Capítulo 32 - Prisionero de la verdad.
Sintió cómo el frío de la hoja atravesaba el pecho. Aunque la estocada no había sido en un lugar crítico, reduciría sus movimientos de manera notable. El dolor era muy fuerte, parecía nublar su visión, sin embargo, Yi Hen se dio la vuelta de manera veloz, y de un solo movimiento certero, clavó su lanza en el pecho del soldado que lo había malherido primero.
Todavía tenía la hoja incrustada en el pecho cuando se percató de que otro soldado se acercaba, pero su objetivo no era atacarlo, sino quitar esa espada de allí. Claro que Yi Hen se defendería y no permitiría que algo así fuera a pasar con tanta facilidad. Si ese soldado fuera a sacar la espada de su pecho, se desangraría. No aguantaría mucho de pie si eso sucedía.
Aunque quiso mantener sus pies firmes en el suelo, algo raro comenzó a marearlo. Cuando lo notó, ya era demasiado tarde. La espada con la que había sido atacado estaba envenenada.
El soldado con el que estaba peleando se sorprendió de su suerte y quitó rápido la hoja incrustada en su enemigo.
Aturdido por el dolor, Yi Hen apretó los labios. El movimiento había sido veloz, al igual que la caída de su sangre. Sin embargo, no parecía querer rendirse todavía. Sin previo aviso, ese hombre también fue víctima de su lanza.
Yi Hen se volteó a gran velocidad una vez más, a toda prisa sacó un sello desde sus mangas. Juntó sus manos y liberó una cantidad exorbitante de energía espiritual sobre él, luego tocó su herida que no dejaba de sangrar. Sus cejas se contrajeron y sus labios se apretaron. Dolía como el infierno, incluso no pudo evitar vomitar una gran bocanada de sangre. Sin embargo, parecía confiar bastante en su poder y en lo que hacía. Lo que Yi Hen había utilizado era un hechizo al que llamaba "curación provisoria hasta el final del tiempo", era algo muy eficaz que congelaría el estado de su herida, al igual que el veneno. No obstante, este hechizo tenía una gran desventaja.
Un hechizo como ese, duraría hasta que se agotara la energía espiritual de quien lo usara. Lo que significaba, en pocas palabras, que aquel consumiría cada gota de energía para "congelar en el tiempo" de la herida.
Cuando la energía espiritual de quien lo utilizaba se acabara, entonces la herida seguiría el proceso normal de cicatrización, pero a una velocidad en extremo más rápida. En este caso, aquella era demasiado grande, quizá, cuando la energía espiritual de Yi Hen se terminase, ya no habría más que hacer para recuperarla por culpa del veneno. Solo le quedaría morir.
El problema era que Yi Hen ya había estado una noche completa luchando, y no hacía mucho, le había brindado a You YuMo una buena cantidad. Nunca llegó a recuperarse por completo de esa ocasión, por lo tanto, su energía se estaba agotando.
El hombre de ojos dorados reveló una sonrisa.
—Si voy a morir, entonces que sea una muerte digna de mí.
Aunque haya dicho esas palabras tristes de su propia vida, Feng Baoshi corrió por detrás. No había podido llegar a tiempo, con tantos interponiéndose, tantos que caían y tantos que atacaban, su vista se había perdido en repetidas ocasiones. No había podido defender sus espaldas como había prometido. Aunque corriera hacia él, no sabía nada sobre ese hechizo que congelaba el tiempo de la herida. Feng Baoshi solo pudo ver que Yi Hen había dejado de sangrar, no era nada extraño que un gran cultivador como él pudiera cerrar una herida así de rápido, por lo que no sospechó nada.
—¡Yi Hen! ¿Por qué demonios te alejas de mí? Dije que yo cuidaría tus espaldas, que no te alejaras de mí. ¡Deja que te ayude, maldita sea! —espetó Feng Baoshi.
Yi Hen mostró su usual sonrisa y dio unas suaves palmaditas sobre su cabeza.
—Tú eres confiable, jovencito. De acuerdo, sigamos peleando juntos, te dejaré mis espaldas.
De esa manera, la batalla continuó. Aunque el corazón de Yi Hen ahora estaba preocupado por You YuMo, no podía hacer nada para seguirlo.
Por otro lado, pasando el medio día, You YuMo volvía a despertar. Era cargado por alguien, podía sentir el movimiento y las sacudidas, recordó con la cabeza mareada: «Es verdad, ellos han logrado atacarme con algún tipo de magia extraña».
¿Qué estaba pasando? Lo último que había visto era un lugar amplio con césped pisoteado por las botas de los soldados. Había visto cómo se amontonaban y mataban entre ellos, sangre y cuerpos desparramados por doquier. Apenas recordó el momento en el que la cabeza de un soldado enemigo salía despedida por culpa de uno de estos hombres vestidos de negro. Ahora el entorno era muy diferente, lo que veía frente a él eran árboles y una gran cantidad de naturaleza, ¿en dónde estaba ahora? ¿A dónde lo estaban llevando?
Al recobrar por completo la consciencia, de inmediato giró sus ojos y se dio cuenta de la situación en la que se encontraba. Estaba siendo cargado por uno de esos hombres, el lugar estaba ya muy alejado de la batalla. No había ningún sonido allí, solo naturaleza y los pasos acelerados del hombre podían oírse.
Intentó hablar, pero algo no funcionaba. Sus palabras no salían de su boca, y su cuerpo estaba duro como una piedra. Lo único que podía mover eran sus labios, ojos y cabeza.
—No puedes hablar, tampoco te puedes mover —le habló el hombre que lo cargaba.
You YuMo gruñó varias veces e intentó de nuevo, por ende, aunque hizo fuerza para moverse, su cuerpo y su voz no se inmutaban.
El espía corría con gran maestría. You YuMo jamás había visto que una persona moviera tan rápido sus piernas y al mismo tiempo cargara con una persona como él. No era alguien muy liviano, además era bastante alto, no más que ese hombre, pero, al mismo tiempo, sus huesos eran sin duda pesados.
Los espías enmascarados de Huo estaban entrenados al punto de parecer fantasmas. Si ellos quisieran, hasta podrían hacerse pasar por árboles o paredes y nadie notaría su presencia. Lo que los hacía de verdad muy útiles en varias ocasiones. Además de eso, también eran hábiles con las artes marciales, tenían una fuerza extraordinaria y manejaban el sable a la perfección. No sería de extrañar que fueran utilizados para espiar los laboratorios, incluso a la reina.
Luego de un rato de correr sin cansancio, el espía hizo una parada en una torre de vigilancia, dejó a You YuMo en un rincón y habló con algunos soldados que la controlaban. Después de un corto rato conversando de alguna cosa con su colega, el hombre de negro volvió a levantar a You YuMo.
—Estás de suerte, muchacho. —Sonrió con perversidad.
You YuMo sintió un escalofrío recorrer todo su cuerpo. Algo malo sucedía, ya tenía un presentimiento anteriormente, pero no le quería hacer caso. No había logrado ubicarse hasta que notó que el espía comenzaba a salir del bosque. En conclusión, habían vuelto a Tian. ya reconocía esos caminos y esas montañas. «Estamos regresando», razonó.
Por otro lado, fue mientras You YuMo era llevado hacia algún lugar en el bosque de Tian, que Tian LiuYun se enteró de lo que había sucedido. Supo todo sobre el secuestro, y sobre que los pelotones no daban abasto en batalla.
En seguida, Wen ShanShui había sido enviado con el resto de soldados a pelear.
En este momento, Wen ShanShui llegaba por fin, luego de correr a caballo por casi medio Shichen. Al ver el desastre del campo de batalla, se volteó a observar a los soldados que tenía detrás. Todos estaban allí con el objetivo de proteger su reino y todo aquello que apreciaban.
Los soldados le devolvieron la mirada a Wen ShanShui. Aquellas estaban cargadas de terror, casi queriendo huir de allí.
Wen ShanShui hizo un gesto de seguridad y un soldado que estaba a su lado le aclaró:
—Estamos preparados.
El maestro sonrió, luego levantó un puño armado hacia el pecho del soldado. El hombre se sorprendió por ese gesto, al mismo tiempo le daba una seguridad inexplicable. ¿Significaba esto que eran un equipo? ¿Qué en verdad podían seguirlo sin temor?
El hombre no tuvo mucho tiempo para pensar, por lo que, con su propia mano cerrada, chocó los nudillos de Wen ShanShui.
—Estoy preparado, lo seguiremos, maestro Wen TianZe.
Seguros de lo que iban a hacer y de sus objetivos, todo el pelotón comenzó a correr en picada. Wen ShanShui ya les había explicado cómo se organizarían, tanto en defensa como en ataque. Por lo que los grupos de caballos y arcos comenzaron a dividirse.
Los que iban al frente con Wen ShanShui gritaban nerviosos, pero decididos, por lo que ni bien llegaron al punto de encuentro, comenzaron a atacar.
Wen ShanShui se paró sobre el caballo en reiteradas ocasiones mientras este corría, parecía una deidad que brillaba con intensidad por cada ataque que lanzaba. Los conjuros, su espada, sus artes marciales, todo cortaba y golpeaba a quien se entrometiera en su camino. Ayudaba a quien estuviera en apuros. La adrenalina que sentía lo hacía moverse aún más rápido y determinado que antes.
El caballo en el que iba montado fue herido en una de sus patas por culpa de una flecha y cayó. Por supuesto, Wen ShanShui había notado el movimiento vacilante antes de que el animal cayera, por lo que se mantuvo en pie sobre él y saltó hacia el suelo.
Por detrás se acercaban más enemigos, Chang Gao y Bai GuangXuan lo vieron llegar y se acercaron para ayudar.
Por un momento, los tres pelearon codo a codo. Junto a su maestro, los discípulos pelearon con destreza, como un verdadero equipo.
Wen ShanShui no pudo evitar sentirse orgulloso de ellos, ¿cómo no hacerlo? Él mismo había entrenado con intensidad a esos muchachos. Les había enseñado mucho, vivido días y días juntos, claro que su corazón saltaría emocionado al ver los resultados.
A pesar de que su corazón estaba feliz por verlos sin demasiadas heridas, ahora se había congelado de nuevo, ¿dónde estaba You YuMo? ¿Dónde estaba Yi Hen?
La tarde ya estaba apoderándose del cielo. Todos esperaban que la batalla no durara hasta la noche, ya que la visión no era algo que los soldados tuvieran entrenada como para la oscuridad. Por suerte, la zona era llana y descampada, por lo que la luz de la luna los ayudaría a ver. De todos modos iba a ser complicado luchar en esas condiciones otra vez. Muchos habían luchado ya por dos días seguidos, si no descansaban sus cuerpos colapsarían en medio de la batalla, que de hecho, varios ya lo habían hecho. No habían comido y no habían bebido ni siquiera agua, si eso seguía así, las cosas se complicarían al extremo.
Otra vez en Tian, You YuMo solo podía mirar desde los hombros del espía que corría rápido hacia alguna parte. Mientras el tiempo transcurría y los escenarios cambiaban, por fin vio algo mucho más conocido que el resto de los sitios. Era una ciudad, solo que ya no rebosaba de gente y comercios, ya no había alegría. Aunque había ido pocas veces por no lograr escapar con éxito, You YuMo conocía el cálido ambiente que siempre había allí. Ahora no había nada más que escombros y una montaña de muertos.
«Me lleva al palacio», pensó preocupado.
Si era llevado hacia el palacio, seguro sería para ser entregado otra vez al enemigo mayor. Pero esta vez no cabía duda de que sería torturado hasta la muerte, confesara o no el lugar donde estaban las piedras que tenía la bestia de Jiazhi, iba a sufrir horrores.
«Ya les he dicho que no tengo idea. ¿Qué más quieren de mí? Demonios... ¿Qué tan importante pueden ser dos piedras?.
You YuMo sentía una profunda angustia por esos dichosos objetos, por su culpa habían destruido su aldea, habían asesinado a su líder y amigos, lo habían torturado hasta casi conseguir su muerte. Además, las querían para destruir a todos los reinos que hubiera, ¿había algo bueno que sacarles?
Subieron la montaña y a la distancia You YuMo logró ver el deplorable estado de la academia. Para llegar a la antes mencionada, se debía seguir un camino de hermosos árboles. Una zona que parecía separar la academia con el mundo exterior. Ahora ahí, ya no había nada de eso, ni los árboles, ni las pasturas, solo se veía a lo lejos un montón de escombros.
No quedaba nada.
El joven entrecerró sus ojos con desdicha. Comenzó a recordar a sus compañeros y a los discípulos de las otras disciplinas. ¿Qué habría pasado con ellos? Algunos habían logrado llegar al reino Yun, ¿y los que no? You YuMo supuso con absoluta tristeza lo que quizá les había ocurrido.
Sus dos hogares habían desaparecido. He Ping, y ahora la academia, ambos eran no más que escombros. Aunque había pensado esto, en su mente apareció una imagen. Dos manos pálidas que lo abrazaban, esos ojos grises y cálidos que siempre lo observaban con amabilidad. Una voz suave, gentil y atractiva. Esa persona ahora era su hogar.
La imagen de Wen ShanShui no quería desaparecer de su cabeza, porque no necesitaba un lugar físico para sentirse en su hogar, con esa persona a su lado ya era suficiente. Era lo único que necesitaba para sentirse en casa.
Sus labios formaron una sonrisa. «Ahora eres el único hogar que me queda», pensó con cariño, deseando ante todas las cosas poder verlo aunque fuera una vez más.
Al fin, llegaron a la entrada del palacio. Pasaron varios salones cubiertos de rojo y banderas quemadas hasta llegar por fin al salón donde estaba Tian Huo.
«Qué rápido ha sido todo», pensó You YuMo apretando sus labios con impotencia.
Con una mirada desconforme y seria, el hombre, de cabello rojizo, cejas gruesas, envejecida piel y expresión enojada, los observó a ambos.
—¿Qué me traes?
El espía tiró al suelo a You YuMo.
—Es él, su alteza. El muchacho que su hermana nos había ordenado capturar, es quien el viejo nos reveló.
Tian Huo se sorprendió, pero con una terrorífica sonrisa.
—Así que es este muchacho. Déjalo que hable —ordenó.
You YuMo de repente pudo mover más que solo sus ojos y boca. Ahora podía hablar, también mover sus brazos y piernas.
—¿Qué quieren de mí?
—Eso es sencillo. ¿Dónde están las piedras espirituales que tenía la bestia de Jiazhi?
«Sí, ya me lo imaginaba. Otra vez esas malditas piedras», confirmó sus conjeturas ya harto del tema.
—No lo sé, no tengo idea de qué piedras están hablando, ya he pasado por un infierno a causa de las preguntas que me hacen sobre ellas. Lo repetiré: no-lo-sé. Si supiera algo, ¿no sería más razonable que lo dijera? ¿Por qué las escondería, incluso poniendo mi vida en juego?
A Tian Huo le enfureció la respuesta tan despreocupada, no reprimió ni su furia ni su fuerza para tomar con fuerza el dorado cabello del muchacho y tirarlo hacia atrás.
—Escucha, joven, alguien tuvo que agarrar esas cosas, pero si nadie lo hizo y tan solo desaparecieron. Entonces ya no me eres de utilidad, ya no necesito preguntarte nada —escupió amenazante.
—Señor, ¿qué debería hacer con él? —preguntó de rodillas el espía.
—Llévalo con FengHuang al laboratorio. Siento la energía espiritual de este muchacho, lo soportará, conseguiremos algo bueno con él —rio de manera perversa y añadió—. Nunca están de más las zajiao.
—Sí, señor.
El hombre enmascarado agarró a You YuMo por debajo de los hombros y lo levantó.
Aunque You YuMo se resistió, este no volvió a paralizarlo.
You YuMo chasqueó la lengua.
—¡Espera! ¡Al menos dime una cosa! ¿Por qué razón matas a personas inocentes? ¿Qué rencor es tan profundo como para arruinar el mundo en el que quieres gobernar? Si lo que querías era liderar los cinco reinos, ¡¿por qué los matas a todos?! ¡¿A quién se supone que vas a cuidar si no es a tu gente?! —exclamó irritado.
—No tengo por qué darte explicaciones, niño, aunque te diré algo que quizás despeje tus dudas. A diferencia de lo que dicen las historias sobre mi padre Tian Yun III. Él en verdad era un hombre despreciable y frío, una persona digna del lugar más debajo del inframundo. Ese nombre será borrado de este mundo para siempre y nadie que viva en estas tierras lo recordará. ¡Estas tierras son mías por derecho! ¡Y yo hago lo que quiero con ellas! —exclamó con odio.
—¡Estas personas no te han hecho ningún daño! ¡¿Por qué hablas de tu padre entonces?! ¡Ellas no tienen nada que ver con tus problemas familiares!
—No necesito razones para odiarlas —aclaró—. Llévalo de una vez, ya no soporto ver su cara.
El espía volvió a tirar de su ropa, y antes de salir del salón, You YuMo vio cómo varios soldados corrían hacia el interior y hablaban con Tian Huo, uno de ellos era de Tian, era seguro un desertor.
—Su alteza —llamó él—. Ellos han mandado un nuevo pelotón. Hay muchos hombres más que antes, incluso ha llegado uno que... Es uno de sus líderes, su alteza. ¡Él es un demonio! Nunca había visto a alguien moverse así.
—Está bien, iré yo mismo y les demostraré que no pueden hacer nada contra mi ejército. Ya no buscaremos la piedra, iremos con lo que tenemos.
—¿S-Señor usted irá? Entonces... —El soldado tartamudeó.
—Prepárense, iremos todos juntos. No estoy de humor para charlar o esperar que ustedes consigan algo decente. Les envié varios ataques y ustedes, mediocres, no pudieron atravesar ni siquiera esa zona. Inaceptable, debes agradecer que estás con vida todavía.
—S-señor, e-en realidad... soldados humanos no quedan muchos, señor. Quedamos solo algunos grupos...
—¡Dije todos! ¿No entiendes? Esta noche tomaré lo que queda de los cinco reinos. Tal vez no tenga la piedra completa, pero el poder de ella sigue siendo irrefutable. Aunque no controle a todas las bestias de este mundo, aún tengo las mías y esas zajiao. La guerra está ganada. —Miró furioso a You YuMo, quien aún era arrastrado hacia afuera.
El rostro de You YuMo se oscureció, sus ojos parecían brillar por la rabia. Su sangre hervía por la impotencia que le generaba esa situación, tampoco podía moverse por el agarre del hombre. No importaba cuánto forcejeara, no lograba soltarse.
—¡Eres un maldito asesino! Tú... ¡Tú, maldito cobarde!
Tian Huo no contestó, y las puertas del gran salón real se cerraron luego de que el joven fuera arrastrado por el hombre de negro. You YuMo no pudo luchar demasiado en el camino, el espía lo tenía muy bien agarrado, impidiéndole moverse.
—¿Por qué ya no me callas? —preguntó You YuMo, jalando con frenesí.
—Ya no hay necesidad, grita. Grita hasta que te canses, niño.
El espía por fin lo llevó hacia el "restaurado" laboratorio, donde había un gran círculo dibujado en el suelo y varios sellos en las paredes.
«Es la Cueva de donde salía la energía cuando fui capturado la primera vez. El laboratorio principal», analizó.
De inmediato se escuchó una voz emerger desde la oscuridad. Era suave y apagada, sin sentimientos o emociones.
—¿Quién es? —preguntó la misma.
You YuMo abrió los ojos de par en par al olfatear lo que fuera que estuviera allí dentro.
«Es esa misma maldita energía de nuevo y ese olor», razonó.
El espía contestó:
—FengHuang, su alteza ha ordenado que lo transformes en un soldado más. ¿No estás feliz?
—Ah... ¿Uno como yo?
—Exacto.
—Está bien. Puedo hacer eso... Sí, soy feliz.
You YuMo pudo soltar el agarre del espía, aunque la salida era por completo bloqueada por él, al menos ahora podía moverse a voluntad.
—¿Quién eres? ¿Qué quieres hacer conmigo? —preguntó el rubio.
FengHuang continuó hablando con un tono en especial apagado, el cual parecía emocionarse de a momentos, pero luego volvía a caer.
—Te voy a convertir, ¡en un amigo! Un amigo del amo, si es lo que él quiere... ¡Entonces, lo haré!
FengHuang comenzó a salir desde las sombras, se agarraba un hombro con timidez mientras se acercaba nervioso hacia You YuMo. Su piel estaba destruida, se había recuperado luego de haber sido quemado en su totalidad, solo que el aspecto no era muy agradable. Aún había partes carnosas, sobre todo en los brazos y manos, era como si su cuerpo completo fuera una enorme cicatriz.
—Si eres muy bueno, ¡como yo! Hasta podrás, ¡hablar! No hay nadie más que yo para hablar, ¡algunas solo se parecen a mí! Pero, ¡ellos! No hablan —dijo nervioso.
La nariz de You YuMo se arrugó. «Entonces esta es la zajiao de la que me hablaba Wen ShanShui. Si de verdad es la misma que nació en el sótano de la ciudad vieja del palacio en aquella competencia, es quien quemó el brazo de Chang Gao y a Wu ShuangJue. También quien tomó las vidas de esas tres mujeres. Aunque no parece recordarme», supuso el joven.
—Su alteza irá con todas las tropas que quedan, conquistará todo esta misma noche.
—Oh, no, debo ir cuanto antes —contestó nervioso.
—Sí, haz esto rápido. De todos modos la velocidad de las zajiao es increíble, nos alcanzarás de inmediato.
—Sí, entiendo. ¿P-puedes dejarlo en la puerta de ahí atrás? Debo acomodar los sellos. Y a la comida.
El hombre cedió a la petición de la zajiao y llevó a You YuMo casi a rastras hacia las celdas del fondo, no importaba cuántos tirones diera el joven, cada vez que ese hombre lo tocaba, su fuerza y energía disminuía de manera notable.
—Ya deja de tocarme, das asco —dijo You YuMo sin medir sus palabras.
Pero el hombre no respondió como se esperaba, tan solo y como si fuera un objeto sin valor, lo lanzó. Había rejas de hierro, huesos y cadáveres quemados por doquier. Un lugar aterrador y desagradable.
You YuMo ya lo sabía, Wen ShanShui le había contado todo. Esos cadáveres de seguro eran de los habitantes de He Ping, su familia, su gente.
—No hagas estupideces, FengHuang puede dar mucho miedo. Es un consejo, si no quieres sufrir sus torturas, mejor quédate quieto y no hables de más —se despidió.
FengHuang le sonrió al hombre que salía de esa oscura habitación repleta de celdas.
—No te preocupes. ¡Pronto tendré esto listo!
—Me retiro, su alteza ya habrá marchado hacia el punto de combate. No te demores, haz las cosas rápido.
FengHuang asintió sonriendo con calidez al igual que un niño, seguido a esto colocó algunos sellos más en las paredes, algunas linternas y otras cosas extrañas.
Mientras la zajiao preparaba todo lo que necesitaba, You YuMo miró en todas las celdas con suma atención. Oscuras, húmedas, solo podía sentir tristeza.
Por fin, allí lo encontró, el cuerpo de He Ping, tal y como Wen ShanShui se lo había descrito. Las lágrimas del chico comenzaron a caer en sus ropas.
—Viejo... He Ping... —sollozó murmurando el nombre de quien lo había cuidado tanto—. Viejo... yo... lo siento tanto... Había tanto que quería contarte, he hecho tantas cosas. Incluso, mira. —Señaló sus mejillas—. He perdido dos, lo he hecho por fin. También hay alguien a quien amo, tanto que no puedes hacerte una idea. He aprendido muchas cosas fuera. He conseguido muchos amigos, algunos son enojones, otros son muy tímidos, otros son en extremo amables. Mi maestro es el mejor, si lo vieras no te decepcionarías, él es la persona que más admiro. En verdad espero que me escuches ahora.
Sus lágrimas brotaron sin parar, quería abrazar a ese hombre una vez más. Quería decirle cuánto lo había querido, cuánto lo apreciaba y agradecía su cuidado. Quería decirle que había sido lo más cercano a un padre, que agradecía cada detalle que le había enseñado. Ya no pudo decir nada, sus palabras estaban atoradas en su garganta. Su corazón estaba en lo profundo del abismo, sin embargo, recordó lo que Wen ShanShui le había dicho sobre su experiencia.
Cuando Wen ShanShui lo había intentado tocar, el cuerpo de He Ping lo había repelido por algún tipo de escudo. Recordó también que había escuchado una débil voz desde su interior. Entonces, ¿también sería rechazado él?
You YuMo intentó tocarlo, no perdía nada intentando.
—Viejo, soy yo. —Con lentitud, acercó su mano lo suficiente y nada sucedió. Suspiró nervioso y tocó la cabeza del líder He Ping.
Cuando llegó a tocarla, You YuMo se percató de que había sido transportado a otro lugar.
Miró a sus alrededores, conocía a la perfección ese lugar. Había vuelto a la Montaña Jiazhi.
De repente, una mujer corrió en su dirección, tenía los ojos asustados y muy rojos. Seguro había estado llorando por mucho tiempo.
—¡Espera! ¿Quién eres? ¿Tú...? —Antes de terminar su siguiente pregunta, se dio cuenta de que aquella mujer lo había ignorado por completo. Ella siguió corriendo en su dirección, pero cuando llegó donde estaba You YuMo de pie, tan solo lo atravesó.
—¡¿Qué demonios?! ¡¿Qué fue eso?! ¿Ella me atravesó?
La mujer corría montaña abajo a gran velocidad, por lo que You YuMo comenzó a seguirla.
Luego de correr un rato en la misma dirección, el sitio comenzó a ser aún más conocido para él. Reconocía los árboles y las grandes rocas, no obstante, de repente, la mujer paró de correr y comenzó a gritar.
—¡He Ping! ¡He Ping, te lo ruego, él está muriendo! ¡Por favor, ayúdame! ¡He Ping!
Luego de unos segundos, desconcertado, You YuMo vio una cara conocida aparecer desde atrás de una barrera. Sin dudas era He Ping.
No podía explicar la alegría que sentía por verlo otra vez, aunque al parecer él no podía hacerlo. Las curvaturas de sus labios se había elevado de manera inconsciente, solo que, las palabras que pronunció el viejo, hicieron que cambiara su rostro de inmediato, congelando su sonrisa.
—Mujer —dijo He Ping con seriedad absoluta—. Tú escapaste de la aldea, tú practicaste magia oscura, tú te uniste a un cultivador traidor. No volverás, y no te ayudaremos.
You YuMo quedó pasmado. ¿Tan malo era todo eso? ¿De verdad no ayudaría a la mujer? Se veía de verdad muy necesitada.
—Por favor —suplicó la mujer delgada, de cabello claro y ojos grandes—. Él es mi amado, no puedo dejar que muera. Te lo ruego, la medicina que tienes dentro seguro puede curarlo. He Ping, por favor... —La mujer cayó de rodillas, en llantos ante He Ping, quien no se inmutaba para nada.
—Vete, la medicina no hará nada, es una enfermedad incurable, acéptalo, no voy a correr el riesgo de infectarnos nosotros también, vete —culminó con frialdad.
He Ping desapareció de la vista de You YuMo y de la mujer, esta lloró un rato más en ese lugar, luego gritó pidiendo por ayuda. Todo sin dejar de inclinar su cabeza hacia la nada, como si estuviera rezando a los dioses. Pasado un tiempo indeterminado, se puso de pie y volvió a subir la montaña. Ahora más lento y tambaleando.
You YuMo no tuvo más remedio que seguirla, puesto que cada lugar alejado de ella se volvía como una ilusión borrosa.
El joven reflexionó, no sabía la razón, pero por algo él estaba ahí. Era muy probable que fuera algún recuerdo que el viejo He Ping quería mostrar antes de partir. Si era algo como eso, prestaría muchísima atención.
La mujer llegó a una cueva, la cual si bien no estaba en la cima, estaba bastante lejos de He Ping.
Dentro, había un hombre recostado sobre varias hojas. Sus ojos estaban entrecerrados, su cabello era dorado y los ojos verdes apenas eran visibles. Respiraba con dificultad, de verdad estaba muy enfermo.
Enseguida la mujer se acercó, se sentó a su lado y acarició su frente.
—Querida, ¿has salido a buscar alimento? ¿Estás bien? ¿Pudiste encontrar algo? —habló con dificultad el hombre.
La mujer le sonrió sin dejar de acariciar su cabello:
—Sí, pude conseguir algunas cosas. Está bien, yo estoy bien. ¿Sigues sin poder ver bien?
El hombre tomó la mano de la mujer y la besó.
—Veo muy borroso, pero creo que recuperaré la vista pronto.
Ella apretó la mano de su pareja.
—Sí... te recuperarás, ya verás —sollozó
—Está bien. No te preocupes. No llores por mí ahora, necesitas ser fuerte.
—Sí, lo siento.
You YuMo se sentía muy fuera de lugar, aunque, al mismo tiempo, sentía que debía ver y escuchar lo que decían.
Continuó siguiendo a la mujer por un rato, esta, cuando el hombre se había dormido, salió a conseguir alimento. Utilizaba de manera diestra la magia, invocaba hechizos de alto nivel sin agotarse en lo más mínimo, se notaba que era una mujer de verdad habilidosa. Por un rato estuvo matando algunas bestias, cazó algunos animales y volvió a la cueva con un gran bolso lleno de cosas. Sin embargo, al llegar y ver la escena allí presente, todo en ella pareció desmoronarse, lo que llevaba sobre ella cayó al suelo produciendo un ruido seco y alterador.
El hombre había dejado de respirar, su piel estaba azul y helada, no había vida en él.
La mujer, aterrada por la vista, corrió hacia él.
—¡No! ¡Espera! ¡No puedes dejarme! Por favor... —comenzó a llorar tan fuerte que se podía oír desde muy lejos, fue tan desgarrador que hasta You YuMo pudo sentir ese dolor, afligido por la escena, todo su cuerpo sintió un gran escalofrío.
Después de un rato de intentar de todo para regresarlo, la mirada de la mujer se oscureció, aunque también parecía haberse calmado. No volvió a pronunciar ni una sola palabra, solo se puso de pie, tomó del suelo una filosa piedra y se cortó la muñeca.
You YuMo se sorprendió por ese acto, tanto que se vio obligado a caminar hacia atrás, luego, como si olvidara en donde estaba, corrió hacia delante.
—¡No! ¡¿Quieres morir?! ¡Él no hubiera querido eso! ¡Detente! —gritó el joven, ignorando que no era escuchado.
La mujer comenzó a recitar, dijo muchas palabras extrañas que ni se parecían a su idioma, sonaban oscuras y tristes, solo con escuchar esa clase de rezo, You YuMo supo que era magia oscura. En seguida, mientras seguía pronunciando, utilizó la sangre que brotaba de su brazo para dibujar un círculo perfecto, luego, dentro de él dibujó otro símbolo con unos trazos que You YuMo jamás había visto en su vida. Era probable que esos dibujos los había inventado ella misma.
Cuando terminó los trazos, varias bestias del exterior comenzaron a acercarse a la pequeña cueva, estaban muy tranquilas, como si fueran pequeños animales domésticos que llegaban a casa para comer.
Todas ellas se sentaron en el círculo, como si estuvieran hipnotizadas por el canto de esta mujer. No gruñían, no hacían ningún sonido, solo esperaban que algo ocurriese.
Luego, la mujer usó todas sus fuerzas para cargar en sus brazos al hombre, nunca dejó de recitar, tampoco de llorar o sangrar.
Colocó al hombre en el medio de todas esas criaturas, elevó su voz al doble, y en consecuencia, el círculo comenzó a brillar. Las bestias rugieron, aun así, no se movieron en absoluto. Acomodó otra vez el cadáver en el centro del círculo y terminó de recitar, en ese momento, el sello explotó.
You YuMo tuvo que cerrar sus ojos por el brillo, además, aunque todo lo atravesaba, sus reflejos actuaron y esquivó las rocas que salían despedidas hacia él. Si no estuviera en una ilusión y esas rocas fueran reales, quizá podían romper alguno de sus huesos.
Cuando todo el destrozo terminó volvió a mirar, You YuMo no podía despegar sus ojos de esa escena. El hombre estaba respirando, se levantaba con lentitud desde el suelo, había un enorme charco de sangre por debajo que lo hacía ver terrorífico. Algunas de las bestias que habían rodeado el círculo estaban destrozadas, sin embargo, las que quedaron vivas no se movieron.
Al igual que un animal salvaje, al hombre le crecieron garras y dientes demasiado grandes. Se movió de manera veloz y comenzó a comerse a las bestias que habían quedado en el círculo, en seguida que volteó su mirada, percibió a la mujer de rodillas. Ella estaba de espaldas, no se movía en lo más mínimo, por lo que sin dudarlo se abalanzó hacia ella.
El hombre no estaba consciente de sí. Era como una bestia, una que buscaba con desesperación algo que comer y cosas para destruir. You YuMo entendió de inmediato lo que la mujer había hecho, y a lo que He Ping se había referido cuando mencionó lo de la magia oscura.
—Lo convertiste en una zajiao... Incluso si él ya estaba muerto... Hasta ahora, según la carta, se necesitan "contenedores vivos" con energía espiritual... Ella solo utilizó su sangre y a estas bestias... y pudo revivirlo... ¿Qué clase de magia ha utilizado? ¿Cuánta energía tiene esta mujer? —You YuMo estaba pasmado e inmóvil, impresionado por el poder de esa persona. De verdad era increíble.
La mujer estaba a punto de ser engullida por el hombre, pero algo llamó su atención en demasía. La olfateó por un instante, luego con sus garras la tocó, hasta que por fin quedó inmóvil, mirando hacia ella por unos segundos.
Ella no dijo ni una sola palabra, solo lo observó con su cara repleta de sangre, con una sonrisa cálida.
—Cariño... has despertado.
El hombre la volvió a mirar frunciendo el ceño, sus garras comenzaron a disminuir de tamaño hasta formar manos humanas otra vez. Sus colmillos también dejaron de crecer y volvieron a su estado normal.
You YuMo, quien ya se había esperado el final horroroso de esa mujer, apretaba sus puños, pues, ese hombre, de manera inesperada, ahora estaba en un estado normal. Incluso la abrazó como si nada hubiera sucedido.
Desde luego, ella respondió igual con un abrazo, acarició el ensangrentado cabello dorado del hombre que ahora lloraba afligido.
—Está bien, solo no me reconociste por la confusión. Ya estarás bien, lo prometo, no dejaré que nada te pase, ¿puedes hablar? ¿Te sientes mejor, verdad?
—Sí, ¿qué has hecho? Prometiste que no me convertirías en esto —respondió fuerte y claro la zajiao.
—No quiero vivir en un mundo sin ti —dijo, abrazándolo con aún más fuerza.
—Tonta... mujer tonta.
You YuMo no sabía qué cara poner. ¿Estaba feliz? ¿Estaba preocupado?
«¿Qué demonios pasó aquí? ¿Cómo se volvió todo de esta manera? ¿Qué había pasado con exactitud?».
De repente, para You YuMo todo se volvió borroso. Solo podía ver una fuente, una fuente que reconocería donde fuera.
Estaba dentro de la aldea He Ping, su hogar. No obstante, no tuvo tiempo de seguir mirando, pues de inmediato se escuchó un estallido proveniente de la montaña.
He Ping salía desesperado del templo, el cual también reconocía como la palma de su mano.
Aunque quería entrar y ver su casa, la situación no era la indicada para hacerlo.
He Ping se puso en camino a la montaña y You YuMo lo siguió por detrás. Las explosiones habían cesado desde hacía un rato, y aun así, He Ping no disminuía su paso ni un poco. Incluso seguirle el ritmo era una tarea más difícil de lo que se imaginaba.
Al cabo de un rato, ambos llegaron a la cueva.
Allí solo encontraron al "hombre zajiao" y a la mujer, sin embargo, ellos llevaban grandes agujeros en sus corazones. He Ping entró a la cueva con miedo y tocó a la mujer.
—Tonta mujer, recibieron el castigo de la reina.
Justo cuando se estaba volteando para volver, un llanto muy suave logró a escucharse, si hubiera sido una persona cualquiera, era probable que no hubiera escuchado ese tímido sonido que venía desde quién sabe dónde. Sin dudas, era el llanto de un bebé, el pequeño lloraba cada vez más fuerte, como si pidiera auxilio.
He Ping se dio la vuelta de inmediato y siguió el sonido. Sacó un montón de rocas que había en la pared y escarbó un poco hasta encontrar el agujero. Dentro había una pequeña sala. No era la gran cosa, pero en verdad se veía muy acogedora, allí, sobre unas cuantas hojas, había un bebé. No tendría más de tres o cuatro meses.
Él lloraba sin consuelo, tanto que He Ping se acercó casi con miedo. Luego acercó sus manos al niño, y este, al notarlo, abrió sus ojos, dejando casi de llorar. Tenía ojos verdes como las esmeraldas, y su cabello era un algo rizado y dorado. La piel era tan pálida como la de los fantasmas, como si nunca hubiera visto la luz del sol. Estaba en verdad delgado y pequeño, Parecía una criatura inocente, a la que le quedaba mucho camino por delante.
He Ping se arrodilló en el suelo con el niño en sus brazos.
—Me rindo. ¿Qué has hecho mi niña? Has... dado a luz al hijo de una bestia —He Ping lloró, y al mismo tiempo llevó en sus brazos al niño, quien ahora agarraba su barba para apretujarla en sus pequeñas manos.
He Ping sintió que algo chocaba contra él al levantarse, luego de varios segundos, sonrió.
—Me dejas a un niño, y además esos recuerdos. ¿Qué más quieres? ¿Flores? —He Ping volvió a llorar—. ¿Cuándo se supone que deba mostrarle esto? Niña tonta... —Suspiró, y volvió a mirar al bebé—. Así que... You YuMo.
Las pupilas de You YuMo se contrajeron, por varias razones esperaba algo como eso, sin embargo, escuchar su nombre de esa manera fue un choque con la realidad.
Era él mismo, esas personas eran sus padres. You YuMo no podía creer lo que veía. De sus ojos solo brotaron lágrimas, no podía ni siquiera hablar o susurrar.
Seguido, incluso si llevaba sus ojos cubiertos de lágrimas, vio cómo He Ping enterraba a sus padres, cómo lo llevaba con ternura hacia la aldea, donde después sería criado como un humano más, como un miembro más de la familia.
You YuMo no mostraba expresión alguna. No supo cómo sentirse ya para ese entonces, solo era algo indescriptible.
—Yo soy... el hijo de una zajiao —susurró.
Fin capítulo 32.
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You YuMo era una cruza con bestia y por esa razón quebró la barrera de Zhì Jiān en el capítulo 28, ¿era quizás una pista? Pues sí xD
Si alguno se había dado cuenta antes, es el momento indicado de decirlo (๑•́ ₃ •̀๑)
PD: perdón por no dividir el capítuloOoOo, sé que fue larguísimo jeje :''D
Les mando un abrazoteee, gracias por seguir por aquí 💖💖
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