CᴀᴘÍᴛᴜʟᴏ 30: Lᴏ ꜱᴀʀᴄᴀꜱᴍᴏ🦋
Dedicado para @onefiction_inthe_am: No sé cómo expresar con palabras todo lo que siento por ti, pero quiero que sepas que te amo profundamente. Eres una persona increíble, llena de bondad, talento y luz. Gracias por ser tan auténtica, por inspirarme y por hacer que cada día sea mejor solo con tu presencia. Te admiro mucho y siempre estaré agradecida por tenerte en mi vida. Eres más de lo que las palabras pueden describir. Te quiero muchísimo.💙✨💚
Eran como una ola, emocionadas, sosteniendo carteles y pancartas con nuestros nombres. La realidad del exterior chocaba con el caos interno.
Law y Allyn fueron los primeros en reaccionar. Se miraron entre ellos, intercambiaron un gesto breve y abrieron las puertas. Ambos bajaron con sonrisas que parecían sinceras, pero sus ojos reflejaban algo más: tensión y preocupación. Saludaron a las fans, levantando las manos, firmando rápidamente algunos carteles, tratando de calmar el entusiasmo desbordado.
Yo, en cambio, me demoré unos segundos más antes de salir. Respiré hondo, todavía con los rastros del dolor en mi rostro. Cuando bajé, mis movimientos eran mecánicos, y mi saludo fue apenas un leve movimiento de mano. Las fans lo notaron; algunas bajaron un poco el entusiasmo, pero otras seguían vitoreando como si nada hubiera pasado.
Intenté no mirar a nadie directamente, simplemente concentrándome en entrar al lugar lo más rápido posible. Los flashes de las cámaras y los gritos aún resonaban detrás de mí cuando di un último vistazo hacia el auto detrás de nosotros. Allí estaban Jaddiel, Mich, y Nazar bajando.
Nazar, con su cabello pelirrojo resplandeciendo bajo la luz del sol, fue el primero en salir. Su presencia siempre tenía un efecto magnético; las fans gritaron aún más fuerte al verlo. Me quedé quieto por un segundo, observando cómo se unían a la escena, y luego giré para entrar al edificio sin esperar más.
Dentro, el ambiente era completamente distinto. Karina, la encargada de vestirnos y organizarnos, estaba esperándome. Sus ojos me recorrieron de arriba abajo, probablemente notando mi estado al instante, pero su expresión permaneció profesional.
—Haus, cámbiate. Aquí tienes la ropa que usarás para el concierto —dijo, señalando un perchero cercano con varias opciones perfectamente alineadas.
—Claro —respondí, mi tono seco, casi distante. No estaba de humor para hablar más de lo necesario.
Karina pareció notarlo, pero no hizo ningún comentario. Simplemente asintió y me dejó espacio para que me preparara. Sin mirar atrás, tomé las prendas y me dirigí al camerino, sintiendo que el peso de todo lo ocurrido seguía sobre mis hombro.
Dentro del camerino, el silencio se sentía abrumador. Me cambié rápidamente, dejando la ropa de la banda a un lado. Las prendas nuevas eran simples: jeans oscuros, una camiseta básica Algo normal, común, que no llamara la atención. Pero incluso esa sencillez no podía quitarme el peso que llevaba encima.
Mientras ajustaba la camisa, las palabras de Kyla volvieron a mi mente con una nitidez cruel: "No haces nada para aportar a este grupo. Solo eres un estorbo."
Era como si las repitiera una y otra vez, cada vez más fuerte, resonando en mi pecho hasta que el nudo en mi garganta volvió a formarse. Cerré los ojos con fuerza, intentando ignorar la sensación, pero era inútil. Antes de darme cuenta, un sollozo escapó de mis labios, ahogado, desesperado.
Me apoyé contra la pared, respirando con dificultad, sintiendo cómo las lágrimas quemaban mis mejillas. Las limpié rápidamente con la manga de la camisa, tratando de recomponerme. No podía salir así. No quería que nadie me viera así. Pero por más que lo intentaba, el dolor seguía ahí, como una sombra que no podía apartar.
Respiré hondo varias veces, tratando de calmarme. Finalmente, me dirigí hacia la puerta. Puse mi mano en el picaporte, dudando por un instante. No eres nada... Las palabras de Kyla volvieron a resonar en mi mente, pero apreté los dientes y giré el picaporte con decisión.
Al abrir la puerta, casi choqué con alguien. Levanté la vista y ahí estaba Law, con la mano extendida hacia el mismo picaporte. Sus ojos hazel se posaron en mí, primero con sorpresa, y luego con preocupación.
—Boo... —murmuró, su voz más suave de lo que esperaba.
No dije nada. Intenté esquivar su mirada, pero él no me dejó. Dio un paso hacia mí, sus ojos buscando los míos, como si quisiera descifrar lo que estaba pasando.
—Oye —dijo, en un tono cálido, casi tierno—. Sé que no estás bien, y sé que Kyla fue demasiado dura... Pero no quiero que creas nada de lo que dijo. Tú eres importante para nosotros. Para mí.
Su voz era sincera, cargada de emociones que rara vez mostraba, pero no sirvió de mucho. Sus palabras rebotaron contra la barrera que había construido en mi mente, incapaces de atravesar el muro de inseguridad que Kyla había levantado con tanta facilidad.
—Estoy bien —dije, aunque mi voz tembló ligeramente. Intenté forzar una sonrisa, pero sabía que no era convincente.
Law frunció el ceño, claramente no creyéndome, pero no insistió.
—Si necesitas algo... aquí estoy, ¿vale? Siempre lo estaré. —Su tono seguía siendo suave, pero yo apenas podía procesar lo que decía.
—Gracias, Law. —Mi voz apenas fue un susurro mientras esquivaba su mirada y salía del camerino, dejando atrás a Law, que me miraba con una mezcla de preocupación y tristeza.
Apenas di unos pasos por el pasillo, me di cuenta de que no podía escapar de lo que sentía. Las palabras de Kyla seguían ahí, como un eco constante. No eres nada.
Mientras caminaba por el pasillo, las palabras de Kyla regresaron de nuevo, como un torbellino que no me dejaba respirar: "Dos chicos actuando como si estuvieran enamorados... Es todo un espectáculo. No hay nada real en eso."
Mi pecho comenzó a apretarse, y sentí que el aire se me escapaba. Mis pasos se hicieron más lentos, mis manos temblaban, y mi respiración se volvió rápida, errática. No podía sacarme esas palabras de la cabeza. ¿Era cierto? ¿Todo lo que había sentido con Law, lo que estábamos construyendo, era solo un error? ¿Algo vacío?
Me apoyé contra la pared, intentando calmarme, pero el nudo en mi garganta seguía creciendo, y mis ojos se llenaron de lágrimas de nuevo. Intenté respirar profundamente, pero el pánico seguía ganándome.
En ese momento, escuché unas risas provenientes del otro extremo del pasillo. Levanté la vista y vi a Jaddiel y Nazar caminando hacia mí, con ropa en las manos, claramente dirigiéndose al área de vestuarios. Nazar, con su cabello pelirrojo alborotado, llevaba una sonrisa despreocupada, pero esa sonrisa se desvaneció en cuanto me vio.
—Haus... —dijo Nazar, su voz inmediata, cargada de preocupación.
Jaddiel también se detuvo, frunciendo el ceño al notar mi estado.
—¿Estás bien? —preguntó, aunque su tono indicaba que ya sabía la respuesta.
No pude contestar. Mis ojos seguían llenándose de lágrimas, y mi respiración entrecortada me impedía articular palabra. Nazar dejó caer la ropa que llevaba y cruzó la distancia entre nosotros en segundos.
—Haus, respira —dijo con firmeza, colocando sus manos sobre mis hombros. Su voz era suave, pero llena de urgencia—. ¿Qué pasa? Tranquilo, estoy aquí.
Fue como si sus palabras rompieran una barrera dentro de mí. Levanté la cabeza, las lágrimas corriendo por mi rostro sin control, y sin pensarlo dos veces, me aferré a él, rodeándolo con mis brazos en un abrazo desesperado.
—No puedo... —sollozé, mi voz ahogada por las lágrimas—. No puedo más...
Nazar, sorprendido al principio, reaccionó de inmediato. Me devolvió el abrazo con fuerza, su mano acariciando mi espalda de manera tranquilizadora.
—Shh... Tranquilo, Haus. Estoy contigo. Todo está bien. Llora si necesitas, pero no te guardes nada.
Jaddiel, sin entender del todo lo que estaba pasando pero claramente conmovido, se acercó y nos envolvió a ambos en un abrazo, creando un refugio a mi alrededor.
—Sea lo que sea, estamos aquí contigo, ¿vale? —dijo Jaddiel, su voz baja pero reconfortante.
Mi cuerpo temblaba mientras las emociones me superaban. Todo lo que había estado reprimiendo, el dolor, el miedo, la inseguridad, salió en un torrente de lágrimas. Lloré fuerte, sin preocuparme por quién podía escucharme, aferrándome a Nazar y sintiendo el calor de Jaddiel a mi lado.
Por primera vez en mucho tiempo, no estaba solo con mi dolor. Aunque el peso seguía allí, sus abrazos me recordaron que aún había alguien dispuesto a sostenerme cuando sentía que todo se derrumbaba.
Mi llanto se hizo aún más fuerte, como si todo lo que había estado conteniendo finalmente hubiera encontrado una salida. Mi pecho dolía, y las lágrimas no paraban de correr mientras me aferraba a Nazar. Todo lo que Kyla había dicho seguía girando en mi cabeza como un eco interminable.
Nazar me sostenía con fuerza, murmurando palabras tranquilizadoras que apenas podía escuchar entre mis sollozos. Jaddiel también estaba ahí, con un brazo firme sobre mi hombro, tratando de hacerme sentir seguro. Pero nada parecía suficiente; el dolor seguía, intenso y punzante.
De repente, el sonido de pasos rápidos llenó el pasillo. Law salió del camerino, ya cambiado, con el ceño fruncido y el rostro lleno de preocupación. Su mirada cayó inmediatamente sobre nosotros, y al ver mi estado, su expresión cambió.
—¿Boolavit? —dijo, su voz cargada de angustia, mientras se apresuraba hacia nosotros.
Levanté la cabeza, sintiendo a Nazar tensarse ligeramente al notar la presencia de Law. Mis ojos, rojos y llenos de lágrimas, se encontraron con los suyos por un breve instante. Algo en su mirada, tan desesperado y lleno de cuidado, hizo que mis lágrimas fluyeran aún más rápido.
—¡Boo! —repitió Law, llegando hasta nosotros y extendiendo una mano para tocarme, pero Nazar lo detuvo, colocando su brazo frente a él con firmeza.
—Espera, Law. Dale espacio. Está muy mal ahora mismo. —Nazar habló con seriedad, pero yo no podía soportar la distancia.
Sin pensarlo, me solté un poco de Nazar y me lancé hacia Law, rodeándolo con mis brazos y aferrándome a él como si fuera mi última salvación. Mi llanto volvió a intensificarse, mis sollozos llenando el pasillo mientras me hundía en su pecho.
—Lo siento... lo siento... —murmuré entre lágrimas, sin saber exactamente por qué me disculpaba, solo sintiendo el peso de todo sobre mí.
Law, aunque sorprendido por mi reacción, no tardó en envolverme con sus brazos, una mano firme en mi espalda mientras la otra descansaba suavemente en mi cabello.
—Estoy aquí, Haus. No te preocupes, estoy aquí contigo. No voy a dejarte —susurró, su voz calmada, aunque noté un ligero temblor en ella.
Sus palabras, dichas con tanta sinceridad, rompieron algo dentro de mí. Levanté la cabeza, mi rostro completamente destrozado por el llanto, con los ojos hinchados y la nariz enrojecida. Lo miré, intentando encontrar algo que me diera consuelo, algo que pudiera aliviar el dolor que sentía.
Law me miró de vuelta, y en su rostro vi una mezcla de amor, tristeza y determinación.
—Haus... no importa lo que diga Kyla, no importa lo que pase. Tú importas. Importas para mí más de lo que puedo explicarte. Por favor, no te lo guardes. Estoy contigo —dijo, su tono quebrándose ligeramente al final.
Mis piernas se sentían débiles, pero aún así me aferré más fuerte a él, hundiendo mi rostro en su hombro mientras un nuevo torrente de lágrimas escapaba de mis ojos.
—Hazel —grité entre sollozos, mi cuerpo temblando mientras el dolor salía en oleadas incontrolables.
Law no se movió, sosteniéndome con firmeza y pasando una mano suavemente por mi espalda.
—Llora todo lo que necesites, Haus. Estoy aquí. No voy a ningún lado —murmuró, sus palabras suaves como un bálsamo que poco a poco comenzaba a calmar el caos dentro de mí.
Finalmente, mis sollozos comenzaron a disminuir, aunque las lágrimas seguían corriendo. Law no me soltó, ni siquiera cuando el pasillo quedó en silencio otra vez, con Nazar y Jaddiel observando desde atrás, dándonos nuestro espacio. Por primera vez en lo que parecía una eternidad, sentí que podía respirar un poco mejor.
Mis piernas se sentían débiles, y mi cuerpo, agotado por el llanto, apenas respondía. No podía sostenerme más. Mis manos temblaban mientras me aferraba a Law, y aunque intentaba calmarme, mi respiración seguía entrecortada y mis sollozos no cesaban.
Law, sin decir una palabra, me sostuvo con fuerza y me guió hacia la pared más cercana. Se apoyó contra ella y, con cuidado, comenzó a acariciar mi cabello con lentitud, sus dedos suaves trazando patrones que lograban calmar parte del caos en mi mente.
—Estoy aquí, Haus... —murmuró, su voz baja y constante, casi un susurro—. No tienes que disculparte por nada. Solo déjalo salir.
No pude contestar. Mis palabras estaban atrapadas en mi garganta, ahogadas por el peso de lo que sentía. Mi cuerpo se debilitó aún más, y antes de darme cuenta, casi me dejé caer.
Law, al notarlo, se movió lentamente, deslizándose hacia el piso con cuidado. Me sostuvo con firmeza mientras se sentaba, acomodándome en su regazo. Mi cabeza descansó sobre su pecho, y mis piernas se extendieron torpemente a su lado. Me sentía completamente vulnerable, como si fuera incapaz de sostenerme por mí mismo.
—Shh... tranquilo. Estoy aquí contigo —repitió, su mano acariciando mi cabello mientras su otra mano me sostenía firmemente contra él.
Mis lágrimas seguían cayendo, y con la voz rota, finalmente logré susurrar:
—Law... lo siento tanto...
Él negó con la cabeza, su mentón rozando mi cabello.
—No tienes nada de qué disculparte, Haus. Nada.
—Sí... sí lo tengo... —mi voz tembló mientras trataba de explicarme—. Kyla tiene razón. No soy nada... No hago nada por la banda, ni por nadie. No sé qué estoy haciendo aquí. No sé qué estoy haciendo contigo.
Mi cuerpo tembló con un nuevo sollozo mientras las palabras escapaban de mí, crudas y dolorosas. Law me sostuvo con más fuerza, como si temiera que pudiera desmoronarme aún más.
—No digas eso —dijo, su voz firme pero llena de calidez—. Kyla no tiene razón. No la escuches, Haus. Tú eres mucho más de lo que crees. Y no solo para la banda.
Mis ojos, hinchados por el llanto, se cerraron mientras su voz me envolvía. Sentí cómo su mano seguía acariciando mi cabello, calmando mi respiración poco a poco.
—Tú importas, Haus. Tú significas todo para mí —continuó Law, su voz quebrándose ligeramente—. Nunca dudes de eso.
Las lágrimas volvieron a caer, pero esta vez no eran solo de dolor, sino de algo más profundo, una mezcla de alivio y agotamiento.
—Law... —susurré débilmente, con la voz rota—. Solo quédate conmigo, por favor...
—Siempre —respondió sin dudar, inclinándose ligeramente para besar la cima de mi cabeza—. No voy a irme a ningún lado.
Me aferré a él con lo poco que me quedaba de fuerza, dejando que su calor y sus palabras comenzaran a llenar los vacíos que Kyla había dejado dentro de mí.
Me encontraba sumido en una especie de calma, casi al borde del sueño, acunado por los brazos de Law. Su respiración constante y el calor de su cuerpo lograron apaciguar mi mente, aunque aún sentía un peso en el pecho que no desaparecía del todo. Pero entonces, algo dentro de mí se agitó. Mi corazón dio un salto, y abrí los ojos de golpe, despertando con desesperación.
—¡El concierto! —exclamé, tratando de incorporarme de inmediato—. ¿Qué hora es? ¡¿Cuánto falta?!
Al levantarme tan rápido, una fuerte mareo me golpeó, haciendo que tambaleara. Mis piernas amenazaron con fallar, pero unas manos firmes me sostuvieron antes de que pudiera caer. Nazar fue el primero en reaccionar, sujetándome con cuidado mientras Jaddiel se ponía de pie, mirándome con una mezcla de preocupación y diversión.
—Tranquilo, Haus. Solo faltan tres minutos para empezar —dijo Jaddiel con una sonrisa ligera—. Pero estás a tiempo.
Mis ojos se abrieron con más fuerza al escuchar eso, y traté de moverme de nuevo, pero esta vez fue Law quien me detuvo, poniéndose de pie y colocándome una mano firme en el hombro.
—Ya vamos al escenario. No tienes que preocuparte, Haus. Lo importante es que tú estés bien —dijo, su voz suave pero segura. Luego, me miró directamente a los ojos y añadió algo que hizo que el nudo en mi pecho se aflojara un poco—: Estamos contigo. Yo estoy contigo, siempre.
Un suave "aww" escapó de Nazar, que parecía genuinamente conmovido por las palabras de Law, aunque trató de disimularlo con un pequeño carraspeo.
Antes de que pudiera reaccionar, Karina apareció rápidamente en el pasillo, acercándose con su profesionalismo habitual pero con un toque de ternura en su expresión.
—Haus, relájate. Vamos a asegurarnos de que estés listo para el escenario —dijo mientras sacaba un peine y algunos productos de su bolso.
Se movió con rapidez, acomodándome el cabello con precisión mientras ajustaba algunos detalles de mi ropa. Luego, pasó a Jaddiel, Nazar y finalmente Law, asegurándose de que todos luciéramos perfectos para el escenario.
—Listo —anunció finalmente Karina, dando un paso atrás para observarnos—. Ahora, salgan y den el mejor concierto de sus vidas.
Miré a los demás, sintiendo cómo una nueva ola de nerviosismo y emoción comenzaba a apoderarse de mí. Aunque el peso de las palabras de Kyla aún estaba presente, algo en la forma en que Law, Nazar, Jaddiel y hasta Karina me habían tratado me daba la fuerza para seguir adelante.
Con un último suspiro, caminé junto a ellos hacia el escenario, decidido a darlo todo, sin importar lo que pasara después.
Al salir al escenario, el grito ensordecedor de las fans nos envolvió como una ola. Haus se detuvo por un momento, abrumado por la intensidad del sonido, llevándose instintivamente las manos a los oídos antes de soltar una pequeña risa nerviosa. Miró hacia el cielo, notando que el sol comenzaba a desaparecer en el horizonte, tiñendo todo de tonos cálidos y anaranjados.
Dio un paso hacia adelante, acercándose al micrófono principal, e inclinó la cabeza ligeramente hacia las fans.
—¡Perdón si les hicimos esperar! —dijo, su voz amplificada por los altavoces. Su tono era sincero y un poco apenado—. Tuvimos algunos problemas...
Haus se giró levemente y, entre la multitud de luces y sombras, encontró la mirada de Law. Una sonrisa suave apareció en su rostro, y sin pensarlo, añadió:
—Bueno... unos problemas míos.
Law, que estaba unos pasos detrás de él, caminó hacia adelante con una expresión tranquila, tomando su lugar al lado de Haus.
—Y míos —agregó, con una sonrisa que iluminó su rostro.
Los dos se miraron por un instante y soltaron una pequeña risa al unísono, una risa que parecía aligerar el ambiente y derretir la tensión que había estado presente antes.
Jaddiel, con un toque de humor, se acercó al micrófono secundario y añadió con una sonrisa amplia:
—Creo que fueron nuestros problemas, para ser justos. Pero ya estamos aquí, ¿no?
El público estalló en gritos nuevamente, y el ambiente se llenó de emoción. Nazar tomó su lugar en el escenario, levantando una mano para saludar a las fans mientras ajustaba su micrófono, y Karina, desde detrás del escenario, sonrió al ver cómo todos se sincronizaban de forma natural.
Con una última mirada compartida entre todos, la música comenzó a sonar. Haus tomó aire profundamente, dejando que el ritmo lo envolviera, y cuando las primeras notas salieron de su garganta, supo que este momento no sería solo para las fans, sino también para ellos. Una oportunidad para recordarse a sí mismos que, a pesar de todo, estaban juntos en esto.
Habíamos cantado todo el setlist, cada canción fluyó como si la hubiéramos ensayado mil veces, y aunque al inicio me sentía inseguro, poco a poco me dejé llevar por la música. Las letras, los acordes, todo parecía encajar perfectamente en ese momento. No me equivoqué en ninguna canción, y eso me daba un extraño alivio. Aunque mi pecho seguía un poco apretado por lo que había pasado antes, pude sentir la energía de las fans y del equipo como un bálsamo que aliviaba esa herida.
Pero entonces, el ritmo cambió. La música se volvió suave, y las luces que antes bailaban al ritmo de los temas se calmaron, bañándonos a todos en tonos cálidos y melancólicos. Law caminó hacia el frente del escenario, con esa confianza natural que siempre parecía irradiar. Mi atención se centró en él automáticamente, aunque intenté no hacerlo evidente.
—Quiero dedicar esta canción —dijo, su voz pausada, cargada de algo que no pude identificar de inmediato—, a un amigo...
Mi corazón se aceleró. ¿Un amigo? ¿A quién...?
—A un amigo que, para mí, no lo es.
Sentí cómo el aire en mis pulmones se volvía pesado. ¿Qué estaba tratando de decir? ¿Por qué su mirada parecía buscar algo, alguien...?
—Pero bueno, se lo dedico... por hacerme sentir otra vez diferente.
Y ahí estaba. Sus ojos se posaron en mí. No hubo duda, ni espacio para interpretaciones. Me quedé paralizado, mis manos aferrándose al micrófono como si fuera mi único soporte en ese instante.
Quise reaccionar, hacer algo, pero mi cuerpo no respondía. Solo atiné a inclinarme un poco hacia Nazar, que estaba a mi lado, paseando tranquilamente con su guitarra, como si no hubiera una declaración implícita en el aire.
—¿Está hablando de mí? —le susurré, tratando de parecer casual, aunque sabía que mi voz me traicionaba.
Nazar esbozó una sonrisa casi divertida, sin apartar la vista de las cuerdas que ajustaba.
—¿Quién más podría ser, Haus?
Su respuesta, tan simple, me golpeó con fuerza. Me enderecé, sintiendo cómo el calor subía a mis mejillas. Law comenzó a cantar en ese momento, y cada palabra parecía estar dirigida únicamente a mí. Era como si, de repente, no hubiera miles de personas observándonos, gritando y grabando cada segundo.
Era solo él, y yo, en este pequeño universo que había creado con su voz.
Intenté mirar hacia otro lado, concentrarme en algo más, pero era imposible. Algo en su expresión, en la manera en que me observaba, me hacía sentir pequeño y gigante al mismo tiempo.
Y entonces, nuestras miradas se cruzaron.
No sé cuánto tiempo pasó, pero en ese instante, sentí que todo lo que había dicho Kyla, todos sus intentos de romperme, se desvanecían. Law no estaba fingiendo. Había algo real en esto. Algo que me hacía querer quedarme, seguir adelante, a pesar de todo.
Y aunque mi corazón aún dolía, su voz logró algo que no creí posible: me hizo sentir que estaba bien, que todo estaba bien.
Cuando la canción comenzó, el primer acorde resonó como un susurro. Nazar tomó el micrófono, y su voz suave llenó el aire con una dulzura que parecía envolvernos a todos. Casi de inmediato, Jaddiel lo acompañó, su tono grave complementando el de Nazar de una manera que hizo que un escalofrío me recorriera. Esa combinación... era perfecta.
El público estaba en completo silencio, como si se hubieran dado cuenta de que este momento era especial, único. Yo observaba desde mi lugar, sintiendo cómo el corazón me latía con fuerza, casi como si quisiera salir corriendo hacia el ritmo de la canción.
Cuando llegó mi turno, respiré hondo y me acerqué al micrófono. Mi voz salió más segura de lo que esperaba, aunque por dentro sentía como si estuviera a punto de desmoronarme.
—Llegará el día en el que podremos tocarnos, besarnos... —canté, mi voz cargada de una emoción que no pude esconder.
Y justo cuando terminé, Law se unió a mí en el coro.
—Sin que nos miren raros —cantamos juntos, nuestras voces entrelazándose perfectamente.
No pude evitar girar un poco mi rostro hacia él. Estaba cantando como si las palabras fueran más que una letra, como si fueran una promesa. Cuando nuestras miradas se cruzaron, sentí que el aire alrededor de nosotros cambiaba. Había algo ahí, algo que no podía ignorar, algo que parecía brillar en sus ojos.
Law continuó después de nuestra línea conjunta, su voz cálida y llena de fuerza.
—Sin que nadie nos critique... —cantó, su mirada aún fija en mí, como si cada palabra estuviera dedicada exclusivamente a lo que había entre nosotros.
Y entonces, todos los demás se unieron. Nazar, Mich, Allyn y Jaddiel, sus voces formando un coro que resonó con poder.
—El día en que las personas entiendan...
El público rompió en aplausos y vítores, pero para mí, el mundo se redujo a ese instante, a esas palabras y a esa conexión con Law. Mientras todos cantaban, nuestras miradas permanecieron fijas.
No podía apartarme. No quería. Porque, en ese momento, sentí que tal vez, solo tal vez, lo que Kyla había dicho no importaba. Lo que importaba era esto: la música, el momento, y él.
La canción llegó a su fin, y el eco de las últimas notas se desvaneció lentamente entre la multitud. El silencio que siguió fue casi reverente, como si todos los que estábamos allí compartiéramos el mismo sentimiento, como si las palabras que habíamos cantado no fueran solo letras, sino un mensaje profundo. Algo más allá de la música, algo que nos conectaba. En ese instante, mientras el último acorde se desvanecía, me di cuenta de algo importante: el amor y la aceptación no deberían ser condicionales, ni siquiera por lo que los demás piensen o digan. En ese escenario, con Law, Nazar, Jaddiel, Mich, Allyn y todo el equipo a mi lado, entendí que las diferencias que tanto nos asustan pueden convertirse en nuestra mayor fortaleza. Y que un día, aunque aún no sé cuándo, el mundo entenderá que el amor es solo eso... amor, sin barreras ni juicios.
El público estalló en aplausos, pero mi mente seguía atrapada en esas palabras, en esa sensación que me invadía el pecho.
Allyn fue la primera en hablar, rompiendo la quietud con su voz enérgica.
—¡Muchísimas gracias, chicos y chicas! ¡Esto ha sido increíble! —gritó, su entusiasmo a flor de piel—. ¡Esperamos verlos pronto en el próximo concierto!
La multitud respondió con vítores, y el sonido de los aplausos llenó todo el lugar. Pero mientras todo eso sucedía, ya era de noche. Las luces del escenario brillaban con fuerza, iluminando nuestras caras cansadas pero satisfechas.
Law, quien había estado observando todo el caos con una sonrisa tranquila, se acercó a mí mientras los demás seguían agradeciendo a las fans. Con un tono juguetón y una sonrisa encantadora, dijo en voz baja, pero lo suficientemente alto como para que todos los que estábamos cerca lo escucháramos:
—¿Sabes qué, Boo? —dijo, y me miró con una mirada cómplice—. Creo que si esto sigue así, tendré que hacer un contrato con las fans... porque, ¿quién va a poder resistirse a un par de chicos tan guapos como nosotros?
La risa se extendió rápidamente entre los chicos. Nazar, quien estaba cerca, suspiró dramáticamente.
—Oh, Dios, Law... ¿en serio? —dijo, riendo por lo bajo, como si ya estuviera acostumbrado a sus bromas—. No tienes remedio.
Y de alguna manera, con ese momento, con esas risas y ese sentimiento ligero, la noche terminó siendo aún más especial. No solo por la música, sino porque habíamos creado algo juntos, algo que no se podía romper. Algo real.
Después de lo que parecía una eternidad cantando, con más de 30 canciones llenas de energía y pasión, finalmente terminamos nuestro set. El calor del escenario era insoportable, y el sudor cubría nuestras caras, pegando la camiseta a la piel. Mis pulmones aún se sentían agotados por el esfuerzo, y cuando finalmente bajamos del escenario, solo había una cosa en nuestras mentes: agua. Fresca, fría, lo que fuera.
Corrimos hacia el área de descanso, y todos nos dirigimos directamente a las botellas de agua. Estaba tan sediento que casi bebí de un solo trago, pero me contuve. Allyn, al igual que todos, estaba buscando desesperadamente un respiro, y Nazar ya se había dejado caer en una silla, tomando su botella con una mano mientras se pasaba la otra por el cabello, empapado de sudor.
Fue entonces cuando Law, con su típica actitud relajada, pero siempre con ganas de hacer reír a todos, no pudo evitar lanzar un comentario.
—Chicos, ¿alguna vez pensaron que después de cantar tanto... podríamos ser los primeros en hacer un show sin camiseta? —dijo, sin perder la oportunidad, su tono juguetón haciendo que todos lo miráramos, sorprendidos por su ocurrencia.
Jaddiel, que estaba a punto de tomar un trago de agua, se atragantó de la risa. Nazar, quien también había estado bebiendo, escupió el agua que tenía en la boca, casi derramándola por completo, y Allyn se soltó una risa tan fuerte que casi se cayó de la silla.
—¡Law, eres un desastre! —dijo Nazar, entre risas, mientras trataba de secarse la cara con la mano.
—¡Qué buena idea! —agregó Jaddiel, riendo mientras intentaba recuperar el aliento—. Pero solo si tú te quitas la camiseta primero, Law.
Yo, por mi parte, no podía parar de reírme al ver sus caras y escuchar las bromas. Law, con esa sonrisa traviesa, no parecía tener reparos en hacer que todos nos olvidáramos de lo cansados que estábamos.
—Solo imaginen —dijo Law, como si estuviera realmente considerando la idea—. Un show sin camiseta, un par de chicos y chicas con un cuerpo de verano... ¡y luego miran a Haus, y ya me imagino las caras!
—¿A a qué te refieres con mirar a Hauser sin camisa?¿Acaso lo viste?—dijo como diversión Allyn, levantando las cejas muchas veces, y nos dedicara una mirada traviesa.
Yo, enrojecido riera nervioso.
—Solo decía, tonta.—comentara Hazel.
Fue suficiente para que todos estalláramos en carcajadas, y aunque ya estábamos todos agotados, en ese momento, la risa y la tontería nos unieron aún más. La fatiga se desvaneció un poco, y, por unos segundos, éramos solo un grupo de amigos disfrutando de la locura de ser jóvenes y vivir este momento tan único.
Después de las risas y el caos posterior al concierto, finalmente pudimos relajarnos un poco. Nos dirigimos a los vestuarios, donde el agua fresca nos esperaba como un bálsamo para la piel caliente y cansada. El agua caía sobre mí como una bendición, y aunque estaba agotado, el alivio de sentirme limpio y fresco me llenó de energía nuevamente. Los chicos no tardaron en unirse, y pronto todos estábamos riendo y bromeando mientras nos duchábamos y cambiábamos. Estában las duchas separadas, por lo que no nos podíamos ver nosotros mismos.
Cuando salimos de allí, el aire fresco de la noche nos dio un respiro. Los chicos se apresuraron hacia el auto, pero algo en mí se sentía diferente. Quizás era todo lo que había pasado en el escenario, o las palabras de Kyla aún rondando mi cabeza. No pude evitar sentir que algo estaba fuera de lugar.
Law, como siempre, estaba al frente, caminando con su usual confianza, pero yo no pude seguirlo de inmediato. Algo me frenó. Tal vez era el cansancio o las emociones que aún no lograba procesar, pero cuando vi a Law subirse al auto y ocupar su lugar, me sentí incómodo, como si algo no encajara.
En lugar de seguirlo, me subí al auto con Nazar y Mich, quienes ya estaban dentro, charlando de algo trivial. Nazar, al verme entrar, me dio una pequeña sonrisa, pero Mich no pudo evitar hacer un comentario.
—Otra vez este insoportable pelirrojo... —murmuró Mich, con una sonrisa burlona.
Nazar, al escuchar la broma, no dudó en darle un pequeño golpe a Mich, sin mucha fuerza, solo para divertirse.
—¡Te callas, Mich! —dijo Nazar, mientras Mich intentaba esquivarlo—. Sabes que a Haus le gusta más estar con nosotros, ¿verdad?
Mich solo se rió, aunque sabía que Nazar estaba en modo protector, como siempre. Yo, por mi parte, solo sonreí, sin darle demasiada importancia. Sabía que era una broma inocente, y aunque me sentía un poco incómodo por no haber estado con Law, el ambiente de camaradería entre nosotros me hizo sentir más relajado.
Nos acomodamos en el auto, con la noche cerrando alrededor de nosotros, y aunque los nervios seguían ahí, todos intentábamos disfrutar de lo que quedaba de la noche.
Llegamos al hotel después de un viaje tranquilo, con las luces de la ciudad parpadeando en la distancia. El ambiente en el auto estaba relajado; Nazar y Mich seguían lanzándose bromas, mientras yo miraba por la ventana, sumido en mis pensamientos.
Cuando el vehículo finalmente se detuvo frente al hotel, suspiré, aliviado de haber llegado. Los chicos bajaron primero, riendo y cargando algunas mochilas. Nazar me lanzó una mirada antes de seguirlos.
—Vamos, Haus. No te quedes ahí, ¿o quieres que te cargue? —bromeó, con esa sonrisa que siempre hacía que las cosas parecieran más simples.
—Ya voy, ya voy... —respondí, tomando mi mochila antes de salir.
Miré alrededor mientras caminábamos hacia la entrada, pero todavía no había señales del otro auto. Law siempre tenía su propio ritmo. Su energía no encajaba con nada más que con su propia velocidad, y eso lo hacía único. Pero aun así, no pude evitar sentir una punzada de inquietud.
Justo cuando íbamos a entrar adentro, escuché el sonido familiar de la puerta de un auto abriéndose. Me detuve y giré la cabeza. Allí estaba Law, bajando con su típica confianza relajada. Su cabello, todavía un poco húmedo de la ducha, brillaba bajo las luces del hotel, y llevaba su guitarra al hombro, como si fuera una extensión de sí mismo.
Me descubrí sonriendo de puro alivio al verlo. Algo en su presencia tenía ese efecto en mí, como si el mundo se estabilizara solo porque estaba cerca.
Law me vio y sonrió, levantando una mano en un gesto casual de saludo.
—¿Qué pasó, Haus? ¿Pensaste que me perdería? —dijo con ese tono ligero que parecía hacer todo menospreocupado.
—Por un segundo, sí... —admití, rascándome la nuca mientras sonreía.
—Nah, tranquilo. Sabes que siempre llego, tarde o temprano —respondió con un guiño, antes de avanzar hacia el grupo.
Entramos juntos al vestíbulo, donde el resto de los chicos ya habían comenzado a instalarse. Por suerte, no había fans esperando. Quizá no sabían dónde estábamos, o tal vez habíamos tenido suerte esta vez. De cualquier manera, el silencio era bienvenido después de una noche tan intensa.
—¡Vaya, no puedo creer que no tengamos a nadie persiguiéndonos! —comentó Nazar, con una mezcla de sorpresa y alivio mientras se dejaba caer en uno de los sofás del vestíbulo.
—Un milagro, si me preguntas —respondió Mich, quien ya estaba desatándose los cordones de los zapatos, como si estuviera en su propia casa.
Law se acercó y se dejó caer en un asiento frente a ellos, sacando su teléfono para revisar algo. Yo me quedé de pie por un momento, observando a todos. La calidez de su risa y la manera en que interactuaban entre ellos me llenaban de un sentimiento de pertenencia.
Finalmente, me senté junto a Nazar, apoyando la cabeza en el respaldo del sofá.
—Esta noche fue una locura... —murmuré, cerrando los ojos por un momento.
—Sí, pero fue nuestra locura —respondió Nazar, con una sonrisa cansada, mientras me daba una palmada en el hombro.
Y aunque estaba agotado, en ese momento no podía pedir más. Teníamos el escenario, la música, y, sobre todo, nos teníamos los unos a los otros.
Allyn dejó caer su mochila al suelo con un leve suspiro, estirándose como si se preparara para algo importante.
—Y habrá más locura, ya lo verán —dijo con una sonrisa antes de girarse hacia las escaleras—. Me voy a cambiar.
La frase me dejó un poco confundido. Me enderecé en mi asiento y miré a Nazar, esperando alguna explicación, pero fue Mich quien se acercó, colocándome un brazo en los hombros.
—Sí, Haus. Nos vamos —dijo con una sonrisa traviesa.
—¿A dónde? —pregunté, entre desconcertado y curioso.
Antes de que Mich pudiera responder, Law intervino desde su asiento, todavía revisando algo en su teléfono.
—Estuvimos pensando, Allyn y yo, que no podemos dejar pasar nuestro quinto aniversario como banda sin celebrarlo —dijo con su tono despreocupado y ese brillo en los ojos que siempre tenía cuando planeaba algo.
—Oh... cierto... eso. Lo había olvidado por completo —murmuré, sintiendo una ligera punzada de culpa.
—No importa, Haus —intervino Jaddiel con una sonrisa comprensiva mientras se ajustaba la chaqueta—. Lo importante es que lo celebremos juntos.
—¿A dónde vamos? —preguntó Nazar, aunque su tono denotaba cierta desconfianza.
—A un bar, por supuesto —respondió Jadd, con la misma tranquilidad de siempre.
—¿Privado? —insistió Nazar, arqueando una ceja.
—No, público —aclaró Jadd, como si fuera lo más obvio del mundo.
Mich soltó un bufido, quitando el brazo de mis hombros y cruzándose de brazos.
—Mala idea. Habrán fanáticas locas allí, si hay algunas adentro. ¿Recuerdan lo que pasó la última vez en un lugar público?
Law, como siempre, no dejó pasar la oportunidad de bromear.
—Vamos, Mich. ¿Acaso temes que una fanática te secuestre porque no puedes resistirte a su encanto? —dijo, con una sonrisa traviesa mientras todos soltaban una carcajada.
—Yo creo que más bien teme no resistirse al suyo —intervino Allyn, que volvía al vestíbulo mientras se acomodaba una chaqueta, uniéndose a las risas.
Aunque todavía estaba algo cansado, no pude evitar sonreír. Esa dinámica entre nosotros, llena de bromas y risas, era exactamente lo que hacía que todo valiera la pena.
—Entonces... ¿vamos ya? —pregunté, sintiendo cómo la emoción comenzaba a reemplazar mi agotamiento.
Law se puso de pie, levantando su guitarra al hombro con un gesto dramático.
—¡Por supuesto que vamos! Y esta noche será una que ningún fanático, ni nosotros, olvidará jamás.
Y con esa declaración, nos preparamos para una nueva aventura. Una que, como siempre, prometía estar llena de risas, locuras y, quién sabe, quizás alguna que otra sorpresa.
Allyn bajó las escaleras vistiendo un vestido corto azul que resaltaba su figura y se veía increíble bajo las luces del vestíbulo. Nazar silbó en tono de broma, pero fue Mich quien no pudo evitar comentar:
—¿Vas a conquistar a alguien o qué? Ese vestido es muy corto.
Allyn le lanzó una mirada burlona mientras ajustaba el dobladillo del vestido con un toque de dramatismo.
—¿Y qué si sí? —respondió con una sonrisa desafiante.
Law, que estaba de pie junto a la puerta, no perdió la oportunidad de intervenir.
—¿Celoso acaso, Mich? —dijo con una sonrisa pícara.
Mich bufó, cruzándose de brazos.
—Por favor, no es mi tipo —respondió con desdén fingido, mirando hacia otro lado.
Justo en ese momento, Law abrió la puerta del hotel y, como si hubiera recordado algo, retrocedió teatralmente.
—¿Sabes qué? Yo quiero ir con Hauser esta vez. Me aburren esta loca y Jadd. —Señaló a Allyn y Jaddiel con una expresión de falsa seriedad.
Jaddiel rió al instante, dándole un suave empujón a Law.
—Eso ofendió, ¿sabes? —dijo, tratando de sonar indignado.
—¡Como si me importara! —respondió Law, haciendo una mueca exagerada.
Allyn, sin quedarse atrás, chasqueó la lengua y le dio un golpe juguetón en el hombro.
—¡Tonto! —dijo, fingiendo molestia.
Law se llevó una mano al hombro con dramatismo, girándose hacia mí mientras decía en una voz aguda y caricaturesca:
—¡Au, eso dolió!
Todos estallamos en risas, pero Mich, que había estado observando la escena con una sonrisa astuta, aprovechó la oportunidad para vengarse.
—Oye, Law... ¿por qué tanto interés en ir con Hauser? ¿Algo que quieras confesar? ¿O es que estás esperando que te cante una serenata en el camino? —dijo con una ceja levantada y una sonrisa cargada de picardía.
Las risas se intensificaron, y sentí cómo mis mejillas se encendían al instante.
—¡No digas tonterías, Mich! —protesté, agitando las manos en un intento de calmar el ambiente.
Law, lejos de molestarse, puso una mano en su pecho, fingiendo estar conmovido.
—¿Hauser? Si me cantas, prometo no aburrirme nunca más —añadió con una sonrisa burlona, ganándose otra ronda de risas.
Allyn negó con la cabeza, todavía riendo.
—Ustedes son imposibles. Vamos ya, o nos van a cerrar el bar.
Y con esa mezcla de bromas, risas y complicidad, salimos hacia la noche, listos para celebrar nuestro quinto aniversario como solo nosotros sabíamos: siendo un desastre maravilloso.
Mientras caminábamos por las calles iluminadas en dirección al bar, el ambiente estaba lleno de risas y bromas. La noche era fresca, y el grupo estaba animado. Nazar iba al frente con Jaddiel, discutiendo qué bebidas pedirían primero, mientras Allyn caminaba junto a Mich, ignorando sus comentarios sarcásticos sobre su vestido.
Law y yo íbamos un poco más atrás, charlando de cualquier cosa, cuando de repente, él se detuvo en seco, mirando hacia el cielo con una expresión dramática.
—¡Oh no! —exclamó, llevándose una mano a la frente como si hubiera recordado algo gravísimo.
Nos giramos hacia él, sorprendidos.
—¿Qué pasa ahora? —preguntó Mich, rodando los ojos.
Law retrocedió un par de pasos, con esa sonrisa traviesa que ya todos conocíamos.
—Me olvidé algo súper importante. ¡No puedo ir al bar sin él! —dijo, dándose la vuelta de golpe y caminando hacia el auto que habíamos dejado estacionado.
—¿Qué olvidaste, genio? —preguntó Nazar, deteniéndose para observarlo.
Law se giró mientras seguía caminando hacia el auto y respondió con una seriedad completamente fingida:
—Mi dignidad. Se quedó en el asiento trasero del auto.
Las carcajadas fueron instantáneas. Allyn se dobló de la risa, y Mich incluso tuvo que apoyarse en una pared para no caerse.
—¡Por favor! Tú perdiste eso hace años —bromeó Mich, sin poder contener las lágrimas de risa.
Law llegó al auto, abrió la puerta trasera, y después de revolver un poco entre las cosas, levantó un paquete de papas fritas como si fuera un trofeo. No sé cuando lo compró, si fuímos todos juntos, es un milagro.
—¡Aquí está! Mi verdadera salvación. —Volvió hacia nosotros con una sonrisa triunfal, abriendo la bolsa y ofreciendo una a Nazar.
—Tú no necesitas dignidad, Law. Con papas eres invencible —dijo Jaddiel, todavía riendo.
—Y con este grupo, no hay forma de aburrirse —respondió Law, pasando las papas a Mich, quien agarró unas pocas antes de señalarlo con una sonrisa pícara.
—Sigues siendo un desastre, Law, pero, bueno... al menos ahora con sabor a papas.
El comentario provocó más risas mientras volvíamos a caminar hacia el bar, con Law disfrutando de sus papas y, como siempre, asegurándose de que nadie dejara de reír durante el trayecto.
Mientras seguíamos caminando, Nazar miró a su alrededor, observando las calles vacías bajo la luz tenue de los faroles. Era raro que no hubiera nadie rondando, sobre todo considerando lo mucho que a veces nos seguían las fans más entusiastas.
—Vaya, chicos, creo que esta vez espantamos a nuestras fans con nuestro sudor post-concierto. —Nazar se pasó una mano por el cabello, fingiendo dramatismo—. Ahora somos oficialmente una banda que solo tiene millones de seguidoras y un gato callejero.
Todos soltamos una carcajada, pero Law, como siempre, tenía que agregar algo más.
—¡No digas eso! —exclamó, llevándose las manos al pecho como si estuviera ofendido—. A lo mejor las fans que tenemos están tramando algo... como un plan para atraparnos en algún callejón oscuro.
Jaddiel negó con la cabeza, riendo.
—Claro, porque siempre pensamos en lo peor, ¿no?
Pero Law no había terminado. Se detuvo de repente, girándose hacia nosotros con esa expresión exagerada que indicaba que venía algo completamente ridículo.
—Aunque, pensándolo bien, si esasres fans nos atrapan, al menos les puedo decir: "Chicas, por favor, maten a Nazar primero. Es el más guapo y no soportaría verlo opacar mi funeral."
La risa estalló entre todos, pero Nazar, en un arrebato de humor, contraatacó mientras fingía ajustarse el cuello de su camisa:
—Tranquilo, Law. Ni en tus sueños esas fans me elegirían a mí. A ti te salvarían para que sigas haciendo esos chistes horribles... aunque casi nos maten a todos de vergüenza.
—¡Vergüenza nada! Mis chistes son arte —dijo Law, tomando una papa frita de la bolsa y señalándolo con ella como si fuera un juez en un tribunal.
—Arte moderno, tal vez. Ya sabes, de esos que nadie entiende —soltó Mich, provocando otra ronda de carcajadas.
El ambiente era ligero, las bromas fluían con naturalidad, y mientras caminábamos hacia el bar, no podía evitar pensar en lo especiales que eran estos momentos con ellos: imperfectos, caóticos, pero increíblemente nuestros.
Mientras las risas seguían fluyendo entre nosotros, no pude resistirme a soltar un comentario para unirme al ambiente.
—Bueno, Nazar, al menos si esas fans nos atraparan, seguro que a Law lo usan como bufón para entretenerlas mientras deciden qué hacer con nosotros.
Las carcajadas resonaron aún más fuerte esta vez. Nazar casi se doblaba de la risa, Jaddiel se apoyó en un poste, y Mich terminó con lágrimas en los ojos mientras Allyn intentaba recuperar el aliento.
Fue entonces cuando una señora mayor que pasaba por allí, con su bolso apretado contra el brazo, se detuvo para mirarnos con una mezcla de indignación y cansancio.
—¡Chsss! ¡Cállense un poco! ¡Algunos queremos dormir! —dijo, agitando la mano para enfatizar su punto antes de seguir caminando, murmurando algo sobre "la juventud de hoy".
Nos quedamos congelados por un segundo, tratando de contenernos, hasta que Law, con su característico talento para las bromas, se inclinó hacia nosotros y susurró:
—¿Y si esa señora es una de nuestras fans? Solo que no quiere admitirlo.
Fue suficiente para que todos explotáramos en una nueva ola de risas, aunque esta vez intentamos mantenerlas lo más silenciosas posible, con las manos cubriéndonos la boca para no llamar más la atención.
—¡Law, por favor! —dijo Allyn entre risas ahogadas—. ¡Vas a hacer que vuelva y nos eche del barrio!
—Si lo hace, al menos podré decir que me echó una fan. —Law encogió los hombros, fingiendo resignación, lo que provocó otra ronda de risas contenidas.
Seguimos nuestro camino hacia el bar, intentando calmarnos, pero era imposible con Law siempre encontrando la forma de hacer de cualquier momento algo inolvidablemente gracioso.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro