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CᴀᴘÍᴛᴜʟᴏ 31: Cᴀᴏꜱ ᴛᴏᴛᴀʟ.


Dedicada para @onefiction_inthe_am: Ya me quedan cortas las palabras para ti, solo diré que te amo, y más de lo que puedes imaginar✨🦋💙





Cuando finalmente llegamos al bar, Nazar fue el primero en detenerse frente al lugar, mirando a su alrededor con una sonrisa de satisfacción. El local estaba algo escondido, con solo un pequeño letrero de neón parpadeante que decía "Dusk" y ninguna fila de fans esperando afuera.

—Esto sí que es perfecto, chicos. —Nazar se cruzó de brazos, asintiendo con aprobación—. Paz, tranquilidad y cero cámaras.

—Eso si no cuentas las tres que probablemente llevas en tu propio bolso. —Mich le dio un codazo, haciéndonos reír mientras Nazar fingía estar ofendido.

Desde fuera, el lugar parecía apagado y casi desierto, pero al abrir la puerta, un estallido de música electrónica y luces estroboscópicas nos golpeó como un huracán. El contraste fue tan fuerte que todos retrocedimos instintivamente, cubriéndonos los ojos y oídos por reflejo.

—¿¡Qué demonios...!? —gritó Jaddiel, aunque su voz quedó completamente opacada por el bajo ensordecedor.

Adentro, el lugar estaba a reventar. Una multitud bailaba descontroladamente bajo luces que cambiaban de colores al ritmo de la música, y un DJ en una cabina elevada movía las manos como un mago invocando un hechizo rítmico.

—¡¿No que paz y tranquilidad?! —gritó Mich, pero Nazar solo se encogió de hombros, riendo.

—¡No podemos salir ahora! ¡Ya estamos aquí! —respondió Nazar mientras empujaba la puerta, y poco a poco comenzamos a entrar, a pesar de la sensación de estar entrando en un vórtice de caos.

Yo, sin embargo, me detuve justo en el umbral. Tomé la muñeca de Law con fuerza y lo miré con una expresión entre nerviosismo y duda.

—No quiero entrar —dije, inclinándome hacia él para que pudiera escuchar sus palabras entre el estruendo.

Law, sorprendido, se giró hacia mí, su expresión suavizándose al instante. Con una sonrisa tierna, colocó su mano libre sobre las mías y me habló con un tono lo suficientemente bajo y dulce como para que solo yo lo escuchara.

—Vamos, Boo. —Su voz era reconfortante, sus ojos brillaban con sinceridad—. Si tú no estás, nada de esto tiene sentido. No te preocupes, yo estaré contigo todo el tiempo.

 Parpadeé, algo avergonzado pero conmovido por las palabras de Law. Finalmente, asintí, aunque todavía con algo de duda.

—Está bien, pero si me pierdo, será tu culpa.

—Si te pierdes, te encontraré. —Law me guiñó un ojo, tirando suavemente de mí hacia adentro.

Y con eso, entramos al bar, sumergiéndonos en la locura, pero juntos, como siempre.

Al cruzar la puerta del bar, Nazar pareció transformarse por completo. Su calma anterior desapareció, y de pronto, estaba levantando los brazos como si fuera el rey de ese pequeño mundo caótico.

—¡Esto sí que es una fiesta! —gritó, aunque nadie podía escucharlo sobre la música. Comenzó a moverse al ritmo de los bajos como si estuviera en el escenario de uno de nuestros conciertos, lo que hizo que todos nos echáramos a reír.

—¡Cálmate, Nazar, ni siquiera hemos llegado al centro del lugar! —dijo Jaddiel entre carcajadas.

Allyn, siempre con su mirada calculadora, solo negó con la cabeza, riendo un poco. Luego se giró hacia nosotros y exclamó:

—Necesito un trago.

Mich, como siempre, saltó para detenerlo, poniendo una mano en su hombro.

—No creo que sea buena idea. ¿Recuerdas la última vez?

Pero Allyn lo ignoró por completo. Se abrió paso entre la multitud hacia la barra, decidido, y pidió algo antes de que alguien pudiera detenerlo.

Mientras tanto, yo me quedé un poco detrás del grupo, observando todo. Los colores, las risas, el caos... no podía negar que había algo fascinante en todo eso, aunque seguía sintiéndome fuera de lugar.

Fue entonces cuando sentí algo cálido envolver mi mano izquierda. Bajé la mirada y vi que Law la había tomado. Su toque era firme, pero no incómodo, y cuando lo miré, tenía una expresión mezcla de burla y algo más serio.

—Tú no puedes tomar. Eres menor.

Me quedé mirándolo, tratando de procesar lo que acababa de decir.

—Solo tengo curiosidad —respondí, encogiéndome de hombros—. Quiero saber a qué sabe.

Law sonrió un poco, pero su tono seguía siendo firme.

—Sabe a alcohol. Y créeme, no es tan emocionante como parece.

Sin hacerle caso, me giré hacia el servidor y pedí algo. Un trago sencillo, solo para probar. Pero antes de que pudiera siquiera terminar la frase, Law intervino.

—Nada para él.

El servidor nos miró confundido, pero Law no apartó la mirada hasta asegurarse de que su mensaje fuera claro. Fruncí el ceño y me crucé de brazos.

—Vamos, soy mayor de edad.

Law arqueó una ceja, como si acabara de decir algo ridículo.

—Para mí no lo eres.

Entonces, apretó un poco más mi mano, no lo suficiente para que doliera, pero sí para hacerme sentir su punto.

—Law... —Intenté protestar, pero su mirada era tan seria que me detuve.

—Confía en mí, Boolavit. Hay cosas que no necesitas probar solo porque puedes.

Suspiré, rindiéndome al ver lo decidido que estaba. El servidor, que había estado esperando pacientemente, simplemente se encogió de hombros y se fue a atender a alguien más.

Aunque todavía sentía algo de frustración, no pude evitar notar cómo Law seguía sosteniéndome la mano. No la soltó ni siquiera después de que todo quedó resuelto, y por alguna razón, eso hizo que mi incomodidad inicial en el bar desapareciera un poco.

Quizás no necesitaba un trago después de todo.


Mientras Law y yo discutíamos en silencio, Alyssa apareció en la barra con una energía completamente desbordada.

—¡Quiero algo fuerte! —dijo, agitando las manos como si estuviera celebrando ya. El servidor la miró con algo de duda, pero ella insistió, sonriendo con una chispa en los ojos.

—Alyssa, ¿estás segura? —le preguntó Mich, aunque su tono era más divertido que preocupado.

—¡Por supuesto que estoy segura! Esta noche vamos a bailar hasta el amanecer.

El trago llegó rápidamente, y Alyssa lo tomó de un solo golpe, lo que provocó un coro de risas de los demás mientras comenzaba a hacer gestos exagerados, como si el alcohol fuera lava en su garganta.

Yo observaba a todos desde mi lugar, sintiendo esa mezcla de diversión y desconexión. La música, la energía, todo seguía siendo un poco abrumador para mí, pero quería ser parte de ello de alguna forma. Miré a Law, todavía aferrado a mi mano, y traté de convencerlo una vez más.

—Vamos, Law, solo uno. Prometo que no será nada fuerte.

Su expresión no cambió.

—Ya te dije que no.

Suspiré, tratando de pensar en otra forma de hacerlo ceder. Una idea cruzó por mi mente, y antes de detenerme a pensarla demasiado, solté:

—Entonces voy a bailar con Jaddiel. Ya vengo.

Intenté soltar mi mano de la suya, pero en lugar de dejarme ir, su agarre se intensificó. Fue un apretón firme, lo suficientemente fuerte como para que doliera un poco.

—No, no lo harás. —Su voz tenía un tono bajo, casi gruñido, que me tomó por sorpresa.

Lo miré, y por primera vez, noté algo diferente en su expresión. Sus ojos tenían ese brillo que solo había visto en momentos en los que estaba molesto o... ¿celoso?

—¿Por qué no? —pregunté, más curioso que desafiante.

—Porque no quiero que lo hagas. —Su respuesta fue directa, sin rodeos, y aunque sus palabras deberían haberme molestado, no pude evitar sonreír.

—¿Estás celoso? —le pregunté en un tono ligero, divertido.

Law no respondió, pero su silencio y la forma en que me miraba eran más que suficientes. Aún con una sonrisa, me dejé llevar por su agarre mientras ambos nos sentábamos en la barra, mirando cómo los demás se volvían cada vez más alocados.

Nazar, como siempre, era el centro de atención en la pista de baile. Mich estaba doblado de la risa al verlo intentar movimientos que, claramente, no estaban en sus habilidades. Alyssa estaba girando con un entusiasmo contagioso, mientras Jaddiel, siempre el más tranquilo, intentaba seguirle el ritmo sin tropezar con nadie.

—Míralos... —dije, apoyando el mentón en mi mano mientras observaba el espectáculo.

—Sí, parecen haber perdido la cabeza. —Law sonrió un poco, aunque su mano seguía firmemente sobre la mía, como si temiera que de un momento a otro fuera a escaparme.

Mich, todavía riendo, señaló a Nazar, que acababa de intentar un giro y casi termina en el suelo.

—¡Nazar, por favor! ¡Deja de avergonzarte a ti mismo y a nosotros!

—¡Jamás! —gritó Nazar, levantando las manos en el aire como si fuera el rey de la pista, antes de seguir bailando sin importarle nada.

Yo no podía evitar reírme también. A pesar de la música, las luces y el caos, había algo reconfortante en estar allí con todos ellos. Y aunque Law seguía sin soltarme la mano, no me molestaba en absoluto. De hecho, me hacía sentir más conectado a él, como si en medio de todo ese desorden, él fuera mi ancla.

—¿Todavía quieres bailar? —preguntó Law de repente, su voz cargada de un matiz que no pude descifrar del todo.

Lo miré, sonriendo un poco mientras negaba con la cabeza.

—No, estoy bien aquí.

Law me miró durante un segundo más antes de asentir, su expresión suavizándose. Y así nos quedamos, sentados juntos, observando cómo el resto del mundo giraba a su propio ritmo.

No sé en qué momento la música dio un giro tan repentino, pero de pronto el estruendo se apagó y fue reemplazado por una melodía suave, tranquila, casi nostálgica. El contraste fue tan inesperado que todos en la pista de baile se detuvieron por un segundo antes de adaptarse.

Las parejas comenzaron a acercarse, abrazándose para bailar lentamente. Las luces, que antes cegaban y parpadeaban frenéticamente, se volvieron cálidas, bañando el lugar con una atmósfera mucho más íntima.

Desde la barra, observé cómo Nazar, siempre el primero en reaccionar, giró hacia Jaddiel con una sonrisa traviesa en el rostro.

—Ven aquí, Jad. Vamos a demostrar cómo se baila de verdad. —Le tomó las manos antes de que Jaddiel pudiera protestar.

—¡Nazar, suéltame! No quiero bailar contigo. —Jaddiel trató de apartarse, pero Nazar insistió, moviendo sus manos como si estuvieran ensayando un vals exagerado.

Mich y Alyssa estaban doblados de la risa, y yo no podía evitar sonreír también. Nazar siempre tenía que llevar las cosas a otro nivel.

Entonces, noté algo que hizo que mi sonrisa desapareciera. Law me estaba mirando. Y no solo mirándome, sino con esa expresión suya que siempre significaba problemas: una mezcla de travesura y desafío.

—Ni se te ocurra. —Mi voz fue firme mientras lo señalaba, anticipándome a lo que estaba pensando.

—Aw, vamos, Haus. —Se inclinó un poco hacia mí, sus ojos brillando con picardía—. Solo un rato.

Negué con fuerza, cruzándome de brazos.

—No. Me estoy vengando por no dejarme beber.

Pareció considerarlo por un segundo, como si realmente estuviera reflexionando sobre mi respuesta. Pero entonces, una sonrisa lenta se formó en sus labios, y antes de que pudiera detenerlo, se dio la vuelta hacia el servidor.

—Un trago fuerte, por favor.

Me quedé paralizado por un momento, incapaz de procesar lo que acababa de hacer.

—¡¿Qué estás haciendo?! —exclamé, mi voz llena de incredulidad.

Law ni siquiera me miró mientras el servidor comenzaba a preparar su pedido. En cambio, respondió con un tono deliberadamente despreocupado.

—Si no bailas conmigo, entonces voy a beber. Es justo, ¿no?

Abrí la boca, completamente atónito, antes de que el enojo me ganara. Le pegué en el hombro, aunque no demasiado fuerte, pero lo suficiente como para que supiera que estaba molesto.

—¡Eres un idiota!

Él solo se rió, girándose para mirarme con esa sonrisa descarada que hacía que quisiera golpearlo y reír al mismo tiempo.

—Te ves adorable cuando estás enojado, ¿sabes?

—¡No me halagues ahora! —espeté, aunque sentí el calor subir a mis mejillas.

El servidor dejó el trago frente a él, pero antes de que pudiera tomarlo, lo miré con el ceño fruncido.

—No lo bebas.

—¿Por qué no? —preguntó con una falsa inocencia, levantando el vaso lentamente.

—Porque... porque no quiero. —Mi respuesta fue torpe, pero honesta.

Law me miró por un momento, y luego, con un suspiro exagerado, dejó el vaso sobre la barra.

—Está bien, pero solo porque me lo pediste.

A pesar de que seguía molesto, no pude evitar sentir una pequeña punzada de satisfacción. Claro, Law siempre tenía que salirse con la suya, pero al menos esta vez había cedido un poco.

Mientras Nazar seguía molestando a Jaddiel en la pista y el ambiente del bar se mantenía cálido y relajado, no pude evitar preguntarme si algún día dejaríamos de ser un desastre en público. Pero luego miré a Law, todavía sonriendo de esa forma tan suya, y supe que no lo cambiaría por nada.


Mientras seguía observando a los demás, mi mente no pudo evitar centrarse en las parejas que danzaban, abrazadas y moviéndose lentamente al ritmo de la música tranquila. La escena parecía tan cálida y tranquila que, de alguna forma, me hizo sentir un poco incómodo. La forma en que los demás se entregaban al momento, con esos gestos de cariño, me hizo preguntarme si algún día me sentiría parte de todo eso.

Pero antes de que pudiera pensar más al respecto, escuché la voz de Law, un poco más fuerte de lo normal.

—¡Al diablo! —exclamó, casi gritando, mientras se giraba hacia su bebida y la tomaba de un solo trago—. ¡Odio ver parejas así!

Lo miré, un tanto sorprendido. Era evidente que no se estaba refiriendo solo a lo que veía, sino a algo más personal. Mientras él dejaba la copa vacía, hizo un ruido exagerado con la boca, como si la bebida le hubiera quemado la lengua.

Me quedé mirando a Law, con una expresión entre confundida y divertida. Los ojos de él estaban medio cerrados por el alcohol, y su sonrisa burlona apareció de inmediato.

Me hizo una mueca, sacó la lengua como un niño travieso, y luego miró al servidor que estaba cerca de nosotros.

—Oye, dame lo mismo, pero en botella.

Al principio, pensé que estaba bromeando. Pero luego vi la seriedad con la que lo decía. No pude evitar reírme un poco, pero también sentí una punzada de frustración.

—¡¿Qué?! —grité, mirando a Law, aunque intentaba no elevar mucho la voz para no llamar demasiado la atención—. ¡Eso no es justo! ¡También quiero uno!

Pero Law simplemente me miró con esos ojos medio cerrados y su sonrisa tonta.

—¿Qué? ¿Quieres uno? Pues, ¿por qué no? —dijo con un tono burlón, como si estuviera esperando una reacción más exagerada.

—¡Porque no lo quiero de esa manera! —grité, sintiéndome cada vez más molesto—. ¡No es justo! Tú me dijiste que no podía beber, ¡y ahora tú sí!

Mi enojo creció a medida que lo veía disfrutar de su bebida. El sonido del líquido entrando en su boca, el suspiro que siguió... Todo eso me estaba volviendo loco. Pero lo que más me irritaba era cómo me miraba, como si estuviera disfrutando de mi frustración.

Al final, no pude más. Me levanté, casi tirando mi asiento en el proceso, y miré al servidor.

—¡Yo también quiero uno!

La respuesta de Law fue instantánea, y me lanzó una mirada cómplice antes de hacer su típica mueca burlona.

—¿Ahora quieres hacerme competencia? —Me dijo, aún riendo.

Frustrado, solo pude negar con la cabeza y soltar un suspiro fuerte.

—¡Eres imposible! ¡No me hagas esto otra vez!

Pero Law no dejó de mirarme con una sonrisa amplia. Sabía que había ganado esta ronda, y aunque mi enojo era genuino, algo en su actitud me hizo sentir que tal vez no importaba tanto. Después de todo, ¿quién más podría sacar una sonrisa en medio de toda esta locura?

Pero no iba a dejárselo fácil. No iba a dejar que él saliera con la suya tan fácilmente, aunque, en el fondo, sabía que las cosas entre nosotros nunca serían tan simples.


El servidor me entregó la botella, y me aseguré de abrirla lentamente, disfrutando de ese pequeño momento de anticipación. El olor del alcohol me invadió, y una parte de mí estaba deseando probarlo, aunque no estaba completamente seguro de qué esperaba encontrar. Pero solo quería saber a qué sabía, nada más.

Justo cuando estaba a punto de llevarme la botella a los labios y disfrutar de un primer sorbo, algo sucedió. Sentí una mano rápida que me quitaba la botella de las manos.

—¡Hey! —grité, sorprendido, viendo cómo Law retiraba la botella antes de que pudiera probar ni una gota.

Me miró con esa sonrisa de suficiencia que solía sacarme de quicio.

—¿En serio, Haus? —dijo, con tono de burla—. Ya lo habías decidido, ¿verdad? Pues no.

—¡Ah, vamos! —respondí, molesto, mientras trataba de alcanzar la botella con la mano—. ¡Solo quiero probar! ¡Fastidioso!

Pero Law no cedió. Se quedó mirándome con esa expresión que solo él sabía poner, como si estuviera disfrutando cada segundo de mi frustración.

—No. —Su tono fue rotundo, y me hizo sentir como un niño que no podía hacer lo que quería.

Intenté luchar un poco más, pero él ya tenía la botella bien aferrada, y yo, completamente derrotado, me quedé mirando su cara burlona.

La irritación creció dentro de mí, y con un suspiro profundo, decidí no decir nada más. Simplemente me giré, cruzando los brazos y mirándolo de reojo, incapaz de soportar más su actitud.

A partir de ese momento, no le dirigí ni una palabra más. Estaba tan molesto que no podía pensar en nada más que en cómo Law había logrado quitarme esa pequeña satisfacción.

La música continuó sonando, el bullicio de los chicos en la pista de baile no paraba, pero yo estaba sumido en mis pensamientos, tan tenso que ni siquiera sentía ganas de sonreír.

Law, sin embargo, parecía disfrutar de mi mal humor. Su risa ligera resonó en el aire, pero yo, simplemente, no iba a darle el gusto de mostrarle que me había ganado esta vez.


La música comenzó a cambiar de nuevo. La melodía suave que había invadido el bar comenzó a desvanecerse, reemplazada por algo más animado y energético. Las luces volvieron a cambiar, ahora mucho más brillantes y parpadeantes, creando un ambiente frenético, como si el bar estuviera de nuevo tomando vida propia. La pista de baile volvió a llenarse de gente que saltaba y bailaba al ritmo de la nueva canción.

Law, que había estado observando mi frustración durante todo este tiempo, no pudo evitar comentar en voz alta, con un tono juguetón y un poco dramático:

—¡Oh, vamos! ¡Mira, por no bailar conmigo, la música ya terminó!

La provocación estaba clara, pero yo decidí no darle una respuesta. Mi enojo seguía allí, y no quería seguir alimentando su burla. En lugar de eso, me quedé allí, mirando la pista de baile y tratando de mantenerme tranquilo, como si nada de esto me molestara.

Pero Law no se iba a quedar quieto. En un movimiento rápido, se acercó a mí, demasiado cerca, casi invadiendo mi espacio personal. Sentí cómo mi corazón comenzó a acelerarse por la cercanía. Sus ojos brillaban con una mezcla de diversión y algo más, y antes de que pudiera reaccionar, empezó a decir cosas que, aunque parecían inofensivas, me hicieron ponerme aún más nervioso.

—¿Sabes? A veces eres tan... encantador cuando te pones así. —dijo con una sonrisa burlona, y su voz se suavizó en un tono más cálido—. No puedes negarlo, Boo.

Mi respiración se aceleró un poco mientras intentaba mantener la compostura. No podía creer que estuviera tan cerca de mí, y mucho menos que estuviera diciendo esas cosas.

—¡No hagas eso! —exclamé, tratando de empujarlo ligeramente, pero él no se apartó.

—¿Por qué? —respondió, bajando un poco la voz, como si estuviera disfrutando de mi incomodidad.

—¡Porque puede haber fans! —dije, ya sin saber si eso realmente era una excusa, o si simplemente no quería que nadie nos viera de esa manera, tan... cercanos.

Law, como siempre, ignoró mi respuesta, y en lugar de apartarse, se acercó aún más, haciendo que mi nerviosismo aumentara. Me miró fijamente a los ojos y dijo, con una sonrisa más suave y tierna:

—No importa si hay fans o no. Lo que importa es que este momento es nuestro, ¿no?

Mis mejillas se encendieron al escuchar esas palabras. Algo en su mirada y en su tono me hizo sentir todo lo contrario a lo que había estado pensando, pero también me hizo sentir algo que no podía identificar. Mi corazón seguía latiendo fuerte, y todo lo que quería era salir de esa situación incómoda.

—¡Deja de hacer esto, por favor! —dije, tratando de apartarme, pero Law estaba demasiado cerca.

Me miró con una sonrisa que era tan traviesa como sincera.

—¿Por qué? Solo estoy siendo sincero, Hau. —Su tono era suave, pero lleno de una complicidad que me hacía dudar de todo.

Lo miré sin saber qué decir. Estaba tan cerca, tan imparable, y yo estaba completamente atrapado en sus palabras, como si todo lo demás desapareciera. Pero no quería admitirlo. No quería que se diera cuenta de que me estaba afectando más de lo que debería.

Así que, en lugar de responder, simplemente me crucé de brazos y miré hacia otro lado, tratando de ignorarlo. Pero no pude evitar sentir cómo su presencia aún me envolvía, como una fuerza que no podía escapar.


Estaba tan concentrado en tratar de ignorar la cercanía de Law, que no me di cuenta de lo que estaba a punto de suceder hasta que fue demasiado tarde.

De repente, sentí algo cálido y suave en mi cuello. Mis ojos se abrieron de golpe y antes de que pudiera reaccionar, Law me había dado un beso rápido, casi juguetón, en la parte más sensible de mi cuello.

Mi cuerpo se tensó inmediatamente, y un escalofrío recorrió mi espalda. No supe qué hacer, ni cómo reaccionar. Estaba tan sorprendido que no pude evitar quedarme allí, paralizado, mientras él se apartaba rápidamente.

—Voy al baño. —Su voz era tan casual como siempre, como si no hubiera hecho nada fuera de lo común, como si no acabara de ponerme a mil por hora.

Antes de que pudiera decir algo, ya se había alejado y se dirigía hacia el baño, dejándome allí, completamente desorientado y con el cuello aún ardiendo por el toque.

Miré al servidor, quien estaba cerca, observando toda la escena sin decir nada. Law, siempre con esa mirada descarada, se detuvo frente al hombre, levantó las manos y puso dos dedos en sus propios ojos, como si estuviera imitando el gesto de "observar" de manera burlona.

—¿Puedes observar a este niño y asegurarte de que no tome nada? —dijo, señalándome con un dedo, como si fuera una orden.

El servidor simplemente sonrió, casi divertido, mientras asentía con la cabeza.

—Claro, jóven. No se preocupe, lo vigilaré.

Sentí cómo el calor subía por mi cuello, no solo por la vergüenza, sino por la humillación de que todos estuvieran involucrados en este pequeño juego de Law. Apreté los puños, cruzándome de brazos en un intento de mantener la calma.

—¡No soy un niño! —repliqué en voz baja, pero Law ya se había ido, dejándome solo con el servidor, quien parecía disfrutar de mi incomodidad.

Ahora, más que nunca, deseaba que la noche terminara. Pero algo me decía que esta era solo otra de las bromas de Law, y no iba a ser la última.


Pasaron algunos minutos, y la impaciencia comenzó a apoderarse de mí. Gruñí bajo mi respiración, preguntándome qué demonios hacía Law en el baño. ¿Por qué tardaba tanto? Parecía que me estaba castigando por no haberle dejado beber a su antojo. Al menos me hubiera dejado disfrutar de una copa antes de jugar con mis nervios.

Mientras me perdía en mis pensamientos, alguien se acercó. Miré de reojo y vi a un chico con ojos comunes, tan normales que me hicieron sentir aún más fuera de lugar en ese ambiente de luces y música. Su cabello era rubio, muy claro, casi blanco, y su mirada parecía algo tímida, pero al mismo tiempo se notaba que no le importaba acercarse.

Se detuvo cerca de mí, mirando la botella de alcohol que llevaba en la mano, y de alguna forma, su presencia me pareció diferente a la de todos los demás. No tenía ese aire de fiesta descontrolada, y eso me hizo bajar la guardia, aunque no del todo.

—Oye, ¿te molesta si me siento aquí? —me preguntó, su voz suave y algo intrigante, casi tierna.

No estaba completamente seguro de cómo reaccionar. Era evidente que él me estaba dirigiendo la palabra, pero algo en mi interior me decía que no debía confiarme tan rápido. Aun así, no pude evitar contestar, algo en su tono me lo pedía.

—Eh... No, no me molesta. —respondí, intentando sonar indiferente, pero algo me decía que él no era como los demás.

El chico sonrió, y eso me desconcertó un poco. Sin embargo, no me di cuenta de que había dado un paso más cerca de mí hasta que casi podía sentir su aliento.

—¿Cómo te llamas? —preguntó con una mirada curiosa, casi como si estuviera genuinamente interesado en conocerme.

Antes de que pudiera responder, me extendió la botella con un gesto amable.

—¿Quieres beber algo? —me preguntó, como si fuera una invitación inocente.

La pregunta me hizo detenerme un momento. Recordé a Law y cómo me había frenado de beber antes. La verdad es que me moría de ganas de probar el alcohol, pero también sabía que Law no lo permitiría. Me sentí atrapado entre el deseo de disfrutar el momento y la promesa que me había hecho a mí mismo de no romper las reglas que él había puesto.

—No... No puedo. —respondí, negando con la cabeza, sin poder evitar sentirme tenso al pensar en Law.

Pero el chico no se detuvo. De repente, sin previo aviso, se acercó más, y con una mano rápida, me agarró las caderas, tirando de mí hacia él.

Mi cuerpo reaccionó con incomodidad, y me alejé rápidamente, intentando zafarme de su agarre. Sin embargo, su mano era firme, y no pude evitar sentirme atrapado, incapaz de escapar de su influencia.

—Vamos, solo un trago. —dijo con una sonrisa burlona, su tono suave pero insistente—. No te hagas el difícil.

Antes de que pudiera protestar, me presionó la botella cerca de los labios. Sentí cómo su fuerza me obligaba a probar el alcohol, y algo en mí cedió. Era como si toda esa frustración que había estado acumulando saliera en ese único momento. Sin pensar, tomé un sorbo. El sabor era fuerte, áspero, pero extrañamente liberador. Me sentí bien al sentir el ardor en mi garganta, como si por fin estuviera haciendo algo por mí mismo.

El chico, al ver mi reacción, sonrió satisfecho.

—Eso es, bebe cariño. —dijo con una voz cargada de aprobación, y sus palabras me hicieron sentir una extraña mezcla de incomodidad y satisfacción.

Por un momento, me dejé llevar. Agarré la botella y tomé otro sorbo, sintiendo cómo el alcohol comenzaba a desinhibirme, a darle una sensación de libertad que no había experimentado en mucho tiempo.

Pero, en el fondo, algo me decía que esta no era una buena idea.

El calor del alcohol se estaba apoderando de mi cuerpo, y por un momento sentí cómo el ruido de la música y la multitud se desvanecían, dejándome con una especie de calma extraña. El chico que estaba junto a mí no dejaba de mirarme con una sonrisa de satisfacción, como si estuviera esperando que yo siguiera con la botella. Yo ni siquiera me di cuenta de cuán rápido la había vaciado hasta que el líquido desapareció por completo.

—Eso es —dijo el chico, su voz suave, casi como si me estuviera animando a seguir, y algo dentro de mí sintió que no quería defraudarlo.

Me quedé mirando la botella vacía en mis manos por un momento, sintiendo ese calor en mi estómago. La necesidad de más se hizo demasiado fuerte como para ignorarla.

—Quiero otra. —No pude evitar decirlo. La palabra salió de mi boca casi como un susurro, y ni siquiera me di cuenta de cuán desesperado sonaba.

El chico levantó la vista, mirando al servidor cercano, y señaló con la cabeza. Sin pensarlo mucho, el servidor asintió y comenzó a acercarse hacia nosotros. Yo, sin apartar la mirada de la botella vacía, sentí una extraña necesidad de agarrarla de nuevo, como si esa botella fuera la única cosa que podría aliviar esa sensación de vacío.

El chico me miró, y esta vez su expresión cambió un poco. En lugar de presionarme, su mirada se suavizó, casi protectora.

—Ya escuchaste, ¿no? —dijo al servidor, con un tono de voz tan calmado que me hizo sentir un poco tonto por haberme dejado llevar tanto por la bebida.

Me mordí el labio, todavía sintiendo cómo el alcohol comenzaba a nublar mi mente, pero me di cuenta de que no podía seguir así. Agarré la botella con las dos manos, mirando hacia abajo, casi como si necesitara aferrarme a algo para mantenerme en pie. Mi cabeza daba vueltas, pero no pude evitar el impulso de seguir.

—¿Sabes? Tal vez debería parar —dije en voz baja, sintiendo algo de vergüenza por mi propia actitud, pero el chico no parecía burlarse de mí. En cambio, simplemente se sentó junto a mí, sin juicio, como si fuera lo más normal del mundo.

A pesar de todo, me sentí un poco más tranquilo. La tensión en mi pecho desapareció un poco, aunque sabía que el alcohol había comenzado a hacer su efecto más profundo. Miré al chico, que había estado tan cerca y que ahora estaba mirándome con una calma que no esperaba.

—Gracias —murmuré, finalmente, un poco avergonzado por haberme dejado llevar. Y aunque el lugar seguía vibrando de energía y música, sentí que, en ese momento, lo único que importaba era cómo me sentía aquí, en silencio, en su compañía.

Estaba a punto de agarrar la botella nuevamente, con la sensación de que el alcohol comenzaba a invadir mis sentidos, cuando de repente, sentí una presión extraña en mi hombro. El chico, que hasta ese momento había sido bastante amable, comenzó a acercarse aún más, tomándome por la cintura y presionándome a beber más.

—Vamos, solo un trago más —insistió con una sonrisa que no me gustó para nada. La forma en que me sujetaba me hacía sentir incómodo, como si no tuviera otra opción.

Me forcé a apartarme un poco, pero la presión era fuerte. No podía seguir así.

Justo en ese momento, escuché voces conocidas. Jaddiel apareció con Nazar, Mich y Allyn, y la mirada de Jaddiel se endureció al ver lo que estaba pasando.

—¡Hey! ¿Qué le pasa a este chico? —dijo Jaddiel, empujando al chico alejándome de él. El chico, con una sonrisa torcida, intentó no perder la compostura, pero lo que dijo a continuación me molestó profundamente.

—¿Qué pasa? ¿Tienes miedo de que un poco de diversión te haga daño? —el chico se rió, pero su tono no me hizo gracia.

Al notar la altura, Jaddiel era mas pequeño que ese chico teñido.

En un impulso, y sin pensarlo mucho, levanté la mano y le di un golpe en el brazo, apartándolo más fuerte de mí. La gente que estaba cerca de nosotros comenzó a mirar, y algunos se alejaron al ver la tensión en el aire.

En ese momento, Law apareció, su presencia siempre tan imponente, y miró la escena con frialdad.

—¿Qué está pasando aquí? —preguntó, dirigiéndose directamente a Jaddiel.

Jaddiel, al ver la situación, le explicó rápidamente lo que había sucedido.

—Este idiota estaba insistiendo en que Haus bebiera más —dijo Jaddiel con algo de enojo, cruzando los brazos.

Law frunció el ceño al escuchar eso, y antes de que pudiera decir algo más, se acercó al chico con rapidez, empujándolo ligeramente con fuerza hacia atrás.

—¿No te dije que lo cuidaras? —le dijo al servidor, quien estaba observando sin intervenir, claramente desconcertado por la situación.

El chico, tras el empujón, se alejó rápidamente, no sin antes lanzar una mirada desafiante. Sin embargo, Law no lo dejó escapar tan fácilmente.

—Haus, ¿qué demonios estás haciendo? —dijo Law, ahora con un tono más suave, pero igualmente serio, mirando directamente a mis ojos.

Sentí que algo en mi interior se encogió al escuchar su voz, y por un momento, me sentí como si hubiera fallado en algo. No era la primera vez que me regañaba, pero este era diferente, y no pude evitar sentirme herido.

—Lo siento, Law —murmuré, aunque mi voz sonó más pequeña de lo que me hubiera gustado.

Law suspiró, mirando a los chicos alrededor.

—Vas a estar bien —dijo, dándome un pequeño empujón en el hombro, como si intentara relajarme. Aunque su tono no había sido tan amable, pude sentir que no quería que me sintiera mal.

La música seguía sonando de fondo, y la tensión en el aire comenzó a desvanecerse lentamente, aunque aún sentía el peso de todo lo que acababa de pasar. Miré a mis amigos, sintiéndome algo avergonzado, pero al mismo tiempo agradecido de que estaban ahí para protegerme.

La tensión comenzó a disiparse lentamente, y todo volvió a la normalidad, aunque sentía el peso del momento en el aire. Jaddiel y los demás volvieron a sus lugares, y el chico que había estado insistiendo en que bebiera se alejó, con una mirada de desafío, mientras Law se quedó a mi lado, vigilando que todo estuviera bien.

Me sentía un poco tonto, de verdad. No solo por haberme dejado llevar por el alcohol, sino porque había puesto a mis amigos en una situación incómoda.

Law suspiró, mirando al chico que ya se estaba retirando.

—No sé qué esperas, Haus, a veces actúas como si no tuviéramos que cuidarte —dijo con voz más baja, sin mirarme directamente. Parecía cansado, como si estuviera frustrado.

Las palabras me golpearon como un mazazo. Mi pecho se tensó y sentí un nudo en la garganta. No era la primera vez que me lo decía, pero hoy parecía diferente, más cargado de resentimiento. Miré a Law, buscando sus ojos, pero él no me estaba mirando.

Por un momento, me quedé en silencio, luchando por contener la incomodidad que me estaba invadiendo. No podía evitar sentir que, aunque estaba siendo un poco irresponsable, no merecía ser tratado de esa forma. No lo dije en voz alta, pero me dolió.

Law, al darse cuenta de mi silencio, finalmente me miró con una expresión que cambió de inmediato al ver cómo me había quedado.

—Haus... —dijo, ahora mucho más suave, un tono de arrepentimiento en su voz. Se acercó un paso y, con una mano en mi hombro, agregó—: Perdón, no quería decir eso. Sabes que no es así.

Mi rostro se relajó un poco, pero no pude evitar sentirme vulnerable. No me gustaba que me regañaran, pero lo peor era que cuando alguien que se preocupa por mí lo hace de esa forma, me hace sentir como si fuera un niño, y eso me dañaba más que cualquier otra cosa.

—No pasa nada —respondí, aunque mi voz sonó más débil de lo que me hubiera gustado.

Law me miró con una expresión más seria, dándose cuenta de que algo no estaba bien.

—Te juro que no era mi intención, Haus. Lo que pasa es que me preocupa verte tomar así, sabes que... —se detuvo, y sus ojos se suavizaron—. Solo quiero que estés bien.

Me quedé en silencio un momento, procesando lo que dijo. No era como si no supiera que Law se preocupaba por mí, pero a veces sus palabras salían sin pensar y me lastimaban. A pesar de todo, estaba claro que no había mala intención.

Al final, sólo asentí y le sonreí con un gesto algo forzado.

—Está bien, lo sé. Solo... no quiero ser un problema.

Law suspiró, dándome un pequeño empujón en el brazo, casi como un gesto de consuelo.

—Nunca serás un problema, Haus. No seas tonto. —Y luego, con un toque de humor, añadió—: Aunque a veces pareces un imán para las situaciones complicadas.

No pude evitar reírme un poco, sintiéndome aliviado, aunque todavía algo molesto por lo sucedido. Law me sonrió de vuelta, y aunque la situación no era perfecta, al menos sentí que estábamos bien.

La tensión seguía en el aire, y la música de fondo parecía no poder calmar lo que había sucedido. Los chicos ya estaban en su propio mundo, pero yo seguía procesando las palabras de Law. No era la primera vez que me decía algo así, pero ahora sentía que había algo más detrás de su tono.

—¿Sabes qué? —dije, finalmente, mirando a Law con seriedad—. Estás diciendo la verdad. A veces me comporto como si no necesitara que me cuiden, como si todo estuviera bien. Pero no lo está. No tengo idea de por qué me sigo metiendo en estos líos.

Law me miró confundido, sin saber muy bien cómo responder, pero su rostro mostraba una pequeña sombra de preocupación. No quería hacerme sentir peor, pero mis palabras parecían tener el efecto contrario.

Me sentí extraño, porque de alguna manera, acababa de darme cuenta de que mi comportamiento estaba afectando a los demás, y lo peor de todo es que me dolía aceptarlo. Mis propias palabras me golpearon, haciéndome sentir más vulnerable de lo que estaba dispuesto a admitir.

Era solo un maricón que era un maldito sensible.

De repente, sentí que las lágrimas se acumulaban en mis ojos, pero no quería dejarlas caer frente a todos. No quería que me vieran débil. Así que, en lugar de decir más, me levanté rápidamente de mi asiento.

—Voy a bailar con los chicos —dije, con algo de dureza en mi voz, sin mirar a Law.

Me alejé de él, dirigiéndome hacia el centro de la pista de baile, donde Nazar, Jaddiel, Mich y Allyn estaban disfrutando de la música. No quería pensar más en el tema, no quería lidiar con la incomodidad de estar allí, esperando que Law viniera a decirme algo más.

Law no dijo nada, pero sentí su mirada clavada en mi espalda. Mi corazón latía con fuerza, y me preguntaba si había hecho lo correcto. Al principio, pensaba que estaba haciendo lo mejor al alejarme, pero luego me di cuenta de que mi actitud estaba afectando a todos, especialmente a Law.

Mientras me dirigía hacia la pista de baile, escuché un susurro detrás de mí.

—Oye, dame lo más fuerte que tienes. —la voz era clara, pero no pude identificar de inmediato quién la había dicho.

Fue suficiente para que dejara escapar una pequeña risa amarga. ¿Qué estaba haciendo realmente? Estaba huyendo de todo, de las palabras de Law, de mis propios pensamientos. Miré al frente, hacia la pista llena de gente moviéndose al ritmo de la música, y me dije a mí mismo: Que tome lo que quiera. Yo no lo voy a negar.

La rabia, la confusión y la tristeza se mezclaron dentro de mí, pero al final, no me importaba más. Yo había decidido estar solo por un momento. No quería estar cerca de nadie, no quería que me miraran con esa cara de preocupación, como si todo lo que dijera o hiciera fuera un problema.




Después de unos minutos de estar rodeado de música, amigos y el bullicio del bar, comencé a sentirme un poco más relajado. La preocupación que me había causado la conversación con Law ya no estaba tan presente, aunque no podía evitar pensar en lo que había dicho. Estaba mejor, pero aún algo confundido por todo lo que había pasado. Me perdí en el ritmo de la música mientras veía a los chicos disfrutar, riendo y conversando.

A lo lejos, vi a Law, que ya no parecía estar tan sobrio como antes. Estaba sentado en una de las mesas, mirando la pista de baile con los ojos entrecerrados y la cabeza ligeramente inclinada. Sabía que el alcohol le había afectado más de lo que pensaba. No me sorprendió en absoluto. Law era de los que se dejaba llevar cuando algo le gustaba, y si le daban una copa, normalmente no se detenía hasta que se vaciaba. 

Eso me preocupaba, que tomaba sin parar y fumara constantemente.

De repente, lo vi intentar levantarse de la silla. Hizo un movimiento torpe, y antes de que pudiera reaccionar, dio un paso en falso y trastabilló hacia adelante. Parecía que en cualquier momento iba a caer de cara al suelo. Un impulso instintivo me hizo saltar hacia él, corriendo hacia su dirección con el corazón acelerado. Lo alcancé a tiempo para sostenerlo antes de que se cayera de bruces.

—¡Ey, cuidado! —le dije, tomándolo de los hombros con fuerza, intentando mantenerlo en pie.

Law levantó la vista lentamente, y aunque sus ojos estaban un tanto perdido, una sonrisa comenzó a formarse en su rostro, como si la situación fuera algo cómico para él.

—¿Qué pasa, Haus? —dijo, su tono era relajado, como si no hubiera nada de malo en lo que había pasado. — ¡Mira, soy un idiota! No puedo ni levantarme... ¡Ah, espera, ya lo sé! —se rió con la torpeza de su voz, como si fuera la cosa más graciosa del mundo.

Lo miré con una mezcla de frustración y alivio. Estaba claramente borracho, pero lo había salvado de una caída aún peor. No pude evitar soltar una pequeña risa nerviosa al ver cómo intentaba ponerse de pie, tambaleándose como un niño pequeño. En ese momento, pensé que debía hacer algo, que no podía dejar que se quedara en ese estado sin ayudarlo.

Miré hacia la pista de baile, donde los chicos todavía seguían disfrutando, sin darse cuenta de lo que sucedía. Tomé aire y les grité, intentando hacerme oír por encima de la música.

—¡Oigan! ¡Ya es hora de irnos! —dije con firmeza, pero mi voz se vio opacada por el sonido de la música y el ruido general del lugar. — ¡Tenemos que irnos ya!

Nazar, que estaba también en su propio mundo de risas y borracheras, levantó la cabeza y me miró. Parecía perdido, pero al oírme, soltó un quejido.

—Sí, ya me duele la cabeza —dijo Nazar, pasándose la mano por la frente como si tratara de aclararse. Su cara estaba claramente marcada por los efectos del alcohol. Podía ver que él también ya no estaba tan bien.

Jaddiel, Mich y Allyn se acercaron, sorprendidos por la urgencia en mi voz. Cuando me vieron sosteniendo a Law, entendieron al instante lo que estaba pasando. Law estaba hecho un desastre y no podía mantenerse en pie por sí mismo.

Allyn, con su característica calma pero también con un toque de preocupación, se acercó y me dio una mano para asegurarme de que Law no cayera. Con una mirada comprensiva, Allyn hizo un gesto hacia los demás.

—Venga, ayudemos a este idiota a salir de aquí antes de que haga algo peor —dijo, con su tono serio pero intentando mantener las cosas bajo control.

A pesar de lo que había pasado, no podía evitar sentir una pequeña sonrisa por la forma en que Allyn siempre lograba mantener la compostura. Con su ayuda, comenzamos a guiar a Law hacia la salida, pero mientras lo hacíamos, su estado empeoraba. Estaba claro que había pasado su límite.

Miré hacia Law, que aún seguía sonriendo tontamente, sin ser consciente de lo que estaba pasando. Aun así, traté de mantenerme sereno.

—Vamos, compórtate, tenemos que irnos antes de que hagas un desastre aún mayor. —Lo miré con seriedad, pero la preocupación en mi rostro era evidente. No quería dejar que se fuera aún más de control.

Law me miró con sus ojos algo borrosos y soltó una risa torpe. Parecía que no entendía muy bien lo que estaba pasando.

—¿Me estás regañando, Boolavit?¿Tú...a mí? —dijo entre risas, mientras intentaba apoyarse en mí, con una sonrisa estúpida en su rostro.

No podía evitar la frustración que me nacía al verlo así. ¿Por qué se había dejado llevar tanto? Pero al mismo tiempo, sabía que no podía ser demasiado duro con él. A fin de cuentas, era mi amigo.

Nos acercamos a la salida y miré a los chicos, que ya estaban algo cansados, pero no perdían la oportunidad de seguir bromeando.

De repente, Nazar, con su cabeza aún dando vueltas, se quejó de nuevo.

—¡Ay, que ya me duele mucho la cabeza! ¿Podemos irnos a casa ya? —dijo Nazar, mientras frotaba su frente.

El ambiente estaba pesado para todos, y aunque la diversión había sido lo principal al principio, la verdad era que ahora todos estábamos un poco agotados por las circunstancias. Era hora de irse.

Poco a poco, fuimos saliendo del bar, con Law tambaleando entre nosotros, pero aún con esa sonrisa idiota en el rostro. Mi mente seguía preocupada por él, pero por ahora lo más importante era llevarlo a casa. Al final, se sentía como si fuéramos una familia, todos cuidándonos unos a otros.

Mientras caminábamos hacia la salida del bar, con Law tambaleando a mi lado y los chicos más o menos en el mismo estado, no pude evitar pensar en todo lo que había pasado esa noche. La sensación de que había dañado a Law me carcomía por dentro. En realidad, me sentía como un idiota. Había dejado que mis palabras lo afectaran, y ni siquiera había intentado explicarme mejor.

Suspiré para mí mismo, tratando de calmarme mientras ayudaba a Law a mantenerse en pie.

—Soy un idiota... —murmuré, sintiéndome más culpable que nunca.

Mich, que estaba más sobrio que el resto, me miró con una leve sonrisa y se acercó un poco para escucharme.

—No te preocupes, Haus —dijo con tono tranquilizador—. Siempre pasa eso. A veces, está mal, o simplemente quiere tomar. Sabes que no hay maldad en lo que hace, solo... bueno, es Lawrence.

Me quedé en silencio por un momento, procesando sus palabras. Tenía razón. Law no lo hacía con mala intención, pero aún así no pude evitar sentir que algo dentro de mí había fallado al no haberlo cuidado mejor.

Mientras tanto, adelante, Law estaba disfrutando de la música en su cabeza y, aunque se notaba que ya no estaba en su mejor estado, su energía seguía al cien. Lo vi levantando un brazo al aire, moviéndolo de un lado a otro, y de repente comenzó a cantar una parte de una de nuestras canciones:

—Quiero... besarte, y que nadie nos mire raro... —cantó con su voz un poco entrecortada pero llena de entusiasmo.

Me detuve un momento al escucharlo, sin saber si estaba completamente consciente de lo que decía. Antes de que pudiera decir algo, Law dio un paso hacia mí, acercándose más. Me miró con esos ojos perdidos y, como si todo fuera una broma, se inclinó hacia mí para darme un beso. No estaba preparado para eso, pero antes de que pudiera reaccionar, de repente escuchamos gritos a lo lejos.

Fans.

Rápidamente, giré hacia Law, tomando sus hombros y dándole un empujón suave hacia adelante, tratando de disimular lo que acababa de pasar. No quería que nadie nos viera en esa situación, no en ese momento.

—¡Rápido, vamos! —dije, intentando que no se notara nada raro.

Al fondo, escuché la voz de Allyn, que ya no parecía tan sobria, soltando una carcajada.

—¿Qué dices, idiota? ¡Así no es la letra! —dijo, tambaleándose mientras trataba de mantenerse de pie. Sus palabras estaban medio distorsionadas, pero al menos todavía tenía algo de sentido.

Casi cayéndose, Allyn se agarró a Mich, quien la miró confundido pero divertido.

—¿Eres una princesa? —preguntó Allyn, riendo mientras intentaba imitar una pose exagerada.

Mich, sin perder la compostura y jugando a seguir el juego, negó con la cabeza.

—No, no soy una princesa —dijo, haciendo una mueca graciosa y mirándola con diversión. Sabía que no tenía sentido, pero era imposible no seguirle la corriente con Allyn en ese estado.

La situación estaba fuera de control, y aunque sabía que todos estábamos cansados, me sentí un poco más tranquilo al ver que, a pesar de todo, estábamos juntos. Ninguno de nosotros estaba solo, y eso significaba más que cualquier cosa que pudiera pasar esa noche.

Law, ahora completamente perdido en su propio mundo, siguió cantando algunas estrofas de la canción, sin prestarnos mucha atención. Yo, aún algo preocupado por él, lo miré mientras caminábamos hacia la salida, intentando mantener la calma. Sabía que necesitaríamos más que solo un par de risas para salir de este lío.

Pero al final, en medio del caos, la verdad es que todos nos cuidábamos entre nosotros. A veces nos metíamos en problemas, pero siempre teníamos a alguien que nos sacaba de ahí. Y esa noche, no era diferente.

La noche estaba tomando un giro más complicado. Mientras los chicos seguían bastante borrachos, era evidente que el bar ya no era el lugar adecuado para nosotros. Las fans, aunque no lo creyeran, no dejaban de rondar, y con el caos de la música y las risas descontroladas, no era difícil ver cómo empezaban a aparecer a lo lejos, buscando a los chicos de la banda.

Me pasé una mano por la cara, mirando a los chicos con un toque de desesperación. ¿Cómo íbamos a salir de esto sin causar más escándalo?

—Mich, tenemos que sacarlos de aquí antes de que se descontrole aún más —le susurré, mirando a Law, que seguía tambaleándose de un lado a otro, tratando de seguir el ritmo de la música que ahora sonaba a través de sus oídos más que nunca. Nazar estaba igual, riendo por cualquier cosa y pidiendo otro trago. Y Jaddiel... bueno, estaba medio dormido de pie, intentando no caer.

Mich, que era el más sobrio de todos, se me acercó y asintió con la cabeza.

—Sí, no podemos seguir aquí. Las fans se nos van a echar encima y no quiero ni imaginar lo que podría pasar después de todo esto.

Ambos estábamos intentando coordinar cómo sacar a los chicos sin llamar la atención. Era como si todo el bar estuviera observando nuestras decisiones, y las fans... bueno, ya estaban a punto de encontrar nuestro rastro.

—¡Vamos, chicos, despierten! —dije a Nazar, que en ese momento se había detenido para cantar a voz viva una canción en el medio de la pista. Era tan ruidoso que ni siquiera se dio cuenta de que ya no había música.

Mich se acercó a Jaddiel y, con cuidado, lo levantó del asiento donde había estado medio dormido.

—Hey, tranquilo, tenemos que irnos, ya basta de esto —dijo Mich con tono bajo, aunque con algo de presión.

Mientras tanto, yo trataba de mantener a Law en pie, ya que parecía más borracho que cualquiera de nosotros. Mi preocupación crecía cada vez más porque no podía permitir que hiciera algo que luego se arrepintiera, y mucho menos si las fans nos descubrían. Ya había visto lo que sucedía cuando los fans se emocionaban demasiado.

—Mich, necesitamos salir rápido, pero con discreción —le susurré, mirando a las fans que ya empezaban a acercarse más.

Ambos comenzamos a caminar hacia la salida, arrastrando a los chicos detrás de nosotros, con la esperanza de que nadie nos notara. La situación se volvía más tensa a cada paso, pero finalmente logramos llegar a la puerta sin demasiados problemas. Sin embargo, al salir, un grupo de chicas nos vio desde la esquina de la calle.

—¡Es ellos! —gritó una fan, señalando a la distancia.

Mi corazón dio un vuelco. Sabía que no podíamos permitir que las fans nos siguieran por mucho más tiempo. Rápidamente, tiré de la mano de Law, que ya ni siquiera se daba cuenta de lo que estaba pasando, y empecé a caminar más rápido, ocultándonos entre los callejones.

—¡Vengan, rápido! —grité a Mich, que estaba tratando de que Jaddiel se mantuviera erguido mientras Nazar continuaba cantando, ignorante del peligro.

Las chicas empezaron a correr hacia nosotros, pero en el momento justo, logramos girar por una esquina y nos escondimos en la penumbra, respirando aliviados.

—Ya está, hemos ganado —murmuré, con un suspiro de alivio.

Pero Mich no parecía tan seguro.

—Esto no ha terminado, Haus. Todavía tenemos que asegurarnos de que nos sigan y que nadie nos vea.

De repente, Nazar, que por fin había dejado de cantar, nos miró confundido.

—¿A dónde vamos, chicos? —preguntó, todavía algo mareado.

Yo suspiré y lo miré con seriedad.

—Vamos a casa, Nazar. Y por favor, trata de no gritar.

Con Mich a mi lado, continuamos caminando a toda prisa, tratando de mantenernos en las sombras. Mientras tanto, las chicas fans seguían por el otro lado de la calle, buscando cualquier rastro de nosotros, pero con suerte, nosotros ya estábamos lo suficientemente lejos.

Finalmente, cuando llegamos al coche, que por milagro de díos el chofer nos vió me senté en el asiento del conductor y me pasé las manos por el rostro. Todo había salido bien, aunque con más nervios de los que esperaba.

—¡Joder! No puedo creer que lo hayamos logrado —dije, riendo entre dientes, pero con un suspiro de alivio.

Mich me miró y, aunque también aliviado, se veía cansado.

—Lo hicimos, pero no quiero repetir esto. La próxima vez, los guardamos más cerca de nosotros.

Asentí, sabiendo que eso era lo mejor. Law estaba medio dormido en el asiento trasero, mientras Nazar seguía murmurando algo que no lograba entender.

Al final, lo que importaba era que todos estábamos a salvo y fuera del alcance de las fans. Y aunque la noche había sido caótica, no podía evitar sonreír al pensar en cómo, al final, todo había salido bien. Aunque... un poco de descanso sería una bendición ahora mismo.

Todo fue divertido al final de todo, y me quedé viéndo a Law desde su asiento, todo dormido, con la boca entre abierta, apoyado en la ventana, con sus cabellos todos despeinados. Y respirando lentamente. Era muy tierno mirarlo cuando dormía. 

Cuando mis ojos se fijaron en Nazar, este estaba dormido, estaba aún tarareando las canciones que estuvieron en el bar, y sonreí.

Todo fue un caos total.

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