeando, intentando recuperar su respiración a toda costa. Mientras que Yi Hen, por otro lado, se veía satisfecho, sonrió y subió a besar los labios apretados.

—Suéltalos un poco, vas a lastimarte.

—Yo... yo...

—Si no quieres continuar, me detendré.

No esperaba que Feng Baoshi se diera vuelta y dejara una escena provocadora ante él.

—¿Podemos hacerlo así?

Yi Hen se colocó justo por encima, dejando su pecho unido a su espalda.

—¿No quieres que vea tu cara? —preguntó al oído.

—Lo quiero así, solo una vez.

—Como su majestad desee, aunque prefiero ver tu carita.

Yi Hen comenzó a besar la nuca de Feng Baoshi, siempre era tan suave como la porcelana, que verla ahora, toda enrojecida por la vergüenza, era hasta atractivo. Enseguida, uno de sus largos y blancos dedos se aventuró a introducirse en el interior de su zona baja.

—Pon los tres... solo pon los tres de una vez... No importa.

—Estás muy atrevido hoy —Yi Hen no dio la contra e ingresó tres dedos, el interior de Feng Baoshi se acostumbraba al ancho de estos de inmediato, incluso estaba suave y un poco humedecido, solo allí comprendió lo que estaba sucediendo.

—Te lo hiciste antes tú solo... Pero qué príncipe tan apresurado...

—C-cállate... Yo... No me cuestiones.

—¿Pensaste en mí todo ese tiempo? Cuando masajeabas esta zona, ¿pensaste siempre en mí? —giró y jugó un poco con los dedos—. Escucha eso, ya está tan húmedo, ¿creíste que no me daría cuenta? ¿Crees que no conozco esta zona?

—Yo... Solo lo quiero rápido... No digas más cosas raras.

—¿Ves cómo tenía razón? Al inicio de todo, tú me estabas provocando a propósito.

—¿Acaso no te dije que así fue?

Yi Hen sostuvo el dorso de la mano de su pareja, él mismo estaba sonrojado hasta las orejas, lástima que Feng Baoshi no pudiera verlo por estar de espaldas, pero el de ojos dorados estaba tan feliz que podía abrazarlo hasta morir.

—Mi Baoshi es el mejor —murmuró al oído.

Por estas palabras y por la vergüenza, Feng Baoshi no contestó; Yi Hen lo acariciaba suavemente el dorso de su mano, como si quisiera tranquilizar o aflojar su cuerpo. Sin embargo, su boca tuvo que abrirse involuntariamente, no importaba lo relajado que estuviera, lo que estaba invadiendo su interior no era nada pequeño, no podía hacer otra cosa más que respirar grandes bocanadas de aire.

Entraba muy despacio, hasta el punto de que era insoportable. Por lo tanto, Feng Baoshi apretó sus labios y movió su cadera hacia atrás, obligando a ingresar al invasor por completo.

—Baoshi... —gimió secamente—. Siempre tan inocente, orgulloso e intocable para todos, pero en la cama eres así de impulsivo.

—Tú eres el que está jugando... como un tonto... Si vas a hacerlo hazlo bien.

Yi Hen se había comenzado a mover en cuanto Feng Baoshi dijo "jugando", aprovechó el momento en el que se había distraído para salir y volver a ingresar. Conocía muy bien cómo funcionaba este joven, podía leer los movimientos, el deseo, cada parte de su cuerpo le comunicaba algo.

No tuvo reparos en comenzar a empujar y salir con una velocidad considerable, sabía con qué clase de movimientos Feng Baoshi se sentiría bien, conocía que clase de juegos le gustaban, cuáles definitivamente no y, con esto en mente, trabajó allí debajo una y otra vez.

Al estar de espaldas a Yi Hen por voluntad propia, de repente sintió unas enormes ganas de verlo a los ojos.

Justo cuando pensaba tal cosa, Feng Baoshi prestó atención, en su oído se escuchaba la respiración grave y agitada, su nombre era mencionado en susurros, las palabras eran cariñosas y dichas con una dulzura extrema. Yi Hen se sentía bien y eso lo hizo ser muy feliz. Pidió por más, ya no le importaba la decencia o cualquier cosa, solo quería más de Yi Hen.

Después de todo, le había costado conseguirlo, que tenerlo en estos momentos era algo mejor que un sueño, Yi Hen no era alguien fácil, pero ahí estaba, junto a él, solo para él. Algunas lágrimas que brotaban de sus ojos eran de alegría, otras eran de placer, pero Yi Hen llegó a verlas caer y se contuvo un momento, dejó sus movimientos y giro a ese joven para dejarlo frente a él.

—Mírame —ordenó muy serio al terminar de darle la vuelta—. Debes recordar a la persona que te pertenece, solo a ti y para siempre.

Feng Baoshi soportó un llanto y asintió, colocó sus manos en la espalda del hombre para así enredar sus piernas en las caderas que lo sacudían, jadeó y observó al otro moverse.

Yi Hen se rio y dio algunos besos, solo un par de picoteos, pero sus movimientos comenzaron a ser más y más fuertes a medida que avanzaba por el largo camino del interior.

—Más profundo... —murmuró Feng Baoshi.

Esta vez el maestro no contestó, no podía, su cuerpo ya estaba demasiado ocupado en otra parte, pero, aun así, lo abrazó y golpeo ferozmente esa zona que tanto les gustaba a ambos.

Hasta que por fin el líquido blanco estalló.

Yi Hen sonrió, pero Feng Baoshi estaba en blanco, como si estuviera perdido.

—Mi maestro es el mejor... —murmuró.

Yi Hen elevó las comisuras de sus labios ante esas palabras.

—Este maestro no te dejará dormir esta noche.

—Esa es mi línea. —Besó tiernamente.


Fin extra 11.

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¡Holiis! Espero estén muy bien :3

Por aquí otro extra COF COF COF COF *c muere

Yí Hén y Fēng Bǎoshí definitivamente son los más 🔥🔥🔥 x'DDD

¡Les mando un abrazote! Muchas gracias por estar aquí :3 💖💖

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