Un inicio y Un Final
Sana recibió una llamada de su papá, esa noche tendrían una cena a la que debía asistir pues el mayor quería que conociera uno de los hijos de un socio.
Sana odiaba que su vida fuera de ese modo, odiaba que su padre la quisiera controlar, pero ¿Que podía hacer? Si no obedecía, de seguro su padre no dudaría en castigarla.
Salió al jardín y discutió con su papá por teléfono y al final de la llamada las lágrimas de rabia no tardaron en salir de sus ojos, fue una suerte que apareciera esa rubia pelicorto y la hiciera reír, le agradó mucho Jeong y gracias a ella volvió más tranquila con sus amigas.
— Esta bien Sana-chan solo es una cena, no creo que ya te haya comprometido con el chico. — Decía Momo tratando de calmarla.
Mina por su parte solo bufó, odiaba ser la realista del grupo pero era por el bien de las chicas. — Momo no le mientas, sabemos que así son nuestros padres, o al menos el suyo. — Señaló agradeciendo por los padres que le habían tocado. — ¿Recuerdas al último comprometido de Sana? Ni siquiera se lo presentó. — Habló mientras caminaban a la siguiente clase.
Sana caminaba cabizbaja, razón tenía la menor de las tres, no era la primera vez que su padre le hacia algo así.
Se sentía triste, hasta que volteó a un lado y vio a Jeongyeon quien iba tan distraída que casi tiene un accidente.
Se preocupó por un momento, pero después soltó una pequeña risa por la actitud de la pelicorto.
Mina y Momo se voltearon a mirarla extrañadas por su actitud. — ¿De que te ríes Sana-chan? — Preguntó Momo.
— ¿Ya enloqueciste? — Preguntó Mina arqueando una ceja, a lo que ella negó suavemente.
— Nada de eso, es que Jeong es muy graciosa. — Señalo a la dirección donde se encontraba la pelicorto pero ésta ya no estaba.
Mina miró a Momo después de darse cuenta de que no había nadie donde había señalado, creía que tal vez se trataba de un juego de la mayor. — Bien, ahora si me estas asustando Sana — Dijo haciendo una mueca.
— Pero allí estaba, ella, ella... — Habló rápidamente, igual de sorprendida.
— Si, si Sana-chan, lo que tu digas, sabemos que estas nerviosa por lo de esta noche pero... — Dijo Momo abrazándola por sus hombros y consolándola.
— Pero Momori allí estaba Jeong, de verdad la ví. — Dijo Sana haciendo un puchero.
— Si, si y te creo, pero, vamos a casa para que te Calmes ¿Si? — Dijo Momo ganándose un asentimiento de su parte y una mirada de reclamo de Mina, quien se volteó negando y siguió caminando hasta el auto que las esperaba.
Jeongyeon salió de clases y después de despedirse de sus amigos partió de allí en su patineta.
Pero una cuadra antes de llegar su casa vio algo que la sorprendió.
Nayeon la esperaba sentada frente a su puerta, quiso creer que no era ella, pero el auto blanco que estaba aparcado frente a su casa le confirmaba que si se trataba de la mayor.
Estaba confundida, asustada, nerviosa, molesta.
No quería ver a Nayeon, definitivamente no quería hacerlo porque sabía que una vez la mayor le sonriera, caería otra vez por ella, y ya no quería hacerlo.
Bajo de su patineta y caminó despacio hacia su casa, tratando de no mirar al frente y concentrarse en la música que escuchaba por sus auriculares.
Pero tal y como sospechó, cuando sus ojos se encontraron con los de la castaña, esa maldita sonrisa de boba enamorada broto de sus labios sin pedir permiso.
— Hola Jeong. — Saludó la mayor sonriendo, mostrando su adorable bunny smile.
— Hola bunny. — Respondió ella sonriendole también. — ¿Que haces aquí? Debiste haberme avisado que vendrías, así no te hago esperar.
— Eso lo sé avestruz. — Le respondió Nayeon apretando su mejilla. — Quería darte una sorpresa. — Agregó sonriendo.
Jeongyeon se sintió feliz al escuchar eso, y ni siquiera recordó que ese día no quería verla, ni siquiera recordó que estaba triste hace un momento.
Solo le importaba que Nayeon estaba allí en su casa.
Ambas entraron y se dirigieron a la habitación de la menor, siempre se reunían allí, y como su madre no estaba en casa en ese momento, estaban completamente solas.
— ¿Y como te fue hoy? — Preguntó Nayeon sentándose en su cama, mientras ella colgaba su bolso y sacaba un par de cuadernos para colocarlos en el escritorio donde hacia sus tareas.
Para luego voltearse y responder. — Ha sido genial, todo normal, el buen humor de Tzuyu en la mañana y compartir un rato con los chicos. — Sonrió. — Ya sabes que las clases son mi momento favorito del día. — Recordó emocionada sentándose en la cama frente a ella.
Nayeon asintió lentamente mientras la escuchaba, Jeong hablaba tan emocionada de su carrera que llegaba a sentir celos de que la rubia la quisiera menos que antes. — Me alegro mucho, supongo que no es raro ese humor de tu amiga Tzuyu, creí que solo actuaba así conmigo porque no le agradaba pero veo que es con todos. — Habló haciendo una mueca de desagrado, pues el sentimiento de odio silencioso que la castaña menor tenía por ella era mutuo.
— Para nada, ella es muy tierna una vez que la conoces, pero no se porque no le agradas, si eres tan adorable. — Dijo Jeongyeon haciéndole sentir tan especial como siempre al apretar su mejilla con cariño.
Y la vio hacer una nueva mueca de desagrado pero también sonrió. — Tampoco lo sé. — Mintió, sabía lo insoportable que solía ser a veces, tanto que ni ella era capaz de soportarse, la única persona que lo hacia sin rechistar era precisamente Jeong, pero no sabía porque, cuando ella la había hecho llorar tanto.
— Bueno, quien sabe, y... ¿Como esta tu familia? — Preguntó Jeong y Nayeon bufó.
— Bueno todos están bien, supongo, Papá y Jaebum trabajando y Dahyun en clases, mamá te envió saludos. — Contó. — Quería invitarte hoy a casa, hay una cena importante, Papá tiene un nuevo socio y al parecer quiere emparejar a su hija con Jae. — Informó.
— ¡Wao, Nay eso si es una sorpresa! — Exclamó la menor sentándose en la cama mientras la mayor solo asentía mirando sus uñas con aburrimiento. — Jamás imagine a Jae casado. — Bromeó.
Y por no dejarla mal, Nayeon rió, aunque sin ganas. — Si, definitivamente eso no es algo fácil de imaginar, pero no sé, no creo que llegue a tanto. — Confesó sin dar más detalles.
La conversación entre ambas iba bien, siempre solía ser así.
Pero Jeongyeon sabía que había algo más detrás de aquella repentina visita de la mayor, apenas ayer la había visto y no había salido bien, y Nayeon jamás llegaba a su casa sin avisar, siempre era Jeongyeon la que hacia eso. Así que se atrevió a preguntar.
— ¿Ya me dirás porque estas aquí? — Cuestionó. — Y no me mal interpretes, me alegra que vinieras, pero jamás haces eso. — Aclaró. — Al menos no sin avisar.
Nayeon mordió su labio, estaba nerviosa, algo que le extrañó a Jeong, pero mantuvo su expresión serena. — Ya te dije, quería verte. — Respondió ésta.
Jeong asintió seria, sabía lo que significaba eso ¿Como no se había dado cuenta antes? — ¿Para que? — Intentó levantarse de la cama pero la mano de la mayor la detuvo.
— Te extraño Jeong. — Confesó Nayeon y Jeongyeon dejó escapar un suspiro pesado.
No podía caer de nuevo.
— No tienes ninguna razón para hacer eso Coneja. — Le dijo haciendo una mueca de sonrisa derrotada. — Estoy aquí después de todo.
Nayeon rodó los ojos. — Sabes a lo que me refiero.
— Por supuesto que si, y es por eso que no puedo permitirtelo Nayeon. — Dijo ella firmemente de vuelta.
Creyó que Nayeon la había entendido, pues no dijo nada solo y asintió, pero luego se acercó peligrosamente a ella, y Jeong intentó alejarse pero esta no soltaba su brazo.
Sabía como terminaría eso, ella sola en su habitación después de entregarse a la mayor con tanto amor.
— Tu no me amas, así que para. — Pidió.
Y Nayeon detuvo sus acciones, haciéndola creer que había terminado, sólo para cambiar de estrategia.
En un rápido movimiento se sentó sobre sus piernas, rodeando su cuello con sus brazos, quedando frente a frente.
— ¿Pero a quien le importa eso Jeong? — No podía creer su descaro. — Nadie sabe lo que hacemos. — Susurró sintiendo que ya lo había logrado.
Pero Jeongyeon la detuvo tomando sus manos y apartándolas de su cuerpo. — Yo lo sé, y eso basta para que me destruya. — Dijo con tristeza, no era la primera vez que la mayor la buscaba porque sabía que ella la amaba.
Y creyó que con tantos años que estuvo fuera algo cambiaría, era una pena que no fuera así.
— Jeong, yo te quiero. — Le dijo Nayeon rozando su nariz con la suya.
Era una tentación muy grande, tener sus labios a escasos milímetros de los suyos, pero cerró sus ojos y apartó su rostro sintiendo como la mayor acariciaba su mejilla con su nariz e inhalaba el aroma de la piel de su cuello. — Pero yo te amo. — Afirmó adoptando una mirada seria. — Y esto me hace daño Nayeon, tu me haces daño. — Contó mirándola completamente derrotada.
Algo que Nayeon supo como aprovechar. — Entonces dejame curarte, al menos por ahora, ha sido una tortura no verte por tanto tiempo. — Dijo y la besó.
El beso empezó con un roce de labios, en el que Jeongyeon, no se movía por la impresión, pero cuando la mayor la atrajo más hacia ella y acarició sus labios con su lengua reaccionó, y poco a poco fue cediendo ante Nayeon, y ante las inmensas ganas que tenía de hacerla suya otra vez.
Y es que Jeongyeon no lo podía negar, ella era débil por Nayeon, por los sentimientos que ardían en su pecho por ella, no le importaba si quemaba, ella no podía escaparse de ella, sin importar cuanto lo intentara.
Además no podía evitar que la mayor la llevara al cielo y ver las estrellas cada vez que la besaba con tanta premura y se le entregaba con tanta disposición.
Poco a poco la ropa fue apartada, prenda por prenda, el deseo dentro de Jeongyeon la quemaba, recorrió la piel de Nayeon con sus labios y sus caricias como tantas veces lo había hecho sacándole suspiros, jadeos y gemidos cada vez más fuertes.
En ese momento se olvidó del resto del mundo, se olvidó de que eso solo era un momento de debilidad de ambas y se dedicó a disfrutar del placer que le estaba provocando a la mayor, de amarla como tantas veces lo había hecho. Aunque fuera por una última vez.
Pues tal y como sospechó, despertó esa misma noche, sola en su cama, acompañada solo de la oscuridad de su habitación, con la luz de la luna entrando por la ventana y una nota en su mesita de noche.
Nayeon la había usado una vez más, pero no podía culparla cuando ambas tenían la culpa, Nayeon por provocarla y ella por ceder. Se levantó en ropa interior y buscó su celular en su mochila, tenía algunos mensajes de su madre y Tzuyu, luego tomó la nota y la leyó.
“Perdón por irme así, no quise despertarte, lo pase increíble. Avísame si irás a la cena.”
Y eso era todo, una vez más sentía su corazón rompiéndose, una vez más se sentó en el suelo abrazando sus piernas mientras lloraba, sintiendo que no tenía consuelo.
Odiaba todo en ese momento, a Nayeon, a su amor por ella, incluso se odiaba a sí misma por ser tan tonta, sabiendo que terminaría así, ella rota y la mayor actuando como si nada hubiera pasado.
— Nunca más Im Nayeon... — Dijo con toda la rabia y el dolor que albergaba en su interior.
Pues tal vez y sólo tal vez, esa sería la última vez que caería ante ella.
Tal vez y sólo tal vez, esa era la última vez que la mayor la usaba.
No quise convertir a la Bunny Smile en la mala pero... Le queda perfecto.
Saludos.
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