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Señor Mingüin (Inicio del secreto)

¡Gracias por su apoyo!

¿Les está gustando?

Al día siguiente, Jeongyeon le contó lo sucedido a su amiga Tzuyu, aprovechando que tuvieron el tiempo de la primera clase libre.

La menor estaba mas que sorprendida, ya que justo ayer la japonesa nombraba al señor Yoo y aparecía como un invocación. — No lo puedo creer Unnie, esto es demasiado extraño, repentino e incluso descabellado. — Murmuró esta ampliando sus párpados.

Imagina como me siento yo Chewy, toda mi vida creí que no tenía padre y ahora aparece el señor Yoo de la nada. — Contestó Jeongyeon pasándose la mano por su cabello.

Y justo cuando la japonesa lo nombró, eso es mas extraño aún ¿No te parece? — Cuestionó Tzuyu entrecerrando los ojos, tenía un punto y una razón para sospechar aquello, pero la coreana rápidamente negó obligándola a detener sus malos pensamientos.

Lo estuve pensando, y descarte a Mina de este tema, la historia del señor Yoo y la reacción de mi madre, fueron suficientes para que me convenciera de que esto en serio esta ocurriendo, por extraño que parezca. — Contó Jeong soltando un suspiro cargado de frustración.

¿Y hablaste con Seungyeon Unnie ya? — Preguntó nuevamente Tzuyu antes de sentarse en la mesa frente ella.

Justo antes de llegar aquí, sabes que los horarios son diferentes y eso. Contó Jeongyeon haciendo una mueca.

Toda su vida era un auténtico enredo en aquel momento, así que la morena entendió su estado. — ¿Y que harás? — Inquirió dejando claro que fuera cuál fuera su decisión, estaría a su lado.

Jeong sonrió, pues era la misma pregunta que se había hecho la noche anterior. — Eso mismo me pregunto. — Admitió. — No quiero que esto termine mal.

Bueno para empezar el señor Yoo parece sincero y con buenas intenciones. — Comentó Tzuyu.

Así es, incluso me dio un regalo, sabe de mi gusto por los cisnes y aunque sé que habló de muchas cosas con Seungyeon, no estoy segura de que haya llegado a profundizar hasta este tipo de detalles.

Pues no te voy a negar que es una hermosa pieza. — Dijo Tzuyu señalando la gema entre ellas. — Pero no creo que quiera comprarte si es lo que estas pensando. — Añadió mirándola fijamente.

Igual no me dejaría. Jeongyeon levantó sus manos rápidamente en su defensa, si algo le agradaba de su joven amiga era su sinceridad, aunque esta a veces se iba al extremo.

Ya lo . Rió la menor. — Simplemente me aseguraba. — Añadió antes de empezar a tomar sus cosas.

Aún no era la hora del almuerzo y no tenían un curso pronto, por lo que la rubia no entendió su repentino actuar.

Pero ignorando su confusión Tzuyu puso sus manos en sus hombros y le dio unas palmadas. — Bueno te veo en la siguiente clase ¿Vale?Dijo sonriéndole levemente, dejando sus lindos hoyuelos a la vista.

¡¿Que?! ¿Me dejaras aquí sola? Pero...

Tengo algo que hacer. — La detuvo la morena llevando su mochila a su hombro. — Bueno Yixing quiere que lo ayude con algo. — Aclaró levantándose finalmente.

Y Jeong bufó frunciendo el ceño, sin entender nada. — Tu hermano... ¿En que problema se metió ahora?

Dice que es inocente, aunque prefirió mi ayuda antes de que papá y mamá se enteraran. — Tzuyu río.

El parece el menor. — Dijo Jeong haciendo una mueca.

Lo sé, bueno, te veo luego. — Tzuyu le regaló una nueva sonrisa y se dirigió a la salida.

Esta bien Yoda, no llegues tarde. — Se despidió la mayor sonriendo.

Y después que Tzuyu se fue, ella se dirigió al casillero a cambiar sus libros.

Llevaba su patineta en su mano, y caminaba con tranquilidad, hasta que la vió.

Gracias a las peticiones de los presidentes estudiantiles en la universidad habían al menos unas 100 máquinas de peluches, distribuidas en cada facultad.

Y justo a unos metros de ella se encontraba una, pero eso no era lo que llamaba su atención.

Cierta pelinegra de elegantes movimientos, y etérea belleza luchaba una y otra vez con la máquina para obtener uno de sus peluches. Sana y Momo estaban a sus lado, y extrañamente sin escoltas.

Vamos Mina-chan, luego lo obtendrás. Dijo Momo consolando a su amiga que se daba por vencida contra la máquina.

Aunque era buena, pero Jeong sabía que ese tipo de máquinas eran complicadas.

Soltó una pequeña risita mientras las japonesas se alejaban de la máquina y la menor hacía un tierno puchero, parecía increíble que fuera la misma chica fría del día anterior, pero le gustó, pues su corazón se sintió feliz de que sus ojos vieran eso.

Pero Momoring, el señor Pengüin es una pieza de colección, es el único que no tengo. — Se quejó Mina.

¡Mina-chan! ¿Como es posible eso? ¡Tienes todos los pingüinos que existen en tu habitación! Además podrías pedírselo a tu papá o comprarlo en línea. — Razonó la mayor del trío.

Pero lo quiero tener por mi cuenta. — Dijo Mina en respuesta, cruzándose de brazos, con un tierno puchero en su boca, definitivamente cuando algo se le metía en la cabeza, nada la hacía cambiar de opinión. Y menos cuando sabía que podía tener lo que quisiera. — Mejor vámonos, los escoltas deben estar buscándonos. — Resopló endureciendo su expresión vencida.

Una sonriente Jeong salió de su escondite cuando las japonesas desaparecieron de su vista y se paró frente a la máquina observando el adorable pingüino azul y blanco que Mina trataba de ganar. posando su mirada azul en el juguete y luego en el pasillo por el que habían partido las niponas, para después suspirar. — No puedo creer que vaya a hacer esto. — Sacó los billetes de su chaqueta roja. — Bien señor Pengüin, esto será sólo entre nosotros, se trata de hacer feliz a un ángel. — Murmuró dispuesta a ganar aquel peluche que parecía tan importante para la japonesa.

Al final de la jornada de clases, Mina caminaba hacia su casillero, sus amigas no iban a su lado porque Sana debía ir al baño y Momo la acompañó, dejándola sola con Yuta siguiendo sus pasos.

Y apenas entró al pasillo de los casilleros notó como algo, o más bien una bolsa de regalo celeste colgaba de la puerta del suyo.

El hecho la intrigo demasiado, por lo que rápidamente llegó hasta él y tomó la bolsa sorprendiéndose al ver su contenido.

El señor Pengüin se encontraba en el interior de la bolsa sonriéndole de vuelta, y entonces un pequeño grito de emoción salió de su garganta, mientras apretaba el peluche contra su pecho.

Pero eso no era todo, luego de sacar el juguete de su lugar notó el pequeño papel de color lila que hacía compañía al adorable peluche.

Con cuidado lo tomó en sus manos y se encontró con una impecable caligrafía en japonés.

«Si puedes guardar mi secreto, el señor Pengüin y yo guardaremos el tuyo. Eres una caja de sorpresas Myoui Mina, y eso aunque me pone nerviosa, en cierto punto me gusta más»

«P.D : No debería llamarse Pengüin, creo que Mingüin es más adecuado para él, ya que es tan tierno como tú»

Yoo Jeongyeon.

Yoo Jeongyeon, esa chica le daba mucha curiosidad, había algo en ella que llamaba su atención de un modo diferente, pero no había descubierto que era.

Así que sonrió guardando la nota en su bolso dirigiéndose a la salida, donde esperaba a sus amigas con el peluche en brazos.

El pequeño pingüino era más suave de lo que creyó y lo estaba comprobando cuando las mayores llegaron.

¡Mina-chan ya llegamos! Escuchó decir a Sana, que no tardó en entrelazar su brazo.

Mientras Momo llegaba al otro lado. — ¿Ese no es... Cuestionó señalando el peluche.

Y sin dejar de sonreír, la pelinegra respondió. — ¡Si, es el señor Pengüin! — Dijo dirigiéndose al auto.

Es muy suave, ya entiendo porque lo querías Volvió a decir Sana acariciándolo.

¡Venciste a la máquina de peluches! ¡Debes estar orgullosa! Celebró la rubia dándole un par de palmadas.

Mina estuvo a punto de aclararles que en realidad alguien más se lo había obsequiado, pero las palabras en la nota llegaron a su mente.

“Si puedes guardar mi secreto, yo guardaré el tuyo

Y ahora que lo analizaba, no tenía idea de a que se refería la pelicorto exactamente ¿Era una amenaza? ¿Un soborno? No lo entendía, pero decidió no divagar demasiado sobre eso y mantener el secreto, incluso de sus amigas.

Así es. Dijo en cambio, mirando el peluche ahora en sus piernas con ternura. — Quería tenerlo por mi cuenta y... ¡Aquí esta! — Y por la emoción en su sonrisa y la forma en la que las mayores la miraron, supo que había sido convincente.

Seguía sin entender que se proponía Jeongyeon, pero seguro que lo averiguaría pronto.

Este es corto pero, espero les haya gustado.

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