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Capítulo 2 - La Llegada

La estación de Seúl se encontraba concurrida de personas que iban en todas direcciones y chocaban entre sí. El ruido era ensordecedor, casi imposible de distinguir otros sonidos, o entender las conversaciones, los trenes pasaban con personas apretujadas en cada vagón y las que esperaban por entrar hacían presión para lograr conseguir un espacio en los ya repletos vagones.

Christopher Bang se encontraba observando su reloj de mano ansiosamente, de vez en cuando dejaba salir un suspiro profundo y su ceño se fruncía cada vez más acentuando su mal humor.

El hombre estaba inmensamente sumergido en sus propios pensamientos que no notó que habían unas chicas que lo miraban indiscretamente y susurraban no tan bajo sobre él. Y es que era imposible no notar al cirujano, Christopher tenía mucha presencia, vestía a la moda con ropas que marcaban a la perfección su trabajado cuerpo, su cabello era oscuro y lacio resaltando su pálida piel, su corte de cabello era actual, su corta barba estaba perfilada marcando su pronunciada mandíbula y sus ojos parecían chocolate fundido.

Christopher observó nuevamente la hora y resopló como si fuera un toro enojado, su paciencia había llegado al límite. Sacó un teléfono celular del bolsillo de su pantalón y marcó un número, en su cara realmente se podía palpar el malhumor que tenía.

-Hola- dijo una voz un poco chillona del otro lado del teléfono.

-Jeongin, ¿dónde carajos estás? - Christopher no levantó la voz pero su tono frío y fuerte dejaban notar su enojo - ¿sabes la hora que es? El tren sale en diez minutos, si no llegas a tiempo, yo no te pienso esperar y tampoco pienso pagar otro tiquete.

Sin dejar que el chico respondiera, colgó la llamada y resopló nuevamente, llevó una mano a su cien y masajeo sus párpados, un dolor de cabeza amenazaba con arruinar el viaje.

Jeongin había cambiado mucho con el tiempo, no es que hubieran sido siempre cercanos, su relación era más de apariencia que otra cosa pero antes se preocupaba por él o al menos fingía hacerlo y después de siete años de relación, se había vuelto frío, no le importaba llegar tarde a las citas o actividades importantes que él tenía, ya no lo llamaba por teléfono para saber cómo estaba él o dónde estaba y si él lo llamaba se enojaba alegando que Christopher lo quería controlar. Desde el inicio él sabía que sólo era atracción física, se querían mucho pero solamente era eso, cariño, nunca fue amor, en realidad Christopher creía que el amor era un hermoso cuento de hadas que la sociedad les vendía para volverse consumistas durante San Valentín o en alguna de esñas estupideces, lo veía hasta en sus padres, que no se amaban, estaban juntos solo por conveniencia social y por lo que él notaba, él y Jeongin iban por el mismo camino. No le importaba en realidad, pues todo en su vida era así, tomar ventajas sociales sin importar nada más.

Una vez más comprobó la hora, faltaban tres minutos para que el tren saliera, por lo que tomó sus maletas y se dirigió al andén que correspondía. Cuando se disponía a subir, escuchó unos zapatos que repicaban contra el suelo con rapidez, volteó y vio a Jeongin que venía con la cara empapada de sudor y sus mejillas tenían un color rosa encendido. Cuando por fin llegó junto al cirujano, Jeongin lo observó sin decir nada y asintió con la cabeza, Christopher volteó y subió al tren sin abrir la boca ni ayudar al chico, Jeongin por su parte se apresuró a subir detrás de Christopher sin chistar, conocía muy bien al de cabello oscuro y lo más sensato sería no abrir la boca en al menos una hora.

Ambos hombres tomaron asiento en sus respectivos espacios en la zona VIP del tren cuando una voz femenina sonó fuertemente en el andén indicando la partida del tren el cual comenzó a moverse.

🔴 🔴 🔴

Unas horas más tarde y a miles de kilómetros de distancia...

-¡Min!- llamó Changbin - necesito que vayas al mercado de la estación del tren y compres todo lo que está en la lista sin falta - dijo señalando un papel y un monedero que se encontraban sobre el mostrador.

-¿Me estás jodiendo? -preguntó Minho sin poder creer lo que su amigo acababa de decir.

Changbin miró al castaño con una expresión indescifrable, era una mezcla de arrepentimiento por pedirle el favor al castaño y de enojo por la forma en que respondió su amigo.

-¿Es necesario que sea yo precisamente el que tiene que hacer las compras? - protestó Minho.

-Hyunjin está ocupado con unos proveedores y los demás empleados también tienen que hacer otros trabajos urgentes, hoy estamos muy atrasados - respondió Changbin y al ver la cara de pocos amigos del chico, añadió - sé que odias ir al pueblo o que te vean, pero puedes llevarte mi carro, así regresarás rápido.

Minho suspiró derrotado y asintió con la cabeza, luego tomó las cosas sobre el mostrador, dio media vuelta dirigiéndose a la parte trasera del pub, cerca de la puerta tomó unas llaves y salió del lugar.

En la parte de atrás del local había un modesto automóvil de color negro. Minho abrió la puerta del coche, se montó y se dispuso a conducir por las ajetreadas calles de Jinhae.

Era una hermosa tarde y estaba a punto de oscurecer, los transeúntes andaban con prisas por las compras de último momento. Se había esparcido por el lugar que el heredero Bang llegaría en esos días, pero aún no se sabía cuando, por lo que los habitantes de Jinhae comenzaron a preparar todo tipo de cosas para dar una cálida bienvenida. Todo esto había hecho que hacer compras fuera un caos total por la cantidad de personas que hacían compras absurdas.

Minho no entendía muy bien por que una sola persona que nadie conocía o jamás habían visto lograba hacer tanto revuelo. Era solo alguien más, claro alguien que heredaría millones de millones y que además sería prácticamente el jefe del pueblo, pero fuera de eso no había nada especial en aquel desconocido heredero.

-Insensatos - murmuró para sí Minho con desaprobación.

Luego de dar varias vueltas en el parqueo del mercado, logró encontrar espacio y se estacionó. Antes de salir del carro echó una rápida mirada a la lista de compras y memorizó todo, no quería estar ahí más tiempo del necesario. El chico salió del carro y se apresuró hacia el mercado, sin dejar de percatarse que el auto de la familia Bang justamente se estaba estacionando al lado del de Changbin.

En ese momento, en la estación del tren un hombre pálido se bajaba del vagón de un tren acompañado de un chico de cabello rosa pastel que hacía cara de asco al mirar alrededor.

-¿De verdad tu familia pertenece a este lugar? - dijo desdeñosamente.

Ciertamente el pueblo no era una preciosura, era frío y se encontraba en medio de montañas, lo único que lo embellecía eran los árboles de cerezo cuando era temporada de florecer, pero no era en esa época precisamente. El viaje les había costado unas cuantas horas de vida y estaban cansados; sin mencionar que tenían hambre.

-Esto es lo que hay - musitó Christopher.

-¿Al menos el hotel en que nos vamos a quedar es decente y tiene agua caliente? -preguntó Jeongin sin querer saber la respuesta realmente, no creía que algo bueno o bonito hubiera en ese pueblo.

Christopher había olvidado por completo decirle a Jeongin que él debía quedarse en Bang Manor y Jeongin en el hotel por lo pronto, ya que a su abuelo le disgustaban las visitas y eso incluía a su prometido.

-Jeongin-dijo seriamente llamando la atención del chico - Yo no me quedaré en el hotel.

El chico cambió su expresión, abrió los ojos como platos, atónito de lo que acababa de escuchar.

-Disculpa, ¿qué me estás queriendo decir? - dijo elevando la voz.

La vena en la sien de Bang comenzaba a palpitar, ahí iban otra vez, a pelear por algo sin sentido.

-Es temporal, mi abuelo no te conoce y aunque sepa que eres mi prometido, no te dejará quedarte en Bang Manor - intentó explicar calmadamente - mi abuelo es un viejo cascarrabias y desconfía de la gente. No quiero discutir por esto, te aseguro que el hotel es el mejor de todo el pueblo y sí, si tiene agua caliente y tina de baño también.

El chico iba a refunfuñar, cuando escucharon una voz que los llamaba.

-Señorito Christopher.

Christopher volteó y vio a un hombre vestido de traje negro que se apresura a su encuentro.

-No has cambiado nada en estos años, Seungmin - dijo Christopher.

-No señorito, gracias por el cumplido - dijo el hombre - por el contrario, usted ya es todo un hombre.

Christopher sonrió de medio lado, se preguntó si el viejo de su abuelo diría lo mismo o solo diría que él era un niño mimado de ciudad. Jeongin veía la situación esperando a que su prometido lo presentara. Al no ver reacción de Christopher, se aclaró la garganta, ambos hombres voltearon a mirarlo.

-Soy Jeongin, el prometido de Christopher - dijo el chico intentando parecer importante.

-Un gusto conocerlo - respondió Seungmin- Permítanme las maletas, yo las llevaré por ustedes.

Jeongin sin esperar mucho entregó las suyas, Christopher se había negado a cargarlas y él no era cualquier persona para andar cargando maletas. Christopher rodó los ojos y luego entregó las suyas.

-Pensé que habría otro chófer contigo - comentó Christopher.

-Oh, señorito disculpe, solo he podido venir yo, su abuelo necesitaba el otro automóvil, por lo que yo llevaré a ambos a donde necesitan - comentó Seungmin.

-Eso quiere decir que solo hay un carro disponible, ¿cierto? -preguntó Christopher.

-Es correcto, señorito - dijo el hombre.

-Lleva a Jeongin al hotel, yo pediré un taxi, no quiero esperar - dijo escuetamente Christopher.

Jeongin abrió la boca para refutar pero el pelinegro lo interrumpió.

-Solo has caso, yo también estoy cansado del viaje. Seungmin te veo en Bang Manor, lleva mis maletas por favor.

-Entendido - dijo el hombre y le hizo señas a Jeongin para que lo siguiera. El chico hizo cara de pocos amigos pero no dijo nada, solo se dispuso a seguir al hombre. Bang por su parte giró sobre sus tobillos y se dirigió a la salida.

Minho estaba terminando de hacer las compras, se sentía incómodo, algunas personas volteaban a mirarlo sin disimular. Por eso odiaba salir al exterior, la gente creía cualquier chisme y a él lo creían el loco del pueblo.

-Viste eso - dijo una voz a sus espaldas.

-Claro que lo vi y no lo puedo creer - respondió otra voz.

Minho se tensó, esperaba que no estuvieran hablando de él, solo estaba de compras y había tratado de que no notaran su presencia.

-¡No puedo creer que el heredero use el cabello rosa! - exclamó la primera voz.

-¡Lo sé, yo tampoco! - exclamó la otra voz - siempre pensé que el heredero sería un hombre más varonil.

-Sí, y además tenía cara de pocos amigos, seguro que se cree mucho por ser heredero.

-Es guapo pero tampoco para que nos vea como basura.

Las chicas pasaron al lado de Minho mientras seguían hablando del hecho. Ahora todo tenía sentido, por eso se encontraba ahí el carro de los Bang, hoy era el día esperado. Aunque al parecer; además de esas chicas, nadie había notado la llegada del heredero.

Al chico se le hacía raro que el heredero fuera pelirosa, el poco tiempo que estuvo en Bang Manor decían que el heredero era un copia idéntica a su abuelo, incluso en carácter, además de los rusos característicos de los Bang, los cuales eran inusuales para un Coreano; ese color rosa del que hablaban no sonaba algo que usaría un Bang, aunque ciertamente nunca dijeron que el heredero fuera pelinegro como su abuelo. Todos los empleados de Bang Manor simplemente asumieron que así era debido a lo estrictos que eran en la familia.

Minho se encontraba enfrascado en sus pensamientos, no vio al hombre frente a él y tropezó estrepitosamente contra él. Las compras del castaño se desparramaron por todo el piso.

-¡Oye! - exclamó el hombre - ¿Que crees que haces imbécil?

Minho se asustó y comenzó a susurrar disculpas por lo bajo mientras se apresuraba a recoger las compras.

-¿Qué no tienes ojos en la cara? - gritaba más fuerte el hombre- Mira por dónde vas...

El hombre levantó a Minho de un tirón y le gritaba a la cara, cuando se percató de quien era sonrió de lado.

-¿Pero a quién tenemos aquí? - dijo burlonamente - Si es el loquito del pueblo, andas perdido cariño, ¿quieres que te lleve a ese mugroso pub en el que trabajas?

Minho reconoció de inmediato al hombre, era Lee Felix, un extranjero adinerado que había comprado una propiedad en el pueblo e iba y venía de vez cuando. Pero conocía bastante bien el lugar; además, era conocido por ser un don Juan y bebedor.

El hombre desprendía un fuerte olor a alcohol, Minho intentó soltarse del agarre de Felix pero no podía.

-No gracias - respondió el chico.

-¿Me estás rechazando? ¿Sabes que soy lo suficientemente rico y puedo sacarte de tu miseria? - fanfarroneó Felix - Si estas conmigo nadie se meterá contigo, todos te respetarán, tendrás dinero y todo lo que quieras, ¿a que es una gran propuesta? Apuesto que nadie te ha pedido algo tan valioso y costoso.

Minho forcejeaba pero el hombre lo agarraba cada vez más fuerte.

-Déjame ir, no estoy interesado - suplicaba el chico.

-Eso dices, quieres verte decente, pero en realidad no lo eres, sé lo que eres - el tipo atrajo al castaño hacia sí para besarlo.

Minho abrió los ojos horrorizado, pero en ese momento sintió como alguien tiraba de él hacia atrás y lo lograban arrancar del agarre de Felix.

-Él te está diciendo que no quiere, ¿acaso no escuchas? - dijo una voz detrás de su cabeza. La voz arrastraba las palabras pero era fuerte y profunda, era una voz desconocida.

-¿Y tú quién eres? - preguntó enojado.

La voz no respondió, Minho sólo vio cómo una mano pálida se posó sobre la muñeca de Felix y varias cosas sucedieron. Felix soltó inmediatamente a Minho con cara de dolor mientras sostenía su muñeca, el chico solo sintió como alguien tiraba de él hacia el lado contrario y sin pensarlo siguió al desconocido.

Minho por fin llegó al parqueo respirando con dificultad. El hombre volteó y se topó con un castaño de mejillas sonrojadas que respiraba agitadamente. El chico levantó la mirada y se quedó estupefacto. Un poco más arriba de él lo observaban unos ojos cafés que parecían tallados en madera.

El hombre sonrió de lado dejando ver unos hoyuelos, al ver que el chico se sonrojaba más. Debía admitir que los ojos miel del chico eran lindos.

Minho reaccionó y volteó la cabeza.

-Gracias - musitó débilmente.

Christopher asintió con la cabeza y observó al chico un poco más detenidamente. Vestía muy sencillo, llevaba un jeans, un abrigo grande azul y un par de tenis blancas. Llevaba el cabello alborotado, algunos mechones de cabello caían desordenadamente por su frente.

-Disculpa - llamó Christopher, el chico volteó a mirarlo y apartó rápidamente la mirada, Christopher rió internamente ante aquella reacción - ¿sabes dónde puedo conseguir un taxi? Estuve en la entrada principal pero no había ninguno.

-En estos días es difícil encontrar taxis disponibles - dijo suavemente, su voz era clara pero en ese momento un poco baja por la vergüenza.

Christopher estaba acostumbrado a que las personas a su alrededor reaccionaran de esa forma, siempre era igual y las reacciones aumentaban cuando descubrían quién era; sin embargo, pensó que el chico lucía y actuaba muy tierno.

-¿Es así? - preguntó, Minho asintió.

- El heredero del dueño de este pueblo está por regresar - Christopher se tensó un poco - Por lo que las personas se han vuelto locas y han estado haciendo compras masivas para hacer una bienvenida a lo grande, por lo que encontrarás un taxi disponible hasta muy entrada la noche.

-¡Maldición! - exclamó Christopher.

Minho volteó y le echó una ojeada rápida. Se notaba que era una persona de ciudad, vestía unos jeans, una chaqueta de cuero negro sobre una camisa de marca color blanco. Su cabello negro estaba un poco despeinado pero le lucía de esa forma y tenía la barba pulcramente cuidada, era mucho más alto que él, era ancho de espalda y tenía esos ojos cafés tan inusuales, sentía que los había visto en algún otro lado.

-¿A dónde te diriges? - preguntó tímidamente Minho, se sentía en deuda con el hombre, tal vez podría darle un ride.

Christopher entrecerró un poco los ojos, desconfiaba de las personas por naturaleza y no estaba seguro que intenciones podría tener aquel desconocido. Además, estaba el hecho de que al aparecer aquel pueblo lo estaba esperando; lo extraño era que nadie lo reconociera. Bueno, dudaba que su abuelo tuviera una foto suya pegada en la sala de Bang Manor o en cualquier otro lugar, así que nadie sabría que él era un Bang, por el momento iba a inventar para que nadie lo reconociera y ver que sucedía.

-Quiero ir a beber un poco, tuve un viaje largo - dijo para probar suerte.

-¿Algún lugar en especial? - preguntó el chico. Dependiendo la respuesta del rubio él podría llevarlo, de lo contrario todo terminaría en un gracias y adiós.

- Realmente no conozco el lugar, ¿algún lugar bueno que recomiendes? - intentó una vez más.

-Hay diferentes bares, tabernas, pubs, dependerá de tu gusto - no quería sonar ansioso - trabajo en un pub en el centro, es muy famoso en este pueblo y alrededores.

-¿Ah sí? - trató de decir inocentemente, ya podía adivinar por dónde iba el asunto. No parecía, pero el chico no era tonto y sabía jugar sus cartas. Todos eran iguales pensó Christopher.

-Pero tal vez no te guste el ambiente - replicó el chico - Si caminas por este lado - señaló una calle de adoquines - llegarás a una taberna que creo que va más acorde a ti. Bueno eso es todo, gracias por lo de antes.

Christopher enarcó una ceja, aquello no fue como lo imaginó. Minho dio media vuelta y caminó rápidamente hacia el carro de Changbin, notó que el auto de los Bang ya no estaba, tal vez aquellas chicas tenían razón y el pelirosa era el heredero; echó las estrujadas compras en la cajuela y cerró con fuerza la puerta. Cuando se disponía a subir al carro, escuchó una voz detrás de él y sonrió para sí mismo. Su plan funcionó.

-¡Espera! - llamó Christopher - caminó rápido hacia el chico - ¿Cómo sabes que no me va a gustar el lugar donde trabajas? Dijiste que era el más famoso por estos lados, llévame ahí - casi dijo lo último como una orden - Quiero cambiar de ambiente un poco.

Minho volteó y esta vez controló sus emociones y miró directamente esos ojos chocolate.

-¿Porque debería llevarte? - preguntó audazmente.

Christopher abrió los ojos atónito, que era esa chico, era muy directo y frío, no estaba acostumbrado a lidiar con alguien así que no fuera de su familia, las personas a su alrededor siempre caían antes sus encantos naturales.

-Como agradecimiento por ayudarte.

-Yo no pedí ayuda, no me siento en deuda - dijo sin apartar la mirada.

Todos los chicos de ciudad eran iguales, creían que las personas de pueblo aceptarían todo obedientemente. No sabía exactamente por qué estaba haciendo aquello con un desconocido, pero había algo que lo impulsaba, no sabía si eran aquellos ojos que lo hipnotizaban o que en el fondo sí se sentía en deuda con ese hombre.

Christopher no sabía qué más decir, las cosas no estaban saliendo como lo imaginaba.

-Solo llévame allá, mientras logro encontrar algún taxi, te pagaré si es necesario - se sentía horrible tener que pedir algo así, casi tener que rogar por un ride, si el chico supiera quién era él, sería ese castaño el que rogaría por llevarlo y no como él lo estaba haciendo en ese momento.

Minho lo penetró con la mirada y luego sonrió dulcemente.

-Solo por esta vez - volteó y subió al carro. Christopher sonrió de medio lado y corrió para subirse en el asiento del copiloto.

Hola! Primer encuentro entre Minho y Chan!
¿Que creen que pase en el siguiente cap?
Gracias por leer! Espero estén a salvo!
Con amor, Ami 🐱


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