Capítulo 22 - Lucha.
En medio del alboroto, el fuego y las explosiones, la voz del maestro apenas se escuchaba como un débil eco.
—¿Escuchas mi voz? Despierta, ¡por favor, despierta! —Wen ShanShui se arrodilló, colocando la cabeza de You YuMo en su regazo para analizar mejor su estado.
Apenas tenía energía espiritual dentro, más bien, era como si no la tuviera. Por sus meridianos no parecía pasar ni un poco de energía. Era casi como si fuera un humano corriente, como si toda su vida hubiera sido succionada por alguna razón.
—¿Por qué tenía que pasar? Despierta... Tienes que abrir tus ojos...
Su voz ya no lograba siquiera escucharse por el ruido del exterior.
De inmediato, comenzó a enviar energía espiritual y a intentar liberar los meridianos bloqueados. Necesitaba urgentemente que todo volviera a fluir en su interior, de lo contrario, podría perder por completo el trabajo de cultivo que había alcanzado. Aunque hubiese querido, no pudo seguir por mucho rato: había demasiado humo y no podía respirar. ¡Tenía que correr lejos y tratarlo en otra parte! No podía permitir que se asfixiara, y tampoco podía dejar que su cuerpo se rindiera.
Por la desesperación del momento, no pudo notar que You YuMo podía sentir su tacto y lágrimas caer sobre las mejillas, solo que no podía hablar, no conseguía siquiera mirarlo. El joven consiguió escuchar algunas suaves palabras distorsionadas en el aire. Era difícil de descifrar, sentía que era demasiado difícil seguir luchando por sobrevivir. Sin embargo, incluso si su cuerpo completo estaba destrozado, su corazón consiguió latir con fuerza cuando reconoció esa voz. ¿Cómo podía no estar feliz? No podía ser alguien más que Wen ShanShui, esa voz, esas manos, la forma en la que lo trataba. No podía ser nadie más.
Con sus últimas fuerzas, abrió los ojos nublados e intentó moverse, aunque fuera un poco, al menos para dar una señal, mas fue imposible. Sus piernas estaban quebradas a causa de los golpes, sus brazos no respondían, las marcas rojas que habían dejado las cadenas cortaban su circulación, la energía bloqueada apenas volvía a fluir. Sus ojos nublados, poco podían percibir de la figura frente a él.
«Está bien, todo estará bien. Me alegra tanto verte, me alegra tanto respirar un momento más solo para verte». Quería decirle eso a Wen ShanShui, sin embargo, su garganta no funcionaba. Sus labios no se movían, no había nada que pudiera hacer. No obstante, aun en ese estado, sus lágrimas empezaron a caer, hasta que ya no sintió más dolor.
—Aún estás vivo... Es pequeña, es débil, pero es honesta, hermosa y cálida. Sé que aún estás ahí... Puedo sentirte —sollozó el maestro.
Su posición vaciló, se tambaleó con el joven en brazos, mas no se dejó caer. Wen ShanShui no esperó más, cargó a You YuMo y corrió en dirección a la salida. Fuese lo que fuere lo que lo esperara, lo atravesaría, eso decía el brillo de sus ojos.
El corazón aún latía, su energía, aunque era casi nula, aún estaba allí, su núcleo espiritual batallaba por no destruirse. Había oportunidad de salvarlo.
«Es culpa mía por no confiar en ti. Sabía que algo pasaba en el palacio. No, no solo en el palacio, sino en el reino entero. Me quedé callado y te dejé, a ti y a los demás», se culpó, afligido.
Sus pies fueron rápidos, por lo que no tardó mucho en salir de la zona con éxito. El problema ahora no eran solo las rocas prendidas en fuego que caían desde el cielo, el lugar estaba siendo rodeado y custodiado por muchísimos soldados.
Para su suerte, y a pesar de haber salido por la puerta principal, no había sido visto. Al parecer, la formación todavía no comenzaba a funcionar. Los soldados estaban como piedras, esperaban en filas organizadas alguna orden o situación, mirando en dirección a la capital de Tian, vislumbrando con satisfacción el destrozo que habían cometido.
A causa del ruido de las explosiones, Wen ShanShui consiguió rodear a los soldados sin ser escuchado ni descubierto. Corrió entrando en el tupido y amenazante bosque prohibido, con el miedo recorriendo sus venas, con las piernas y brazos cansados al extremo. Aun así, nada de eso detuvo su veloz paso.
Incluso si estuvo cerca de caer varias veces a causa de la pérdida de equilibrio y falta de fuerza, no se permitió ni una demora más. Debía reunirse con Yi Hen, Yue Jin y Zhi Jian. Quizá, ellos podrían ayudarlo a estabilizar a You YuMo. Yi Hen y Yue Jin, con sus habilidades curativas, curarían sus heridas más profundas.
Wen ShanShui no pudo evitar reírse de sí mismo con angustia, Yi Hen tenía la costumbre de llevar plantas medicinales a donde sea que fuera. Siempre le recomendaba que llevara consigo algo para situaciones de emergencia, cosa a la que Wen ShanShui no lograba acostumbrarse. Quizás se debía a que nunca necesitaba curarse de nada. Era muy extraño ser herido en una misión o en una pelea, así que, ¿por qué llevar más y más bultos encima? Ahora, en ese preciso instante, rogaba a los cielos por encontrar algo que le ayudara a parar el sangrado de You YuMo.
—Soy un tonto.
Wen ShanShui maldijo. La oscuridad en el bosque era en especial terrible a causa de la energía resentida que había quedado impregnada. Apenas podía ver a la distancia, era como si estuviera envuelto en una espesa capa de niebla que frenaba su velocidad. Era difícil ver el camino correcto, algo que no sucedía con los grandes edificios, como el templo que estaba cerca de la ciudad, esos sí que se veían.
Wen ShanShui observó y, en efecto, como si fuera una señal de los cielos, se miraba una pagoda alta. De este modo, colándose entre los árboles y esquivando arbustos, por fin llegó a la capital.
El hombre observó el entorno, estupefacto. Nunca había visto tanta destrucción. Recordaba poco de cuando era un niño, recordaba poco sobre la epidemia, pero esa escena de desesperación le hizo traer al presente algunos sentimientos pasados, sentimientos solitarios y aterradores.
No había más que escombros, fuego y cuerpos por doquier. Buscó a su hermano, lo llamó repetidas veces, mas no consiguió proyectar su voz con propiedad a causa del molesto ruido.
El cielo se había calmado hacía un rato, y gracias a eso, pudo ingresar en la ciudad sin muchas dificultades. Justo cuando pensó que más nada podía suceder, otra vez comenzaron a caer cientos de flechas cargadas con fuego en sus puntas.
Al notar la oleada, Wen ShanShui usó el techo de una casa que aún se mantenía de pie para protegerse. Miró a su alrededor analizando el entorno; por algún lado debía haber una salida. «Esto es una pesadilla», pensó, sujetando con más fuerza a You YuMo.
Sabía que, en algún momento, las flechas debían cesar, y cuando aquello sucedió, aprovechó para huir de allí.
—¿Dónde están? Yi Hen, Yue Jin... Todos... —Buscó, desesperado, sin dejar de correr.
Desde la montaña, aparecieron docenas de soldados, todos iban de rojo, con flamantes banderas del reino Huo. Junto a ellos, una terrible tormenta se desató.
Wen ShanShui frunció el ceño. ¿Cuántos soldados había traído Tian Huo consigo? Tomando en cuenta los antes vistos y los de ahora, era probable que el número superara los tres mil soldados de rojo. ¿Cómo se suponía que podría irse sin ser descubierto?
Los rayos y truenos cayeron y sonaron sin cesar, y a eso se le sumó el sonido de las botas de hierro chocando contra el suelo; en conjunto, producían un ruido agobiante y alterador.
Lo único reconfortante para Wen ShanShui era que el sonido de la lluvia opacaría sus pasos y respiraciones al escabullirse entre los árboles. Incluso si debía utilizar magia, los relámpagos opacarían la luz que emitiera. No importaba qué, lo relevante era escapar a toda prisa sin ser visto y con el muchacho en brazos.
Después de analizar por un rato, consiguió dejar la ciudad con éxito. Se alejaba con inquietud, no dejaba de voltear por el temor de ser descubierto. En una de esas ocasiones en las que volteó hacia atrás, logró visualizar la pagoda del templo cercano a la capital. Sus ojos se oscurecieron, y ya no pudo hacer más que apretar con fuerza los labios. Ya no había nada que pudiera defender allí, ni personas, casas, o templos. Todo estaba en ruinas. Ni siquiera Yi Hen o el resto de sus hermanos estaban allí.
Con You YuMo en ese estado, tampoco podía darse el lujo de pasear por ninguna parte: había perdido demasiado tiempo.
Los soldados de Huo rodearon la zona colocando banderas por doquier. Crearon montañas de cadáveres para quemarlos, y el olor llegó a sentirse a la distancia. El fuego consumía parte del bosque, y era probable que la academia se redujera a escombros.
Wen ShanShui cambiaba reiteradas veces de dirección para esquivar a los guardias que se dispersaban por el bosque. Al no poder hacer mucho más que escapar como si fuera una presa débil, pequeña y mojada, su ser se sintió impotente y humillado.
Momentos después, cuando ya no sintió las presencias cerca, continuó corriendo y alejándose del palacio. No obstante, sus brazos no soportaron más: estaban entumecidos. Las piernas, que habían estado fallando desde hacía un buen rato, colapsaron. Antes de caer al suelo con sus brazos casi muertos a los costados, logró proteger a You YuMo. Después, con las pocas fuerzas que le quedaron, lo recostó en un árbol y cayó inconsciente, cediéndole a la suerte y a los dioses su borroso destino.
Horas más tarde, los pocos rayos del sol que quedaban acariciaron su rostro. La tormenta había acabado y el sol volvía a salir, aunque ya era casi de noche. Ambos tenían las ropas mojadas, moverse era casi una tortura.
El silencio envolvía sus alrededores, ya no se oían gritos, flechas o explosiones. Solo calma, una calma tan agradable que Wen ShanShui, quien de a poco recuperaba la consciencia, pensó que, si tenía que quedarse así para siempre, estaría en verdad en paz.
La realidad volvió de inmediato cuando, al abrir sus ojos, vio a You YuMo recostado sobre el tronco. Estaba en la misma posición en la que lo había dejado horas antes. Se encontraba pálido, sus labios, algo azules, y las piernas se veían terribles, al igual que sus brazos. Sus muñecas y tobillos aún tenían las marcas rojas de las cadenas. Además de todo eso, estaba empapado.
Wen ShanShui intentó levantarse, sintiendo el peor terror que jamás había atravesado en su vida, pero aún estaba con el cuerpo entumecido. Las piernas no soportaron ni su propio peso, sus manos estaban acalambradas y adoloridas. Aun así, no se rindió. Se acercó a You YuMo arrastrándose por el suelo, hizo un esfuerzo por sobre sus posibilidades actuales y se arrodilló a su lado. Acercó su oreja al pecho ajeno y, con delicadeza, tomó una de sus muñecas; quería analizar su pulso espiritual.
Su respiración era cortada y estaba helado, mas, al sentir el suave latir de su corazón, puso su frente sobre los hombros del muchacho para luego cerrar los ojos.
—Es un milagro... —sollozó, dejando salir un par de lágrimas.
Pasó un rato en esa posición hasta que se separó con lentitud y ahuecó el rostro frío del joven con sus manos.
—Aún estás luchando. Eres muy fuerte. —Tomó fuerzas antes de ponerse de pie.
Le quitó las ropas mojadas y las escurrió lo más que pudo. No importaba si sus manos dolían, debía secar todo lo más rápido que pudiera.
Al finalizar, se volteó, aprovechó ese corto momento de luz que le quedaba antes del anochecer para secar también sus ropas y adentrarse aún más en el bosque. Con mucha dificultad, buscó hierbas que pudieran servirle para crear alguna medicina. Lo que fuera estaba bien, ya no le interesaba si era poco o mucho, solo quería algo.
Sin embargo, resultaba que el bosque estaba abandonado por completo. Las hierbas silvestres no serían de ayuda más que para aliviar algún dolor de cabeza o calmar la fiebre, y eso no le interesaba en absoluto. Necesitaba hierbas para las heridas, hierbas que ayudaran a cicatrizar. Solo en sus sueños encontraría las más especiales, aquellas que tenían un alto precio y alta efectividad.
Volvió a donde You YuMo sin nada que pudiera servirle, estiró su brazo y se arrancó un trozo de tela. Seguido, sacó su espada y colocó la punta del dedo sobre el filo de la misma. De un delgado corte, la sangre brotó y, con ella, dibujó un símbolo en la tela, convirtiéndola en un extraño talismán en un abrir y cerrar de ojos.
—You YuMo... No es seguro que esto funcione —confesó, tembloroso—. No tengo más ideas. Mi hermano me matará si se entera, así que no le digas nada. —Sonrió con tristeza.
Terminó de dibujar en la tela y suspiró. Su idea era pasar su propia energía al joven, mas no de forma convencional. No iba a dar simples toques para enviarla, o hacer una sanación de heridas internas normales, sino que iba a intentar una manera mucho más fuerte y poco conocida. Era posible que hasta se rompiera su propio núcleo de energía espiritual, que nunca más pudiera hacer magia de ningún tipo.
«No sé si funcionará, pero importa más que estés con vida. Aunque no sea a mi lado, quiero verte feliz. Este maestro quiere verte sonreír», pensó, decidido en sus acciones. No había ni una gota de arrepentimiento o duda en sus ojos grises.
Wen ShanShui pronunció varias palabras incomprensibles y tocó la tela. Por lo general, no necesitaba recitar ningún hechizo, sin embargo, esta clase de magia era diferente; quería asegurarse de que funcionara.
El talismán comenzó a brillar con una intensa luz azul blanquecina. Al sentir que su energía abandonaba su cuerpo, pronto colocó la otra mano en el pecho de You YuMo, allí percibió cómo aquella fuerza era absorbida por él. Estaba funcionando, las heridas más pequeñas sanaban y los huesos rotos de las piernas se unían.
De repente, Wen ShanShui sintió que su pecho se apretaba. Tampoco podía respirar bien y lo atormentaban náuseas, mareos, dolores intensos de cabeza y desequilibrios. Experimentó tanto malestar que casi cedió, mas no lo hizo. Aun si su cuerpo intentó por todos los medios detener su agonía con más agonía, jamás iba a ceder.
La energía siguió fluyendo hacia You YuMo, como olas de poder interminables. Llegó un punto en el que el hombre sintió mil agujas perforar su estómago, y, tras escupir una gran bocanada de sangre, sonrió con sarcasmo, enfadado.
—Esto no es nada, esto no es en absoluto nada para mí.
Continuó con su mano en el pecho de You YuMo, resignado a soltarse, hasta que, por fin, su cuerpo rechazó por completo las acciones y cayó desmayado. En ese momento, el sello dejó de brillar.
La noche fresca y el viento tibio llevaron el aroma del césped mojado con delicadeza hacia ellos.
Pero nada dejaría escapar a Wen ShanShui de la realidad por más veces que se desvaneciera.
—Desmayarme tantas veces, y en tan poco tiempo, no es propio de mí —expresó, decepcionado, antes de abrir sus ojos.
Al fin, consiguió abrir por completo sus ojos, había caído justo al lado de You YuMo. Lo analizó con cuidado, acarició sus mejillas, los labios, peinó con su pulgar las pestañas negras. Dejó salir un suspiro calmado. Sus labios por fin tenían algo de color, sus huesos no estaban en tan mal estado y sus ojos no estaban hundidos como los de los muertos. Pese a que aún tenía varias heridas sin sanar, su vida ya no corría tanto peligro.
Wen ShanShui se acercó al rostro de You YuMo.
—La respiración también ha mejorado —susurró, colocando su frente contra la del muchacho—. Te protegeré, no importa qué.
Poniéndose de pie, tambaleó en el sitio y pronto recuperó la compostura. Casi muerto de hambre y sed, cargó otra vez a You YuMo en sus brazos.
Desde que habían partido de XuanYa no probaba bocado alguno, tampoco había tenido la oportunidad de tomar un vaso de agua. Solo la lluvia y sus lágrimas habían mojado sus labios hasta entonces.
Wen ShanShui observó las estrellas y aquellos ojos grises brillaron con la luz de la luna.
—Hacia el reino Yun. Hay que advertirles —dijo en tono tranquilo mientras se ponía en marcha.
Transcurrido un rato, por fin pudo ubicarse, todo gracias a una torre de vigilancia abandonada.
Apenas llegó hasta ella, se dio cuenta de que estaba plagada de soldados de Huo. Se cuestionó el hecho de no haber sido encontrado hasta ese momento, y agradeció a los cielos que nada hubiera pasado en el rato que estuvo inconsciente. Tragó saliva, la nuez de adán subió y bajó con preocupación, luego observó a los alrededores. Tanto la derecha como la izquierda estaban plagadas de enemigos. Tenía que evadir a los soldados sin ser visto, y a la vez, llevar al muchacho en sus brazos. Eso limitaba sus movimientos.
Ya estaba cerca, a poco menos de dos li de distancia se encontraba El Puente Cortado, puente que, en realidad, el rey Tian Yun III ordenó construir para que el reino Tian y Yun tuvieran una unión. Cuando su hija heredó el trono, canceló toda relación con sus hermanos. Antes, no se conocía la razón, pero ahora, con la información de la carta en mente, sabía que la relación entre ellos nunca había sido buena.
Si bien el puente tenía una severa grieta como para pasar al otro lado, Wen ShanShui tenía planeada una manera de cruzar. Decidió esperar en la oscuridad de la noche a que los soldados tomaran un descanso, o que al menos disminuyeran en cantidad.
Descansó los brazos y piernas, se sentó en el suelo humedecido, siempre con You YuMo sobre su regazo, por cualquier situación urgente que pudiera surgir. Esperó y esperó con paciencia, mas, transcurrido un largo rato, se llevó una extraña sorpresa. Los soldados no dormían, casi no se movían de sus lugares y tampoco descansaban los pies.
—¿Cómo se supone que voy a evadirlos? Vayan a dormir. Demonios —protestó, enojado.
Lo único que pudo hacer para quejarse fue chasquear la lengua. Al final, no quiso esperar más, tomó valor y cargó a You YuMo. Antes de animarse a acercarse, desde dentro de sus solapas, sacó un sujetador de cabello rojo. Lo cuidaba con cariño desde hacía bastante tiempo, seguía intacto a pesar de estar usado. Ató su largo cabello negro en una cola alta y se escabulló entre los árboles y rocas.
Al ser un bosque tan tupido y descuidado, había montones de matorrales y troncos en los que esconderse. Pasó la torre sin ser visto con éxito y comenzó a correr de inmediato; para nada iba a esperar a que alguien lo percibiera.
—Los atravesamos, You YuMo —murmuró, abrazando con fuerza al muchacho en sus brazos.
Aun con la notable habilidad de Wen ShanShui para esconder su base espiritual y presencia, acabó siendo detectado. Resultó que un soldado, por lo visto, aunque no durmiera, sí que iba al baño. Vio correr al maestro a la distancia, así que sacó un cuerno desde su cintura para tocarlo con mucha fuerza, alertando al resto de sus compañeros.
Al escuchar el grave sonido del cuerno, Wen ShanShui se volteó, más que sobresaltado. Sin esperar un segundo, varios soldados de la torre prepararon sus arcos y flechas. Los otros se acercaron corriendo con lanzas y espadas, enfurecidos como bestias, rojos como la sangre. No había dudas de que iban en busca de matar.
Wen ShanShui frunció el ceño, más que irritado.
—Maldita sea. No permitiré que lo toquen, primero deberán pasar por encima de mí.
Su velocidad aumentó al doble. Era como si la irritación de Wen ShanShui hubiese aumentado su resistencia. Quizás solo era la adrenalina, podía sentir su sangre hervir y su corazón bombear; casi que podría escupir sangre por la impotencia. Si hubiese tenido su energía espiritual a niveles normales, si sus piernas no hubiesen dolido tanto, si tan solo hubiera estado bien, no habría ni necesitado mirar a esos soldados para derrotarlos. Por desgracia, lo único que podía hacer era correr, correr y proteger a esa persona tan importante.
Los soldados se acercaban con ligereza, no daban indicios de estar cansados o agitados. ¿De qué estaban hechos?
Wen ShanShui no lo vio tan extraño. Después de todo, no sería raro que Tian Huo entrenara a ese nivel a sus soldados, hasta que no necesitaran descansar por horas y siguieran trabajando, hasta el punto de alcanzar presas en pocos segundos. No era nada extraño.
No tardaron en caer las flechas, de las que varios árboles fueron sus víctimas, otras cayeron cerca de Wen ShanShui, y otras se perdieron por el bosque.
Los soldados no estaban a más de tres o cuatro zhang de distancia, por lo que varios tiraron sus lanzas con gran precisión. A Wen ShanShui ya le pesaba la respiración, y las piernas se movían casi por inercia. Aun así, no iba a detenerse.
Cuando por fin salió del bosque lo pudo ver. Frente a él se mostraba El Puente Cortado, estaba a no más de quince zhang de distancia. El problema era que ya no había árboles que los protegieran de las flechas y lanzas. El área era muy descampada. Las armas comenzaban a caer más y más cerca, y él ya no lograba estabilizarse con propiedad. Rogó porque sus piernas no fallaran, su meta estaba tan cerca que no debía decaer.
Sus rezos parecieron haber llegado a conmover a los cielos, porque llegó con éxito hasta el puente. Observó su panorama, el agua, las rocas destrozadas del puente... Estaba más destruido de lo que se imaginaba, destrozado casi de principio a fin.
Su posición vaciló, pero ya tenía un plan en mente. Sacó de sus solapas una tela en la que había escrito garabatos y la levantó hacia el cielo. Mientras dejaba que el sello se activara, evitaba que You YuMo cayera de sus brazos debilitados.
Aun con la escasa energía espiritual que se había regenerado de Wen ShanShui, al instante, el sello brilló. Desde el río, salieron despedidos varios chorros de agua y una gran burbuja se formó en el aire. Wen ShanShui la atrajo hacia ellos para meterse dentro, y ella, obedeciendo a su creador, los rodeó y protegió. Wen ShanShui guio a la burbuja por los aires, hacia el final. Ya solo quedaba llegar al otro lado.
En medio camino de la grieta del puente, una flecha cayó sobre la débil burbuja, rompiéndola en miles de hermosos y brillantes pedazos. No debió haberse reventado con algo como eso, la cuestión era que Wen ShanShui estaba en un estado demasiado desfavorable. No tenía energías como para fortalecer la burbuja.
El hombre apretó los dientes y perdió el control del agua. Al no tener dónde pisar, cayeron en picada hacia abajo.
Cerró sus ojos con fuerza, abrazando con resistencia a You YuMo, se dio la vuelta en el aire para recibir el golpe que causaría el agua y esperó a caer. Aunque solo fue un segundo, abrió los ojos y miró al cielo. Allí, un largo y plateado cabello fluía con el viento, con la mano elevada hacia el cielo y una fuerte luz que salía de ella.
Fin capítulo 22.
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Quien será esa persona de cabello plateado... ya sé que sí saben xD
¡No diré más! Me retiro momentáneamente \(;゚∇゚)/
Les dejo un poco de información sobre las pagodas:
La pagoda es un edificio de varios niveles común en varios países asiáticos, entre ellos China, Vietnam, Japón, Tailandia y Corea. La mayoría de las pagodas fueron construidas con propósitos religiosos, principalmente como parte del budismo y en algunas ocasiones del taoísmo, por lo cual están ubicadas cerca o adentro de templos budistas.
(Información sacada de nuestro querido google xD)
¡Hasta el próximo capítulo! 💖
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