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Destinada a Encontrarte

Disfruten su lectura.

Al igual que la coreana, frente a sus padres Mina fingió que ella y Jeongyeon nunca en su vida se habían visto, pero no pudo evitar sentirse satisfecha por la confirmación del parentesco de la rubia con Dongwook, aunque hace mucho lo hubiera confirmado de sus propios labios.

Jeongyeon en cambio, la miraba con tal intensidad que no podía evitar morder su labio o frotar sus manos de vez en cuando debido a lo nerviosa que eso la ponía.

Mientras que sus padres, quienes habían quedado sorprendidos por aquella información, hablaban sobre la repentina noticia con Dong Wook.

Una conversación que la japonesa intentó seguir a detalle, fracasando deliberadamente debido a la poca sutileza de la rubia. Mina no la conocía lo suficiente como para asegurarlo, pero la mirada de Jeongyeon asemejaba a la de un depredador, que no dudaría en devorarla si tenía la oportunidad.

Una situación que se extendió hasta que la hora de la cena llegó y todos pasaron al comedor. —Es un gusto conocer al fin a una de tus hijas Dong Wook. Habló Akira limpiando su boca. —Está demás decir que lograste sorprenderme hombre.Su mirada se dirigió a la rubia, quien se limitó a sonreír sin saber que responder.

En todo lo que llevaban de cena apenas y había disfrutado de su comida por estar más concentrada en no cometer ningún error frente a los japoneses, o decir algo que dejara en vergüenza a Dongwook, quien al darse cuenta de su incomodidad, decidió retomar la palabra. —Bueno Akira, ninguno tenía como enterarse de esto antes. — Contestó sonriendo ligeramente, una mueca con un toque de nostalgia en ella. —Además sabes que no me gusta exponer mi vida privada, aunque en el caso de mis hijas, la elección no fue del todo mía, pero esa es otra historia. — Agregó tomando una bocanada de aire que le permitió recuperar algo de su risueña expresión y obtener un suave asentimiento del japonés.

Pues creo que eres muy afortunado, es una hermosa chica si me lo permites querida. — Habló Sachiko sonriendo.

Y el comentario fue tan sorpresivo para Jeong, que no pudo evitar sonrojarse. —Gracias señora Myoui. — Respondió inclinando la cabeza de forma sutil admirando lo cariñosa que parecía ser la mujer. Hasta que su atención volvió a enfocarse en el japonés.

¿Y que edad tienes Jeongyeon? — Preguntó Akira mirándola.

De algún modo se dio cuenta de que la intención del hombre no era mala, era una pregunta normal a su parecer, por eso se esforzó por mantener la calma, tomando una bocanada de aire antes de responder. —Yo, tengo 24 años señor. — Dijo, recordando por la expresión de la japonesa menor que nunca le había mencionado ese detalle.

Sin embargo Mina no fue la única interesada en aquella información. —¡Oh! Eres un par de años mayor que nuestra Minari ¿No es increíble cariño? — Comentó Sachiko mirando a Mina quien le sonrió y asintió.

Así es mamá, es muy interesante. — Apoyó Mina, siendo su turno de observar como la rubia se colocaba de los nervios ante la forma en la que la miraba y le sonreía.

Mientras Dong Wook, no hacía más que observar en silencio aquella interacción, pues si bien las chicas no se habían hablado en lo que iba de cena, la tensión que había entre ellas, era más que notable.

Además no eran las más discretas del mundo, y él sabía que se conocían, pero era evidente que los demás no.

¿Y a que te dedicas Jeongyeon? ¿Seguirás los pasos de tu padre en el mundo de la joyería? — Volvió a intervenir Akira sacándolos a los tres de su mente. Volviendo a tener la atención de Jeongyeon y Dongwook sobre él, mientras Mina llevaba la copa de vino a sus labios intentando calmar su repentina sed.

Estoy seguro que ella sería una excelente sucesora en la creación de piezas hermosas, pero me temo que ese no es su camino. — Explicó Dongwook, Jeongyeon esperó escuchar o ver algún indicio de reproche de su parte, algo que la hiciera sentir culpable y la obligara a complacerlo.

Pero cuando dirigió su atención al ojigris y lo encontró mirándola con una comprensiva y cariñosa sonrisa, supo que jamás obtendría de él nada parecido a lo que creció escuchando.

Y eso la hizo tener más confianza a la hora de responder. —No señor Myoui, yo estoy por finalizar mi carrera de Medicina, y aunque tengo un título en administración, lo mío no eran precisamente los números.Contó provocando que no solo Dongwook ampliara su sonrisa, sino que la misma Mina no pudo evitar llenarse de orgullo al escucharla.

¡Eso es admirable! Debes estar orgulloso Yoo. — Exclamó el japonés haciendo sonreír al nombrado.

No son sus títulos lo que me llena de orgullo, es en realidad, su calidad de persona.Confesó el ojigris con una sinceridad que de no haber estado frente a los japoneses, habría hecho llorar a la rubia.

Dongwook empezaba a superar cualquier idea de lo que creyó sería un buen padre para ella, y no tenía idea de como asumir que eso realmente le estaba sucediendo.

Es una pena que no hayas seguido la rama empresarial, así el negocio se habría mantenido entre familia. — Bromeó Akira provocando que el coreano riera mientras Mina y Sachiko negaban, acostumbradas a sus malos chistes. — Justo como lo hace Minari.Agregó teniendo la mirada incrédula de su hija sobre él al instante siguiente.

De algún modo, la pelinegra sentía que el mayor la estaba ofertando al mejor postor, y aunque se trataba de Jeongyeon, y no le pareció del todo desagradable imaginarlo, no le gustó que hiciera eso. Aunque sabía que este no lo decía con malas intenciones.

Por lo que prefirió dejarlo pasar continuar con la cena, misma que terminaron después de una ronda de preguntas más superficiales por parte del japonés hacía Jeongyeon.

Preguntas que Mina pensó pondrían incómodo a cualquiera, pero que descubrió no eran difíciles para Jeongyeon, que ahora se veía más tranquila y segura, haciéndola admirarla más.

Un rato después, todos se encontraban reunidos en la sala escuchando las anécdotas de la larga amistad de Dongwook y Akira, y la rubia se excusó con que debía ir al baño.

En el camino analizó cada una de las cosas que estaban ocurriendo en su vida, desde Nayeon hasta su padre y la misma Mina.

Cayendo en cuenta de que no todas las personas que se le acercaban, aparte de sus amigos, eran malas.

Y no sabe si fue su ensimismamiento lo que la había hecho tardar más de lo que creyó, pero al regresar, logró ver a los mayores conversando tranquilos, por lo que aprovechó y salió al patio observando como la luna llena tenía un brillo especial aquella noche.

Rápidamente el aire nocturno llenó sus pulmones, y sin pensarlo dos veces terminó sentada en una se las sillas frente a la gran piscina, con el reflejo de la luz de la luna iluminando su rostro, suspirando y cayendo en cuenta de su realidad.

Según ella, ahora estaba en un gran aprieto, ya que aunque no le había molestado que Dongwook la presentara como su hija, le preocupaba lo que pasaría entre Mina y ella, consciente de que dada la amistad de sus padres, coincidirían en más de una ocasión.

Siendo el no encontrarse con la japonesa en compañía de Nayeon, lo único que le suplicó a la vida.

Cuando papá dijo que el señor Yoo quería presentarnos a alguien importante, jamás pasó por mi mente que se trataría de ti. — La voz de Mina a sus espaldas la hizo voltear de inmediato, provocando que su cuello casi doliera en el proceso.

Algo de lo que no se arrepintió pues tan pronto como sus ojos se encontraron, contuvo la respiración y se levantó de su sitio observando como la menor se dirigía hacia ella. —También fue una sorpresa para mi. — Logró decir sonriendo de lado, con una intensa mirada en sus ojos. —Muy agradable, si me lo preguntas.

Una amplia sonrisa apareció en el rostro de Mina al escucharla, una sonrisa que Jeong no había visto antes, y que la dejó absorta en ella. —El sentimiento es mutuo Yoo Jeongyeon. — Dijo la japonesa, de una forma tan seductora que Jeongyeon sintió que las palabras sobraban, pues estaba perdida en todo lo que los ojos de Mina le estaban gritando, aunque muchas cosas seguían siendo demasiado misteriosas para ella.

Espero no te haya incomodado la ronda de preguntas de mis padres, están tan impresionados como cualquiera lo estaría ante esta situación.Comentó la pelinegra luego de decidir apartar su mirada de la ajena, por su propio bien.

Mientras la coreana celebraba en su interior por haber logrado ganar aquella guerra de miradas. —Descuida, no me molestó en lo absoluto, en realidad lo entiendo. — Contó logrando que Mina volviera a mirarla sin entender a lo que se refería. —No fue el único que experimentó una buena emoción está noche. — Contó con un toque de picardía en su mirada teniendo un gran efecto en la contraria.

Mina sintió que su cuerpo entero se encendía gracias a aquella mirada y aquel tono ronco. Sabiendo que si no encontraba alguna forma de protegerse, terminaría pérdida en ella. —¿Y que emoción podría ser esa? — Preguntó optando por invitarla de forma indirecta a caminar alrededor de la piscina.

Fascinación. — Confesó la mayor rápidamente obligándola a detener su caminata para mirarla de nuevo, encontrando solo adoración en aquellos ojos. —Ni siquiera la hermosa y brillante luna de hoy, es tan preciosa como tú, Myoui Mina, y agradezco poder ser testigo de eso. — En un movimiento inesperado, Jeongyeon tomó su mano y besó el dorso de esta sin romper su conexión de miradas.

Haciéndola preguntarse como era posible que una persona fuera capaz de robarle el aliento con un gesto tan simple.

Ella había sido halagada muchas veces en su vida, pero las palabras y acciones de Jeongyeon, despertaban en ella un remolino de sentimientos que no tenía idea de cómo nombrar.

Y que no parecía tener intenciones de parar. —He escuchado sobre diamantes y otras gemas, pero no encuentro palabras para describirte a ti, más que como una maravilla de la vida. — Siguió hablando Jeongyeon.

Fue cuando Mina finalmente le dio la espalda, tratando de ocultar su sonrojo. —Agradezco el cumplido, pero...

No es un simple cumplido y lo sabes Minari. — La interrumpió la coreana, que con esa forma de llamarla, la hizo voltear y se acercó a ella atreviéndose a acunar su rostro para poder acariciar sus mejillas.

Y Mina cerró los ojos cuando sus suaves manos bajaron hasta su cuello, tomando entre sus dedos el cisne negro que resaltaba en su tersa piel.

De seguro el señor Yoo ya te lo comentó ¿No es así?Cuestionó sonriendo ligeramente.

Mientras Jeongyeon la miraba extrañada. —¿Que cosa?Preguntó de vuelta ladeando su rostro, sin entender nada.

Sabía que nos conocíamos. — Respondió Mina y Jeong la miró asombrada, pues recordó las palabras que el mayor le dijo cuando llegó. —Hace un par de semanas, nos encontramos en una reunión y cuando vio que lo llevaba, asumió que...

Ya entiendo porque llegó a esa conclusión. — Completó la mayor al darse cuenta de todo.

Además dado el hecho de que vamos a la misma universidad, no le sorprendió demasiado.Agregó Mina con una sonrisa.

Y Jeong la imitó antes de liberar un suspiro. —Solo espero que cuando todo el enredo es mi vida en este momento termine, él siga de nuestro lado. — Comentó esperando que Dongwook la apoyara más de lo que su madre lo hizo alguna vez.

Mientras una Mina curiosa la interrogaba con su mirada, obteniendo una leve negación. —Parece que la palabra secreto va unida al apellido Yoo ¿No es así?Dijo en un tono juguetón.

Y Jeongyeon rió antes de responder. —Supongo que si, aunque siempre es por una buena razón, te lo aseguro.Aclaró agregando un sutil guiño a su confesión.

Lo mejor que pudo hacer Mina, fue sonreír mostrando sus perlados dientes y una vez ella le devolvió el gesto se quedaron en silencio por algunos minutos, pero no era un silencio incómodo, sino uno cargado de misterio y complicidad.

¿Puedo confesarte algo? — Preguntó Mina de pronto.

Jeong se sorprendió, pero al no tener idea de lo que la japonesa diría, solo la miró y asintió mirándola atentamente. —Ya sabes que soy buena guardando un secreto.Fue su turno de bromear, ofreciéndole una sonrisa ladeada a la menor.

Provocando que la pelinegra agradeciera que era de noche, pues pudo sentir como su rostro se calentaba al verla. —No ocurrió nada ese día. — Contó mirándola fijamente, mientras Jeong intentaba adivinar a lo que se refería, sin tener éxito alguno. —En el baño de chicas, yo no pude, después que saliste yo solo...Aclaró peinando su cabello hacia atrás con nerviosismo.

Entonces Jeongyeon sintió como un balde de agua fría caía sobre ella. —¿Entonces tu si... No se atrevió a completar la frase por la vergüenza que la atacó de repente.

Te ví Jeongyeon, y no sé porque, pero necesitaba decírtelo. — La menor sentía que se liberaba de un gran peso con aquellas palabras.

Sin sospechar que gracias a ello, la mayor empezó a sentir como la culpa la consumía. Se sentía estúpida, todo ese tiempo había estado creyendo algo que no era verdad y le hizo desear golpearse, pues había actuado sin comprobar nada.

Pero no podía solo decirle todo eso, no quería que la menor la viera como una niña inmadura e impulsiva, por lo que la miró con expresión neutral y respondió. —Eso... Lamento no haber tocado.

Era un baño público ¿Quien lo hace? — Rió Mina, mirándola con obviedad.

Tal vez debí hacerlo, ver a tu escolta en la puerta de algún lugar, debería hacerme pensarlo dos veces antes de entrar sin avisar.Insistió, rascando su nuca con nerviosismo sin sospechar que se venía la peor parte.

Y sobre el vídeo...Empezó a decir Mina mordiendo su labio.

E inmediatamente las alarmas en el cerebro de Jeong se encendieron, Mina sabía sobre el video. —Sobre eso, lamento que lo hayas visto yo...

Todo el mundo lo vio Yoo Jeongyeon. — Río Mina.

No era como si no le importara pero quería mostrarse lo menos interesada posible. Ya que si la mayor tenía una relación, no quería causar problemas en ella. —Y admito que tu novia es afortunada, o eso comentan todos. — La picardía en sus palabras casi hace sonreír a Jeongyeon, sin embargo su incomodidad era mayor.

Mina yo de verdad lo siento... — No sabía porque se disculpaba, pero no podía evitar sentirse como una tonta.

No te preocupes Yoo Jeongyeon, solo quería contarte eso. — Aclaró la japonesa y Jeongyeon se quedó estática, mirando un punto fijo, hasta que la menor intentó alejarse de ella y reaccionó tomando su mano.

Gracias. — Dijo sorprendiendo a Mina no solo con su movimiento, sino con todo el cariño y la determinación que había en su mirada. —Ahora sé, que haré lo que sea para llegar hasta ti Mina, solo te pido que no olvides esto. — Puso su mano en su corazón para que Mina sintiera como latía fuertemente contra su pecho. —Porque es por ti, aunque aún no conozca el porqué.

Jeongyeon... — Susurró Mina, cautivada por sus palabras, su voz y la forma en la que brillaban sus ojos.

Además su rostro iluminado por la luz de la luna le pareció tan hermoso que no se resistió y lo acarició con su otra mano, comprobando que su piel era más suave de lo que imaginó.

La mano de Jeongyeon le brindaba una sensación de calidez a la suya, que no quería abandonar.

Pero tuvo que hacerlo, por su equilibrio emocional tuvo que hacerlo, por su racionalidad tuvo que hacerlo y por la voz de su madre llamándola, tuvo que hacerlo.

Jeongyeon... — La llamó Dongwook, estaban sentados en la sala después de despedir a los Myoui. —No quiero ser entrometido pero me gustaría preguntarte algo... — El ojigris sabía que tomaba un gran riesgo, pero era el único camino que tenía para acercarse a la menor.

Jeongyeon que no esperaba nada extraño solo asintió ante las palabras de su padre.

¿Amas a tu novia? — Directo y sin rodeos, era lo que caracterizaba a Yoo Dongwook. —Y no me respondas con otra pregunta.

La rubia suspiró y miró a un lado. —No creo que eso sea relevante señor Yoo. — Contestó Jeongyeon liberando un pesado suspiro. —Pero si lo que le preocupa es mi relación con Mina, le aseguro que no me atrevería a engañarla de ese modo. — Aclaró mientras se levantaba para poder observar la luna por la ventana, ignorando como el mayor dirigía su mano hasta su boca para cubrir su sonrisa. —Mina es por muchas razones, la mujer más especial que he conocido. — Agregó con sinceridad. —Y sólo un idiota se atrevería a dañarla. — Terminó de decir, se veía seria y Dongwook asintió sin que ella lo viera, antes de levantarse y caminar hacía ella.

No conozco tus razones para estar con la señorita Im. — Confesó parándose a su lado. —Pero me alegra saber que eres sensata Jeongyeon. — Aclaró y le dio una palmada en su hombro.

Estaba satisfecho con su respuesta y más que orgulloso de ella.

Jeongyeon le sonrió y después de despedirse de él, se dirigió hasta el auto donde la esperaba Suho.

El mayor la miró sonriendo levemente, estaba feliz de los avances que habían tenido en su relación todos esos días, pero sin duda nunca espero lo que la joven estaba haciendo en ese momento.

Con toda la emoción que Jeongyeon le había brindado con aquel abrazo, él la correspondió de forma protectora, sin borrar la sonrisa de su rostro que ahora era mucho más amplia.

Y aprovechó para dejar un beso en su frente antes de que la menor se alejara corriendo hacia el auto.

El fuerte sonido de la música entrando por sus oídos y el ambiente lleno de personas que disfrutaban de aquel ritmo bajo el efecto del alcohol y otras sustancias era todo lo que había extrañado la castaña hace mucho tiempo.

Había pasado aproximadamente una hora desde que llegó a aquella reconocida discoteca donde no tuvo que hacer fila para entrar, pues sólo le bastó con usar sus encantos y un par de palabras para que el vigilante los dejara pasar a ella y los tres chicos que iban con ella, su hermano Jaebum y sus amigos Yugyeom y BamBam.

Los tragos que habían consumido empezaban a provocar que sus ganas de diversión aumentaran, mientras encontraba alguien con quien pasar un buen rato esa noche, decidió aceptar las invitaciones de los amigos de su hermano para bailar.

Demás esta decir que ambos quedaron más que encendidos con la forma tan sensual en la que la chica se movía, aunque sabían que solo jugaba con ellos, pero no podían evitarlo, a pesar de conocer las preferencias de la castaña, eso no evito que en mas de una ocasión fuera la protagonista de muchas de sus fantasías.

Después de la segunda vez que bailó con Bam, se encontraban de vuelta a la mesa donde su hermano conversaba con una pelinegra de linda sonrisa, tomó un trago para refrescarse un poco y al dejar el vaso sobre la mesa, le bastó solo con levantar la vista para encontrar a su objetivo de diversión observándola mientras bailaba a unos metros de ella.

Irene, Kai y Sehun había aceptado la invitación de la japonesa mayor de salir a divertirse esa noche, y que mejor manera de hacerlo que en una de las mas nombradas discotecas de la ciudad.

Momo había escuchado de ese lugar un par de veces, y quería visitarlo con las japonesas menores, pero en vista de que últimamente las dos se encontraban mas ocupadas que nunca, decidió contactar a los mayores, los conocía de las reuniones a donde siempre sus padres los arrastraban y una vez comprobó que eran iguales, le agradaron. Habían salido varias veces por lo que no era una sorpresa que se llevaran tan bien.

Oye Irene ¿No es ese el hermano de Jinyoung? — Fue Kai quien habló señalando la mesa donde se encontraba Yugyeom acompañado de los hermanos Im.

La pelinegra dirigió su mirada al lugar donde señalaba el castaño, y en efecto se trataba del hermano de su ex novio. Y le llamó la atención el chico con el que conversaba, un pelinegro de cabello por los hombros.

Una sonrisa se formó en su rostro cuando tomó su copa de un solo tragó, armándose de valentía ante lo que estaba por hacer.

¿Que crees que haces? — Le preguntó Kai, quién intentó detenerla y la tomó del brazo cuando se levantó.

Ella se soltó de su agarre, dedicándole una mirada fría, no era un secreto que el moreno gustaba de ella —Estamos aquí para divertirnos ¿No? Es lo que haré ahora. — Dijo y sin más se dirigió hasta la mesa donde estaban los otros chicos.

Yugyeom se sintió incómodo al verla, pero de igual forma la saludó y la presentó a JB que era el único que estaba en la mesa junto a él. Y una vez los dejó solos un momento, ambos empezaron a conversar, pues al parecer se agradaron al instante.

Cuando Momo se dio cuenta de donde se encontraba Irene sonrió, pues sabía que de seguro terminaría la noche con el pelinegro.

Mientras ella se encontraba bailando con Sehun cuando volteó a la mesa donde estaba su amiga y como si de una hermosa casualidad se tratara la vió.

Recordaba esa chica, esa actitud de diva y ese aire de superioridad que la rodeaban, no era algo que se olvidara fácilmente.

Era la misma chica que llegó a la universidad por Jeongyeon.

Y no pudo evitar sonreír cuando la castaña la miró y mordió su labio de forma tan lenta que Momo se sintió desesperada.

Ella le guiñó el ojo y se dedicó a bailar de la forma más sexy que pudo, sabía que tenía la mirada de la castaña sobre ella, podía sentirla.

Cualquiera que la observara llegaría a pensar que bailaba para el chico que tenía frente a ella, pero no sospechaban que la verdadera causante era la castaña de grisácea mirada que le importó muy poco desnudarla con la mirada mientras seguía viéndola.

Y con la valentía que le brindó el trago de lo que realmente no se preocupó en saber que era, caminó en su dirección, restándole importancia a las personas en su camino, apartándolas para hasta llegar a ella y tomarla posesivamente de la cintura.

Estaba tan concentrada en la rubia que poco le importó el chico de cabello cobrizo que bailaba con ella y que la rubia se encargó de alejar, y una vez quedaron frente a frente, sin previo aviso, atrajó a la rubia más cerca, olvidándose donde se encontraban, sin importarle que muchos las vieran, porque sabía lo que quería, y los ojos de esa chica se lo pedían a gritos.

No tienes idea de cuanto he deseado volver a verte. — Dijo Nayeon con la voz ronca.

Como respuesta, Momo sonrió con picardía, pues le alegraba no ser la única que quería que aquel encuentro sucediera. —¿Solo verme? — Preguntó susurrándole en el oído, y mordiendo el lóbulo de su oreja.

Nayeon sonrió triunfal y suspiró cuando los dientes de la chica atraparon ligeramente su oreja. Y por instinto apretó el agarre en la cintura de la rubia, quien debido a su baile anterior y por la cercanía con la castaña, soltó un jadeo.

¿Porque no lo averiguas por tí misma? — Dijo Nayeon mirándola otra vez.

Momo sonriendo se alejo un poco de ella y empezó a bailar pegada a su cuerpo, con movimientos sensuales nuevamente.

Ver a Momo bailar desde lejos era provocativo, pero tenerla frente a ella, rozando su cuerpo contra el suyo con su trasero bajando por su cuerpo, era algo que estaba encendiendo a Nayeon de un forma que ya no podía evitar.

Sabía que la rubia quería provocarla, por eso fue que una vez la chica se volteó frente a ella nuevamente la jaló hacia ella y sin pedir permiso la beso con todo el deseo que guardaba en ella. Invadiendo su boca sin ninguna timidez.

Los chicos de ambas mesas solo disfrutaban del espectáculo, y cuando Jaebum vió que su hermana tenía una guerra de lenguas con la atractiva rubia, sonrió y negó.

Nayeon siempre conseguía lo que quería de algún modo.

Él por su parte siguió conversando con Irene y cuando esta le presentó al resto de sus compañeros sintió como el moreno le dedicaba una mirada de pocos amigos, pero al igual que su hermana hace pocos momentos, le dió poca importancia.

Con una leve mordida en su labio, Momo se alejó de la castaña. —Si haces todo tan bien como besas, te digo que sí a lo que me pidas. — Hizo el ademán de besarla pero se alejo rápidamente —Pero ¿No se molesta tu novia?

Nayeon susurró nuevamente en su oído —Ella no tiene porque enterarse. — Respondió cínicamente, Momo sonrió antes de volver a besarla.

A ninguno de sus amigos les extraño que volvieran juntas a la mesa, se presentaron ante los amigos de ambas y siguieron tomando, compartiendo mas que largos besos.

Se despidieron de los demás, y en el auto de la mayor partieron a su departamento, aprovechando cada oportunidad para besarse.

Apenas se cerró la puerta del departamento, no tardaron en volver a unir sus labios, esta vez empezando a deshacerse de cada prenda que cubría sus cuerpos. Llegaron a la habitación en ropa interior en el caso de Nayeon mientras Momo aún llevaba su short negro.

No sabían si era el alcohol en sus cuerpos, pero ambas sentían que sus pieles quemaban de deseo, pues cada caricia y cada beso las encendía más. Nayeon había sentido todo aquello con Jeongyeon, por la intensidad, pero sabía que se debía al amor que la menor sentía por ella.

Pero lo que esa rubia, que se encontraba besando su cuello en aquel momento la hacia sentir, era lujuria en su máxima expresión, lujuria que la llenaba al punto de quemarla y le encantaba.

Finalmente cuando su espalda toco la fría cubierta de su sábana y la chica se subió sobre ella observándola mientras mordía su labio supo que se trataría de algo más que una simple aventura.

Necesitas saber que mi nombre es Momo, pues vas a gritarlo muchas veces. — Susurró Momo en su oído, dedicándose a besar su cuello una vez más, mordiendo, chupando, y haciéndola iniciar con los jadeos que le había prometido.

El mío es Nayeon, pero deja de hablar de una vez hermosura. — Nayeon jaló su cabello apartándola de su cuello y guiándola a su boca para besarla con mas ganas que antes.

Perdieron la cuenta de las veces que ambas gritaron sus nombres esa noche, pero solo cuando se sintieron saciadas fue que se detuvieron, cayendo rendidas en los brazos de la otra.

Y lo último que hicieron las coreanas antes de irse a dormir esa noche, fue pensar en la otra.

El Namo y el Jeongmi, son mi debilidad.

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