Capítulo 28 - Traición.
—Mataste a esas personas allí dentro, ¿no?
—Tú ya sospechabas de mí antes, ¿no es así? Tuve que haberte matado cuando tuve la oportunidad.
—Confié en ti, Zhi Jian, no quería dudar de un hermano. Veo que fue un error de mi parte.
—Sabes bien que no soy tu hermano. No me llames así.
—Nos hemos criado juntos. Sabes que para nosotros eso eres. Siempre te he llamado así, ¿por qué ahora parece molestarte?
—No, Yue Jin, yo he sido un seguidor de Tian Huo desde que tengo uso de razón. Nunca los he considerado mis hermanos, jamás.
Yue Jin retorció su rostro, sintiendo dolor en su corazón. ¿Cómo no sentir tristeza? Zhi Jian hizo de hermano mayor casi toda su vida, fue el primero de los cuatro en llegar al palacio en tiempos de epidemia. Fue el primero en darles la bienvenida a todos los nuevos huérfanos que ingresaban, se encargó de hacerlos sentir como en casa. Nunca nadie decía eso, mas, por dentro, incluso siendo niños que habían perdido sus recuerdos o a sus familias, Zhi Jian los había aceptado y acogido como a sus pequeños hermanitos. Siempre siendo el más fuerte, el que nunca lloraba, el que lo soportaba todo.
Yue Jin fue el segundo que llegó a la academia, y por un largo tiempo, fueron tan solo ellos dos, hasta que llegaron casi al mismo tiempo Yi Hen y Wen ShanShui.
La relación entre ellos era muy estrecha desde pequeños, por eso, escuchar esas palabras dolía demasiado.
—Me estás hiriendo. ¿Todo lo que hemos vivido es una mentira para ti? ¿Acaso tus promesas eran palabras sueltas en el aire?
—Por favor, siempre eres así de sentimental. Nunca creé sentimientos por ninguno de ustedes, son marionetas de mi rey, ustedes y sus discípulos. Todos, incluso los míos, son marionetas. Nada más.
Yue Jin levantó su mano lanzando un hechizo de fuego azul hacia Zhi Jian.
—¡¿Cómo puedes decir algo como eso con facilidad?! ¡Me niego a aceptar tus palabras, tú no eres así!
—Yue Jin, mi lindo, tierno y serio Yue Jin, por favor, entiende de una buena vez.
Zhi Jian lanzó una flecha, pero los reflejos de Yue Jin eran superiores a ella. La esquivó con facilidad, y luego volvió a atacar con una bola de fuego azul.
—¡No voy a creer que nunca sentiste nada! Zhi Jian chistó, perdiendo la paciencia.
—Recuerda que fuiste tú el que lo pidió. ¡Yue Jin!
Zhi Jian y Yue Jin comenzaron a luchar con sus puños y piernas de forma desenfrenada. Zhi Jian tiró su arco y flechas a un costado, pelear con un arma de esas contra Yue Jin era muy desventajoso. Sabía que ninguna de sus flechas llegarían a tocar al hombre frente a él, y sabía que sus artes marciales no eran las mejores. El rostro de Zhi Jian reflejaba una temible sonrisa, sin embargo, parecía estar acorralado, pensando en si valía la pena hacer alguna cosa o no. Esto hasta que al final no pudo esquivar tantos ataques, por lo que, dadas las circunstancias y el peligro aparente, comenzó a utilizar hechizos extremadamente poderosos.
—Tú... Nunca tuviste problemas con tu energía, podías perfectamente crear hechizos, siempre mostrándote como un inútil en energía espiritual, haciéndonos creer que había algo mal dentro de ti, preocupándonos todo el tiempo. ¡Eso es asqueroso, Zhi Jian! —exclamó, indignado.
Mientras ellos peleaban, una multitud de diez o veinte personas se acercaron a gran velocidad. Yi Hen estaba entre ellos, y fue el primero en intentar hacerlos entrar en razón.
—¡¿Qué está pasando?! Ustedes, dejen de pelear.
—Cuidado, hay muchos ataques cruzados —lo detuvo Feng Baoshi. Yi Hen apretó los dientes y los puños.
Ninguno de los hombres tenía tiempo para contestar. Ambos lanzaban sus hechizos de nivel elevado, concentrados en herir al otro. ¿Qué demonios había pasado? Yi Hen estaba sorprendido, Zhi Jian nunca utilizó hechizos frente a ninguno de ellos. Hubo incluso un tiempo en el que se habían propuesto encontrar una solución, hasta que, al final, el mismo Zhi Jian les pidió que dejaran de ayudarlo, que no necesitaba ningún hechizo poderoso para usar el arco de todos modos.
Confuso, Yi Hen chasqueó la lengua.
—¡Yue Jin, Zhi Jian, paren los dos!
Las rocas del suelo se rasgaron, incluso la entrada al calabozo quedó en un absoluto color negro por las llamas. «Qué desastre», pensó Yi Hen.
Por otra parte, Wen ShanShui y You YuMo aún estaban buscando a Yi Hen en una zona en extremo diferente. No obstante, las explosiones que salieron de la nada llamaron su atención, por lo que cambiaron el rumbo y aligeraron sus pasos. A su vez, Chang Gao y sus sirvientes también lo hicieron desde un lugar distinto. Casi toda la zona escuchó los ruidos y la energía negativa emanar con potencia.
—¡¿Qué demonios pasa aquí?! —Se acercó Tian LiuYun.
Wen ShanShui, que había llegado al sitio junto a You YuMo, no esperó nada más y corrió en dirección a la batalla. Al ver eso, Yi Hen se liberó del agarre de Feng Baoshi. Si eran dos, podrían detenerlos.
—¡Yi Hen! —Se intranquilizó Feng Baoshi.
«Es nuestro deber arreglar las cosas con nuestros hermanos», pensaron ambos hombres, que corrían hacia la batalla. No sabían lo que había ocurrido, pero no podían tolerar ver a dos de sus hermanos pelear de ese modo.
Wen ShanShui sacó su espada. No intentaba herir a nadie y tampoco quería hacerlo, sin embargo, su filo detendría los movimientos ajenos al menos por un segundo. Yi Hen sostuvo los brazos de Zhi Jian, y Wen ShanShui empuñó su espada frente a Yue Jin.
Ambos cultivadores sangraban por oídos y nariz, al parecer, si no era de esa manera, no podrían separarlos.
—¿Qué haces, Wen ShanShui? —observó Yue Jin—. Él nos ha engañado, él es parte de todo esto — exclamó con su voz entrecortada por la angustia.
—Yi Hen, nuestro intelectual, perspicaz y querido Jiang Xin, siempre quise ver de qué color era tu sangre —confesó Zhi Jian, relamiendo sus labios.
—¿Qué quieres decir con que nos ha engañado, Yue Jin? —preguntó Yi Hen, paralizando a Zhi Jian con un hechizo e ignorando su comentario.
—Él confesó, ha escupido la verdad. Nos ha estado observando, desde hace mucho tiempo. Él es un espía de Tian Huo, desde siempre lo fue.
Wen ShanShui y Yi Hen quedaron paralizados por esa declaración. ¿Cómo podía ser eso cierto? ¿Hablaba en realidad de Zhi Jian? ¿Ese Zhi Jian? ¿El que siempre los ayudó sin importar si tenía ganas o no? Ambos, desconcertados, lo miraron a los ojos. No podía ser verdad.
—¿Es eso cierto, Zhi Jian? —preguntó Yi Hen.
—Por favor, yo solo debía vigilar que la academia funcionara como era debido. Nada más — contestó, desilusionando a los tres.
—¿Sabías lo que les hacían a los discípulos? —preguntó Wen ShanShui, frunciendo más y más el ceño—. También a tus propios discípulos.
—Claro que sí, yo nací en Huo. A nosotros nos crían viendo lo que les hacen a ustedes, a la gente de Tian. Cuando se dieron cuenta de que necesitaban un vigilante en el criadero, ¿qué mejor que un niño que diría en absoluto todo lo que sabe? Sin mencionar que crecería con ustedes y obtendría su confianza. ¿No es acaso una maravillosa idea? ¿No es acaso una forma perfecta para romper corazones?
Yi Hen se sobresaltó, sus pupilas se encogieron.
—¿Lo sabías? ¿Todo esto... tú lo sabías?
—Me he cansado de esconder la verdad. Sí, los odio, a ustedes y a los estúpidos discípulos. Todos los habitantes de Tian deberían morir de una vez por todas.
—Nosotros confiábamos en ti, Zhi Jian —confesó Yi Hen en suma tristeza, no podía asimilar esa información con rapidez.
Zhi Jian fingió sorpresa y habló con sarcasmo.
—Oh... Mi pobre hermano pequeño, te he decepcionado. —Escupió una bocanada de sangre—. Mierda con todos ustedes.
—No mereces el cariño que te hemos dado, Zhi Jian. —Se enfureció Wen ShanShui, volteando para verlo a los ojos.
—¡Ustedes son los que no se merecen nada!
Los tres miraban a Zhi Jian con rabia y tristeza en sus ojos. Mientras que él los observaba con indiferencia, como si hubiera estado por años anhelando el momento en el que les dijera sus verdaderos sentimientos.
—Será genial cuando los mate a todos, Tian LiuYun tendrá mucho menos posibilidades de ganar sin ustedes.
Yi Hen, quien estaba más cerca de Zhi Jian, sosteniendo sus dos brazos, comenzó a toser.
—¿Yi Hen? —Wen ShanShui se extrañó.
—No se acerquen, él ha envenenado su cuerpo y el aire a su alrededor. —Volvió a toser con dificultad, soltando al instante los brazos de su hermano. La magia también desaparecía, como si se estuviera evaporando.
—¡Retira eso del cuerpo de Yi Hen! —Wen ShanShui, desesperado, le apuntó con el filo de su espada—. ¡Ya mismo! ¡Rápido, Zhi Jian!
—Lo haré con dos condiciones. Una, me dejas ir en paz, y dos... —Señaló a You YuMo, quien miraba desde lejos con preocupación—. Me das a ese muchacho ladrón. Tiene algo que es de mi maestro, o al menos sabe en dónde está.
Solo con escuchar el nombre de You YuMo salir de su boca hizo que a Wen ShanShui se le pusieran los pelos de punta. Sus ojos se oscurecieron, su sangre hirvió descontrolada en su interior y la energía espiritual que intentó contener se liberó de manera amenazante. Con una velocidad anormal, saltó atacando a Zhi Jian.
—Si te mato, el hechizo se romperá. A él... Nunca voy a dárselo a nadie —dijo con una voz vacía y llena de ira.
—Aléjate de mí, idiota, Shanshui... —Yi Hen, con sus últimas fuerzas, apartó a Wen ShanShui, quien, ignorando cualquier orden, tan solo volvió hacia Zhi Jian.
Fue un grave error haber continuado atacando, puesto que el veneno de Zhi Jian funcionaba a corta distancia, no fue difícil pegarlo en el cuerpo de Wen ShanShui.
El joven de cabello negro tosió sangre y al instante se dio cuenta de su error. No estaba pensando bien en ese momento, estaba tan desesperado que creía que su cabeza iba a explotar. Sintió cómo su pecho era presionado, sus músculos se contraían y el paso de su energía espiritual fue bloqueado por completo. Era peor que ser asfixiado bajo el agua.
Sin embargo, incluso en ese estado, Wen ShanShui no le dio importancia y luchó contra Zhi Jian unos pocos movimientos más. Su cabeza comenzó a fallar y sus pulmones casi estaban cerrados: no podía mover ni un solo músculo más.
Justo en ese instante, Yue Jin se apresuró, tomó el arco que Zhi Jian había apartado y lanzó una flecha.
Zhi Jian lo vio hacer eso, y no quiso hacer nada para impedirlo, por lo que esa flecha atravesó su pecho. Era muy obvio que se había dejado herir, sobre todo lo fue para Yue Jin, quien había lanzado la flecha. ¿Por qué?
—No sabía que eras bueno con el arco, Yue Jin. No creí que fueras una amenaza con una sola flecha —expresó junto a una risa burlona.
Con esas palabras, Yue Jin perdió la cordura, su expresión se volvió más oscura, sus ojos rojos brillaron de rabia. Lanzó otra flecha, la cual quedó también clavada en el pecho de su hermano. Sus pequeños hermanos estaban muriendo y no podía salvarlos sin matar a su hermano mayor, ¿por qué tenía que ser así? ¿Por qué tenía que ser tan doloroso? A eso se le sumaban las palabras hirientes de Zhi Jian y la vista de ambos hermanos pequeños a punto de morir asfixiados. Toda la situación hacía hervir su sangre.
Lanzó otro hechizo de fuego hacia Zhi Jian, el cual fue esquivado y reducido con otro más potente.
Incluso con dos flechas clavadas en su pecho, Zhi Jian no se inmutaba en lo más mínimo.
No muy lejos de la batalla, varios soldados se acercaron junto a los discípulos, muchos cultivadores de Tian querían ayudar en esa batalla, mas, para evitar que estos llegaran a interrumpirlos, Zhi Jian creó una barrera protectora para bloquear el camino.
—¡Déjame entrar! —gritó Feng Baoshi golpeando la barrera. Tenía sus ojos sumidos en terror, estaba a punto de las lágrimas—. ¡Yi Hen! Tú... ¡Zhi Jian! ¡Deja que entre!
Las palabras fueron dichas desde el fondo de su corazón. ¿Quién obedecería una orden en un momento así? ¿No haría lo contrario el enemigo? Si alguien le dijera "no los mates". ¿Acaso lo normal no sería que se apresurara a hacerlo? ¿No era normal que incluso fuera a peor?
Sin embargo, Zhi Jian arqueó una ceja y reveló una sonrisa.
—No.
Los soldados también golpearon la barrera, acto que fue en vano; era como si un diamante gigante los bloqueara.
—Ninguna persona logrará atravesar esa cosa. Pueden ver cómo sus esperanzas de ganar mueren frente a sus ojos.
Yue Jin contraatacó en el interior de la barrera.
—¡Quita el efecto del veneno! ¡Son tus hermanos, ten un poco de respeto hacia ellos!
—¡Sabes que no voy a hacer eso, Yue Jin!
Desde la absoluta nada se escuchó un ruido muy fuerte, uno completamente esperanzador para todos, menos para uno. Ese algo quebró la barrera sin siquiera hacer un mínimo esfuerzo, tan rápido y veloz que Zhi Jian quedó congelado en su sitio, recibiendo, sin percatarse, un ataque de fuego azul.
En picada, un rubio de ojos esmeraldas y de pálida piel corría hacia allí. Acababa de romper la barrera como si de una burbuja de agua se tratara. Ni siquiera parecía haberse dado cuenta de que ella estaba allí.
A nadie le importó quién había roto la barrera, porque, sin perder un segundo, todos entraron en el área y a atacar.
—¡¿Qué demonios?! —exclamó Zhi Jian con los ojos bien abiertos.
Sin poder decir ni una palabra más, varias flechas cayeron desde el cielo, apuntando justo sobre él. Alrededor de diez lanzas fueron enterradas en su cuerpo, las otras veinte, que habían fallado, se incrustaron en la tierra, decorando una terrible escena de sangre.
You YuMo no tuvo tiempo de detenerse a observar el panorama, sus ojos verdes solo podían ver a Wen ShanShui, que sujetaba su pecho con fuerza, intentando respirar y escupiendo sangre. ¿Cómo iba a detenerse en algo más? Corrió, tropezando en sus pasos, hasta llegar a su lado.
—¡Wen ShanShui! ¡Yi Hen! —Agarró a Wen ShanShui por la cabeza, lo miró a los ojos y lo colocó sobre sus piernas—. ¿Puedes escucharme? ¿Puedes verme? ¡Wen ShanShui!
Feng Baoshi, por otro lado, corrió, dando tropezones, hacia Yi Hen y lo llamó. Su voz salía de manera cortada y desesperada, vio los ojos dorados desvanecerse. ¡No sabía qué hacer! Lo colocó en su regazo al igual que You YuMo e intentó enviar energía para recuperarlo. No sabía si funcionaría ya habiendo llegado a ese estado.
—¡Yi Hen! Intenta respirar, estarás bien, estarás bien. —Abrazó al hombre.
Chang Gao se acercó, consternado. No podía decidir a dónde mirar, todo era un caos.
—¡Maestro Wen TianZe, maestro Jiang Xin! ¡Intenten respirar!
Mientras los muchachos trataban a sus maestros, Yue Jin caía de rodillas con lágrimas en sus ojos por la escena frente a él. Las lanzas y flechas cayeron sobre el cuerpo de Zhi Jian sin piedad. El pelirrojo nunca se esperó que su barrera fuera destruida con tanta facilidad. Ni siquiera tuvo tiempo para defenderse, quizás por la sorpresa, o quizás por algo más. Frente a todos, de rodillas y con todas esas armas clavadas en su cuerpo, Zhi Jian reveló una siniestra sonrisa. Observando las lágrimas de Yue Jin, sus cejas se curvaron un poco.
—Y pensar que alguien lloraría al verme morir.
—Eres un idiota. —Lloró aún más—. Pudiste defenderte de eso, pudiste habernos pedido ayuda, pudimos salvarte muchas veces, ¡de habernos dicho la verdad! Nosotros... Somos tu familia, imbécil.
—No, no podían. Tú eres el único imbécil aquí, hermanito —intentó hablar, escupiendo una gran cantidad de sangre—. Es mejor así, ya no debo preocuparme por estos estúpidos reyes. No tengo que ir de mensajero ni ensuciarme las manos por esas basuras. Es bueno poder elegir tu propio final.
—Pudiste habernos contado, pudiste cambiar todo... ¿Por qué? ¿Por qué tenía que ser de este modo?
Zhi Jian no habló, su nariz y boca estaban por completo manchadas de rojo, sus ojos cada vez estaban más hundidos y sin brillo. Solo pudo apreciarse una pequeña lágrima que cayó antes de que su vida terminara. El único que pudo notarla fue Yue Jin.
Ya no quedaba nada de vida en él. Había muerto en esa posición, de rodillas, con la cabeza gacha.
Lleno de armas incrustadas, parecía una firme escultura de mal gusto.
—¿El maestro Zhi Jian murió? —Se acercó Bai GuangXuan.
—No te acerques demasiado, Bai GuangXuan. Podría ser peligrosa su piel todavía —ordenó Chang Gao, preocupado.
Todos los hechizos que Zhi Jian realizó desaparecieron al instante, por lo tanto, Wen ShanShui y Yi Hen por fin udieron respirar con normalidad. Tosieron varias veces hasta poder recuperarse por completo.
Los ojos grises que tanto le gustaban a You YuMo por fin recuperaban su brillo, eran afilados y hermosos, se veían enojados, tanto que lo hicieron temblar. Pero eso no le importó, más bien reflexionó sobre otra cosa. Si Wen ShanShui hubiera muerto ahí, si él no hubiera podido hacer nada, ¿qué se supone que habría hecho? ¿Podría soportar la ausencia de este hombre? No, eso no cabía dentro de su mente, lo sintió tan real, casi como si de verdad hubiera muerto, era un sentimiento tan angustioso que no podía soportarlo. Sus impulsos y sentimientos derrotaron a su control, así que abrazó sin contenerse al maestro que todavía estaba en sus brazos. Era un contacto fuerte y cálido, quería transmitir cada gota de amor a él. No pudo decir nada, tampoco pudo llorar.
—Demonios, nunca más me des esos sustos. ¿Por qué no te detuviste? —le susurró el discípulo.
Wen ShanShui había abierto los ojos de par en par. No se esperaba una reacción así en lo más mínimo, solo pudo responder esa acción devolviendo el abrazo y dando unas palmaditas en la espalda. Después, se incorporó para sentarse por sí y acarició el cabello de You YuMo con suavidad.
—Lo siento. No pude pensar bien, no volverá a suceder. Prometo que nunca volverá a suceder.
Feng Baoshi, quien tenía a Yi Hen en un fuerte agarre, fue empujado por él hacia atrás, poco a poco, como si no quisiera ser brusco o grosero.
No dijo ni una palabra, se incorporó con mucha dificultad y se acercó a Wen ShanShui. Tambaleó y cayó de rodillas junto a su hermano menor y You YuMo.
—Yi Hen, es un alivio que nada haya sido peor —pronunció con You YuMo.
A diferencia de una respuesta o un apretón de manos, Yi Hen levantó su puño y golpeó el rostro de Wen ShanShui con fuerza.
—¡¿Te crees un héroe o qué?! ¡Te dije claramente que no te acercaras! ¡¿Quieres morir, maldito imbécil?! ¡Estúpido! ¡Maldito estúpido!
Wen ShanShui se cubrió su mejilla adolorida, y en vez de disculparse o escuchar, su rostro cambió a uno enfurecido.
—¡¡Corrías peligro, debía hacer algo!! ¡¿Acaso no eras tú el que quería morir?! ¡¿Quién es el maldito imbécil y estúpido?!
—¡Por una maldita vez en tu vida, no corras a salvar a la gente que no te lo pide! ¡¿Es tan difícil?! ¡¿Ah?!
You YuMo se quedó congelado en medio de ambos. Escuchar la voz ronca y furiosa de Yi Hen le había dado escalofríos. No solo a él, sino a todos. ¡Nunca lo había escuchado gritar así! ¡Y sobre Wen ShanShui, era un poco de lo mismo!
Por suerte, se hizo un silencio largo en lo que ambos respiraban con dificultad, recuperando el aliento. Yi Hen suspiró para calmarse y, pasado un par de segundos, volvió a hablar.
—Lo siento, no tuve que haberte golpeado. Disculpa... los insultos también. Tú... Vas a hacer que mi corazón se pare si sigues haciendo esas cosas.
Wen ShanShui bajó su mirada, moviendo su rostro hacia otro lado, no quería verlo a los ojos.
—Yo también lo siento, no debí insultarte.
Ambos se pusieron de pie, You YuMo se alejó con lentitud junto a Feng Baoshi, dejándolos a solas con Yue Jin, quien aún lloraba en silencio frente al cuerpo de Zhi Jian.
—Lo conocí muy bien, no creo que él pensara que todo lo que hacía estaba bien. Él era un idiota sin remedio... —Yue Jin lloró—. Me ayudó a salvar a muchas... A muchas personas... Su rostro de tristeza no era falso en esos momentos. No todas sus palabras fueron falsas, me niego a creerlo.
Los tres hermanos estaban conmocionados por lo sucedido, ninguno de los corazones allí presentes estaba tranquilo. Todo era una nube de preguntas y malestar. Las lágrimas cayeron desde los ojos de Yi Hen y Wen ShanShui. ¿Cómo se había vuelto todo de esta manera? ¿Por qué de repente su hermano mayor estaba muerto? No podían asimilarlo, todo pasó demasiado rápido, demasiado fugaz.
—Hay que enterrarlo. —Yi Hen sujetó el hombro de Yue Jin—. Recemos para que los dioses perdonen sus acciones.
—Si hay una próxima vida, entonces le daré una verdadera paliza.
—Sí, lo haremos todos —añadió Wen ShanShui.
A poco tiempo de lo ocurrido, el cuerpo de Zhi Jian fue enterrado. Al igual que Tian LanMei y los dos soldaos que murieron en el calabozo. Todos quedaron estupefactos por los hechos, sin saber cómo reaccionar. Desde el momento del ritual de entierro, todo fue muy silencioso.
Tantas tragedias en un día.
Fin capítulo 28.
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