ᴄᴀᴘÍᴛᴜʟᴏ 14: Cᴀᴅᴀ ᴘᴀꜱᴏ ʜᴀᴄɪᴀ ᴀʟ ᴘᴜʙʟɪᴄᴏ🦋
El bullicio del estadio seguía siendo ensordecedor, pero ahora, sobre el escenario, la atmósfera era completamente diferente. Todo el ruido se reducía a un murmullo lejano mientras las primeras notas de la orquesta comenzaban a llenar el aire. Lawrence y yo, como habíamos acordado, estábamos completamente sincronizados, como si no hubiera nada ni nadie más allí.
Cada vez que tomaba una nota, mis ojos buscaban los suyos, como si su presencia me anclara a la música, como si su mirada me diera el valor para seguir. No era solo el sonido lo que compartíamos, sino también ese algo no dicho, una conexión silenciosa que solo los dos podíamos sentir.
Al principio, no me di cuenta de cómo mis ojos se quedaban fijos en él, con una admiración tan profunda que casi se me olvidaba que estábamos en medio de un concierto masivo. Las luces brillaban sobre nosotros, y en ese instante, parecía que el mundo fuera un lugar muy pequeño, reducido solo a nosotros dos y la música.
Pero entonces, mi mente se sacudió. Recordé de golpe la promesa que me había hecho: no mostrar nada frente al público. Habíamos hablado de ello varias veces, y yo lo había aceptado, aunque el deseo de conectar con él, de hacerle saber lo que sentía, se volvía más fuerte cada vez que nuestros ojos se cruzaban.
Con un esfuerzo casi doloroso, aparté la mirada de Lawrence, sintiendo el peso de la decisión en mi pecho. Mi violín, que antes tenía que dejárlo, lo agarré pero no toqué. Y había parecido una extensión de mi cuerpo, se volvió un pequeño refugio donde podía esconderme de todo. La música seguía, y con ella, mi mente se llenaba de dudas.
Justo en ese momento, Lawrence, como si hubiera sentido mi cambio de actitud, se acercó un poco más. A través de sus In Ear Monitors, su voz susurró tan cerca de mí que solo yo podía oírla, pero, a pesar de lo íntima que era, no hubo nadie más que pudiera percatarse de ella.
– Tranquilo –me dijo, con un tono tan suave que me hizo sentir como si todo el peso de la promesa, de las expectativas, desapareciera. – Solo son miradas, nadie se dará cuenta.
Su voz, calmada y confiada, me hizo relajarme un poco. Su sonrisa, aunque discreta, fue suficiente para recordarme que la conexión que teníamos no tenía por qué ser escondida del todo. Solo necesitábamos ser cuidadosos.
A pesar de la multitud, a pesar de la orquesta que seguía tocando a nuestro alrededor, sentí cómo todo mi cuerpo se relajaba al escuchar esas palabras. Sonreí, casi en un reflejo, agradecido, pero también con una pequeña chispa de complicidad.
– Está bien... –le susurré, apenas moviendo los labios, y un pequeño pero significativo destello de satisfacción cruzó sus ojos.
Él no apartó la mirada, no por mucho tiempo, al menos. Después de un momento que pareció suspenderse en el aire, sus ojos volvieron a buscar los míos, y ya no hubo necesidad de palabras. El público podía vernos como una unidad, pero para nosotros, entre esas miradas, el escenario no era más que un espacio compartido, algo que solo entendíamos nosotros dos.
Seguimos tocando, y esta vez, el temor de ser descubierto se disipó por completo. Sabía que las fans no verían nada más allá de lo que querían ver, y que nuestra complicidad era algo que solo nosotros, en medio de nuestra música, podíamos comprender. Las miradas continuaron, pero con una ligera diferencia: ya no era una lucha por esconder lo que sentíamos, sino una aceptación de que, en ese momento, estábamos juntos, como siempre debimos estar.
Y cuando la orquesta llegó a su fin, las luces se atenuaron y la última nota se desvaneció en el aire, el aplauso del público fue un rugido que nos envolvió. Pero, al igual que antes, lo más importante para mí era el hecho de que Lawrence y yo habíamos tocado, no solo las notas de la melodía, sino también la armonía de nuestras vidas, sin necesidad de palabras.
Y mientras nos tomábamos un momento para recoger el aliento, y el ruido del público seguía retumbando, sentí una suave presión en mi hombro. Me volví hacia Lawrence, y una vez más, nuestras miradas se cruzaron.
Él, con una sonrisa que solo yo podía leer, me dio un leve asentimiento, como si todo estuviera en su lugar. Yo le respondí con la misma sonrisa, un pequeño pacto tácito entre nosotros. Nadie más tenía que saber lo que significaba, pero nosotros sabíamos que todo estaría bien.
ʚ֟፝֟፝ɞ ʚ֟፝֟፝ɞ
El concierto había llegado a su fin después de dos horas de pura energía y entrega. Habíamos tocado cada una de las composiciones de la orquesta, y las voces de Lawrence y mías se habían entrelazado con tal armonía que el público no dejaba de aplaudir. Cada nota había resonado en el aire como una declaración de lo que habíamos logrado juntos: la quinta producción, un nuevo capítulo para la banda, pero sobre todo, un paso más en lo que significaba compartir la música, y la vida, con cada uno de los presentes.
Con las últimas notas aún flotando en el aire, la banda se colocaron al frente. A pesar del rugido del público, el cansancio comenzaba a invadir nuestros cuerpos. Habíamos dado todo lo que teníamos. Las luces se apagaron poco a poco, y lo único que deseábamos era un poco de descanso, un respiro entre los gritos y la euforia.
Lawrence y yo caminamos juntos entre bastidores en busca de algo que nos pudiera aliviar la garganta. Ambos sabíamos que después de dos horas de cantar y tocar, necesitábamos hidratarnos, pero cuando llegamos al área destinada para los músicos y su equipo, (Que estaba aún lado del ecenario, que el público podía ver todo) nos dimos cuenta de que solo había una botella de agua fría, y no las seis que se esperaban.
Miramos la botella al mismo tiempo, y al instante nuestras manos se extendieron hacia ella, casi como si nos hubiéramos sincronizado sin darnos cuenta. Fue un choque inesperado, y las dos manos se encontraron en el mismo lugar. En ese segundo, un breve silencio nos envolvió antes de que ambos soltáramos una carcajada.
La tensión se deshizo en un segundo, y Lawrence, siempre con esa calma que me sacaba una sonrisa, dijo:
– No importa, aguantaré la sed. Toma tú la botella.
Yo lo miré con una ligera sonrisa en el rostro, pero vi cómo su garganta se movía al hablar, algo áspera después del esfuerzo. De repente, me dio un pequeño golpe de conciencia. Lawrence podía parecer tranquilo, pero yo sabía que él había estado al límite durante el concierto, y la sed lo estaba afectando.
– No, tú la necesitas más –respondí rápidamente, estirando la botella hacia él, sin dejar de pensar que, tal vez, yo podía aguantar un poco más. El esfuerzo de cantar, la tensión del escenario... todo eso me había dejado también la boca seca, pero en ese momento, sentí que él debería ser quien la tomara primero.
Lawrence me miró con esos ojos tranquilos, pero había algo en su mirada que me decía que no quería aceptar el gesto. Se rió suavemente y levantó una mano, gesticulando con calma.
– No, en serio. Estoy bien, toma tú el agua.
La situación se estaba volviendo un poco cómica. Estábamos casi en un tira y afloja por una simple botella de agua. Pero no nos dimos cuenta de que Jaddiel, quien había estado observando la escena desde a lo lejos, ya se había acercado y con una sonrisa traviesa, nos interrumpió.
– ¡Compartan la botella, no empiecen a pelear por algo tan tonto! –dijo con un tono divertido, como si ya supiera lo que pasaba.
Nos miramos rápidamente, y en ese momento, algo nos hizo entender que no tenía mucho sentido seguir discutiendo por algo tan trivial. Aun así, había algo en esa pequeña tensión que nos unía, que nos hacía reír.
Me acerqué un poco más a Lawrence y, con una sonrisa traviesa, susurré:
– ¿Lo hacemos?
Lawrence me miró por un segundo, y sin decir nada, asintió con la cabeza, dándome permiso para seguir adelante. Como si fuera una especie de acuerdo tácito, yo tomé la botella primero, consciente de que, si no lo hacía, él acabaría haciendo lo mismo, y prefería evitar que la situación se alargara aún más.
Al tomarla, aseguré de beber lo suficiente para calmar la sed, pero no tanto como para dejarle algo de espacio para él. No quería parecer demasiado egoísta, así que traté de no tomar demasiado.
Sin embargo, cuando pasé la botella a Lawrence, me di cuenta de que algo extraño había sucedido. Al observarlo beber, noté que mi gesto había sido un tanto... excesivo. Mi parte había quedado demasiado humedecida, y me sentí un poco avergonzado. No podía evitar pensar en lo que él podría estar pensando mientras se acercaba la botella a sus labios.
Lawrence, sin embargo, no dijo nada al respecto. Beber, como siempre, fue algo natural para él, y a pesar de la ligera incomodidad que sentí, su actitud calmada me hizo relajarme. Cuando terminó, me miró, y aunque no hizo comentarios sobre la pequeña cantidad de "baba" que dejé en la botella, una ligera sonrisa se dibujó en su rostro.
– Gracias –dijo con una sonrisa cálida, aunque sus ojos brillaban con una pequeña chispa de diversión.
Me sonrojé ligeramente, reconociendo lo ridículo de la situación. Ambos nos reímos de nuevo, sin necesidad de palabras. Sabíamos que, a pesar de lo tonto que pudiera parecer, en ese pequeño gesto de compartir, había algo más grande: una conexión, una camaradería que no necesitaba explicaciones.
Y, al final, mientras los demás miembros de la banda seguían charlando sobre el concierto, Lawrence y yo nos quedamos juntos, tranquilos, con una pequeña complicidad que solo nosotros entendíamos.
El concierto estaba llegando a su apoteósico final. La multitud seguía rugiendo de emoción, pero lo que más me impactaba era la imagen frente a mí: todos los miembros de la banda alineados, juntos, en la punta del escenario, justo en el borde del abismo de luces y gritos. La música había cesado, pero el eco de la última canción seguía flotando en el aire. La visión de los seis de nosotros, firmemente plantados en esa posición, me llenó de una calma inesperada. Había algo mágico en vernos a todos allí, hombro con hombro, compartiendo ese momento de victoria. En ese instante, me sentí completamente aceptado, parte de algo más grande, algo que había soñado desde que me uní a la banda.
Mis ojos recorrieron a los demás, todos con la misma postura de concentración, pero era imposible no notar que la multitud ya estaba estallando en aplausos. Y entonces, de repente, sentí el peso de la situación: estábamos todos juntos. Me gustaba ver eso, me gustaba sentir esa conexión, esa unidad. Me sentí aliviado.
Pero entonces, al acercarme más a la punta del escenario, lo que nunca esperé sucedió: no me di cuenta de que había pisado un pequeño borde, ese punto más afilado donde la estructura del escenario se encontraba con el vacío. Estaba tan metido en la emoción del momento que no lo vi. Sentí que mi pie resbalaba un poco, y un escalofrío recorrió mi cuerpo, como si estuviera a punto de caer.
Antes de que pudiera reaccionar, sentí una mano en mi pecho. Era de Lawrence. Me empujó ligeramente hacia atrás, alejándome del borde. Al principio, no entendí lo que pasaba, pero cuando vi su rostro y su actitud decidida, me di cuenta de que había notado el peligro antes que yo.
Con el micrófono en su mano, habló claro y fuerte, lo suficiente para que todos en el estadio lo escucharan.
– Ve más atrás, Haus, no quiero que te caigas. –dijo, su tono firme pero con un toque de preocupación que no pasó desapercibido para nadie.
Me detuve por un segundo, mirando a Lawrence, y una sonrisa tímida apareció en mi rostro. Agradecido, pero también sintiendo un pequeño golpe de vergüenza, le respondí en voz baja, pero lo suficientemente alto como para que él pudiera oírme, y la multitud también.
– Gracias, guardaespaldas. –bromeé, intentando aliviar la tensión y, de paso, agradecerle por salvarme de una caída poco épica.
Al instante, una oleada de risas y vítores surgió entre el público, y un par de chicas gritaron con entusiasmo. Incluso los otros chicos en la banda no pudieron evitar sonreír ante la escena. Sin embargo, no era solo mi comentario lo que había causado esa reacción. Era la naturalidad con la que Lawrence había actuado, como si estuviera dispuesto a cuidar de mí en cualquier momento, sin pensarlo dos veces.
Lawrence, viendo mi sonrisa tímida, respondió con una expresión que solo él podía lograr: una sonrisa cálida y genuina, que iluminó mi rostro de manera que fue imposible no sentir que todo estaba bien. Esa sonrisa tenía algo de mágico, algo que hacía que todo pareciera menos serio, incluso si estábamos sobre un escenario gigantesco, frente a miles de personas.
– Está bien, más cuidado, tonto. –me dijo, con un tono juguetón, mientras sus ojos brillaban con una luz divertida.
No pude evitar reír, aunque el calor de la vergüenza todavía estaba en mis mejillas. Era raro tener esos momentos de ligereza, pero cuando sucedían, me recordaban por qué había querido formar parte de esta banda en primer lugar: por esos pequeños gestos, por esa camaradería que siempre nos unía.
Mientras el público seguía ovacionando, y la banda se preparaba para dar las últimas palabras antes de terminar el concierto, los dos nos miramos una vez más. La tensión se disipó, y solo quedó la complicidad entre nosotros, que ni siquiera el escenario ni la multitud podían borrar.
Nos quedamos allí, alineados, respirando el aire del momento, sintiendo que, en ese instante, nada más importaba. Todo estaba bien. Y cuando la última ovación comenzó a desvanecerse, supe que, aunque el concierto llegaba a su fin, esa sensación de estar juntos, de cuidar al otro sin dudarlo, sería lo que realmente quedaría.
Los aplausos seguían retumbando en el aire, pero para mí, el sonido más bonito fue la risa de Lawrence, la misma que siempre me calmaba, que me hacía sentir como si, al final, todo fuera posible.
Cuando la última nota se desvaneció y el aplauso de la multitud aún retumbaba en nuestros oídos, Jaddiel, con su característico liderazgo y siempre con la capacidad de poner al público a sus pies, se adelantó un paso hacia el centro del escenario. La multitud lo siguió con la mirada, y un murmullo de expectación se levantó en el aire.
Con el micrófono en mano, Jaddiel sonrió ampliamente, tomando un segundo para saborear la emoción del momento. Miró a la audiencia, la energía palpable en el aire, y luego, con una voz firme pero cálida, habló:
– ¡Gracias a todos por estar aquí! Este ha sido un concierto muy especial para nosotros, pero aún más para nuestro querido nuevo miembro... ¡Hauus! –dijo, alzando el brazo en señal de reconocimiento hacia mí.
El público explotó en vítores, y me sentí un poco más nervioso, pero también aliviado al ver cómo todos respondían positivamente. No sabía que, al unirme a la banda, me encontraría con tanto apoyo, y la calidez de las fans era más que evidente.
Jaddiel continuó, mirando hacia los demás miembros de la banda antes de dirigir de nuevo la mirada hacia mí:
– Hauser, tú has sido increíble, y hoy no solo lo demostramos nosotros, sino también toda esta gente que está aquí apoyándote. Este es tu primer concierto con nosotros, y lo hiciste como si siempre hubieras estado en la banda. –dijo con un tono sincero, como si esas palabras vinieran directamente de su corazón.
Me sentí profundamente agradecido por esas palabras, pero también un poco abrumado. No era fácil aceptar tanto cariño, tanto apoyo, pero al mismo tiempo, me sentía más fuerte. Había algo en ese escenario que me hacía sentir que había tomado la decisión correcta al unirme a ellos.
Jaddiel hizo una pausa, dejó que la ovación se apoderara de la atmósfera por un momento, y luego, con una sonrisa traviesa, agregó:
– Y por supuesto, nada de esto hubiera sido posible sin el trabajo en equipo. Así que, Hauser, bienvenido de corazón a la banda. Estamos muy contentos de tenerte.
Las chicas gritaron con más fuerza que nunca, y las luces del estadio brillaron aún más intensamente. La emoción estaba a flor de piel, y yo no pude evitar sonreír, dándome cuenta de lo importante que era este momento para todos nosotros.
Cuando Jaddiel terminó de hablar, la atención se desvió a Lawrence, quien ya estaba tomando el micrófono, con esa calma y serenidad que siempre lo caracterizaban. Me miró por un momento, y su mirada fue suficiente para entender lo que quería decir. La manera en que sus ojos brillaban me dio un toque de tranquilidad, como si ese momento fuera solo para nosotros dos.
Se acercó al micrófono y, con una sonrisa que iluminó todo el escenario, comenzó a hablar, mirando directamente hacia mí:
– Fue uno de mis conciertos más divertidos. –su voz era suave pero llena de sinceridad, y el público se quedó en silencio, expectante.– Estas tres horas contigo, Haus, han sido muy lindas. Realmente, estoy muy feliz de tenerte aquí, tocando con nosotros. Y solo quiero decirte algo... –dijo, una ligera pausa, como si estuviera eligiendo las palabras con cuidado–. Eres perfecto. En todo.
Cuando pronunció esas palabras, una ola de gritos estalló entre el público. Las chicas se volvieron locas, y el sonido de los vítores y aplausos se amplificó a niveles casi ensordecedores. No pude evitar ruborarme, pero algo en su tono, algo en la manera en que dijo esas palabras, me hizo sentir tan... visto, tan aceptado. La calidez en su voz era palpable, y al instante sentí una conexión más profunda con él, algo que no necesitaba explicación.
Sonreí tímidamente, pero mis nervios se disiparon con la respuesta del público. Las fans gritaron alocadamente, algunas incluso con lágrimas en los ojos, mientras el sonido de la ovación no cesaba. Para ellos, para nosotros, había algo más en juego que simplemente un concierto. Había una especie de magia en esa conexión, un momento de armonía pura, y no solo entre la banda y el público, sino entre nosotros.
Lawrence me dedicó una última sonrisa, la misma sonrisa que había logrado calmar mis nervios desde el primer día, esa sonrisa cálida que siempre conseguía hacerme sentir en casa.
– Está bien, Haus. –dijo, su voz suave pero llena de un cariño palpable.
Mi risa salió sin querer, aliviado, y esa chispa de complicidad que compartimos en ese pequeño momento hizo que todo el escenario pareciera aún más brillante. Las luces, el sonido, la energía del público... todo se fundió en algo que, para mí, fue más que un simple concierto. Fue el comienzo de algo nuevo, algo que había esperado durante tanto tiempo.
La multitud continuaba aplaudiendo, y aunque sabíamos que el final estaba cerca, en ese momento, mientras las luces brillaban sobre nosotros y las sonrisas compartidas entre la banda llenaban el aire, supe que todo iba a estar bien. Y que este concierto, por mucho que fuera solo el primero de muchos, sería uno que nunca olvidaría.
El concierto llegó a su fin, y mientras las últimas ovaciones retumbaban en el aire, los seis miembros de la banda se alinearon en el borde del escenario una vez más, todos con una sonrisa amplia en el rostro, agradeciendo a la multitud que nos había acompañado durante esas dos horas de pura emoción. Los aplausos seguían, pero ya era momento de retirarnos. La luz cálida de los focos comenzó a apagarse lentamente, y los últimos ecos de la música se desvanecieron, dejando solo el rugido incesante de los fans.
Lawrence y los demás comenzaron a caminar hacia el pasillo que conducía a las entrañas del escenario. Pero yo me quedé atrás, como siempre lo hacía cuando terminaba un concierto: me gustaba ese último momento, esa última mirada al público, esa sensación de despedida que me llenaba de gratitud.
Me giré lentamente, mirando a la multitud una vez más. Las chicas seguían gritando, algunas aún con la emoción en sus rostros, otras saltando de felicidad, como si no pudieran creer que habíamos terminado. Sentí una conexión tan profunda con ellas, con todos allí presentes, que me embargó una especie de emoción que no podía describir.
Así que, sin pensarlo mucho, tomé una decisión impulsiva. Me puse de pie con firmeza, sonriendo con algo de timidez, pero con la satisfacción de saber que el concierto había sido un éxito rotundo. Alzando mis manos en el aire, comencé a lanzar besos con ambas manos, uno tras otro, con gestos exagerados y sonrisas juguetonas. Era mi forma de agradecer, de devolver un poco de todo el amor que había recibido esa noche.
La multitud, al ver mi gesto, explotó en un rugido aún más fuerte. Las chicas gritaban, algunas con las manos en el aire tratando de "capturar" esos besos, mientras otras simplemente reían, eufóricas. La energía del público era como una ola de cariño y admiración que me envolvía por completo. Y, por un segundo, sentí que todo lo que había pasado, todas las dudas y temores previos, se desvanecían por completo.
Sin dejar de lanzar besos, me tomé un último segundo para mirar a Lawrence y a los demás miembros de la banda que ya estaban un poco más lejos, esperando por mí. A lo lejos, Lawrence me observaba con una ligera sonrisa en su rostro, y aunque no hacía falta decir nada, su mirada me transmitió ese mensaje de siempre: lo logramos juntos.
Finalmente, me di la vuelta y caminé hacia el pasillo, pero no sin antes lanzar un último beso al público, como si estuviera sellando ese momento de una manera especial. El rugido de la multitud aún resonaba en mis oídos mientras avanzaba, y aunque el escenario se desvanecía poco a poco detrás de mí, la energía de esa noche, la calidez de ese contacto con las fans, y la complicidad con mis compañeros de banda, quedarían grabados en mi memoria para siempre.
Al llegar tras el escenario, me encontré con los demás, todos sonriendo y celebrando el final del concierto. Lawrence me miró con una sonrisa divertida, como si hubiera estado esperando mi gesto.
– ¿Qué tal ese cierre? –me dijo con un tono juguetón, pero con ese brillo en los ojos que siempre me transmitía tanto apoyo.
– No fue tan malo, ¿verdad? –respondí, sintiéndome un poco avergonzado, pero al mismo tiempo, feliz de haberlo hecho.
El grupo se rió, y, mientras nos dirigíamos a las zonas de descanso, no pude evitar sentir que, a pesar de la euforia y la emoción, estábamos todos en el mismo barco, compartiendo algo mucho más grande que un simple concierto. Y esa noche, no solo los fans nos habían dado su energía, sino que, por primera vez, yo sentí que también había dado algo de mí mismo.
El escenario se quedaba atrás, pero las huellas de lo vivido, las sonrisas, las palabras compartidas y los gestos cómplices, seguirían con nosotros mucho después de que las luces se apagasen por completo.
El calor del escenario aún se sentía en el aire cuando finalmente salimos, todos con la piel cubierta de sudor y las respiraciones agitadas. Habíamos tocado durante dos horas intensas, y el esfuerzo físico de mantener la energía alta durante todo el concierto se reflejaba en nuestros rostros, en la tensión de nuestros cuerpos, y, por supuesto, en la transpiración que nos empapaba. Cada uno de nosotros, al llegar al vestuario detrás del escenario, se apresuró a abrir una botella de agua. Era lo primero que todos necesitábamos, como si el agua fuera el único remedio para recuperar el aliento.
El sonido de las botellas abriéndose y las primeras tragos ruidosos llenó el aire mientras bebíamos ansiosos. Yo ya me había terminado una botella entera, y no pasó mucho tiempo antes de que estuviera abriendo la segunda, sintiendo cómo la sed desaparecía poco a poco, pero también cómo el cansancio se apoderaba de mis músculos.
Lawrence, Allyn, y los demás también estaban en el mismo proceso: tragos largos, respiraciones pesadas, y el agotamiento reflejado en cada uno de nosotros. Jaddiel, siempre el sonriente, parecía ser el más imperturbable, pero incluso él estaba visiblemente agotado, la camisa pegada a su piel, la frente perlada de sudor.
– Tres botellas... ¡Creo que he bebido tres botellas de agua! –comentó Allyn, limpiándose la frente con una toalla mientras reía. – ¡Estoy más hidratada que un cactus en pleno desierto!
Todos soltaron una risa nerviosa. La adrenalina de la actuación aún nos mantenía en pie, pero el cansancio era inevitable. Después de un rato, Jaddiel, quien siempre parecía tener control de la situación, se pasó la mano por el cabello, claramente agotado pero con su usual tono de voz enérgico.
– Chicos, –dijo, tomando un respiro profundo– esto ha sido increíble, pero me voy a dar una ducha ahora mismo, necesito refrescarme.
Nos miramos entre nosotros, algunos asintiendo sin decir mucho, otros apenas recuperando la respiración. Sabíamos que todos necesitábamos descansar después de la intensidad de esa noche.
– Yo también me voy a dar una ducha. –dije, con una sonrisa cansada, después de acabar la tercera botella de agua.
– Sí, yo me voy a dar una ducha también –dijo Lawrence, lanzándome una mirada cómplice mientras me pasaba una toalla por el cuello. – Esta camisa está pegada a mí, no puedo más con esto.
- Y te queda bien...- Susurré mirándolo como un atrevido.
– ¡Yo también! –interrumpió Jaddiel, con un toque de humor en su voz. – Así que ya saben, no vayan a tardarse mucho, que después de eso vamos a subir al auto y dirigirnos al hotel. Necesito descansar un poco antes de mañana. Que tenemos otro concierto.
Nosotros, que ya sabíamos cómo funcionaban las rutinas post-concierto, asintiendo todos. El hotel ya nos esperaba, un lugar donde podríamos descansar y prepararnos para el siguiente día, ya que aún quedaban más conciertos y ensayos por delante. Pero por ahora, lo único que queríamos era quitarnos la presión del escenario, relajarnos un poco, y desconectar de todo lo que acabábamos de vivir.
Me dirigí al vestuario junto con los demás, y cuando entramos en las duchas, cada uno de nosotros aprovechó para aliviarse del calor y del esfuerzo físico. El agua fresca sobre mi piel me hizo sentir como si todo el cansancio se escurriera junto al sudor. Cerré los ojos por un momento, dejándome llevar por la tranquilidad del momento, sintiendo que el concierto había sido un logro increíble, no solo para mí, sino para todos. Pero no todo el trabajo había terminado.
Cuando terminamos de ducharnos, salimos, ya más relajados, y nos dirigimos rápidamente hacia los vestidores donde dejábamos nuestras cosas. Jaddiel nos miró, ya cambiado, con su habitual actitud enérgica, y nos recordó el próximo paso: el viaje al hotel.
– Vamos, chicos, al hotel. –dijo con un tono decidido. – Mañana es otro día, y ya saben lo que eso significa. Así que, a relajarse un poco y descansar para que estemos listos para el siguiente.
Era hora de terminar el día, pero todos sabíamos que, aunque estábamos cansados, el viaje hacia el hotel sería solo otro paso más en esta aventura compartida. Nos metimos en los coches con una sensación de satisfacción y cansancio, y mientras el auto se ponía en marcha, las luces de la ciudad comenzaban a desdibujarse en el retrovisor.
Pero, a pesar del cansancio físico, había algo que no podía quitarse de mi mente: esa increíble energía, esa conexión con el público, y la sensación de que, aunque fuera solo el primer concierto, algo había cambiado dentro de nosotros como banda. No era solo trabajo, no era solo música, era algo mucho más grande.
Y en el asiento trasero del auto, mirando por la ventana mientras las luces de la ciudad pasaban, me sentí, por primera vez, completamente parte de algo que realmente valía la pena.
La camioneta avanzaba a toda velocidad por las calles, mientras la gente de la banda se relajaba después del concierto. Estábamos todos dentro, aún con algo de la adrenalina del show en los cuerpos, pero el cansancio empezaba a pesarnos. El aire acondicionado mantenía el ambiente cómodo, y la música suave de fondo ayudaba a que la conversación fluyera entre risas y bromas.
Jaddiel, que siempre tenía la lengua afilada, comenzó a contar una historia ridícula que había inventado en el momento. Todos estábamos escuchando atentamente, pero cuando mencionó que uno de los técnicos del escenario había "encontrado una máquina del tiempo en el vestuario", la risa se desató.
– ¡No lo puedo creer! –exclamó Allyn, con una carcajada. – ¿Y cómo iba a regresar al pasado? ¿Usando el cable del micrófono?
– ¡Exactamente! –dijo Jaddiel entre risas, asintiendo con seriedad. – El cable estaba tan enredado que parecía una cuerda de tiempo. Y el tipo intentó deshacer el nudo para viajar a los 80's y ver si se encontraba con Michael Jackson o algo.
El resto de nosotros no pudo evitar reír a carcajadas, imaginando la escena absurda que Jaddiel describía. Lawrence, con su tono sarcástico y sentido del humor único, añadió:
– ¡Oh, claro! Y después de eso, viaja al futuro y ve que todo esto ha sido un sueño, y que en realidad nunca tocamos una nota musical en toda nuestra carrera!
Reí fuerte, no podría creer que cuatro chicos y una chica, tenían más de 20 años, y decían esas cosas. Algúnos no maduraron.
Las risas aumentaron en la camioneta, todos de acuerdo en lo ridículo que había sido el chisme inventado por Jaddiel. Pero la atmósfera ligera se vio interrumpida cuando Allyn, con su curiosidad característica, cambió el rumbo de la conversación.
– Oye, Lawrence... –dijo, mirando a Lawrence con una sonrisa juguetona. – ¿Y qué pasa con Alyssa? Hace tiempo que no la hemos visto por aquí. ¿Estás evitando que la veamos o qué?
Al mencionar el nombre de Alyssa, el ambiente en el coche cambió de inmediato. Yo, que había estado sonriendo por la broma de Lawrence, sintí un pequeño nudo en el estómago. No podía evitarlo, pero el simple hecho de escuchar el nombre de Alyssa me hacía sentir incómodo. No quería pensar en ella ni en nada que tuviera que ver con su relación, especialmente porque había sido algo complicado para él. Intenté disimularlo, mirando por la ventana, pero mi mirada se quedó fija en el vidrio, evitando cualquier contacto visual.
Lawrence, al percatarse de mi reacción, desvió la mirada, notando cómo mi expresión cambiaba. Yo había dejado de sonreír, y aunque no dijo nada, mi postura rígida y mi mirada fija en el cristal de la ventana lo delataban. Una pequeña sombra cruzó el rostro de Lawrence,pude notarlo por los reflejos del vídrio. Y su sonrisa comenzó a desvanecerse poco a poco.
– ¿Te molesta algo, Hauser? –dijo Lawr.
Yo, al escuchar mi nombre, miré rápidamente a Lawrence y ví que lo estaba observando fijamente. Intentó disimular el malestar, girando hacia Allyn para responder con una sonrisa forzada.
No contesté.
– No lo sé, Alyssa está ocupada... yo también estoy ocupado, y no tenemos mucho tiempo para vernos. –dijo, con tono un poco seco, y aunque intentaba sonar natural, sus palabras no sonaban del todo sinceras.
El silencio en el coche se volvió palpable, pero Lawrence notó como me quedé en silencio por un momento, sus ojos aún sobre mí. No había que ser un genio para saber que Lawrence había notado que algo no estaba bien. Sin embargo, no quería que eso se hiciera evidente.
Yo por dentro, sonreí ligeramente.
La verdad era que, en mi interior, había confesado a Lawrence que no quería que Alyssa estuviera cerca de él, y mucho menos besarlo. Sabía que era un tema delicado, pero no podía evitarlo. Había algo en esa relación que le molestaba profundamente, aunque no se lo hubiera contado a nadie más. Y si bien había tratado de ser lo más diplomático posible con sus respuestas, a veces el hecho de escuchar su nombre hacía que el nudo en mi pecho se apretara.
Allyn, que parecía no haber captado la tensión entre nosotros dos, continuó preguntando sin percatarse de la incomodidad en el aire.
– ¿Pero seguro que no la extrañas un poco? –insistió, con un tono juguetón. – A veces parece que te estás escapando de algo.
Yo, aún mirando por la ventana, solté una risa nerviosa, tratando de aligerar el ambiente.
– No, no es eso. –dijo, con una sonrisa tensa. – Solo... estoy bien así.
La conversación pasó a otro tema, y por fin, el aire de tensión comenzó a relajarse. Lawrence, aunque notó mi reacción, decidió no presionar. La atmósfera en la camioneta volvió a ser más ligera, las bromas continuaron, y las risas inundaron el aire nuevamente. Sin embargo, una pequeña chispa de incomodidad se quedó flotando entre yo y Lawrence, como si ambos supieramos que había algo no dicho entre ellos, algo que quedaba en silencio.
Miré hacia el frente, en parte agradecido de que la conversación hubiera tomado otro rumbo, pero también consciente de que había mentido, aunque sólo fuera en parte. Sabía que había algo más que no quería enfrentar, pero por ahora, esa mentira era todo lo que podía ofrecer.
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Hi!
- Quiero dedicar a una persona especialmente amigable. Y es para @goIdencIoudss.
Ella fue fantástica y incleíblemente muy amigable conmigo, y ella me entendió cuando estaba triste por Liam, y por todo. Es como si estubiéramos conectadas la mayor parte de la ideas. (O eso creo).
Y quiero dedicártelo 😊
Así queee.... graciaaas ;3
Bye readers!!
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