Capítulo 41: Conociéndo.
Para Paigee. Te amo.
Suspiré mientras veía a Law caminar hacia los chicos con ese aire despreocupado que parecía ser una extensión natural de su personalidad. Era imposible no notar cómo sus hombros se movían con cada paso, relajados, como si nunca cargara preocupaciones reales. Me quedé parado unos segundos, viendo cómo se alejaba, hasta que Nazar volvió a gritar desde la mesa.
— ¡Vengan ya! ¡Tengo hambre de verlos comer! —exclamó, haciendo que Jaddiel soltara una carcajada mientras se llevaba una uva a la boca.
Caminé detrás de Law, mis pasos algo más pesados, no porque estuviera molesto, sino porque mi mente seguía atrapada en todo lo que había pasado esa mañana. Me pasé una mano por el cabello, intentando despejar mis pensamientos, pero los recuerdos seguían flotando: la risa de Law, su mirada burlona, ese comentario con mi acento... y ese abrazo que rechacé por pura terquedad. ¿Por qué siempre tenía que complicarme tanto?
Cuando llegué a la mesa, Law ya estaba sentado con una manzana en la mano, dándole un mordisco grande mientras conversaba animadamente con Mich. Parecía tan cómodo, como si hubiera nacido para encajar en cualquier lugar. Me senté en una esquina de la mesa, tratando de evitar demasiado contacto visual con los demás, pero Nazar no tardó en señalarme con una sonrisa burlona.
— ¿Y tú? ¿Qué pasó, Haus? ¿Te quedaste atrapado en tu mundo interior otra vez? —preguntó mientras se acomodaba mejor en su silla, envuelto en una toalla que apenas cubría su cabello mojado.
— Déjalo, Nazar. —intervino Jaddiel, dándole un leve codazo—. Seguramente estaba reflexionando sobre lo molesto que es Law.
Todos rieron, excepto yo, que solo suspiré, y Law, que le lanzó una mirada teatralmente ofendida a Jaddiel.
— ¿Molesto yo? —preguntó, con una mano sobre el pecho como si hubieran herido sus sentimientos. Luego, me miró con esos ojos brillantes, buscando apoyo—. Diles, Haus. ¿Soy molesto?
Quise ignorarlo, pero todos me miraban esperando una respuesta. No tenía escapatoria.
— No eres molesto —dije finalmente, llevándome una fresa a la boca para no tener que decir nada más.
— ¡¿Ven?! —exclamó Law, triunfante, levantándose un poco de su asiento y apuntándome con la manzana—. Hasta Haus lo admite. Yo soy perfecto.
Los chicos soltaron una risa colectiva mientras yo rodaba los ojos, aunque no pude evitar que una pequeña sonrisa se asomara en mi rostro. Law volvió a sentarse, pero no pasó mucho tiempo antes de que girara hacia mí, inclinándose para hablarme al oído.
— Eres mi testigo estrella —murmuró con una sonrisa traviesa—. Y por eso te ganaste un premio.
Antes de que pudiera reaccionar, sentí su mano sobre la mía, apretándola suavemente. No pude evitar mirarlo, y ahí estaba él, mirándome como si nada más en el mundo importara. El resto de los chicos estaba demasiado ocupado riéndose y comiendo como para notar el gesto, pero mi rostro se calentó al instante.
Intenté apartar mi mano discretamente, pero Law no cedió. En cambio, me dio un pequeño apretón y volvió a su conversación con los demás, como si nada hubiera pasado. Y ahí estaba yo, atrapado entre mi incomodidad y ese extraño calor en el pecho que siempre sentía cuando estaba cerca de él.
Quizá, solo quizá, ser "molesto" no era tan malo después de todo.
Los chicos terminaron de comer entre risas y bromas. Yo permanecí sentado, jugueteando con una manzana medio mordida mientras escuchaba sus conversaciones. Fue entonces cuando Nazar, como era típico de él, se levantó de un salto, dejando caer la toalla al suelo.
— ¡Hora de refrescarse! —gritó, sacándose la camisa de un tirón y corriendo hacia el agua.
Todos lo miramos en estado de incredulidad. Allyn negó con la cabeza, y Mich apenas alcanzó a gritarle algo como "¡No te ahogues esta vez!" antes de estallar en carcajadas. Pero fue Law quien reaccionó más rápido.
— ¡Oye, genio, vuelve aquí! —gritó, poniéndose de pie tan rápido que casi tumbó su silla. Sin pensarlo dos veces, salió corriendo detrás de Nazar.
Desde donde estaba, vi cómo Nazar aceleraba hacia la orilla, riendo a carcajadas, mientras Law lo seguía de cerca, sus pies levantando arena a cada paso. Nazar, a pesar de su delgadez, tenía una velocidad sorprendente. Pero Law, siendo más alto y con piernas largas, lo alcanzó antes de que pudiera lanzarse al agua.
Cuando lo atrapó, le puso una mano firme en la espalda para detenerlo, y con la otra, por pura inercia, rozó su estómago mientras ambos caían en una especie de lucha torpe. Nazar gritó algo entre risas, y Law simplemente lo sujetó con fuerza, sin dejar que se escapara hacia el agua.
Sentí cómo algo dentro de mí se encendía. Me puse de pie casi sin pensarlo, mis ojos fijos en ellos. No sabía por qué, pero ver a Law tan cerca de Nazar, tocándolo de esa manera—aunque obviamente sin intención—me hizo sentir... extraño. Una pequeña llama de celos empezó a arder en mi pecho, y no podía ignorarla.
— ¿Qué pasa, Haus? —preguntó Jaddiel, notando que me levantaba bruscamente.
— Nada. —respondí de forma cortante, apartando la mirada y tratando de calmarme.
Desde mi lugar, vi cómo Nazar seguía riéndose a carcajadas, tratando de liberarse, mientras Law lo sujetaba con una sonrisa de victoria en el rostro. Aunque claramente era una escena inocente, mi mente no podía evitar darle un peso diferente.
— Idiota... —murmuré para mí mismo, sintiendo cómo mi mandíbula se tensaba.
Me crucé de brazos, mirando a otro lado, pero no podía evitar volver a verlos de reojo. Law parecía tan despreocupado, como siempre, y Nazar... bueno, Nazar era Nazar, un caos en movimiento.
— Relájate, Haus. —me dije en voz baja, aunque el nudo en mi pecho no desaparecía. ¿Por qué me afectaba tanto? ¿Qué estaba mal conmigo?
Me senté de nuevo, intentando disimular mi incomodidad. Pero la sensación seguía ahí, clavada, como un aguijón imposible de ignorar.
Intenté distraerme con la conversación que continuaba en la mesa. Mich y Jaddiel discutían sobre qué fruta era mejor: la sandía o el mango. Allyn estaba demasiado concentrado en su libro para unirse a la charla, mientras que Kyla revisaba su teléfono sin prestar atención a nada. Pero mis oídos estaban en otra parte, captando las risas de Nazar y Law en la distancia.
No podía dejar de mirarlos. Nazar seguía intentando escabullirse, y Law, con su típica sonrisa pícara, lo mantenía bajo control, como si estuvieran jugando un juego que solo ellos entendían.
"Ya, Haus, detente", pensé, aunque mi corazón parecía no escucharme. Me obligué a mirar hacia la mesa, pero la vista de ellos seguía regresando a mi mente. Era como si un torbellino de emociones me arrastrara: celos, inseguridad, y algo de enojo conmigo mismo por sentirme así.
Finalmente, Law soltó a Nazar, pero no sin antes darle un ligero empujón hacia el agua. Nazar cayó de espaldas, y el chapoteo resonó en la playa.
— ¡Eso te pasa por ser un idiota! —gritó Law, riendo, mientras Nazar salía del agua con cara de sorpresa y una sonrisa torcida.
Mich fue el primero en notar mi incomodidad.
— ¿Todo bien? —preguntó, arqueando una ceja mientras tomaba un trozo de melón.
— Claro. ¿Por qué no lo estaría? —respondí rápidamente, intentando sonar despreocupado.
''Cálmate Haus, no están haciéndo nada... Solo se están divirtiéndose.''
Mich me miró fijamente por un momento, como si intentara leerme, pero no dijo nada más.
Law comenzó a caminar de regreso hacia nosotros, quitándose la arena de las manos. Nazar lo siguió, riendo mientras se sacudía el agua del cabello.
Cuando Law llegó a la mesa, su mirada se encontró con la mía. Por un momento, todo mi malestar pareció intensificarse. ¿Había algo en su sonrisa que lo hacía peor, o simplemente era mi imaginación?
— ¿Qué pasa, Haus? ¿Me extrañaste? —bromeó, sentándose a mi lado y golpeándome suavemente el hombro.
— Sí, claro. —respondí con sarcasmo, girando la cara para que no notara mi expresión.
Law inclinó la cabeza, claramente notando que algo andaba mal.
— ¿Estás bien? —preguntó, su voz ahora más seria.
— Estoy bien. —mentí, tomando un sorbo de agua para evitar seguir hablando.
Law me observó por unos segundos, pero no insistió. En lugar de eso, dejó escapar una risa ligera y dijo:
— Bueno, Nazar casi me arranca los brazos. Este tipo tiene más fuerza de la que aparenta.
— Ya lo creo. —respondí, tratando de sonar neutral, aunque mi tono probablemente traicionó mi irritación.
Mich, que había estado observando todo, soltó una carcajada y comentó:
— Haus parece que vio un fantasma. Relájate, hombre, no pasó nada. Nazar solo es un imán de problemas.
— ¿Qué quieres decir con eso? —saltó Nazar, fingiendo estar ofendido mientras se sacudía el agua del cabello cerca de la mesa, empapándonos a todos.
— ¡Oye! —gritamos casi al unísono, lo que provocó que todos estalláramos en risas.
Por un momento, la tensión dentro de mí disminuyó, pero sabía que no podía ignorar lo que estaba sintiendo. Más tarde, tendría que hablar con Law sobre esto. Pero no aquí, no ahora. Por ahora, me forzaría a disfrutar del momento, aunque fuera difícil.
Nazar, siendo Nazar, se acercó nuevamente a Law con una sonrisa traviesa en el rostro y le plantó un beso en la mejilla, como si fuera la cosa más normal del mundo. Law estalló en carcajadas, claramente acostumbrado a las bromas de su amigo, mientras Nazar continuaba con su espectáculo, dándole pequeños besos aquí y allá en medio de risas y comentarios graciosos.
Yo, por mi parte, trataba de mantener la compostura, pero cada beso era como un pequeño pinchazo que me hacía apretar los labios con más fuerza. Intenté distraerme mirando a Mich, quien, al darse cuenta de mi incomodidad, sonrió de una forma que parecía decir: "Relájate, no pasa nada".
Pero cuando Nazar soltó un beso exagerado que resonó en la mejilla de Law, no pude contenerme más. Mordí mis labios con fuerza, y me giré lentamente hacia él.
— Nazar, querido... —mi voz salió más fría de lo que pretendía mientras clavaba mis ojos en él—, él tiene novio. Ese novio soy yo, ¿puedes respetar un poco?
Nazar se detuvo en seco, parpadeando sorprendido antes de soltar una risa nerviosa.
— Vamos, Haus, es solo una broma. Es algo que siempre hacemos.
— Sí, bueno, pueden seguir haciéndolo... —dije, inclinándome ligeramente hacia él y bajando el tono de mi voz para enfatizar mis palabras—, pero no lo hagan frente de mí.
El silencio cayó sobre la mesa por un segundo antes de que Nazar levantara las manos en señal de rendición.
— Está bien, está bien. Lo siento, no quería molestarte. —respondió con una sonrisa incómoda, tratando de aliviar la tensión.
Law, que había estado observando la interacción con una mezcla de diversión y confusión, intervino.
— Haus, tranquilo, de verdad no es para tanto.
Lo miré por un momento, cruzando los brazos.
— Para mí lo es. —respondí, con un tono firme pero sin alzar la voz.
Law parecía querer replicar, pero al final simplemente dejó escapar un suspiro y asintió. Nazar, por su parte, evitó cualquier otro comentario, probablemente para no empeorar las cosas.
Mich, sin embargo, rompió el silencio con una risa ligera.
— Haus, eres más territorial de lo que pensé.
— No soy territorial. —dije, rodando los ojos—. Solo sé lo que es mío.
Mi respuesta provocó que Mich soltara una carcajada nerviosa, mientras Nazar me miraba con una mezcla de arrepentimiento y diversión. Por mi parte, me acomodé nuevamente, tratando de calmar la irritación que aún sentía. No era fácil, pero al menos lo había dejado claro: algunas cosas no se cruzan.
El silencio que siguió a mi reacción fue incómodo, incluso para mí. Sabía que probablemente había exagerado un poco, pero no podía evitarlo. Miré a Nazar de reojo, quien estaba jugando distraídamente con un trozo de fruta, claramente tratando de no empeorar la situación.
Suspiré profundamente y me levanté, caminando hacia él con las manos en los bolsillos. Nazar levantó la vista, algo sorprendido, pero no dijo nada. Cuando llegué a su lado, me incliné y apoyé mi cabeza en su hombro como si fuera un niño buscando consuelo.
— Lo siento. —dije suavemente, cerrando los ojos—. No debí reaccionar así.
Nazar rió un poco, claramente aliviado, y levantó una mano para darme unas palmaditas torpes en la cabeza.
— Está bien, Haus. Yo tampoco debería haberme pasado. Fue solo una broma.
Me quedé en esa posición unos segundos más antes de levantar la cabeza y mirarlo.
— No, en serio, lo siento. No fue justo de mi parte. Me levanté de mal humor...
Nazar sonrió ampliamente, siempre el bromista.
— ¿Eso significa que ya no me mirarás con esos ojos de asesino?
Ambos reímos suavemente, y yo negué con la cabeza.
— No prometo nada si vuelves a hacerlo.
Law, que había estado observando toda la escena con los brazos cruzados y una sonrisa divertida, decidió intervenir.
— Bueno, ya está. Se pidieron disculpas, se perdonaron... ¿Todos felices ahora?
— Muy felices. —respondió Nazar con un tono exagerado, abrazándome ligeramente como si yo fuera un niño pequeño, lo que provocó que Mich soltara una carcajada al fondo.
— Insoportables. —dije, riendo mientras me apartaba y volvía a mi lugar junto a Law.
Él me recibió con una mirada divertida y me dio un suave empujón en el brazo.
— Siempre haces todo tan... dramático.
— Drama es mi segundo nombre. —repliqué con una sonrisa, sintiendo cómo el ambiente finalmente volvía a relajarse.
Mientras todo se calmaba, Allyn, que había estado inmersa en su lectura bajo una sombrilla, cerró su libro con un chasquido suave. Levantó la mirada hacia nosotros con una expresión neutra, pero sus ojos brillaban de curiosidad.
— ¿Van a quedarse ahí todo el día o quieren venir a nadar conmigo o algo? —preguntó, como si fuera una simple sugerencia.
La respuesta no fue tan simple. Law, siempre dramático, llevó una mano al pecho, fingiendo estar profundamente ofendido.
— ¿Qué clase de pregunta es esa, jovencita? ¡¿Nos estás subestimando acaso?!
Nazar, que nunca dejaba pasar la oportunidad de añadir más al espectáculo, se inclinó hacia adelante con las manos en las rodillas, mirando a Allyn con teatralidad.
— ¡Eso ofende, Allyn! ¡Ofende profundamente!
Jaddiel, sentado al lado de Nazar y claramente divirtiéndose, soltó una carcajada y se levantó de un salto.
— Pero claro que sí. Vamos. —dijo, mientras sacudía la arena de su ropa.
— Al menos alguien es razonable. —dijo Allyn con una sonrisa mientras se ponía de pie, lista para ir hacia el agua.
Mich, que había estado disfrutando de una manzana, se encogió de hombros y la siguió, sin decir nada pero claramente interesado en la idea. Nazar y Law intercambiaron miradas cómplices antes de levantarse también, como si estuvieran planeando algo.
Yo me quedé observándolos con una mezcla de curiosidad y resignación, sabiendo que si todos iban, yo no tenía escapatoria. Allyn, notando mi vacilación, me lanzó una mirada inquisitiva.
— ¿Qué dices, Haus? ¿Te unes?
— No tengo opción, ¿verdad? —respondí con una sonrisa pequeña mientras me levantaba.
Allyn asintió con satisfacción, como si hubiera ganado una batalla silenciosa.
— Correcto.
Tomé aire profundamente, dejando que el olor salado del mar llenara sus pulmones mientras miraba a Law, que corría como un niño emocionado hacia la orilla. No podía evitar sonreír, aunque un pequeño pinchazo de celos seguía retumbando en su pecho.
No sabía por qué lo había hecho, por qué lo había detenido. Fue un impulso, algo instintivo que no pudo controlar. Sentir que Law se alejaba, después de esos besos despreocupados de Nazar, era como si el equilibrio de su mundo tambaleara por un segundo.
Cuando lo agarré de la muñeca, sentí el calor de su piel contra la mía, ese pequeño recordatorio de que era real, de que era mío. Ver su rostro confundido, sus ojos buscándome una explicación, me hizo querer reír y, al mismo tiempo, protegerlo de todo y todos, incluso de esos besos inocentes que sé que no significan nada.
Y aun así, no pude evitarlo. Cuando le agarré los cachetes y pasé mi lengua por donde Nazar lo había besado, sentí una satisfacción absurda y un poco infantil, como si estuviera marcando mi territorio. La cara de Law fue un poema; esos ojos abiertos como platos, la mezcla de incredulidad y diversión... Lo hubiera enmarcado si pudiera.
— ¡¿Qué caraj...?! —dijo, todavía tocándose la mejilla, y ese tono de voz casi me hizo caer al suelo de la risa.— ¡HAUSER!
No me arrepentí, aunque probablemente debería haberlo hecho. Pero verlo ahí, tan perfectamente confundido, me recordó por qué me enamoré de él. Su capacidad para tomarse las cosas con humor, para aceptar mi extraña forma de ser, para quererme incluso cuando hago algo tan absurdo como esto.
Mientras lo veía unirse al grupo, después de empujarme hacia el agua, no pude evitar pensar en lo mucho que significaba para mí. Y aunque a veces no lo demuestro de la mejor manera, cada pequeño gesto, incluso los más tontos, son mi forma de decirle cuánto lo amo.
— Estás loco... pero te amo. —lo escuché murmurar, y eso me bastó.
Caminé detrás de él, sintiendo el calor del sol sobre mi piel y dejando que el sonido de las olas me calmara. La vida con Law era como el océano: a veces tumultuosa, a veces tranquila, pero siempre llena de vida. Y, sinceramente, no cambiaría nada de eso.
Me quedé observando mientras Nazar y Jadd se divertían en el agua, tirándose agua el uno al otro como niños pequeños. Allyn, por su parte, se quitó la toalla que llevaba puesta y reveló un bikini corto, lo que provocó una reacción inmediata de Mich, quien soltó un grito de protesta.
— ¡Hey, estás mostrando todo! —exclamó Mich, agarrando la toalla de Allyn y envolviéndola rápidamente alrededor de ella.
Me dió ternura.
— ¡Vamos, hace calor! —se quejó Allyn, intentando zafarse de la toalla.
Mich cruzó los brazos, con una expresión severa en el rostro.
— Para mí, con tan solo verte ya siento el frío de la mañana. —respondió Mich, intentando mantener un tono firme mientras Allyn rodaba los ojos. — Además, no quiero que estos depredadores te miren. —añadió Mich, lanzando una mirada acusadora hacia el grupo.
Allyn bufó, colocando las manos en las caderas con exasperación.
— ¡Los cinco estuvimos juntos cinco años, demente! —dijo, su voz cargada de frustración—. Ellos no son pervertidos.
Law, quien estaba observando todo con una sonrisa burlona, decidió intervenir.
— Claro que no, Mich. Nosotros somos unos santos... —dijo, haciendo una pausa dramática antes de añadir—.
Mich no pudo contenerse y le dió un golpe en el brazo a Law.
— ¡Eres un imbécil! —le dijo entre risas, mientras Law se sobaba el brazo fingiendo dolor.
Al escuchar la broma y notar la mirada de Allyn hacia Law, no pudo evitar sentir un ligero brote de celos. Sin pensarlo mucho, también le dí un golpe ligero a Law en el hombro, aunque su expresión era más seria.
— ¿Qué fue eso? —preguntó Law, mirándo,e sorprendido.
— Por si acaso. —respondí con una mueca, claramente sin querer admitir que estaba celoso.
El grupo no pudo evitar reírse ante la escena, y Allyn aprovechó la distracción para quitarse la toalla y correr hacia el agua, ignorando los intentos de Mich por detenerla.
— ¡No te acerques a Jaddiel! —gritó Mich, corriendo tras ella, mientras Nazar y Jadd observaban la situación desde el agua con diversión.
Suspiré y, mirando a Law, murmuré en voz baja:
— Si alguien más te toca, no respondo.
Law no pudo evitar sonreír ante el comentario posesivo.
— ¿Vas a marcarme territorio otra vez o qué? —dijo Law en tono de broma, recibiendo una mirada intensa.
Nunca había sido así de directo antes, nunca había sido tan claro con lo que sentía. Pero, en ese momento, no pude callarlo. No quería. No podía seguir permitiendo que mis inseguridades se quedaran guardadas, mientras veía cómo otros se acercaban a Law, cómo sus bromas o miradas parecían más que amistosas. No podía ignorar esa incomodidad que me recorría cada vez que alguien tocaba su hombro o le decía algo con esa complicidad que solo yo quería tener con él.
Me acerqué a él otra vez, mis pasos firmes, y no pude evitar soltarlo de esa manera, sin filtro, sin pensarlo demasiado. Tal vez un poco más brusco de lo que debía, pero el corazón me latía tan fuerte que no podía quedarme callado.
— Eres mío, idiota. —las palabras salieron de mi boca con más fuerza de lo que esperaba, casi como una orden. — Y no me gusta que otros se acerquen a ti.
Pude ver cómo su rostro pasó de la sorpresa a una pequeña sonrisa, como si estuviera disfrutando de mi tensión. Pero no paré allí. Tenía que ser claro.
— Somos nosotros, NO(otros) ¿Entendiste? —dije, con una mezcla de rabia y posesividad que ni siquiera sabía que tenía.
El silencio quedó suspendido entre nosotros por un momento, como si las palabras se quedaran flotando en el aire, esperando a ser procesadas. Law no reaccionó al instante, su mirada fija en la mía, y su expresión pasó de divertida a algo más seria.
Finalmente, rompió el silencio con su voz baja y cargada de humor.
— Uhh, una advertencia. —dijo, sus ojos brillando con esa chispa traviesa que siempre tenía.
Me quedé en silencio por un segundo, observando su reacción. Parecía relajado, como siempre, pero algo en su tono, algo en su mirada, me decía que entendía perfectamente lo que estaba pasando. Algo había cambiado entre nosotros, y no importaba cuánto tratara de ocultarlo, ya no podía ignorar lo que sentía.
Mi corazón seguía latiendo más rápido, mi mente dándole vueltas a lo que acababa de decir. Pero lo único que sabía en ese momento era que no quería que nadie más se acercara, no quería compartirlo. Porque, de alguna manera, en mi cabeza, él ya era solo mío.
La tarde avanzaba entre risas y momentos absurdos. Nazar salió del agua tosiendo, claramente porque había tragado más agua de la que su cuerpo podía manejar. A pesar de eso, se reía como si no le importara, intentando mantenerse firme mientras Mich le daba palmadas en la espalda para ayudarlo a respirar.
Nos sentamos en la arena, todos mojados, con la piel pegajosa por la mezcla de sal y sol. Law estaba especialmente animado, contando chistes que, para mi sorpresa, no eran tan malos como de costumbre. Todos reíamos, incluso Jadd, que normalmente tenía una reacción más reservada.
Yo me dejé caer en la arena, cansado pero satisfecho. Cerré los ojos por un momento, dejando que el calor del sol me envolviera, mientras mi cuerpo se secaba lentamente. Apenas me estaba acomodando cuando sentí un beso rápido en el cuello. Abrí los ojos y, como lo esperaba, ahí estaba Law, sonriendo con esa expresión de triunfo que siempre tenía cuando lograba sorprenderme.
— ¿Qué fue eso? —le pregunté, riendo suavemente, incapaz de ocultar la sonrisa que se formó en mi rostro.
— Algo, Dah. —respondió él, encogiéndose de hombros, aunque su sonrisa delataba que sabía perfectamente lo que hacía.
Allyn, que parecía estar disfrutando del ambiente, se levantó de golpe y rompió el momento.
— Oigan, ¿podemos ir a comprar cosas o tomar helado? —sugirió, su tono animado mientras sacudía la arena de sus piernas.
Mich, siempre el exagerado, alzó las manos dramáticamente.
— Sí, y de paso paseamos el mundo entero. —dijo, su tono sarcástico, aunque claramente estaba de acuerdo.
Todos rieron ante el comentario, y Nazar, que seguía tosiendo un poco, levantó la mano como si estuviera votando.
— Yo digo que sí. —dijo, todavía con la voz algo ronca.
Poco a poco, el resto del grupo fue asintiendo, y finalmente nos pusimos de pie, sacudiéndonos la arena y preparándonos para caminar hacia la cabaña y cambiarnos. Aunque estaba cansado, la idea de pasar más tiempo con ellos —y especialmente con Law— me hacía sentir algo parecido a una energía renovada.
Con el sol todavía brillando en el cielo y las risas llenando el aire, supe que esa tarde sería una más que recordaría por mucho tiempo.
Nos levantamos de la arena, sacudiéndonos los granos que se habían quedado pegados en nuestras piernas y brazos. Nazar seguía tosiendo un poco, pero al menos ya se veía más animado. Cada uno empezó a caminar hacia sus respectivas cabañas para cambiarse y bañarse, con la intención de refrescarnos antes de salir.
Law y yo fuimos los últimos en movernos. Apenas dimos unos pasos cuando sentí su mano deslizarse hacia la mía, entrelazando nuestros dedos como si fuera lo más natural del mundo. No protesté. De hecho, no quise soltarlo.
Caminamos juntos, con la brisa marina golpeándonos suavemente y el sol comenzando a bajar, pintando el cielo de tonos cálidos. Sentía su pulgar acariciando el dorso de mi mano de vez en cuando, un gesto que, aunque sencillo, me hacía sentir... completo.
— Sabes... —dijo de repente, rompiendo el silencio cómodo entre nosotros.
Lo miré de reojo, curioso.
— ¿Qué?
Él sonrió, esa sonrisa que siempre lograba desarmarme.
— Me gusta caminar contigo así. —su tono era cálido, lleno de esa sinceridad que solo él sabía transmitir—. Me hace sentir que todo está bien.
No pude evitar sonrojarme, aunque intenté disimularlo mirando hacia otro lado.
— Eres un tonto. —respondí, pero mi voz carecía de firmeza.
Law rió suavemente y se detuvo por un momento, tirando de mi mano para que yo también lo hiciera.
— Estoy siendo serio. —dijo, acercándose un poco más—. Te quiero, Haus. Y cada vez que pienso en cómo llegamos aquí, no puedo evitar sentir que soy el tipo más afortunado del mundo.
Sentí mi corazón acelerarse, y por un instante no supe qué decir. Me limité a mirarlo, notando cómo sus ojos brillaban con la luz del atardecer. Finalmente, apreté su mano un poco más fuerte.
— Yo también te quiero, idiota. —murmuré, incapaz de contener una sonrisa.
Él se inclinó hacia mí, dándome un beso rápido en la frente antes de que comenzáramos a caminar de nuevo.
Mientras avanzábamos hacia nuestra cabaña, no podía evitar pensar en lo surrealista que todo esto se sentía. Pero, al mismo tiempo, sabía que no quería que fuera de otra manera. Estar con él así, compartir estos momentos, era lo único que necesitaba para sentirme en casa.
El agua caliente había relajado mis músculos, y después de un día lleno de risas y sal en la piel, lo necesitaba. Ya vestido, con el cabello aún un poco húmedo, me apoyé en el marco de la ventana de nuestra cabaña. La vista era espectacular: el océano extendiéndose hasta donde alcanzaba la vista, con las olas rompiendo suavemente contra la orilla.
Había perdido la nosión del tiempo.
Sentía la tranquilidad del momento, dejándome llevar por el ritmo hipnotizante del agua. Estaba tan absorto que no escuché el sonido de la puerta del baño abriéndose detrás de mí.
— Tuvimos que bañarnos juntos, ¿sabes? —dijo Law de repente, su voz llena de esa confianza despreocupada que lo caracterizaba.
Me giré bruscamente, encontrándolo allí, con una toalla alrededor de la cintura y gotas de agua resbalando por su torso. Sus ojos brillaban con una mezcla de diversión y descaro.
— ¿Q-qué? —balbuceé, sintiendo el calor subir rápidamente a mi rostro.
— Lo que oíste. —continuó, su tono juguetón mientras se cruzaba de brazos—. Podríamos haber ahorrado agua y tiempo.
Mi cerebro trató de procesar sus palabras, pero todo lo que logré fue tartamudear como un idiota.
— E-es una idea r-ridícula, yo...
Law arqueó una ceja, claramente disfrutando de mi reacción. Dio un par de pasos hacia mí, y pude sentir cómo mi nerviosismo aumentaba con cada movimiento suyo.
— ¿Ridícula? —repitió, inclinando un poco la cabeza—. No lo creo, Haus. Más bien creo que estás nervioso solo de imaginarlo.
— ¡N-no estoy nervioso! —repliqué rápidamente, aunque mi voz me traicionó.
Él dejó escapar una carcajada, una de esas que hacía que mi irritación y mi vergüenza se mezclaran en un revoltijo extraño.
— Haus, en serio, eres demasiado adorable. —dijo entre risas, pasando una mano por su cabello aún mojado—. Me encanta cuando te pones así.
— ¡Ya basta, Law! —gruñí, cruzándome de brazos mientras miraba hacia otro lado, tratando de recuperar algo de dignidad.
— Lo siento, lo siento. —dijo finalmente, aunque su sonrisa burlona no desapareció del todo—. Es que no puedo evitarlo. Eres mi novio nervioso favorito.
Bufé, aunque no pude evitar sonreír un poco. Este idiota tenía una forma única de hacerme enojar y, al mismo tiempo, de hacerme sentir especial.
Me quedé inmóvil por un momento, tratando de calmarme después de las palabras burlonas de Law. Pero fue difícil. Muy difícil. No ayudaba en absoluto que estuviera allí, frente a mí, con esa maldita toalla colgando precariamente en su cintura y esas gotas de agua resbalando por su piel bronceada.
No sé cómo sucedió, pero mi mirada comenzó a vagar. Primero fue su cabello, todavía húmedo y alborotado, luego su cuello... y antes de darme cuenta, estaba completamente atrapado observando cómo su pecho subía y bajaba ligeramente con su respiración.
— Oye, no mires tanto mi cuerpo, que me pones nervioso. —dijo Law, haciendo un gesto dramático mientras intentaba cubrirse el torso con sus brazos.
Pero su tono estaba tan cargado de burla que supe que estaba actuando. Aunque, sinceramente, ni siquiera lo escuché del todo. Mi cerebro estaba demasiado ocupado absorbiendo cada detalle como si fuera la primera vez que lo veía así.
— Haus, te estoy hablando. —añadió, alzando la voz con fingida indignación.
— Uh... —murmuré, sin apartar la vista.
Él soltó un suspiro exagerado y, para hacerlo aún más teatral, giró levemente su cuerpo como si intentara ocultarse.
— ¡Por Dios, deja de mirarme así! —exclamó con un tono dramático, aunque no podía ocultar la sonrisa que se formaba en sus labios.
Parpadeé, dándome cuenta de que probablemente había estado mirando demasiado tiempo. Pero cuando intenté apartar la vista, simplemente no pude.
— Haus. —repitió, esta vez con una risa suave, mientras dejaba caer los brazos y me miraba directamente—. No estás escuchando nada, ¿verdad?
— No. —admití automáticamente, lo que lo hizo reír más fuerte.
— Eres imposible. —dijo, sacudiendo la cabeza mientras se acercaba un poco más a mí—. ¿Una buena vista eh?
Finalmente, aparté la mirada, sintiendo cómo mi cara se encendía al instante.
— ¡Eres un idiota! —gruñí, girándome hacia la ventana para esconder mi vergüenza.
Pero él no me dejó escapar tan fácil.
— No lo niegues, Boo. —dijo, con esa sonrisa descarada que tanto odiaba y amaba al mismo tiempo—.
Y claro, tenía razón. Aunque no se lo iba a admitir nunca
Por mucho que intentara distraerme, el tipo sabía cómo llamar mi atención. Antes de que pudiera calmar del todo mi cabeza, lo miré de reojo por última vez. Law, con su sonrisa autosuficiente, estaba frente al espejo acomodándose una corbata negra sobre una camisa blanca impecable, metida dentro de un pantalón negro.
— ¿Eres abogado o qué? —pregunté, tratando de mantener un tono casual mientras me cruzaba de brazos.
Law giró hacia mí con una expresión encantadoramente despreocupada.
— Quiero verme así para salir. —respondió con una sonrisa que hacía que pareciera que no había nada en el mundo que pudiera detenerlo.
Yo, por otro lado, sentí un pequeño nudo de celos apretarse en mi pecho. Ese atuendo... Era demasiado. Demasiado elegante, demasiado perfecto... demasiado para mi gusto. Sabía exactamente cómo lo mirarían las chicas, y solo la idea me hacía apretar los dientes.
— No. —dije firmemente, antes de que él pudiera añadir algo más.
Law parpadeó, claramente sorprendido por mi respuesta.
— ¿Qué? ¿Por qué no?
— Porque. —dije mientras me acercaba y lo miraba directamente a los ojos—. Las chicas te van a mirar, y no me gusta la idea.
Law rió suavemente, inclinando la cabeza como si estuviera disfrutando de mi reacción.
— ¿Ah, sí? ¿Y qué vas a hacer al respecto?
Sin decir una palabra, me acerqué más y tomé los extremos de su corbata. Él me miró con una mezcla de diversión y curiosidad mientras yo comenzaba a desatar el nudo con cuidado, pero sin detenerme.
— Vas a quitártela. —dije mientras le sacaba la corbata por completo y la dejaba caer sobre la cama—. Te quedas con la camisa blanca y el pantalón negro, nada más. O solo quitate eso y ponte una remera común.
Law arqueó una ceja, todavía sonriendo.
— ¿Estás dándome órdenes ahora?
— Sí. —respondí sin titubear, cruzándome de brazos otra vez mientras lo miraba fijamente.
Law suspiró teatralmente, pero no pudo ocultar la sonrisa que se formaba en sus labios.
— Eres imposible, Haus.
— Y tú demasiado atractivo. —dije en voz baja, más para mí que para él, pero estoy seguro de que lo escuchó porque su sonrisa se ensanchó aún más.
— Bien, bien. —dijo mientras se ajustaba la camisa y pasaba una mano por su cabello húmedo—. Lo que tú digas, mi celoso favorito.
No respondí, pero me aseguré de mantener mi mirada firme hasta que él finalmente cedió. Y, por supuesto, no pude evitar sonreír internamente al ver que, al menos esta vez, había ganado.
Law terminó de ajustarse los últimos detalles. Luego, con un movimiento teatral, se colocó frente a mí, estirando los brazos como si fuera un modelo en una pasarela.
— ¿Qué tal? —preguntó, girando ligeramente para mostrar cada ángulo de su ropa.
Mi mirada, inevitablemente, recorrió cada rincón de su cuerpo. La camisa blanca, aunque parecía inofensiva, dejaba entrever más de lo que me gustaría, sobre todo bajo la luz del sol que entraba por la ventana. Solté un suspiro y negué con la cabeza.
— No. —dije con firmeza, cruzándome de brazos.
Law frunció el ceño, claramente frustrado.
— ¡Ay, por favor! —exclamó, rodando los ojos y dejando caer los brazos con dramatismo.
Me acerqué un poco más, señalando la camisa con un leve movimiento de la cabeza.
— Es una camisa algo transparente, Law. Se te ve el cuerpo. —murmuré, tratando de sonar más lógico que celoso. Pero, siendo sincero, sabía que había un poco de ambas cosas en mis palabras.
— ¿Y? —replicó él, alzando las cejas, como si no viera el problema.
— Mejor úsala para mí. —dije, dejando que mis palabras cargaran un poco más de significado del que planeaba inicialmente—. Y ponte una remera común.
Law bufó, rodando los ojos otra vez mientras se daba la vuelta hacia el armario.
— Eres insoportable, Haus.
— Lo sé. —respondí sin siquiera intentar ocultar mi satisfacción.
Mientras él buscaba otra prenda, no pude evitar sonreír levemente. Sabía que estaba siendo posesivo, pero verlo así, tan despreocupado, solo para mí, hacía que valiera la pena cada pequeña discusión.
Cuando Law finalmente decidió cambiarse, tomó una remera de verano de su armario. Era ligera, de tela suave y perfectamente adecuada para el clima, pero... demasiado corta. Cuando se la puso, su abdomen quedó peligrosamente expuesto cada vez que levantaba los brazos, aunque fuera un poco.
Se giró hacia mí con una sonrisa triunfante, extendiendo los brazos otra vez.
— ¿Ahora qué? ¿Contento? —dijo, girándose como si hubiera solucionado el problema.
Lo observé, mi mirada bajando inevitablemente hacia el borde de la remera. Negué de inmediato, dejando escapar un suspiro frustrado.
— No. —respondí tajante, cruzándome de brazos otra vez.
Law dejó caer los hombros, exagerando su exasperación.
— ¿¡Ahora qué!? —exclamó, alzando las manos al cielo como si estuviera siendo víctima de una injusticia.
— Esa remera... —comencé, señalando el borde con un movimiento de la mano—. Es demasiado corta.
— ¿Demasiado corta? ¡Es una remera normal! —protestó él, tirando del borde como si eso pudiera cambiar algo.
Di un paso hacia él, mirándolo directamente.
— Levanta los brazos. —le pedí con un tono serio.
Law me miró, claramente confundido, pero obedeció. Al hacerlo, el borde de la remera subió lo suficiente como para dejar al descubierto una buena parte de su abdomen. Lo miré con una ceja levantada, como si mi punto se explicara por sí solo.
— ¿Ves? —dije finalmente.
Law bufó, dejando caer los brazos.
— Celoso...
— Y tú eres mío. —respondí con calma, tomando ventaja del momento.
Se quedó en silencio por un instante, rodando los ojos antes de regresar al armario.
— ¿Qué quieres que use? ¿Una bolsa de papas?
— No estaría mal. —bromeé, aunque en el fondo disfrutaba demasiado de estas pequeñas discusiones.
Finalmente, Law tomó una remera más larga y, aunque seguía luciendo increíble, al menos ahora no tenía que preocuparme por que todos lo vieran de más.
Cuando Law finalmente aceptó cambiarse de nuevo, tomó un par de jeans ajustados de su armario, pero antes de quitárselos actuales, me señaló con el dedo, con una mirada traviesa.
— Date la vuelta. —ordenó, aunque su tono era más juguetón que serio.
Lo miré con desconfianza, pero finalmente suspiré y obedecí, girándome hacia la ventana. Mientras miraba el océano, podía escuchar cómo se movía detrás de mí, el sonido de la ropa deslizándose por su piel era inconfundible. Tragué saliva, tratando de no imaginar nada, pero claro, mi mente no estaba siendo de mucha ayuda.
— Listo. —anunció con una voz despreocupada, como si no acabara de obligarme a apartar la vista.
Me di la vuelta lentamente y ahí estaba él, con unos jeans ajustados que delineaban cada curva de sus piernas y caderas. La remera larga que llevaba apenas cubría lo justo, y la manera en que los jeans se adaptaban a su cuerpo me dejó sin palabras por un momento.
— Vamos. —dijo con una sonrisa, caminando hacia la puerta como si nada.
Mi cerebro reaccionó unos segundos después, y lo llamé antes de que pudiera salir.
— ¡Espera, espera, espera! —protesté, levantando una mano como si pudiera detenerlo con eso.
Law se giró, poniendo una expresión inocente.
— ¿Qué pasa ahora?
Lo señalé de arriba abajo, mis palabras tardando en salir.
— Esos... esos jeans. ¿Son en serio?
— ¿Qué tienen de malo? —preguntó, mirando hacia abajo como si no entendiera mi punto.
— Están demasiado ajustados. —dije, cruzándome de brazos.
— ¡Por favor, Haus! —exclamó, poniendo los ojos en blanco—. Son solo jeans.
Negué con la cabeza, acercándome un poco más a él.
— No son solo jeans, Law. Son una distracción peligrosa.
Él soltó una carcajada, claramente disfrutando de mi incomodidad.
— ¿Una distracción? ¿Para quién? —preguntó, alzando las cejas con diversión.
— Para todos. —respondí, señalándolo con firmeza—. Y no me gusta que otros te miren de esa forma.
Law sonrió ampliamente, esa sonrisa suya que siempre me desarmaba.
— Bueno, no me importa si me miran. Solo tú importas, Haus. —dijo con un tono dulce, pero su expresión traviesa no ayudaba.
Suspiré, rindiéndome un poco, aunque no podía evitar fruncir el ceño.
— Cambia esos jeans. —insistí, aunque mi voz sonaba más resignada que autoritaria.
— ¿De verdad? —preguntó, fingiendo incredulidad—. ¿Quieres que me cambie otra vez?
— Sí, por favor. Hazlo por mi paz mental.
Rodó los ojos con una sonrisa y regresó al armario, murmurando algo sobre lo complicado que podía ser estar conmigo. Pero yo sabía que, en el fondo, le encantaba.
Cuando finalmente Law terminó de arreglarse y convenció a mi cerebro de que no podía detenerlo más, suspiré con resignación y me levanté del borde de la cama. Sin embargo, no pasé ni un segundo de pie antes de que su mirada se posara en mí con una expresión traviesa.
— ¡Tú también cámbiate! —dijo, señalándome con un dedo acusador.
Lo miré sin entender, arqueando una ceja.
— ¿Por qué tendría que cambiarme? Estoy bien así.
Law cruzó los brazos y me miró de arriba abajo, exagerando su expresión de desaprobación.
— Tienes una remera algo ajustada y esos pantalones... también ajustados.
Fruncí el ceño, mirando mi propia ropa como si de repente pudiera verme con sus ojos. No me parecía nada fuera de lo normal.
— No es para tanto. —dije, tratando de restarle importancia mientras me encogía de hombros—. Además, yo no soy lindo, así que no importa.
Law soltó una risa suave, pero su mirada se suavizó de inmediato. Se acercó a mí con su típica actitud juguetona y negó con la cabeza.
— Haus, claro que eres lindo. —dijo, con un tono casi tierno.
— No lo soy. —insistí, desviando la mirada.
Sin previo aviso, sacó su celular del bolsillo y comenzó a escribir algo. Antes de que pudiera preguntar qué estaba haciendo, levantó el teléfono y comenzó a leer.
— A ver, escucha esto: "Ese chico con cabello rojizo es como un sol al atardecer, imposible de ignorar."
Abrí los ojos sorprendido, sintiendo el calor subir a mi rostro.
— ¿Qué? ¿De dónde sacaste eso?
— Hay más. —continuó, ignorando mi protesta—. "Tiene un cuerpo que es pura poesía en movimiento."
— ¡Para ya, Law! —le dije, tratando de arrebatarle el celular.
Pero él dio un paso atrás, riendo, mientras seguía leyendo.
— "Esos ojos, ese cabello, esa postura... ¿quién es él y por qué no es mío?", ''Que suerte tiene Allyn de ser la única chica en la banda'', ''Hauser es como Lawrence, es... hermoso, rendida a mis pies.''
— ¡Dios, qué vergüenza! —dije, cubriéndome el rostro con las manos.
Law finalmente bajó el teléfono, aunque su sonrisa seguía ahí, triunfante. Se acercó a mí y colocó una mano en mi hombro, inclinándose un poco para mirarme a los ojos.
— ¿Ves? Eres hermoso, Haus. —dijo con sinceridad, su tono de voz más suave esta vez.
No pude evitar rodar los ojos, aunque el rubor seguía quemando en mis mejillas.
— Son solo comentarios exagerados.
— Claro que no. —respondió, apartándome las manos del rostro con cuidado—. Pero, si quieres, quédate así. Me encanta cómo te ves.
Suspiré, medio derrotado, mientras él se alejaba riendo. No podía ganar contra su terquedad, y lo peor de todo es que, en el fondo, me gustaba que me viera así.
Salimos de la cabaña, finalmente listos para reunirnos con los demás. El aire fresco nos recibió, junto con el sonido de las olas rompiendo suavemente en la distancia. Caminábamos juntos, yo tratando de ignorar la extraña sensación de nerviosismo que siempre me causaba la atención de Law, y él con esa actitud relajada que parecía no afectarle en lo absoluto.
Cuando llegamos al punto de encuentro, Nazar ya estaba allí, apoyado contra una mesa de madera y mirándonos con una sonrisa burlona. Apenas me vio, soltó un comentario que me hizo detenerme en seco.
— Vaya, Haus. ¿Te ves más... atlético hoy? ¿Siempre has tenido esos hombros? —dijo Nazar, con una mezcla de admiración y burla.— Es mío, MI NOVIO.
Sentí cómo el calor subía a mi rostro, pero antes de que pudiera responder, Law dio un paso al frente, colocándose ligeramente frente a mí como si estuviera marcando territorio.
— ¿Te gustaría que te cambie de actitud y pensamientos, Nazar? —dijo Law, con una sonrisa que claramente no era amistosa.
Nazar levantó las manos en un gesto de rendición, pero su sonrisa no se desvaneció.
— Tranquilo, Law. Solo era un cumplido. Además, no eres el único que puede apreciar...
— ¿Qué parte de "mi novio" no entendiste? —interrumpió Law, su tono todavía ligero pero con un filo inconfundible.
Yo lo miré de reojo, queriendo intervenir antes de que escalara, pero Nazar simplemente se encogió de hombros, como si fuera inocente.
— Ya, ya. Solo estoy diciendo que Haus debería usar ese tipo de ropa más a menudo. Aunque... quizás debería cambiarte tú también, ¿no crees, Law? —añadió con una risa.
Law bufó, entrecerrando los ojos mientras se cruzaba de brazos.
— ¿Sabes qué, Nazar? —dijo Law, su tono ahora cargado de sarcasmo—. Creo que tú eres el que debería ir a cambiarse. ¿Qué tal algo que no me haga querer lanzarte al agua?
Nazar se echó a reír, claramente disfrutando de la situación, mientras yo intentaba no hundirme en el suelo.
— No es para tanto, Law... —murmuré, intentando calmar la situación, aunque internamente estaba algo divertido por cómo Law se ponía protector.
— Oh, sí lo es. —respondió Law, dándome una mirada rápida antes de volver su atención a Nazar—. Y tú, deja de mirar a Haus como si fuera una obra de arte. Solo yo tengo ese derecho.
No pude evitar reírme ligeramente, lo que pareció relajar a Law un poco. Nazar simplemente alzó las cejas y se giró hacia otro lado, aunque todavía sonriendo.
Era difícil no disfrutar esos momentos, incluso si me hacían sentir como el centro de un pequeño caos.
Mientras Nazar finalmente retrocedía con su sonrisa juguetona, pensé que las cosas se calmarían. Pero no. Claro que no. Allyn, quien estaba sentada en un tronco cercano ajustándose una gorra, decidió intervenir.
— Oye, Haus. —dijo, con un tono despreocupado, aunque claramente intencionado—. Si este idiota te cansa, ya sabes que aquí estoy para ti. —Me guiñó un ojo de forma exagerada, claramente disfrutando el momento.
Law se giró inmediatamente hacia ella, con los ojos abiertos como platos.
— ¡¿Qué dijiste?! —exclamó, dando un paso al frente, señalándola como si hubiera cometido un crimen imperdonable—. ¡¿Qué clase de broma es esa, Allyn?!
Ella soltó una carcajada, levantando las manos como si estuviera tratando de calmarlo.
— Relájate, Law. Solo estoy diciendo lo obvio. Haus merece ser tratado como el rey que es. Si no puedes manejarlo, ya sabes... —dijo, dejando la frase en el aire y sonriendo con picardía.
— ¡Oh, por favor! —respondió Law, cruzándose de brazos mientras me lanzaba una mirada entre divertida y exasperada—. Haus no necesita otro fan club, All. Conmigo es más que suficiente.
Antes de que pudiera intervenir para evitar que la conversación se saliera de control, Mich, quien había estado observando todo con una sonrisa, decidió unirse.
— Law, amigo, si te hace sentir mejor, no creo que Haus se fije en Allyn. Ella es demasiado caótica para él. —dijo, haciendo que Allyn protestara de inmediato.
— ¡Oye, no soy caótica! —respondió Allyn, fulminándolo con la mirada.
Mich simplemente se encogió de hombros, sonriendo.
— Claro que lo eres. Además, Haus tiene demasiado estilo para dejarte arrastrarlo a tus locuras.
Yo no pude evitar reírme ante los comentarios, aunque noté que Law seguía con su ceño ligeramente fruncido, claramente afectado por los halagos de los demás.
— ¿Ven lo que tengo que soportar? —murmuró Law, lanzándome una mirada significativa—. No sé si estoy rodeado de amigos o enemigos aquí.
Le di un pequeño empujón en el brazo, sonriendo para calmarlo.
— Deja de actuar como un drama king, Law. —le dije, aunque disfrutaba de su ligera molestia—. Sabes que solo tengo ojos para ti.
Eso pareció tranquilizarlo un poco, aunque no del todo. Por suerte, antes de que alguien pudiera añadir más comentarios, Nazar interrumpió desde el agua, llamándonos para que nos apresuráramos.
— ¡Vamos, tortolitos! ¡El día apenas empieza y ustedes siguen con su telenovela!
Riendo, tomé la mano de Law y lo jalé suavemente para dirigirnos al grupo, ignorando sus protestas todavía un poco celoso mientras Allyn y Mich seguían intercambiando bromas a nuestras espaldas.
vor, tengan cuidado.
Todos la miramos en silencio por un momento, intentando no reír. Pero, como siempre, Law no pudo evitarlo y fue el primero en hablar.
— Por fin nos vamos sin nuestra madre. —dijo con una sonrisa amplia, mientras hacía un gesto exagerado hacia Kyla.
Los chicos, por supuesto, rompieron en risas. Nazar incluso se dobló ligeramente hacia adelante, agarrándose el estómago, mientras Mich le daba unas palmaditas en la espalda a Kyla, tratando de no reírse demasiado fuerte.
— Oh, Law, un genio del humor. —comentó Allyn, secándose las lágrimas de risa—. ¿Cómo no se te ocurrió antes?
Kyla, sin perder la compostura, arqueó una ceja y respondió con una calma que daba miedo.
— Muy bien, "hijo rebelde". Espero que cuando regreses no me ruegues por comida. —dijo, haciendo que todos estallaran en carcajadas nuevamente, incluido Law, aunque intentó disimularlo.
— No prometo nada. —respondió Law con una sonrisa nerviosa mientras le daba un pequeño empujón a Nazar para que comenzara a caminar.
Mientras nos alejábamos, todavía podía escuchar las risas y las bromas detrás de nosotros. Law, como siempre, tenía una manera única de mantener las cosas ligeras, incluso cuando Kyla intentaba ser seria.
Tomé su mano mientras caminábamos hacia el auto y lo miré con una mezcla de diversión y cariño.
— No puedes evitarlo, ¿verdad? —le dije, sacudiendo la cabeza con una pequeña sonrisa.
— ¿Qué cosa? —respondió Law, aunque sabía perfectamente a qué me refería.
— Provocarla. —dije, apretando suavemente su mano.
Law se encogió de hombros, con esa sonrisa que parecía decir "¿Quién, yo?".
— Vamos, alguien tiene que hacerlo. —respondió, mientras yo solo negaba con la cabeza, reprimiendo una risa.
Y así, nos alejamos juntos, escuchando las voces de los demás desvanecerse mientras comenzábamos nuestra pequeña aventura del día.
Caminábamos tranquilamente por la pequeña calle que nos alejaba de la playa. La brisa marina seguía presente, pero ahora se mezclaba con el bullicio de las personas a nuestro alrededor. Law y yo habíamos estado caminando de la mano, algo que, aunque no hacíamos siempre, me gustaba en secreto. Pero cuando comenzamos a notar las miradas de algunas personas, ambos soltamos nuestras manos casi al mismo tiempo, como si fuera un acuerdo silencioso.
Law sacó su celular, probablemente para revisar algún mensaje o, como siempre, entretenerse con algo al azar. Yo simplemente observé los escaparates, tratando de distraerme, cuando escuché un murmullo detrás de nosotros.
— Qué linda vista... —susurró Nazar con un tono juguetón, apenas audible, pero lo suficiente para que Mich, que estaba junto a él, se riera bajo.
No tuve que girarme para saber que estaban hablando de nosotros. Apenas alcé la mirada, Law, que ya los había escuchado también, se detuvo en seco y giró hacia ellos con una expresión que combinaba diversión y una pizca de desafío.
— ¿Y qué exactamente es tan lindo, Nazar? —preguntó Law con una ceja levantada, cruzándose de brazos y mirándolo directamente. Su tono era casual, pero sabía que también estaba retándolo.
Nazar fingió sorpresa, llevándose una mano al pecho como si estuviera ofendido.
— Solo decía que la calle está linda. ¿Qué pensaste, Law? —respondió con una sonrisa traviesa.
— Claro, claro. —respondió Law, rodando los ojos mientras guardaba el celular en su bolsillo—. La próxima vez mejor saca una foto si tan "linda" te parece la vista.
Mich soltó una carcajada, poniendo una mano en el hombro de Nazar.
— Vamos, Law, no te pongas celoso. Solo estamos apreciando el arte.
— ¿Arte? —dijo Law, con un gesto exagerado de incredulidad—. Bueno, si necesitas inspiración, Nazar, puedo prestarte un espejo. Así no tienes que seguir mirando su espalda.
Los chicos rieron a carcajadas, mientras yo simplemente sacudí la cabeza, intentando no involucrarme demasiado en su broma. Pero no podía evitar sonreír un poco. Era típico de Law manejar las cosas así, con ese humor suyo que, aunque a veces me ponía nervioso, siempre lograba aligerar el ambiente.
Seguimos caminando, aunque ahora Law parecía más atento a Nazar y Mich, como si quisiera asegurarse de que no dijeran nada más. Su expresión tenía un leve toque de celos, lo que, por extraño que parezca, encontré un poco encantador.
Seguímos avanzando por las calles iluminadas por la luz tenue del atardecer. Nazar, como siempre, se entretenía con cualquier cosa a su alrededor, sacando su celular para tomar una foto de algo que le llamó la atención. El destello del flash fue repentino, iluminando todo por un instante, y cuando parpadeé para acostumbrarme de nuevo a la luz, me di cuenta de que Law se había detenido detrás de mí.
Sentí su mirada, fija y calculadora, y antes de que pudiera girarme para preguntarle qué estaba haciendo, lo escuché murmurar desde su posición.
— Haus... —su voz era baja, pero tenía ese tono suave que me hacía sentir que estaba tramando algo—. Debí decirte que te cambies de ropa.
Giré la cabeza hacia él, sin poder evitar reírme mientras procesaba sus palabras.
— ¿De verdad estás diciendo eso ahora? —pregunté, aún riendo, mientras Law se movía un poco más cerca, poniéndose detrás de mí.
— Claro que sí. —dijo, inclinándose lo suficiente como para susurrarme al oído—. ¿No te diste cuenta? Ese flash te iluminó justo... ahí.
Su dedo rozó la parte baja de mi espalda, haciendo que me estremeciera por un instante y jadeara al instante.
— ¡Eres un idiota! —respondí, todavía con una risa que no podía contener, mientras trataba de alejarme de su broma.
— No lo digo en broma. —continuó, con esa mezcla de seriedad fingida y diversión que solo él podía manejar tan bien—. Ahora todo el mundo sabe lo bien que te ves.
No pude evitarlo, rodé los ojos y seguí caminando, aunque mi sonrisa seguía presente. Nazar y Mich, que iban más adelante, ni siquiera parecían notar nuestra conversación, demasiado ocupados revisando las fotos que Nazar había tomado.
— Si alguien más dice algo, Law, lo culpo a él por usar flash. —dije señalando a Nazar, pero mi comentario solo hizo que Law se riera más fuerte.
— ¿Y si soy yo quien no puede dejar de mirar? —respondió, caminando a mi lado y lanzándome una mirada que casi me hizo tropezar.
No respondí, porque sabía que solo seguiría molestándome. A veces, Law realmente sabía cómo mantenerme alerta, pero al final... era parte de lo que me gustaba de él. Aunque, claro, jamás se lo diría en voz alta.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro