Por un Bien Mayor
En el camino a casa de la menor, Nayeon sonreía, mientras la primera no había pronunciado palabra alguna, pero no le importaba, después de que la besara de ese modo y le dijera que volvía a ser su novia, la castaña se sentía más que victoriosa.
No pasó desapercibida para ella la reacción de Tzuyu, quien notó que estaba cerca y le encantó, pues de ese modo le demostraba que ella había ganado, y que nada podría alejarla de Jeongyeon, quien ahora solo miraba por la ventana.
La escena que Jeongyeon encontró en ese baño se repetía una y otra vez en su memoria y tenía que hacer algo para olvidarla. Debía sacar a Mina de su cabeza de una vez.
La mano de Nayeon en su pierna la devolvió a la realidad, en ese momento la miró y observó su sonrisa, concentrándose en ella, en sus ojos, queriendo perderse en ellos y olvidarse del mundo como antes.
Se dio cuenta de que estaban en un semáforo, por lo que aprovechó para acercarse a la mayor y besarla hasta que la corneta del auto de atrás las hizo separarse.
Por alguna razón pensó que estar con Nayeon sería suficiente para sacar a la japonesa de su mente, misma razón por la que cuando llegaron a su casa y entraron, guió a la mayor a su habitación sin darle tiempo de hablar.
Cerró la puerta tras ella y volvió a besarla levantándola y llevándola hasta la cama donde la recostó quedando sobre ella.
Nayeon se sintió más deseada que nunca en su vida, aunque estar con Jeongyeon siempre le hacia sentir de ese modo. Pero no pudo evitar sentir que esa vez, era diferente de algún modo.
Los besos de Jeongyeon bajaron a su cuello y ella aprovechó para meter sus manos bajo su camiseta, sintiendo la suave piel de la menor bajo sus palmas, tal cálida como siempre.
Jeongyeon la hacía suspirar y gemir como nunca, cuando mordía levemente su cuello y después dejaba un suave beso en la zona, cuando pasaba su lengua por uno de sus lugares más sensibles, y no se sorprendía, después de todo la menor conocía su cuerpo entero.
Y fue ella quien se encargó de deshacerse de su ropa, mordiendo su labio cuando pudo volver a contemplar el definido cuerpo de Jeongyeon y sintió sus pieles tan juntas como nunca.
No sabe cuantas veces la menor la hizo gemir su nombre esa tarde, solo recuerda cuando se quedó dormida en sus brazos como tanto deseaba desde hace días, pero algo la despertó, los sollozos de Jeongyeon.
Ya había caído la noche, por lo que pudo notar a través de la ventana. Se giró sin soltar el agarre de Jeongyeon de su cintura y le dio un beso en la frente acariciando su mejilla, no tenía idea de que le pasaba, así que solo pudo estar para ella.
—Jeongie ¿Que sucede? ¿Porque lloras? — Preguntó Nayeon con voz suave.
—Bunny, por favor, prometeme que no romperás mi corazón, por favor. — Dijo la menor entre sollozos abrazándola más fuerte.
Nayeon acarició su cabello mientras sentía como la menor temblaba en sus brazos, ella relacionó su llanto a lo que había pasado antes en su relación, sin sospechar que una hermosa japonesa era quien realmente tenía la culpa.
—Te lo prometo Jeongie, no te voy a dejar esta vez, te quiero demasiado. — Susurró sintiendo como la menor la abrazaba más y se calmaba poco a poco.
—Gracias Bunny. — Dijo Jeong mirándola ya más tranquila.
Y aunque no había más iluminación que la luz de la luna, pudo observar como la mayor le sonreía y le dio un corto beso.
Sentirse amada era lo que necesitaba y en ese momento Nayeon la estaba amando, o era lo que ella quería creer, pues por más promesas que la mayor le hiciera, no podía creerle del todo e intentó tomar sus palabras como hermosas mentiras, pues en ese momento, era lo que le hacía falta.
Y antes de darle oportunidad a su mente de pensar en Mina, se refugió en sus brazos.
Sin importarle si otra vez despertaba sola. No le importaba el después, solo quiso pensar en ese momento, sintiendo como cada vez las caricias en su cabello y los constantes besos que Nayeon le daba en la frente, lograron consolarla y hacerla dormir profundamente.
Mina se sentía confundida, hace mucho no se sentía de ese modo. Ella jamás había sentido que lo que hacía lastimara a nadie o estuviera mal, nunca había sentido la necesidad de darle explicaciones a nadie, pues ni siquiera sus padres se metían en su vida.
Pero por alguna razón aquella sensación de querer ver a Jeongyeon y explicarle que no había pasado nada entre ella y Jisoo la tenía inquieta. No podía explicar el porque, sólo sabía que desde esa escena en el baño, supo que por primera vez, le importaba la opinión de alguien.
¿Será que le gustaba la rubia? Imposible, apenas y la conocía, además no tenía idea de que la chica tuviera interés en ella.
Pudo recordar la vez que la mayor la ayudó con los chicos en las canchas, pero eso de seguro fue cosa del momento. Eso era lo que quería creer, pues si su respuesta era otra, significaba que estaba en muchos problemas, no solo porque confirmaría que Jeongyeon le gustaba, sino porque no sospechaba que en ese momento la coreana dormía en brazos de su ahora novia, Im Nayeon.
Acarició la joya que aun colgaba en su cuello y con el pensamiento de hablar con Jeongyeon al día siguiente se fue a dormir.
Soñando con esos ojos azules que tanto le gustaban.
El sonido de un celular que definitivamente no era el suyo despertó a Jeongyeon de aquel sueño que estaba teniendo con Mina, aunque parecía más un recuerdo del primer día que la vió.
Intentó moverse pero no pudo, y una vez abrió sus ojos se dio cuenta de porque no lo había logrado.
No solo los brazos de Nayeon estaban alrededor de su cuerpo, sino también sus piernas. Su rostro tranquilo se encontraba frente a ella cubierto por algunos mechones de su cabello castaño, mismos que colocó suavemente tras su oreja.
En ese momento se preguntó que se sentiría despertar junto a Mina al menos una vez, pero deshizo ese pensamiento rápidamente cuando recordó lo sucedido el día anterior, Mina no era su asunto y ahora debía afrontar las consecuencias de lo que había hecho, y cuyo resultado se encontraba frente a ella.
Nayeon se veía hermosa dormida, aunque a ella siempre le había parecido hermosa, pero en ese momento era un tipo de belleza diferente. Una belleza angelical la envolvía en aquel instante.
Aunque Jeongyeon sabía que solo era una fachada, pues era consciente del dolor que con su belleza, la mayor era capaz de causar.
Como pudo se soltó del agarre de Nayeon y salió de la cama, poco le importó su desnudez cuando se dirigió a buscar el celular de la mayor, que dejó de sonar cuando lo encontró en su cartera. Lo puso a un lado de la cama donde la chica dormía y entró al baño.
Suspiró sintiendo como el agua caliente recorría su cuerpo lentamente, y recostó su frente de la pared mientras revivía las escenas de la noche anterior.
Se arrepintió de que un arranque de celos la llevara tan lejos. Ahora no solo había accedido a estar con la mayor, sino que no le había servido de nada, pues Mina seguía más metida en su mente que antes.
Sintió como las manos de la mayor rodeaban su cuerpo desnudo y dejaba besos en su espalda, por lo que se volteó y le regaló una pequeña sonrisa.
—Buenos días, hermosa novia. — Le dijo Nayeon sonriendo.
Jeongyeon sabía que todo era una mentira, pero era ella quien lo había ocasionado esta vez, así que debía asumirlo. —Buenos días ¿Dormiste bien? — Preguntó.
Nayeon se paró de puntillas para darle un pequeño beso y asintió. —Mejor que en mucho tiempo. — Respondió abrazándola.
Jeong, que quería evitar tener más contacto la alejó sutilmente. —¿Viste tu teléfono? Alguien te estaba llamando. — Sacó el tema de nuevo.
—Era Jae, al parecer necesita que lo ayude en un proyecto. — El puchero que hizo le indicaba que tenía otros planes ese día.
—Creí que serían tus papás.
La mayor negó. —Anoche les avisé que me quedaría con mi novia. — Sonrió feliz y Jeongyeon sintió como con esas palabras le atravesaba el corazón pero le volvió a sonreir dándole un corto beso.
—Uhmm... — Fue lo que dijo la menor observando como la mayor ahora bajo la ducha enjabonaba su cabello, no pudo evitar sentirse maravillada, Nayeon era hermosa y no podía negarlo, pero muy en el fondo de su corazón, sabía que no era a ella a quien quería.
Aunque eso no evitó que ahora fuera ella la que rodeara la cintura de la mayor con sus manos, eso no evitó que la besara con deseo, y mucho menos evitó que la hiciera suya allí mismo bajo la ducha, mientras el agua recorría sus cuerpos resbaladizos.
Media hora después, ambas chicas bajaron listas para un nuevo día.
Y si Jeongyeon creyó que había sido incómodo asumir la situación con Nayeon, cuando bajaron las escaleras y su madre las esperaba con el desayuno listo y una sonrisa en su rostro supo lo que era realmente sentirse incómoda.
—¡Buenos días chicas! — La sonrisa del rostro de su madre la hizo sentir peor de lo que estaba.
—Buenos días señora Sunhee. — Fue Nayeon quien saludó alegre a la mayor de las tres.
Mientras Jeongyeon se dirigía a tomar una taza de café, como cada mañana.
Necesitaba algo para calmar sus ¿nervios? No estaba segura si era eso exactamente, pero que su madre supiera esto, le hacía sentir vergüenza.
—Me alegra tanto verlas juntas. — La hipocresía de su madre empezaba a molestarle, pero no quería iniciar el día de ese modo, por lo que decidió ignorarla.
—Soy tan feliz, Jeong al fin acepto ser mi novia. — Anunció Nayeon entusiasmada.
—Oh cariño, esa es una excelente noticia. — Sunhee las abrazó a ambas, aún cuando Jeongyeon se encontraba en silencio con una expresión neutral en su rostro.
La menor se sentó a tomar el desayuno y la castaña se sentó a su lado tomando su mano, le inquietaba la felicidad en el rostro de Nayeon y debía averiguar el porque antes de que fuera demasiado tarde para alejarse de ella.
—Bueno, me voy antes de que se me haga más tarde. — Fue lo único que dijo la rubia en todo el rato, pues las dos mayores solo hablaban entre ellas, como si fueran las mejores amigas del mundo.
—Oh, espera un momento Jeong, yo te llevo. — Nayeon se levantó al mismo tiempo que ella.
—Gracias Nayeon, pero no es necesario.
—Claro que sí mi amor, no quiero que se te haga tarde, o que te pase algo cuando yo pude haberlo evitado.
Jeongyeon iba a explicarle que tenía toda su carrera yéndose sola pero en vista de la presión que ejerció en ella no solo la mirada de Nayeon sino de su madre, suspiró rendida —Esta bien.
—Voy por mis cosas, ya vuelvo — Dijo la castaña y se dirigió a las escaleras.
Jeongyeon se quedó en la puerta de la cocina esperando por ella, no quería mirar a su madre porque si escuchaba algún comentario más de seguro una bofetada sería lo menos que se ganaría esta vez.
Sin embargo su madre no pensaba lo mismo que ella. —Me alegra que al fin tomaras una decisión sensata, Nayeon es buena para ti. — La escuchó decir y apretó sus labios controlando sus palabras, dedicándole un asentimiento por lo equivocada que estaba y suspiró al percatarse que las mentiras de su entorno, serían su nueva realidad.
Ni siquiera la miró porque al ver esa sonrisa victoriosa en su rostro sabía que todo su control se iría por la borda y le diría cosas nada respetuosas.
Por suerte Nayeon bajó rápidamente y le dedicó una sonrisa, saliendo de allí a su lado.
En todo el camino la mayor le preguntó cosas triviales, como su ajuste de horario y si estaba de acuerdo en que pasara por ella cada tarde después de sus clases y su trabajo, e impresionada de que preguntara, Jeongyeon la miró, pues hace años la mayor no se habría detenido ni a preguntar su opinión.
—Hay unos hermosos lugares a los que me encantaría ir contigo ¿Te veo esta tarde? — Preguntó cuando se estacionó frente a la universidad de la menor.
Jeongyeon tomó su mochila y asintió forzando una sonrisa. Estaba por bajar cuando la mayor tomó su mano y le pidió un beso que se encargó de profundizar, para luego soltar una pequeña risita cuando se separaron.
—Tienes labial, permíteme. — Sacó una toallita de su guantera y limpió su rostro suavemente bajo la mirada de la menor. —Listo, hermosa. — Dijo acariciando su mejilla con su pulgar.
Jeongyeon se quedó mirándola un momento más antes de darle un pequeño beso y bajar al fin, a la vez que la mayor partía del lugar con una enorme sonrisa en su rostro.
Y una vez el auto blanco se perdió de vista, fue que Jeongyeon se permitió liberar el aire que tenía retenido en sus pulmones.
Y seguía de pie frente a la universidad cuando un brazo rodeó sus hombros. Se volteó y se encontró con un sonriente Jungkook.
—¡Bien hecho Noona! Eres toda una celebridad, estoy seguro que tu club de fans es mas grande ahora. — Comentó el sonriente muchacho.
Y Jeongyeon lo miró confundida, no tenía idea de que hablaba pero el chico pareció notar su estado y le respondió.
—Es que se hizo viral tu video, lo llaman “el beso del año” ¿Que te parece? — El menor le extendió su teléfono reproduciendo el video de ella y Nayeon besándose el día anterior.
Su primera reacción fue de vergüenza, pero luego paso a la rabia y finalmente a miedo, de que los ojos equivocados, especialmente esos hermosos ojos japoneses lo vieran.
—¿Que mierda es esta Jungkook? ¿De donde la sacaste? — Le reclamó.
Jungkook se asustó de su reacción y se separó de ella. —Tranquila Noona, no fui yo, al parecer toda la universidad lo vió, pues a mi me llegó la notificación del grupo.
—¡No puede ser! — Bramó la rubia con rabia. Pero como si no fuera suficiente, una enfurecida morena se dirigía a ellos.
Había olvidado por completo a Tzuyu, de seguro también había visto ese video, aunque no hizo falta pues estaba más que segura que había sido testigo de esa escena el día anterior.
Y tal vez quería asesinarla, pero la entendía, pues ella también quería desaparecer en ese momento, o despertar de esa pesadilla que estaba viviendo.
—¡Yoo Jeongyeon! ¡Quieta ahí! — Jungkook que se asustó solo de ver la expresión de la menor, se fue antes de que esta llegara al lado de la mayor.
—¡Jeon Jungkook! ¿A donde vas? Cobarde... — Bufó antes de encontrarse de frente con Tzuyu y recibir un golpe en la cabeza.
—¿Que pasa contigo? ¿Acaso estas tonta? En este momento me explicas que significa el espectáculo de ayer. — Exigió con dureza. —Que como sino fuera suficiente, un descerebrado se encargó de subir a las redes como “el beso del año”.
Jeongyeon aún acariciaba la zona donde había recibido el golpe y como si de una niña pequeña se tratara bajo la mirada avergonzada. —Te puedo explicar Yoda, solo dejame...
—Necesitarás una buena explicación, porque ví como no solo la besaste como si se te fuera la vida en ello, sino que te fuiste con ella Unnie, con la persona que más daño te ha hecho, como si fuera el amor de tu vida. — Señaló.
Jeongyeon no podía reclamarle pues sabía que cada palabra era verdad, y como estaba segura que ya nada podía empeorar se le ocurrió volver a hablar. —Ahora también es mi novia. — Informó logrando empeorar el enojo de la contraria.
La expresión de Tzuyu le pudo haber hecho reírse ahí mismo, sino hubiera estado tan apenada de esa situación. —¡¿Que dices?! — La menor se contuvo para no golpearla, aunque al parecer era lo que necesitaba, a ver si reaccionaba, pero apretó el puente de su nariz antes de volver a hablar. —Mira, mejor vamos a clases, no quiero faltar por tu culpa.
Luego de clases Jeongyeon se encontraba con Tzuyu en el jardín, estaban en el mismo lugar que la mayor siempre frecuentaba.
—Bien ya puedes empezar a explicarte Unnie, aunque estás hundida hasta el cuello. — Pidió la Taiwanesa cruzándose de brazos, provocando que Jeong casi se sintiera intimidada por ell.
La rubia suspiró antes de empezar a responderle cada pregunta a su amiga como podía. Obvió algunos detalles, como su ataque de celos cuando vio a Mina con esa chica en el baño, y le contó que todo era parte de un plan para descubrir que tramaban su mamá y Nayeon.
—Pues aún conociendo tus razones, no estoy de acuerdo con tu plan. — Confesó la morena soltando un suspiro. —¿En serio es lo mejor que se te ocurrió? ¿Volver con Nayeon? — Preguntó incrédula.
—Lo sé Chewy, pero necesito que ellas confíen en mi además, sospecho que tiene que ver con el señor Yoo, mi madre me quiere lejos de él, y si tengo razón y Nayeon es su “Espía” pasar tiempo con ella convencerá a mi madre de que de verdad me alejé de él.
Tzuyu frunció el ceño. —¿Y porque quieres eso?
—No quiero alejarme de él, solo quiero saber que se traen entre manos ellas. — Aclaró rápidamente.
—Si, si, pero a ver ¿Como es que descubriste esto?
—El día de la cena, ellas estaban actuando demasiado extraño, incluso la señora Im, y con el repentino interés de mi madre en mi relación con Nayeon, y lo que me dijo esta mañana solo fue cuestión de atar cabos. — Explicó dejando a su amiga sin palabras.
—Tiene sentido pero...
—Sigues sin estar de acuerdo. — Completo con entendimiento. —¡Ya sé! Pero vamos Chewy, necesito tu apoyo. — Dijo tomando su mano. —No podré hacer esto sola.
Y entonces Tzuyu hizo una mueca para ocultar su sonrojo. —¿De que hablas? Ni sueñes que estaré cerca de Nayeon, sabes que no la soporto, es una... — Se detuvo al notar la mirada de la rubia en ella y suspiró. —Horrible persona. — Sonrió falsamente lo que provocó que Jeongyeon rodara los ojos.
—No te pido eso Chewy, solo necesito que me cubras.
—¿Que te cubra? Ahora sí me perdí.
—Con el señor Yoo, por si llegara a invitarme a su casa o a algún lado, necesito que tú me cubras.
—¿Porque yo? — Cuestionó, no era un plan con el que estuviera de acuerdo. —¿Que pasa si ella va a buscarme? No respondo si...
—No creo que lo haga, no te preocupes, además el señor Yoo tampoco me ha buscado, si no hubiera venido aquí, como la última vez.
Tzuyu negó un momento ante la locura de la situación pero terminó aceptando ayudarla y la rubia se lanzó sobre ella para abrazarla un momento, antes de dirigirse a la salida.
Por lo que le había contado, la castaña mayor pasaría por ella así que hizo su mejor esfuerzo por comportarse mientras esperaban.
Las japonesas salieron unos minutos después, y cuando los ojos de Mina se encontraron con Jeongyeon y los de Tzuyu con los de Sana, todas ignoraron como una castaña bajaba de un auto blanco y solo Momo la observaba caminar en cámara lenta.
Las seis chicas se sentían en una burbuja de amor, en un universo paralelo que nadie podía quitarles. Pero por desgracia, su realidad era otra y en cuanto Nayeon llegó junto a las doctoras y las saludó con una tierna sonrisa se dieron cuenta de ello.
Nayeon por suerte había estado más pendiente de la chica que la miraba con los ojos muy abiertos, atenta a cada uno de sus movimientos, lo suficiente como para no darse cuenta de las miradas entre su novia y la pelinegra.
Jeongyeon apartó su mirada de Mina y se concentró en Nayeon, y Tzuyu que frunció el ceño y rompió el contacto visual con la pelirrosa, tuvo que aguantar la risa cuando Jeong rechazó a la mayor cuando esta quiso besarla frente a ella.
Movimiento que la mayor sólo respondió con un puchero y agarró el brazo de Jeong.
—Nos vemos después Chewy. — Dijo Jeong sonriendo algo incómoda.
Sabía que Mina la miraba curiosa, por lo que tomó la mano de Nayeon y sin darle tiempo a su amiga más que para un asentimiento se dirigió al auto de la mayor.
Fue una suerte que los vidrios polarizados del auto le sirvieran de refugio para su nerviosismo.
Pues cuando entró al auto de la mayor y volteó al lugar donde se encontraban las japonesas, no solo Mina observaba en su dirección sino también Momo, algo que le sorprendió pero no le dio importancia.
Rogó al cielo porque Mina no haya sacado ningún tipo de conclusiones sobre ella y Nayeon pues aunque no dejó que la mayor la besara, era la segunda vez que Nayeon llegaba cuando Mina estaba cerca, y si la mayor no la había visto, estaba segura de que la japonesa no había dejado pasar ese detalle.
Nayeon entró al auto y rápidamente se marcharon de allí, ella trató de sonreír para que esta no notara su estado, y pareció funcionar pues la castaña estaba hablándole de lo bien que le había ido con su hermano.
No fue sino hasta que notó que no se dirigían a su casa, que la interrumpió. —¿A donde vamos? — Preguntó a lo que Nayeon sonrió y la miró.
—A un lugar especial, sé que te gustará. — Fue su respuesta. Jeongyeon recordó lo que le había dicho en la mañana y asintió.
Se detuvieron frente a un enorme edificio, y aunque estaba desconcertada, bajó acompañando a la mayor, la castaña tomó su mano y entrelazó sus dedos, acariciándola con su pulgar.
Entraron y al llegar al ascensor, en el que sólo estaban ellas, la mayor aprovechó para juntar sus cuerpos.
—No me saludaste en la universidad, pero ahora no tienes excusa. — Susurró rodeando su cuello con sus brazos, Jeongyeon la tomó de la cintura y la besó, empezaba a sentirse mal consigo misma.
Pero luego recordó su plan a mitad del beso y siguió besándola, separándose con cortos besos.
—Ahora ya te salude como se debe. — Dijo mirándola con una pequeña sonrisa.
—Me encanta besarte. — Tarareó Nayeon aún con sus ojos cerrados. Y cuando la miró, le dio otro pequeño beso antes de separarse por el sonido del ascensor.
Salieron en el piso 13 y aún tomadas de la mano entraron a un departamento donde los colores lila y negro dominaban la decoración.
—¿Te gusta? — Le preguntó Nayeon al notar que se había quedado observando todo.
—Es lindo. — Fue su respuesta.
Nayeon la guió hasta la sala y la sentó en el sofá, subiéndose sobre ella con una pierna a cada lado de las suyas.
Jeongyeon la miró con expresión neutral. —No creo que esto sea correcto ¿Que tal si llega alguien y nos ve?
La risita de Nayeon la hizo fruncir el ceño. —No llegará nadie Jeongie. — Susurró en su oído. —Estamos completamente solas. — La miró sin dejar de sonreír divertida. —Bienvenida a mi departamento.
—¿Tuyo? — Su asombro de seguro estaba más que dibujado en su rostro pero asintió una vez más mirando a un lado. —Felicidades, no tenía idea.
—Es porque aún no me he mudado del todo. Pero me encantaría inaugurarlo contigo. — Esta vez Nayeon besó su cuello, intentando provocarla, sabiendo donde besar mientras Jeong luchaba por resistirse.
—Bunny no creo que... — Intentó decir pero los labios de la mayor sobre los suyos no la dejaron hablar.
Sin previo aviso la castaña mordió su labio suavemente. Algo que más que excitarla la hizo gruñir, pero obviamente esa era una buena señal para Nayeon, al creer que la menor estaba rendida por ella.
El beso era tan apasionado que cualquiera que las viera de seguro creería que estaban locas la una por la otra, pero Jeongyeon sabía que al menos de su parte, no era precisamente la pasión lo que la guiaba.
Cuando pasaron los minutos, tal y como esperó Nayeon, la menor invirtió sus posiciones quedando entre sus piernas y acariciándolas, aprovechando el acceso que le concedía su falda.
Nayeon suspiró, jadeó y gimió el nombre de la menor cuando su mano llegó a su centro y sus labios a su cuello, la tomó del cabello y mordió su hombro reprimiendo algunos gemidos.
No pasó mucho para que terminaran desnudas y alcanzaran el clímax.
Seguían acostadas en el sofá, Nayeon, que tenía a la menor acostada en su pecho, acariciaba su cabello dándole besos en la cabeza. —Te quiero mucho Jeongie. — Susurró cuando la chica la miro.
—Yo también te quiero Yeonnie. — Respondió sonriéndole y se acomodó de nuevo quedando ella debajo esta vez.
Nayeon la abrazó de nuevo, se refugio en su cuello y Jeongyeon se sintió pésima persona al mentir de ese modo, intentando convencerse de que era lo mejor para su plan.
Solo esperaba no equivocarse con aquella decisión y lograr descubrir la verdad, antes de terminar más enredada de lo que estaba.
Saludos.
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