Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

A Primera Vista

Actualidad

Mina llegaba a la que sería su nueva universidad a partir de ese día, era increíble que la aceptaran a ella y sus dos amigas unas semanas después de haber iniciado el semestre aunque no le sorprendía, su padre tenia muchas influencias y hacia cualquier cosa por ella. Ser hija única tenia muchas ventajas después de todo.

Era su penúltimo semestre de la carrera de Administración, no era lo que soñaba, pero esa era la desventaja al ser hija única, debía hacerse cargo del negocio familiar, aunque no lo quisiera.

Desde pequeña su padre, mas que todo, se encargo de que tuviera presente que ese mundo de los negocios sería lo que la rodearía el resto de su vida, aunque eso no evitó que siempre tuviera lo que deseara. Por eso desde los 8 años le pidió a sus padres que la llevaran al ballet, y creció con un amor hacia el mismo que era la única cosa por la que llegaba a hacer berrinches.

Gracias a la educación que su padre se encargó de que tuviera, y la belleza que heredó de su madre, Mina creció, aparte de consentida, dotada de gracia, elegancia, inteligencia y astucia, aunque lo camuflajeaba muy bien con su rostro angelical y actitud fría hacia el resto del mundo.

Akira siempre le dijo que al tener dinero, había nacido para tener el mundo a sus pies, y eso de alguna forma influyó en su manera de ver el mundo, un mundo donde todos eran movidos por la cantidad de dinero que le ofrecieran, y aunque era triste que pensara de ese modo, le agradecía a la constante insistencia de su padre por mostrarle como era realmente el mundo desde pequeña.

Pero no todo era malo, así como su padre había influido mucho en la formación del carácter de Mina, del mismo modo lo hizo su madre, su primera mejor amiga, la que la enseño a ver el lado bueno no solo de la vida, sino también de las personas, su madre le había enseñado que a pesar de la condición social, todos eran humanos, y que todos tenían sentimientos, incluso ella y su padre, las personas a quien mas amaba.

Sachiko siempre había sido una madre amable, cariñosa y comprensiva, la aconsejaba cuando lo necesitaba, y la consolaba cuando lloraba, así como era su cómplice cuando Mina no quería que su padre la descubriera en algo inadecuado, además de ayudarla a mantener siempre un equilibrio entre su carácter fuerte y su educación.

Eso fue algo que la ayudó mucho cuando conoció a sus dos mejores amigas, Sana y Momo, con quienes su padre no tuvo problemas en que tuviera relación dado que pertenecían a dos de las familias principales de Japón, grupo en el que la suya estaba en la cima, pero a Mina poco le importó eso.

Cuando las conoció, lo último que pasó por su mente fue que esas chicas tan torpes, despistadas y amables pertenecieran al mismo mundo en el que ella creció, o quien sabe si sólo ella era la única que había crecido rodeada de tantas lecciones y severidad. Que suerte que su madre siempre estuvo con ella.

La orientación sexual de Mina no había sido un problema para ninguno de sus padres, su Madre la apoyaba sin importar qué, y Akira su padre, no tenía problemas en que la inmensa fortuna Myoui no pasara a ninguna otra familia al casar a su hija con cualquier chico ambicioso que sólo la buscara por ello, pues aunque no lo pareciera, los sentimientos de su hija si le importaban, por eso la abrazó cuando Mina habló, o más bien negoció, con ellos, como se lo había enseñado.

Ese fue uno de los muchos momentos en los que se sintió orgulloso de su amada hija, no solo porque había mostrado seguridad al contarles sino porque sabía, que gracias a la inteligencia de la cual la menor era portadora, además de que no sería engañada por cualquiera que se acercara a ella con malas intensiones, confiaba en que sería ella la que elegiría de quien enamorarse, y con quien ser feliz.

Ese día los Myoui, padre e hija, hicieron uno de los mas grandes tratos de su vida, y ninguno tuvo problema, Akira le dijo que aceptaría cualquier relación que tuviera, siempre y cuando le prometiera dos cosas: ser feliz, y que su relación no interfiriera en el plan de vida que tenía, en hacerse cargo del imperio Myoui, desde que nació.

Estrecharon sus manos y se abrazaron cerrando el trato, una vez Mina entró a la universidad todo marchó bien les presentó a su primera novia y se veía feliz hasta que descubrió que todo había sido un plan casi perfecto de la familia de la joven, que fue descubierto por ella misma y su padre la ayudó a confirmarlo cuando le pidió ayuda.

Después de eso, todo cambió, la joven japonesa cerró su corazón a todo sentimiento que no fuera la amistad hacía sus amigas de preparatoria con quienes también compartía carrera, su vida universitaria era impecable, estaba acostumbrada a tener las mejores notas, gracias a su inteligencia casi natural. Pero su vida sentimental era un tema más delicado.

Sus relaciones consistían en encuentros sexuales en los que después de tener una noche de placer, desaparecía, siempre era sincera con sus citas, por lo que todas tenían claro que no debían buscarla al día siguiente, a no ser de que ella se los pidiera.

Las tres japonesas caminaban por el pasillo de la Universidad, confianza, belleza y prepotencia, eran las palabras que las describían.

Mina-chan todos están mirándonos. — Susurró Sana en un perfecto inglés, al pertenecer a la clase alta, las chicas habían recibido la misma educación aunque de diferentes formas, y eso incluía el manejo de varios idiomas.

Ya lo se Sana, es una lástima que es lo único que podrán hacer. — Respondió Mina en el mismo idioma.

El tono frío de su voz no era una sorpresa para sus amigas pues estaban acostumbradas a este.

Momo era la única que iba prestándole atención a los espectadores que, como si de una escena de película se tratara se apartaban para dejarlas pasar, incluso lanzó varios besos a chicos y a chicas, así como uno que otro guiño coqueto, pues era bien sabido que de las tres, ella era la del corazón más grande.

Mina se dio cuenta de las acciones de la mayor y rápidamente la reprendió. — ¿Quieres bajarle a tu bisexualidad de una vez? Apenas llegamos y ya has ligado a la mitad de la universidad.

Momo río y Sana abrió la boca sorprendida. — Relajate Miguri, yo no tengo la culpa de ser tan irresistible, además a ellos les encanta, mira. — Dijo Momo en el mismo idioma que sus amigas y señaló a espaldas de Mina donde tres chicas chillaban de la emoción después de que Momo les lanzara un beso.

Mina bufó y negó. — No tienen remedio. — Dijo y siguió caminando hacia su destino, la oficina de administración.

Una distraída Jeongyeon se dirigía a su universidad montando su patineta, con su mochila en su espalda y sus auriculares puestos.

Al llegar vió a su amiga Tzuyu en la entrada entretenida en su celular, la expresión seria no desaparecía de su rostro, aunque parecía más bien aburrida, odiaba esperar y de seguro tenía minutos allí.

Al fin llegas Jeongyeon, sabes que odio esperar, aunque no te perdiste de nada interesante. — Habló la menor guardando su celular.

Lo lamento Chewy. — Dijo Jeong con un puchero. — Sabes que me gusta distraerme.

Si, si. Pudiste evitarme el tener que esperarte, pude haber ido por ti. — Respondió Tzuyu.

Lo sé, pero ¿Donde queda la diversión en eso? — Dijo Jeongyeon rodeando los hombros de la menor con su mano libre, ya que con la otra sostenía su patineta.

¿Evitarme la espera tal ves? — Preguntó Tzuyu con una ceja levantada. — ¿Y como estas? — Preguntó, sabía que la noche anterior su amiga se había reencontrado con su “gran amor” y aunque a la menor no le agradara nada esa tal Nayeon, sabía que ese era el tema sensible de su Unnie favorita, y que siempre que la veía necesitaba desahogarse.

Jeongyeon suspiró. — Bueno, estoy aquí, así que estoy bien ¿no? — Sonrió forzadamente ganándose una mirada incrédula de la menor. — Ya, tranquila, estoy bien, hablaremos de eso después ¿Esta bien? — Tzuyu la miró no muy convencida pero asintió. — Ahora a clases. — Habló con una repentina emoción — Estoy ansiosa por este nuevo semestre, el final está cada vez más cerca Chewy. — Dijo sonriendo.

Si — Susurró la menor contagiándose de la sonrisa de la mayor y caminando hasta su primera clase.

¡Yuta ven aquí! — Llamó Mina a su guarda espaldas, su padre había ordenado que tres escoltas las acompañaran, solo por prevención.

El joven serio y vestido con su traje negro, se acercó a ella haciendo una pequeña reverencia. — ¿Si señorita?

Asegurate de conseguirnos la mejor mesa de este lugar. — Ordenó sin mirarlo — No quiero que estén sobre nosotras, pero quiero verlo todo. — Al chico no le correspondía hacer ese tipo de cosas pero tampoco le convenía contradecir a Mina, conocía de primera mano el poder que tenía su padre, y como ya estaba acostumbrado a hacer muchas cosas que no le correspondían, sólo se adentró a la gran cafetería de en busca del lugar que pensó le gustaría a la menor.

Un grupo de chicos y chicas fueron prácticamente levantados a la fuerza de la mesa que, no sólo tenía la mejor vista del campus, sino que estaba ubicada en una posición donde se podía tener conocimiento de todo el movimiento de los alumnos en el lugar.

Era la indicada para que tanto Mina como sus amigas se sintieran conformes, porque Yuta sabía que hacer feliz a la pelinegra con algo, era realmente complicado.

Las chicas entraron al gran comedor del lugar, no era lo más lujoso del mundo pero al menos era decente.

No tenían idea a donde caminar hasta que vieron a Yuta parado junto a lo que parecía ser la mejor ubicación para tener un almuerzo agradable.

Al igual que en la mañana todas las miraron, esta vez Mina caminaba detrás de sus amigas mientras revisaba su celular, Momo tenía mucha hambre por lo que no iba prestando atención a nada más que no fuera llegar pronto a esa mesa y empezar a comer, mientras que sana caminaba sonriente recorriendo el lugar con la vista.

Llegaron a la mesa y los otros dos escoltas quienes llevaban la comida rápidamente se la entregaron y se pararon a una distancia considerable de la mesa, como estatuas que solo parecían humanos porque movían la cabeza de un lado a otro de vez en cuando.

Jeongyeon y Tzuyu salían de su clase y se dirigían al comedor a almorzar.

Caminaban por los pasillos mientras cada una iba en su mundo, Tzuyu chateaba con Chaeyoung, quien las encontraría allí, y Jeong pensaba en que estaría haciendo Nayeon en ese momento.

Sacudió su cabeza para borrar ese pensamiento, reprochándose por pensar de ese modo, debía dejar de pensar en la mayor, debía olvidarla de una vez, ya ni siquiera debía estar cerca de ella, no le hacía bien siquiera pensarla y lo sabía.

Tzuyu solía regañarla porque sólo se hacia daño teniendo a la mayor en su vida, pero que podía hacer ella si sentía que la necesitaba para vivir, aunque estuviera enamorada sola.

Al entrar al comedor dos cosas llamaron su atención, la primera era que en la mesa en la que solían sentarse los del club de natación habían tres deconocidas y hermosas chicas disfrutando de su almuerzo, una pelinegra, una pelirrosa y una rubia.

Jeongyeon había visto mujeres hermosas toda su vida, incluso calificaba a Nayeon como la más hermosa del mundo, y había visto muchas chicas lindas en la televisión también.

Pero cuando su mirada encontró a aquella hermosa pelinegra de delicados movimientos y expresión sería, que acariciaba su cabello hacia su lado derecho, sintió que así era como debía verse un ángel.

No sabía porque sentía aquella extraña sensación en el estómago que la ponía nerviosa, era como antes, cuando solía estar cerca de Nayeon pero más intenso, y no entendía el porque, se suponía que no podía ser nada importante porque ella estaba enamorada de la mayor ¿No?

Sin embargo dejó de lado esos pensamientos y se concentró en la segunda cosa que estaba fuera de lugar ese día en su comedor.

Habían tres hombres, aunque no se veían muy mayores, parecían más serios que viejos, vestidos de traje junto a la mesa donde se encontraban las tres chicas, supuso que eran escoltas, pero parecía descabellado pues nadie nunca en ese lugar había llegado a la universidad con escoltas, a no ser de que estas chicas fueran demasiado importantes.

Tzuyu la siguió a la mesa donde las esperaban Chaeyoung y su amiga Jihyo junto a Jungkook y Taehyung.

Como solían hacer cada día, conversaron y contaron como habían pasado las vacaciones, hasta que Tzuyu al fin preguntó lo que ella tenia en la cabeza hace rato.

¿Y que saben de ellas? — Preguntó la morena mirando a Jihyo y Taehyung, ellos eran presidentes estudiantiles por lo que era más probable que supieran antes que todos allí.

Son Japonesas, pero no se nada más. — Dijo Tae dando una mordida a lo que le quedaba de su sándwich.

Estudian Administración, son japonesas, y tienen excelentes notas. — Informó Jihyo. — Aparte de eso no hay nada más que, una larga lista de récords académicos, y un registro de buena conducta intachable. — Jeong asintió despacio.

Bueno al menos no serán problema, creí que serían mala conducta o algo así. — Volvió a hablar Tzuyu.

Pues la de cabello negro se ve bastante intimidante. — Dijo chaeng tomando su batido de fresa, mirando a Mina.

De seguro solo son apariencias, no creo que tengan un registro tan limpio si fuera de otro modo. — Dijo Jihyo.

Pues fueron aceptadas sin ningún problema semanas después del inicio del semestre, así que, ¿Que les impediría limpiar su registro también? — Comentó Jungkook sorprendiendo a Jeong quien no le dio más importancia al asunto.

Bueno ya dejemos este tema ¿Quieren ir al jardín? — Preguntó cuando termino su almuerzo.

Todos negaron incluso Tzuyu quien se excusó con que tenía que entregar un trabajo.

Jeongyeon Salió del comedor y llegó al jardín, donde el verde césped bajo sus pies era decorado con pequeñas flores, además de que varios árboles y bancas se extendían a lo largo de él.

Ella solía ir muy seguido al jardín en sus ratos libres, a veces dormía, otras leía, y otras se recostaba a mirar el cielo mientras escuchaba música.

Esa mañana había llevado uno de sus libros pues sabía que tenía un par de horas libres antes de su siguiente clase.

Otra persona tal vez habría elegido sentarse en la banca que se encontraba detrás del gran árbol, pero ella se sentaba del lado opuesto recostada del árbol sobre el césped que crecía allí.

Pasaron unos minutos cuando escuchó una suave voz femenina justo detrás de ella, en la banca, al parecer hablaba por teléfono, pero le llamó la atención, que hablaba en Japonés.

En ese momento hubiera deseado no entenderla, pues se sentía una entrometida en la vida de la desconocida.

¿Pero que podía hacer? Conocer el japonés y el inglés había sido una de sus lecciones básicas al querer estudiar medicina.

Iba a dejarlo pasar, iba a ignorarla y seguir su lectura, de no ser porque escuchó un sollozo de parte de la chica.

Uno de sus muchos defectos era la empatía que poseía, pues no podía ver a alguien triste o llorando sin sentir la necesidad de consolarlo.

Tomó su mochila y guardó su libro antes de levantarse e ir a corroborar el estado de la chica, sus ojos se ampliaron cuando la pelirrosa que había visto minutos antes estaba frente a ella secando sus lágrimas con un pequeño pañuelo.

No quería ser atrevida pero fue directa. — Oye ¿Estas bien? — Preguntó Jeongyeon.

La chica la miró e intentó fingir una sonrisa pero nuevamente volvió a llorar. — Lo lamento, no quise molestarte, puedes irte y seguir tu camino, estoy bien — Respondió una vez se calmó, en un coreano más fluido de lo que la pelicorto esperó.

A Jeong le pareció de lo más extraña su actitud, pero se veía buena persona así que insistió y se sentó a su lado.

Bueno, para ser alguien que esta bien, no te ves así. — La rubia la miró. — No me mal interpretes, no me refiero a tu belleza, porque eres muy hermosa. — Dijo nerviosa. — ¡Oh Dios! No quise decir, me refiero a tu estado de ánimo. — Dijo rápidamente, la chica la miró y soltó una pequeña risita, le pareció adorable la actitud de la chica. — ¡Eso! Tu estado de ánimo. ¿Estas bien? — Preguntó con preocupación.

Eres graciosa — Río la chica — Si, estoy bien no te preocupes, si que eres mala consolando personas.

Pero al menos te hice reír, eso cuenta. — Bromeó Jeongyeon.

Tienes razón, soy Sana por cierto. — Dijo la chica extendiendo su mano.

Un gusto Sana, Soy Jeongyeon, pero puedes decirme solo Jeong, no hay problema. — Respondió la mayor estrechando su mano.

Esta bien Jeong, gracias por hacerme reír, me tengo que ir. — Dijo Sana observando como su escolta la miraba atento a unos metros de allí.

Jeong hizo una pequeña reverencia al despedirse, tal vez Jihyo si tenía razón con aquellas chicas, tal vez si eran buenas personas. Jeong decidió quedarse otro rato en la banca y después se dirigió a su facultad en su patineta.

Era raro ver una doctora en patineta pero Jeong cada vez que podía la usaba porque le encantaba y de ese modo podría camuflajearse, pero poco le sirvió eso cuando casi cae por unas escaleras por quedarse embobada mirando a la pelinegra que salía del comedor acompañada de Sana y la rubia. Seguida de sus escoltas.

Maldijo y prefirió seguir su camino a pie, al fin y al cabo aún tenía tiempo.

Saludos.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro