El Verdadero Mentiroso
Aquí se encontrarán con la versión de la historia 2yeon contada por Jeongyeon.
Espero les guste.
Un par de días después, Nayeon había aceptado la propuesta de su hermano de ayudarlo en su nuevo proyecto.
Cuando el mayor se lo pidió se sintió muy feliz, es decir, ella era parte de la empresa de su padre pero este casi nunca la dejaba participar tan directamente en algún proyecto.
Cuando le contó la noticia a su novia, no podía negar que esta se veía feliz por ella, y lo valoraba mucho, pero en el momento que quiso celebrar a su manera, Jeongyeon, una vez más la cambió por sus libros y publicaciones médicas, dejándola frustrada y molesta en la sala de su departamento.
Había estado evitando contactar a Momo por que no quería arruinar las cosas con la menor, pero en vista de que necesitaba saciar sus deseos y esta llevaba días evadiéndola, la japonesa era la mejor candidata que conocía.
Una sonrisa coqueta se formó en su rostro antes de enviarle un mensaje.
“Quiero verte. Pero no puedo recibirte en mi departamento ¿Tienes algún lugar lo suficientemente seguro y agradable?”
No pasaron muchos minutos cuando recibió la respuesta. Y su sonrisa creció.
“Hermosa, te aseguro que con mi compañía, cualquier lugar es el paraíso. Pero si quieres algo lindo, puedo pasar por ti mañana y nos escapamos a un lugar que te gustará mucho.”
Tuvo que morder su labio para reprimir un grito de emoción. Definitivamente la pasaría bien mañana y nada podría arruinar eso.
Se dirigió a la habitación donde se encontraba Jeong sentada en la cama, y se acercó a ella abrazándola por la espalda recostando su mentón en su hombro.
Jeong sonrió levemente, y acarició con una de sus manos las manos de la mayor que estaban unidas sobre su abdomen.
—Estas aburrida ¿no? — Preguntó dejando de lado su laptod por un momento.
Y en respuesta, Nayeon hizo un puchero. —Estoy bien, no puedo aburrirme de ti. — Mintió recibiendo un rápido beso en su mohín. —Aunque tenga que compartirte con tus publicaciones médicas. — Dijo con fingida molestia y Jeong río.
—Lo lamento Nay, es que ya sabes que...
Fue la mayor quien le dió un beso esta vez, negándose a soportar la expresión triste y arrepentida de la rubia. —Jeong esta bien, no tienes que disculparte por hacer lo que amas. — Dijo con sinceridad.
—Aún así, quiero disculparme, sé que no soy la novia más interesante del mundo, ni siquiera la más romántica o...
—Jeongyeon, no tienes que ser la más romántica o la más interesante para que te ame. — «Sólo la más rica» pensó, ocultando su pensamiento con una expresión amorosa, mientras la abrazaba más fuerte. —Solo debes ser tú misma, y eso es suficiente.
«Y pensar que antes me terminaste justo por ser yo» pensó Jeong, forzando una sonrisa. —Al menos con tu nuevo proyecto junto a Jae no te aburrirás. — Cambió de tema, recostandose en el pecho de la castaña, que a su vez se apoyó en la cama.
—Si, tengo que confesar que me alegra mucho que me haya considerado esta vez. — Confesó jugando con las manos ajenas, la ventaja de salir con una doctora, tenía unas lindas y suaves manos.
—¿No lo hace seguido? — Preguntó Jeong con curiosidad y aunque no le agradaba ese tema, decidió responder.
—Papá no lo hacía, supongo que una parte de el sigue subestimandome. — De pronto agradeció que Jeong le diera la espalda, pues de ese modo no vio la mueca que apareció en su rostro. —Pero no importa eso, ya estoy dentro del proyecto y era lo que me faltaba para sentir que mi vida es perfecta. — Dijo más animada.
Un cambio de actitud que realmente sorprendió a Jeong. —¿A que te refieres? — Cuestionó volteandose lo suficiente para verla.
—Bueno, tengo el empleo de mis sueños, puedo despertar todos los días contigo, puedo abrazarte, besarte, tenerte solo para mi como soñé tantas veces, en nuestro propio lugar. — Aprovechando la corta distancia entre sus rostros se las arregló para dejar un beso en su mejilla.
—Es tu lugar. — Aclaró la rubia.
—Es de ambas. — La firmeza en su tono y expresión solo hicieron que una mueca de sonrisa apareciera en el rostro de Jeong. —Lo mío es tuyo y lo tuyo es mío. — Y la tierna sonrisa que le ofreció, dejó a la rubia sin más opciones que sonreír de vuelta.
—Supongo que tienes razón. — Agregó no muy convencida.
—Será así cuando nos casemos. — Soltó Nayeon de pronto, y si la rubia no hubiera estado acostada, de seguro se habría caído de la impresión.
—¿C-cuando nos c-casemos? — Tartamudeó reincorporándose, miró a Nayeon y esta le asintió inocentemente, mientras volvía a abrazarla pasando por alto el pequeño shock emocional que ella estaba teniendo en ese instante.
—Claro que si avestrucito, eres el amor de mi vida, no le veo nada de malo a compartirla contigo. — Hablaba Nayeon con su cara recargada de su hombro. —Casarnos, comprar una linda casa, adoptar un perro, tener hijos ¿No estás de acuerdo?
Por supuesto que Jeong se había imaginado cada una de esas cosas un día, y aunque alguna vez las deseo con Nayeon, ahora no era con ella precisamente con quien las quería.
—Si, eso sería hermoso, la vida perfecta. — Se limitó a responder haciendo una mueca mientras dejaba una caricia con su pulgar en los nudillos de la mayor, quien seguía hablando con entusiasmo.
—Claro que tenemos que esperar que te gradúes y...
No podía imaginarlo, ni siquiera existía la remota posibilidad de que se sintiera mal por no desear todo aquello con Nayeon, pero el destruir sus ilusiones tan bruscamente, tampoco le resultaba agradable, simplemente debía continuar con todo hasta que llegara el momento adecuado.
—Fui aceptada en el hospital central. — Contó de repente para cambiar el tema.
—Eso sin duda es increíble, pero ya lo esperaba, es tu recompensa por tantas horas de estudio. — Respondió Nayeon sin dejar de sonreír orgullosa.
Mientras ella, sentía como una incómoda sensación se amargura crecía en ella. —Si, es solo que, es posible que llegue más tarde a casa en los próximos días. — Añadió evitando su mirada.
Mientras que Nayeon se alegraba internamente. —¿Y eso porque? — Preguntó con fingida preocupación.
—Las prácticas. — Contó sonriendo sinceramente por primera vez en media hora. —Además el doctor Kim quiere que lo acompañe directo al hospital.
—Bueno, eso es algo importante para tu carrera ¿No? — Nayeon se mostraba interesada en las palabras de la menor, pero por su mente solo pasaban las miles de formas en las que besaría a Momo cuando la viera de nuevo, y con esa nueva información, se alegró de saber que podría verla en su departamento sin problema.
—Ellos esperan mucho de mí y no quiero decepcionarlos. — Escuchó decir a Jeongyeon.
Por estar perdida en sus pensamientos, no sabía a lo que se refería la rubia.
—Te aseguro que ya están muy orgullosos de ti avestrucito. — Atinó a decir recibiendo un asentimiento en respuesta, maldijo por no prestarle atención a sus palabras, pero tuvo suerte de que la contraria no lo notara.
A la mañana siguiente después de tomar su acostumbrada ducha matutina, bajó a la cocina encontrándose con una imagen que le encantó.
Jeongyeon con su traje de doctora, de color azul claro.
—Buenos días doctora sexy. — Habló abrazando a la rubia por la espalda.
Jeongyeon dejó su taza de café a un lado y la miró, recibiendo un pequeño beso de parte de Nayeon. —Buenos días Nay.
—¿No estas lista? Creí que te habías ido. — La mayor hizo un puchero acariciando su mejilla.
—No es eso, es sólo que desperté más temprano y no quise interrumpir tu sueño de belleza. — Bromeó Jeong haciéndola sonreí.
—Aeww ¿Vez? Si eres la mejor novia del mundo Jeong. — Su sonrisa se ensanchó antes de pararse de puntillas para dejar un corto beso en sus labios. —Te quiero.
Jeongyeon por su parte sonrió, pero no le respondió.
Cómo pudo se separó de su abrazo alejándose de ella. —Yo... Iré por mis cosas.
Esa actitud de evasiva de la menor sólo provocó un bufido de Nayeon, que se sirvió una taza de café, pero sonrió antes de darle el primer sorbo al recordar lo que tenía planeado hacer ese día.
Y una hora después ambas chicas salían del edificio del brazo de la otra, sin sospechar que un sonriente pelinegro las observaba desde su auto.
—Definitivamente esa chica es hermosa. — Murmuró el hombre mordiendo su labio.
Las tres japonesas salían de clases y la mayor se despidió apenas salió.
Normalmente ella era la que proponía irse a casa de la menor a pasar el rato o ir a comer a algún restaurante, pero esa tarde dijo que tenía algo importante que hacer.
Lo único que Mina había logrado averiguar con su interrogatorio, era que la mayor había conocido una chica que le encantó, y que esta chica le había prometido verse otra vez.
Momo no era de las que tenían relaciones duraderas, no se enamoraba de alguien más de dos semanas y Mina esperaba que esta vez no fuera diferente, pues con las actitudes que venía teniendo la rubia los últimos días, no le agradaba la idea de que la rubia sufriera por un mal de amor.
Mientras Sana solo podía mirar la escena sorprendida. —¡Mina-chan! ¿Crees que Momori este enamorada de esa chica? — Al ser mejores amigas las tres estaban enteradas de los acontecimientos.
—No estoy segura Sana-chan, solo espero que Momo sepa lo que hace, porque si esa chica misteriosa tiene novia, puede meterse en problemas. — Respondió la menor cerrando su casillero con calma, dirigiéndose a la salida.
—Espero que pueda enamorarse de alguien de una vez, así deja de ser tan alborotada. — Rió la pelirrosa.
Y Mina la acompaño con una pequeña sonrisa. —Ay Sana, es Momo de quien hablamos, ella no va a dejar de ser así sólo por una chica, sabes lo que dice...
— Si, “encadenarse a una chica significa perderse el placer de disfrutar de otras”. — Citó la mayor haciendo las comillas con sus dedos. —Pero de verdad espero que le llegue el amor como a mi. — La pelirrosa soltó un suspiro de amor que provocó que la menor la mirara y negara.
—Ambas están locas. — Río negando despacio, aunque no podía negar que estaba feliz por ellas.
—No te pongas celosa Minari, sé que tú también encontrarás el amor.
Eso bastó para que la sonrisa de la pelinegra se borrara al instante y cambiara por una expresión seria. —No estoy celosa, y no me hace falta encontrar nada como el amor. — Aseguró con firmeza en un tono que para cualquiera podía ser aterrador.
Pero al estar acostumbrada a ello, la pelirrosa continuó hablando. —Eso dices ahora, ya verás como cuando el amor te encuentre querrás hacer todo por él. — Sana la molestó sin dejar de sonreírle.
—Por ella Sana, no me gustan los "Él" — Se apresuró a aclarar, sin negar las palabras de la contraria, que soltó una risita antes de volver a hablar.
—Solo decía ¿Lo ves? Incluso sabes que es una ella.
«No sólo eso Sana» pensó la menor negando suavemente luchando por ocultar su sonrisa.
Momo había llegado a la dirección que le había dado la coreana, si se encontrarían en su departamento después de todo.
La japonesa desconocía el cambio de parecer de la castaña pero no le importaba, sólo quería verla de una vez.
Estacionó su auto negro frente al edificio, porque sí, había ordenado a su chofer volver a casa para poder mantener su paradero lo más secreto que podía.
Recordaba el piso y el departamento, marco el numero 11 y no paraba de sonreír de la emoción, sintió su corazón latir con fuerza contra su pecho al llegar a la puerta 11 - 09 y tocó el timbre, esperando que la castaña abriera.
La gran sonrisa con la que Nayeon la recibió y la forma en la que tomó de su abrigo para chocar sus labios con los suyos, dejaron a Momo sin aliento por varios segundos, hasta que reaccionó y la tomó posesivamente de la cintura levantándola y recostándola de la puerta cerrada.
No había nada de delicadeza en sus besos, predominaba la brusquedad y mordidas por parte de ambas.
Momo bajó sus besos a su cuello mientras la mayor le quitaba el abrigo deslizandolo por sus hombros.
—No t-te atrevas a marcarme. — Ordenó Nayeon entre jadeos cuando sintió los dientes de Momo en su cuello.
—No te preocupes preciosa sólo dejate llevar. — Respondió la japonesa cerca de su oído.
—Bajame ahora. — Volvió a ordenar Nayeon seria.
El cambio de humor que presentó la castaña dejó estática a la japonesa, que cuando la mayor salió de su agarre recogió su abrigo del piso, colocándolo en el respaldo del sofá mientras la seguía.
—¿Hice algo mal? — La confusión en su rostro provocó que la castaña soltara una risita y extendiera su mano para que esta se acercara a ella.
—No hiciste nada malo hermosa. — Nayeon rodeó su cuello con sus brazos y la besó despacio. —Solo quiero jugar un poco. — Le dijo con una sonrisa pícara que la japonesa imitó.
—Pues yo lo quiero todo contigo. — Alcanzó a decir Momo en su oído, con la voz ronca.
Y en respuesta, Nayeon la empujó levemente en el sofá sentándose a horcajadas sobre ella. —Así me gusta más.
Más besos similares a los de la entrada no se hicieron esperar con ambas ahora sobre el sofá, sin sospechar que no serían las únicas que sabrían su secreto.
Y en vista de que esa no fue la única vez que las chicas Namo se reunieron en el departamento de la mayor, compartiendo largas escenas de pasión, mientras la coreana menor se dedicaba por completo a sus practicas y pasantías junto al doctor Kim, la castaña se encontraba de un excelente humor.
El fin de semana siguiente los hermanos Im tuvieron que hacer un viaje a Busan, por lo que Jeongyeon pudo reunirse con las chicas Mamamoo otra vez en compañía de Tzuyu.
La menor había pasado por ella y llegaron al tranquilo bar donde se encontraron con tres de ellas, pues Moonbyul no las acompañó esa noche debido a su trabajo.
Estaban sentadas frente a la barra mientras las dos doctoras les relataban sobre lo mucho que disfrutaban de sus prácticas.
Para Jeong fue un alivio que ninguna mencionara el tema de Nayeon pero duro poco, pues fue Hwasa sacó el tema y como si fuera automático, todas las demás se acordaron del plan y su situación.
—Bueno, salió de viaje a Busan el día de ayer, por un asunto de trabajo. — Contó Jeong.
Mientras Solar la miraba incrédula. —¿Se fue de viaje con la excusa de trabajo en el interior? No sé, me parece algo sospechoso.
—Sé que están pensando. — Confesó soltando un suspiro al notar en las miradas del resto como también apoyaban sus sospechas. —Pero no se ha ido sola, está con su hermano, y él si que es dedicado a su trabajo.
—Pero ella no tanto ¿No? — Añadió Wheein elevando una ceja.
—De hecho, me consta que una de las pocas cosas que Nayeon ama en este mundo, más que a ella misma, es su carrera de arquitecta. — Hizo una mueca.
—Pues sigue sin convencerme esa chica, no sé, no la conozco y siento que es la mismísima hija del...
—¡Unnie! — Jeong detuvo a Wheein. —Ya sé que no confían en Nayeon, ni siquiera yo logro hacerlo a pesar de lo mucho que me ha apoyado los últimos días. — Confesó mientras la menor del grupo bufaba. —Pero no me importa lo que haga siempre y cuando no me involucre en ello.
Hwasa miró a Solar y esta a Wheein que se contuvo de comentar algo otra vez, pero quien no se calló fue Tzuyu que hasta ahora se había mantenido en silencio. —Estas consciente de lo hipócrita que sonó eso ¿Verdad? — Jeong la miró con el ceño fruncido.
La sinceridad de Tzuyu era una de sus mayores virtudes, sin embargo a veces no sabía cómo manejarlo, y al parecer ese fue uno de esos momentos. —Digo, tomando en cuenta que estas más que involucrada en un juego armado por ella, y del cual aun no tienes ni idea, decir eso es algo hipócrita de tu parte Unnie.
Un nuevo suspiro salió de sus labios, no tenía argumentos para negar las palabras de la menor, si bien dicen que la verdad no es fácil de digerir ni hermosa de ver o escuchar, en ese momento ella lo estaba experimentando.
—Y creeme que he llegado a un punto donde ya no se si nada de eso tenga sentido Chewy, pero es algo tarde para dejarlo. — Fue lo que respondió y se excusó con que debía ir al baño.
Mientras las demás la miraban alejarse Hwasa por fin se atrevió a hablar. —Parece que nuestra Jeong, está en un enorme laberinto.
Siendo apoyada por la mayor del grupo que habló luego de tomar un sorbo de su copa. —Eso es lo peor del juego de los secretos, que después de un tiempo, ya no se sabe quién de los dos es el verdadero mentiroso.
—Pero lo único que nos queda es apoyarla, ya que nos dijo que no nos involucráramos. — Señaló Wheein.
—Me temo que si, y con las ganas que le tengo a Nayeon. — Murmuró la menor de todas con rabia.
Después de volver del baño Jeongyeon agradeció que sus amigas cambiaran de tema y pudo pasarla bien hasta que tuvieron que despedirse pasadas las 10 de la noche.
La Taiwanesa notó lo pensativa que estuvo su amiga en el camino de vuelta y se encargó de ser ella la que terminara con ese silencio.
—¿Sabes algo de Seungyeon Unnie? — Preguntó sonriente.
Jeong le había contado que la mayor tenía pensado volver pero no le dijo más, luego la miró correspondiendo su mueca y respondió feliz. —Oh si, parece que tuvieron problemas con el viaje, pero espera que el próximo mes ya puedan viajar.
—Esos asuntos son tan complicados. — Dijo a modo de chiste notando como la tensión abandonaba el cuerpo de la rubia.
—Ni que lo digas pero según escuche que Siwon es muy bueno con los asuntos legales.
—Ese es el nombre de su esposo ¿no?
— ¡Si! — La rubia asintió. — Es un buen hombre por lo que me ha contado Seungyeon, y los adora a ambos.
—Increíble, nunca pensé que... Bueno no importa. — Negó dejando desconcertada a la mayor, que prefirió no indagar nada más. —¿Tienes planes para mañana?
—¿Planeas ir de fiesta un domingo? — Bromeó la mayor.
—No, es que. — Empezó a decir mordiendo su labio con repentino nerviosismo. —Bien, Sana me invitó a un lugar y necesitaba algo de apoyo, imaginar el estar a solas con ella fuera de la universidad es algo aterrador. — Confesó mientras Jeong la miraba incrédula. —Es que temo arruinarlo o que...
—¡¿Tienes una cita con Sana y no me dijiste?! — Preguntó casi a gritos.
Tzuyu agradeció que iban en el auto pues de seguro la mayor hubiera llamado la atención de más de una persona. —Y aparte ¿Le tienes miedo a tu chica?
—No es eso, es que me pone muy nerviosa el simple hecho de pensar que ella quiera...
—¡Oh no! — Se burló Jeong empezando a reír a carcajadas. —Lo siento Chewy pero no pienso ser un mal tercio, además necesitas esa salida, necesitas relajarte. — Señaló con seguridad.
Mientras Tzuyu la miraba con una ceja levantada. —Quien lo dice ¿No? — Río.
—No estamos hablando de mi, además he quedado con el señor Yoo mañana. — Contó más relajada a lo que Tzuyu sonrió.
—Me alegra que algo bueno este saliendo de todo el desastre que estas viviendo ahora.
—A mí también pequeña Yoda. — Jeongyeon sonrió y una vez el auto de la menor se estacionó frente a su edificio, aprovechó de molestar a su amiga antes de bajar. —Suerte en tu súper cita. — La menor río y negó antes de partir del lugar.
Al día siguiente Jeongyeon caminaba con sus manos en los bolsillos de su chaqueta, y mientras aquella melodía lenta se escuchaba a través de sus audífonos se preguntaba como estaría su madre esos últimos días, pues como venía haciendo esa última semana llamó a su casa temprano sin obtener respuesta.
Suspiró profundamente, aún le dolían las palabras de su madre, pero como le dijo a Nayeon, era su madre y no podía dejar de amarla y preocuparse por ella, aunque no fuera a verla.
Llegó a la conocida zona donde vivía el pelinegro y llamó a la puerta.
No pudo estar más agradecida con él, por el abrazo con el que la recibió, pues en aquel momento sin saberlo, le hacía mucha falta.
—Aprovechando que una vez me comentaste tu gusto por los videojuegos y considerando que es una buena forma de pasar el rato, me atreví a tomar un control después de algún tiempo solo para compartirlo contigo. — Dijo el mayor cuando entraron y caminaban en dirección al segundo piso.
La sonrisa de Jeongyeon creció y sus ánimos se elevaron.
Definitivamente el mayor si que sabía como hacerla olvidar un recuerdo amargo.
Pasaron la mayor parte de la mañana en el cuarto de juegos y no fue sino hasta que llegó la hora del almuerzo que Sihyeon le interrumpió una de sus partidas, que había terminado en una prolongada sesión de risas cargadas de burlas, diversión y sobre todo mucho cariño.
—Bueno, lamento interrumpir su momento feliz pero el almuerzo esta listo. — Habló la pelinegra con una sonrisa en su rostro.
Ambos Yoo asintieron y bajaron a comer hablando de las maniobras que habían empleado cada uno.
—Tengo que admitir que no creí que fuera tan bueno. — Dijo Jeongyeon antes de tomar de su jugo de Kiwi.
Dongwook río. —No te culpo, esa es una de las actividades que nadie espera que una persona de mi edad practique, pero dicen que lo que bien se aprende no se olvida, y yo era el mejor en mis tiempos. — Contó sin borrar la sonrisa de su rostro.
—Gracias por invitarme a jugar, de verdad necesitaba distraer mi mente con algo más que medicina.
Aunque Jeongyeon no había dejado de sonreír, su cambio de animo no pasó desapercibido para el mayor que la miró curioso. —Me alegra ayudarte ¿Pero puedo saber el porque de tu aflicción?
Jeongyeon suspiró. —Supongo que de algún modo ya lo sabe.
Dong Wook tomó su servilleta y limpió su boca antes de hablar. —La señorita Im. — Afirmó sin vacilación.
Y por el lenguaje corporal de la rubia, el ojigris supo que estaba apunto de escuchar la versión de Jeongyeon en aquel momento.
—Tenía razón cuando dijo que mi versión de la historia y la de Nayeon eran muy diferentes. — Empezó a contar. —Cuando nos conocimos, no fue un secreto que quedamos más que fascinadas con la otra, y aunque al principio ni siquiera nosotras supimos lo que era, cuando lo descubrimos, jamás imaginamos que nos encontrábamos en un terreno peligroso. — Otro suspiro salió de sus labios.
Mientras Dong Wook sólo la escuchaba atento, con su mentón apoyado en una de sus manos, imaginando cada escenario que la rubia exponía.
—Al principio fue hermoso, casi perfecto, tan sincero y puro. — Sonrió con nostalgia. —Nayeon era mía y yo era suya. Éramos dueñas de una inocencia y un secreto que nos hizo prometernos la eternidad. Fue justo en ese tiempo cuando mamá nos informó que nos mudaríamos a Seúl. A mi jamás me había gustado la vida que llevábamos, viviendo hoy en una ciudad, y mañana en otra. Pero esa era la primera vez que saber aquello me hizo feliz por dos razones.
El pelinegro estaba totalmente inmerso en la historia de Jeongyeon, se sentía feliz de que al fin la chica le confiara parte de ella, pues sabía que no solo se trataba de su historia de amor, era también una parte importante de su vida.
—Sería la primera vez que viviríamos con Mamá y estaría más cerca de Nayeon, ya que su familia era de aquí... — Suspiró. —Fue cuestión de tiempo para que me diera cuenta de que nada sería como imaginé. No se si era una jugada de la costumbre o se trataba de un golpe de realidad. Pero el punto es que cuando las cosas maravillosas que había idealizado empezaron a desmoronarse, y mi vida perfecta al lado de mi madre, no era mas que un deseo que nunca seria realidad, Nayeon se volvió indispensable para mi.
Dong Wook la miró confundido.
—Si, ella seguía a mi lado, y hasta el momento habíamos tenido la mejor relación del mundo. Pero al apegarme más a ella, no noté que esa era precisamente una de las razones por las que mi familia era tan inestable, o lo era para mi madre. — Mordió su labio, sus ojos empezaron a cristalizarse y Dong Wook empezaba a llenarse de impotencia —Mamá nunca aceptó nuestra relación, al igual que el señor Im, y aunque la señora Im nos apoyó por un tiempo, no fue suficiente cuando Nayeon cedió ante la presión de los prejuicios y desprecios de su padre.
El mayor apretó su puño y negó frunciendo el ceño.
—Es verdad que Nayeon se fue al extranjero a estudiar, es verdad que terminamos en buenos términos para no romper con la amistad de ambas familias, aunque nunca lo dijimos. Pero también es verdad que en todo ese tiempo, nunca nadie me hizo más daño que la persona que más había amado hasta ese momento. — Jeong negó haciendo una mueca.
—Era lógico que yo no dejara de amarla de la noche a la mañana, y aprovechándose de eso, ella me propuso seguir juntas en secreto, mientras le hacía creer a sus padres que lo nuestro sólo había sido una etapa, un episodio más de adolescencia. — La primera lágrima rodó por la mejilla de Jeongyeon y Dongwook sintió su corazón estrujarse.
—Fue uno de los golpes mas duros que recibí emocionalmente. Tuve crisis de las que solo Seungyeon era testigo y no paraba de preguntarme que era lo que había hecho mal, para que las dos mujeres que más había amado me hicieran pasar por eso. — Limpió sus lágrimas y tomo aire —Mi madre no se preocupaba por entenderme o siquiera escucharme y Nayeon... — Hizo una pausa sintiendo sus ojos llenarse de lágrimas otra vez. —Sólo me usó como quiso, una y otra vez, hasta que se fue definitivamente.
El mayor tomó un trago de su jugo en un intento por pasar el nudo en su garganta.
—Pero a pesar de todo lo que había pasado entre nosotras, a pesar de todo lo que ella me hizo, cuando se fue la extrañe, pues había sido la primera que me había entendido, la primera que me había escuchado, la primera que me ayudó a descubrirme. — Suspiró tomando aire.
—Pero una vez entendí que yo no significaba lo mismo para ella, tomé la decisión de seguir con mi vida. — Sonrió. —Seungyeon, me ayudó mucho, nunca voy a terminar de agradecerle como aún con todos los problemas que tenía con Mamá, siempre se preocupaba por mi, fue por ella quien al fin pude empezar mi carrera de medicina, que era lo que siempre había querido. Fue por ella por quien no me rendí, y pude salir de la depresión en la que se había convertido mi vida. Fue por ella por quien recordé que la vida nunca se había detenido por nosotras dos, y volví a sonreír.
Dongwook se encontraba serio mirando al frente, con la mente en blanco, se sentía molesto con la vida por no permitirle encontrar a sus hijas antes y evitarles todo el sufrimiento que habían pasado, porque sabía que si él hubiera llegado a tiempo, habría hecho que sus vidas fueran diferentes.
—Entonces no comprendo la razón de tu relación con ella actualmente, después de todo lo que me has contado, parece no tener ninguna lógica que estén juntas ahora.
—Tengo razones... — Habló la menor mas calmada. —Que van más allá de todo ese pasado y todas las mentiras que me dijo alguna vez.
—¿Confías en que no miente ahora? — Jeongyeon hizo una mueca.
—Es precisamente por que no confío en ella que estoy a su lado. — Aclaró, esperando ser entendida.
—¿Y no te has preguntado en que te convierte eso?
Jeongyeon sonrió, por su puesto que se había preguntado eso muchas veces, pero como le decía a sus amigas, ella no era como Nayeon, no estaba jugando con nadie.
—Claro que si, pero sé lo que necesito saber, y cuales son las cartas que debo jugar.
Dong Wook asintió y la miró tomando su mano. —Entonces no tengo más que decirte, sino que cuentas conmigo para lo que necesites hija.
—Lo sé. — Jeong asintió sin dejar de sonreír. —Gracias por escucharme.
Dong Wook sonrió también y acaricio su mano —Gracias a ti por confiar en mí Jeongyeon.
Y con una sonrisa en su rostro se despidieron al final de aquel domingo, que al igual varios días atrás también estuvo lleno de muchas emociones para Jeongyeon.
Saludos chicos.
Es un gusto volver.
No se olviden de dejar su estrellita y su comentario.
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