Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

La elegancia del estafador. (7/???)

Una vez llegaron a la mansión del señor Pierre, el joven rubio se quedó encantado ante aquella belleza de casa. No era moderna, ya que guardaba muchos aspectos clásicos y elegantes, algo que sin duda lo dejó sin palabras.

— ¿Y siempre ha vivido aquí?... —le susurró al mayor con curiosidad, mientras cargaba a su hermanita la cual se había dormido en el camino—.

— No siempre, aveces tuve que mudarme. Pero planeo mantenerme aquí hasta ahora. —caminó a su lado con calma mientras veía los movimientos de sus empleados—. Y ahora, este será tu hogar también.

— ... Sigo sin entenderlo... E-Es decir, ¿De verdad esto es real?... Es que me parece tan wow. Pensé que nunca tendría la oportunidad de pisar un lugar cómo este... —dice lo último un tanto desanimado y desviando la mirada—.

— Escúchame, Edmond. Te voy a dar la educación y las cosas necesarias para que formes parte de mi equipo. Esto es un negocio, ¿Ok? Yo te ayudaré a sacar lo mejor de ti, siempre y cuando me lo compenses con esfuerzo en el trabajo.

El rubio asintió con la cabeza y soltó un suspiro, sabía que ya se había metido a la cueva del lobo y ya era muy tarde para irse. Además de eso, no quería seguir viendo a Anne sufrir... Él se sacrificaría para así poder darle todo lo que ella merecía.

Minutos después, Edmond había dejado a Anne en una habitación. Al principio estaba muy abnegado al dejarla sola, hasta que Pierre le presentó a las mujeres de servicio y logró calmar su angustia.

— ... Hay algo que quisiera pedir fijamente, de no ser así... Lamento decirle que me negaré a trabajar con usted. —miró al lince un tanto nervioso por la reacción que podría tener, pero se sintió tranquilo al notar que este lo alentó a que le dijese lo que quería decirle—. ... Quiero que Anne no vea ni una arma en la casa, tampoco que vea sangre o alguna violencia. Mucho menos que escuche un lenguaje inapropiado... Se que este mundo es feo, pero deseo que disfrute de su niñez como debe ser.

Pierre suspiró algo pesado y asintió con la cabeza, le parecía lógico lo que pedía... Y a fin y acabo, notaba lo mucho que la amaba. Si ella era feliz, él también lo sería y por ende haría bien las cosas.

— Está bien, así será. Yo mandaré la orden. Pero eso sí, tú sí tendrás que implicarte en ciertas situaciones de la mafia más adelante. Pero iré poco a poco contigo, muchacho. —esboza una pequeña risa y alza una ceja—. Dime algo, ¿hace cuánto no te bañas bien?

Cuando Edmond estuvo apunto de decirle algo, notó como se acercó una estilista junto un pequeño equipo. Esta iba yendo con los brazos abiertos y una amplia sonrisa hacia Pierre.

— ¡Oh, Pierre. Querido mío! Vine tan pronto como pude apenas vi tú mensaje. —al acercarse a él, le dió un beso en la mejilla. Para después quitarse sus lentes oscuros y mirar a Edmond—. ¿Esta es la cosita en desgracia?

El rubio miró algo disgustado al lince por ese comentario, pero este último sólo terminó por aclarar su garganta.

— Edmond, déjame presentarte a madame Nicolle. Ella es una estilista y diseñadora de modas muy prestigiosa en toda Francia. Le pedí el favor de que te hiciera un cambio de imagen, también trajo algo de ropa para ti. Y una vez despierte Anne también le dará un arreglo a ella... —le sonríe con algo de amabilidad hacia el joven rubio—.

— Ya yo estoy grande como para que me bañen... —miró a Nicolle con incomodidad y algo de molestia por ello—.

— ¡Shhh! Entre nos, eres un niño para mí. ¡Así que vamos yendo ya mismo! Es que tan sólo veo esos ojos tuyos y se que debajo de esa imagen, hay un príncipe hermoso. —sonrió con emoción para así intentar animarle, pero al ver que solo seguía negándose, lo tomó de la mano y se lo fue llevando—.

Madame Nicolle ayudó a Edmond a bañarse con agua tibia en una tina, mientras que su equipo se encargaba de ayudarlo a bañarse con una esponja, al igual que otros iban pensando en cómo cortarle el cabello al igual que la ropa a usar en él.

El rubio se sentía incómodo al ser bañado frente algunas personas, inclusive llegó a pensar que podrían haber llegado a susurrar a sus espaldas sobre su apariencia. Esa suposición le dolió mucho, ya que realmente le avergonzaba su situación.

— Se que todo esto es nuevo para ti, cariño. Pero no te preocupes, estas en manos de profesionales. Solo estamos contribuyendo a una buena causa. —le sonrió de forma dulce Madame Nicolle, ya que había notado su carita—.

— ... No lo sé, sigo incrédulo ante todo esto. Y dudo mucho poder verme bien... —le dijo con algo de timidez y vergüenza, intentando no verla—.

— ¿Verte bien? Te verás como un príncipe encantador. No existen personas feas, sólo existen personas mal arregladas. Y créeme, irás creciendo y te volverás un hermoso chico. —le guiña el ojo con su sonrisa y termina por apresurar a sus empleados—. ¡Es para hoy, apúrense!

Edmond sonrió un tanto enternecido al haberlo hecho sentirse bonito, quizás si tenía razón. Si estuviese más arreglado sin duda se vería mejor.

Ya al rato, habían terminado de arreglar a aquel niño abandonado y sucio. Para después dejar en su lugar a un hermoso rubio perfumado, arreglado, y vestido con una camiseta grisácea clara, unos pantalones negros y unos zapatos a juego.

Edmond no podía creer lo guapo que se veía, nunca se había sentido tan limpio en todo su vida. Pero se juraba que mantendría su higiene personal para lucir así de guapo siempre.

— ¡Me encanta como me veo! —le sonríe con dulzura hacia los demás, notando que Pierre estaba ahí—.

— Quedaste como todo un apuesto príncipe, Edmond. Te meteremos en clases de etiqueta y protocolo, al igual que en clases de deporte, de música y de oratoria. Si aparentarás ser cómo un príncipe, necesitas comportamiento y educación de uno. —sonrió de forma leve hacia él—.

— ¿Cree que pueda meterme en clases de cocina también? ¿¡Y de arte!? —sonrió aún más emocionado ante lo último—. ¡Siempre he soñado con pintar!

— Oww, es un jovencito muy encantador. —río madame Nicolle ante la reacción de Edmond. Hasta que después llevó su mirada a Pierre—. Bien, esperaremos a que la pequeña despierte. Con permiso... —asiente levemente con la cabeza y se marcha de ahí junto su personal—.

Pierre asintió ante lo de madame Nicolle, hasta que se acercó a Edmond y le sonrió.

— Confía en mí, tendrás la mejor versión de ti mismo. Yo te lo prometo... —acarició su mejilla con suavidad, mientras se quedó mirándolo por un momento a sus ojos azules—. Tienes los ojos de mi hijo...

— ¿Usted tiene un hijo? —ladeó la cabeza con algo de curiosidad, hasta que notó su breve silencio por la pregunta—. ... L-Lo siento, no quise preguntarle algo indebido. —agachó las orejas con timidez—.

— O-Oh, no pasa nada. Son cosas que simplemente pasan... Y en cuanto a tu pregunta, si tuve un hijo. Se llamaba Vincent. Él era mi pequeño... Pero a la vez, mi más grande tesoro. —sonríe un tanto melancólico y agacha las orejas—. Sus ojos eran de un azul precioso, así como los tuyos...

— Se nota que lo quiso mucho... —sonríe un poco hacia él, pero a la vez sentía algo de pena por su perdida—.

— ... Yo lo amaba, Edmond... —cerró por un instante sus ojos para intentar calmar sus emociones, ya que aún le costaba lidiar con el asesinato de su hijo. Hasta que luego abrió estos y dejó escapar algunas lágrimas inevitablemente—. L-Lo siento, sólo eres un niño cómo para escuchar estos temas... —negó de forma rápida mientras se secaba las lágrimas con prisa—.

Edmond lo miró algo triste por verlo así, no sabía que decirle respecto a ello. Así que sólo terminó por buscar algo entre su ropa vieja.

— ¿Qué buscas ahora, muchacho? —lo miró de reojo con confusión, hasta que notó como después se le acercó y le colocó una bendita en su pecho, donde se encontraba su corazón— ...

— ... Espero que su corazón sane pronto, señor Pierre. —le sonríe un tanto nervioso al no saber cómo reaccionaría. Hasta que notó como el mayor derramó más lágrimas y soltó algunas risas—.

— E-Es el acto más inocente y dulce que he visto... Estas loquito, Edmond. —suspiró con una pequeña sonrisa y coloca una mano en su hombro—. Tienes un corazón muy noble.

Edmond sonrió un poco más al escucharle aquello, hasta que notó al
final a unas personas que vestían de traje.

— Pierre, aquí estabas... ¡Te hemos estado buscando por todos lados! —le gritó uno de estos con seriedad, hasta que se acercó un poco más a ellos—. Tenemos muchos problemas... ¡Les debemos una deuda enorme a la mafia italiana! Y ni hablar de la mafia británica...

— ¿Te crees que no lo se? ¿¡Pero qué hay de las inversiones que hice para aumentar los ingresos!? —frunció un poco el ceño al haber escuchado aquello, hasta que se sorprendió por lo que terminó mencionando alguien más—.

— ¡Fracasaron!, ¡Pierre vamos a irnos a la ruina extrema! Si no hacemos algo para recolectar la cantidad de dinero necesaria para salvarnos el pescuezo, ¡Van a venir a matarnos a todos! —se dirigió hacia él con amargura, ya que la situación lo tenía bastante tenso—.

— Eso no pasará... La solución futura será este muchacho. —mencionó Pierre con su neutralidad, poniendo a Edmond enfrente suyo el cual cargaba una cara de querer desaparecer—.

— ... Este no era el protagonismo que quería... —susurró hacia si mismo con preocupación, ya que no sabía en qué demonios se había metido—.

— ¿Un niño? Uhg, ahora si que te volviste loco. Tienes hombres con la inteligencia de un profesional, ¿Este niño cómo nos salvará? ¡¿Con un puestito de limonada en donde le compren porque él es bonito?! —gritó con molestia el de atrás, el cual miraba de manera despectiva a Edmond—.

— ¡Pero aún así conseguiría la plata que a ti te falta! —le miró con molestia el rubio, hasta que Pierre le tapó la boca—. ¿¡Mmm!?

— Silencio, leoncito. No es el momento de rugirle a la gente... —frunció un poco los ojos sobre Edmond, hasta que después volvió a ver a los demás—. Evidentemente necesitamos de inteligencia, pero este enrollo lo resolveremos con talento... ¡Y este muchacho lo tiene!

— ¿Talento para cortar del 1 al 100? Pierre, escúchanos bien... ¡Ese mocoso posiblemente tenga unos 13! De aquí a que sea maduro y comprenda la situación... Nosotros ya estaremos en el infierno.

— Denle tiempo, les prometo que nos ayudará. Hasta el momento solo nos ayudará con su talento... No más que eso, de lo demás nos encargaremos nosotros. —asintió con la cabeza el mayor, mientras el más pequeño volteaba los ojos ante la rabia que le daba—.

Ya más tarde, Anne había tenido un cambio de estilo. Le habían cortado un poco su cabello, al igual que la habían bañado bien. Ahora sus rizos lucían mucho más definidos, al igual que olía a una fragancia dulce y muy suave.

Edmond estaba con ella en la habitación, ya que Anne quería que le dedicase un cuento. Por lo tanto, el joven rubio se encontraba acostado junto ella, mientras mantenía un libro en sus manos.

— Y de repente, ¡Salió un feroz dragón de la torre donde se encontraba la princesa! —mira a Anne con un gesto de sorpresa, el cual hacía apropósito para meterle más emoción al cuento—. Pero el príncipe no perdería a su amada, ¡Así que sacó su espada y venció a aquel temible dragón!

— ¿L-Los dragones existen, Edy? —le mira con algo de miedo por cómo se imaginaba el del cuento—.

— No estoy seguro, ¡Pero hey! El príncipe de tu hermano no dejaría que nada ni nadie te hiciera daño... Yo me enfrentaría a cualquier dragón por ti, mi tesorito. —le susurró de forma dulce hacia los ojos, notando como pareció enternecerse y lo abrazó más calmada, así que prosiguió a seguir con el cuento—. Y una vez rescató a la princesa de aquella horrible torre... La llevó a su palacio sobre las nubes, en donde le prometió su amor eterno. Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

Para cuando Edmond cerró el libro con cuidado, notó como su hermanita se quedó dormida en él. Así que formó una pequeña sonrisa y dejó el cuento en la mesita.

— ... Te prometo que yo te daré el castillo que mereces... —se acercó a su frente con cuidado y le plantó un beso, para después apagar la lámpara y quedarse dormido junto ella—.

Pasaron los años y Edmond fue creciendo en talento y belleza. Con el pasar de los meses, Edmond había mejorado aún más su apariencia física, al igual que mantenía muy buenos modales y comportamientos finos. Sin duda se había vuelto un chico con vida old money.

Sin embargo, durante esos tiempos no se habría metido directamente con el problema de la mafia, por lo que solo se concentraba en sus cosas pendientes. Pero llegando a ayudar a Pierre a realizar las duplicaciones que le pedía, ya una vez lo hacía y se lo entregaba... No tenía ni la más mínima idea de qué sucedía después.

En cuanto a Anne, ella no tenía idea de que su hermano trabajaba para semejante cosa, aunque ella tampoco entendía que significaría "mafia". Pero no tenía motivos para sospechar de algo malo, ya que los de la mansión se habían asegurado de ser muy discretos hacia ella. Y mientras ella tuviese a su hermano al lado, nada la haría sentirse mal.

Un día, Edmond estaba con una blusa blanca holgada, la cual tenía casi todos los botones abiertos. Y mantenía puesto también un pantalón color café, el cual le llegaba muy arriba de los tobillos.

El rubio estaba realizando una escultura de barro, la cual consistía de una mujer que daba la sensación de que cubrirse nada más con una tela. Él era muy delicado ante cada detalle, sobretodo cuando deslizaba sus manos por aquella escultura.

— Un poco más de dedicación y estará lista... —llevó su mirada hacia el rostro de la mujer, a la cual contemplaba con belleza y satisfacción—.

— ¿Joven Clermont? —entró una eriza castaña al lugar donde se encontraba este, por su apariencia se veía que parecía ser una asistente—.

— Oh, Suzette. Adelante por favor... —se voltea hacia la chica con una pequeña sonrisa—. ¿Qué pasa?

— P-Pues... Quise venir a ver por si necesitaba de algo... —sonríe un tanto tímida hacia él, hasta que desvía por un momento la mirada—.

— ¿Sabes si el señor Pierre está aquí? Habíamos quedado en que desayunaríamos juntos.

— ¡Oh, si claro! Él está en el jardín... Puede ir a verlo. —volvió a dirigir su mirada hacia él, hasta que notó su pecho descubierto y le fue inevitable sonrojarse por ello—.

Merci. [Gracias] —asintió con la cabeza mientras se arreglaba rápido, hasta que se cerró la camisa y se colocó sus zapatos clásicos. Para así salir hacia el jardín—.

Ya al poco rato, Edmond estaba desayunando junto Pierre, el cual ya se había vuelto algo más viejo por los años que pasaron.

— ¿Cómo te va con Suzette? —le preguntó el lince con tranquilidad, mientras tomaba a gusto su café—. Lo digo porque aveces no parece ser de tu agrado el tenerla cerca...

— Uhg, es molesto ya... Es decir, se que soy atractivo. Pero ella no disimula ni un poquito y aveces es incómodo. —rueda ligeramente los ojos y después hace un gesto de fastidio, mientras llevaba puestas unas gafas de sol—.

— Edmond, te he dicho que mantengas humildad en cuanto a tu apariencia. —abre un poco más los ojos ante su comentario orgulloso—.

— Humildemente no salgo de la casa por guapo, así que realmente no lo presumo como parece... —se encoge levemente de hombros y esboza una sonrisa—.

— En fin, mientras no te llenes la cabeza de porquerías... —resopla ya algo frustrado ante ello y suelta un suspiro—. ... Posiblemente te necesite más que nunca, te necesito centrado en lo real.

— Mi belleza es real, ojo con eso. —vuelve a soltar una risa hasta que termina por quitarse los lentes, para después llevar la mirada hacia Pierre, salvo que mantenía un gesto más neutral—. ¿Qué sucede?...

— ... No han salido muy bien las estafas con las duplicaciones. Y es posible que lleguemos a perder mucho... —lleva su mirada hacia la de él, notando su angustia—.

— Oh no, eso ni hablar... —frunce un poco la mirada y niega con la cabeza —. Yo no pienso llevar de nuevo a Anne a las calles...

— Lo sé, por eso te pido que cooperes en lo que te pediré... Y es que quiero que formes parte de lo que es verdaderamente la mafia...

Edmond se puso pálido al escuchar aquello, sabía que en algún momento eso iba a pasar, pero había sentido que sucedió muy rápido... Demasiado.

— ... Yo no tengo las agallas de m-matar gente... Tampoco quiero volver a robar cuando niño, ¡No quiero volver a mis malas acciones! —le susurró con preocupación y negación—.

— Piénsalo de esta manera, serán malas acciones por intenciones correctas... Piensa en Anne. ¿Harías lo que fuese por ella, no es así? Motívate por ella... —bajó las orejas con algo de desánimo, esperando poder convencerlo—.

Edmond al principio seguía estando abnegado a cometer tales cosas, hasta que el haberle hablado sobre Anne lo hizo reconsiderar su oferta.

— ... Dame un momento para procesarlo, solo eso. Por favor... —se levanta algo frustrado y suspira, para así empezar a irse del jardín—.

Pierre suspiró algo pesado al ver a Edmond irse, así que solo se quedó mirando el croissant que iba a comerse.

— ... Ojalá esos rizos le iluminen las ideas por una vez. —sonríe ligeramente con la cabeza ladeada y termina por empezar a comerse su croissant—.

------------------------------------------------
Holaaaaa >:3
Por fin he actualizado esto MUAJSJAJ
Ya se acerca lo chido \:V/
Lamento lo largo del cap u-u pero no quería saltarlo tanto tampoco xd

Pero en fin, espero les haya gustado uwu
Adioooos :3❤️✨

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro