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Yo soy EL SECRETO

No había nada que le gustara más a Mina que un sábado en la mañana, podía dormir todo lo que quisiera sin ninguna interrupción y no tendría que ir a reunirse en el mismo lugar que un montón de mono neuronales sin grandes ambiciones.

Estaba realmente cómoda en ese momento del sueño donde no se está completamente dormido, pero tampoco despierto.

Solo hubieron dos cosas que la confundieron, la primera fue el suave olor a Vainilla que repentinamente habían adquirido sus almohadas, no recordaba haberlas mandado a cambiar. Y la segunda era la molesta punzada de dolor en su cabeza, producto de una resaca.

«Espera ¿Una resaca?» pensó abriendo los ojos rápidamente, encontrándose con una habitación que no era la suya, en una cama que no era la suya y abrazando una almohada que definitivamente estaba lejos de ser la suya.

¿Donde rayos estoy? — Se cuestionó entre dientes, con la ansiedad recorriendo su sistema al no recordar cómo llegó allí.

Y estuvo a punto de entrar en pánico de no ser porque notó que aún seguía vestida, a excepción de su chaqueta y zapatos, que localizó perfectamente ordenados en la orilla de la cama.

De hecho en toda la habitación reinaba un orden que la hizo sentirse tranquila, pero le duro poco, pues una nueva punzada de dolor en su cabeza le hizo llevar su mano a masajear su cien.

Luchando por reconstruir en su mente lo ocurrido la noche anterior, recordaba la chica con la que se había besado, pero luego todo fue borroso, el disparo, las personas corriendo de un lado a otro.

Hasta que ella apareció.

«No puede ser verdad» pensó cubriendo su boca por la sorpresa. —¿Es posible que...

No pudo terminar su pregunta pues justo como sospechó, la puerta de la habitación se abrió mostrando la persona que sospechaba. —Yoo Jeongyeon. — Susurró cubriéndose rápidamente con una almohada.

Jeong río ante su acto pero aun así se acercó a ella, Mina no había notado la bandeja que llevaba en sus manos, donde había un desayuno listo acompañado de una apetitosa taza de café y un par de analgésicos.

No soy una experta en resacas pero creo que esto te ayudará. — Señaló la rubia, refiriéndose a las pastillas y el jugo de naranja en la bandeja.

Y porsupuesto que ante eso, Mina se sorprendió, cuestionando el porqué esa chica la trataba de aquella forma tan amable.

Dejando de lado esos pensamientos al darse cuenta de que tenía aquella mirada azul sobre ella, así que apartó la almohada que tenía abrazada para no quedar como una niña ssustada frente a ella, antes de tomar una bocanada de aire que la animara a hablarle. —¿Que sucedió? — Preguntó notando la mueca que descomponía el rostro de la coreana.

Era cierto que Jeong esperaba un gracias, pero entendió que dada la situación Mina necesitaba un par de explicaciones antes de soltar esa palabra.

Por lo que se sentó frente a la pelinegra, que tenía el ceño fruncido, algo que supuso se debía al el dolor, y le colocó la bandeja sobre las piernas. — Come algo antes, necesitas energías. — Le indicó suavemente, con una perezosa sonrisa ladeada.

Mina iba a quejarse pero el dolor de cabeza y el olor del café la hicieron obedecer, iba a tomar la taza de café cuando la suave mano de la rubia sobre la suya la detuvo.

Primero el analgésico. — El tono de suplica y amabilidad en la voz de la rubia, la hicieron sentirse como una niña, pero obedeció otra vez llevando las dos pequeñas píldoras a su boca tomándose una buena parte del jugo, que la refrescó por completo.

Gracias, estuve bastante preocupada por ti, aunque no tenía idea de cuanto habías tomado estaba segura que necesitarías eso, mi hermana los tomaba después de una alocada noche. — Contó sin dejar de sonreír. —En fin espero te guste, no es la mejor comida del mundo pero ayudara. — Terminó de decir encogiéndose de hombros.

¿Como llegue hasta aquí? — Preguntó Mina después de limpiar su boca con la servilleta.

Realmente no lo recuerdas... — Susurró Jeong rascándose la nuca.w

Mina negó empezando a comer, y aunque Jeong se veía incómoda igual le explicó todo. —Te desmayaste en ese lugar, pero por suerte llegue a tiempo y después te traje a mi casa, ya que no tenía idea de donde quedaba la tuya.

Mina la miró deteniendo sus acciones, tratando de recordar algo, obteniendo el mismo resultado, nada. —No recuerdo nada realmente bien después del disparo, las personas corrían y no sé que pasó después. — Contó parpadeando repetidamente.

No sé mucho sobre eso, ya que lo mio es la medicina y no la psicología pero creo que tuviste un ataque de pánico. — Volvió a decirle la rubia, ahora todo tenía sentido para ella. —¿Es la primera vez que te sucede?

Mina reaccionó cuando la rubia la llamó. —¿Ah? No, no es la primera vez que me sucede, pero hace mucho no pasaba.

No sabía porque estaba contándole eso a una desconocida pero ya que ella la había ayudado le pareció justo.

Ya veo, bueno yo... — Jeong se levantó nerviosa. —Estaré abajo, por cierto deberías contestar tu celular, ha estado sonando toda la mañana. — Señaló a la mesa de al lado de la cama donde no solo estaba su celular sino las llaves de su auto y sus tarjetas.

Espera Yoo Jeongyeon... — Llamó antes de que la rubia saliera de la habitación. —Gracias por todo, solo ¿Puedo pedirte algo más?

Jeongyeon sonrió, después de todo esperaba eso, una chica como Mina era un libro abierto cuando bajaba la guardia, y le gustaba eso. —No te preocupes, recuerda que si puedes guardar mi secreto yo guardare el tuyo Myoui Mina. — Citó sus propias palabras sonriéndole y salio de la habitación.

Mina sonrió levemente, esa chica la cautivaba cada día más, y empezaba a gustarle.

Miró a su lado el celular y tomando el café que comprobó estaba muy bueno, empezó a revisar sus notificaciones, habían un par de llamadas de su padre y varios mensajes de Sana, que le decía que había hablado con su papa diciéndole que se había quedado en su casa pero que la llamara urgente.

Y Momo le había escrito no hacía mucho diciéndole que iba a casa de Sana, que se vieran allí.

Debía dar un par de explicaciones pero ya inventaría algo, de momento se dedicó a terminar la comida y recorrer la habitación con la vista. Le gustó lo ordenada que estaba, pero le gustó mucho más algo que vio en una de las esquinas de la cama.

Sabía suficiente de joyas para saber que esa gema en forma de cisne de color negro, era una esmeralda, pero no cualquiera, era una de las mas raras del mundo y solo Yoo Dongwook había trabajado con ella.

Eso confirmó la relación de la rubia con el fabricante de joyas, y la hizo sonreír porque no había caído en cualquier sitio, sino con la hija de uno de los hombres mas reconocidos de Asia, aunque no se comportara como tal.

Fue así como terminó su comida y cuando bajó lista para irse a casa de Sana, se encontró con la chica en la sala frente a su computador.

No quiso interrumpirla ya que se veía realmente concentrada e incluso sexy con esas gafas de lectura sobre el puente de su nariz, pero la rubia pareció oírla.

¡Oh! ¿Ya te ibas? — Preguntó Jeong sonriendo y levantándose mientras que Mina asentía despacio.

Fue lo único que pudo hacer al ver a la coreana acercarse a ella, no se había dedicado a detallarla antes pero sus ojos azules le encantaron, así como su rostro que se veía suave, su nariz pequeña y sus labios carnosos, rosados y provocativos, que por quedarse mirándolos la hicieron tragar nerviosa.

Además, una vez que estuvieron frente a frente notó que la rubia era unos centímetros mas alta que ella. Tan sexy con su imagen de Tomboy que sintió su corazón acelerarse solo de tenerla al frente.

Ahmm... Si yo, ya me iba, y una vez más, gracias por tu ayuda. — Habló rápidamente.

No fue nada, siempre y cuando...

Guarde el secreto. — Completó encontrándose con su mirada. — Sólo que aún no me queda claro cual es exactamente tu secreto exactamente, Yoo Jeongyeon.

Jeongyeon sonrió otra vez, mostrando sus dientes, se acercó más a ella y susurró. —Yo soy el secreto, Myoui Mina. — La japonesa la miró confundida. Jeongyeon solo asintió —Pero solo las dos lo sabemos.

Mina asintió y se enderezó —Entiendo. — Sonrió tímidamente estirando su mano. —Adiós Yoo Jeongyeon.

Hasta luego Myoui Mina. — Jeong tomó su mano y sonrio mostrando sus dientes otra vez.

Mina sintió su corazón volver a acelerarse y tuvo que soltar la mano de la mayor para que esta no notara como empezaba a sudar y temblar.

La rubia le abrió la puerta y una vez hizo una reverencia, salió sin mirar atrás pues estaba segura de que si la miraba una vez más, tendría otro ataque de pánico ahí mismo.

Mientras que Jeongyeon la miró partir y una sonrisa boba se formó en sus labios.

La reacción de Mina era algo que no esperaba, pero ahora que la había visto, se encontraba entre sus cosas favoritas.

Corto pero hermoso.

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