Artificios entre Verdades
En vista de que Jeongyeon era quien conocía la dirección de la casa de su padre, era ella la que conducía mientras la mayor se encontraba nerviosa, como si de verdad estuviera ansiosa de conocer a su suegro.
Jeongyeon apenas y podía creer que la chica tan segura de sí misma estuviera así solo por conocer a su padre.
Pero trató de brindarle apoyo tomando su mano, con una pequeña sonrisa en su rostro antes de susurrarle el “todo estaría bien” que la mayor respondió con un asentimiento.
Sin embargo lo que pasaba por la mente de Nayeon era muy diferente a lo que la rubia creía, si bien era cierto que estaba nerviosa, todo se debía a que, del éxito de ese encuentro dependería el resto de su plan.
Y cuando la menor detuvo el auto frente a una de las enormes casas de la zona más lujosa de Seúl, una enorme sonrisa se dibujó en su rostro.
Miró a la rubia que retiraba el cinturón de su cuerpo y ella le respondió la pregunta que no había formulado.
—Si Nayeonie, hemos llegado.
Jeongyeon bajó del auto y Nayeon hizo lo mismo con su ayuda, cerró la puerta del auto tomó el brazo de su novia en busca de apoyo.
Además no perdería la oportunidad de mostrarse como una novia amorosa.
Ni siquiera tuvieron que tocar el timbre, pues apenas y llegaron frente a la puerta esta se abrió, dejando a la vista un pelinegro, alto de intensos ojos grises, que vestía tan impecable como la mayor imaginó.
—Jeongyeon ¡Que gusto volver a verte! — Exclamó mostrando su encantadora sonrisa, y Nayeon supo que si ella fuera heterosexual, ese sería el tipo de hombres con lo que soñaría pasar su vida, guapo, elegante y educado.
Dongwook no tardó en darle un abrazo a su hija cuando esta se soltó de Nayeon y se acercó a él. —Buenas tardes, señor Yoo. — Respondió la rubia al separarse de él y volver al lado de Nayeon. —Ella es mi novia, Im Nayeon.
El pelinegro la miró sin dejar de sonreír e hizo una suave reverencia antes de extender su mano. —Un gusto señorita Im, soy Yoo Dong Wook.
Nayeon intentó sonreír tranquila y corresponder al saludo del mayor sin que éste notara su estado nervioso, no entendía porqué pero aquel hombre a pesar de mostrarse amable, también se notaba que no era alguien fácil de engañar.
—El gusto es mio Señor. Es un placer conocer al fin al padre de mi hermosa novia. — Después de soltar su mano, volvió a rodear el brazo de la rubia tomando su mano y entrelazando sus dedos. Movimiento que el mayor siguió detenidamente con la mirada.
—Bueno, entren por favor. — Pidió Dongwook, haciéndose a un lado para que las chicas ingresaran.
A pesar de la sonrisa que le ofreció Nayeon, el mayor sabía que algo no andaba bien con esa chica, y no es que él fuera un experto en mujeres, sólo era un hombre con mucha experiencia en los negocios, por eso no se dificultaba descubrir cuando alguien era realmente sincero.
Y la mirada de esa chica, unida a su aura, generaban en él un sentimiento de desconfianza que no le gustaba nada.
Pero creyendo que era demasiado pronto para sacar conclusiones sobre la castaña, que cuando entró a la sala besaba con delicadeza a su hija, decidió dejar esos pensamientos de lado por el momento.
Aclaró su garganta llamando su atención y las acompañó sentándose frente a ellas. Las mejillas de Jeong tenían un leve color rosa en ellas que le pareció adorable. Mientras la mayor se encontraba observando el espacio con ojos de asombro.
—En algunos minutos estará listo el almuerzo, espero no les moleste. — Comentó el pelinegro mirando su reloj.
—No hay ningún problema. — Habló Jeongyeon sintiendo la incomodidad de aquel momento, era ella quien ahora se encontraba nerviosa, después de que el mayor la encontrara en esa situación, aunque sólo había sido un inocente beso.
—Tampoco para mí, de ese modo podemos conversar un poco. — Comentó Nayeon dirigiéndose a Dongwook, que se habia sentado justo en el sofá individual frente a ellas.
—Eso me parece bien Nayeon. — El hombre cruzó las piernas. —Podrían contarme un poco sobre ustedes.
Nayeon lo miró sin entender hasta que el mayor aclaró. —Hace cuanto tiempo se conocen me refiero.
—Oh bueno, eso es sencillo, nos conocemos hace muchos años ¿No bunny? — Fue Jeongyeon quien tomó la palabra mirando a la castaña, mientras sus ojos, brevemente empañados por un destello de melancolía, llamaban la atención del pelinegro.
—¡Jeong, no digas eso! Me haces sentir vieja — Bromeó Nayeon de inmediato, haciendo reír a la rubia.
—Solo dije la verdad, es una larga historia, aunque si quieres contarla tú bueno, adelante. — La menor se recostó del sofá cruzada de brazos, esbozando lo que parecía una sonrisa divertida, una gran actuación definitivamente.
—Gracias. — Le dio un beso en la mejilla antes de dirigirse al pelinegro otra vez. —Bueno, Jeongyeon y yo éramos mas jóvenes cuando nos conocimos, ella apenas cumplía 16 años y yo 17.
Dongwook, sin apartar su mirada de ella, se limitó a asentir. —Eso significa que si se conocen hace mucho tiempo. — Murmuró casi para sí mismo, todo indicaba que la castaña estaba más que enterada de su situación familiar.
—Así es, nuestras madres eran amigas desde antes y fue cuestión de tiempo para que nosotras también lo fuéramos. — Continúo Nayeon. —Aunque no pude resistirme a los encantos de Jeong.
La nombrada se sonrojó y frunció levemente el ceño en un intento de restarle importancia a esas palabras.
Pero Dongwook lo notó, el rastro de una genuina sonrisa en su boca, aquella chica debía ser importante para su hija y necesitaba saber en qué medida exactamente. —Me imagino. — Comentó fingiendo una sonrisa, atento al relato de la castaña.
—Estuvimos juntas durante un par de años y fueron maravillosos, hasta que bueno, yo tuve que irme. — Nayeon suspiró haciendo una mueca. —Mi papá no estaba muy contento con lo nuestro y con la excusa de que era lo mejor para mi, me envió al extranjero a terminar la Universidad.
Dongwook vio como luego de escuchar eso, Jeongyeon miraba a un lado, su expresión era neutra, pero su mirada dejaba en evidencia varios sentimientos, indignación con un atisbo de tristeza y el suspiro melancólico que dejó escapar, le confirmó que definitivamente había algo más detrás de aquella historia.
—Tengo que confesar que no fue fácil, no sólo dejaba mi corazón y mi familia aquí, sino que llegar a un lugar donde el idioma, la cultura y las personas son diferentes, es algo difícil de enfrentar. — Explicó Nayeon.
Jeongyeon nunca había escuchado esa parte de la historia, por lo que ahora también le prestaba más atención.
—Pero lograste hacerlo ¿No es así? — Dongwook preguntó, notando como la castaña convertía el relato de las dos en uno de sí misma, sin darse cuenta de la forma en la que la mirada del mayor la juzgaba.
—Le digo que fue difícil, pero no imposible, puse todo de mi parte para adaptarme y una vez lo hice. Me concentré en hacer todo por terminar mi carrera y volver a Corea, con Jeong, a quien nunca dejé de amar. — Miró a la rubia con una sonrisa, tomando sus manos. —Y así lo hice, aunque tengo que confesar que fue algo complicado hacerla admitir que aún me quería.
—Ya veo. Pero eso fue reciente entonces. — Dijo el pelinegro. La doble intención en su comentario no pasó desapercibida por Jeongyeon, quién se tensó en su lugar, evitando que su novia se diera cuenta gracias a la sonrisa nerviosa que le dedicó.
—Si, yo volví hace poco más de 5 meses. Y en todo ese tiempo, no me rendí con Jeong, por lo que aquí estamos.
El pelinegro iba a responder pero la presencia de Sihyeon anunciando el almuerzo lo interrumpió. Luego se dió cuenta de que quizá era lo mejor.
Durante el almuerzo conversaron sobre la carrera de la castaña, y algunos aportes que hacia la rubia de vez en cuando. El ambiente no era el más cómodo para los dos Yoo, pero entre los relatos de Nayeon no tuvieron tiempo de pasar muchos momentos en silencio.
La castaña le hizo un par de preguntas sobre su trabajo, que él respondió de la forma más asertiva que pudo. Pues para cuando llegó el postre, ya era todo un hecho, que para él Im Nayeon y su fachada de chica buena y novia amorosa, estaban muy lejos de ser verdad.
Después de levantarse de la mesa la castaña recibió una llamada y una vez se disculpó con ambos fue a atenderla.
Fue entonces cuando el pelinegro aprovechó la oportunidad de acercarse a su hija. —Es una linda chica. — Comentó moviendo el vaso a medio tomar de Wiski en su mano, haciendo audible el sonido de los cubos de hielo en él.
La rubia, que veía a la castaña a través de la ventana, se volteó y lo miró suspirando. —Es algo que no puedo negar, soy afortunada. — Comentó, con una mueca de sonrisa en su rostro.
—Pero no la amas. — Afirmó el pelinegro de vuelta, obteniendo su respuesta tras el silencio de Jeongyeon.
—La quiero. — Dijo Jeong mirándola otra vez. —Me ha apoyado mucho. — Agregó, como si ella misma necesitara convencerse de ello.
Y tras escucharla, el mayor suspiró. —¿Y es por eso que sigues a su lado? — Preguntó con seriedad. —Porque no es muy sincero de tu parte.
—Es... Complicado. — Se limitó a responder Jeongyeon, por un momento se sintió tentada de contarle al mayor lo que en realidad sucedía, pero se detuvo. —Ella es... Importante. — Dijo sin más, y aunque quiso continuar y explicarle la razón, no lo hizo.
Dongwook asintió mirando a Nayeon también, que se encontraba de espaldas a ellos ahora. —Esperaba ver ese brillo en tus ojos otra vez. — Volvió a hablar después de algunos segundos.
Y Jeongyeon lo miró sin entender.
—Eres más parecida a mí de lo que crees Jeongyeon, tenemos esa particular característica de ser delatados por nuestros ojos. — Comentó sonriendo de lado. —Y cuando ví la forma en la que mirabas a Mina y viendo la forma en la que vez a Nayeon. No hace falta ser experto en el amor para conocer donde residen tus verdaderos sentimientos.
Jeongyeon apretó sus labios y esquivó la mirada de su padre mordiendo su labio antes de suspirar. —Yo...
El mayor puso su mano en su hombro. — No te estoy juzgando Jeongyeon, por el contrario. — Se apresuró a aclarar. —Me gustaría entenderte, y evitar que alguien te haga daño, otra vez. — Recordó el episodio de la sala. —Sé que hay muchas cosas que aún no sé sobre ti y sobre lo que has pasado, pero ya te lo dije, tu mirada dice más de lo que crees.
Jeong solo suspiró con resignación, sintiéndose un poco avergonzada de que incluso él se diera cuenta de ello, pero no dijo nada más.
—Y me atrevo a jurar que tu versión de la historia con Nayeon, no es tan parecida a la suya.
—Eso paso hace años, es diferente ahora. — Se apresuró a decir. —Y ya le conté que, Mina es otro tema. — El mayor sonrió, no estaba tan errado en su teoría después de ver como con sólo nombrar a la japonesa, los ojos de su hija adquirían ese brillo que mencionó antes.
Y sintiéndose satisfecho de su descubrimiento sonrió y le dio una palmada a Jeong. —Ya lo creo Jeongyeon.
La chica al verlo sonreír miró sus ojos y no pudo evitar corresponderle.
Era tan sencillo que el mayor la entendiera sin juzgarla, aún si no llegaba a contarle mucho sobre un tema, era como si él siempre estuviera un paso adelante y supiera que pasaba exactamente por su mente.
Algo que le atemorizaba un poco, pero le gustaba sentir esa conexión, al menos con uno de sus padres.
Tiempo después Nayeon volvió con ellos informándoles que debía irse por un asunto familiar, y ambas decidieron marcharse.
Antes de despedirse de Dongwook, éste le dio una mirada que interpretó como apoyo y sabía que, pasara lo que pasara, el estaría para ella.
Mina se encontraba en la empresa Myoui. Aunque aún no se graduara, su padre con el fin de que aumentar su preparación, la hacía entrar en las reuniones de junta directiva cuando podía, y ese martes lo había hecho.
Faltaba cada vez menos para que su carrera terminara y era comprensible que los temas no fueran ajenos para ella. Fue una suerte que la reunión no se extendiera y que pudiera salir de ese lugar rápidamente.
Su padre se quedó despidiéndose de los inversionistas y ella se dirigió hasta su oficina. Una de las razones por las que había aceptado ir con el a esa junta, no era otra que evitar encontrarse con Jeongyeon.
Parecía increíble que con lo enorme que era la universidad, siempre terminara coincidiendo con ella, como si lo hiciera adrede.
Acarició el pequeño dije que colgaba en su cuello, volviendo a preguntarse el porque aún la rubia no había vuelto por el, o el porque ella no podía evitar valorarlo más que cualquiera de sus posesiones.
El tema de Jeongyeon era algo que había estado evitando hablar con su padre, pero en vista de que el mayor era el único que podía ayudarla, decidió hacerlo esa mañana, aunque no de forma directa.
Akira entró a la oficina acompañado de su secretaria a quien despidió rápidamente para quedar a solas con su hija.
—¡Minari cariño! — Llamó y la chica se volteó. —¿Que te ha parecido la reunión?
Mina se acercó al escritorio y se sentó en una de las sillas frente a él. —Los proyectos de Raiko-San siempre son impresionantes. — Habló tranquila, cruzó sus piernas y pasó su mano por su cabello.
El mayor asintió dándole la razón. —¿Pero tienes alguna objeción?
—Carece de visión, no se porque limitarse a Asia cuando tiene el potencial de llegar hasta América e incluso Europa.
Akira sonrió satisfecho con su respuesta. —Es justo lo que pensé, no sabes como me alegra que también lo notaras. Estoy muy orgulloso de ti hermoso cisne.
—Te lo agradezco mucho papá. — La menor le sonrió del mismo modo. —Pero hay algo más de lo que quisiera hablarte.
—¿Tiene que ver con la empresa?
Mina negó. —Necesito tu ayuda para investigar a alguien. — Dijo acariciando el cisne en su cuello otra vez.
Akira sonrió y se recostó de su silla mirándola fijamente —¿Debo preocuparme?
—No. — Respondió tranquila. —Solo es alguien que... Ha llamado mi atención y quisiera saber quien es exactamente, antes de tomar un riesgo mayor.
Akira asintió sonriendo.
El detective privado Kim Seokjin era el mejor en su campo, nunca había fallado en ninguno de sus trabajos, haciendo incluso cosas no tan legales para cumplir sus objetivos.
Por eso cuando el mismo Akira Myoui lo contacto para darle un nuevo encargo sonrió cual niño pequeño que tiene un juguete nuevo.
Y como no, si esta vez se trataba de una chica muy linda. Había trabajado para el japonés y conocía exactamente cuales eran las exigencias, y a lo que se refería con investigar absolutamente todo sobre la chica.
Era el tipo de trabajo que requería un par de micrófonos por aquí y por allá, incluso un poco de interacción con su objetivo, cosa que gracias a su físico, siempre podía aprovechar muy bien.
Era miércoles, y por primera vez desde que vivía con Nayeon la rubia se dirigía a la universidad en su patineta.
Tenía que admitir que había extrañado eso, sentir el viento en su rostro, deleitando su vista con los hermosos paisajes de la ciudad y los niños que jugaban en los parques junto a sus familias y mascotas.
Jeongyeon tenía una forma de valorar las pequeñas cosas que a veces ni siquiera ella podía entender, así como ese sentido de solidaridad que existía en ella cada vez que veía a alguien necesitado de ayuda.
Se preguntaba que habría sido de su vida si hubiera crecido rodeada de dinero y todos los lujos que su padre pudo ofrecerle.
Tal vez ahora no sería más sensible que una roca, tal vez se habría obsesionado con el dinero pasando por alto la belleza de las flores movidas levemente por el viento o los colores de las alas de los pájaros que se bañaban en las fuentes.
Tal vez ver un atardecer acompañada de alguien importante para ella habría sido una actividad estúpida, pero por suerte no era así y el amor por el dinero estaba lejos de ser algo propio de ella.
Llegó a la universidad y al ver a Tzuyu esperándola se quitó los auriculares, colocándoselos alrededor del cuello. La expresión de sorpresa y la sonrisa que vio en el rostro de la Taiwanesa al notar que había llegado sola la hicieron bufar.
—¡Vaya al fin estas sola! ¿No te perdiste sin tu novia perfecta cuidándote? — Dijo la morena con sarcasmo.
—Si sigues así voy a empezar a creer te gusta Nayeon. — Bromeó ganándose un pequeño golpe en el hombro.
—¡Oye! Esa es la peor ofensa que me has hecho — Dijo la morena frunciendo el ceño. —A veces dudo que seas la mayor.
Jeongyeon río fuerte y la menor solo negó caminando a su lado. —Ya Chewy, no te lo tomes en serio, además es tu culpa, no debiste nombrarla.
—Como sea ¿Porque no esta contigo la que no debí nombrar? — Preguntó mirando su celular.
Jeong sonrió negando. — Fue a ver a su hermano, parece que tiene una nueva propuesta de trabajo.
Tzuyu asintió ante la explicación de la mayor. —No puede importarme menos. — Río. —¿Estas lista para hoy?
Jeongyeon rascó su nuca nerviosa. —¿Tu crees que nos hayan aceptado?
Ese día les entregarían las respuestas de los hospitales en los que harían su residencia, y aunque quiso mostrarse tranquila, si estaba algo ansiosa, y mucho más porque su amiga no le había dicho donde había solicitado hacerla.
—¿Estas de broma? Con nuestras notas no lo creo, estoy segura. — Aseguró con una brillante sonrisa en su rostro. —Ya me he visto allí y todo.
Un entusiasmo del que Jeong no pudo evitar contagiarse. —¡Pero que confiada! Sabes que aún estoy molesta por que no me contaste a donde enviaste tu solicitud.
—Hoy te enterarás. — Dijo la menor sonriendo.
Llegaron al salón y el doctor Kim acompañado de tres profesores entraron a dar los anuncios. El rostro de felicidad de Jeongyeon se hizo visible cuando escuchó que había sido aceptada en el hospital mas grande de Seúl.
Y esa felicidad aumentó cuando se enteró de que su amiga, había sido aceptada en el mismo hospital que ella, y no le dijo para que fuera una sorpresa.
—¡Chewy! — Gritó Jeong en forma de reclamo una vez los mayores se fueron del salón. —¿Porque no me dijiste antes?
—¿Como sería sorpresa si te decía? — Respondió la menor sonriendo con alegría.
La rubia la abrazó y después salió del salón rodeando sus hombros con su brazo. —¡Eso es verdad! Pero igual, debiste compadecerte de tu Unnie, estaba sufriendo porque creí que te irías lejos.
—Eres la reina del drama ¿no? — Bromeó la menor. —Alguien tiene que asegurarse que no hagas desastres en el hospital. — Bromeó viendo como la rubia abría la boca indignada.
—¡Aigoo! ¡Ya no hay respeto! — La chica levantó las manos al aire continuando con su caminata hasta el comedor. —Y en cuanto a tu comentario, la única reina del drama que conocemos no te agrada... Mejor demosle la noticia a los demás. — Dijo sonriendo.
Estaban por llegar al comedor cuando se encontraron con Sana. — ¡Chewy! ¡Jeong! ¡Hola! ¿Porque tan sonrientes? — Preguntó la pelirrosa con una expresión curiosa.
Jeong fue la primera en saludarla, le dio un abrazo y después le rodeó de los hombros como venía antes con Tzuyu. —¡Sana! ¡Que bueno verte, así te damos la noticia de una vez!
—Hola Sana Unnie. — Habló una tímida Tzuyu.
—¿Es buena? Porque si es mala no la quiero saber. — Hizo un tierno puchero que a ambas doctoras le pareció adorable.
Jeong le apretó la mejilla. —¡Es buenísima Sana! ¿Que crees? ¡Ya tenemos donde hacer la residencia! — Informó sonriendo.
Sana la miró confundida un momento y se detuvo de golpe, haciendo que las dos la imitaran. Y Tzuyu quién entendió su actuar fue quien habló.
—Jeongyeon Unnie se refiere a que ya tenemos un hospital en el que trabajar cuando nos graduemos. — Los ojos de Sana brillaron y emocionada, las abrazó otra vez, primero a Jeong y después a ella, a quien le dio un beso en la mejilla.
—¡Felicidades Chewy! Lo lograste. — Dijo aún abrazándola mientras la menor la sostenía de la cintura luchando para no perder el equilibrio y miraba a Jeong que intentaba no reírse.
—Gracias Sana Unnie. — La japonesa se soltó del abrazo pero esta vez la tomó del brazo llevándosela de ese modo el resto del camino a la cafetería, haciéndole preguntas sobre todo lo que era eso de la residencia.
—Parece que alguien se robó a tu amiga Noona. — Bromeo Jungkook.
Los 5 estaban observando como Sana aun tenía a Tzuyu tomada del brazo mientras no paraba de hablar con ella junto a las estanterías de comida.
—No seas tonto galleto, ella no me robó nada, Chewy le gusta. — Habló Jeong que estaba de espalda a la escena y volteó un segundo, llevando otro pedazo de lechuga a su boca.
—¿En serio? ¿Y a Tzuyu le gusta ella? — Preguntó Chaeyoung mirando en la misma dirección.
—Se ven lindas juntas. — Comentó Jihyo.
—¿Cierto? Eso le dije yo, pero es tan terca que todavía no admite que le gusta. — Respondió la rubia.
—¡Wao, tiene una gran suerte! ¡Ya entiendo porque no quisieron aceptar ninguna invitación de algún chico! — Dijo Tae.
—Es una lástima, serían perfectas para candidatas a señora Jeon. — Jungkook se ganó un golpe de parte de Jeongyeon por su comentario.
—Deja de decir ese tipo de cosas galleto. Suenas desesperado. — Le dijo la rubia.
Y como siempre Taehyung se burló de su amigo dando inicio a una mini discusión de las suyas.
—Bueno me alegro que Chewy haya encontrado el amor, así podrán salir en citas dobles con Chae. — Comentó de la nada Jihyo, ganándose una mirada de reclamo de la pelinegra y una mirada curiosa del resto.
—¿Como? ¿Conociste una chica linda también? — Le preguntó Jungkook.
—Jihyo Unnie ¿porque les dijiste? — Se quejó la menor con un puchero. —Además ella no es mi novia, ni siquiera somos amigas, sólo la he visto una vez.
—¡Wao! Chae, estoy sorprendida, pero no te pongas así, de seguro pronto podrás verla y hablar con ella. — Animó la mayor dándole una palmada en forma de apoyo.
—Gracias Unnie, pero no lo creo, eso sólo fue una casualidad, que no creo que se repita. — Dijo haciendo un tierno puchero.
—No digas eso Chae, no olvides que la vida da muchas vueltas. — Animó Jihyo.
Chae iba a responder cuando una sonriente Tzuyu llegó a la mesa sentándose al lado de su compañera doctora.
—Bueno, bueno ¿Tzuyu no nos contaras como te fue? — Dijo Tae ganándose una mirada seria de la Taiwanesa, todos sabían que a la menor no le gustaba que la molestaran, incluso Jungkook se mantenía al margen con respecto a sus comentarios pues la chica si que podía ser intimidante cuando quería.
Fue Jihyo la que se encargó de darle un golpe al moreno que hizo un puchero y siguió comiendo.
Tzuyu río por la acción de la pelirroja, y les respondió. — Gracias Jihyo Unnie. Y les informo que me ha ido bien hoy. — Miro a Jeong —¿Les dijiste?
La rubia que tenía la boca llena, negó luchando por masticar correctamente. —Bueno les diré yo. ¡Ya tenemos donde hacer la residencia!
Todos celebraron llamando la atención de todos en el lugar, incluso del trío japonés que hablaba de la fiesta del cumpleaños de Momo aunque aún faltaran unos meses.
—¿Que creen que celebren? — Habló la rubia.
Sana hizo un puchero pensando —Puede ser la noticia que me dieron Jeong y Chewy. — Dijo moviendo sus hombros con simpleza.
Las otras dos chicas la miraron esperando una respuesta y ella sólo las miró confundida. — ¿De que noticia hablas Sana? — Cuestionó Mina.
—Es que no entiendo muy bien, pero era algo de su residencia donde trabajarían.
Momo bufó. —No seas tonta Sana, se trata de donde harán la residencia, es uno de los requisitos de los estudiantes de medicina para completar su formación.
Mina sorprendida por la coherencia de las palabras de la rubia, la miró y asintió orgullosa. —Gracias Momoring. — Dijo sinceramente antes de fijar su mirada en la coreana otra vez.
—Así que ya tienen donde hacer su residencia. —Murmuró para sí misma.
La japonesa mayor presumió con un movimiento de cejas y una sonrisa que hizo reír a la pelirrosa.
Mientras la pelinegra las ignoraba. —Interesante. — Murmuró con una sonrisa.
Saludos chicos, les mando un fuerte abrazo.
Feliz año nuevo.
Estamos retomando actualizaciones.
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