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Capítulo 44: Señales.




¡Líaaa! Que tu luz nunca deje de brillar y que cada paso que des te acerque a tus sueños. Eres un alma única, llena de magia y fortaleza. Que la vida te regale siempre motivos para sonreír y seguir adelante con el corazón lleno de amor y esperanza.



× (Signo de lenguaje de Señas en la historia)



El agua estaba fría, pero Grace no parecía notarlo. Sus pequeños pies salpicaban sin parar mientras corría de un lado a otro, riendo cada vez que intentaba atraparla. Yo iba detrás de ella, fingiendo que no podía alcanzarla, dejándola sentir que me estaba ganando.

Las olas rompían suavemente en la orilla, y el viento marino me revolvía el cabello mientras corríamos por la arena húmeda. Grace giró la cabeza para verme y, al notar que estaba cerca, gritó divertida y trató de acelerar, pero sus pasos torpes la traicionaron.

Aproveché el momento y la atrapé suavemente por la cintura, levantándola un poco en el aire antes de dejarla de nuevo en el agua.

La di vuelta y hable en señas:

× ¡Te atrapé!

Ella soltó una carcajada y me miró con los ojos brillando de emoción.

× ¡No vale, estabas usando tu altura a tu favor!

Reí, dejando que se escapara de nuevo, pero esta vez no corrió, sino que hundió sus pequeñas manos en el agua y me miró con una sonrisa traviesa. Antes de que pudiera reaccionar, me salpicó de golpe.

El agua fría me golpeó el rostro y parpadeé varias veces, fingiendo estar sorprendido.

× Ah, ya veo cómo es esto...

Tomé un poco de agua con mis manos y le devolví el ataque. Grace chilló, riendo mientras intentaba esquivar el agua.

El sonido de nuestras risas se mezclaba con el murmullo del mar. Por un momento, no había problemas, no había preocupaciones. Solo estaba este instante, solo Grace y yo, disfrutando de la simple alegría de jugar en el agua.

Me detuve un momento, observándola. Su sonrisa era pura, llena de esa inocencia que aún conservaba a pesar de todo. No sabía cuánto dolor escondía detrás de esa felicidad momentánea, pero si podía darle aunque fuera un poco de paz esta noche, lo haría.

Grace levantó la mirada y me sonrió de nuevo, como si supiera que estaba pensando demasiado.

× ¡Vamos, Haus! ¡El agua no se va a lanzar sola!

Sacudí la cabeza con una sonrisa y volví a salpicarla, dejando que la noche continuara con risas y juegos. Porque, al menos por ahora, eso era lo único que importaba.


Las olas seguían golpeando suavemente la orilla mientras el viento nocturno refrescaba mi piel. Grace no se cansaba, ni siquiera después de toda la carrera y el agua fría que nos salpicaba cada vez que nos movíamos demasiado rápido.

Se detuvo un momento para mirarme y movió sus pequeñas manos con rapidez.

× Atrápame.

Antes de que pudiera reaccionar, salió corriendo de nuevo, sus pies chapoteando en el agua poco profunda.

Reí mientras la veía alejarse, tomando un poco de aire antes de ir tras ella. Me preguntaba de dónde sacaba tanta energía después de todo lo que había pasado hoy. Yo ya empezaba a sentir el cansancio en mis piernas, pero ella seguía corriendo como si fuera la primera vez que pisaba la playa.

Iba a alcanzarla cuando vi una sombra moverse a mi lado. Law, con una sonrisa divertida en el rostro, se había unido a la persecución.

× No puedes contra dos, Grace.× -le dije en señas mientras trataba de rodearla.

Ella soltó una risa silenciosa y aceleró, pero Law era rápido, demasiado rápido. En un par de pasos la alcanzó y la atrapó de la cintura, levantándola en el aire con facilidad.

Me detuve por un momento, sorprendido. No solo por la rapidez de Law, sino porque Grace todavía intentaba forcejear entre risas, como si tuviera energía para seguir corriendo por horas.

×No es justo, eres más alto× -dijo en señas mientras pataleaba suavemente en el aire.

Law la bajó con cuidado, aún sonriendo. No entendió lo que dijo.

× Las reglas nunca dijeron que debía ser justo.×- Le hize señas y ella sonrió.

Ella volvió a salir corriendo antes de que pudiera reaccionar, y esta vez los dos fuimos tras ella.

Corrimos por la arena, el agua salpicándonos en cada paso. Grace se movía como un rayo, zigzagueando entre nosotros, obligándonos a esforzarnos más para alcanzarla. Era increíble cómo su cuerpo pequeño podía contener tanta energía después de todo lo que habíamos hecho hoy.

Yo ya estaba respirando más rápido, sintiendo el cansancio acumularse en mis piernas, pero ella seguía riendo, su cabello castaño ondeando con el viento.

Por un momento olvidé todo lo demás.

Olvidé la preocupación que sentí cuando la vi llegar corriendo hacia mí. Olvidé la tristeza en sus manos cuando me dijo que sus padres no habían vuelto. Olvidé todo, porque en este instante, lo único que importaba era ella, libre y feliz, corriendo bajo la luz de la luna.

Y yo estaba allí para verlo.


Corrimos por la orilla, el agua fría golpeando nuestras piernas mientras el viento nocturno nos empujaba hacia adelante. Grace seguía adelante con una energía que parecía infinita, girando de vez en cuando para asegurarse de que siguiéramos persiguiéndola. Law iba a su lado, sin esfuerzo aparente, con esa sonrisa confiada como si esto fuera un simple paseo.

Yo, en cambio, ya no podía más.

Mis piernas ardían y mi respiración se volvía más pesada con cada paso. Tragué aire, tratando de ignorar la punzada en mis costados, pero mi cuerpo ya no respondía como antes. Finalmente, después de unos metros más, me detuve en seco y apoyé las manos en mis rodillas, inclinándome hacia adelante mientras intentaba recuperar el aliento.

Cuando levanté la vista, vi que Grace y Law también se habían detenido unos pasos más adelante. Se miraron entre ellos con una expresión idéntica de resignación, como si compartieran un pensamiento sin necesidad de palabras.

''Otra vez no.''

Law cruzó los brazos y giró hacia mí con una ceja levantada, su expresión claramente burlona. Grace, con una sonrisa traviesa, movió las manos con rapidez.

× Eres muy lento.

Law la miró con confusión, sin entender lo que había dicho, y me miró esperando que le tradujera.

-Me llamó lento -dije entre respiraciones agitadas.

Law sonrió con diversión y se acercó, inclinándose un poco para mirarme mejor.

-Eso ya lo sabía.

Respiré hondo y le lancé una mirada de advertencia, pero él solo rió y se giró de nuevo hacia Grace.

-¿Qué dijo ahora? -preguntó cuando la niña volvió a mover sus manos con rapidez.

Me tomé un momento para recuperar el aire antes de traducir.

-Quiere seguir jugando.

Law suspiró y miró a Grace con una expresión de falsa exasperación.

-Eres imparable, ¿eh?

Ella solo sonrió, esperando a ver qué haríamos. Yo, sin embargo, no tenía intención de seguir corriendo.

× Si quieren seguir, adelante. Yo me quedaré aquí intentando no morir.×- Hize las señas, m urmurándo lo que decía para que entendiera Hazel.

Law se rió y se enderezó, girándose de nuevo hacia Grace.

-Podemos dejarlo descansar, no queremos que se nos desmaye.

Grace no entendió nada, pero solo sonrió y, antes de que pudiera reaccionar, me tomó de la mano con sus pequeñas manos frías.

Cuando la miré, me encontré con sus ojos brillantes, llenos de esa energía inagotable.

× Ahora caminemos× -dijo en señas.

Asentí, sin decir nada. Law nos miró a ambos, sonriendo con una expresión que no logré descifrar, antes de seguirnos a un paso más tranquilo.


Caminamos por la orilla mientras Grace saltaba sobre la arena, dando pequeños brincos y riendo para sí misma como si cada grano bajo sus pies fuera un juego nuevo. Law y yo la observábamos en silencio, viendo cómo se movía sin preocupaciones, como si toda la energía del mundo estuviera contenida en su pequeño cuerpo.

Law rompió el silencio con una sonrisa ligera.

-Es casi igual a ti, ¿lo sabías? Tiene tus ojos y esa energía inagotable.-Le dije.

Lo miré de reojo y luego volví a ver a Grace, que seguía saltando con la misma emoción con la que había llegado corriendo a la playa. Sus ojos brillaban con un reflejo del mar bajo la luna, y sí, eran del mismo color Hazel que los de Law.

-Muy parecida. -murmuré, observándola con más atención-. Se parece más a ti de lo que crees.

Cuando giré el rostro de nuevo, Law me estaba mirando. Sonreía ampliamente, pero lo que más me sorprendió fueron los pequeños hoyuelos que aparecieron en sus mejillas cuando lo hizo.

No los había notado antes.

Tal vez porque siempre sonreía con arrogancia o con burla, pero esta vez... esta vez era diferente.

Me quedé viéndolo un poco más de lo necesario, sintiendo cómo el aire se volvía un poco más denso a mi alrededor. Algo en mi pecho se apretó y me obligué a apartar la mirada, sintiendo mi rostro más caliente de lo normal.

No podía estar pasándome esto ahora.

Law pareció no notar mi momento de crisis interna porque se volvió hacia Grace de nuevo y habló con la misma calma de antes.

-Aunque ella tiene tu color de pelo, Haus. Pelirrojo.

Fruncí el ceño y negué con la cabeza.

-No tengo el pelo pelirrojo, es castaño.

Law sonrió más, todavía con esos malditos hoyuelos marcándose en su piel.

-Pues te vez mal.

Lo miré con incredulidad, pero él solo se encogió de hombros, como si fuera un hecho innegable.

Grace, ajena a nuestra conversación, siguió saltando por la arena, disfrutando de la noche sin preocupaciones.

Yo, en cambio, me di cuenta de que acababa de descubrir algo peligroso.

Me estaba enamorando de los hoyuelos de Law. Y eso no podía ser nada bueno.

Ahora estaría más obsesionado de Lawrence Twolcen.


Law me miró con una sonrisa traviesa, claramente disfrutando del momento. Observó a Grace, que seguía saltando y corriendo por la arena sin descanso, y luego volvió a verme con una expresión que no me gustó para nada.

-Parece tu hija, Haus.

Me detuve en seco y lo fulminé con la mirada.

-¿Qué dijiste?

Law se echó a reír, pero antes de que pudiera responder, le di un golpe en el brazo, no con mucha fuerza, pero lo suficiente para que supiera que no me gustaba la broma.

-Cállate, idiota.

Se sobó el brazo, fingiendo que le había dolido más de lo que en realidad fue, pero su sonrisa no desapareció. De hecho, solo empeoró.

-Me equivoqué.

Levanté una ceja, esperando a que se explicara, pero en su lugar se atrevió a decir lo peor.

-Nuestra hija.

Mi cerebro se apagó.

Sentí todo el calor de mi cuerpo subirme a la cara en un segundo. Parpadeé un par de veces, procesando sus palabras, pero no encontré ninguna respuesta lógica.

-¡Los hombres no se embarazan! -exclamé, intentando sacarme la idea de la cabeza.

Law se inclinó un poco hacia mí, con esa sonrisa maldita que solo usaba cuando sabía que me tenía acorralado.

-Bueno, Haus... depende de cuánto lo intentemos. Igual, así si lo haría muchas veces contigo.

Mi alma abandonó mi cuerpo.

No supe qué decir, no supe cómo reaccionar, no supe si darle otro golpe o salir corriendo al mar y dejar que las olas me llevaran lejos.

Solo hice lo único que mi cuerpo me permitió hacer.

Me tapé la cara con ambas manos y me quedé completamente en silencio, sintiendo cómo mi piel ardía como nunca antes.

Law se echó a reír, satisfecho con el nivel de caos que había causado, mientras Grace seguía saltando alegremente sin entender nada de lo que pasaba.

Yo, en cambio, solo quería desaparecer.


Lo único que podía hacer era sentir mi cara arder. Estaba completamente avergonzado por las palabras de Law, pero no podía evitar que cada vez que hablaba, se sentía como si un rayo me cayera encima.

Cada comentario suyo era más pervertido que el anterior, y aunque intentaba no reaccionar, no podía evitar que mi cuerpo lo hiciera por mí. No podía mirar sus ojos, especialmente cuando sabía que ese brillo travieso en su mirada solo indicaba una cosa: que disfrutaba cada segundo de verme completamente desconcertado.

-¿Qué pasa, Haus? -me dijo, su voz cargada de esa mala intención que siempre me hacía estremecer-. Estás tan callado...

Me quedé en silencio, mirando a cualquier parte que no fueran sus ojos, porque si lo hacía, sabía que me derretiría.

-¿Acaso te incomoda? -preguntó, con esa sonrisa burlona que me hacía preguntarme si alguna vez iba a poder hablar sin ponerme tan nervioso.

Lo cierto es que no sabía qué responderle. No quería alimentar su juego. Pero no podía dejar de escuchar sus palabras y las imágenes que formaban en mi mente me hacían querer desaparecer de la faz de la tierra.

-Creo que te gustó la idea... -dijo con una voz más suave, como si me estuviera provocando a que dijera algo, a que me rebelara, pero yo estaba completamente fuera de lugar.

Lo peor de todo es que estaba tan avergonzado que ya ni siquiera podía mirarlo a los ojos. ¿Por qué él siempre tenía que hacerme sentir así? Sabía que lo hacía de manera intencional, solo para ver cómo me ponía incómodo. Y, claro, lo lograba siempre.

Finalmente, opté por no decir nada y simplemente me limité a mirar a Grace, que seguía saltando en la arena, ajena a la locura que se estaba desatando a su alrededor. Si no podía escapar de Law, al menos podía intentar evadir su mirada.

Suspiré, frustrado, mientras mi cara seguía ardiendo por la vergüenza.


Grace ya no parecía tan inquieta, saltaba de un lado a otro en la arena, completamente feliz, y era como si todo se calmara cuando la miraba. Pero, Law no dejaba de distraerme, como siempre.

Lo miré, y esa sonrisa suya con los hoyuelos volvió a aparecer, y eso me hizo morir por dentro. Intenté evitarlo, pero no pude evitar morderme los labios. Cuando lo miré a los ojos, la chispa en su mirada me hizo sentir que el mundo entero se había detenido por un momento.

Necesitaba despejar mi mente, así que decidí acercarme a Grace, sonriendo para que no se sintiera tan sola, y le hablé en señas, como siempre lo hacía.

× Ve conmigo. ×-le dije, esperando que entendiera.

Ella asintió con su típica energía, y enseguida me agarró de la mano, como si fuéramos los mejores amigos. Me hizo sonreír, aunque mi cabeza no dejaba de pensar en Law y su manera de hacerme sentir tan... nervioso. Pero lo dejé de lado, al menos por un momento.

Guié a Grace hasta donde estaban los chicos, buscando la excusa perfecta para tener un rato a solas con Law. Cuando llegamos, me dirigí a Jaddiel.

-¿La cuidan un rato? -le pregunté, mientras mi mirada se dirigía hacia Law. No quería sonar tan directo, pero necesitaba hablar con él, sin que nadie nos interrumpiera.

Jaddiel me miró con curiosidad, pero no dijo nada, solo asintió sin preguntar. Entonces, me giré hacia Law. Sabía que él estaba confuso, porque no entendía qué estaba pasando, pero me acerqué, tomé sus manos con firmeza y lo guié hacia nuestra cabaña, como si todo fuera natural.

Sentía su calor en mis manos, y aunque lo intentaba esconder, el pequeño toque me hacía sentir mariposas en el estómago. Pero no podía pensar mucho en eso. Quería hablar con él, y ahora tenía el momento perfecto para hacerlo.

Mientras caminábamos, pude escuchar a Jaddiel gritarnos desde lejos, diciendo que no tardáramos mucho. No me importaba, lo único que importaba era el silencio entre Law y yo, caminando juntos, sin decir una palabra, pero compartiendo un entendimiento que era más que suficiente para mí.

Y aunque mi corazón latía rápido, no sabía si era por el miedo a lo que venía o si era porque, por primera vez, tenía la oportunidad de hablar con Law sin interrupciones. O bueno, hacérle algo...

Estaba claro que algo había cambiado entre nosotros, y no sabía si era bueno o malo, pero sin duda iba a ser un momento que no olvidaría fácilmente.


Mire a Law mientras entrábamos a la cabaña, sus ojos brillando con esa luz que siempre me volvía loco. La manera en que sonrió al verme, como si supiera que había algo más, me hizo sentir como si mi mundo se detuviera un segundo. Su expresión juguetona, tan inocente y al mismo tiempo tan profunda, me dejaba sin palabras.

-¿Qué pasa? -preguntó, sonriendo, como si ya lo supiera todo. Pero la verdad es que no sabía nada. Ni yo mismo lo sabía.

Yo, simplemente, lo miraba, incapaz de pensar en nada más. La distancia entre nosotros se hizo irremediablemente pequeña, y me acerqué un poco más. La calma en sus ojos me atrapaba, pero la turbulencia dentro de mí me empujaba a hacer algo, cualquier cosa.

Pero en ese momento, todo se sintió perfecto. No quería hacer nada más que quedarme allí, sintiendo su presencia, escuchando su voz, observando cómo todo en mí reaccionaba solo con estar cerca.

Algo en mi interior me decía que esto, lo que sea que estuviera pasando, tenía que detenerse, pero a la vez no quería que se terminara. Y entonces, solo me dejé llevar por el momento.


Law se acercó aún más, su rostro cerca del mío, sonriendo con ternura.

-Eres tan hermoso, Haus -dijo suavemente, sus ojos brillando con admiración.

Mi corazón dio un salto, y, por un segundo, todo lo demás desapareció. La cercanía, la calidez de su toque, y la sinceridad en su mirada me hicieron sentir como si no hubiera nada más en el mundo. Impulsado por un deseo abrumador, me acerqué a Law y uní nuestros labios en un beso suave.

La sorpresa se reflejó en sus ojos por un instante, pero luego cedió a la pasión. Law me tomó de la cintura y me atrajo hacia él con fuerza, profundizando el beso. La habitación parecía girar a nuestro alrededor mientras nos besábamos con desesperación.

Sin darnos cuenta, nos separamos lo suficiente para poder respirar, pero nuestros ojos seguían entrelazados, llenos de deseo. Law me sonrió con picardía y me empujó contra la pared más cercana, acorralándome.

Nuestros cuerpos estaban pegados, sin dejar espacio entre nosotros. Law me miró fijamente, su respiración entrecortada.

-Así que tú quieres tomar el control, ¿eh? -murmuró, su voz ronca.

Antes de que pudiera responder, Law volvió a unir nuestros labios en un beso intenso. Mis piernas se sentían débiles y mis pulmones ardían por la falta de aire. Nos besamos con una ferocidad que me dejó sin aliento.

Finalmente, nos separamos, apoyando nuestras frentes una contra la otra. Ambos estábamos jadeando, nuestros corazones latiendo a mil por hora.

-Nunca pensé que tú serías el atrevido -susurró Law, una sonrisa juguetona en sus labios.

Me limité a sonreír, incapaz de articular palabra alguna. En ese momento, no necesitaba decir nada. Nuestros cuerpos y nuestros corazones ya lo habían dicho todo.

-Solo cállate Law... -murmuré contra sus labios, antes de volver a besarlo con más fuerza.

Law soltó una pequeña risa entre el beso, pero no se resistió. Al contrario, parecía disfrutar de mi dominio. Nos besamos con una pasión ardiente, nuestros cuerpos pegados, nuestros corazones latiendo al unísono.

Finalmente, nos separamos, apoyando nuestras frentes una contra la otra. Ambos estábamos jadeando.

-Me encanta cuando tomas las riendas -susurró Law, sus ojos brillando con deseo.

Sonreí y volví a besarlo, esta vez con más suavidad. En ese momento, no necesitábamos palabras. Nuestros cuerpos y nuestros corazones ya lo habían dicho todo.

Con una sonrisa traviesa, me separé de Law y me arrodillé.

- Eres el rey, y yo soy tu súbdito más leal-, declaré.

Law se echó a reír, su buen humor contagiándome. -Muy bien, mi señor- respondió, fingiendo una voz grave y majestuosa.




El aire era más denso, como si las palabras fueran innecesarias y lo único que importara fuera el momento en sí. Pasaron varios minutos en los que el silencio estuvo acompañado por una sensación indescriptible. Estaba ocupado, muy ocupado.

Pero entonces, como si el universo no pudiera dejarme en paz ni por un instante, alguien tocó la puerta.

Ignoré el sonido al principio. No podía prestarle atención a nada más ahora mismo. Pero Law, que parecía menos dispuesto a ignorar la interrupción, soltó un suspiro molesto antes de levantar la voz.

-¿Qué quieres, joder?

Jaddiel, del otro lado, pareció ignorar su tono y habló con calma.

-Esta niña nos está haciendo señas y no entendemos lo que quiere. -Guardó silencio unos segundos, como si estuviera considerando sus palabras.-Si Haus pudiera salir y traducirnos o enseñarnos lenguaje de señas, nos resultari-

Law lo interrumpió de inmediato, sin apartar los ojos de mí.

-Está ocupado.

Jaddiel no tardó en responder, su tono cargado de curiosidad.

-¿Haciendo qué?

Mi cerebro colapsó.

Me tensé de inmediato, y antes de que Law pudiera abrir la boca para decir alguna estupidez, levanté una mano y le cubrí la boca con rapidez, dándole una mirada de advertencia. Si se atrevía a responder, lo iba a matar.

Él solo me miró divertido, claramente disfrutando mi desesperación.

Jaddiel, del otro lado de la puerta, suspiró, impaciente.

-Bueno, lo que sea, date prisa. La niña está esperando.

Escuché sus pasos alejarse y, finalmente, solté la respiración que ni siquiera me di cuenta que estaba conteniendo.


Me separé rápidamente, alejándome y cubriendo mi boca con una mano mientras comenzaba a toser. Sentía mi respiración entrecortada, tratando de recuperar el aire después de lo erótico del momento.

-¡Ya voy! -logré decir con la voz algo rota, esperando que desde afuera no notaran nada raro.

Law, aún con esa sonrisa suya de burla, me miró con diversión.

-¿Seguro? Suenas un poco... afectado.

Le lancé una mirada de advertencia, aún intentando recomponerme.

-Cállate.

Desde afuera, Jaddiel resopló, claramente perdiendo la paciencia.

-Apúrate, Haus. La niña sigue esperando.

Suspiré, pasándome una mano por el rostro mientras intentaba calmar mi respiración. Definitivamente no iba a poder mirar a Jaddiel a la cara después de esto.

Miré a Law, quien seguía sin moverse, completamente relajado.

-Eres un maldito problema.

Él solo se encogió de hombros con una sonrisa.

-Tu maldito problema.

Me puse de pie rápidamente, intentando ignorarlo, y me dirigí hacia la puerta, preparándome mentalmente para salir como si nada hubiera pasado.

Como si fuera posible.


Cuando estiré la mano para tocar la manija de la puerta, todavía tratando de recomponerme, sentí un leve escalofrío recorrer mi espalda.

Antes de que pudiera reaccionar, Law se acercó detrás de mí, tan silencioso que no me di cuenta hasta que su mano se posó suavemente en mi espalda.

Me quedé completamente quieto, sintiendo el calor de su palma contra mi piel a través de la tela de mi camisa. Mi respiración, que ya estaba alterada, se volvió aún más errática.

-Haus -susurró mi nombre con un tono bajo, tan cerca de mi oído que sentí su aliento rozar mi piel.

Cerré los ojos un momento, intentando controlar la sensación que me provocaba su cercanía. Era imposible.

-Tengo que irme, Law... -murmuré, aunque mi voz sonaba débil, como si ni yo mismo creyera en mis palabras.

Law no se movió, pero su pulgar se deslizó lentamente sobre mi espalda en un gesto casi distraído.

-Lo sé -dijo con esa calma que solo él tenía-, pero aún así...

No terminó la frase, pero tampoco hizo falta.

Tragué saliva y apreté la manija con más fuerza, como si fuera lo único que me mantenía firme en el suelo.

Si me quedaba un segundo más, no saldría de esta cabaña esta noche.


Cuando estaba a punto de girar la manija, sentí a Law acercarse aún más. Su respiración cálida chocó contra mi cuello y, antes de que pudiera reaccionar, dejó un beso corto sobre mi piel.

Me quedé completamente inmóvil.

-Law... -intenté hablar, pero otro beso interrumpió mi pensamiento.

Suavemente, volvió a hacerlo, su boca rozando mi cuello con una calma peligrosa. Cada toque era breve, pero dejaba un rastro ardiente que me hacía difícil concentrarme en lo que debía hacer.

Tomé aire, intentando mantenerme firme, pero él no se detenía. Cada beso corto hacía que mi mente se volviera más borrosa. Jadeaba rápido, como si estuviera sin aire.

-Tienes que salir, ¿recuerdas? -susurró, su voz baja y llena de burla.

Estuve a punto de girarme y empujarlo lejos cuando, de repente, un golpe fuerte en la puerta nos sobresaltó.

-¡Haus, joder, ¿qué tanto haces?! ¡Grace sigue esperando!

Jaddiel.

Molesto.

Law dejó caer su frente contra mi hombro y soltó un suspiro pesado, claramente frustrado por la interrupción.

Yo, por otro lado, ya no podía más.

-Ya... ya voy -dije, intentando que mi voz sonara normal, aunque estaba seguro de que no lo logré.

Law rió bajo y se separó lentamente, pero no sin antes dejar un último beso fugaz detrás de mi oreja.

-Te salvaste. Por ahora.

Tragué saliva y abrí la puerta de golpe antes de arrepentirme.

Jaddiel me miró con los brazos cruzados y una ceja arqueada.

-¿Por qué demonios tardaste tanto?

-Me estaba... arreglando.

-¿Arreglándote para qué? Solo vas a traducir.

No respondí. Simplemente salí de la cabaña, sintiendo aún la presión del toque de Law en mi piel.

Definitivamente no iba a poder concentrarme esta noche.

Cuando abrí la puerta, Jaddiel me miró con frustración y alzó las manos al cielo como si estuviera rogando paciencia.

-¡Por fin!

Ignoré su tono y me asomé un poco más. Grace estaba allí, sujetando su mano con confianza, como si hubiera encontrado una nueva fuente de seguridad en él.

No pude evitar sonreír.

Pero en ese mismo instante, sentí las manos de Law apoyarse suavemente en mi cintura por detrás.

Mi cuerpo se tensó por reflejo, pero luego me relajé al sentir su toque familiar. No podía verlo, pero sabía que estaba sonriendo con esa expresión satisfecha que tanto me sacaba de quicio.

Me tomé un segundo antes de mirar de nuevo a Jaddiel.

-¿Me esperas? -pregunté con tranquilidad.

Jaddiel bufó, cruzándose de brazos.

-No me queda de otra, ¿o sí?

Grace levantó la cabeza y me miró con una sonrisa ligera, como si supiera exactamente lo que estaba pasando sin necesidad de escuchar una sola palabra.

Hice una seña rápida hacia ella, marcando con fluidez el mensaje con mis manos.

× Ya salgo, cariño. No tardo, ¿sí?

Ella asintió sin soltar la mano de Jaddiel.

Respiré hondo, sintiendo todavía la presencia de Law tan cerca de mí, su calor envolviéndome, sus manos aún firmes en mi cintura.

Definitivamente, salir de la cabaña esta vez iba a ser más difícil de lo que pensaba.

Me agaché un poco y le hice señas a Grace para preguntarle qué necesitaba.

× ¿Qué pasa, cariño?

Ella me miró con su típica tranquilidad y movió las manos con naturalidad.

× Quiero ir al baño.

Levanté la vista hacia Jaddiel, suspirando.

-Quiere ir al baño.

Jaddiel, que todavía tenía los brazos cruzados, me miró sin interés.

-Llévala tú.

Fruncí el ceño y negué con la cabeza.

-Llévala al baño en tu cabaña, quiero decirle algo a Law.

Jaddiel arqueó una ceja con burla.

-No la voy a secar.

Rodé los ojos.

-Tiene nueve años, sabe hacerlo sola.

Jaddiel bufó, pero antes de aceptar, me miró con una sonrisa burlona.

-Por lo menos dale unos minutos a tu niña.

Lo fulminé con la mirada.

Y sin decir nada más, le cerré la puerta en la cara.

Desde afuera, escuché su protesta inmediata.

-¡Oye!

Ignoré sus quejas y apoyé la espalda contra la puerta, sintiendo cómo Law seguía detrás de mí, mirándome con esa sonrisa de quien sabe que tiene toda mi atención atrapada.

Definitivamente, Jaddiel iba a fastidiarme por esto más tarde.

Pero por ahora, tenía cosas más importantes en las que concentrarme.


Cuando cerré la puerta, sentí a Law acercarse más, su presencia envolviéndome en ese instante de silencio.

Antes de que pudiera reaccionar, sus manos se deslizaron hasta mi cintura, sosteniéndome con suavidad, pero con la suficiente firmeza para hacerme sentir atrapado.

Mi respiración se volvió más pesada por instinto. Sabía lo que estaba haciendo, lo disfrutaba.

Mi mente me gritaba que me apartara, que le dijera algo para romper la tensión, pero mi cuerpo se negó a obedecerme.

Me giré sin pensar y, en un impulso que ni siquiera entendí, le di un beso, un roce fugaz pero lleno de todo lo que había estado reprimiendo.

Lo sentí sonreír apenas antes de que me separara, con el corazón latiéndome fuerte en el pecho.

Lo miré, con la respiración entrecortada, y su sonrisa confiada solo se hizo más grande.

-¿Tan desesperado estabas? -murmuró con burla.

Sentí el calor subir a mi rostro y me giré de nuevo para evitar verlo.

-Ay, cállete. Y sí lo estaba.

Pero Law ya tenía otra victoria más en su bolsillo, y lo peor es que yo se la había entregado en bandeja de plata.

Law me abrazó y me dijo:

- Quiero vivir contigo... pero estos 4 idiotas no nos dejarán en paz.-

Sonreí.- 12 meses y dos días para Navidad estuve con ustedes, y ahora me dices que quieres vivir conmigo-.

Law se alejó para ver mi rostro,- Y hacerte cosas aparte...

Lo golpeé con vergüenza. Law puso su pulgar en mis ojos, ya que antes de abrir la puerta tenía los ojos llorosos y Law solo me miró con una sonrisa

-Noté que te estabas atragantando..., pero no paraste-.

Me alejé con vergüenza pero Law no me lo permitió.

- ¿De verdad lo querías en tu boca?


Jaddiel llegó como siempre, sin aviso, con esa molestia que solo él tiene. No podía dejar de molestar, pero ya estaba acostumbrado. Estaba seguro de que ya nos conocía lo suficiente como para saber que siempre tenía que hacer su aparición.

Desde fuera, se escuchó a Jaddiel tocando la puerta con insistencia y gritar con su voz característica.

- ¡Ya está, tortolitos! ¡Salgan! - dijo, como si fuera el dueño del tiempo y el espacio.

Law y yo nos miramos un momento. Sabíamos que el momento perfecto para quedarnos allí, solos, ya había pasado. Pero lo que sí sabíamos era que lo que quedaba por delante era un buen último beso. Así que, sin más, nos acercamos, y no dijimos una palabra. El beso fue breve, pero todo lo que necesitábamos para sellar ese momento.

Después de eso, me levanté, tomé las manos de Law y Grace que estaban cerca y abrí la puerta.

Grace sonrió y, con una mirada de complicidad, tomó nuestras manos. A lo lejos, Jaddiel nos miraba con esa cara de "ya sabía que esto iba a suceder".

- ¿Cuánto te pago por cuidarla? - le pregunté a Jaddiel, con tono ligeramente burlón.

Jaddiel hizo una mueca de desdén y cruzó los brazos.

- ¡No seré más tu maldito niñero! - respondió, con voz cargada de incomodidad - Y menos si es con alguien que habla de otro idioma.

Se alejó mientras me reía por dentro. Jaddiel nunca perdía oportunidad para lanzar su comentario ácido. Sin embargo, la diversión estaba lejos de terminar.

- ¡Eh! Por cierto, se llama Grace, no 'niña' - grité hacia él.

Jaddiel, desde una distancia considerable, giró y, con una sonrisa llena de sarcasmo, gritó de vuelta.

- ¡NIÑA!

No pude evitar reír. Lo que más me sorprendió era cómo todo se había dado de manera tan espontánea, pero igualmente divertida. Así que, entre risas y despedidas, sabíamos que este pequeño caos era solo otro día más con Jaddiel.


Observabé a Grace, sus manos moviéndose con naturalidad mientras le preguntaba en lenguaje de señas:

× Tienes hambre? ×- signó con una sonrisa suave, con la esperanza de que Grace estuviera lista para comer algo.

Grace, con una pequeña risa, asintió rápidamente, dándole la respuesta que esperaba.

Sabía que este momento de calma y complicidad no iba a durar mucho, así que, volviéndose hacia Law, le dije:

- Vamos a comer algo.

Law, siempre tan atento y cariñoso, me miró con una sonrisa y respondió, casi en automático:

- Bueno, mi amor.

Al escuchar eso, no pude evitar fruncir el ceño ligeramente y, como siempre, le respondí con una sonrisa nerviosa.

- No me llames "mi amor", o "cariño" o esos otros apodos cariñosos que usan las parejas frente a los chicos.

Law soltó una carcajada, riendo de mi incomodidad.

- Bien, no quiero que estés incómodo, - dijo, todavía riendo suavemente.

Nos reímos un poco más, y luego nos dirigimos hacia la mesa. Mientras caminábamos, me di cuenta de lo bien que se sentía este pequeño caos, este juego entre bromas y risas. Sentí que no había nada más natural que esto. Llegamos a la mesa, nos sentamos y comenzamos a disfrutar de la comida, contentos y tranquilos, aunque un poco enredados en nuestras propias bromas.


- Hoy les voy a enseñar el abecedario en lenguaje de señas. - Mi voz sonó tranquila, pero sabía que iba a ser más divertido de lo que ellos pensaban.

Law y Jaddiel se miraron entre ellos, con la típica energía que solo ellos podían tener. Jaddiel fue el primero en hablar, como siempre.

- ¿De verdad? ¡Esto va a ser genial! - dijo, y su tono me hizo sonreír. Sabía que si empezábamos a enseñarlo, las risas no tardarían en llegar.

Empecé a hacer las señales de las letras, cada una clara y detallada.

- A, B, C... - comencé, mostrando las formas con calma.

Jaddiel trató de imitarme de inmediato, pero su versión de la B parecía más un saludo a un insecto volador que a una letra. Law, por su parte, también trató, pero la E que hizo parecía más una letra L con una inclinación extraña.

- ¡Eso no es una letra! ¡Eso parece un pájaro volando! - Jaddiel no paró de reír. Su carcajada me hizo soltar una pequeña risa también.

- ¡No, no! - le dije, intentando mantener el control. - Esa es la H, pero buena suerte con la I.

Nos reímos por un momento. La escena estaba siendo todo un caos, pero eso solo lo hacía más divertido. Law continuó con su intento, pero cuando llegó la J, se detuvo y miró a Jaddiel.

- ¿Seguro que esto no es un juego de manos, Haus? - preguntó con una sonrisa traviesa.

A lo lejos, Grace seguía comiendo en silencio, pero no podía evitar reírse al ver cómo los chicos se esforzaban. Su risa era suave, casi como una melodía en medio del caos.

Con una sonrisa nerviosa, seguí enseñándoles las letras:

- K, L, M... - Pero ya estaba claro que la lección no estaba siendo tan educativa como esperaba. Jaddiel hizo un Z tan raro que casi me caigo de la silla de tanto reír.

- ¡Eso definitivamente es un Z! - exclamé, mientras Jaddiel hacía una especie de baile con las manos, que solo aumentaba la risa.

Law no podía dejar de reírse tampoco. De alguna manera, todos estábamos atrapados en este enredo de señas, pero en lugar de frustrarnos, nos divertíamos aún más.

- R, ¿eso significa 'reír'? Porque yo no paro de hacerlo - dijo Jaddiel, mientras intentaba hacer lo que se suponía debía ser la letra R, pero claro, lo suyo era más un chiste en sí mismo.

Al fondo, Grace continuaba comiendo con calma, pero no pudo evitar sonreír al vernos tan desordenados. Era un caos maravilloso, y sabía que lo mejor de todo era que todos estábamos disfrutando.


- Ahora, vamos a aprender cómo hacer nuestros nombres en señas, - les dije, con la intención de seguir con la lección.

Jaddiel, como siempre, no pudo esperar para ser el primero. Alzó la mano y comenzó a hacer la seña de su nombre con tanta energía que parecía más una coreografía de baile que una simple señal. Me quedé mirándolo por un segundo, conteniéndome la risa.

- ¡Soy un genio! - dijo, orgulloso de sí mismo, mientras continuaba haciendo los movimientos con demasiada exageración. Law, por su parte, hizo la seña con mucho más cuidado, concentrado en asegurarse de que cada movimiento fuera lo más preciso posible. Pero incluso con esa seriedad, algo en su rostro me hacía saber que estaba disfrutando del momento.

Finalmente, llegó el turno de Nazar. No me sorprendió en absoluto cuando él, al igual que siempre, decidió hacer las cosas a su manera. Después de realizar la seña de su nombre con toda la concentración posible, se quedó quieto, su rostro tomó una expresión exageradamente dramática y dijo en voz alta:

- ¡Orgulloso de mí mismo! - exclamó, con una voz profunda, levantando una mano al cielo como si estuviera en el centro de una escena de teatro.

Los chicos se quedaron en silencio por un segundo, sorprendidos por la actuación de Nazar. Luego, Jaddiel fue el primero en reaccionar, rompiendo el silencio con una carcajada:

- ¡Eso fue demasiado! - dijo, señalando a Nazar. - ¡Te estás tomando esto demasiado en serio! ¡Necesitas un Oscar!

Haus no podía contener la risa tampoco. Nazar siempre encontraba una forma de hacer cualquier cosa más grande de lo que era, y era imposible no divertirse con él.

- Deberíamos llevarte a Hollywood, Nazar - dije, riendo, mientras todos los demás se unían a las carcajadas.

Nazar hizo una gran puesta en escena, llevando las manos al rostro como si la tragedia fuera demasiado para él.

- Mi trabajo aquí está hecho, pero... ¿por qué no me entienden? - dijo, con la voz más dramática, como si fuera una estrella del cine que acababa de sufrir una gran pérdida. La exageración era tan grande que todos nos tiramos a reír aún más.

Grace, que había estado comiendo tranquila, no pudo evitar sonreír también ante tanto dramatismo. Era una escena de comedia, y todos estábamos disfrutando el momento.


observabé a los chicos con una sonrisa tranquila, disfrutando del momento. Pero algo cambió de inmediato cuando noté a Kyla. No estaba haciendo mucho ruido, pero sus movimientos nerviosos eran imposibles de ignorar. Había algo en su actitud que me hizo preocuparme. Sus ojos se movían de un lado a otro, como si estuviera buscando algo o alguien, pero no parecía encontrar lo que necesitaba. Había una tensión palpable en su postura.

Law, siempre dispuesto a hacer una broma, fue el primero en notar el cambio en la atmósfera.

- Oye, Kyla, ¿te perdiste o qué? - dijo con una sonrisa juguetona. - ¿Por qué estás tan tensa?

Kyla no respondió. Su mirada seguía errante, y ni siquiera se dio cuenta de la broma. Jaddiel, que siempre estaba listo para una reacción, se acercó un poco, frunciendo el ceño.

- ¿Kyla? - preguntó, un poco preocupado. - ¿Qué pasa? Pareces... ¿asustada?

La pregunta flotó en el aire, pero Kyla no dijo nada. Simplemente permaneció en silencio, su ansiedad aumentando con cada segundo que pasaba. Fue entonces cuando me di cuenta de que algo no estaba bien, pero no podía entender qué. Ella no parecía dispuesta a compartir lo que la estaba afectando.

Law, dándose cuenta de que las bromas ya no eran apropiadas, se acercó a Kyla con un tono más suave.

- Oye, Kyla, no te preocupes. - dijo, tratando de calmar la situación. - No hay nada raro por aquí. Estamos todos bien, solo bromeando.

Pero Kyla seguía en silencio, perdida en sus pensamientos. La tensión era palpable, y la inquietud en el aire era casi tangible. Miraba a los demás, pero no parecía estar realmente con ellos. Todos esperábamos que dijera algo, pero no lo hacía. Se sentía como si el tiempo se alargara, mientras ella luchaba con lo que sea que estaba pensando.

Finalmente, después de unos largos segundos, Kyla levantó la cabeza, respiró profundamente y, con una voz temblorosa, murmuró:

- No... no es nada.

El silencio quedó colgando, y aunque Kyla intentó dar la impresión de que todo estaba bien, todos sabíamos que no era así. Sus ojos no mentían. Había algo que la preocupaba, algo que no estaba lista para compartir.

- A veces, los pensamientos se nos escapan de la mente - dije, tratando de suavizar el momento. Mi voz era tranquila, esperanzada, buscando que todos se sintieran un poco más en calma. - Todos tenemos nuestros momentos, Kyla.

Nadie dijo nada más, pero podíamos sentir la incomodidad flotando en el aire. Kyla había hablado, pero no había dicho lo que todos queríamos saber. Sabíamos que sería mejor no presionarla, pero algo me decía que no todo estaba bien.


Observé a Kyla con atención. Su silencio se volvía cada vez más pesado, y la tensión en el aire era innegable. Todos la mirábamos, esperando que dijera algo, pero ella seguía en su propio mundo, con la mirada perdida.

Y entonces, de la nada, soltó un grito.

- ¡Estoy bien!

Su voz resonó con tanta fuerza que todos nos quedamos en silencio por un momento. Fue tan repentino que hasta Jaddiel, que siempre tenía un comentario listo, parpadeó sorprendido. Law levantó una ceja y Nazar incluso se inclinó un poco hacia atrás, como si el impacto de las palabras lo hubiera empujado físicamente.

Kyla respiró hondo después de eso, como si hubiera descargado todo lo que tenía dentro. Pero aunque dijo que estaba bien, su tono fue demasiado fuerte, demasiado forzado. Nadie le creyó del todo.

Decidí no presionarla más. Si quería hablar, lo haría cuando estuviera lista.

- Bueno - dije con un tono tranquilo, rompiendo la tensión. - Sigamos con la lección.

Poco a poco, el ambiente volvió a relajarse. Los chicos parecían agradecer que todo volviera a la normalidad. Me aseguré de que todos recordaran bien sus nombres en señas antes de seguir adelante. Volví a mostrar las formas correctas con las manos y ellos trataron de repetirlas.

Jaddiel, fiel a su estilo, exageró el movimiento de su nombre, como si estuviera en medio de un espectáculo. Nazar lo imitó de forma aún más dramática, lo que hizo que todos soltáramos una risa. Law, aunque más reservado, también sonrió y corrigió un par de detalles en su seña.

Kyla, por su parte, se unió a la práctica sin decir nada más. Hizo los movimientos con precisión, pero sin la misma energía que los demás. Su mente aún parecía estar en otra parte, pero al menos ya no se veía tan tensa.

No quise interrumpir el momento con más preguntas. A veces, lo mejor era simplemente seguir adelante.


Todo parecía volver a la normalidad. Kyla ya no mostraba tanta tensión, aunque seguía un poco callada. Decidí centrarme en la lección y los chicos parecían más relajados, incluso interesados en lo que les enseñaba.

Pero, como siempre, Law no tardó en empezar con sus bromas.

- A ver, Haus, dime cómo se dice "Jaddiel es el más lento aprendiendo" en señas.

Jaddiel, sin perder el ritmo, le lanzó un pedazo de servilleta arrugada.

- ¡Ja! Mírate a ti mismo antes de hablar, genio.

Todos rieron, incluso Nazar se unió con uno de sus comentarios exagerados. Law seguía con su repertorio de chistes tontos, y yo ya esperaba que esto se convirtiera en un festival de bromas interminables.

Pero entonces, de repente, Law se quedó en silencio.

Fue un cambio tan brusco que me desconcertó. Su sonrisa se desvaneció en un instante y su rostro palideció. No dijo nada, solo miró fijamente detrás de mí.

El aire pareció volverse más pesado.

Al ver la expresión de Law, algo en mi pecho se tensó. Sus ojos estaban abiertos de par en par, su cuerpo rígido, como si hubiera visto algo imposible.

Pensé que vió un fantasma o un asesino lleno de sange.

Me di la vuelta de inmediato.

Y ahí estaba.

Charly.

El simple hecho de verlo hizo que la sangre me hirviera al instante. Una rabia incontrolable me recorrió el cuerpo. Sentí las manos tensarse, los músculos endurecerse. Todo en mi interior gritaba que lo destruyera, que lo hiciera pagar.

Él no debería estar aquí.

Charly avanzó con calma, su mirada fija en Law.

Law, todavía sentado, apenas pudo reaccionar. Sus manos temblaban ligeramente cuando trató de levantarse, pero en lugar de hacerlo con firmeza, retrocedió un paso con la silla.

No dijo nada.

Solo se alejó de él.

El silencio era abrumador.

Yo apenas podía contenerme. Todo mi cuerpo exigía moverse, atacar, hacer algo. Pero por ahora, me mantuve firme. Observándolo. Midiendo cada uno de sus movimientos.

Charly no debería estar aquí. Y lo sabía.

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